... Has abierto este libro, amigo lector, amiga lectora, porque es una tarde lluviosa de domingo y tus bolsillos están limpios. Te encuentras de pie junto a la ventana, más interesado, o interesada, en contemplar el tráfico bajo la lluvia que el libro que tienes entre las manos. Pero se ha encendido una llama de curiosidad en tu magín por saber de qué va la historia, ¿no es así? Quítale peso a tus pies, aposenta tu manzana, o como lo llames, en un confortable sillón, abre el libro de nuevo y continúa leyendo.