Notas
[1] ETOLOGÌA: el término etología proviene del griego ethos, que significa «modales» o «conducta» (véase Gould, 1982). En general, se considera que la etologia es la observación y análisis del comportamiento animal en su medio natural. Parte de la premisa de que los patrones característicos de conducta de una especie determinada evolucionaron de la misma manera que las características físicas, es decir, a través de la selección natural y la evolución. Darwin sentó las bases para la etología con su análisis de los patrones motrices, como por ejemplo el gruñido y otros gestos faciales, en las diferentes especies (véase Darwin [1872], 1965). <<
[2] Para similitudes entre especies en su lenguaje corporal y expresiones faciales, véase Givens, 1986, 1983; Goodall, 1986; Van Hooff, 1971; Darwin [1872], 1965. <<
[3] Eibl-Eibesfeldt, 1989; Hess, 1975. <<
[4] De Waal, 1987. <<
[5] Smuts 1985, 1987. <<
[6] Ekman, 1985. <<
[7] Darwin [1872], 1965. <<
[8] Ekman, Sorenson y Friesen, 1969; Ekman, 1980, 1985; Goleman, 1981. CARTOGRAFÍA DEL ROSTRO: mediante textos de anatomía, cámaras y un espejo, el psicólogo Paul Ekman y sus colegas aprendieron a contraer sus músculos faciales individualmente y a voluntad. Cuando no estaban seguros de qué músculos estaban usando, se insertaban agujas con conexiones especiales en músculos concretos a fin de aislar la actividad de cada uno. Ekman informa que la «sonrisa amplia» humana es una de las expresiones faciales menos complicadas. Sólo con la participación del «elevador de la comisura de los labios», el «formador de hoyuelos» y el «elevador de las mejillas» nuestra sonrisa se vuelve amplia y sugerente. Las noventa y seis versiones principales del enojo emplean varios cientos de combinaciones musculares, según su intensidad. Véanse Ekman, 1985; Goleman, 1981. <<
[9] Field y otros, 1982; Trevathan, 1987. <<
[10] Givens, 1983; Perper, 1985. <<
[11] TERRITORIOS ESPACIALES HUMANOS: la gente divide el espacio en cuatro tipos diferenciados. Para los norteamericanos, el «espacio íntimo» es en general de cuarenta y cinco centímetros alrededor de la cabeza. Sólo a personas de íntimo conocimiento y a las mascotas se les permite el acceso a este territorio privado durante un tiempo significativo. El «espacio personal» es el territorio de sesenta centímetros a un metro veinte en torno a la persona; los amigos tienen acceso a él. El «espacio social» va del metro veinte a los dos metros cuarenta y se utiliza en la interacción con otras personas en el trabajo y en las reuniones sociales. Los «espacios públicos» son todas las áreas a una distancia superior a los dos metros setenta o tres metros. Las diversas sociedades miden el territorio en torno al cuerpo de diferentes maneras, pero en todas existe un código de la proximidad. Véase Hall, 1966. <<
[12] TÁCTICAS DE CONVERSACIÓN EN EL CORTEJO: cuando una pareja comienza a conversar, busca intereses comunes e intenta establecer compatibilidades. Pueden ponerse mutuamente a prueba mediante el desacuerdo, y luego observar cómo maneja el otro este inconveniente. El objetivo es la confianza. Una persona puede revelar una debilidad y sin embargo presentarla dentro de una imagen de sí mismo positiva. Y cuando el cortejo comienza, uno de los dos puede pedir un pequeño favor, otra puesta a prueba. Existen tres corrientes ocultas que resultan de vital importancia en estas interacciones. La gente hace grandes esfuerzos por «dejar una buena impresión», busca llamar la atención del otro y hace regresiones a los arrullos y a otros comportamientos infantiles. Mientras tanto, intenta trasmitir un conjunto de virtudes, como por ejemplo estabilidad, autocontrol, inteligencia, bondad, consideración, aceptación, competencia, seriedad, valentía, sentido del humor y, sobre todo, disponibilidad. Véase Eibl-Eibesfeldt, 1989. <<
[13] EL CONTACTO: en la primera infancia nuestros antepasados eran tenidos en brazos continuamente y dormían contra el pecho materno, de modo que los seres humanos están condicionados para el contacto constante con la piel de otros. En algunas culturas se sostiene a los niños en brazos de forma tan permanente que nunca gatean; su primera exploración independiente del mundo ocurre cuando intentan caminar. Como resultado de esto, lo natural es que nos guste tocar y ser tocados, a menos que se nos haya educado de otra manera. Véanse Hall, 1959; Montagu, 1971; Morris, 1971; Henley, 1977. <<
[14] Givens, 1983. <<
[15] Eibl-Eibesfeldt, 1989. <<
[16] Hall, 1976. <<
[17] Douglas, 1987. <<
[18] Whyte, 1978. <<
[19] Yerkes y Eider, 1936. <<
[20] Daly y Wilson, 1983. <<
[21] LA COMIDA COMO OFRENDA DE CORTEJO: es posible que la comida como ofrenda de cortejo reproduzca la mecánica de la alimentación del bebé por parte de la madre, lo cual desencadenaría sentimientos de cuidado y protección en el hombre y de aceptación infantil en la mujer, que cimientan el desarrollo del vínculo. Véase Eibl-Eibesfeldt, 1989 <<
[22] Goodall, 1986; Teleki, 1973a. <<
[23] Ford y Beach, 1951. <<
[24] Ibid. <<
[25] Jespersen [1922], 1950. <<
[26] Hunt, 1959, 45. <<
[27] Tennov, 1979. <<
[28] Stendhal [1822], 1975. <<
[29] Ackerman, 1990; Russell, 1976; Hopson, 1979. <<
[30] FEROMONAS: el término feromonas, acuñado en 1959, puede aplicarse a cualquier sustancia química que una criatura excrete como señal inductiva de una respuesta específica, no aprendida, en otras criaturas. A pesar de que las criaturas producen feromonas como repelentes y para otros fines, el término feromonas en general se utiliza para aludir a los que cumplen la función de atraer sexualmente. Véase Shorey, 1976. <<
[31] Hopson, 1979; Ackerman, 1990. <<
[32] Gregersen, 1982. <<
[33] Cutler y otros, 1986; FEROMONAS HUMANAS MASCULINAS: estos datos sobre las feromonas humanas masculinas son hasta el presente puramente especulativos (véase Wilson, 1988). Pero es un hecho que la presencia de un macho estimula el celo en otras especies. Los científicos del Monell Chemical Senses Center sugieren que la «esencia masculina» puede llegar a ser útil en la corrección de ciertos tipos de esterilidad, regulando el ciclo menstrual, mejorando el método rítmico en el control de la natalidad y aliviando algunos de los síntomas de la menopausia. <<
[34] Forsyth, 1985. <<
[35] McClintock, 1971. Entre los que ponen en duda esta información cabe mencionar a Graham y McGrew, 1980; Quadagno y otros, 1981. <<
[36] Preti y otros, 1986. <<
[37] Eibl-Eibesfeldt, 1989. <<
[38] Givens, 1983. <<
[39] Money, 1986. <<
[40] Ibid., 19. <<
[41] PERVERSIONES SEXUALES: John Money (1986) propone que las parafilias o perversiones sexuales comienzan en la infancia cuando algún hecho traumático impide el desarrollo normal de los sentimientos eróticos, sexuales y amorosos, y los impulsos sexuales del niño son en cambio dirigidos hacia esquemas desviados de atracción y excitación. Cuando entra en la adolescencia, el sujeto ha desarrollado un mapa amoroso excéntrico. A estas personas les resulta imposible encontrar un compañero cuyo mapa amoroso se complemente con el propio, y por esta razón buscan compañeros inadecuados que satisfagan sus necesidades de excitación sexual. El vínculo entre amor y lujuria ha sido en su caso cercenado, bloqueado o distorsionado, y el sujeto comienza a permitirse las perversiones sexuales. Para profundizar en el tema de las perversiones sexuales humanas y su etiología, véase Money, 1986. <<
[42] Feinman y Gilí, 1978. <<
[43] Bower, 1990. <<
[44] Ford y Beach, 1951; Frayser, 1985. <<
[45] Buss, 1989. <<
[46] Shepher, 1971; Spiro, 1958. <<
[47] Tennov, 1979. <<
[48] Capellanus, 1959. <<
[49] Jankowiak, 1992. <<
[50] Ibid. <<
[51] Jankowiak y Fischer, 1992. <<
[52] Givens, 1983. <<
[53] Fehrenbacker, 1988. <<
[54] Liebowitz, 1983. <<
[55] Sabelli y otros, 1990. <<
[56] Sabelli, 1991. <<
[57] EL PAPEL DE LA HLHL EN EL ENAMORAMIENTO: es probable que haya varios neuroquímicos más asociados al enamoramiento. Entre ellos está la HLHL, u hormona luteinizante-hormona liberadora. El hipotálamo produce HLHL, que entonces se traslada hasta la vecina pituitaria. Desde allí, la HLHL dispara la producción de hormonas que regulan la producción de estrògeno y progesterona en los ovarios, y los andrógenos en los testículos. En algunos animales la HLHL también viaja directamente desde el hipotálamo a las zonas emocionales e intelectuales del cerebro, suministrándoles la información acerca de cuándo cortejar y copular. La asociación entre el hipopituitarismo y la falta de excitación erótico-sexual sugiere que esta brecha en la retroalimentación hormonal está en relación directa con el enamoramiento. Véase Money, 1980. <<
[58] Money y Ehrhardt, 1972. <<
[59] Money, 1980, 65. <<
[60] Liebowitz, 1983, 200; Bowlby, 1969. <<
[61] LA OXITOCINA Y LA EXCITACIÓN SEXUAL: indudablemente, se descubrirá que otros neurotrasmisores cerebrales y hormonas secretadas por el cerebro contribuyen a nuestro sistema humano de apego y desapego. La oxitocina, por ejemplo, es un péptido sintetizado primariamente por el hipotálamo, que está ubicado en la base del cerebro y forma parte del sistema límbico. Es conocido por la función que desempeña en la estimulación de las contracciones uterinas durante el parto y en la producción de la leche materna humana. Actualmente los científicos piensan que la oxitocina también puede cumplir una función en los impulsos sexuales, en la tendencia a cuidar y proteger a los niños y en las sensaciones de placer y satisfacción en el contacto físico, en la excitación sexual y en la plenitud sexual. Un estudio llevado a cabo con hombres demostró que los niveles de oxitocina en sangre durante el orgasmo aumentaban de tres a cinco veces (Angier, 1991). <<
[62] Daly, 1978. <<
[63] Van Valen, 1973. <<
[64] Hamilton, 1980; Hamilton y otros, 1981. <<
[65] Dougherty, 1955. <<
[66] Parker, Baker y Smith, 1972. <<
[67] EL ORIGEN DE LOS SEXOS: hay varias teorías acerca de por qué surgieron dos sexos. En ciertas algas verdeazuladas primitivas se observan dos tipos reproductores a los cuales se designa con el símbolo + y -, respectivamente, debido a que el sexo no es identificable en ninguno de los dos. Una de las teorías sostiene que los dos tipos reproductores de estas algas evolucionaron para evitar la endoprocreación (véase Daly y Wilson, 1983). La teoría de la «reparación genética» propone que, mediante la reproducción sexual, las nuevas combinaciones podrían reparar el daño mutacional sufrido por el material ADN, que había ocurrido durante las divisiones celulares precedentes (véase Michod, 1989). Otra teoría es conocida como la hipótesis de la parasitación. Los sexos surgieron de la misma manera en que actualmente los virus parasitan a las células receptoras: el virus incorpora su propio ADN a la célula receptora; luego, cuando la célula receptora se reproduce, copia asimismo el ADN del virus. De ese modo, los precursores de los machos eran minúsculos gametos que parasitaban a los gametos femeninos, de mayor tamaño. Para un análisis de las ventajas de la reproducción sexual y asexual, de las implicaciones de la reproducción sexual y de las teorías acerca del origen de la reproducción sexual, véanse Daly y Wilson, 1983; Williams, 1975; Maynard Smith, 1978; Low, 1979; Daly, 1978 Michod y Levin, 1987. <<
[68] Hamilton, 1964. <<
[69] «APTITUD INCLUSIVA» Y ALTRUISMO: la teoría de la aptitud inclusiva la propuso inicialmente Darwin (1859) cuando observó que la selección natural puede operar a nivel de la familia más que a nivel individual. La aptitud inclusiva fue nuevamente anticipada en la década de los treinta por el genetista británico J. B. S. Haldane. Pero la teoría la propuso formalmente en 1964 el genetista demográfico británico William D. Hamilton a fin de explicar la evolución del altruismo: si un hombre ancestral se sacrificaba para salvar a un hermano en trance de perecer ahogado, en realidad estaba salvando la mitad de su propio ADN y, por lo tanto, una parte de su propia naturaleza altruista. Por lo tanto, la aptitud de cada uno se mide por la cantidad de genes propios más los de los parientes de cada uno que sobreviven. Por medio de los conceptos de Hamilton sobre la aptitud inclusiva, muchas otras conductas sociales se volvieron comprensibles: los animales defienden el territorio común; los animales comparten y cooperan; las personas son nacionalistas porque cuando colaboran con sus parientes fortalecen su propio ADN (véase Wilson, 1975). Hoy en día, la aptitud inclusiva, así como el concepto de selección relacionado con ella en el terreno del parentesco, son ejemplos habitualmente utilizados para explicar algunas conductas animales. Véanse idem.\ Barish, 1977; Hamilton, 1964. <<
