—Majestades, ¿Qué le sucede a la reina? —Preguntó haciéndonos la reverencia correspondiente.

—No se ha sentido bien y eso me preocupa —contestó Loui—. Es por eso que lo mandé a llamar.

—¿Se siente mal majestad? —Me preguntó.

—Pues no tan mal —contesté—. Pero si me siento extraña, las náuseas y los vómitos han cesado un poco, he tratado de comer bien como me dijo, pero por más que como siento que mi estómago está vacío y al momento siento más hambre, me tomo los suplementos también pero no me siento bien, me siento muy cansada, siento una pesadez en el cuerpo, a veces siento un leve dolor en la parte baja del vientre, mucho sueño todavía y aunque mi vientre todavía no está grande, lo siento pesado y mis piernas me duelen y me arden. A veces siento que no puedo respirar y no puedo dormir, siento que los movimientos del bebé son muy fuertes y muy constantes, ya no logro dormir bien en ninguna posición. ¿Es eso normal?

—Podría ser —dijo instalando su equipo—. Parece ser que el heredero será un bebé muy activo y esa es buena señal, puede sentir que está vivo e inquieto en sus movimientos, si no se moviera eso si sería una preocupación.

—Sí, gracias a Dios sé que está bien, es muy inquieto como usted dice pero hay momentos en los que ya no siento tranquilidad.

—Ya vamos a ver porque este jovencito molesta tanto a su mamá —dijo cuando procedía a revisarme—. ¿Y díganme ya tienen el nombre del bebé?

—Pues yo no he pensado en eso —dijo Loui— así que me tomó desprevenido.

—Yo sí —le dije—. Creo que ya tengo los nombres que me gustarían.

—¿En serio? —Preguntó Loui mientras me abrazaba—. ¿Y cómo es que no me lo habías dicho?

—Porque no me la habías preguntado —contesté encogiendo los hombros.

—Cierto amor mío —dijo sonriendo y besando mi mano—. Tienes razón, ¿Y qué nombres te gustarían?

—Si es varón quiero que se llame Ludwig como tú y si es niña quiero que se llame Leonor.

No puedo describir la expresión de Loui, se sorprendió, se rió y por un momento sentí que también quiso llorar;

—¿De verdad harías eso?

—Por supuesto, así deseo que se llamen nuestros hijos.

—Amor mío —dijo besando me frente—. Nunca vas a dejar de sorprenderme y de halagarme, me haces muy feliz que desees esos nombres para el bebé.

—Y a mí me honran, nuestro primogénito tiene que llamarse como su padre y espero que sea tan bello como él y nuestra primogénita tendrá el digno nombre de su abuela y espero que…

—Que sea tan hermosa como su madre —Me interrumpió para besarme.

—¿Doctor es natural que estando tan pequeño se mueva tanto? —Pregunté cuando recuperé el aliento—. Siento una batalla dentro de mí.

—Yo también siento algo extraño cuando la toco —dijo Loui—. Sus movimientos son fuertes y me confunde.

—Es cierto —dijo el doctor—. Hay algo extraño.

—Doctor no me asuste, ¿Qué pasa?

—No puedo definirlo —contestó mientras masajeaba mi vientre—. Siento algo aquí arriba y también algo aquí abajo.

—¿Qué quiere decir? —Preguntó Loui—. Que es un bebé muy grande o…

—O pueden ser dos —dijo el doctor.

—¡Gemelos! —Exclamaron sorprendidos al mismo tiempo.

Ahora si estaba muy asustada y gracias al ultrasonido íbamos a salir de las dudas;

—Ahora lo sabremos —dijo el doctor mientras me ponía un gel frío en mi vientre—. Lo que todavía no se podrá determinar con certeza es el sexo del bebé, puede ser que su órgano sexual esté desarrollado, pero será mejor esperar para tener la seguridad.

Cuando comenzó con el ultrasonido yo no veía nada, todo era confuso para mí, sólo veía unas manchas y estaba preocupada porque no lograba ver bien la forma de un bebé, aunque Loui y el doctor veían todo perfectamente bien. Después de un momento pude notar su cabeza, brazos y piernas, pero algo me confundía y me asustó;

—Así es majestad —continuó el doctor—. Parece ser que hay dos bebés, felicidades, tendrán gemelos.

La alegría de Loui era enorme al conocer la noticia y mando a llamar a Randolph para darle las buenas nuevas, yo también me sentía feliz pero a la vez preocupada y asustada, tenía dos bebés en mi vientre y ahora si me sentía aterrorizada. ¿Cómo iba a soportar y a llevar este embarazo al término con dos bebés?

—Ahora los cuidados de su majestad serán más —dijo el doctor—. Su alimentación será por tres, los bebés están sanos y fuertes y crecen muy rápido, el sexo no se puede determinar todavía además la posición en la que están no permiten que se pueda notar, así que será mejor esperar y no tener falsas esperanzas, en unos dos meses más ya podremos saber que serán.

—Yo solo quiero que nazcan sanos —le dije intentando asimilar la noticia.

—Y yo estoy tan feliz que no me importan lo que sean —dijo Loui—. Si son varones serán bien recibidos y si son niñas será igual, he pensado modificar la ley y que la corona sea para el primer hijo sea niño o niña.

—Una decisión muy sabia su majestad —dijo el doctor—. Evitar el favoritismo y no hacer distinciones, el ser que ambos sexos sean importantes.

—Además Bórdovar ha tenido reinas por nacimiento, en circunstancias adversas, pero las ha tenido.

—¿Quieres decir que no reinaron porque tenían que reinar? —Pregunté desconcertada.

—En algunos casos fueron sólo princesas, sin que hubiera un hermano varón de por medio y otros como en el de la reina Beatriz fue hija única, el futuro de la monarquía peligró en ese entonces, temía ser estéril.

“Un buen y justificable motivo por el cual quiso una familia numerosa” —Pensé.

En ese momento Randolph y Gertrudis entraban a la habitación e igualmente se sorprendieron con la noticia;

—Randolph —le dijo Loui poniendo sus manos en los hombros de él—, hemos sido doblemente bendecidos, la reina está esperando gemelos.

—Oh majestad es una grata y gran noticia. —Suspiraba muy sonriente—. Alabado sea Dios por darnos esa maravillosa bendición y por permitirnos compartirla. Dios bendiga al rey y a la reina.

—Muchas felicidades majestades —dijo Gertrudis llorando de la emoción y reverenciándonos—. Es una noticia que nos hace muy feliz.

—Randolph haz el comunicado oficial —le dijo Loui—. Quiero que todos se regocijen con nosotros.

Cuando la noticia se hizo oficial todos, pero absolutamente todos se regocijaron como Loui lo esperaba. La llegada de dos herederos había sido una grata sorpresa que el pueblo no se imaginaba, veían que por fin brillaría de nuevo una familia real en Bórdovar  y se perpetuaría la casa Waldemberg, por derecho y por sangre.

Mis cuidados fueron más intensos y mis deberes fueron reducidos, para que pudiera descansar más el tiempo debido. Loui me consentía de una manera exagerada, deseaba darme el mundo entero si se lo pedía para que todo fuera más fácil y llevadero para mí, que era la que estaba soportando las batallas de los bebés dentro de mí. Las noches comenzaron a ser muy diferentes y los desvelos llegaron antes de tiempo, extrañaba a horrores dormir boca abajo como siempre había sido mi costumbre, pues ya no podía dormir acostada ni de ninguna manera, sino que reclinada en la cabecera, casi sentada con todos los almohadones en mi espalda, la cual sentía que se me iba a partir en dos al igual que mi estómago. El rey y yo también nos vimos afectados como pareja en el sentido de reducir nuestros encuentros sexuales, intentamos algunas posiciones y aunque algunas veces logramos encontrar el alivio del cuerpo otras no, para mí era muy difícil, no lograba concentrarme, por momentos creí que mi vida sexual se había acabado al no sentir nada y ese estrés que me agobiaba, me afectó. Pero no me permití ser egoísta y dejaba que él si se complaciera, se sentía extraño y muchas veces declinaba por consideración a mí, pero él lo necesitaba y yo intenté ser su amante hasta donde pudiera serlo. El peso de los bebés junto con el clima fresco, también me molestaban por momentos el tobillo, después de más de un año de mi accidente a caballo el dolor me hacía recordar esa experiencia.

Los meses pasaron rápido y ya estaba en el séptimo mes de embarazo, el tiempo esperado llegó al igual que el invierno prematuro de nuevo y en la última semana de Noviembre, después de haber puesto mi árbol de navidad para celebrar ese año sin falta, ya estábamos listos para conocer el sexo de los bebés, los cuales si deseábamos saber. A pesar del frío, nuestros corazones ardían por la calidez de nuestra felicidad;

—Espero que ahora si podamos saber —dijo el doctor mientras me revisaba—. Los bebés tienen un buen tamaño y su majestad se ve muy bien.

—Así es —le dijo Loui—. La reina está cada día más linda, el embarazo le ha sentado muy bien.

—Pues qué bueno que me vean así —dije notando cansancio—. Porque yo no me siento muy bien, ya deseo que nazcan, por momentos siento que la piel de mi estómago se me va a partir en dos, me arde demasiado y los movimientos son más intensos cada vez. Reconozco que mis hijos me han hecho llorar, literalmente me duelen, me duele todo y ya no sé hasta cuándo podré soportar. Tengo miedo de no llegar al término.

Loui besó mi mano y mi frente, como esposo y padre era natural que se compadeciera, pero me molestaba que sintiera algún tipo de lástima por mí;

—Es posible que comience a sentir alguna contracción —dijo el doctor—. Algún tipo de malestar que le produzca dolor en el vientre, pero mientras no haya sangrado, no habrá problema.

—Sí, eso ha sido un gran alivio, el dolor ha sido por los movimientos de ambos nada más, agradezco cuando están quietos y me permiten descansar.

—Bueno aquí vamos —continuó—. Vamos a ver qué están haciendo estos jovencitos.

Loui me abrazó y mientras me sujetaba la mano, me besó tiernamente, ambos estábamos muy nerviosos. Esta vez sí se podía observar a los bebés, la emoción de ambos era intensa mientras dejábamos escapar unas cuantas lágrimas de felicidad;

—Son unos bebes sanos y fuertes —dijo el doctor—. ¿Están listos para saber?

—¡Sí! —Le respondimos ansiosos al mismo tiempo.

—El primer bebé que les muestro es un varón.

—¿Está seguro? —Preguntó Loui.

—Claro que si majestad —contestó sin dejar de ver la pantalla—. Aquí se pueden ver sus órganos bien desarrollados.

—¿Entonces son varones los dos? —Pregunté ansiosa.

—El otro bebé está en una posición un poco más difícil —contestó—. Pero lo veo diferente al primero.

—¿Qué quiere decir? —Preguntó Loui extrañado.

—Que al parecer su órgano reproductor es diferente, todo indica que es una niña.

—¿En serio? —Pregunté emocionada—. ¿Está seguro?

—Así es majestad, al parecer los gemelos serán niño y niña, felicidades.

—Amor mío esta sí que es una gran sorpresa —dijo Loui abrazándome—. Tendremos la pareja de una sola vez, me has hecho muy feliz, estoy muy complacido.

—Todavía no nacen —le dije—. Cuando los tengas en tus brazos, entonces podrás sentirte realizado y satisfecho y yo habré cumplido con mi deber.

—Desde que llegaste a Bórdovar hace más de un año y medio, mi vida cambió para siempre —dijo besando mi frente—. Desde que me correspondiste y me aceptaste, desde que te convertiste mi esposa y desde que estás encinta, has cumplido con tu deber y me has hecho el hombre más feliz de la tierra.

Segunda Parte

 

Al siguiente día la noticia de los gemelos se hizo oficial también, el reino entero estaba feliz al saber que sus futuros príncipes serían niño y niña y que ya faltaba poco para que llegara el alumbramiento. Loui había decidido que los bebés nacerían en el castillo de Bórdovar como príncipes herederos del señorío pero después, nos mudaríamos al Ange Château por lo que solicitó que Jean Phillip comenzara a preparar el diseño “ambos sexos” con la que sería decorada la habitación de los príncipes allá.

