Capítulo 7

Tara no sabía qué esperar, ya que nunca estuvo en el estreno de una película antes. Los flashes en su rostro y las aparentemente miles de preguntas sobre quién era y cual era su relación con Mick fueron abrumadoras y la tomaron por sorpresa. Esperaba que las estrellas de cine fueran acosadas por los medios de comunicación. Pero ¿Ella? Ella no era nadie.

Por otra parte, Mick era el famoso. Los medios de comunicación querían saber quién era su acompañante.

Mick parecía muy cómodo, sonriendo y saludando a los fans y posando para las cámaras. Y cuando se le preguntó acerca de Tara, pareció estar bien presentándola a todo el mundo, incluidos los periodistas nacionales, las revistas, incluso a los del canal de entretenimiento*[7]

Oh. Mi. Dios.

Tara quería regresar a la limusina, volver a la suite, y observar a otras personas en la televisión. No quería verse a sí misma en ella, aunque estaba segura de que las cámaras estaban más interesadas en las estrellas de cine y televisión y en las modelos que asistían y no en ella. Ella no era noticia. Y afortunadamente, todas las personas de los medios de comunicación se dieron cuenta de eso muy pronto y salieron corriendo tras las celebridades reales para que Tara pudiera respirar.

Lo que hizo fue disfrutar comiéndose con los ojos a la crema y nata de Hollywood, que estaba a pocos metros de ella, dando entrevistas y sonriendo a las cámaras. Así que cuando no tuvo cámaras en su cara, deseó haber pensado en llevar su propia cámara y tomar algunas fotos para que Maggie, Ellen y Karie las pudieran ver. A pesar de que suponía que podría ser inapropiado correr detrás de las estrellas de cine y tomar fotos con su mini cámara.

Cuando finalmente entraron, Mick la llevó a sus asientos, y oh, la película fue maravillosa. Y el tiempo pasado con Mick grandioso. Sostuvo su mano y puso su brazo alrededor de ella, y ambos se rieron en la película, que fue divertida y romántica. Fue una noche perfecta, y Tara se sintió como que era en realidad Cenicienta. Mick incluso se inclinó sobre ella algunas veces durante la película y la besó. No podría pedir una cita mejor, y recordaría esta noche por siempre.

Cuando la película terminó, todo el mundo salió arrastrando los pies y se dirigió a sus limusinas.

Tara se apoyó contra Mick, con su brazo entrelazado con el suyo, mientras entraba en su coche.

"Lo pasé maravillosamente, Mick. Gracias."

Él le sonrió. "No hay de qué. Pero no ha terminado."

"¿No?"

"No, hay una fiesta posterior al estreno. A menos que no quieras ir."

"Oh, no. Suena divertido".

Se fueron a otro hotel muy elegante donde había una fiesta en el increíble y gran salón de baile lleno de globos y carteles de cine y fuentes de champaña y por suerte - de alimentos.

"Oh, gracias a Dios. Me muero de hambre", dijo mientras ella y Mick encontraban una mesa.

"Yo también. Estoy tan contento de que te guste comer."

Ella se echó a reír. "¿Por qué no me gustaría?"

Él le dedico una mirada. "Te sorprenderías del número de mujeres de mis citas que no comen. No creerías la expresión de horror en sus rostros cuando les sugería una comida de verdad. No hay nada más deprimente que ver a una mujer dar un mordisco a un pedazo de apio."

Ella se echó a reír. "No hay temor de eso conmigo. Llévame a la hamburguesa con queso más cercana."

Había fotógrafos y medios de comunicación presentes ahí también, pero no parecían estar tan frenéticas como en la alfombra roja. Sin embargo, Tara era consciente de que Mick tenía una imagen que mantener, por lo que no trató de meterse los alimentos directamente a su boca, a pesar de que en ese momento podría haberse comido el brazo derecho de un fotógrafo.

Los medios de comunicación parecían contentos de pescar a los actores y a las actrices sirviéndose y después dejarlos.

"Probablemente sentirás no haber traído a alguien más famoso contigo", dijo finalmente al ser capaz de hablar después de que su estómago estuvo lleno.

Mick tomó un trago de refresco, y luego arqueó una ceja. "¿Por qué dices eso?"

"Porque somos más o menos ignorados por los medios de comunicación. Si hubieras traído a alguna actriz de moda contigo, hubieras tenido más, ¿cómo lo llaman? ¿Más cámara?"

