¿CÓMO LIDIAN LOS
MAESTROS DE DIOS CON LOS PENSAMIENTOS MÁGICOS DE SUS
ALUMNOS?
M17.1 1 Ésta es una
pregunta crucial tanto para maestro como para alumno. ² Si este
tema se maneja mal, el maestro de Dios se habrá hecho daño a sí
mismo, y también habrá atacado a su alumno. ³ Esto refuerza el
miedo y hace que la magia les parezca muy real a ambos. 4Por
consiguiente, cómo lidiar con la magia se convierte en una de las
lecciones fundamentales que el maestro de Dios tiene que dominar. 5
Su primera responsabilidad en lo que respecta a esto, es no
atacarla. 6 Si un pensamiento mágico despierta hostilidad —de la
clase que sea— el maestro de Dios puede estar seguro de que está
reforzando su propia creencia en el pecado y de que se ha condenado
a sí mismo. 7 Además, también puede estar seguro de que ha pedido
que la depresión, el miedo y el desastre lo afecten. 8 Que
recuerde, por consiguiente, que eso no es lo que quiere enseñar,
porque no es lo que quiere aprender.
M17.2 9 No obstante,
existe la tentación de responder a la magia en una forma que la
refuerza. 10 Y esto no siempre es obvio. ¹¹ De hecho, puede estar
fácilmente oculto bajo el aparente deseo de ayudar. ¹² Este doble
deseo[132], es lo que hace que la ayuda no sirva de mucho, y que
inevitablemente produzca resultados indeseables. ¹³Tampoco debe
olvidarse que el resultado que arroje, siempre llegará en la misma
forma tanto a maestro como a alumno. 14 ¿Cuántas veces se ha
recalcado el hecho de que sólo te das a ti mismo? 15 ¿Y dónde
podría observarse esto con mayor claridad que en los tipos de ayuda
que el maestro de Dios presta a los que la necesitan? 16 En estas
situaciones es donde se ve más claramente que le ha sido dado su
propio don, 17 pues él sólo va a dar lo que ha escogido para sí
mismo. 18 Y en ese don reside su juicio sobre el santo Hijo de
Dios.
M17.3 19 Lo más fácil
es permitir que el error se corrija allí donde es más evidente, y
los errores se reconocen por sus resultados. 20 Una lección que se
ha enseñado de verdad, no puede llevar sino a la liberación de
maestro y alumno, que han compartido un mismo propósito. ²¹ El
ataque se produce únicamente si se han percibido metas separadas.
²² Y éste debe ser el caso si el resultado es cualquier otra cosa
que no sea alegría. ²³ El único objetivo que tiene el maestro de
Dios hace que la meta dividida del alumno se enfoque hacia una sola
dirección, convirtiéndose la llamada de ayuda en su única petición.
24 Así, ésta es fácilmente contestada mediante una sola respuesta,
y esta respuesta emergerá con toda seguridad en la mente del
maestro. 25 Desde ahí, irradiará a la mente de su alumno, que se
volverá una con la suya.
M17.4 26 Tal vez sea
útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho. 27 Siempre es
una interpretación la que da lugar a emociones negativas, sin
importar que éstas parezcan estar justificadas por lo que
aparentemente son hechos; 28 sin importar igualmente la intensidad
de la ira que se suscite. 29 El enfado puede adoptar la forma de
una ligera irritación, tal vez demasiado leve como para ni siquiera
notarse claramente. 30 O puede también manifestarse en forma de
rabia desbordada, acompañada de pensamientos de violencia,
imaginados o aparentemente perpetrados. ³¹ No importa. ³²Todas esas
reacciones son iguales. ³³ Impiden comprender la Verdad[133], y
esto no puede ser nunca una cuestión de gradación. 34 La Verdad, o
es evidente o no lo es. 35 No se puede reconocer sólo a medias. 36
El que no es consciente de la Verdad es porque está mirando a las
ilusiones.
M17.5 37 Reaccionar
con ira ante la percepción de pensamientos mágicos es una de las
causas básicas del miedo[134]. 38 Examina lo que significa esta
reacción, y se hará evidente el lugar central que ocupa en el
sistema de pensamiento del mundo. 39 Un pensamiento mágico, por su
sola presencia, da por sentado que existe una separación entre Dios
y nosotros. 40 En efecto, afirma de la forma más clara posible, que
la mente que cree tener una voluntad separada y que es capaz de
oponerse a la Voluntad de Dios, cree también que puede triunfar en
su empeño. 41Que esto no sea un hecho es obvio. 42 Sin embargo, es
igualmente obvio que se puede creer que sí lo es. 43 Y aquí es
donde nace la culpabilidad. 44 El que usurpa el lugar de Dios y se
lo queda para sí mismo, tiene ahora un "enemigo" mortal. 45 Y tiene
que protegerse por su propia cuenta, construyendo un escudo que lo
mantenga a salvo de una furia que nunca va a aplacarse, y de una
venganza que nunca podrá satisfacerse.