En los primeros días de Diciembre, llegó Regina muy contenta la cual al conocer la noticia de los gemelos no dudó en felicitarnos, pero a la vez, su entusiasmo se debía a otro asunto también de buenas nuevas que la tenían muy feliz; Jonathan llegaría en cinco días más y vendría a hablar con Loui para pedirle su mano. Celebramos el compromiso de ellos con una reunión familiar en el castillo, algo que fue muy íntimo y conmovedor y la vez muy romántico, Jonathan y Regina hacían una bonita pareja y deseaba que fueran muy felices, ambos se lo merecían. El 15 de ese mes y aprovechando que nuestros huéspedes estaban con nosotros, llevé a cabo algo que hacía mucho había planeado, hice celebrar un acontecimiento muy especial que hacía un año atrás había pasado desapercibido; el cumpleaños del rey. El vigésimo noveno cumpleaños de Loui sería su primero como rey y también, sería la primera vez que el reino entero podía celebrarlo con regocijo libremente a pesar del clima. El recordar que pudo haber muerto en ese atentado hizo rodar una lágrima en mí, pero le daba infinitas gracias a Dios por haberlo salvado y por haberme hecho la mujer más feliz de la tierra. No permití que la tristeza me embargara en ese momento, por el contrario ahora era diferente y celebraríamos la vida con un banquete oficial en el castillo el cual se desbordó de regalos, congratulaciones y buenos deseos en donde toda la nobleza y amigos íntimos se congregaron, para desearle larga vida al rey. Era una grata sorpresa que él no esperaba, pero también era la segunda vez que le agradecía a Dios por otro año más lleno de felicidad para él, ya que ese mismo día me había pedido matrimonio, lo había aceptado y habíamos celebramos nuestro compromiso en la cabaña hacía un año, por lo que durante el brindis mi enamorado rey me hizo una pregunta simbólica que no esperaba;

—¿Quieres ser mi esposa?

A lo que yo le contesté:

Siempre.

Estaba agradecido por tener a su lado a la mujer que amaba y al mejor regalo que ese año había podido darle; la llegada de sus futuros herederos y la dicha de ser padre.

Las celebraciones por el cumpleaños del rey duraron dos días más, pero el tercer día ese sábado por la noche, Loui me tenía preparada una sorpresa por un motivo que creí que se le había pasado por alto, ya no eran la fiestas por su cumpleaños ni la noticia de los gemelos, sino algo más lo que lo tenía muy feliz;

Amor mío estás muy hermosa —dijo mientras me llevaba a ver la sorpresa—. Tu embarazo te hace ver espléndida.

—Gracias, que galante —le dije besando su mejilla—. Pero no entiendo, ¿La sorpresa se debe a la noticia de los gemelos? ¿A dónde vamos?

—Esta noche deseaba hacer algo diferente —continuó mientras besaba mi mano—. Pero según las instrucciones del doctor Khrauss, no es recomendable para ti viajar en tu estado.

—¿No te entiendo?¿Viajar a dónde?

La tenue luz en los candelabros del pasillo hacía parecer todo muy romántico y era propicia para cumplir algunas fantasías. Durante el camino estaba muy cariñoso, mucho más de lo normal y eso me gustaba mucho pero a la vez me extrañaba un poco, estaba segura que no lo había olvidado, cuando llegamos al lugar indicado me sorprendí aún más, me pidió que cerrara mis ojos y poniendo sus manos en ellos dimos unos cuantos pasos con cuidado;

—Ya puedes abrirlos —dijo quitando sus manos.

Era una maravillosa sorpresa, todo estaba muy románticamente dispuesto para una íntima cena para dos, rosas y velas adornaban el salón con una incitante y seductora calidez que hacía olvidar el frío del invierno;

Loui es hermoso. —Estaba extasiada—. Entiendo que estés muy feliz por la noticia de los gemelos, pero no crees que estás exagerando.

—¿Te gusta? —Preguntó mientras besaba un botón de rosa y me la entregaba—. Todo es para ti.

—Claro que me gusta —contesté aceptando la rosa y viendo una peculiar mirada en él que me estremecía—. Eres muy galante, no podría resistir a tu encanto.

—Feliz aniversario amor mío —Me besó intensamente—. Hoy es nuestro aniversario de bodas por la ley.

—Loui no lo olvidaste —le dije muy contenta abrazándolo.

—Por supuesto que no, ¿Cómo podría?

—Creí que con las presiones de tus deberes, más la noticia de los gemelos lo hubieras olvidado.

—Es imposible olvidar el día que me hiciste el hombre más feliz del mundo, al convertirte en mi esposa. —Susurró en mi cuello, nos besamos de nuevo.

—Ese también fue el día más feliz de toda mi vida. —Suspiré sintiendo la calidez de su pecho—. Jamás imaginé conocer a alguien como tú y mucho menos que un verdadero príncipe me amaría tan intensamente como tú lo haces, soy muy feliz a tu lado.

—Pues entonces amor mío —continuó mientras muy caballerosamente me acomodaba la silla para sentarme—, disfrutemos de esta velada especialmente para ti. Tú me has hecho un hombre completamente dichoso al sentirme amado y al darme a mis futuros herederos, gracias a ti al fin tengo una familia.

—Lo mismo digo. —Besé su mano muy agradecida.

Disfrutamos de la exquisita y romántica cena preparada al sonido de un cuarteto de cuerdas, seguida de una invitación para bailar al son de la música. El estar en los brazos del amor de tu vida, moviéndote al romántico ritmo de los violines es una sensación indescriptible y a la vez, como un sueño hecho realidad del cual no deseas despertar;

Gracias por ser tan lindo, ha sido una hermosa sorpresa.

—Me alegra que te haya gustado, hubiera deseado llevarte de viaje a donde tú quisieras, pero en tu estado no es conveniente.

—No te preocupes, además creo que no lo hubiera soportado, no es fácil estar en los siete meses de unos gemelos es más, ya me siento cansada.

—Espero que esto pueda compensarte —dijo mostrándome una pequeña caja de terciopelo—. El viaje sólo está pospuesto, más adelante lo haremos.

—Loui no era necesario —le dije tomando la caja—. Mi mejor regalo eres tú.

Cuando abrí la caja me sorprendí mucho, era una hermosa pulsera de brillantes con muchos detalles, una joya que era una verdadera obra de arte, pero Louis sabía que eso no me deslumbraba;

—Nada es suficiente —dijo colocándola en mi puño—. Todo me parece poco para ti, quiero dártelo todo.

—Lo que yo más anhelo, lo que más deseo y lo que más amo, está aquí conmigo. Tú y sólo tú, Loui el hombre, la persona, mi esposo, mi amigo, mi amante, mi vida, mi todo, tú y sólo tú eres lo más valioso y lo que más quiero junto a mí.

Suspiró y me besó intensamente, como si hubiera deseado devorarme. Lo notaba sensible y parecía que se había quedado sin palabras;

—Eres maravillosa y nada, nada de lo que te rodea se compara contigo, con gusto lo dejaría todo si eso significa tenerte, por sobre todo tú estás primero en mi vida.

—A mi tampoco se me olvidó tu regalo —continué mientras sacaba de mi abrigo una pequeña caja también.

Amor mío no creí que…

—Que tenía mis trucos también. —Lo interrumpí sonriendo y levantando una ceja—. He aprendido del mejor.

Sonrió ante lo que dije, cuando abrió la caja se sorprendió aún más, no esperaba un regalo así. Era un anillo de oro, que tenía tallada al ave fénix con minúsculas piedras de brillantes, el cual había mandado a hacer especialmente para él y portaba la siguiente descripción: “Eres el amor de mi vida, todos los caminos me conducen a ti”

—Amor mío realmente me has sorprendido —dijo observando detenidamente el anillo—. Me has dejado sin palabras, esto no lo esperaba, es una joya bellísima, me gusta mucho y la inscripción... amor mío me dejas sin aliento.

—Me lo imaginé —dije modestamente mientras se lo colocaba—. Y esta vez, le agradezco a Randolph su ayuda y complicidad.

—Amor mío eres estupenda —dijo muy contento levantándome en sus brazos y girándome emocionado—. Te prometo que nunca me lo voy a quitar porque todos los caminos, también me llevaron y aún, me llevan a ti.

Mientras me colocaba en el suelo de nuevo, un apasionado beso nos envolvió y decidimos regresar a la habitación. Los últimos días habían sido muy especial para ambos; el conocer por fin el sexo de los bebés, la celebración del cumpleaños del rey por todo lo alto y el celebrar tan íntimamente nuestro primer aniversario de bodas por lo civil, fueron momentos memorables que jamás olvidaremos y estarán en nuestros recuerdos para siempre. Esa misma noche Loui me había pedido que al siguiente día lo acompañara al Ange Château, quería que admirara el lugar en todo su esplendor ya que tendríamos que esperar a que nacieran los gemelos para mudarnos y deseaba que conociera la habitación que se diseñaba para ellos. Me había obsequiado también, tres salones privados hermosamente decorados para que pudiera disponer de mi tiempo para las artes en ellos. Sus decoraciones eran según el período de la historia de la música; el salón barroco se llamaba Vivaldi, el salón clásico se llamaba Mozart y el salón romántico se llamaba Beethoven, en los cuales ya estaban algunos de nuestros retratos lo cual era un esplendor para mí. En su despacho tenía uno mío en donde caminaba por algún bosque de fantasía, con un vestido blanco largo, con mi cabello suelto y portando una lámpara antigua en mi mano, la escena era de noche y daba la impresión de caminar ayudada por la luz, caminaba descalza y parecía no tener seguridad al dar los pasos, mi rostro parecía relajado a pesar de no sonreír, me mostraba serena. ¿Por qué una escena tan rara? Según él yo era su ángel y llegué a este lugar de oscuridad con  esperanza, con una pequeña luz que me aunque me hacía dudar en cada paso, tenía el valor para darlo y continuar. Ese era uno de sus cuadros favoritos y le gustaba mucho perder su mirada en él cuando estaba en su despacho, cuando me dijo que ya había otros listos, especialmente de él, deseaba con ansias verlos y como ya pronto no podría volver a salir, era mejor que aprovechara la oportunidad de acompañarlo. Pero esa noche a la hora de dormir, por alguna razón que no entendía entré en la melancolía, intentaba concentrarme en la lectura que leía pero me era imposible y Loui lo notó;

—Amor mío, ¿Te pasa algo? —Me preguntó mientras salía del baño y secaba su cabello con la toalla.

—Me siento extraña —contesté sin poder disimular—. Siento temor, no sé, algo extraño.

—¿Es por el embarazo? ¿O por nuestro paseo de mañana?

—No lo sé —contesté dejando el libro a un lado y extendiéndole la mano—. Sólo quiero que me abraces.

—Constanza no me asustes. —Me estrechó con fuerza en sus brazos.

—Loui no sé lo que me pasa, no sé si será la sensibilidad del embarazo, pero tengo miedo y siento deseos de llorar.

Amor mío tranquila, esto no te había pasado.

—Es como un presentimiento, como cuando te dispararon, siento exactamente lo mismo, me siento nerviosa.

—Amor mío eso no te hace bien —dijo preocupado y sosteniendo mi cara entre sus manos—. Mírame, me asusta cuando te pones así, a los bebés no les hace bien, ellos sienten todo también, no quiero que te sientas así, te hace daño. ¿Quieres que dejemos el paseo para otro día?

—No, no quiero arruinar los planes, además, hace mucho que no salimos juntos y después será más difícil.

—Si gustas, puedo pedirle a Regina y a Jonathan que nos acompañen, sirve que ellos también conozcan el que será nuestro nuevo hogar.

—Sí, me gustaría —le dije aliviada.

—Ves, ya no tienes de qué preocuparte —dijo besando mi frente—. Nada malo pasará.

—Quiero decirte algo más, es algo que he pensado y necesito decírtelo antes de que los bebés nazcan.

—¿De qué se trata? —Preguntó acostándose a mi lado.

—Loui, si algo me pasa en el parto, quiero que…

—No me digas eso —Me interrumpió sin pensarlo—. Ni siquiera lo pienses.

—Loui hay que pensar en todo y recuerda que son gemelos, si las cosas se complican…

—No pasará nada —dijo firmemente tomando entre sus manos mi rostro de nuevo—. No sólo el doctor y Jonathan estarán con nosotros, tendrás a los mejores especialistas para que todo salga bien.

—Y yo espero que así sea, pero si las cosas se complicaran…

No me digas eso. —Insistía.

—Loui, déjame hablar por favor —Sujeté sus manos entre las mías—. Si las cosas se complican, te pido que la vida de los niños sea lo primordial.

—Constanza por favor…

—Y si yo llegará a faltar… prométeme que no cometerás el mismo error de tu padre, prométeme que no aislaras a los niños de ti, ellos van a necesitarte mucho, prométeme que siempre estarás cerca de ellos amándolos y apoyándolos en todo momento.

—Constanza, no me digas eso —dijo besando mis manos con intensidad—. Mi vida entera eres tú y si tú me faltas yo también moriré, no lo soportaré, amo a mis hijos pero más te amo a ti.

—Loui tú tienes que vivir por ellos —le dije acariciando su cara—. Ellos van a necesitarte mucho, ámalos más de lo que me amas a mí, yo viviré a través de ellos y me verás a través de ellos. Cuando ellos nazcan, sentiré que mi deber está cumplido y estaré satisfecha, por haber contribuido a darle al rey de Bórdovar sus herederos. Además es una suposición, era algo que había pensado y que quería que tú lo supieras.