Él se echó a reír. "Cariño, no vine aquí para ser fotografiado. Dios sabe que tengo más oportunidades de conseguir ser fotografiado de las que necesito. Quería traerte para que pasaras un buen rato."

"Oh." Ella miró hacia abajo a su regazo, sintiéndose estúpida por haberle dicho lo que dijo. "Lo siento".

Él le alzó la barbilla con los dedos. "No lo sientas. Pero no malinterpretes por qué estamos aquí. No te estoy utilizando para una sesión fotográfica conmigo, Tara. Te he traído aquí esta noche porque quería que pasaras un buen momento. No hay segundas intenciones".

Ella deslizó su mano alrededor de su nuca. "Gracias, Mick. Realmente ha sido la mejor noche de mi vida."

Él rozó sus labios sobre los de ella, el beso fue suave y amable, era el tipo de beso que hacía que su corazón quisiera hacer cosas peligrosas - como enamorarse.

El flash de una cámara la hizo saltar. Tara parpadeó y miró la cara de un fotógrafo. "Me enviarás algunas copias de esas, ¿verdad, Jimmy?", Preguntó Mick.

El fotógrafo se echó a reír. "Claro que sí, Mick".

Tara levantó una ceja hacia Mick después de que el tipo de la cámara se alejó. "¿Llamas por su primer nombre a los paparazzi?"

"Te ponen una cámara en la cara muy a menudo, así que aprendes quienes son. Jimmy es un buen chico. Es un profesional independiente. Y realmente deseo una copia de esa foto."

"Yo también".

"Así que, ¿Estás lista para conocer a algunas estrellas de cine?"

El corazón le palpitó. "¿En serio?"

“Claro.” Se puso de pie y le tendió la mano. "No habría razón en traerte a una de estas cosas de lujo, si no puedes decir que conociste a algunos de los grandes nombres de Hollywood, ¿verdad?"

Ella se sintió débil con el sólo acto de levantarse.

 

 

Mick bebió de su botella de agua y le colocó la tapa de nuevo, mirando hacia Tara, que se había quedado dormida en la limusina en el viaje de vuelta de la fiesta.

Le encanto haberla traído el estreno, disfrutó viendo a través de sus ojos. Estuvo en muchas de esas cosas en los últimos años y se hastió de la experiencia. Y las mujeres que lo acompañaban iban tras sólo una cosa – la exposición de su carrera y tantas fotos y oportunidades en los medios de comunicación, como pudieran conseguir. Lo que significaba cámaras en su cara toda la noche y nada más que entrevistas, con una sonrisa estampada en su rostro todo el tiempo. Esos eventos se convirtieron en una dolorosa experiencia.

Hasta Tara. Estuvo con los ojos abiertos y entusiasmada con todo, malditamente petrificada ante las cámaras, e hizo todo lo posible por evitarlas. Y entonces se había disculpado por la falta de tiempo de cámaras con él.

Increíble. Y refrescante estar con una mujer que no estaba concentrada en sí misma, sino que se preocupaba por él. Realmente no sabía qué hacer con ella. Pero le gustaba. Realmente le gustaba. Muchísimo. ¿A quién no? Era hermosa, divertida y sexy, y su química juntos era explosiva. Era dulce y cariñosa, y si no tenía cuidado, podría terminar perdidamente enamorado de ella.

Si estaba dispuesto a enamorarse.

¿Lo estaba?

"Estás mirándome."

Él miró hacia abajo. Tenía los ojos soñolientos y medio abiertos y se veía sexy como el infierno.

"Si. Eres hermosa cuando duermes."

Ella se movió, sentándose y pasándose la mano por encima de su vestido. "No lo soy. Lo siento, sólo me quedé dormida allí. Creo que la emoción del día y de la noche acabaron cobrándome la pasada."

"Está bien. Has tenido un día largo. Tienes derecho a tomar una siesta."

Cuando llegaron al hotel, Mick tomó a Tara de la mano y la ayudó a salir de la limusina. Le gustaba ser visto con ella, no porque fuera una estrella, sino porque era hermosa de una forma natural y que hacía que la gente al caminar volviera la cabeza. Otra cosa que realmente le gustaba de ella era que no tenía idea de lo bonita que era.

En el ascensor posó su cabeza sobre su hombro, con sus dedos apretados entre los suyos. Mick tragó, con un nudo gigante en la garganta.

