NOTA DEL AUTOR

En esta novela, como podrá notar el lector, intervienen personajes que hablan distintas lenguas. Algunas veces esto se advierte en el texto, otras se supone. El autor ha querido huir expresamente del galimatías lingüístico y de todo eso que sería tan fácil y tan ostentoso. Bastaría echar mano de diccionarios y traductores. Pero el autor, que no pretende en ningún modo presumir de erudición lingüística, ha querido dar a su relato la mayor sencillez y, por lo tanto, la mayor claridad. Si alguna palabra vasca o inglesa se ha colado ha sido por verificar el viejo dicho de que «para muestra basta un botón».

Por otra parte, está claro que cualquier lector medianamente inteligente se dará cuenta de cuándo un personaje no está hablando castellano. Sería muy bonito, por ejemplo, haber reproducido ese lenguaje tan primitivo, sonoro y pintoresco de los vascos cuando hablan entre ellos; pero creo que sería poco eficaz y cómodo para el lector corriente y moliente, aunque sea vasco. Una novela —creo yo— no tiene por qué ser un alarde idiomático, aunque alguna vez pueda serlo, sin dejar de ser una buena novela.

Y si el lector se ha enterado de lo que pasa con mis pastores vascos, aquí paz y después gloria. Y no digo amén porque es palabra latina y contradiría casi todo lo que acabo de decir.