[70] ESTRATEGIAS REPRODUCTORAS: esta adaptación de los términos ha sido incompleta. Las dos variantes de monogamia —monoginia y mo-nandria— no se emplean para describir los sistemas humanos de matrimonio. Como resultado de esto, las tácticas reproductoras diferentes de hombres y mujeres son en general dejadas de lado. Por ejemplo, se nos informa que los afikpo ibo de Nigeria oriental son «poliginios». Algunos hombres afikpo ibo tienen varias esposas. Pero las mujeres afikpo ibo se casan con un solo hombre a la vez: monandria. De modo que, en realidad, corresponde diferenciar dos esquemas matrimoniales simultáneos: poliginia y monandria, según si se habla de hombres o de mujeres. Cuando los científicos sociales describen una sociedad como poliginia, pasan por alto las tácticas reproductoras femeninas. <<
[71] Wittenberger y Tilson, 1980, 198. <<
[72] Véanse Trivers, 1985; Mock y Fujioka, 1990; Westneat, Sherman y Morton, 1990; Hiatt, 1989; Wilson y Daly, en impresión. <<
[73] Bray, Kennelly y Guarino, 1975. <<
[74] Gibbs y otros, 1990. <<
[75] Lampe, 1987; Wolfe, 1981. <<
[76] DEFINICIONES DE MATRIMONIO: muchos antropólogos han formulado definiciones del matrimonio. La versión de Suzanne Frayser es una de las mejores: «El matrimonio es la relación dentro de la cual la sociedad aprueba que haya relaciones sexuales y que se den a luz niños» (Frayser, 1985, 248). En una definición semejante, el antropólogo Ward Goodenough propone que los tres componentes esenciales del matrimonio son: la dimensión jurídica o legal, la prioridad del acceso sexual y la idoneidad reproductora (Goodenough, 1970, 12). <<
[77] Cherlin, 1981. <<
[78] Fisher, 1989. <<
[79] Murdock, 1967; Van den Berghe, 1979; Betzig, 1986. <<
[80] Betzig, 1982, 1986. <<
[81] EL MATRIMONIO PARA LOS TIWI Y EL PAPEL QUE DESEMPEÑA LA MUJER: las mujeres tiwi no son sólo peones en las guerras matrimoniales de los hombres. Muy por el contrario, desempeñan un papel crucial en las negociaciones. Todo yerno debe hacerse cargo de satisfacer las necesidades de la mujer que dará a luz a sus esposas, y toda suegra puede romper este contrato si sus regalos y su trabajo son insuficientes. De modo que las mujeres tiwi son nodulos poderosos en el sistema matrimonial, así como lo son en otros aspectos de la sociedad. Véanse Goodale, 1971; Hart y Pilling, 1960; Rohrlick-Leavitt, Sykes y Weatherford, 1975; Berndt, 1981. <<
[82] Verner y Willson, 1966; Orians, 1969; Borgerhoff Mulder, 1990. <<
[83] LA POLIGINIA Y LAS MUJERES: las mujeres que viven con otras coesposas son generalmente menos fértiles que las mujeres de los matrimonios monogámicos (Daly y Wilson, 1978). Sin embargo, entre las mujeres que viven con esposos poliginios, la primera esposa a menudo procrea más hijos que las esposas más jóvenes, probablemente porque realiza menos tareas exigentes y tiene acceso a una mejor alimentación (Isaac y Feinberg, 1982). <<
[84] Bohannan, 1985; Mealey, 1985. <<
[85] FORMAS DE POLIGINIA: los machos de la comunidad animal adquieren harenes como mínimo de cuatro formas; cada una tiene su paralelo en la humanidad (Flinn y Low, 1986). La poliginia se observa comúnmente en las especies cuya fuente de alimentación, guaridas, lugares de anidación o áreas de apareamiento aparecen apiñadas. Las hembras tienden a reunirse en estos lugares para comer o alimentar a sus crías, y si un macho logra erigirse en único propietario de uno de estos ricos emplazamientos, puede hacerse un harén con sólo ahuyentar a los otros machos y esperar a que lleguen las hembras. Esta táctica es conocida como POLIGINIA COMO DEFENSA DE LOS RECURSOS (Emlen y Oring, 1977). Entre los kipsigis de Kenia, las mujeres en general eligen casarse con hombres poliginios que sean propietarios de grandes territorios (Borgerhoff Mulder, 1990). El macho de algunas especies rodea a un grupo de hembras y por la fuerza impide que otros machos se les acerquen. Esta técnica se conoce como POLIGINIA POR DEFENSA DE LAS HEMBRAS. Si un marido tiwi, de Australia, sospecha que una de sus esposas le es infiel, puede golpearla o quejarse a la familia de origen de la mujer. Si un muchacho y una adolescente casada se fugan juntos y el varón se niega a arrepentirse, el airado esposo puede matar al ladrón (Goodale, 1971). Esta conducta de guardián es reminiscente de la poliginia por defensa de las hembras observada en otras especies (Flinn y Low, 1986). Otra estrategia es conocida como POLIGINIA POR DOMINACIÓN MASCULINA. Los machos maniobran entre ellos sabiamente para adquirir «estaciones de apareamiento» sobre los barrancos (véase capítulo I), en puntos bien a la vista de las hembras que pasan. Las hembras entonces caminan entre ellos y descansan en las estaciones de apareamiento a fin de aparearse. Los machos mayores y más vigorosos tienden a atraer a la mayoría de las hembras que pasan (De Vos, 1983). Entre los !kung san del Desierto de Kalahari, en el sur de África, algunos hombres son carismáticos, fuertes y saludables, y ocasionalmente obtienen dos esposas sin recursos pero con fuerte personalidad (Shostak, 1981). Los orangutanes, los antes y los abejorros buscan persistentemente hembras receptivas, se aparean y siguen su camino. Esta técnica es identificada como POLIGINIA POR BÚSQUEDA. Una variación de esta técnica para formar un harén es característica de los camioneros, los viajantes de comercio, los ejecutivos internacionales y los marineros que tienen «una novia en cada puerto». Véanse Flinn y Low, 1986; Dickemann, 1979. <<
[86] Frayser, 1985; Van den Berghe, 1979; Murdock y White, 1969. <<
[87] Murdock, 1949, 27-28. <<
[88] Murdock, 1967; Van den Berghe, 1979. <<
[89] Klein, 1980. <<
[90] Alexander, 1974; Finn y Low, 1986; Goldizen, 1987; Jenni, 1974. <<
[91] Lancaster y Lancaster, 1983. <<
[92] TRADICIONES MATRIMONIALES DE LOS NAYAR: los nayar, que habitan la Costa Malabar de Kerala, en la India, tienen una forma de casarse que desafía toda clasificación. Estas personas viven en grupos formados por los hermanos y la madre. El jefe de la familia es un hombre. La ceremonia del primer casamiento de una mujer es breve y sencilla. Después del ritual no necesita mantener relaciones sociales ni sexuales con su esposo. Si desea tener otros amantes está en libertad de hacerlo. El marido y los amantes la visitan sólo de noche, por lo tanto, se los llama esposos visitantes. Las mujeres tienen un mínimo de tres y hasta doce amantes simultáneos. La relación matrimonial cesa cuando el esposo deja de hacerle regalos a su mujer en los festivales anuales. Es esencial que uno o más hombres del grupo social adecuado reconozcan la paternidad cuando una «esposa» queda embarazada, a pesar de que a menudo el padre biológico se limite a respetar posteriormente el tabú del incesto, si está seguro de que la criatura es suya. Para los nayar, el matrimonio sólo cumple la función de proporcionar legitimidad a los hijos. Véanse Gough, 1968; Fuller, 1976. <<
[93] COMUNIDADES DE «AMOR LIBRE»; estudios realizados en seis comunidades norteamericanas indican que sus miembros no practican realmente el «amor libre». En cambio, las reglas sobre sexualidad son rígidas y las funciones sexuales y sociales son jerárquicas y muy estructuradas. Véase Wagner, 1982; Stoehr, 1979; Constantine y Constantine, 1973. <<
[94] Véase Van den Berghe, 1979. <<
[95] Bohannan, 1985. <<
[96] POLIGINIA Y POLIANDRIA: ESTRATEGIAS REPRODUCTORAS HUMANAS SECUNDARIAS: debido a que la poliginia proporciona a los varones ciertas ventajas genéticas, y la poliandria representa para las mujeres beneficios adicionales, algunos antropólogos afirman que estas estrategias reproductivas son primariamente tácticas reproductivas de la humanidad, que los hombres y las mujeres toleran la monogamia sólo porque los hombres son incapaces de obtener los recursos necesarios para formar harenes, y que las mujeres soportan la monogamia sólo porque no logran inducir a más de un varón a suministrarles recursos. En apoyo de esta teoría están las abundantes manifestaciones de poliginia observables entre hombres poderosos (Betzig, 1986). Pero la estrategia reproductiva variable de la monogamia en combinación con el adulterio proporciona ventajas reproductivas semejantes: los varones tienen la oportunidad de inseminar a múltiples mujeres, y las mujeres logran obtener recursos adicionales. Es más, la mayoría de los seres humanos practican la monogamia en combinación con el adulterio. De modo que, en mi opinión, ésta es la estrategia reproductiva primaria del Homo sapiens, mientras que la poliginia y la poliandria son tácticas reproductivas oportunistas y secundarias. <<
[97] Whyte, 1978, 74; Frayser, 1985, 269. <<
[98] Mace y Mace, 1959. <<
[99] Diana, sin fecha. <<
[100] Carneiro, 1958. <<
[101] PATRONES MUNDIALES DE ADULTERIO: en el 72% de 56 sociedades estudiadas, el adulterio femenino es de moderado a común (Van der Berghe, 1979). De 139 sociedades estudiadas en la década de los cuarenta, el 39% permitía que hombres y mujeres tuvieran relaciones extramaritales ya fuera durante ciertas fiestas o celebraciones, con ciertos y determinados parientes, como por ejemplo la hermana de la esposa o el hermano del esposo, o en otras circunstancias especiales. Las relaciones extramaritales eran extremadamente comunes en 17 de las 85 culturas restantes, y los transgresores rara vez recibían algún castigo (véase Ford y Beach, 1951). En un estudio diferente, el antropólogo George Murdock analizó 148 sociedades, pasadas y recientes, y descubrió que 120 de ellas tenían tabúes contra el adulterio, 5 permitían el adulterio en forma irrestricta, 19 permitían la infidelidad en determinadas circunstancias y 4 desaprobaban pero no prohibían de forma estricta el sexo fuera del vínculo matrimonial (Murdock, 1949). En todos los casos, no obstante, Murdock estaba midiendo el adulterio como una actividad sexual con personas remotamente emparentadas o no emparentadas en absoluto. Esta distinción es importante. Murdock confirmó el descubrimiento de Ford y Beach (1951) de que una mayoría sustancial de sociedades permiten las relaciones extramaritales con individuos emparentados en alguna medida. Suzanne Frayser (1985) también confirmó la existencia ampliamente difundida del tabú del adulterio con sujetos no emparentados. Su informe establece que el 74% de 58 culturas prohíben el adulterio, ya sea a la mujer o a ambos cónyuges. Destaca que el castigo del adulterio varía. En el 83% de 48 sociedades, ambos cónyuges reciben castigo por cometer adulterio; en el 40% de ellas, hombres y mujeres son castigados con igual severidad; en el 31% de los casos, el castigo infligido al hombre es más severo que el que recibe su amante. Ninguna sociedad tolera que la mujer tenga aventuras, y en cambio castiga a los hombres por el mismo motivo; y una mayoría significativa de culturas impone más restricciones a las mujeres que a los hombres. Las sociedades con escasas restricciones contra los vínculos extramaritales de cualquier tipo y con un alto grado de conducta sexual extramarital en ambos sexos incluyen a los dieri de Australia, los gilyak del nordeste asiático, los indios hidatsa de Dakota del Norte, los lesu de Nueva Irlanda, los masai del África oriental, los toda de la India, los kaingang de Brasil y los yápese del Pacífico (Ford y Beach, 1951). Stephens (1963) informa que aun en las culturas donde el adulterio es tolerado, hombres y mujeres tienen celos. <<
[102] Schneider, 1971. <<
[103] Gove, 1989. <<
[104] Westermarck, 1922. <<
[105] Revista People, 1986. <<
[106] Bullough, 1976. <<
[107] Ibid. <<
[108] Lampe, 1987. <<
[109] Lampe, 1987; Bullough, 1976. <<
[110] Bullough, 1976. <<
[111] Canción de Salomón, 3:16. <<
[112] Lawrence, 1989; Foucault, 1985. <<
[113] Lampe, 1987; Bullough, 1976. <<