Mantén esto tranquilo y calmado y deja de pensar en lo serio que puede ponerse entre los dos.

Metió la llave dentro de la cerradura y empujó la puerta para abrirla, sosteniéndola para que para ella entrara en el interior, su falda hacía todo tipo de sexys ruidos mientras entraba a la sala de estar de la suite.

Se volvió hacia él, con su falda ondeando a su alrededor. Parecía una princesa y su nudo en la garganta se hundió en su pecho.

Se movió hacia ella y puso sus manos sobre su cintura. "¿Te he dicho lo increíblemente hermosa que te ves esta noche?"

Le gustaba que ella realmente se ruborizara. Colocó sus manos sobre sus hombros. "¿Te he dicho el increíble momento que tuve esta noche?"

Y sólo así, él comenzó a moverse con ella en sus brazos, con sus pies a un ritmo perfecto al oír esa canción estúpida en su cabeza. Ella era una princesa esa noche, y necesitaban bailar juntos.

"Mick".

"Sí".

"¿Te das cuenta que estás bailando?"

"Sí".

"Tengo que decirte de nuevo lo buen bailarín que eres."

"Puedes agradecer a mi madre por eso. Ella insistió con lo del salón de baile." Levantó su mano y ella deslizó la suya en la de él. Él comenzó a moverse alrededor del piso de mármol de la sala de estar.

"Me gustaría agradecerle a tu madre por eso. Eres increíble".

"No le digas a la gente de Dancing with the Stars[8]

de famosos, en el que participan parejas de celebridades con bailarines de salón profesionales, quienes compiten cada semana por realizar determinados bailes, los que son calificados por un panel de jueces. Los televidentes tienen un cierto período para votar por sus concursantes favoritos, vía teléfono

o (en algunos de los shows) por internet

. La pareja con el puntaje combinado más bajo (de los jueces más el público) es eliminada y no participa en la próxima semana. Este proceso continúa hasta que queda una sola pareja, que es declarada campeona. Este formato de show se ha hecho muy popular internacionalmente. Internacionales basados en el formato del programa de televisión inglés.

. Sabes que aman tener a jugadores de fútbol en su espectáculo".

Ella se echó a reír. "No puedo verte queriendo hacer algo así."

"No. Así que por el amor de Dios, no pongas ese bichito en la oreja de Elizabeth, tampoco. Eso me pondría directo en su callejón."

"Tu secreto está a salvo conmigo."

Esa era la cosa. Podría imaginar cualquiera de sus secretos a salvo con ella. Pero no el más grande de ellos. Era demasiado pronto para contarle todo.

Bailaron hacia el balcón, él abrió la puerta y la llevó afuera. La noche era cálida, con las luces de la ciudad brillando y resplandecientes. Miró la ciudad, y Mick envolvió sus brazos en ella, respirando su olor.

"Ha sido una noche perfecta, Mick. Gracias otra vez."

"No hay de qué. Me alegro de que hayas tenido un buen momento."

"Tu vida es increíble. Las oportunidades que ofrece la fama son increíbles."

"Lo son. Las he disfrutado al mismo tiempo que las he tenido, apreciándolas por lo que son. La fama es fugaz, especialmente para alguien del deporte. No tendemos a tener una vida útil larga."

Ella se volvió hacia él. "Esa es una perspectiva muy razonable. Entonces, ¿qué harás cuando tu carrera futbolística haya terminado?"

"He invertido bien, no he vivido más allá de mis medios. Tendré un montón de dinero cuando me retire del fútbol".

"Pero no es que no harás nada, ¿verdad?"

"No. Llevo unas cuantas organizaciones de caridad, así que las supervisaría. Tal vez sería entrenador. Hay algunas otras opciones que estoy explorando. En realidad no he decidido aún lo que quiero hacer. Depende de cuánto tiempo pueda jugar".

Lo miró, pero no dijo nada.

"¿Qué?", Le preguntó.

"Eres demasiado bueno para ser verdad. Eres educado, rico, no has derrochado tu dinero en drogas o en fiestas. Das para caridad, y en realidad estás planeando tu futuro. ¿No tienes esqueletos en tu armario, Mick? ¿No hay un chico malo acechando por ahí, algo que te haga menos que perfecto?"

Si tan sólo ella supiera. "Nadie es perfecto, Tara. Ni siquiera yo."