—No quiero escucharte hablar así otra vez —dijo dejando escapar una lágrima—. Por favor, no vuelvas a hacerlo.

—Perdóname —dije mientras la encontraba con mi dedo en su mejilla—. Abrázame fuerte, pero por favor necesito escuchar que lo prometes.

—No tengo nada que perdonarte amor mío —Me estrechó entre sus brazos—. Prometo hacer lo que tú quieres, pero prométeme también, que estarás conmigo para ayudarme.

—Yo también lo deseo, deseo que ambos veamos a nuestros hijos crecer y ver que hagan sus vidas también. Deseo que Dios nos dé muchos, pero muchos años para poder envejecer juntos.

—Rogaré a Dios por eso todos los días, para que nuestro deseo se cumpla y sinceramente, espero que me lleve a mí primero porque siento que no podría vivir un minuto sin ti.

—Loui no digas eso. —Ahora me había hecho llorar—. Tú eres el rey no eres reemplazable, eres la cabeza de todos, eres lo más importante. Yo espero que vivas muchos años para que cuando sea el momento, abdiques en uno de nuestros hijos.

—Ya no hablemos más de eso por favor. —Besó mis labios con ternura—. Sólo puedo decirte que tú eres lo más importante para mí, tú eres mi vida entera, lo que más amo. No puedo ni siquiera imaginar por un momento la idea de perderte para siempre, simplemente no puedo.

Dejamos la conversación como él quiso y me abrazó disponiéndonos a dormir, el día siguiente sería un tanto pesado para mí y necesitaba descansar lo suficiente, para tener las fuerzas para resistir el viaje al Ange Château, pero aunque lo quiso disimular Loui parecía haber perdido la paz lo cual me hacía sentir culpable. Fingía que estaba dormida, pero sabía que él estaba muy inquieto y no había logrado cerrar los ojos ni por un momento. Ya entrada la madrugada sentí que se levantó de la cama y dándome un tierno beso en mi frente, salió de la habitación. Rápidamente me levanté, me cubrí con una bata y salí detrás de él sin que lo supiera, se dirigió al salón de música y sentándose al piano, melancólicamente comenzó a tocar con suavidad para no ser escuchado una conocida pieza de su compositor favorito, era un anhelo, era su sueño de hombre, era su deseo y la tocaba intentando encontrar valor en sus pensamientos, lo cual me hizo pensar que en realidad estaba triste y deseaba dejar escapar su tristeza desahogándose en la música. Al momento la dejó y comenzó con algo más melancólico, el “Andante” del concierto # 21 para piano de Mozart hizo que su mente volara quién sabe a dónde, apenas y tocaba las teclas, sonaba demasiado suave y la lentitud parecía pausar entre una nota y otra como si lo pensara detenidamente para hacerlo, creo que por un momento la imagen de su madre regresó a su mente y prefirió tocar a Mozart que a Beethoven, para no consumirse más en la desesperación y yo supuse en el momento, que había buscado esa manera para estar con ella y pedirle fuerzas para sobrellevar lo que estaba sintiendo.

Loui estaba muy triste después de nuestra plática y el temor comenzó a invadirlo, pero lo conocía y sabía que trataría de fingir para que yo no me diera cuenta, de nuevo sabía que el tiempo que restaba trataría de hacerme feliz, aún a costa de consumirse en su tristeza. Antes de que se diera cuenta que lo observaba y antes de correr a él y abrazarlo, regresé a la habitación y me acosté fingiendo que estaba dormida, al poco rato él regresó y se acostó a mi lado, besó mi vientre, lo acarició, luego me abrazó y acarició también mi rostro. Al sentirlo tan cerca y tan tierno, abrí mis ojos y sin decir nada también lo acaricié, tomé entre mis manos su cara y lo besé lenta y suavemente, traté de acostarme de lado atrayéndolo hacía mí para que me abrazara, quería sentir mi espalda en su pecho y sintiendo su calor, quise quedarme en sus brazos hasta que amaneciera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo XIX

La maldad sin límites

Primera Parte

Loui se levantó temprano para disponerlo todo para el viaje, me dejó descansar un rato más en la cama y aprovechó para hacerles la invitación a Regina y a Jonathan de acompañarnos. A media mañana ya estábamos listos para irnos, pero como prácticamente era un viaje familiar Loui no quería que nos acompañara la guardia esta vez;

—¿Estás seguro? —Pregunté un tanto inquieta.

—No es necesario, no corremos ningún peligro, además la mucha gente llama la atención y deseo pasar las más desapercibido posible, no se trata de un desfile sino de un paseo familiar.

—Amor pero recuerda quién eres ahora, además no lo creo sensato, es verdad que una vez cometí la imprudencia de salir sola pero éramos príncipes, podíamos tener ciertas libertades pero ahora no podemos salir solos.

—Pero esa vez agradezco que salieras sola —susurró en mi oído—. O de lo contrario, no hubiéramos podido disfrutar la naturaleza.

—Amor por favor —le dije sonriendo apenada y bajando la cabeza—. Es cierto que “disfrutamos la naturaleza” como dices, pero ahora es diferente.

—Amor mío me agrada darme cuenta que piensas así y que tomas el lugar que te corresponde, pero es sólo por hoy, no te preocupes.

—Majestad, si me permite decirlo yo opino igual que la reina —dijo Randolph seriamente—. Yo me sentiría más tranquilo sabiendo que van resguardados.

—¿Ahora son ustedes dos los que se ponen de acuerdo? —Preguntó intentando sonreír.

—Amor compláceme, no podemos salir solos sin la guardia, recuerda que no vamos solos.

—Sigues teniendo miedo, ¿Verdad? —Preguntó sujetando mis manos.

—Creo que sí, es necesaria la seguridad.

—Está bien, pero que sólo nos acompañen dos de ellos.

—Cuatro —Insistí.

Me miró resignado sabiendo que no podía negarse;

—Está bien, cuatro —dijo poniendo los ojos en blanco y luego acercándose a mi oído—. Pero esta me la pagas, abusas de mí porque sabes que no puedo negarte nada pero en cuanto salgas del embarazo, me voy cobrar y con intereses.

Me limité a sonreír muy ruborizada, era obvio a lo que se refería. Randolph tampoco estaba muy conforme con la decisión de Loui, ya no era el príncipe al que se le podía permitir hacer ciertas cosas y tener ciertas libertades, era el rey y necesitaba estar siempre bien resguardado. Como sea, nos fuimos con Beláv en un carruaje abierto para disfrutar del paisaje, Gastón que casualmente había llegado nos acompañó por invitación de Loui también e iba muy entretenido sentado a la par de Beláv y platicando con él. Era un hermoso día de invierno y el clima sorprendentemente era agradable, el viaje fue tranquilo y cuando llegamos al Ange Château, todo estaba dispuesto para recibirnos. Hicimos el recorrido que Loui deseaba que hiciera, el castillo era un lugar hermoso, tan hermoso que me era imposible describirlo, si Bórdovar me parecía bellísimo, el Ange Château lo era más, mucho más, era más hermoso e imponente que  el que estaba en Baviera. Loui me mostró todo el interior, la decoración de los enormes salones eran de ensueño y mi salón Vivaldi era barroco puro, por lo que supe que allí decoraría en una de las paredes mi pintura de Hayez ya que aunque no era barroca, el estilo parecía renacentista así que allí tendría su lugar. Las que serían las habitaciones para los bebés eran un primor y ya deseaba tenerlos en mis brazos para gozar de ellos allí, también me mostró la que sería nuestra recámara y fue imposible resistir la imaginación de nuestras mentes, al pensar en todas las fantasías que cumpliríamos allí una vez que los bebés nacieran y yo estuviera totalmente recuperada. Loui me abrazó por la espalda estrechándome en sus brazos, los cuales rodeé con los míos mientras observábamos todo, no dejaba de susurrarme que el ser madre me haría más mujer y no podía resistirse a la idea de pensar en el momento que volviera a ser suya completamente, eso era algo que lo volvía loco de deseo. Por un momento volamos a nuestro cielo cuando giré mi cabeza hacia él y tocando su rostro, nuestros labios se encontraron apasionadamente, agradecía mucho su paciencia al comprenderme, ya que era difícil para mí complacerlo como mujer debido a los malestares que sentía por mi estado en esta última etapa, pero eran tantas las emociones y las ansias de volver a unirnos que mejor preferimos controlarnos y disfrutar de nuestro recorrido. Todos los acabados eran hermosos y finos, los bellos jardines y fuentes que tenía eran un sueño, un paraíso, esperaba con ansias que llegara de nuevo la primavera para disfrutar de la belleza del castillo y sus jardines en todo su esplendor. Pasamos un día agradable con un almuerzo íntimo en uno de los balcones para disfrutar del paisaje invernal, ya habíamos decidido que después del nacimiento de los gemelos y al llegar la primavera nos mudaríamos al castillo. Al llegar la tarde, Loui estaba en el que sería su nuevo despacho observando otra pintura mía; esta vez estaba sentada en la rama de un árbol y mi rostro de perfil, tenía mi cabello suelto como a él le gustaba y aun lado de mi sien una flor lo decoraba, tenía un vestido color lila que dejaba mis hombros las descubierto y en mi espalda, las alas de un hada. Sé que era fantasioso pero así él me miraba y ese, era su capricho en la pintura. Después de perder su mirada en él, se dirigió al balcón y lo noté un tanto triste y melancólico, su famoso roce se hizo presente de nuevo estando pensativo, así que silenciosamente me acerqué a él y traté de abrazarlo por la espalda;

—¿Qué te pasa? —Le pregunté besando su hombro.

—No es nada amor mío —contestó mientras rodeaba mis brazos con los suyos—. No me hagas caso.

—¿Estás seguro? Dime lo que te pasa.

Dejó escapar un largo suspiro y besando mi mano dijo:

—Aunque lo he querido disimular, no he podido apartar de mi cabeza nuestra conversación de anoche.

—Lo siento, pero tenías que saber lo que sentía, necesitaba decírtelo.

—Lo sé y agradezco que me lo hayas expresado —dijo girándose hacia mí—. Es sólo que…Constanza te amo y tengo miedo de pasar por la misma experiencia que pasó mi padre, yo no sé si podré soportarlo, ahora que estoy en su lugar creo que lo entiendo perfectamente.

—Yo solo te pido que ames a los niños y no los aísles de ti —le dije sujetando su rostro entre mis manos—. A través de ellos seguirás viéndome y amándome.

—Constanza por favor, prométeme que vas a ser fuerte y no me vas a dejar. —Suplicó abrazándome con fuerza.

—Haré lo que esté a mi alcance, pero tú también prométeme que serás fuerte por los niños.

—Haré lo que pueda y te prometo no hacer lo que mi padre hizo conmigo, te prometo estar siempre cerca de ellos porque son parte de ti, el mejor regalo que me has dado, los atesoraré junto a mí hasta donde las fuerzas me lo permitan, pero…

—¿Pero? —Pregunté sorprendida.

—Tengo que ser sincero contigo —dijo seriamente—. Si las cosas llegaran a complicarse y tuviera que elegir… si tuviera que tomar una decisión, no dudaría en escogerte a ti.

—Loui no… —le dije sintiendo que la sangre se me helaba y un nudo se estacionaba en mi garganta— no, por favor…

—Lo siento —dijo besando mis manos—. Tú eres más importante para mí, aún más que mi propia vida, más adelante podremos tener más hijos pero tú eres irremplazable para mí, niños podremos tener muchos en el futuro, pero yo sólo te tengo a ti y no voy a perderte, no si tengo la opción de escoger tu vida. Eres la única mujer para mí, eres todo cuanto quiero y por siempre mi única esposa, eres todo para mí, yo te escojo a ti.

Por primera vez no supe que contestarle a Loui, esta situación nos estaba llevando a una tristeza extrema y a ver las cosas como si ya hubieran sucedido, era algo ilógico, pero nos había quitado la paz a ambos. Loui me había dicho ya su decisión en el caso de que las cosas se complicaran y tuviera que elegir entre los bebés o yo, pero para mí las cosas eran diferentes ya que con el sólo hecho de saberlos parte de mí y sentirlos dentro de mí, el sólo hecho de saber que estaban con vida para después perderlos, me hacía sentir que podía enloquecer de dolor. Una madre ama a sus hijos desde el momento en que fueron concebidos y el perder esa ilusión, hacía que mi corazón comenzara a sentir el dolor más profundo y desgarrador, mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar en los brazos de Loui, al fin y al cabo lo que sucediera o no sucediera, sería la voluntad de Dios. Nuestra actitud negativa nos estaba haciendo exagerar la situación, no era la primera ni la última mujer que esperaba gemelos y como decía mi abuela “no hay que atraer las desgracias” tal vez nos estábamos ahogando en un vaso de agua, pero en mi interior yo seguía presintiendo algo y como ya lo había dicho, el corazón de una mujer rara vez se equivoca.