[114] ORIGEN DE LOS TÉRMINOS SEXUALES: en el siglo IV de la era cristiana el adulterio era tan común en Roma que los funcionarios comenzaron a multar a los transgresores. Los ingresos obtenidos con dichas multas eran tan abultados que aparentemente el Estado construyó con ellos un templo para honrar a Venus (Bardis, 1963). Los términos sexo oral, jelación, masturbación y prostituta provienen todos del dialecto de la antigua Roma (Bullough, 1976). <<
[115] Bullough, 1976; Lawrence, 1989. <<
[116] Véanse Bullough, 1976; Lawrence, 1989; Brown, 1988; Pagels, 1988. <<
[117] Bullough, 1976, 192. <<
[118] Lampe, 1987, 26; Lawrence, 1989, 125; Pagels, 1988. <<
[119] Burns, 1990. <<
[120] Lawrence, 1989, 169. <<
[121] Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948; Kinsey y otros, 1953. <<
[122] Hunt, 1974, 263. <<
[123] Tavris y Sadd, 1977. <<
[124] Wolfe, 1981. <<
[125] Hite, 1981. <<
[126] Lawson, 1988; Lampe, 1987. <<
[127] Marriage and Divorce Today, 1987. <<
[128] Blumstein y Schwartz, 1983. <<
[129] OPORTUNIDAD Y DURACIÓN DE LAS RELACIONES EXTRAMARITALES: la duración de las relaciones extramaritales es difícil de establecer a partir de la bibliografía. En un estudio llevado a cabo con 200 parejas, los esposos mantuvieron sus relaciones extramaritales durante un promedio de 29 meses, mientras las esposas mantuvieran las suyas durante un promedio de 21 meses (Hall, 1987). Kinsey (1953) observó que aproximadamente el 42% de los casos de su muestra de mujeres copuló fuera de la pareja matrimonial durante un período inferior al año, el 23% lo hizo durante 2 a 3 años, y el 35% lo hizo durante 4 años o más. Pero Kinsey no informa la duración de cada aventura sino apenas cuánto tiempo estas mujeres copularon fuera del matrimonio. Un estudio realizado con aproximadamente 600 hombres y mujeres ingleses estableció que los hombres casados en la década de los setenta tuvieron su primera relación extramarital 5 años después del casamiento y que las mujeres fueron fieles a su pareja durante 4 años y medio a contar desde el casamiento. Los hombres casados en la década de los sesenta esperaron un promedio de 7 años; las mujeres esperaron un promedio de 8 años antes de tener su primera aventura. Entre los casados antes de 1960, los hombres tomaron una amante después de un promedio de 11 años, mientras que las mujeres esperaron un promedio de 14 años y medio (Lawson, 1988). <<
[130] Kinsey y otros, 1953, 409. <<
[131] Véanse Bateman, 1948; Trivers, 1972; Symons, 1979. <<
[132] Symons, 1979, V, 291. <<
[133] Ruse, 1988. <<
[134] Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948; Kinsey y otros, 1953. <<
[135] Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948. <<
[136] Shostak, 1981, 271. <<
[137] Hrdy, 1981, 1986. <<
[138] Ford y Beach, 1951, 118. <<
[139] Kinsey y otros, 1953, 415. <<
[140] Werner, 1984; Bullough y Bullough, 1987. <<
[141] Gregor, 1985. <<
[142] Reichard, 1950. <<
[143] Bullough y Bullough, 1987. <<
[144] Nimuendaju, 1946. <<
[145] Beals, 1946. <<
[146] Nadel, 1942. <<
[147] Symons y Ellis, 1989. <<
[148] Véanse Lampe, 1987, 178 y sigs… Brown, 1987; Hall, 1987; Lawson, 1988; Pittman, 1989; Atwater, 1987; Wolfe, 1981, Hite, 1981; Hunt, 1974; Tavris y Sadd, 1977; Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948; Kinsey y otros, 1953. <<
[149] Botwin, 1988. <<
[150] Shostak, 1981. <<
[151] Lampe, 1987, 199. <<
[152] Abu-Lughod, 1987, 24. <<
[153] Abu-Lughod, 1986. <<
[154] Farah, 1984. <<
[155] Ibid. <<
[156] Ibid. 26. <<
[157] Ibid. 20. <<
[158] Murdock, 1965. <<
[159] Weisman, 1988. <<
[160] Murdock, 1965; Betzig, 1989. <<
[161] EL DERECHO AL DIVORCIO DEL HOMBRE Y DE LA MUJER: en 30 de las 40 sociedades tradicionales analizadas por George Peter Murdock en 1950, hombres y mujeres tenían igual derecho a iniciar el divorcio; en el 10% de dichas culturas las mujeres tenían mayores privilegios respecto al divorcio. Murdock llegó a la conclusión de que el divorcio era igualmente accesible a ambos sexos (Murdock, 1965). En un estudio que realizó con noventa y tres sociedades, Whyte confirmó esta conclusión al afirmar: «Observamos que la equivalencia de derecho al divorcio para ambos sexos es evidentemente el patrón más difundido» (Whyte, 1978). Suzanne Frayser informó que, de las 45 sociedades por ella estudiadas, el 38% permitía que tanto el marido como la mujer se divorciaran; uno de los cónyuges o ambos tuvieron dificultades en obtener el divorcio en el 62% de dichas culturas. En muchas sociedades insulares del Pacífico el divorcio era fácil de obtener tanto para hombres como para mujeres. En las sociedades que circundaban el Mediterráneo era más difícil para las mujeres obtener el divorcio, pero en muchas sociedades Áfricanas era en general más dificultoso para los hombres. Véase Frayser, 1985. <<
[162] Murdock, 1965, 319. <<
[163] Betzig, 1989. <<
[164] EL MATRIMONIO COMO ESTRATEGIA REPRODUCTORA: Murdock (1949) sostiene que, dado que el sexo y la reproducción eran accesibles fuera del matrimonio, la cooperación económica y la división del trabajo entre los sexos eran las razones principales para el casamiento. Pero en las 40 sociedades tradicionales que analizó en 1950, observó que la razón principal del divorcio eran los problemas de reproducción (Murdock, 1965). Un estudio de Frayser confirma el importante papel que desempeña la reproducción en el divorcio, y por lo tanto en el casamiento. En una muestra de 56 culturas, los hombres se divorciaban de sus esposas, en primer lugar, debido a problemas de reproducción; en segundo lugar, por incompatibilidad; tercero, debido a infidelidad por parte de la mujer. En un muestreo de 48 culturas, las mujeres abandonaban a sus esposos con mayor frecuencia debido a incompatibilidad de caracteres; segundo, porque el hombre era incapaz de cumplir con sus responsabilidades económicas y domésticas; tercero, a causa de agresiones físicas. Véase Frayser, 1985. <<
[165] EL NUEVO CASAMIENTO: un estudio de 37 pueblos tradicionales demostró que el nuevo casamiento era ampliamente permitido en el 78% de los casos; en los casos en que un nuevo matrimonio era difícil de lograr (en el 22% de estas culturas), en general era más problemático volver a casarse para las mujeres que para los hombres (Frayser, 1985). El nuevo matrimonio se practicaba en las sociedades de la Europa occidental preindustrial, pero por lo general como consecuencia de la muerte de uno de los cónyuges más que tras el divorcio, ya que el mismo era prohibido por la Iglesia católica apostólica romana. En estos pueblos era común la adhesión a la tradición charivari, es decir, a la creencia de que era antiético que las viudas volvieran a casarse. Subyacente a dicho precepto estaban las complejas transacciones y mecanismos de herencia patrimonial que el nuevo casamiento de la viuda ponía en peligro (Dupáquier y otros, 1981). A pesar de que el nuevo casamiento de las viudas (y en algunos casos, de los viudos) fuera desaprobado por los pueblos agricultores europeos de siglos anteriores, los nuevos casamientos se daban con frecuencia y estaban ampliamente difundidos (Dupáquier y otros, 1981; Goody, 1983). El nuevo casamiento por parte de las viudas era dificultoso en la época preindustrial en la India, China y Japón, así como en culturas agrícolas (Dupáquier y otros, 1981; Goody, 1983, 40). Sin embargo, en todas las sociedades de las que se tienen datos, los índices de nuevos casamientos eran más altos en el caso de las mujeres en edad reproductiva. Véanse Dupáquier y otros, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984; véase también el capítulo XIV de la presente obra. <<
[166] Cherlin, 1981. <<
[167] Howell, 1979; Shostak, 1981. <<
[168] Howell, 1979. <<
[169] LA AUTONOMÍA FEMENINA Y LOS ALTOS ÍNDICES DE DIVORCIO: las culturas que presentan un alto grado de autonomía femenina así como altos índices de divorcio incluyen a los semang, de la península de Malasia (Sanday, 1981; Murdock, 1965; Textor, 1967); a varias poblaciones del Caribe (Flinn y Low, 1986); a los dobu, que habitan en una isla frente a la punta oriental de Nueva Guinea (Fortune, 1963); a los ngoni de Fort Jameson, a los yao y los lozy de África del sur (Barnes, 1967); a los turu de Tanzania (Schneider, 1971); a los samoanos de Oceanía (Textor, 1967); a los gururumba de Nueva Guinea (Friedl, 1975); a los isleños trobriand de Papúa y Nueva Guinea (Weiner, 1976); a los nativos de Mangaia, Polinesia (Suggs y Marshall, 1971); a los tlingit de Alaska del sur (Laura Klein, Departamento de Antropología, Universidad Luterana del Pacífico, comunicación personal con la autora); a los kaingang del sur de Brasil, a los crow de Montana y a los iroqueses de Nueva York (Murdock, 1965). <<
[170] Lloyd, 1968, 79. <<
[171] Friedl, 1975. <<
[172] Brenda Kay Manuelito, Departamento de Antropología, Universidad de Nuevo México, comunicación personal con la autora. <<
[173] Van den Berghe, 1979. <<
[174] Le Clercq, 1910, 262. <<
[175] Dupáquier y otros, 1981. <<
[176] Evangelio según San Marcos 10:11-12; Lawrence, 1989, 63. <<
[177] Fisher, 1987, 1989. <<
[178] Cherlin, 1981; Levitan, Belous y Gallo, 1988; Glick, 1975; Espenshadé, 1985; Whyte, 1990. <<
[179] LA PROGRESIVA AUTONOMÍA DE LAS MUJERES ROMANAS: los historiadores no se ponen de acuerdo acerca de las razones ni del momento en que comenzó a aumentar la emancipación y la afirmación de sí mismas de las mujeres de la antigua Roma. Algunos señalan la derrota de Aníbal en el año 202 antes de Cristo; otros, la derrota de Macedonia en el 168 antes de Cristo, y están los que piensan que coincidió con la destrucción de Cartago en el año 146 antes de Cristo. Sin embargo, a consecuencia de una serie de acontecimientos históricos, Roma experimentó una época de opulencia en los siglos que precedieron el nacimiento de Cristo, un aumento concomitante de los poderes económico, político y social de las mujeres y un alza en el índice de divorcios. Véanse Balsdon, 1973; Carcopino, 1973; Rawson, 1986; Hunt, 1959. <<
[180] Burgess y Cottrell, 1939; Ackerman, 1963; Lewis y Spanier, 1979; Bohannan, 1985; London y Wilson, 1988. <<
[181] Whyte, 1990, 201. <<
[182] Cohen, 1971. <<
[183] Levinger, 1968. <<
[184] Bernard, 1964. <<
[185] Guttentag y Secord, 1983. <<
[186] Paul Morgan, Departamento de Sociología, Universidad de Pensilvania, comunicación personal con la autora. <<
[187] Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[188] Fisher, 1989. <<
[189] DATOS SOBRE DIVORCIO EN EL ARCHIVO DEL ÁREA DE RELACIONES HUMANAS: el Archivo del Área de Relaciones Humanas proporciona información comparada de diversas culturas y las tasas de divorcio. Este archivo, conocido como el AARH, lo inició en los años cincuenta George Peter Murdock, que obtuvo «etnografías» (descripciones antropológicas de culturas concretas) y luego clasificó y registró los libros y artículos mediante diferentes formas de ingreso en la información. Actualmente están catalogadas más de 850 culturas. Sin embargo, los datos sobre divorcio en este archivo presentan diversos problemas. Como lo indica Charles Ackerman (1963): «La mayoría de los etnógrafos informan que el divorcio es “poco frecuente”, “frecuente”, “atípico”, etc. Rara vez un etnógrafo justifica sus aseveraciones acerca de las frecuencias de divorcio con cifras sobre su incidencia real». Ackerman destaca asimismo que la información del AARH impide la comparación de los índices de divorcio entre las diversas sociedades. Es imposible saber si un índice «bajo» dentro de una cultura es equivalente al índice «bajo» de otra. Además, el investigador no tiene forma de saber si el «bajo» índice informado para una comunidad se refiere a los índices de divorcio de las aldeas vecinas o a la misma comunidad en otras décadas. Se carece de datos sincrónicos y diacrónicos sobre el fenómeno del divorcio. Más aún, diferentes etnógrafos de la misma cultura informan diferentes frecuencias de divorcio, y en algunos registros la información se contradice con la proporcionada por científicos sociales en otros artículos de revistas especializadas y en libros (Textor, 1967). Por último, son pocos los etnógrafos que tabulan la duración del matrimonio que culmina en divorcio, la edad a la que el divorcio se produce, el número de niños afectados por el divorcio y otros datos que podrían utilizarse para realizar comparaciones con los pueblos occidentales. <<
[190] Ackerman, 1963; Murdock, 1965; Friedl, 1975. <<