Ella suspiró. "No lo sé. Segura que así es como pareces".

"¿Serías feliz si fuera malo?"

Ella frunció el ceño. "No, para nada. Solo Tengo miedo de no estar a la altura de..."

"¿De qué?"

Ella negó. "De nada. No importa. Estoy siendo ridícula." Se inclinó y presionó un beso en sus labios. "Esta ha sido una noche maravillosa, y estoy mareada y exhausta. Pero no tan agotada que no pueda mostrarte cuán completamente feliz estoy en tu compañía. Ahora ven a ayudarme a quitarme estas caras y pecaminosamente costosas joyas y este vestido. Es hora de que Cenicienta vuelva de nuevo a su calabaza."

Él se echó a reír y dejó que lo condujera al dormitorio. La ayudó a quitarse las joyas, abrió su vestido, contuvo la respiración cuando salió de él, revelando el sexy-como-el infierno sujetador sin tirantes y que hacían juego con la escasa ropa interior que llevaba con sus tacones de aguja.

"Me gusta la calabaza más que Cenicienta. ¿Puedes quedarte así? ¿Con los zapatos?"

Ella se echó a reír, desató su corbata del lazo, le quitó chaqueta por los hombros, y luego se tomó su maldito dulce tiempo para desabrochar los botones de su camisa.

"Parece que no fue hace tanto tiempo estábamos quitándote el esmoquin".

"Nuestra primera noche juntos," dijo, recordándola con tanta claridad como si fuera ayer.

Levantó su mirada hacia él, mientras hacía un gesto a su camisa fuera del pantalón. “Sí. Me encantó verte desvestirte. Esta noche yo te desnudaré."

Él se estremeció cuando llegó al cierre de sus pantalones, malditamente cerca cuando sus nudillos rozaron la cremallera. Su pene estaba tenso contra la tela de sus pantalones, duro y palpitante y listo para ser tocado. Ella le bajó los pantalones, después los calzoncillos bóxers. Él se quitó los zapatos, y ella se arrodilló para quitarle los calcetines, dejándolo desnudo y de pie delante de ella.

Tara se sentó en sus talones, mirando su pene. "Siéntate en esa silla, Mick".

Se volvería loco si seguía viéndolo de esa manera. Se movió a la silla y se sentó, abriendo las piernas mientras ella se movía entre ellas para arrodillarse. Se estremeció cuando sus pechos acariciaron sus muslos, luego su estómago, mientras se inclinaba para besarlo.

Él tomó su cara entre sus manos y la besó con un hambre que no supo que poseía. A pesar de que trató de que no le importara, sentía algo por Tara, y se estaba haciendo cada vez más difícil fingir que lo que había entre ellos era algo casual. Y cuando ella le dio un beso con un suave gemido y con una necesidad que igualaba a la suya, su pene se tambaleó contra la suavidad de su vientre, y todo en lo que pudo pensar fue en estar en su interior, cuan seguro se sentía, cuan correcto, y de repente quiso que ella supiera todo acerca de él.

Whoa. Era hora de frenar ese infierno. Dio una respiración profunda y se concentró en lo físico, en la forma en que explotaba el sabor en su boca cada vez que lo besaba, sobre cómo malditamente difícil sería sostenerse y dejar que jugara ese juego de seducción.

Ella alejó los labios de él y arrastrándolos sobre su mandíbula, cuello, con sus dedos jugando con sus pezones. Él respiró, dándose cuenta de lo mucho que le gustaban sus manos sobre él. Besó sus pezones, los lamió. Le gustaba ver el pasar su boca y lengua a través de su pecho y serpentear hacia abajo a través de su abdomen, sabiendo lo que estaba haciendo, anticipando cada movimiento. Se estremeció mientras se deslizaba a través de su estómago, apoyando la cara en su muslo mientras miraba su pene y luego a él.

Ella le irguió y sonrió antes de agarrar su pene con ambas manos. Él susurró en un suspiro. Su paciencia estaba colgando de un hilo. Le costaba permitirle hacer eso cuando lo único que quería era lanzarla sobre la alfombra y hundirse en su interior. Pero este era su juego, y él iba a dejarla jugar a su manera.

"Me gusta que me toques, Tara".