Comencé a sentirme muy cansada y con unos leves malestares en el vientre, por lo que a las tres de la tarde decidimos regresar al castillo de Bórdovar, tratamos por un momento de olvidar el asunto para que Jonathan y Regina no nos notaran y mientras por el camino de regreso, veníamos conversando alegremente acerca del futuro, no nos dimos cuenta que el carruaje lentamente se había detenido por alguna razón;

—¿Qué pasa? —Preguntó Loui—. ¿Por qué nos detenemos?

—Majestad, hay un tronco en medio del camino —contestó Beláv—. Y nos impide el paso.

—¿Pero cómo? —dijo sorprendido—. Eso no estaba cuando veníamos.

La verdad eso no me gustó, comencé a sentirme nerviosa y mi corazón a latir aceleradamente;

—Que la guardia ayude a quitarlo —ordenó—. No nos vamos a detener por esto.

La guardia desmontó y se apresuró a mover el pesado tronco, Beláv también quería ayudar pero Loui le ordenó mantenerse en su lugar, no así Gastón que si bajó del carruaje para ayudarlos y mientras ellos estaban haciendo eso, Loui notó mi nerviosismo;

—¿Amor mío que pasa? ¿Por qué estás temblando? Estás pálida y helada.

—Majestad tranquilizaos —dijo Jonathan—. En vuestro estado no podéis estar así.

—Yo… no me siento bien —les dije sin disimilar el miedo—. Estoy intranquila, no sé lo que me pasa, tengo miedo.

—Constanza piensa en los bebés —dijo Regina—. Ellos también sienten todo, no te asustes.

—Loui, esto no está bien —le dije nerviosa, aferrándome a su brazo izquierdo y sintiendo que me faltaba el aire para respirar—. Presiento que…

—Amor mío tranquilízate, estás muy helada —dijo abrazándome—. Pronto quitarán el tronco y podremos seguir nuestro camino, ya no estés nerviosa todos tienen razón, eso no te hace bien.

—Loui siento que esto no es casualidad. —Insistí mientras intentaba observar nuestro alrededor—. Esto no es ninguna coincidencia, alguien hizo esto para detenernos.

—Pero Constanza, ¿Quién lo haría? Estamos solos en este paraje del camino, no hay más personas que nosotros.

—Creo que no has aprendido a escuchar a tu esposa querido sobrino, no la subestimes, su sexto sentido es sorprendente, deberías tomar más en serio sus palabras.

Al escuchar esa voz la piel y la sangre se nos heló a todos y nos paralizó, no podíamos creer lo que veíamos y escuchábamos, era el mismo duque Rodolfo en persona montando a caballo y amenazante, la pesadilla de nuestras vidas había vuelto haciéndose una terrible realidad y yo comencé a sufrir un ataque de pánico. Ninguno de nosotros podía creer lo que mirábamos, el asombro y el temor nos invadió, especialmente a mí;

—No es posible… —dijo Loui sorprendido sin poder creer lo que miraba—. ¿Pero cómo? ¿Cómo escapaste de la prisión? ¡Guardias aprésenlo!

Cuando los guardias se dirigían hacia él, el duque sacó un arma apuntándonos a todos y otros tipos encapuchados y armados salieron del monte, eran sus cómplices, nos rodearon, cada uno de nosotros tenía un arma apuntándonos, creí morir;

—¡Qué nadie se mueva! —Exclamó firmemente—. O su rey se muere.

—¡No! —grité abrazando a Loui.

—¡Padre no hagas una locura! —Gritó Regina.

—¡Silencio! —Gritó el duque—. Ninguno de ustedes está en condición de dar opiniones y mucho menos de darme órdenes.

Cinco de los tipos inhabilitaron a los guardias para impedir que hicieran algo, a Beláv y a Gastón los obligaron a bajar del carruaje con las manos en alto y otros cuatro tipos, se colocaron justo detrás de cada uno de nosotros y nos apuntaron con el arma, en nuestras cabezas;

—¿Qué te propones tío? —Preguntó Loui intentando mostrar sensatez al ver esas armas que nos apuntaban—. ¿Cómo es que estás aquí?

—Es sorprendente como la gente se puede vender si les pagas lo suficiente —contestó mirándonos con  un odio desmedido—. ¿Creíste que te dejaría vivir en tu cuento feliz para siempre? He seguido muy de cerca cada uno de tus pasos, mi gente te ha estado vigilando y yo, sólo he esperado el momento oportuno para mostrarme y acabar con todo de una vez y no pudo haber sido en un mejor momento, ya que están todos mis enemigos juntos, muy conveniente.

—Duque Rodolfo… excelencia. ¿Qué os proponéis? —Preguntó Jonathan—. ¿Vuestra maldad nos ha convertido a nosotros en vuestros enemigos? ¿No ha sido ya suficiente el daño que habéis hecho? Por favor, bajad el arma, ordenad a todos que bajen sus armas.

—No, mi querido ex-doctor —dijo con sarcasmo—. No ha sido suficiente, aún quedan muchas cosas pendientes todavía.

—¿Qué quieres? —Preguntó Loui muy molesto.

—¿Tú qué crees? —Contestó con una sonrisa de burla—. ¿Creíste que las cosas se quedarían así nada más después de todo los que me hicieron?

—Tú comenzaste todo —dijo Loui—. Tu maldad tenía que ser castigada, yo no te pedí que vinieras a Bórdovar, tú llegaste por tu cuenta y tus planes no salieron como esperabas. ¿Por qué te quejas ahora?

—Ah sí, tienes razón, creí persuadirte para que renunciaras al trono o por lo menos, hubiera permitido que fueras rey si te hubieras casado con Regina como estaba planeado pero no, ya alguien más se había entrometido y te había hecho cambiar y el que mis planes no hayan salido como esperaba eso es lo que me enfurece, todavía no he terminado contigo ni con tu querida esposa.

—No te atrevas a hacer nada en contra de Constanza —Sentenció Loui—. O esta vez, no me tentaré para darte la pena máxima.

—Ja, ja, ja. —Reía con sarcasmo el duque—. Mira muchachito, tú en estos momentos no estás en condiciones de amenazarme, ya no me importa lo que hagas conmigo, así como tú me quitaste todo yo también puedo hacerlo y en un momento, tu mundo de sueños y fantasías se acabará.

—Dime qué quieres para dejarnos en paz.

—Hubiera querido muchas cosas, pero ya que estoy condenado gracias a ti y a tu joven y bella esposa, ahora solo quiero una.

Segunda Parte

No podía disimular su odio hacia mí y me asusté mucho más cuando le escuché decir eso. Creí que en cualquier momento dispararía matándonos a todos, estaba aterrada;

—Ten mucho cuidado —dijo Loui.

—Ah siempre tan orgulloso, tan altivo, tan soberbio, me recuerdas a Leopoldo en su juventud tú tienes mucho de él, sólo que también eres caprichoso y malcriado y eso, es lo que más detesto de ti, pero aún así estaba dispuesto a tener que soportarte como marido de Regina, pero luego tu brillante padre decide liberarte de tu compromiso, hubiera preferido que accedieras al trono casado con Regina y me hubiera conformado con eso pero no, no quisiste, es tu inmadurez la que te ha hecho pagar las consecuencias. ¿No te has dado cuenta? Necesitas una lección que te enseñe a humillarte.

—Loui por favor —le dije muy nerviosa—. Haz lo que quiera.

—¡A vaya! —Se dirigió a mí—. Ahora sí, la reina demuestra sensatez y veo que está… muy diferente a como la recuerdo.

—Haré lo que quieras para que nos dejes en paz —dijo Loui abrazándome con fuerza.

—Ah… que dócil te hacen las palabras y los deseos de tu mujer —continuó con sarcasmo—. Pero creo que ya es demasiado tarde.

—¡No! —Grité.

—Haré lo que me pidas. —Le dijo Loui acariciando mi cara e intentando tranquilizarme—. ¿Quieres que abdique? Lo haré si quieres, te daré el trono de Bórdovar si lo deseas a cambio de que dejes en paz a mi familia.

—Oh… que lindo hablas. —Seguía en su sarcasmo—. Pero se te olvida que eso ya no puede ser, debiste haberlo hecho cuando tuviste la oportunidad, ahora no podría ser rey aunque tú lo quisieras, me has condenado, me has exiliado y la ley es la ley. Ni los nobles, ni el consejo darán marcha atrás, no después de todo lo que se me ha acusado, soy un criminal y el trono de Bórdovar pasaría a cualquiera menos a mí, lo siento querido sobrino ya es muy tarde.

—¿Qué piensas hacer entonces? —Preguntó intentando disimular su temor—. Si haces algo en contra de la familia real, esta vez no escaparás de la pena de muerte.

—Bueno, entonces antes de irme tendré que llevarme a uno de ustedes primero.

—¡No por favor! —Me aferré a Loui con más fuerza, tratando de no perder el conocimiento.

Tranquilízate Constanza —Loui me abrazaba.

—Sí… veo que tu esposa te ha hecho muy feliz —dijo observándome con detenimiento—. Veo que vas a ser padre y el trono de Bórdovar ahora está asegurado, no sólo el trono sino también tu apellido, los Waldemberg continuarán con su linaje, definitivamente no pude haber llegado en un mejor momento pero antes de que acabe contigo, voy a decirte algo que debes saber; quise a tu madre como nunca lo había hecho antes. Me enamoré de Leonor como un loco desde el momento en que la conocí y la amé profundamente, tanto, como odié a tu padre por tenerla.

—¿Qué? —Preguntó Loui sin poder creerlo—. Pero… no entiendo, ¿No se supone que tú y Juliana eran amantes?

—Así es, pero no era amor, Juliana complacía mis deseos y me servía en la cama cuando yo la llamaba, pero mi único y verdadero amor era Leonor, yo hubiera dedicado mi vida entera a adorarla y no hubiera sido el hombre que soy ahora. Intenté cortejarla y enamorarla, para hacer que dudara de su decisión de casarse pero no lo logré, el saber que sería la esposa de Leopoldo, que se convertiría en su mujer y que cada noche estaría en su cama y en sus brazos, me hacía enloquecer de celos y rabia. Intenté matar a Leopoldo de muchas maneras antes de su boda, pero tenía demasiada suerte el desgraciado y no lo pude conseguir, yo quería ser el primer hombre que hiciera mujer a Leonor, mi obsesión era hacerla mía pero no lo conseguí y cuando supe que su amor ya había dado frutos y que estaban esperándote, sentí que ya la había perdido definitivamente. Tú debiste haber sido mi hijo pero Leonor nunca me aceptó, al conocer mis sentimientos ella se alejó de mí algo que me enfureció más, pues mientras estaba lejos de mí sabía que estaba en los brazos de Leopoldo y esa idea, nunca la soporté. Leopoldo siempre se destacó en todo y siempre obtenía lo que quería, yo siempre estaba detrás de él y eso no debió ser así, esta vez me voy a asegurar de no cometer el mismo error.

El rostro desencajado de Loui por la revelación del duque era indescriptible, por un momento se había quedado en shock y eso me asustó más, ni Jonathan y menos, Regina podían creerlo. El pánico se apoderaba más y más de mí, sentía que mi corazón iba a saltar de mi pecho y mi piel estaba más helada que un tempano, sentía que me faltaba el aire y los nervios me hacían temblar a horrores. Mientras miraba al duque disfrutar el verme así, no pude evitar compararlo con el personaje de Mondego, de el Conde de Montecristo;

—Amor mío no tengas miedo —dijo Loui reaccionando, levantado mi rostro y mirándome fijamente—. Te dije que iba a protegerte y lo haré aún a costa de mi vida.

—No Loui, no me digas eso. —Lloraba y lo abrazaba con desesperación.

—Majestad controlaos. —Me dijo Jonathan—. Es peligroso que os pongáis así, hacedlo por vuestros bebés.

—El noble y débil Jonathan —dijo el duque sarcásticamente mirándolo por un momento—. Nunca ocultaste tu amor por esta mujer, nunca pudiste disimularlo, ¿Me creíste un estúpido? ¿Creíste que podías engañarme? Fue por eso que yo dudé qué harías lo que te pedí, pero nunca está demás probar a las personas y tenía razón, tú no harías nada y como lo sospechaste, Juliana te siguió para cerciorarse de lo que pensábamos y como el instinto de la mujer rara vez falla, ella tenía razón.

—Entonces era verdad, vos planeasteis todo muy bien.