[191] Cohen, 1971. <<
[192] Avery, 1989, 31. <<
[193] Barnes, 1967; Murdock, 1965; Textor, 1967; Friedl, 1975. <<
[194] Fisher, 1989, 1991, en preparación. <<
[195] LA COMEZÓN DEL SÉPTIMO AÑO: el concepto norteamericano de comezón del séptimo año se originó en el empleo demográfico del valor medio a fin de determinar la duración del matrimonio. El valor medio es el número central de un grupo de números. El 50% de los incidentes ocurren antes del valor medio y el otro 50% después del valor medio. En los Estados Unidos, entre 1960 y 1982, la duración promedio del matrimonio que culminó en divorcio oscilaba entre los 7,2 y los 6,5 años, por lo tanto, el 50% de todos los matrimonios se habían disuelto alrededor de los siete años (U. S. Bureau of the Census, 1986, tabla 124). Pero lo que a mí me interesa es determinar lo que la mayoría de las personas hace, el pico o modo de divorcio. El universo estudiado por Naciones Unidas confirma que un promedio del 48% de todos los divorcios ocurre dentro de los siete años de matrimonio —el valor medio—, pero los divorcios se acumulan en torno al pico de los cuatro años (Fisher, 1989). <<
[196] Andrew Cherlin, Departamento de Sociología, Universidad de Johns Hopkins, comunicación personal con la autora. <<
[197] Bullough, 1976, 217. <<
[198] Fisher, 1989. <<
[199] Vital Statistics of the United States, 1981. <<
[200] Ibid. 1964, 1974, 1984, 1985, 1987, 1990. <<
[201] Cherlin, 1981. <<
[202] Bohannan, 1985, 147. <<
[203] PROBLEMAS DE PROCEDIMIENTO QUE DESVIRTUARON LOS DATOS DE LA ONU: en los casos incluidos en la muestra de Naciones Unidas, el tiempo transcurrido desde la petición de divorcio hasta la sentencia que lo concede es de un período que oscila entre unas semanas y alrededor de un año (Naciones Unidas, 1958, 1984). Algunos otros tecnicismos tienden a desvirtuar estas estadísticas sobre divorcio: ciertos países incluyen las anulaciones, que disminuyen la duración del matrimonio; otros incluyen las separaciones legales, que aumentan la duración del matrimonio; los hay también que incluyen el divorcio en ciertas condiciones, como por ejemplo la «separación por dos años», con lo cual se prolonga el proceso de divorcio; otros basan sus estadísticas en las «peticiones de divorcio» en lugar de en las sentencias de divorcio, etcétera. Los problemas de procedimiento, como el hecho de que hacia fin de año se acumulen las demandas de divorcio y las audiencias de los casos, también contribuyen a desvirtuar la información. Afortunadamente, la incidencia de las anulaciones y las separaciones legales es baja. (Véase Naciones Unidas, 1984, tabla 37). Debido a la imprecisión de estos datos sobre duración legal del matrimonio, preferiría estudiar la duración de los vínculos humanos de pareja, a contar desde el momento en que un hombre y una mujer comienzan a salir juntos y a comportarse como una pareja hasta el momento en que deciden dar el vínculo por terminado. Pero estas cifras no están disponibles. <<
[204] Naciones Unidas, 1955, 1984; Fisher, 1989. <<
[205] Johnson, 1983, 1. <<
[206] Fisher 1989, 1991, en preparación. <<
[207] Ibid. <<
[208] EL RIESGO DE DIVORCIO POR NÚMERO DE NIÑOS DEPENDIENTES: UN PROBLEMA IMPORTANTE: para determinar el riesgo de divorcio en casos con cantidades específicas de niños en la familia se necesitaría información que los anuarios de las Naciones Unidas no proporcionan. Por ejemplo, para determinar el riesgo de divorcio de una pareja con un solo hijo dependiente, es necesario dividir el número de parejas que se divorcian con un hijo dependiente por el número de parejas con un solo hijo que no lo hacen. Me fue imposible obtener los datos de correlaciones adecuadas entre censos que me habrían permitido determinar el riesgo de divorcio por número de hijos dependientes, correspondientes a un año y a un país extranjero determinado, o para un año cualquiera dentro de los Estados Unidos. Por lo tanto, los datos sobre divorcio con hijos dependientes que se mencionan sugieren que la presencia de hijos estabiliza el matrimonio, pero no lo demuestran. <<
[209] London y Wilson, 1988. <<
[210] Glick, 1975. <<
[211] Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[212] Cherlin, 1981. <<
[213] Naciones Unidas, 1984. <<
[214] RELACIÓN ENTRE ESTOS PERFILES DE DIVORCIO: estos datos acerca de la duración de los matrimonios que terminan en divorcio, de las edades a las que el divorcio se produce y de los casos de divorcio con hijos dependientes, fueron extractados de los anuarios demográficos de las Naciones Unidas y no están disponibles en forma polivalente. Por lo tanto, no pueden reflejar las relaciones existentes entre estos tres perfiles de divorcio. El pico de divorcio en las parejas con uno o ningún hijo, por ejemplo, puede ser un motivo del pico de divorcio durante o alrededor del cuarto año de matrimonio. <<
[215] Chute, 1949. <<
[216] Chagnon, 1982. <<
[217] Barnes, 1967. <<
[218] Murdock, 1965. <<
[219] Betzig, 1989. <<
[220] Beardsley y otros, 1959. <<
[221] Radcliffe-Brown, 1922. <<
[222] East, 1939. <<
[223] PATRONES MUNDIALES DE TENENCIA DE HIJOS Y DISTRIBUCIÓN DEL PATRIMONIO TRAS EL DIVORCIO: los motivos más frecuentes de inhibición del divorcio surgen en las parejas a raíz de la indecisión acerca de la tenencia de los hijos y la distribución del patrimonio y otros recursos. El estudio de 41 culturas reveló que el 44% resolvían la tenencia de los hijos en función de las circunstancias que habían precipitado la separación, o según las preferencias o edades de los niños «en litigio». En el 22% de las 41 sociedades analizadas, la tenencia de los niños se dio al esposo; en el 20% de los casos los niños se convirtieron en propiedad de la esposa. Las circunstancias del divorcio determinaron la asignación de bienes en el 41% de 39 sociedades. En el 29% de las 39 culturas los recursos económicos se repartieron equitativamente entre los cónyuges; en el 23% de los casos, la esposa sufrió una pérdida financiera mayor, y el esposo y sus parientes sufrieron una mayor devastación económica en el 15% de los casos (Frayser, 1985). <<
[224] Henry, 1941. <<
[225] Cohen, 1971, 135. <<
[226] Howell, 1979. <<
[227] La fauna y flora mencionados aquí y en capítulos posteriores del libro son variedades antiguas de antiguas especies y familias que en la actualidad están extinguidas. <<
[228] Chesters, 1957; Andrews y Van Couvering, 1975; Bonnefille, 1985; Van Couvering, 1980. <<
[229] Corruccini, Ciochon y McHenry, 1976; Rose, 1983. <<
[230] Sibley y Ahlquist, 1984; Simons, 1985. <<
[231] Corruccini, Ciochon y McHenry, 1976; Rose, 1983. <<
[232] Andrews, 1981. <<
[233] Smuts, 1985, 16. <<
[234] Nadler, 1988. <<
[235] Goodall, 1986; Fossey, 1983; Galdikas, 1979. <<
[236] Tutin y McGinnis, 1981; Fossey, 1979; Veit, 1982; Galdikas, 1979. <<
[237] COMPORTAMIENTO SEXUAL DE LOS CHIMPANCÉS PIGMEOS: en los chimpancés pigmeos, también conocidos como bonobos, se observan conductas y hábitos sexuales bastante diferentes de los observados en otros simios. Aparece un índice alto de homosexualidad, y si bien la actividad homosexual alcanza su punto más alto durante el celo, dichos contactos se presentan también en otros momentos del ciclo menstrual (De Waal, 1987; Thompson-Handler, Malenky y Badrian, 1984). La actividad heterosexual de los bonobos es asimismo observable durante todo el ciclo menstrual (ibid.). Y las hembras bonobo vuelven a la actividad heterosexual dentro del año posterior al parto (Badrian y Badrian, 1984). Debido a que en los chimpancés pigmeos se observan estos extremos de la sexualidad de los simios, y debido a que los datos bioquímicos sugieren que los chimpancés pigmeos aparecieron sobre la Tierra no más de dos millones de años atrás (Zihlman y otros, 1987), no me inclino a considerarlos un modelo adecuado de la vida de los hominoideos hace veinte millones de años. <<
[238] Hrdy, 1981; Goodall, 1986; De Waal, 1982. <<
[239] Conoway y Koford, 1964; Goodall, 1986; Rowell, 1972; Harcourt, 1979; Veit, 1982; Fossey, 1983. <<
[240] Goodall, 1986; MacKinnon, 1979. <<
[241] Fossey, 1983. <<
[242] Veit, 1982; Fossey, 1983; De Waal, 1982, 1987. <<
[243] LA VIOLACIÓN EN OTRAS ESPECIES: en diversas pruebas de libre acceso (PLA), una hembra de chimpancé, de gorila o de orangután fue alojada con un macho de la misma especie dentro de una jaula compartida; cada uno de los animales tenía acceso constante al otro. Algunos de los machos de las tres especies dominaban a la hembra y forzaban la cópula, al margen del estado sexual de la hembra o de sus preferencias (Nadler, 1988). Los ejemplos más frecuentes y conspicuos de violación los dieron los machos de orangután. La violación se producía en cada ocasión en que una hembra y un macho eran encerrados juntos, independientemente del momento del ciclo menstrual en que la hembra se encontrara o de su disposición a la cópula. En una segunda prueba se instaló una puerta que dividía la jaula en dos mitades iguales. El diseño de la puerta permitía que la hembra ingresara libremente en el sector del macho, pero el macho no podía entrar libremente en el sector de la hembra. En estas condiciones, las hembras de las tres especies sólo buscaron la cópula solamente durante un período restringido, asociado al momento central del celo (ibid). Por lo tanto, cuando las hembras podían controlar el apareamiento, la actividad sexual se volvió marcadamente periódica (ibid.). La violación también se produce en los simios en libertad. Existen informes de dos ocasiones en que se observaron cópulas forzadas entre chimpancés (Tutin y McGinnis, 1981). En ambos casos, un macho atrapó a una hembra en un árbol y forzó el apareamiento. En algunas ocasiones se observó que el gorila macho dirigía gestos agresivos a la hembra durante el cortejo, pero en ninguno de los casos la cópula fue forzada (Harcourt, 1979). La violación tal vez sea una de las estrategias reproductoras primarias de los orangutanes macho subadultos. Los machos dominantes y plenamente desarrollados entablan el cortejo de la hembra durante su período receptivo; no fuerzan a la hembra a copular (Galdikas, 1979). Pero los subadultos a menudo abordan a la hembra e intentan copular por la fuerza (MacKinnon, 1979). Estas «violaciones furtivas» son ahora consideradas como una «estrategia reproductora alternativa estable» de los orangutanes (Rodman, 1988). La violación también se ha observado en otras especies como patos, gaviotas, garzas, albatros y golondrinas de ribera. El macho de golondrina de ribera, por ejemplo, una especie monógama que anida en colonias, intentará derribar en pleno vuelo a otras hembras apareadas con otros machos para forzar la cópula (véase Daly y Wilson, 1983). <<
[244] Van Couvering, 1980. <<
[245] Berggren y Hollister, 1977. <<
[246] Van Couvering y Van Couvering, 1975; Berggren y Hollister, 1977; Thomas, 1985. <<
[247] Axelrod y Raven, 1977. <<
[248] Andrews y Van Couvering, 1975, 65. <<
[249] Van Couvering, 1980; Axelrod y Raven, 1977. <<
[250] Andrews y Van Couvering, 1975. <<
[251] La sabana es un terreno tapizado de hierbas con adecuado drenaje y cubierto de un 10% a un 40% de árboles (Retallack, Dugas, y Bestland, 1990). <<
[252] Andrews y Van Couvering, 1975; Van Couvering, 1980; Retallack, Dugas y Bestland, 1990. <<
[253] Andrews y Van Couvering, 1975; Van Couvering, 1980; Axelrod y Raven, 1977; Maglio, 1978; Bernor, 1985; Vrba, 1985. <<
[254] Kay, 1981; Pilbeam, 1985. <<
[255] Greenfield, 1980, 1983; Andrews y Cronin, 1982; Conroy y otros, 1990. <<
[256] Wolpoff, 1982; Ciochon y Fleagle, 1987. <<
[257] LA DIVERSIFICACIÓN HUMANA EN EL TIEMPO: la información proveniente del ADN y de las diferencias entre la humanidad y los simios Áfricanos determinadas por medio de análisis bioquímicos, anatómicos y genéticos sugiere épocas para la diversificación de la línea humana que varían un poco. Los cálculos van de los 10 a los 4 millones de años antes de la época presente. (Véanse Sarich y Wilson, 1967a, 1967b; Cronin, 1983; Sibley y Ahlquist, 1984; Andrews y Cronin, 1982). Información más reciente señala que los seres humanos están más íntimamente relacionados con los chimpancés, y que los gorilas se diversificaron más temprano (Miyamoto, Slightom y Goodman, 1987). Partes de esta investigación, sin embargo, se han puesto en duda (Lewin, 1987b). <<