Ella se humedeció los labios y se levantó entre sus piernas. Él se inclinó sobre ella para desabrochar el cierre de su sujetador, dejándolo caer para poder ver sus pechos, con sus duras puntas rosas acariciando su eje, rodando su mano sobre ella. Parecía estar hipnotizado por ella mientras jugaba con él, tomándose su tiempo, apretándolo con fuerza, después haciendo su toque más suave.

Podía verla tocando su pene durante horas, con el calor y la suavidad de su mano que no tenía nada en absoluto que ver con cuando él se tocaba. Había finura en sus movimientos a diferencia de su prisa en hacerlo y terminar con ello como era su estilo. Era toda gracia y suavidad, y cuando puso su boca sobre la cabeza de su pene y arremolinando su lengua como si fuera un maldito cono de helado, casi se perdió, casi disparó su corrida dentro de su boca en ese momento como si fuera un chico de quince años, sin control.

Ella lamió su longitud, con su pequeña lengua color rosa montada en su eje como si no se cansara de él.

"Jesucristo, Tara eso tan jodidamente bueno." Él alcanzó su pelo, comenzando a tirar de todos sus broches cuidadosamente, necesitando quitarlos para poder enredar sus dedos en él. Y cuando por fin estuvieron libres, tomó un puñado de cabello con su mano y le dio un tirón. Su mirada espetó la suya, y ella sonrió, y luego tomó su pene profundamente, pareciendo saber exactamente lo que él necesitaba.

Le dejó meter su pene profundamente en su boca, dejándolo follar con su eje entre sus labios dulces duro y rápido hasta que jadeó, hasta que pudo sentir sus bolas endurecerse.

“Sí. Chupa mi polla fuerte."

Lo tomó profundamente, tragando la cabeza de su pene, apretándolo, haciendo que el sudor rodara entre sus omóplatos. La tensión tiraba de su columna, y luchó contra el impulso de dejarse ir, quería saborear sus dulces labios en él durante unos minutos más. Era una diosa con una boca perfecta y le hacía cosas que lo hacían apretar los dientes y hundir sus talones en la alfombra. Podía espera un poco más.

Ella pasó el pulgar por ese lugar entre sus huevos y su trasero, y oh joder, se sentía bien, ser objeto de juegos allí mientras lo chupaba. Él anhelaba más. Ella era como una droga. Empujó su pene profundamente y supo que ese viaje iba a terminar pronto, porque quería venirse en su boca tanto que ya se podía imaginar lo que sería sentir su lengua, sentir cómo lo drenaba hasta que no quedara nada.

"Me correré en tu boca Tara, si no quieres, es mejor que me lo digas ahora."

Pero ella sólo tarareó alrededor de su eje y le hizo cosquillas en el trasero con sus dedos, y maldita sea, si eso no lo hizo dispararse en ese mismo momento, duro y rápido por todo el camino hasta su dulce garganta. Él se vino con un fuerte grito, con su trasero levantándose de la silla, con su orgasmo proviniendo de algún lugar profundo dentro de él. Se sintió mareado, culminando en su columna, en su cerebro, en todas las partes dejándolo tembloroso y sudoroso y totalmente abrumado.

Cayó de espaldas contra la silla, y Tara se fue con él, con la boca todavía en él, lamiendo hasta la última gota de lo que él le daba, hasta que finalmente soltó su pene y puso su cabeza sobre su muslo.

A Mick le tomó más o menos un minuto antes de sentirse coherente de nuevo. Sacó a Tara de su regazo, y la vio tan jodidamente sexy vestida sólo con sus bragas y zapatos. La besó profundamente, degustándose a sí mismo en su lengua, sorprendido por lo que ella hizo por él.

Ella se apartó, se lamió los labios y le sonrió. "Sabes bien."

Él se estremeció. "Cristo, casi hiciste que me diera un maldito ataque."

Ella se rió. "Que bueno".

"Te daré algo bueno". La levantó y la puso sobre sus pies, y le sacó sus bragas, dejándole los zapatos que lo volvían medio loco. Luego se sentó en la silla y le abrió las piernas. "Tu turno".

La besó primero, queriendo probar su boca, lamer sus labios, deslizando su lengua por su boca y succionándola. Hizo que su pene volviera a la vida, a pesar de que había tomado todo lo que tenía.

La besó en el cuello, y ella se estremeció. Él sabía que su cuello era sensible, y le dio atención extra, arrastrando la lengua por el lado de su garganta antes de deslizarla hacia abajo entre sus pechos, después lamió sus pezones, chupando cada baya dura hasta que arqueó la espalda para darle de comer a él. Él ahuecó sus pechos con sus manos y rodó sus brotes entre los dientes, tiró de ellos, oyendo su grito irregular y se lo bebió porque hacía que su pene se pusiera duro.