—Era una oferta que no podía rechazar, hacerte pagar, darte lo que te merecías por no haberme obedecido y castigarte por haber hecho que Regina se enamorara de ti, no sé cómo ni desde cuándo, pero era algo que no iba a permitir. Desgraciadamente tampoco pude darte el tiro de gracia, alguien se acercaba al momento de dispararte de nuevo y tuve que huir y dejarte confiando en que morirías pero no, no fue así y ahora esta es mi oportunidad, este es el día para acabar con todo.

—Loui… —susurré llorando y sujetándome a él aterrada.

—Y lo mismo quisiste hacer conmigo. ¿Verdad? —Preguntó Loui sin rodeos—. Quisiste matarme a sangre fría.

—Por supuesto —confesó descaradamente—. Pero para mi desgracia tampoco pudo ser y ya que me lo recuerdas, voy a cobrarme la inoportuna intervención de alguien y la herida que me hizo.

Diciendo esto apunto su arma hacia Gastón y le disparó ante los ojos de todos;

—¡No! —Grité aterrada. La impresión amenaza con hacerme colapsar.

Jonathan abrazó a Regina la que también gritó asustada y Loui no podía creer lo que había pasado, estaba en shock, yo que tenía mi cara en su pecho sentía como su corazón latía aceleradamente y su piel se puso más fría de lo que estaba, intentaba calmar su respiración. Beláv se apresuró a auxiliar a Gastón, aún a costa del golpe que recibió en su estómago y cara por uno de los hombres que acompañaba al duque;

—Esto lo vas a pagar —le dijo Loui quien no dejaba de observar a Gastón en el suelo.

—¿Y se puede saber cómo? —Preguntó en su cinismo—. Creo que ni tú mismo lo sabes, en estos momentos el rey está en jaque.

—¿Ya estarás contento verdad? —dijo Loui muy enojado—. Te deleitas confesándome tu amor hacia mi madre, también te deleitas mirando a Constanza así y no te basta todavía tu deleite, teniendo la satisfacción de confesar todo lo que planeaste para Jonathan y Regina tan descaradamente y ahora, te atreviste a dispararle a Gastón. Disfruta todo, disfrútalo porque también puede ser tu último deleite, ya es suficiente. ¿Dime qué quieres de una vez?

—Quiero hacerte pagar, vas a pagar por lo que me hiciste, no sólo matándote, sino confesándote una cosa más; yo fui el responsable de la muerte de Leonor.

—¿Qué? —La expresión de Loui mostraba incredulidad, pero sus ojos no pudieron evitar las lágrimas.

—Sí, fui yo, en mi última visita a Bórdovar Leonor murió por causa de un veneno que tomó por equivocación, planeé la manera de matar a Leopoldo desde que yo llegué y esa vez, esperaba no fallar ya que esa última vez que estuve aquí y volví a ver a tu madre, estaba aún más hermosa de lo que la recordaba. Los años la habían favorecido y ahora, era más mujer que antes y mi deseo hacia ella se intensificó más, así que ya no podía seguir esperando a que la divina providencia la hiciera enviudar, con ella como regente durante tu minoría de edad yo me hubiera aprovechado de consolarla y conquistar su amor y sé que lo hubiera conseguido, pero el idiota de Leopoldo lo echó todo a perder, en sí él es el verdadero culpable de su muerte. El postre que debía comerse a última hora no lo quiso, tenía la dosis justa para que su muerte hubiera aparecido como un paro cardíaco, poco a poco las fuerzas lo hubieran abandonado hasta que su corazón dejara de latir, pero fue ella la que se lo comió y el veneno no tardó en hacer lo suyo. Leonor enfermó de la noche a la mañana desconcertando a todos los médicos que la atendieron, ninguno de esos ineptos supo las causas de su muerte en realidad, su debilidad se intensificó cada vez más hasta que al segundo día ya no pudo levantarse de la cama, su pulso era demasiado débil como para sentirlo y al tercer día ya no abrió más sus hermosos ojos. Yo sentí enloquecer cuando supe que accidentalmente, ella se había comido el postre que era para Leopoldo y cuando murió quise morir con ella también, la amaba tanto y jamás le hubiera hecho daño, la frustración de mi plan casi me orilla a pegarme un tiro y ni siquiera Juliana podía darme el alivio que necesitaba en esos momentos, pero al ver lo destrozado que estaba Leopoldo y el saber que en cualquier momento la tristeza acabaría matándolo también, sentí el placer y las fuerzas que necesitaba por lo que decidí esperar. Acabe con su vida y era así como viviría de ahora en adelante, solo y triste, sintiendo la agonía y la desesperación de haber perdido lo que más amaba, el ver a Leopoldo muerto en vida era mi deleite y sentía que me había vengado de él, pero resultó ser más fuerte de lo que esperaba y su muerte fue demasiado lenta. Tuvo que morir justamente cuando tú ya eras un hombre, de haber muerto antes de tu mayoría de edad yo hubiera sido el regente y me hubiera encargado de ti después, pero tampoco mis planes salieron como esperaba así que tuve que conformarme con esperar tu boda con Regina, pero tampoco sucedió y esa fue la gota que derramó el vaso.

—No puedo creer todo lo que me has dicho —dijo Loui llorando de furia—. Tú, mi propio tío y un miembro de la familia real, fuiste el asesino de tu cuñada, de tu reina y de mi madre.

—Papá, ¿No puedes hablar en serio? —Le dijo Regina asustada—. Di que todo lo has inventado para seguir perjudicando a Ludwig y hacerlo sufrir. ¿Cómo pudiste siempre amar a tu cuñada y serle infiel a mi madre? ¿Cómo pudieron tú y Juliana ocultar tanto tiempo su “romance”? Tu amor enfermizo te llevó a cometer un crimen y tu deseo, a la fornicación y esos, son pecados muy graves.

—Tú no sabes nada Regina, así que mejor cállate. —Le ordenó muy molesto—. Yo jamás amé a tu madre, me casé con ella sólo para tener un hijo legítimo que pudiera heredar un día el trono de Bórdovar, alguien de sangre real, directo en la línea de sucesión. Es por eso que escogí a tu madre, hija de condes de las más nobles familias de Italia, mi única misión era que me diera un heredero y vaya que me costó, no era mujer para estar en la cama y cada vez que tenía que estar con ella, entonces pensaba en Leonor y en sentir que era su piel y su cuerpo el que acariciaba, sentir que eran sus labios los que besaba y que eran sus brazos los que me rodeaban, sólo así pude conseguir embarazarla. Juliana llegó unos meses antes de que tú nacieras y al ver que era una mujer muy deseable y seductora, no dudé en llevarla a la cama, algo que ella también aceptó y disfrutó. Vittoria no podía responder como mujer en los últimos meses de su embarazo y además yo la aborrecí aun más estando así, Juliana se encargó de consolarme en ese aspecto, era una mujer apasionada, sin prejuicios, capaz de despertar la lujuria, satisfacer el deseo y complacer todos mis caprichos, debo reconocer que el haberla hecho mi amante hizo mi existencia un poco más llevadera, pero al estar con ella también imaginaba a Leonor lo cual me hacía estar en el éxtasis de tener a la mujer perfecta en la cama.

—¡Basta! —Grito Loui—. Ya no te permito más detalles. ¿Cómo te atreves a comparar a una mujer tan digna como mi madre con una cualquiera como Juliana?

—Agradece que estoy hablando, ¿No era lo que querías? Una combinación entre Leonor y Juliana hubiera sido la gloria para mí, pero no era más que un sueño y mi realidad era otra. Todas mis fantasías, mis más íntimos deseos, mi clímax, todo era para Leonor, en mis sueños ella era mía y en la realidad, yo fui sólo suyo. Ella fue la única mujer para mí.

—Padre, basta ya. —Le suplicó Regina.

—Vittoria ni siquiera fue mujer para ser fuerte a la hora del parto, en su último momento naciste tú y murió sin haberme dado el heredero varón que deseaba, alguien fuerte y decidido como yo, pero hasta eso le heredaste a ella, ese carácter noble y débil, sin voluntad y a merced de cualquiera, eres una decepción de mujer igual que ella, pobre del que se case contigo.

—¡Es suficiente! —Gritó Jonathan muy molesto mientras sostenía a Regina en sus brazos—. Regina ya encontró un hombre que la amará y la respetará y le doy gracias a Dios, que no tenga nada en su manera de ser que sea como la vuestra.

—¡Me negaba a creerlo! —Exclamó sorprendido apretando la mandíbula—. Tú, tú que no eres nada, ¿Y pretendes casarte con Regina? ¿Pretendes ser un noble a través de ella? ¿Pretendes gozar de sus favores y de su fortuna? No lo voy a permitir.

—¡Ya es suficiente! —Loui ya no tenía paciencia—. Tú ya no puedes opinar, ni tomar decisiones en cuanto al futuro de tu hija, has perdido esos derechos y yo le he otorgado a Jonathan su mano.

—¡Sobre mi cadáver! —dijo el duque enfurecido.

—¡Pues que así sea! Gritó Loui poniéndose de pie.

—Muchachito insolente vas aprender a controlar tu lengua y tus actos —dijo el duque preparando el arma para disparar—. Voy a hacerte pagar por lo que me has hecho, vas a pagar por haber roto tu compromiso con Regina y por haberte enamorado de otra, vas a pagar por haberte casado con una extranjera sin rango e inferior a la que hiciste tu mujer, a la que hiciste reina y con la cual has asegurado tu herencia al haberla embarazado. Ella también pagará por haberse cruzado en mi camino y en mis planes, hoy voy a cobrar lo que me han hecho.

Loui lo miró desafiante y al sentir que su cuerpo intentaba protegerme, intervine;

—¡No por favor! —Le supliqué al duque—. Estoy dispuesta a hacer lo que quiera, pero por favor no haga nada contra nadie, se lo imploro.

—Ah… su majestad la reina ahora se humilla ante mí suplicando clemencia y piedad —dijo sarcásticamente—. Bueno niña lo has pensado muy tarde también, nunca fuiste amable conmigo así que yo tampoco lo seré, vas a pagar por haber arruinado mis planes y por haberte atravesado en mi camino.

—¡Ten cuidado! —Sentenció Loui—. No hagas nada de lo que realmente puedas arrepentirte.

—Tú no estás en condición de amenazarme niño y yo estoy aquí, sólo por un motivo.  Tú ya no puedes hacer nada más, pero yo si puedo. El arrepentimiento es para los débiles y como ya te diste cuenta yo no tengo conciencia, no tengo tiempo para los remordimientos.

—Si disparas será tu fin y con una bala no vas a detenerme, aún matándome vas a pagar por lo que hagas y no habrá ley terrenal ni divina de la que escapes.

—¡Loui no! —Grité sujetando su mano.

—Si no quieres ver a toda tu gente masacrada en este instante, será mejor que te sientes. —Le ordenó el duque—. Obedece o tu gente pagará, tú decides.

Los tipos que nos rodeaban cargaron sus armas y uno de ellos apuntó a Loui directamente, creí morir en ese momento, trago en secó, tenso la mandíbula y se sentó a mi lado de nuevo. Al momento los tipos que estaban con nosotros nos dejaron y se acercaron al duque;

—Me voy a encargar de matarte —continuó el duque apuntándole a Loui con el arma—. Y vas a sufrir una lenta y dolorosa agonía, esta vez no fallaré, me encargaré de darte donde más te duele.

Lo último que vi fue al duque cambiando el rumbo del arma apuntándome ahora hacia mí, cerré mis ojos y escuché el estruendo y los gritos de todos, me había disparado sin dudarlo y mientras sentí que estaba en los brazos de Loui sintiendo también el dolor del fuego en mi pecho, escuché al duque decir una última cosa;

—Te dije que te iba a dar a donde más te doliera y quiero que vivas sabiendo que has perdido todo lo que amabas, este era mi motivo, quitarte tu razón de ser y de vivir, saber que sufrirás la misma agonía y dolor de Leopoldo, sufrirás en carne propia el dolor y la desesperación de perder lo que amas, sólo que con la diferencia de que tu dolor te hará enloquecer ya que no sólo perderás a tu esposa sino también a tus hijos. Yo ya estoy condenado Ludwig y no me arrepiento de nada, por eso ya nada me importa y el saberte muerto en vida y en tu locura, me dará la satisfacción para continuar con lo que me resta de vida. ¡Dios salve al rey! ¡Que viva el rey! ¡Larga vida al rey!

Diciendo esto huyó en su caballo como un loco, seguido por todos sus hombres y después ya no supe más, poco a poco comencé a sentir el cuerpo caliente y frío a la vez y un dolor espantoso hasta perder lentamente el conocimiento. Lo que narraré de ahora en adelante, lo supe mucho después por las fuentes confiables que fueron testigos de este suceso.