[258] Veit, 1982. <<
[259] Nadler, 1975. <<
[260] Veit, 1982. <<
[261] Fossey, 1983. <<
[262] Darwin, 1871; Freud, 1918; Engels [1884], 1954. <<
[263] Lucrecio, 1965, 162-63. <<
[264] Kano, 1979; Kano y Mulavwa, 1984. <<
[265] Kano, 1979; Badrian y Malenky, 1984. <<
[266] De Waal, 1987; Thompson-Handier, Malenky y Badrian, 1984; Kano y Mulavwa, 1984. <<
[267] Kuroda, 1984; De Waal, 1987; Savage-Rumbaugh y Wilkerson, 1978. <<
[268] De Waal, 1987. <<
[269] Ford y Beach, 1951. <<
[270] De Waal, 1987. <<
[271] Kano, 1980. <<
[272] EL COITO CARA A CARA EN LA NATURALEZA: diversos animales copulan cara a cara algunas veces, incluso los gorilas (Nadler, 1975), los orangutanes (Galdikas, 1979), las siamangas (Chivers, 1978) y las ballenas y marsopas (Harrison, 1969). <<
[273] Coolidge, 1933; Zihlman y otros, 1987; Zihlman, 1979; Susman, 1984. <<
[274] Ellen Ingmanson, antropóloga, comunicación personal. <<
[275] McGinnis, 1979; Goodall, 1986. <<
[276] Tutin, 1979; McGinnis, 1979; McGrew, 1981; Goodall, 1986. <<
[277] McGrew, 1981; Goodall, 1986; De Waal, 1982; McGinnis, 1979. <<
[278] McGinnis, 1979; Tutin, 1979; Goodall, 1986; McGrew, 1981. <<
[279] Pusey, 1980. <<
[280] McGinnis, 1979; Tutin, 1979; Goodall, 1986. <<
[281] Tutin y McGinnis, 1981. <<
[282] Bygott, 1979; Goodall y otros, 1979; Wrangham, 1979b; Goodall, 1986. <<
[283] Goodall y otros, 1979. <<
[284] Bygott, 1974, 1979; Goodall y otros, 1979; Goodall, 1986. <<
[285] Teleki, 1973a, 1973b; Goodall, 1986. <<
[286] Teleki, 1973a; McGrew, 1981. <<
[287] Plooij, 1978. <<
[288] Goodall, 1968, 1970, 1986; McGrew, 1981. <<
[289] De Waal, 1989. <<
[290] McGrew, 1979, 1981; véase también Boesch y Boesch, 1984. <<
[291] Goodall, 1970, 1986; McGrew, 1974, 1981. <<
[292] Goodall, 1986. <<
[293] Fouts, 1983. <<
[294] Moss, 1988. <<
[295] Tanner, 1981; McGrew, 1981; Fisher, 1982; Mansperger, 1990; Foley y Lee, 1989. <<
[296] Hay y Leakey, 1982. <<
[297] LOS TÉRMINOS HOMINOIDEO Y HOMÍNIDA: tradicionalmente los antropólogos usaban el término hominoideo para designar a los antepasados de los grandes simios y de la humanidad. El término homínida lo empleaban para designar exclusivamente a los antepasados de los seres humanos. Desde entonces la ciencia de las cladísticas ha evolucionado. Esta escuela de pensamiento afirma que las especies deberían agruparse según lo reciente de sus antepasados comunes, y a causa de las remotas relaciones bioquímicas entre los humanos y los orangutanes y de la íntima relación entre humanos, chimpancés y gorilas, algunos de estos científicos aspiran a cambiar estos términos en función de ello. Personalmente, empleo el término tradicional hominoideo para designar a todos los antepasados de los simios y de los seres humanos, y homínida lo reservo exclusivamente para los antepasados de la humanidad (véase Marks, 1989). <<
[298] Leakey y Hay, 1979; Hay y Leakey, 1982. <<
[299] Leakey y otros, 1976; White, 1977, 1980. <<
[300] Johanson y Edey, 1981; Johnston, 1982; Lewin, 1983a. <<
[301] Johanson y White, 1970; véanse Johnston, 1982; Susman, Stern y Jungers, 1985; Jungers, 1988; McHenry, 1986. <<
[302] Johanson y White, 1979; White, 1985; Tuttle, 1990. <<
[303] Van Couvering, 1980. <<
[304] Ibid.\ Vrba, 1985; Axelrod y Raven, 1977; Bernor, 1985. <<
[305] Pilbeam, 1985. <<
[306] Binford, 1981, 1985; Blumenschine, 1986, 1987, 1989; Shipman, 1986; Potts, 1988; Sinclair, Leakey y Norton-Griffiths, 1986; Lewin, 1987b. <<
[307] Tunnell, 1990; Schaller y Lowther, 1969; Blumenschine, 1986. <<
[308] EL ROBO DE LA CAZA AJENA ENTRE LOS PRIMATES NO HUMANOS: Goodall informó de robos de la caza ajena observados entre los chimpancés de la Reserva Gombe Stream, de Tanzania, en diez ocasiones. En la mayoría de los casos se trataba de un chimpancé que volvía para comer carne abandonada por un grupo de chimpancés que habían capturado y matado una presa más temprano ese mismo día. En uno de los casos, un chimpancé robó el cuerpo exánime de un mono en el mismo momento en que Goodall lo enfocaba con la cámara fotográfica. Los chimpancés de Gombe no prestaban la menor atención a la carne fresca de un cervatillo muerto ni de una gallina. Pero en cuatro oportunidades chimpancés procedentes del territorio de investigación de las Montañas Mahale, ubicado en las inmediaciones, robaron restos de antílopes azules o de ciervos (Goodall, 1986). Los babuinos de sabana también realizan robos de presas ajenas (Strum, 1990; Cavallo y Blumenschine, 1989). <<
[309] Cavallo, 1990; Cavallo y Blumenschine, 1989. <<
[310] McHenry, 1986; Ryan y Johanson, 1989. <<
[311] Gaulin y Konner, 1977. <<
[312] LOS PUEBLOS CAZADORES-RECOLECTORES MODERNOS COMO MODELO DE LA EVOLUCIÓN HOMÍNIDA: en la década de 1960 se puso de moda entre los antropólogos emplear a los !kung como modelo para reconstruir la vida como habría sido durante nuestro pasado de cazadores-recolectores (Lee, 1968). Actualmente la tendencia cayó en desuso. Wilmsen (1989) argumenta que los !kung tienen contacto con pueblos pastores vecinos desde hace varios siglos y que sus aparentes costumbres de pueblo recolector de alimentos son el resultado de acontecimientos históricos recientes (ibid.). Por lo tanto, los !kung no representan la prístina sociedad cazadora-recolectora que en un momento los antropólogos creyeron haber descubierto; tampoco ofrecen un modelo adecuado para la comprensión de la vida en el pasado. Recientemente, los antropólogos comenzaron a analizar las actividades de caza y recolección de los pueblos tradicionales en términos de «ESTRATEGIAS ÓPTIMAS PARA ALIMENTARSE». Esta línea de investigación afirma que una sociedad modificará su forma cotidiana de obtener alimento según las dificultades para conseguirlo y procesarlo, la constancia de la fuente y la cantidad y calidad del alimento obtenido, así como varios factores más, a fin de optimizar su incorporación de nutrientes y minimizar el gasto de energía, tiempo y riesgo requeridos (Hawkes y otros, 1982; Torrence, 1989). Por lo tanto, como desconocemos las características del microentorno específico del África oriental en los milenios pasados, no podemos estar seguros de que los actuales cazadores-recolectores sean modelos aceptables para la reconstrucción de la vida de las poblaciones antiguas. Tras estas advertencias, aún consideramos justificado afirmar que el pueblo !kung tradicional vivió en un medio ambiente básicamente semejante al de los primeros homínidos y que desplegaron una organización social notablemente poco contaminada por las influencias exteriores. Por lo tanto, en mi intento de comprender nuestro pasado continuaré recurriendo a los !kung como modelo. Véanse Schrire, 1984; Solway y Lee, 1990; Wilmsen y Denbow, 1990. <<
[313] Sahlins, 1972. <<
[314] Darwin, 1871, 434. <<
[315] Tanner y Zihlman, 1976; Zihlman y Tanner, 1978; Zihlman, 1981; Tanner, 1981. <<
[316] Potts, 1988; Watanabe, 1985. <<
[317] LA PATERNIDAD EN LAS DIVERSAS ESPECIES: en los machos de numerosas especies se observan conductas paternales, a pesar de que muchos no son monogámicos. La manifestación paternal del macho se presenta de dos maneras: a) cuidados directos, como por ejemplo la alimentación y/o la carga de las crías, su custodia en ausencia de la madre, dormir en contacto con las crías, su higienización, los juegos y/o el entrenamiento para captura y devolución de objetos; b) cuidados indirectos, como la defensa de los recursos, el almacenamiento de alimentos o la construcción de guaridas para las crías, la colaboración con las hembras preñadas o que amamantan, el marcado y/o mantenimiento del territorio, la defensa y patrullaje de los límites del propio territorio, la expulsión de intrusos y/o los gritos para espantarlos (Kleiman y Malcolm, 1981; véase también Hewlett, 1992). <<
[318] Wittenberger y Tilson, 1980; Kleiman, 1977; Orians, 1969; Lack, 1968; Mock y Fujioka, 1990. <<
[319] UNA PERSPECTIVA TRANSVERSAL DE LA MONOGAMIA EN LAS DIVERSAS ESPECIES: varias circunstancias deben concurrir para que se produzca la monogamia, y los investigadores proponen explicaciones alternativas para la evolución de la monogamia en las diferentes criaturas. El trabajo de Devra Kleiman es el que mayor influencia ejerció sobre mi punto de vista; específicamente, su opinión de que la monogamia se manifiesta «cuando más de un único individuo (la hembra) es necesario para criar a los hijos» (Kleiman, 1977, 51). Esto mismo afirmaron con otras palabras Ember y Ember (1979): «Las parejas heterosexuales aparecen siempre que la necesidad de la madre de satisfacer sus necesidades de nutrición entran en conflicto con el cuidado de las crías. La duración del vínculo depende de cuánto tiempo necesiten los cuidados de los padres». Creo que este factor fue decisivo en la evolución de la monogamia en el Homo sapiens. Para el estudio de la monogamia en aves y mamíferos, véanse Kleiman, 1977; Wittenberger y Tilson, 1980; Lack, 1968; Orians, 1969; Rutberg, 1983; Peck y Feldman, 1988; Mock y Fujioka, 1990. <<
[320] CRÍAS PRECOCES: las criaturas cuyas crías nacen en un estado de relativa madurez, a diferencia de la inmadurez, se dice que dan a luz crías precoces. Los caballos proporcionan un buen ejemplo: el potrillo puede ver y caminar pocas horas después de nacer. <<
[321] Kleiman, 1977; Henry, 1985; Lloyd, 1980; Zimen, 1980; Gage, 1979; Rué, 1969. <<
[322] Trivers, 1972; Emlen y Oring, 1977. <<
[323] Henry, 1985; Lloyd, 1980; Zimen, 1980; Gage, 1979; Rué, 1969. <<
[324] Orians, 1969; Mock y Fujioka, 1990. <<
[325] Eugene Morton, Departamento de Ornitología, Smithsonian Institution, comunicación personal. <<
[326] EL DIMORFISMO SEXUAL, LA POLIGINIA Y LA MONOGAMIA: en numerosas especies poliginias los machos se disputan físicamente el privilegio de convertirse en jefe del harén. Los más débiles y pequeños son ahuyentados, los machos grandes se aparean, y se produce de este modo la selección de los machos grandes. Como los huesos desenterrados en Hadar y Laetoli eran de diferentes tamaños, algunos antropólogos sostienen que estos individuos tenían un sistema de apareamiento poliginio. Dicho argumento presenta varios problemas, a) La correlación entre machos grandes, hembras pequeñas y poliginia no es una constante en la naturaleza. Las excepciones son tan numerosas que los antropólogos ahora postulan que no existe ninguna conexión necesaria entre el grado del dimorfismo sexual y las estrategias de apareamiento (Frayer y Wolpoff, 1985; Mock y Fujioka, 1990). b) Muy pocos huesos fósiles se encuentran en Hadar y Laetoli y las muestras poco abundantes a menudo no expresan nada acerca de poblaciones enteras (Gaulin y Boster, 1985). c) La diferencia de tamaño en estos huesos se puede explicar por otras fuerzas ecológicas. El robo de la presa ajena y la caza (así como la monogamia en serie) pueden haber provocado la selección de los machos grandes, mientras que el diminuto esqueleto de Lucy podría deberse a una compensación de las exigencias en la crianza de los hijos. A causa del embarazo y la lactancia, los mamíferos hembra necesitan calorías adicionales, deben comer por dos y luego amamantar a la criatura, de modo que mientras más pequeña fuera Lucy, menos alimento necesitaría para ella misma. Para más datos sobre dimorfismos sexuales, véase Hall, 1982. <<
[327] Cohen, 1980; Hassan, 1980; Lee, 1980; Short, 1976, 1984; Konner y Worthman, 1980; Simpson-Hebert y Huffman, 1981; Lancaster y Lancaster, 1983; Frisch, 1978. <<
[328] Birdsell, 1979. <<
[329] Galdikas y Wood, 1990. <<
[330] Raymond Hames, Departamento de Antropología, Universidad de Nebraska, comunicación personal. <<
[331] Briggs, 1970. <<
[332] Gorer, 1938. <<
[333] Heider, 1976. <<
[334] Lancaster y Lancaster, 1983. <<