M17.6 46 ¿Cómo se
puede resolver esta injusta batalla? 47 Su final es inevitable,
pues su desenlace tiene necesariamente que ser la muerte. 48 Por
consiguiente, ¿cómo puede uno confiar en sus propias defensas? 49
Una vez más, pues, hay que recurrir a la magia. 50 Olvídate de la
batalla. 51Acéptala como un hecho y olvídate luego de ella. 52 No
recuerdes las probabilidades imposibles que tienes de ganar. 53 No
recuerdes la inmensidad del "enemigo" ni pienses cuán débil eres en
comparación con él. 54 Acepta tu estado de separación, pero no
recuerdes cómo se originó. 55 Créete que has ganado la batalla,
pero no conserves el más mínimo recuerdo de Quién es realmente tu
formidable "contrincante". 56 Al proyectar tu "olvido" sobre Él, te
parecerá que Él también se ha olvidado.
M17.7 57 Mas ¿cuál va
a ser ahora tu reacción ante todos los pensamientos mágicos? 58 No
pueden sino volver a despertar tu culpabilidad durmiente, la cual
has ocultado pero no abandonado. 59 Cada uno le dice claramente a
tu mente atemorizada: "Has usurpado el lugar de Dios. 60 No creas
que Él se ha olvidado". 61 Aquí es donde más vívidamente se ve
representado el miedo a Dios. 62 Pues en ese pensamiento, la
culpa[135] ya ha elevado la locura al trono de Dios Mismo. 63 Y
ahora no hay esperanza, 64excepto la de matar. 65 De eso trata
ahora la salvación. 66Un padre iracundo persigue a su hijo
culpable. 67 Mata o te matarán, pues éstas son las únicas
alternativas que tienes. 68 Más allá de ellas no hay ninguna otra,
pues lo que pasó es irreversible. 69 La mancha de sangre no se
puede quitar y, todo el que lleva esta mancha sobre sí está
condenado a morir.
M17.8 70 A esta
situación desesperada Dios envía a Sus maestros, 71 quienes traen
consigo la luz de la esperanza directamente de Él. 72 Hay una
manera de escapar. 73 Se puede aprender y enseñar, pero requiere
paciencia y una gran dosis de buena voluntad. 74 Una vez que se
haya logrado, la obvia simplicidad de la lección resalta como una
luz blanca intensa contrapuesta a un horizonte negro, pues eso es
lo que es. 75 Si la ira procede de una interpretación y no de un
hecho, no se justifica nunca. 76Una vez que se capta esto, aunque
sea muy por encima, el camino queda despejado. 77 Ahora es posible
dar el siguiente paso. 78 Finalmente, se puede cambiar la
interpretación. 79 Los pensamientos mágicos no tienen que conducir
necesariamente a la condenación, pues realmente no tienen el poder
de suscitar culpabilidad. 80 De modo que pueden pasarse por alto y,
por consiguiente, olvidarse en el sentido más verdadero de la
palabra.
M17.9 81 La locura tan
sólo aparenta ser algo terrible. 82 En verdad no tiene poder para
hacer nada. 83 Al igual que la magia, que se convierte en su
sirviente, ni ataca ni protege. 84 Verla y reconocer su sistema de
pensamiento es ver la nada. 85 ¿Puede acaso la nada suscitar ira?
86 Difícilmente. 87Por consiguiente, maestro de Dios, recuerda que
la ira reconoce una realidad que no existe, aunque la ira es un
testigo fidedigno de que tú crees en ella como si se tratase de un
hecho. 88 Y ahora no podrás escapar, hasta que te des cuenta de que
has estado reaccionando a tu propia interpretación, la cual habías
proyectado sobre el mundo externo. 89 Permite que se te despoje de
esa siniestra espada. 90 La muerte realmente no existe. 91 La
espada, tampoco. 92 El temor a Dios carece de causa. 93Su
Amor[136], en cambio, es la Causa de todo lo que está más allá de
todo temor y, por consiguiente, eternamente real y siempre
verdad.
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