 

 

 

 

 

Capítulo XX

La desesperación y el milagro

Primera Parte

Mientras Loui me sostenía desesperado, Regina estaba aterrada sin saber cómo reaccionar y Jonathan sin poder creerlo, se quitó su saco e hizo una compresa a modo de detener la hemorragia de mi herida para ganar tiempo. Loui ordenó que dos guardias se adelantaran a todo galope hacia el castillo para dar aviso a Randolph y para que fueran a buscar al doctor Khrauss, a la vez que ordenó a otro de los guardias que se hiciera cargo de Gastón y lo llevara al hospital del pueblo. Beláv nos llevó al castillo lo más rápido posible, la herida había sido en mi hombro izquierdo y al verme sangrando tanto y sus manos también llenas de sangre, Loui se descontroló aún más y sintió enloquecer por la impotencia de no poder hacer nada, más que poner su mano con fuerza en mi pecho para evitar que la sangre siguiera fluyendo. El duque había cumplido su amenaza, se encargó de mí personalmente y había herido en lo más profundo a Loui quién sintió que también estaba a punto de morir, ya que estaba desangrándome sin control y en mi estado, el tiempo estaba en contra, de un momento a otro podía ser el fin. Al llegar al castillo, el pánico ya se había apoderado de todos cuando observaron mi estado y Randolph no podía creer lo que miraba, en sus brazos Loui me llevó a nuestra habitación y por mientras los médicos llegaban, Jonathan se encargó de atenderme. Gertrudis y las mucamas me quitaron la ropa ensangrentada e intentaron ponerme algo más liviano para que Jonathan y Loui, pudieran limpiar la herida. Parte el equipo médico del hospital del pueblo, lo mejores especialistas y la tecnología clínica que ya estaba disponible, venía en camino, Loui le ordenó a Randolph preparar y acondicionar una habitación, para instalar todo el equipo que llegaba y ser atendida con toda la comodidad.

Cuando los médicos llegaron se instalaron y procedieron a revisarme antes de moverme, el doctor Khrauss fue el primero, la herida era profunda y la bala estaba allí, había que operar de inmediato, tenían que mantenerme a mí con vida y a los bebés también. Procedieron a llevarme al “cuarto clínico” como lo llamaron y preparar todo para la operación, había un total de nueve médicos, especialistas y cirujanos, no pudiendo faltar un ginecólogo y un pediatra sin contar las enfermeras, todo un arsenal médico a mi disposición y para hacer hasta lo imposible para salvar mi la vida y la de los niños. Había perdido mucha sangre y era necesaria para la operación, ya que el plomo de la bala podía intoxicar más mi sangre y ser dañino para los bebés. Jonathan no dudo en devolverme el favor y darme toda la sangre que necesitaba, la operación sería larga y delicada pues la bala estaba alojada cerca del corazón.

Mientras se preparaban para operar, el consejo de ministros y los nobles como también el clero no se hicieron esperar, la policía llegó para ponerse a la disposición del rey quién les ordenó la búsqueda y la captura del duque Rodolfo y esta vez, lo trajeran ante él como cualquier delincuente, vivo o muerto y al mismo tiempo, le ordenó a Randolph contactar a sus abogados para entablar una demanda contra la prisión que se vendió para que escapara, estaba seguro que Juliana seguía en contacto con él y tenía mucho que ver también detrás de su fuga, pidió que se reforzara la búsqueda de esa mujer, así se tuvieran que ir al fin del mundo para encontrarla. Esta vez, todos estaban observando la furia de un rey que no sería benévolo, ni mostraría clemencia para un asesino y traidor a la casa real de Bórdovar. Pronto la noticia se expandió por todo el reino y todos, nobles y plebeyos condenaron el acto de cobardía y odio, que el duque Rodolfo había demostrado hacia la familia real. Como cardiólogo, Jonathan después de haber donado su sangre para mí asistió la operación también, pero aún con la transfusión mi presión descendía, temían por la vida de los bebés y temían que no resistiera la operación, pronto se dieron cuenta que necesitaría más sangre y aunque Jonathan estaba dispuesto a dar toda su sangre por mí, no sería suficiente, pronto el analista salió de la habitación a informar a Loui de lo que sucedía, había que proceder a hacerles análisis a todas las personas que habitaban el castillo, por lo que Randolph se encargó de convocarlas a todas y pedirles que voluntariamente asistieran al laboratorio provisional para hacerles la prueba. Todos los que servían en el castillo acudieron sin dudarlo, uno a uno se les hizo los análisis incluyendo a Beláv que estaba allí pero ninguno fue compatible, por lo que Loui estaba perdiendo las esperanzas y fue el mismo Beláv que lo alentó diciéndole que había que hacer hasta lo último y que no había peor lucha que la no se hacía. Aún con sus golpes que ya habían sido atendidos por un médico, se le ocurrió ir de inmediato al pueblo y convocar a todas las personas en la plaza pública para hacerles el llamado, era una petición para que los que deseaban hacerse la prueba se reunieran urgentemente en el castillo y el sentir del pueblo, no se hizo esperar. En peregrinación llegaron al castillo no importando su rango, todos mostraron su amor y apoyo hacia su rey y hacia mí.

Loui estaba desesperado y su corazón no tenía paz ni consuelo, Randolph estaba cerca de él en todo momento apoyándolo y siendo su brazo derecho en todo, su mente no podía pensar ni tomar decisiones sabias, estaba temeroso de que en cualquier momento sucediera lo peor. Ya eran las 7:10 p.m. y cada minuto que pasaba eran como pesadas rocas que Loui tenía que soportar, sentía que su mundo se había derrumbado como un castillo de naipes y su alma y su corazón, le pesaban a su cuerpo. La operación duró una eternidad para él e imaginando lo peor, en su mente recordó el “Introitus” y “Lacrimosa” del réquiem de Mozart, lo cual agudizó más su estado de ánimo y lo llenaba de angustia y desesperación. Recordó de nuevo lo sucedido a su madre y ese tormento le martillaba la cabeza, se negaba a pasar por la misma experiencia de su padre y decidió pelear con el destino. Mientras Randolph estuvo a su lado todo el tiempo, Loui aprovechó para decirle como sucedieron las cosas y también, de cómo el duque había confesado sínicamente haber intentado matar al rey Leopoldo desde el principio, siendo la víctima la reina Leonor. Ahora ya todo encajaba perfectamente teniendo sentido y el misterio de la muerte de la madre del entonces príncipe, por fin estaba aclarado. Loui  también le dijo que el duque había confesado su romance con Juliana, siendo amantes desde antes del nacimiento de Regina, algo que a Randolph no le sorprendió y como él mismo lo dijo, Juliana no fue más que el premio de consolación del duque por no haber tenido a la reina Leonor. Lo que todavía no se explicaban era porqué la seguía protegiendo si en realidad no la amaba, el duque había dicho muchas cosas pero no confesó el lugar en donde Juliana estaba escondida y eso, era un peligro para nuestras vidas todavía. Randolph le recordó que antes de mi segundo atentado, yo tenía miedo de comer por temor a ser envenenada y aunque parecía una exageración de mi parte, no me había equivocado y también estaba en lo correcto, el veneno era el arma que el duque siempre utilizó para deshacerse de los que le estorbaban, pero esta vez ya no escaparía de la pena máxima por haberse confesado culpable de haber atentado contra el rey Leopoldo y de haber envenenado a la reina Leonor, habiendo testigos también que lo escucharon y que presenciaron el atentado contra mí, el cual era también un atentado directo contra el rey Ludwig.

Gracias a Dios pude resistir la operación y lograron extraer la bala, pero mi pulso estaba débil y seguía descendiendo y aunque monitoreaban a los bebés, había que tomar una decisión, la decisión a la Loui le temía y no quería enfrentarse. Mientras se hacían todos los análisis para encontrar a los donantes, el doctor Khrauss salió a informarle la situación; era sumamente delicada y de doble riesgo. Aunque había resistido la operación mi pulso era demasiado débil y la sangre de Jonathan, no era suficiente para mantener a los bebés dentro de mí, en otras palabras no podía luchar por mantenerme viva y mantener vivos también a los bebés, por lo que era urgente hacer la cesárea correspondiente, rogar por un milagro y luchar por que los niños vivieran a sus ocho meses de gestación. El riesgo era que el peligro en mí no había pasado y que al sacar a los bebés, no pudieran vivir por mucho tiempo porque no habían recibido el suficiente oxígeno de mi parte en las últimas horas, de igual forma si esperaban mi lento progreso la falta de oxígeno y de sangre, podía matarlos dentro de mí, así que la decisión que Loui tenía que tomar no era fácil. Por mientras encontraban a los donantes, Jonathan se prestó para una transfusión más y hasta que sus fuerzas se lo permitieran, la hemorragia por la herida había sido controlada pero una cesárea en mi condición podía ser peligrosa y el tiempo seguía en contra, Loui tenía que tomar una decisión y no sabía qué hacer, el monitoreo de los bebés indicaba que sus latidos se estaban debilitando también, el oxígeno para ambos no era suficiente y el que mi presión descendiera los podía ahogar, todos podían opinar para ayudar a Loui pero la decisión estaba en él y la tomó; ordenó la cesárea aunque lo que pasara después fuera la voluntad de Dios. El doctor Khrauss le sugirió hacer instalar una habitación especial para los bebés, ya que el frío del invierno podía afectarles y aún en las incubadoras, la habitación tenía que tener el calor suficiente para ellos, por lo que Randolph se hizo cargo de eso.

Los médicos procedieron de inmediato a prepararlo todo y Loui esta vez, pudo estar presente en la operación como padre y esposo como era mi deseo, para presenciar el nacimiento de sus hijos y para poder sentirlos vivos, aunque fuera un momento. Mientras los médicos hacían lo suyo, él estaba a mi lado besando mi frente y acariciando mi rostro y mi cabeza, cuando de repente le comunicaron que ya habían extraído al primer bebé que estaba en posición, era la niña, la princesa Leonor había llegado al mundo el 19 de Diciembre a las 8:40 p.m. pesando seis libras, Loui corto el cordón umbilical pero no pudo sostenerla ya que de inmediato después de limpiarla y de tratar de hacer que llorara, fue puesta en la incubadora. El segundo bebé llegó al mundo tres minutos más tarde, el príncipe Ludwig había nacido con casi las cinco libras, era más pequeño por lo que recibió todos los cuidados especiales, Loui cortó el cordón también pero a él no pudieron hacerlo llorar, era muy frágil y temían que ni siquiera pasara la noche, toda la tecnología, el equipo y personal médico estaban más que disponibles y ahora que ya se había hecho todo, sólo era cuestión de esperar. Gracias a Dios, entre las personas del pueblo habían unos cuantos que eran compatibles con mi tipo de sangre y al comprobar que estaban limpias y libres de cualquier sustancia, las donaciones no se hicieron esperar, el amor y el sentir de un pueblo fue demostrado hacia su reina y las plegarias de todos los ciudadanos, eran para que Dios hiciera un milagro en ella y en sus príncipes. Los especialistas se encargarían de salvar y recuperar a los bebés mientras mi condición aún era crítica, después de la operación me trasladaron de la camilla a la cama preparada en el mismo “cuarto clínico” mientras en un brazo tenía el suero, en el otro la sangre del pueblo y respiraba con todo el oxígeno disponible para mantenerme con vida, hasta que pudiera reaccionar o hasta que Dios decidiera lo contario. Por primera vez, Loui recordó gracias a su pueblo que había un Dios en los cielos al cual debía de correr para humillarse y para ser escuchado, mientras no se podía hacer otra cosa más que esperar, Loui visitó la capilla del castillo inundada de velas e incienso y arrodillándose en el altar ante la mirada de las personas que estaban orando también, pidió perdón a Dios por todo lo que había sido su vida y agradeció al mismo tiempo, por haber sido tan bendecido con la familia que ahora tenía. Como padre pidió por la salud y el bienestar de los bebés y como esposo, rogó porque Dios me permitiera vivir junto a él mucho tiempo más, incluso ofreció la promesa de no vengarse, de perdonar al duque y no mancharse sus manos y su conciencia con la sangre de él, a cambio de salvarme y recuperarme y de tener a sus hijos sanos. Los médicos ya habían hecho todo lo humanamente posible, ahora sólo era cuestión de esperar la voluntad de Dios.