[335] EL CICLO DE CUATRO AÑOS PARA LA RECUPERACIÓN DE LA FECUNDIDAD: VARIACIONES MODERNAS, ORIGEN DE LOS SIMIOS: la vida moderna ha modificado este ciclo general de cuatro años para la recuperación de la fecundidad humana. Incluso las mujeres que practican la lactancia constante en la India, Bangladesh, los Estados Unidos y Escocia comienzan a ovular tras un período de cinco a dieciocho meses a contar desde el parto (Simpson-Hebert y Huffman, 1981; Short, 1984). De modo que los intervalos entre nacimientos pueden durar apenas dos años o menos. Este fenómeno se explica actualmente por medio de la HIPÓTESIS DEL NIVEL «ESENCIAL DE GRASA». En los años setenta Rose Frisch y sus colegas propusieron la hipótesis de que para disparar el mecanismo de la ovulación la mujer necesita disponer de los niveles adecuados de grasa (Frisch y Revelle, 1970; Frisch, 1978, 1989). A causa de la dieta hipercalórica moderna, de la falta de ejercicio y de la frecuencia limitada de la lactancia, las mujeres a menudo ovulan y quedan embarazadas pocos meses después del parto. Sin embargo, los ciclos modernos de espaciamiento de los nacimientos no se ajustan a los patrones tradicionales. Cuando nuestros antepasados caminaban kilómetros para encontrar qué comer ese día, cuando se alimentaban de fruta y carne magra y las mujeres amamantaban a sus crías continuamente, las reservas de grasa eran inferiores y es muy probable que las mujeres dieran a luz a intervalos de aproximadamente cuatro años (Lancaster y Lancaster, 1983). La información sobre intervalos entre nacimientos de los simios confirma la antigüedad de este patrón reproductor. Entre los chimpancés y los gorilas los intervalos entre nacimientos son en general de aproximadamente cuatro a cinco años, mientras que los intervalos entre nacimientos de los orangutanes son casi siempre de ocho años (Alien y otros, 1982; Galdikas y Wood, 1990). <<
[336] Tanner, 1981; McGrew, 1981; Fisher, 1982; Foley y Lee, 1989; Mansperger, 1990. <<
[337] Strum, 1990; Smuts, 1985, 1992. <<
[338] COMPOSICIÓN DE LOS GRUPOS homínidos PRIMITIVOS: Birdsell (1968) propuso que los grupos primitivos de homínidos estaban compuestos por aproximadamente veinticinco individuos, la mitad de los cuales eran adultos. Este modelo estándar de los grupos sociales primitivos de homínidos me parece razonable. Véase también Foley y Lee, 1989. <<
[339] Laura Betzig, Programa de Evolución y Conducta Humana, Universidad de Michigan, comunicación personal. <<
[340] RAZONES ADAPTATIVAS PARA QUE LOS MACHOS VUELVAN A CONTRAER «MATRIMONIO»; entre los simios, los machos prefieren copular con hembras de más edad y más maduras en lugar de con adolescentes, presumiblemente porque las hembras con hijos ofrecen el antecedente de una buena trayectoria reproductora. Esto plantea el interrogante de por qué los machos homínidos ancestrales habrían de buscar el apareamiento con hembras jóvenes en lugar de con las más maduras. Considero que la respuesta reside en la ecología de la monogamia. En las especies monógamas los machos invierten tiempo y esfuerzo en la crianza de sus propias crías. Por lo tanto, los valores adscritos a la juventud —como por ejemplo óvulos frescos, cuerpo elástico, personalidad adaptable y futuro reproductor más prolongado— pueden resultar más importantes para un macho que los antecedentes de una buena trayectoria reproductora. <<
[341] RAZONES ADAPTATIVAS PARA QUE LAS HEMBRAS VUELVAN A CONTRAER «MATRIMONIO»: el psicólogo David Buss (Departamento de Psicología, Universidad de Michigan, comunicación personal) destaca que una vez que una mujer ha dado a luz a un niño, su valor reproductor desciende, lo cual la vuelve menos atractiva para los machos que están en su plenitud. Por lo tanto, a medida que una mujer envejecía, sus apareamientos posteriores eran con hombres de menor valor reproductor. En consecuencia, la monogamia en serie no era una estrategia adaptativa en el caso de las hembras ancestrales. Este argumento es lógico. No obstante, debemos considerar diversas variables prácticas, a) El tamaño del grupo y la escasa frecuencia de los contactos intergrupales pueden haber reducido las oportunidades de las hembras para conseguir machos potentes en sus primeros apareamientos, lo cual significaba buenas posibilidades de subir en la escala en los apareamientos sucesivos, b) El valor reproductor del primer cónyuge de una hembra podía bajar repentinamente a causa de una lesión, por lo tanto, aunque la segunda pareja pudiera no estar en la flor de la edad, resultaría de mayor valor reproductor que la primera, c) Es probable que los machos jóvenes fuesen fuertes y rápidos para cazar y proteger, aunque también fueran inexpertos, mientras que los machos maduros indudablemente tenían más experiencia en la caza, el robo de la caza ajena y la paternidad (aunque también tenían la carga económica de esposas e hijos anteriores). Por consiguiente, el valor reproductor de los machos probablemente variaba muchísimo a causa de factores independientes de la edad, d) El valor reproductor de la hembra puede haber aumentado con la edad en el caso de que se volviera una recolectora más eficaz y a la vez permaneciera fértil, con lo cual atraería a más machos potentes en sus apareamientos posteriores. Sospecho que el valor reproductor de cada macho y cada hembra subía o bajaba de acuerdo con diversas variables. Seguramente, las vicisitudes del medio ambiente también agregaban sus propias variables. Por consiguiente, que las hembras temieran una estrategia reproductora de monogamia en serie, flexible y «oportunista» habría sido adaptativo. <<
[342] Bertram, 1975; Schaller, 1972; Hausfater y Hrdy, 1984. <<
[343] Daly y Wilson, 1988. <<
[344] Tylor, 1889, 267-68. <<
[345] Friedl, 1975. <<
[346] Liebowitz, 1983. <<
[347] Tennov, 1979; Money, 1980. <<
[348] Shostak, 1981, 268. <<
[349] Jankowiak y Fischer, 1992. <<
[350] Liebowitz, 1983, 90. <<
[351] Bischof, 1975; Wickler, 1976. <<
[352] LOCALIZACIONES DEL AFECTO: los etólogos observan que los animales se encariñan (buscan y mantienen el contacto) con diferentes cosas: objetos, por ejemplo un árbol o una cerca; lugares, por ejemplo una porción de terreno o de playa; individuos o grupos de la misma especié, por ejemplo infantes, parejas, o agrupaciones de compañeros. Las personas se encariñan con los mismos objetos mencionados: el hogar, ciertas porciones de terreno, niños, parientes y amigos. Varios científicos han confirmado que la motivación del cariño es instintiva. Véanse Wickler, 1976; Bowlby, 1969. <<
[353] EL CARIÑO EN LOS ANIMALES: los cachorros pequeños, los bebés de mono, los pollitos y los cobayos lloran cuando la madre los deja solos, aunque estén abrigados, cómodos y no tengan hambre. El pulso cardíaco se acelera, la presión arterial aumenta y la temperatura del cuerpo se eleva en la medida en que la «angustia de la separación» se intensifica hasta alcanzar el pánico. Sin embargo, si se les administran endorfinas u otros opiáceos naturales, estas criaturas se calman. El locus ceruleus, un área del tronco cerebral, y otros loci del cerebro también desempeñan un papel en el pánico episódico y en los ataques de angustia. Véase Liebowitz, 1983. <<
[354] Michael Trupp, psiquiatra de la ciudad de Nueva York, comunicación personal. <<
[355] Bowlby, 1969. <<
[356] Bieber y otros, 1962; Ruse, 1988. <<
[357] Bell y Weinberg, 1978. <<
[358] Ruse, 1988. <<
[359] Merry Ratliff Muraskin, terapeuta y antropólogo de Nueva York, comunicación personal. <<
[360] Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948; Kinsey y otros, 1953; Silverstein, 1981; Ruse, 1988. <<
[361] Adams, 1980. <<
[362] Daly y Wilson, 1988. <<
[363] Stephens, 1963. <<
[364] Hiatt, 1989. <<
[365] Goodall, 1986. <<
[366] Hiatt, 1989. <<
[367] David Buss, Departamento de Psicología, Universidad de Michigan, comunicación personal. <<
[368] Weiss, 1975. <<
[369] Zuckerman, Buchsbaum y Murphy, 1980; Zuckerman, 1971; Weiss, 1987. <<
[370] Sostek y Wyatt, 1981; Weiss, 1987. <<
[371] Kagan, Reznick y Snidman, 1988. <<
[372] Donaldson, 1971. <<
[373] Mellen, 1981; Donaldson, 1971. <<
[374] Darwin [1872], 1965. <<
[375] SELECCIÓN NATURAL VERSUS SELECCIÓN SEXUAL: en términos de transmisión de genes, no existe ninguna diferencia entre selección natural y selección sexual. La distinción se refiere al tipo de selección y al tipo de resultados adaptativos. La selección sexual se define como selección en función de características que están específicamente conectadas con el aumento de las propias posibilidades de éxito en la atracción y obtención de parejas. Los resultados son la evolución de rasgos útiles a la sexualidad y la reproducción más bien que adaptaciones al entorno general. De acuerdo con Darwin, es habitual distinguir dos tipos de selección sexual: a) LA SELECCIÓN INTRASEXUAL es la selección basada en los rasgos que permitirán la competencia con miembros del mismo sexo por parejas del sexo opuesto; b) LA SELECCIÓN IN-TERSEXUAL es la selección basada en las características que volverán al sujeto atractivo para el sexo opuesto. Véanse Darwin, 1871; Campbell, 1972; Gould y Gould, 1989. <<
[376] Eberhard, 1987, 1990. <<
[377] Smith, 1984: Eberhard, 1985, 1990. <<
[378] Daly y Wilson, 1983. <<
[379] Smith, 1984. <<
[380] Short, 1977; Moller, 1988; Lewin, 1988d. <<
[381] Smith, 1984. <<
[382] Darwin, 1871; Bateman, 1948; Trivers, 1972. <<
[383] Morris, 1967. <<
[384] Gallup, 1982. <<
[385] Lancaster, 1986. <<
[386] Low, Alexander y Noonan, 1987. <<
[387] Mascia-Lees, Relethford y Sorger, 1986. <<
[388] Darwin, 1871, 907. <<
[389] Ibid. 881. <<
[390] Alexander, 1990. <<
[391] Ford y Beach, 1951. <<
[392] NEOTENIA: Ashley Montagu (1981) propone la hipótesis de que la curvatura hacia abajo del canal vaginal de la hembra humana y el coito cara a cara evolucionaron como subproducto de la «neotenia», o fenómeno de irse «volviendo joven». El término neotenia alude al notable fenómeno de la continuidad de rasgos infantiles en la vida adulta; tenemos varios rasgos neoténicos, incluso los rostros planos, los cráneos redondeados, la capacidad lúdica, la curiosidad, así como otros rasgos emocionales y físicos observables en los primates no humanos durante la infancia, pero ausentes en los adultos. La vagina curvada hacia abajo está presente en los embriones de todos los mamíferos, pero después del nacimiento el canal vaginal gira hacia atrás y queda alineado paralelamente con la columna vertebral. Las mujeres retienen esta orientación embrionaria de la vagina toda la vida. Montagu (1981) formuló la hipótesis de que el emplazamiento inmaduro de la vagina humana (así como los demás rasgos neoténicos humanos) evolucionaron en conjunto cuando la evolución favoreció el desarrollo del cerebro milenios atrás. El cerebro fetal en expansión requirió que la madre diera a luz a sus criaturas en una etapa anterior del desarrollo. Montagu sostiene que, junto con el parto prematuro, los seres humanos experimentaron una maduración más lenta, una niñez más prolongada y retuvieron numerosos rasgos infantiles que perduran en la vida adulta, entre ellos la vagina curvada hacia abajo. Información obtenida posteriormente se contradice con la teoría de Montagu. Diversos rasgos neoténicos del cráneo homínida pueden haber evolucionado en diferentes momentos, lo cual indica que cada uno estuvo sujeto a una selección directa (Lewin, 1985). <<
[393] Symons, 1979. <<
[394] Rancourt-Laferriere, 1983. <<
[395] EL ORGASMO COMO UNA FORMA DE ESTIMULAR LAS SENSACIONES FISIOLÓGICAS DEL APEGO: la oxitocina, un péptido originado en el cerebro por la glándula pituitaria, es secretada (al menos en los hombres) durante el orgasmo y cumple la función de producir sensaciones de placer y plenitud sexual (Angier, 1991). Ello significa que el orgasmo podría producir respuestas químicas que aumentan los sentimientos de apego. <<
[396] Smith, 1984; Alcock, 1987. <<
[397] Burton, 1971; De Waal, 1982; Whitten, 1982; Lancaster, 1979; Hrdy, 1981; Savage-Rumbaugh y Wilkerson, 1978. <<
[398] LA INESTABILIDAD DEL ORGASMO FEMENINO HUMANO: a partir de datos relacionados con la forma en que las personas aprenden, actualmente se ha podido demostrar que las recompensas parciales o no constantes las estimulan a realizar esfuerzos más persistentes que las recompensas totales y constantes. Por eso hay quien afirma que la frustración sexual provocada por la irregular respuesta del orgasmo femenino cumplió la función de estimular a las hembras ancestrales a buscar nuevas relaciones sexuales (Diamond, 1980). <<