Recorrió las manos sobre su vientre, besándolo, después con sus hombros abrió sus piernas, movió las manos por sus dulces piernas y las levantó, besando sus pies.

"Esos son unos sexis zapatos que me endurecen, Señorita Lincoln".

Ella se echó a reír. "Puede ser que los use todos los días si obtengo este tipo de reacción".

"Siéntete libre de hundir esos tacos en mi espalda si te gusta hacerlo."

Ella niveló sus ojos marrones hasta los de él y tragó cuando pasó sus piernas encima de sus hombros. Él se movió entre sus piernas, inhalando el olor de su sexo. Estaba tan mojada tan dulce y atractiva, que lo hacía sentirse duro como roca.

Pasó su lengua por los labios de su vagina. Ella gimió y puso su mano sobre su cabeza mientras lamía toda su longitud, poniendo su boca en su clítoris y chupándolo.

"Oh, maldita sea, Mick. Sí. Lámeme justo ahí."

Ella hizo su pene excitarse cuando le habló, cuando le contó lo que le gustaba, cuando levantó su trasero y su vagina se sacudió contra su cara. Le gustaba excitarla y que estuviera fuera de control como ahora, gimiendo y hablándole, con su vagina tan mojada que su lengua se deslizaba fácilmente toda sobre ella. Y cuando chupó su clítoris y deslizó dos dedos dentro de ella, levantó su trasero de la silla y se corrió, fuerte, gritando y tirando de su pelo, yéndose contra su cara como si estuviera en el rodeo y fuera un potro el que montara por un gran premio.

Ni siquiera esperó a que bajaran las oleadas de su orgasmo. Tomó un condón, envainó su pene, y empujó dentro de su aún espasmódica vagina con un empuje duro. Ella dejó escapar un fuerte gemido, hundió sus uñas en sus brazos, y se sacudió.

"¡Sí!", Exclamó. "Fóllame".

Se hundió en ella, tirando de sus caderas hacia abajo de manera que pudiera estocar con su pene profundamente en su interior. Quería que Tara se viniera de nuevo. Se dejó caer encima de ella, con sus senos contra su pecho, para poder rodar contra su clítoris.

"Mick, eso es tan bueno." Ella agarró su cabeza y lo besó, fuerte, con sus dientes acariciándolo, deslizándose contra su lengua. Ella gimió, y sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas. Así es como la deseaba, porque esto era lo que sentía, con su corazón mezclándose con su cuerpo mientras cabalgaba esta increíble ola con esta sorprendente mujer.

Se contuvo, con sus bolas apretadas mientras su vagina lo apretaba como un tornillo. Sus ojos se abrieron.

"Me correré Mick. Vente conmigo. Córrete en mí."

Él se aferraba a ella mientras los bordes irregulares de su control se arrancaban. "Me voy contigo. Dámelo".

Ella le sostuvo la mirada mientras se salía de control y se soltaba, gritando mientras su orgasmo rugía a través de él. Él clavó sus dedos en su carne, tirando de ella con fuerza hacia él, y hundiendo su cara en su cuello, lamiéndola mientras ella gritaba su orgasmo esta vez, meciéndose en su contra y diciendo a gritos su nombre.

Les tomó un rato calmarse después de la tormenta, mientras la abrazaba y la acariciaba y sentía su alocado pulso contra su pecho.

La recogió y los llevó a los dos a la ducha, Tara rió porque le llevaría una hora lavarse todo el maquillaje, después los dos rieron mientras una de sus pestañas postizas terminaba en su mejilla. Una vez limpios, se secaron y se subieron a la cama. Tara estuvo dormida en cuestión de minutos, con su cabeza sobre el hombro de Mick.

La sostuvo así por un rato, contento y sólo un poco preocupado por lo que todo esto significaba.

E infiernos, ¿No es la mujer la que se suponía estaría toda preocupada por lo que toda esta "relación" significaba, de todos modos? Se habían divertido. Dios sabía que el sexo entre ambos era grandioso. Tal vez sólo debería dejar de pensar en ello y disfrutar del viaje.

Era demasiado pronto para empezar a pensar sobre cosas importantes, de todos modos.