Segunda Parte

 

Dos largos días habían pasado desde el incidente y ninguna autoridad había dado con el paradero del duque. Desde el primer momento se mantenía una vigilancia las 24 horas del día en todos los sectores y las demás regiones, el aeropuerto todavía provisional y el puerto del principado eran las únicas salidas de Bórdovar y al parecer, ninguna persona con sus descripciones había salido del reino por lo que todavía seguía escondido en algún lugar. Loui no descansaba al estar pendiente de los niños y de mí, la princesa Leonor era una bebé muy fuerte y estaba reaccionando muy favorablemente en la incubadora, para Loui la princesa se había convertido en su primer amor, pero el príncipe era más pequeño y débil y su pronóstico todavía estaba reservado, pero para Loui su hijo era todo un héroe. El rey no se separaba de mi lado después de ver a los bebés, a los cuales Regina como tía le ayudaba también a estar pendiente, sentado en un sillón, descansaba poco por las noches velando mi sueño, sujetando mi mano y acariciando mi cabeza, no había dormido en la cama porque deseaba estar a mi lado para cuando despertara o para cuando no volviera a hacerlo. Deseaba dar todo de sí hasta el último momento y los médicos deseaban agotar todos los recursos también, pero su preocupación era que todavía no reaccionaba y esa incertidumbre de mi condición lo estaba matando, su angustia y desesperación al no tener otra opción más que esperar, estaban acabando con su vida poco a poco. Randolph que había estado junto a él no soportaba verlo así y le sugirió que tal vez al escuchar la música clásica mientras estaba inconsciente, podía ayudarme un poco, así que Loui ordenó instalar un equipo de sonido para mí y otro para el cuarto donde estaban los bebés, ya que a ellos también les podía ayudar.

Esa noche como las anteriores se quedó a mi lado velando mi sueño y sujetando mi mano, pero el cansancio en él pasó su factura y pronto se quedó dormido. Al amanecer del tercer día el milagro había sucedido, era el 22 de Diciembre y la vida volvió para Loui al sentir que moví la mano que me sujetaba, sé que el poder de Dios me estaba haciendo reaccionar y al escuchar el “Larghetto” del segundo concierto para piano de Chopin sentí que regresé a él, esa era la melodía que escuchaba cuando comencé a enamorarme de Loui y esa fue la melodía que nos envolvió en nuestra noche de bodas, significaba mucho para mí. Inmediatamente él hizo llamar a los médicos incluyendo a Jonathan, aunque mi presión estaba baja y mis latidos débiles, estaba comenzando a vivir de nuevo. Loui no podía ocultar su emoción al llorar como un niño por la felicidad que lo embargaba, al sentir que le apretaba la mano porque estaba consciente, abrí mis ojos cuando escuché que me llamaba, el sonido de su voz para mí era inconfundible y el sentirlo cerca de mí, me dio fuerzas porque supe que a él no le había pasado nada, lo peor para mí ya estaba pasando y me estaba estabilizando, aunque todavía no podían quitarme el oxigeno, al ver a Loui por un momento me dio satisfacción y volví a quedarme dormida, el regocijo de todos era que la reina ya había reaccionado y que el peligro ya estaba pasando.

*******

Ese día por la tarde estaba despertando completamente y de nuevo Loui estaba conmigo, para mí su visión era como un sueño, el ser lo primero que veía al despertar y lo último que veía al dormir no era suficiente, porque aún dormida él está en mis sueños lo que me causaba placer y bienestar. El sentir el toque de sus manos en mi piel y sus labios besando mi mano y mi frente me hacían renacer, sus lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas al sentir que todavía estaba con él;

—Constanza amor mío —decía llorando—. No sabes la angustia que pasé al creer que te perdería, este tiempo ha sido lo más difícil y lo más duro que he pasado y ahora que has despertado, siento que la vida ha vuelto a mí, perdóname por no haber cumplido mi promesa de protegerte.

—Loui mi amor —le dije débilmente teniendo el oxígeno en mi boca—. Estaba soñando contigo como cuando éramos amigos, sentía que me llamabas en el arroyo de la cascada, el agua estaba muy fría pero entré como querías.

—Amor mío, te amo —dijo sonriendo entre lágrimas y besando mi frente—. Volveremos al arroyo y nadarás conmigo, eres la sirena que me vuelve loco y que deseo volver a tener en el agua junto a mí, allí nos esperan muchas más fantasías que cumplir y muchos momentos hermosos para compartir. Todo este tiempo he deseado que vuelvas a mí y Dios ha escuchado mis ruegos y los de todas las personas que han estado pendientes de ti.

—Loui amor, ¿Qué sucedió? Me siento muy mal, siento que he estado en la oscuridad y sólo recuerdo al duque con su arma, pero después ya no supe más.

—Sh… no te esfuerces amor mío —decía besando mi frente—. Todo ha pasado ya y lo importante es que estés bien y te recuperes.

—Pero todos… —Insistía.

—Todos estamos bien y agradezco a Dios el que estés de vuelta conmigo, todos en el castillo han estado pendientes de tu salud y pidiéndole a Dios por ti.

—¿Y Gastón?

—Lograron salvarlo, está débil pero vivo, esperemos que su evolución sea positiva.

—Me alegra saberlo, creí que había muerto. ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?

—Estás en el castillo —dijo besando mi mano—. Amor mío, lo que pasó ya no importa.

—Dime por favor, casi no siento mi cuerpo y me siento muy adolorida, siento que no puedo moverme y el pecho me duele horrible.

—El duque cumplió sus amenazas disparándote, creí perderte, pero los médicos actuaron rápido, te operaron para sacar la bala y gracias a Dios al fin has despertado.

—¿Los bebés? —Pregunté asustada—. ¿Qué pasó? No los siento dentro de mí.

—Tranquila amor mío no te preocupes, tuvieron que hacer una cesárea y ahora están en las incubadoras.

—¿Cómo? Pero… ¿Ellos están bien? No les pasó nada, ¿Verdad?

—Ellos están bien, la primera en venir al mundo fue la princesa Leonor, es muy fuerte y hermosa como tú y tres minutos después llegó el príncipe Ludwig, él es más pequeño y delicado pero sé que se recuperara como su hermana.

—Ya nacieron —dije satisfecha, la noticia hizo que rodaran mis lágrimas—. Mis bebés ya están aquí  y están bien, he cumplido con mi deber.

—No llores amor mío, tranquila —dijo besando mi mano y secando mis lágrimas—. Pero no sientas que sólo ese es tu deber, me has hecho el hombre más feliz al haberme dado unos hijos preciosos, pero tu deber es estar siempre conmigo a mi lado, para hacerme aún el hombre más dichoso, tu deber es estar conmigo para yo amarte y tenerte siempre, para consentirte, para gozar de tus caricias, de tu amor y seguir enamorado de ti como un loco.

—Siempre tienes las palabras para convencerme —le dije tratando de sonreír apenada.

—¿Y lo logro? —Preguntó sosteniendo y sintiendo mi mano en su cara.

—Como podría negarme ante un hombre así, no puedo resistirme, gracias por amarme y hacerme tan feliz.

—Majestad —le dijo el doctor Khrauss—. Es necesario que la reina descanse y no se fatigue, es indispensable que conserve y renueve sus fuerzas.

—Así es —dijo Jonathan—. Por ahora podemos estar tranquilos al saber que podrá recuperarse.

—Jonathan —susurré—. Qué bueno que estás aquí y que estás bien, ¿Y Regina?

—Y a mí me place veros mejor majestad —contestó asentando con la cabeza en señal de saludo—. Es una enorme alegría la que nos embarga a todos, al ver que os recuperareis. Regina está bien, muy preocupada como todos y pendiente de vuestros bebés.

—Jonathan donó de su sangre para ti —dijo Loui—. Su oportuna intervención ayudó mucho y es algo por lo que le estaré eternamente agradecido.

—Jonathan, gracias —le dije.

—No tenéis nada que agradecer, fue algo que hice con mucho gusto, además no sólo fui yo, algunas personas del pueblo fueron compatibles y han dado su sangre para salvar a su reina.

—¿Cómo?

—Descansad por ahora —insistió—. Ya habrá tiempo de hablar.

—Así es amor mío, descansa —dijo Loui besando mi frente—. Yo estaré aquí a tu lado, siempre.

Diciendo eso volví a quedarme dormida, los medicamentos intravenosos para mi recuperación me relajaban demasiado y sentía demasiado sueño, como para mantener los ojos abiertos. Mi recuperación fue lenta pero saludable, dos días después ya no era necesario el oxígeno lo que me dio mucho alivio, pero aún no podía levantarme, todavía me sentía muy débil y el dolor en mi pecho era insoportable. La noche de la navidad la pasamos de manera inesperada por lo sucedido, pero dando gracias a Dios por la vida que nos preservó a todos. Días después, mientras dormía una noche tuve una pesadilla; el duque regresaba. Vi claramente cuando venía furioso hacia mí, apuntándome con el arma y esta vez, dándome un disparo certero en el corazón por lo que me desperté muy sobresaltada y gritando angustiada. Loui que estaba conmigo se asustó mucho y trató de tranquilizarme, el esfuerzo que había hecho hizo que se me desprendiera la aguja del suero y que la herida del pecho comenzara a sangrar de nuevo, por lo que los médicos tuvieron que intervenir, inyectarme un calmante para tranquilizarme, poder curar mi herida de nuevo y ponerme un cabestrillo, ya que el movimiento brusco del brazo podía evitar que la herida sanara, ni Loui ni Jonathan entendían mi reacción y estaban muy asustados, los médicos tenían miedo que esto fuera una secuela por temor a los sucesos ocurridos y en mi estado post-parto, era muy peligroso pues podría perder la razón fácilmente. Al haberme controlado la hemorragia, fue necesaria otra transfusión de la sangre que tenían de reserva y volvieron a ponerme el suero, que era el que me había sostenido al no comer nada en todo ese tiempo, tenían que esperar a que despertara después tranquilamente para saber que me había pasado, la angustia y el temor estaban volviendo a apoderarse de Loui. Cuando amaneció y pude despertar normalmente él estaba a mí lado dormido, sujetando mí mano y al sentir que ya había despertado se asustó mucho;

Amor mío ¿Estás bien? —Se apresuró a decir.

—Me duele todo de nuevo, ¿Qué me pasó?

—Eso es lo que quiero saber —contestó besando mi mano—. Anoche despertaste de repente muy sobresaltada y gritando angustiada, al grado que no podíamos controlarte. El suero se desprendió de tu brazo y con el esfuerzo, tu herida comenzó a sangrar de nuevo, por lo que fue necesario sedarte para poder controlarte, detener la hemorragia y limpiar tu herida.

—Sí, ya lo recuerdo —dije asustada—. Loui por favor abrázame, tengo mucho miedo.

—¿Por qué amor mío? No temas, aquí estoy.

—Fue una pesadilla, soñé que el duque venía a mí y me disparaba directo al corazón, Loui tengo mucho miedo.

—No te preocupes —dijo mientras me abrazaba—. Estás en el castillo y estamos bien resguardados, no podrá entrar aquí y esta vez, tendrá que matarme primero para llegar a ti. Todo este tiempo lo han buscado y no han podido dar con él, debe de estar muy lejos de aquí.

—¿Y Juliana? ¿Dónde está esa mujer?

—De ella seguimos sin saber nada, parece que la tierra se la ha tragado.

—Loui mientras no sepamos nada de ellos no estaremos a salvo, recuerda lo que él dijo, tiene gente que nos vigila, sigo temiendo por nosotros y temo por los bebés, cumplió su amenaza de encargarse de mí personalmente, mientras no sepamos nada del duque y de Juliana seguirán siendo una amenaza para nosotros.

—Amor mío no debes preocuparte por eso, sé que te he fallado al no tomar en serio tus palabras pero esta vez será diferente lo prometo, sólo personas confiables y conocidas están cerca de nosotros, ningún desconocido ha ingresado al perímetro del castillo de eso se han encargado Randolph, Beláv y el doctor Khrauss que son los que conocen a la mayoría de las personas aquí. No te preocupes, por ahora necesito que te tranquilices y que ya no pienses más en él, en tu estado post-parto no te hace bien, tu mente puede bloquearse y puedes perder la razón.

—No puedo evitarlo, siento a ese hombre muy cerca y hasta que no lo encuentren esto no habrá terminado.

—Yo lo sé amor mío, pero piensa en los bebés que van a necesitar a su mamá sana y fuerte y piensa en mí, que también te necesito a mi lado, ¿Prometes estar tranquila?

—Trataré, pero recuerda que puede ser una reacción de mi subconsciente, todo esto ha sido una pesadilla.