[399] LAS RELACIONES SEXUALES FUERA DEL CELO EN OTROS ANIMALES: las hembras de chimpancé pigmeo tienen relaciones sexuales con otras hembras de forma cotidiana. Las cópulas heterosexuales también se observan durante la mayor parte del ciclo menstrual, si bien no todo (Thompson-Handler, Malenky y Badrian, 1984). Los informes indican que las hembras de delfín se masturban y copulan regularmente, con escasos signos de periodicidad (Diamond, 1980). En las hembras de varias especies de primates se observan conductas sexuales fuera del pico central del celo, como por ejemplo durante las revueltas en la manada, cuando viven en cautiverio o durante la preñez. Podrían mencionarse numerosas excepciones, pero en términos generales la mayoría de las relaciones heterosexuales entre las hembras de primate ocurren en el momento pico del celo. Véanse Fedigan, 1982; Lancaster, 1979; Hrdy, 1981. <<
[400] Kinsey y otros, 1953; Ford y Beach, 1959; Wolfe, 1981. <<
[401] Ford y Beach, 1951. <<
[402] LA MENOPAUSIA: el complejo cese programado de la ovulación conocido como menopausia, que ocurre en todas las mujeres de edad madura, no parece presentarse en otros primates ni en otros mamíferos, si bien en las hembras de elefante, en las ballenas piloto y en algunas hembras de primates se observan algunos signos de menopausia cuando llegan a la vejez (Alexander, 1990, Pavelka y Fedigan, 1991). En la actualidad, algunos científicos piensan que la menopausia evolucionó en las homínidos ancestrales como una estrategia adaptativa destinada a favorecer la supervivencia de las crías existentes y de otros parientes genéticos, en lugar de generar nuevas crías que requerirían muchos años de cuidados. En consecuencia, la madre posmenopáusica podía desempeñar los papeles de ABUELA y NIÑERA de los nietos. La menopausia también podría ser un efecto secundario de la prolongación de la vida, o efecto pleiotrópico (Pavelka y Fedigan, 1991). Tal vez el alto nivel de libido de la hembra homínida posmenopáusica evolucionó para favorecer el mantenimiento de los apareamientos (y las coaliciones político-sociales a las cuales servían de base), así como para permitir a las hembras que continuaran obteniendo recursos adicionales a cambio de las cópulas «extramaritales». Véanse Alexander, 1990; Dawkins, 1976; Pavelka y Fedigan, 1991. <<
[403] Strassman, 1981; Alexander y Noonan, 1979; Turke, 1984; Fisher, 1975, 1982; Lovejoy, 1981; Burley, 1979; Small, 1988; Gray y Wolfe, 1983; Benshoof y Thornhill, 1979; Daniels, 1983; Burleson y Trevathan, 1990; Hrdy, 1983. <<
[404] Teleki, 1973a; Goodall, 1986. <<
[405] Fisher, 1975, 1982. <<
[406] Rosenblum, 1976. <<
[407] PICOS NATURALES EN EL IMPULSO SEXUAL FEMENINO HUMANO: los estudios indican que el pico de la sexualidad femenina se manifiesta en la mitad de su ciclo menstrual (Hrdy, 1981). Las mujeres casadas a las que se les suministró una amplia variedad de dispositivos anticonceptivos manifestaron, durante la ovulación y prácticamente en cualquier condición, un incremento en la actividad sexual por ellas iniciada; esto desapareció con la administración de anticonceptivos orales (Adams, Gold y Burt, 1978). Sin embargo, en una muestra de mujeres norteamericanas casadas la intensidad de la actividad sexual alcanzó su punto máximo inmediatamente después de terminada la menstruación (Udry y Morris, 1977). Otros estudios indican que las esposas norteamericanas (así como las mujeres de otras culturas) experimentan un alza de la excitabilidad inmediatamente antes o después de la menstruación (Ford y Beach, 1951; Kinsey y otros, 1953). Esta información me lleva a proponer que las mujeres tienen dos picos naturales del impulso sexual: uno durante y alrededor de la ovulación, y otro justo antes o durante la menstruación. El pico que se produce durante la ovulación puede ser un remanente del celo. El pico en la menstruación puede haber evolucionado como consecuencia de convertirse en bípedas. Antes de la menstruación la sangre se acumula naturalmente en la región pelviana, y a esas alturas del ciclo el hecho de ser bípedas podría elevar la tensión en los tejidos genitales. <<
[408] Daniels, 1983. <<
[409] Gould, 1981; Russett, 1989. <<
[410] Mead, 1935, 280. <<
[411] DETERMINISMO CULTURAL: el marcado viraje hacia el «determinismo cultural» que tuvo lugar en los años veinte y treinta no se concentró solamente en las diferencias de sexo, sino que fue una reacción intelectual ante el movimiento eugenésico de aquel momento, y también subrayó los aspectos raciales y étnicos comunes. Para una mejor comprensión de la historia del debate naturaleza-educación y de los acontecimientos a comienzos del siglo XX que influyeron en la polémica, véase Degler, 1991. <<
[412] Jost, 1972; Otten, 1985. <<
[413] Maccoby y Jacklin, 1974; McGuinness, 1976, 1979, 1985. <<
[414] Benderly, 1987, 1989. <<
[415] Sherman, 1978. <<
[416] Benderly, 1987. <<
[417] McGuinness, 1985, 89. <<
[418] Kimura, 1989; Weiss, 1988. <<
[419] Fennema y Leder, 1990. <<
[420] Maccoby y Jacklin, 1974; McGuinness, 1979; Fennema y Leder, 1990. <<
[421] Benbow y Stanley, 1980, 1983. <<
[422] Leder, 1990; Benderly, 1987. <<
[423] Kimura, 1989; Moir y Jessel, 1989. <<
[424] Silverman y Beals, 1990. <<
[425] Fennema y Leder, 1990; Sherman, 1978; Benderly, 1987; Bower, 1986. <<
[426] Darwin, 1871. <<
[427] McGuinness, 1979; McGuinness y Pribram, 1979; Hall y otros, 1978, 1977; Zuckerman y otros, 1976; Hall, 1984. <<
[428] De Lacoste-Utamsing y Holloway, 1982. <<
[429] Kimura, 1983; McGuinness, 1985. <<
[430] Geschwind, 1974; Springer y Deutsch, 1985. <<
[431] ORÍGENES DE LA INTUICIÓN FEMENINA. UNA PERSPECTIVA DIFERENTE: Donald Symons (1979) sostiene que las mujeres desarrollaron su notable habilidad para interpretar claves no verbales porque las hembras homínidos necesitaban seleccionar al macho adecuado para la crianza de los hijos. Las hembras que lograban «leer» correctamente las claves de la personalidad sobrevivían mucho más (Symons, 1979). Los sociólogos señalan que los individuos de baja clase social son observadores más agudos de los individuos de clase alta que lo contrario. Y podría argumentarse que la intuición femenina proviene de su larga historia de ciudadanas de segunda clase en las sociedades patriarcales. Los factores culturales ciertamente desempeñan un papel importante en la capacidad personal de captar las claves no verbales. Pero sospecho que las funciones ancestrales de las mujeres como cuidadoras proporcionaron la presión selectiva primaria del talento intuitivo femenino. <<
[432] Kimura, 1989. <<
[433] McGuinness, 1979, 1985; McGuinness y Pribram, 1979. <<
[434] Whiting y Whiting, 1975. <<
[435] Konner, 1982. <<
[436] Miller, 1983. <<
[437] Rossi, 1984; Frayser, 1985. <<
[438] McGuinness, 1979, 1985; McGuinness y Pribram, 1979. <<
[439] Otten, 1985; Moir y Jessel, 1989; Money y Ehrhardt, 1972. <<
[440] McGrew, 1981. <<
[441] McGuinness, 1979. <<
[442] Leakey, 1971. <<
[443] Behrensmeyer y Hill, 1980; Brain, 1981. <<
[444] Bunn y Kroll, 1986. <<
[445] Cavallo, 1990; Cavallo y Blumenschine, 1989. <<
[446] ALGO MÁS SOBRE EL ROBO DE PRESAS MUERTAS: existe una gran polémica acerca del papel cumplido por el robo de presas muertas en la dieta homínida primitiva. Pat Shipman, por ejemplo, afirma que nuestros ancestros robaban en grupo en lugar de cazar, y que probablemente lo que más obtenían eran piel y tendones. Por lo tanto, «los cuerpos de animales… no eran troceados y trasladados sistemáticamente a los campamentos para su ingesta colectiva». Véanse Shipman, 1984, 27; Shipman, 1987; Binford, 1985. <<
[447] Potts, 1984, 1988. <<
[448] Zihlman, 1981. <<
[449] Lewin, 1987b; McHenry, 1986. <<
[450] Brod, 1987; Goleman, 1986. <<
[451] Gilligan, 1982a. <<
[452] Ellis y Symons, 1990. <<
[453] Bower, 1988a; Susman, 1989, 1990. <<
[454] Johanson y Shreeve, 1989. <<
[455] Tobias, 1991. <<
[456] ¿QUIÉN FABRICABA LAS HERRAMIENTAS Y ARRANCABA LA CARNE EN OLDUVAI? Si bien la información reciente sugiere que los robustos australopitecinos podrían haber fabricado y empleado herramientas, y que esas criaturas presentaban un agrandamiento del área de Broca en el cerebro, diversas líneas de estudio sugieren que dos millones de años atrás los individuos Homo habilis fabricaban y almacenaban estas herramientas y que idearon el sistema de escondrijos para el descarne en Olduvai: a) Las pequeñas piezas dentarias laterales del Homo habilis indican que se alimentaban especialmente de carne (McHenry y O’Brien, 1986), b) La capacidad craneal incrementada de esta especie tal vez requiriera la ingesta de alimentos ricos en energía, como por ejemplo la carne (Ambrose, 1986), c) Los huesos de Homo habilis descubiertos están dispuestos en diseños espaciales semejantes a los de las herramientas de hueso encontradas en Olduvai, y estos diseños en Olduvai coinciden con los diseños de fósiles y herramientas de Koobi Fora, d) Varios detalles anatómicos de estos huesos fósiles sugieren que el Homo habilis está ubicado en la línea directa de la humanidad. <<
[457] Van Alien, 1976. <<
[458] Ibid. <<
[459] Van Alien, 1976; Okonjo, 1976. <<
[460] ENFOQUES SOBRE LA DOMINACIÓN MASCULINA UNIVERSAL: los antropólogos han propuesto diversas razones por las cuales los hombres dominan universalmente a las mujeres. Algunos apuntan a la biología: los hombres son por naturaleza más fuertes y más enérgicos. Por esa razón los hombres siempre han dominado a las mujeres (Sacks, 1979). Otros proponen una explicación psicológica: los hombres dominan a las mujeres para rechazar a las mujeres poderosas de su vida (Whiting, 1965). Otros dicen que la dominación masculina universal se origina en las funciones reproductoras femeninas. Como las mujeres engendran hijos, están más relacionadas con el mundo natural que con el cultural (Ortner y Whitehead, 1981) o con el sector privado más que con el público (Rosaldo, 1974). A los interesados en el enfoque antropológico de la dominación masculina universal y en las teorías de por qué las relaciones entre los sexos varían de una cultura a otra, les recomiendo vean Dahlberg, 1981; Reiter, 1975; Etienne y Leacock, 1980; Leacock, 1981; Friedl, 1975; Harris, 1977; Sanday, 1981; Sacks, 1979; Ortner y Whitehead, 1981; Rosaldo y Lamphiere, 1974; Collier, 1988. <<
[461] Elkin, 1939; Hart y Pilling, 1960; Rohrlich-Leavitt, Sykes y Weatherford, 1975; Berndt, 1981. <<
[462] Montagu, 1937, 23. <<
[463] Kaberry, 1939; Goodale, 1971; Berndt, 1981; Bell, 1980. <<
[464] Reiter, 1975; Slocum, 1975. <<
[465] Whyte, 1978. <<
[466] SOCIEDADES TRADICIONALES CON MUJERES PODEROSAS: las mujeres pigmeas del Congo, las mujeres navajo del sudoeste de los EE. UU., las mujeres iroquesas de Nueva York, las mujeres tlingit del sur de Alaska, las mujeres algonkian del noreste de los EE. UU., las mujeres de Bali, las mujeres semang de las selvas tropicales de la península de Malasia, las mujeres de la Polinesia, las mujeres en ciertas regiones de los Andes, de África, del sudoeste asiático, del Caribe, las isleñas trobriand del Pacífico y las mujeres de muchas otras sociedades tradicionalmente detentan un poder económico y social considerable. Véanse Sanday, 1981; Etienne y Leacock, 1980; Dahlberg, 1981; Reiter, 1975; Sacks, 1979; Weiner, 1976. <<
[467] Leacock, 1980, 28. <<
[468] Sanday, 1981, 135. <<
[469] TIPOS DE PODER: el poder en las sociedades tradicionales se manifiesta de diversas maneras. Sin embargo, para el sociólogo Robert Alford el poder se divide en tres variantes bien diferenciadas: a) la capacidad para influir o persuadir; b) la autoridad o mando formalmente instituido; c) lo que los sociólogos a veces llaman hegemonía, acepción casi idéntica a uno de los significados del término cultura, dado que se refiere a las costumbres no cuestionadas y aceptadas de una cultura que invisten de poder a un sexo o individuo y no a otro (Alford y Friedland, 1985). Se recomienda a los interesados en un análisis de la evolución de la jerarquía y la autoridad que vean el capítulo XV del presente libro. <<
[470] Friedl, 1975; Sacks, 1971; Sanday, 1974; Whyte, 1978. <<
[471] Friedl, 1975. <<
[472] Shostak, 1981, 243. <<
[473] Rogers, 1975. <<
[474] EL ARCHIVO DEL ÁREA DE RELACIONES HUMANAS: muchos antropólogos consideran dicho archivo como una fuente muy irregular y equívoca debido a que la información sobre cada cultura fue recogida por diferentes etnógrafos. Cada uno de ellos formuló preguntas diferentes de maneras diferentes, registró sus percepciones en diferentes circunstancias y con el condicionamiento de perspectivas subjetivas. Los datos del archivo fueron luego tamizados por Whyte y svis colegas, reduciendo aún más las posibilidades de que resultaran fehacientes. Recurro aquí al análisis de Whyte porque no deseo pasar por alto una fuente disponible y porque mi experiencia con la bibliografía etnográfica indica que las conclusiones de Whyte acerca de este tema reflejan algunas verdades interculturales generales. <<