Una vez aclarado todo y después de desayunar y aunque me sentía débil, pedí ver a los bebés y como ellos estaban en una habitación aparte muy esterilizada y en las incubadoras, fue necesario moverme con cuidado en una silla de ruedas para poder verlos. El mismo Loui me llevó, pero debido a mi estado no me fue permitido acercarme mucho para no contaminar el área, pero al sentir la emoción de verlos por primera vez no pude evitar llorar de nuevo, al verlos tan pequeños y tan indefensos luchando por vivir despertaron en mí una inmensa ternura, que a la vez me hacía sentir muy impotente como madre. Deseaba tenerlos en mis brazos y darles todo mi amor y mi calor, deseaba poder tocarlos y hablarles para que pudieran sentir que su mamá estaba cerca de ellos, eran unos bebés hermosos y en efecto, Leonor era más grande que su hermano, mi pequeño Ludwig era muy frágil y delicado, es sorprendente como se puede amar algo que nunca habías visto, sólo sentido, el vínculo entre madre e hijos es una conexión muy fuerte y no puede romperse, sólo esperaba que ellos hubieran sentido lo mismo, que hubieran sentido que su mamá estaba cerca de ellos y que los amaba más que a su vida. Los días pasaron, llegando de esa manera otro año nuevo y poco a poco, me fui recuperando lentamente hasta sentirme mejor y prescindir de estar en el “cuarto clínico” para regresar a nuestra habitación el 5 de Enero. Loui estaba feliz de tenerme con él otra vez y de sentirme junto a él por las noches, ahora que estaba con él me colocó de nuevo las joyas que yo siempre deseaba portar en todo momento y las que valían mucho para mí; mi pulsera, la cadena, el anillo de compromiso y nuestros anillos de boda con los cuales me sentía yo misma portándolos. Ahora sólo restaba esperar la evolución satisfactoria de los bebés, Leonor era más fuerte y pronto ya no necesitaría más la incubadora, pero su hermano Ludwig si tendría que estar más tiempo, se le alimentaba con fórmulas especiales para hacer que ganara peso, pero no me gustaba verlo dependiendo del oxígeno y tenía miedo de perder a mi príncipe en cualquier momento. Loui y yo estábamos con ellos casi todo el tiempo y sólo esperábamos el momento en el que los tuviéramos en nuestros brazos. Me sentía muy satisfecha al ver la felicidad en el rostro de él, se sentía un hombre muy afortunado, bendecido y realizado, al saber que el amor de su vida ya estaba fuera de peligro y el estar loco por la dicha de ser padre, eran todo para él. Estaba agradecido con Dios por habernos preservado junto a él y también le agradecía al pueblo que estuvo a su lado apoyándolo y que dieron su sangre por su reina, algo que lo motivaba a luchar aún más por el bienestar de su familia y de su pueblo.

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo XXI

Justicia

Primera Parte

Una semana más había pasado y poco a poco las cosas en el castillo volvían a ser como antes, Leonor ya había salido de la incubadora, su color era natural, ya podía respirar por sí sola y su peso estaba muy bien. Loui la cargaba en sus brazos por mí muy amorosamente, ya que yo todavía no podía hacerlo y por necesitar los cuidados propios de su edad, dormía con nosotros para darle todo el calor necesario, intentaba sostenerla con mi otro brazo pero no podía amamantarla todavía por todo el medicamento que se me había inyectado, era una bebé preciosa de ojos claros, cabello oscuro y piel blanca, muy parecida a su padre. Loui estaba orgulloso de su hija y notaba que cuando la cargaba y le hablaba, ella lo miraba fijamente como si estuviera estudiando cada una de sus facciones y reconociera el sonido de su voz, los pediatras pensaban que era ella la que más se movía dentro de mí y por ser más grande y fuerte, era la que peleaba con su hermano, es por eso que también pensaban que era ella la que reconocía la voz de Loui al moverse y la que a la vez, la tranquilizaba. Estaba segura que Loui y Leonor tendrán una fuerte conexión como padre e hija y eso me llenaba de satisfacción. ¿Sería  posible que heredara mucho de su abuela y que ésta viviera a través de Leonor? Tal vez suceda eso, aunque sólo con el tiempo lo sabremos, ahora sólo teníamos que seguir esperando el progreso del príncipe, quién todavía necesitaba del oxígeno y el verlo así me partía el corazón. Loui era muy optimista y me alentaba diciéndome que sería un niño fuerte también, ya que había demostrado luchar por vivir y que pronto saldría también de la incubadora, sólo teníamos que tener fe y confianza. Estaba muy sorprendida por los cambios que Loui había demostrado después de esta experiencia, definitivamente era un hombre diferente, más seguro, más maduro y más cerca de Dios y eso, me hacía muy feliz y me hacía amarlo más. Una semana después, también Gastón ya estaba mucho mejor, Loui había dado orden de que se recupera en el castillo al cuidado de su tía, Carlota casi entrega el alma al creador por la impresión al saberlo mal herido, Gastón estuvo muy mal y muchos creyeron que en su pronóstico reservado hubiera fallecido, pero gracias a Dios no había sido así y eso nos llenaba de alivio. Yo también ya me sentía mucho mejor para moverme sola y para tratar de ser la misma de antes, había pasado un mes desde el atentado y el doctor Khrauss y Jonathan estaban evaluándome a cada momento, ellos se encargaron de estar limpiando mi herida y cambiar las vendas, todavía necesitaba el cabestrillo para evitar esfuerzos en el brazo, pero la herida del disparo estaba sanando al igual que la operación de la cesárea y eso era lo importante, estaba cicatrizando muy rápido debido a que mi sangre y mis plaquetas estaban  muy bien y esa era una buena noticia para mí. Una mañana de esa semana mientras todos estaban compartiendo con nosotros, yo estaba en la cama después de desayunar y Loui cargaba en sus brazos a la princesa, Randolph subió a avisarle que la policía y los inspectores necesitaban verlo con urgencia, por lo que me preocupé. Sabíamos que podrían ser noticias del duque o de Juliana así que me entregó a la princesa, me pidió que no me preocupara y se dispuso a atenderlos mientras Randolph lo acompañaba. Gertrudis, Jonathan y Regina se quedaron conmigo y ninguno podía evitar sentirse nervioso;

—Estoy muy preocupada —dijo Regina sentada en un sillón cerca de mí—. Estoy segura que se trata de papá.

—O de Juliana —le dije.

—A pesar de haberme criado, no puedo perdonar su traición hacia mi madre y hacia mí, fui una tonta al confiar en ella y creo que en parte el atentado de Jonathan fue por mi culpa, una vez le dije que estaba enamorada de alguien y que deseaba casarme por amor y creo que ella sospechó que yo me refería a Jonathan y se lo dijo a mi padre. Ahora entiendo porque siempre estuvo conmigo incondicionalmente, no era su amor y entrega hacia mí la que la habían hecho renunciar a tener una familia de verdad, era la calentura de satisfacer a mi padre y los lujos que recibía a cambio. Cada vez que pienso en todas las veces que me hablaba de moral y de decencia me enfurezco, porque ella no era ejemplo para decirme las cosas y el sólo hecho de pensar que era la favorita de mi padre y de todas las cochinadas que hacían yo...

—Ya cariño, no penséis en eso —le dijo Jonathan sentado en el brazo del mismo sillón mientras la abrazaba y besaba lo alto de su cabeza.

Jonathan tiene razón —le dije—. No vale la pena, yo sabía que había algo en ella que no me gustaba y es posible que tengas razón y el duque intentó matar a Jonathan por dos motivos; por ti y porque no cumplió su orden de matarme. Sólo espero que esa mujer pague por las cosas que habrá hecho por el duque, pero si ya lo encontraron y se trata de él no sé lo que vaya a pasarle, obviamente esta vez se le pasó la mano y todos fuimos testigo de eso, haber confesado todo lo que hizo tan descaradamente, haberse expresado tan vil de tu madre y haberse convertido en el homicida de la reina Leonor, todo eso ha sido un golpe muy duro tanto para ti como para Ludwig.

—Yo lo sé, pero no puedo evitar sentirme mal por él, sea como sea es mi padre.

—Y yo, agradezco al cielo que vos no tengáis nada de él —le dijo Jonathan abrazándola de nuevo—. Al parecer heredasteis el carácter de vuestra madre y de eso se ha valido él para lastimaros y humillaros todo el tiempo.

—Sí, creo que eso siempre lo avergonzó de mí, tal vez si hubiera tenido su carácter y si hubiera sido un hombre, se hubiera sentido orgulloso de mí.

—No digáis eso, os repito que doy gracias a Dios porque sois muy diferente a él, sois muy dulce y tierna, sois una mujer muy hermosa y muy especial, agradezco que os hayáis fijado en alguien tan insignificante como yo.

—No digas eso —dijo Regina acariciando su cara—. Eres el hombre más maravilloso para mí, desde que te vi la primera vez me enamoré de ti y es a ti, al que agradezco que me hayas dado la oportunidad de demostrar que puedo ser mujer y tomar mis propias decisiones. Él siempre me impuso su voluntad y yo le obedecía para no enfurecerlo, hasta el grado de haber aceptado casarme sin amor, lo cual hubiera sido un terrible error.

—Y eso me hace sentir menos culpable —le dije aliviada—. El saber que no te quité a tu novio, el saber que ninguno de los dos sentía nada por el otro, el saber que no me interpuse entre ustedes, eso es un gran alivio para mí.

—Entre Ludwig y yo, jamás hubo nada como él mismo lo dijo, tú misma fuiste testigo de esa plática, es más, ni siquiera recuerdo muy bien nuestra última visita, yo era muy pequeña y Ludwig muy cerrado en sí, la verdad ni siquiera entiendo cómo se pudo fijar en Juliana, pero como él dice pudo haber sido la curiosidad de un niño hacia una institutriz como era ella. No sé si era la timidez de la edad, que ni siquiera recuerdo si alguna vez jugamos juntos y cuando papá me recordaba a cada momento que estaba comprometida con él, a medida que fui creciendo comencé a sentirme atrapada en una jaula de oro y el pensar en compartir una vida con alguien que no conocía, me llenaba de terror. Yo siempre había deseado casarme por amor, amar a alguien y ser amada también, no imagino la vida de mi madre junto a él, debió hacerla muy desdichada y eso era justo lo que él deseaba para mí también.

—Pero os prometo que no será así —le dijo Jonathan besando su frente—. Haré todo mi esfuerzo para haceros feliz, porque ahora que conozco el porqué de vuestra manera de ser, siento que os comprendo y os quiero más y es mi deseo protegeros siempre.

—Y te lo agradezco —le dijo Regina buscando sus brazos—. Pero aún así no dejo de pensar en papá, sé que nunca recibí afecto de su parte, pero… es mi padre.

—Eres muy noble Regina —le dije mientras acariciaba la carita de Leonor—. Desgraciadamente y después de todo lo que hizo, después de todo lo que te dijo y después de todo lo que nos confesó… lo siento pero ha sido demasiado y ha hecho mucho daño. Su maldad no ha tenido limites y su odio es incontrolable, yo no estoy tranquila, mientras él y Juliana sigan libres todos estamos en peligro incluyéndote a ti, que eres su propia hija.

—¿Crees que de verdad se atreva a hacerme daño a mí también? —Preguntó asustada.

—Regina no lo dudes —contesté—. Recuerda que no le hizo gracia saber que estás comprometida para casarte con Jonathan y recuerda que si ya intentó matarlo, lo hizo también con la intención matar tus ilusiones, si sigue libre para la fecha de tu boda estoy segura que hará hasta lo imposible para evitarla y otra tragedia más, creo que no la soportaremos, no puedes exponer tu vida ni la de Jonathan que no lo merece.

—Tienes razón —dijo mientras se abrazaban—. Debo de dejar a un lado los sentimentalismos y pensar en mi bienestar, el bienestar que él nunca pensó para mí y deseo comenzar una nueva vida con mi futuro esposo.

—Y yo os prometo haceros muy feliz —le dijo Jonathan—. Prometo hacer todo de mi parte, para daros la felicidad que no habéis conocido.

—Desde el momento en que comenzamos a darnos esa oportunidad, me has hecho muy feliz —le dijo Regina con los ojos de la mujer más devota sobre la tierra.

—Así se habla —les dije mirándolos unidos y enamorados—. Lo mejor para ambos está por venir, su boda, su nueva vida juntos, un matrimonio feliz y muchos hijos por supuesto.

—Eso es lo que más deseo —dijo Regina  emocionada—. Al verte a ti, a mí ya se me antojó ser madre también, deseo un hijo más que nada.

—Bueno, bueno —dijo Jonathan tragando en seco—. Vamos por partes y con calma, primero lo primero, yo no deseo pasar a un segundo lugar tan luego, quiero disfrutar de nuestra vida juntos, un tiempo solos y viajar por todo el mundo antes de ser padre. Prometo que los hijos llegaran, de eso me encargo yo, pero primero deseo disfrutar nuestra vida de casados.

Jonathan, tú no pasarás a un segundo lugar —le dije frunciendo el ceño y conteniendo las ganas de reír.

—Por supuesto que no mi amor —secundó Regina—. ¿No es muy pronto para que estés celoso por eso?