[475] Whyte, 1978. <<
[476] Belkin, 1989; Hochschild, 1989. <<
[477] Sanday, 1981. <<
[478] De Waal, 1982, 1989. <<
[479] De Waal, 1982, 187. <<
[480] Hrdy, 1981; Fedigan, 1982. <<
[481] EL USO DEL FUEGO: UN TEMA POLÉMICO: en la actualidad, varios antropólogos sostienen que el fuego en la caverna de Swartkrans y en otros puntos de África, el Próximo Oriente, Asia y Europa, en los que se constató una antigüedad que varía entre 1.800.000 y 120.000 años se produjo por obra de la naturaleza, es decir que sería el resultado de incendios de matorrales, erupciones volcánicas, rayos, combustión espontánea o ramas incendiadas que penetraron a través de grietas en los techos de las cavernas (James, 1989; Binford, 1981, 1985, 1987). Pero existen abundantes pruebas circunstanciales de que la humanidad que vivió en este período utilizó el fuego: a) Trozos de carbón, huesos quemados, piedras calcinadas, arcilla cocida, tierra enrojecida y otros indicios de fuego anteriores a los 120.000 años fueron descubiertos en treinta y cuatro localizaciones de África, el Próximo Oriente, Asia y Europa (James, 1989), b) Anualmente, durante la temporada de sequía, se producían pequeños incendios de matorrales, de modo que los humanos tuvieron tanto la oportunidad de experimentar a intervalos regulares con el uso del fuego, como la inteligencia suficiente para controlarlo, c) Las cavernas son húmedas, frías e inactivas; no proporcionan condiciones adecuadas para la atracción de rayos o la combustión espontánea de estiércol en estado de putrefacción, d) Rara vez los rayos provocan incendios importantes en pastizales, es más, la humanidad puede haber creado las praderas del África oriental mediante el fuego. Cuando la gente abandona una región en la actualidad, las sabanas rápidamente vuelven a conformar paisajes más naturales de praderas salpicadas de matorrales y árboles, e) En numerosas cavernas de toda África y Eurasia se han hallado huesos de homínidos ancestrales de una antigüedad correspondiente al período mencionado. ¿Podrían haber sobrevivido en cavernas congeladas si no hubiesen controlado el fuego? Estos datos han llevado a diversos antropólogos a la conclusión de que es muy probable que la humanidad que vivió en dicho período encendiese hogueras. Véanse James, 1989; Straus, 1989. <<
[482] Brain y Sillen, 1988. <<
[483] Brown y otros, 1985. <<
[484] EL HOMO ERECTUS Y EL DIMORFISMO SEXUAL: los fósiles de Homo erectus muestran una reducción del dimorfismo sexual a nivel del tamaño del cuerpo respecto a las formas homínidos más primitivas. No obstante, en las notas del capítulo VII sostengo que el dimorfismo sexual observable en el tamaño de los huesos de machos y hembras no puede decirnos nada acerca de las estrategias reproductoras ancestrales; por lo tanto, no analizaré aquí este rasgo evolutivo. <<
[485] Brink, 1957. <<
[486] Behrensmeyer, 1984. <<
[487] Gibbons, 1990b. <<
[488] Montagu, 1961; Gould, 1977; Fisher, 1975, 1982; Trevathan, 1987. <<
[489] Martin, 1982; Lewin, 1982. <<
[490] Montagu, 1961, 156. <<
[491] LA ALTRICIALIDAD HUMANA SECUNDARIA: los recién nacidos humanos no son uniformemente altriciales; en cambio, se observa en ellos un mosaico de rasgos, algunos de los cuales implican una mayor altricialidad que otros (Gibson, 1981). En nuestros días los científicos discuten si la «altricialidad secundaria» de algunos rasgos neonatales evolucionó en respuesta a la desproporción céfalo-pelviana (Lindburg, 1982). Personalmente, empleo la explicación más difundida de que la altricialidad secundaria es una respuesta a la desproporción céfalo-pelviana. Véanse Montagu, 1961; Gould, 1977; Bromage, 1987; Trevathan, 1987. <<
[492] Trevathan, 1987; Bromage, 1987 <<
[493] Fisher, 1975, 1982. <<
[494] Trevathan, 1987. <<
[495] Bromage, 1987; Smith, 1986. <<
[496] Lancaster y Lancaster, 1983; Lancaster, en preparación. <<
[497] Ackerman, 1989. <<
[498] LA EVOLUCIÓN DE LA CAZA: UNA POLÉMICA: algunos antropólogos dudan de que el Homo erectus cazara grandes animales; sostienen, en cambio, que el Homo erectus subsistía primordialmente gracias al robo de la caza ajena (Binford, 1981, 1985, 1987). Personalmente, y por las razones que siguen, pienso que el Homo erectus cazaba grandes piezas: a) Actualmente existen más de 105.000 kilogramos vivos de grandes animales por cada kilómetro cuadrado del Parque Nacional Albert, en Uganda, y la información arqueológica sugiere que un millón de años atrás prevalecían las presas salvajes, b) El Homo erectus fabricaba herramientas de piedra adecuadas para la función de descarnar piezas de caza, y dichas herramientas han sido encontradas a lo largo de las márgenes de los ríos, donde las bestias acudían para beber, c) Los halcones cazan; los tiburones cazan; los lobos cazan en manadas coordinadas; los chimpancés cazan grandes animales en relación con su propio tamaño y no dejan rastros arqueológicos de sus matanzas; no es realmente necesario un cerebro humano moderno para matar y comer carne. Pienso que el Homo erectus ya cazaba, mataba y compartía la carne hace un millón de años. <<
[499] Jia y Weiwen, 1990. <<
[500] EL homo sapiens ARCAICO: varios antropólogos piensan que es el Homo sapiens arcaico, en lugar del Homo erectus, la especie representada en estos yacimientos tardíos (Wolpoff, 1984). Más aún, algunos de ellos piensan que el Homo erectus era una especie única que cambió gradualmente a lo largo del tiempo (ibid.)\ otros piensan que estos huesos representan diversas variedades o incluso especies independientes y que sólo una de las ramas condujo al Homo sapiens moderno (Lewin, 1989). <<
[501] Conkey, 1984. <<
[502] Service, 1978; Pfeiffer, 1982. <<
[503] Gargett, 1989; Chase y Dibble, 1987. <<
[504] Para un análisis de los argumentos esgrimidos en torno a la evolución del Homo sapiens neanderthalensis, véanse Delson, 1985; Mellars, 1989. <<
[505] Holloway, 1985. <<
[506] Arensburg, 1989. <<
[507] Lieberman, 1984; Laitman, 1984; Laitman, Heimbuch y Crelin, 1979. <<
[508] Leroi-Gourhan, 1975; Solecki, 1971, 1989. <<
[509] Gargett, 1989; Chase y Dibble, 1987. <<
[510] Mellars, 1989. <<
[511] ORÍGENES DEL HOMO SAPIENS: LAS TEORÍAS: algunos antropólogos opinan que el Homo erectus surgió de África hace cosa de un millón de años y que luego, siguiendo líneas paralelas en diferentes regiones de África y Eurasia, es decir, según el modelo «candelabro», evolucionó poco a poco hasta convertirse en lo que son los pueblos modernos. Otros piensan que un único conjunto de pueblos modernos se originó en África hace más de 100.000 años y que desde allí se dispersó por todo el Viejo Mundo, reemplazando a medida que avanzaban a poblaciones preexistentes y más primitivas (entre ellas el hombre de Neanderthal), es decir, la hipótesis del «arca de Noé» o de «todo comenzó en África». Ciertos yacimientos de África y Medio Oriente, de una antigüedad que supera los 70.000 años, proporcionan pruebas de la existencia de pueblos plenamente modernos. También se encontraron restos de esqueletos de pueblos plenamente modernos en el sudeste asiático, Australia, Nueva Guinea y en el Nuevo Mundo. <<
[512] Para estudiar otras hipótesis respecto a los orígenes del arte, la cultura y la organización política del Alto Paleolítico, véanse Conkey, 1983; Price y Brown, 1985; Johnson y Earle, 1987; Cohén, 1977. <<
[513] Gladkih, Kornieta y Soffer, 1984. <<
[514] White, 1986. <<
[515] Ibid.\ Mellars, 1989. <<
[516] White, 1989a, 1989b. <<
[517] LA CERÁMICA PRIMITIVA, ¿UNA ACTIVIDAD AL SERVICIO DE LO RITUAL?: los restos arqueológicos procedentes de Checoslovaquia sugieren que estas estatuillas cumplían fines ceremoniales. En las laderas inferiores de los montes Pavlov, en lo que hoy es conocido como Moravia, hace 26.000 años estos antepasados construyeron sus casas de frente a la confluencia de dos ríos de tortuoso recorrido. A ochenta metros sobre el nivel de la aldea, en una ladera rocosa, construyeron una depresión circular con cúpulas en dos lados, uno de los varios hornos descubiertos en la región. Dentro de la construcción se encontraron miles de fragmentos de estatuillas, hechas de una cerámica fuerte y durable compuesta de grasa de mamut mezclada con ceniza de huesos, loes y algo de arcilla. Sólo una de las esculturas de estos yacimientos de Moravia permanece intacta, un glotón del tamaño de un puño. O nuestros antepasados eran unos pésimos alfareros o su intención era destrozar su obra a fin de adivinar el futuro o para algún otro fin ceremonial (Vandiver y otros, 1989). <<
[518] Fox, 1972, 1980; Bischof, 1975b: Frayser, 1985. <<
[519] Cohen, 1964; Fox, 1980; Malinowski, 1965. <<
[520] Tylor, 1889. <<
[521] LA EXOGAMIA COMO ESTRATEGIA PROCREADORA PRIVILEGIADA: los antropólogos ponen especial cuidado en la distinción entre las reglas sexuales, como el tabú del incesto, por ejemplo, y las reglas relativas al matrimonio. Sin embargo, estos fenómenos están íntimamente relacionados, y las evidentes ventajas políticas de aparearse fuera del círculo de la familia inmediata bien podrían haber favorecido la difundida tradición humana de la exogamia, el matrimonio con individuos externos a la comunidad. En un estudio intercultural de los patrones de matrimonio de 62 sociedades, Suzanne Frayser (1985) informa que en el 35% de los casos es imperativo contraer matrimonio fuera de la comunidad; en el 42% de los casos se espera que los sujetos se casen dentro de la comunidad; y en el resto no se especifican preferencias. <<
[522] ENDOGAMIA: a menudo son necesarias numerosas generaciones de endogamia muy cercana para que los genes dañinos sean seleccionados y causen las tan temidas alteraciones dentro de la línea de una familia. En realidad, cierta cantidad de endogamia es necesaria para acentuar los rasgos positivos; ése es el motivo por el cual los criadores cruzan a los perros buscando por ejemplo un cierto temperamento o capacidad de resistencia. Para una adecuada salud genética, una especie necesita la proporción de endogamia necesaria para fijar los rasgos positivos y la proporción de exogamia que enmascare los genes deletéreos recesivos y enriquezca el genoma con material genético nuevo y vital. De modo que, si bien el tabú del incesto (el apareamiento con miembros de la familia de origen) es universal, el apareamiento entre primos hermanos es obligatorio o privilegiado en muchas sociedades (Bischof, 1975; Daly y Wilson, 1983). <<
[523] Westermarck, 1934. <<
[524] Spiro, 1958. <<
[525] Shepher, 1971, 1983. <<
[526] Bischof, 1975b; De Waal, 1989. <<
[527] Sade, 1968; Bischof, 1975b. <<
[528] Bischof, 1975b; De Waal, 1989; Daly y Wilson, 1983. <<
[529] Frayser, 1985, 182. <<
[530] Frazer [1922], 1963, 702. <<
[531] Darwin, 1871, 47. <<
[532] Chance, 1962. <<
[533] Fox, 1972, 292. <<
[534] Ibid. 287. <<
[535] Eibl-Eibesfeldt, 1989. <<
[536] Damon, 1988; Kohlberg, 1969. <<
[537] Kohlberg, 1969; Gilligan y Wiggins, 1988; Damon, 1988; Kagan y Lamb, 1987. <<
[538] Darwin, 1871, 493. <<
[539] Maxwell, 1984. <<
[540] Alexander, 1987, 102. <<
[541] Shostak, 1981; Gregor, 1985. <<
[542] LAS DIFERENCIAS DE EDAD ENTRE LA NOVIA Y EL NOVIO: es corriente en todas las culturas del mundo que el novio sea varios años mayor que la novia (Daly y Wilson, 1983). <<
[543] Shostak, 1981, 226. <<
[544] Los hereros son pueblos pastores que se asentaron en la región de los !kung dobe a mediados de los años veinte. <<
[545] LA INTIMIDAD PARA EL SEXO: en todo el mundo las personas procuran copular en privado. Los chimpancés, los babuinos y otros primates alguna que otra vez se ocultan con la pareja detrás de los matorrales para copular, pero en general los primates realizan el coito a la vista de sus semejantes. El impulso humano de copular en privado y sin interrupciones es probablemente un rasgo más surgido en las llanuras Áfricanas cuando, milenios atrás, nuestros antepasados primitivos comenzaron a aparearse. <<
[546] LA ESTIMULACIÓN ERÓTICA PREVIA AL COITO: los habitantes de Ponape y de las islas Trobriand, en el Pacífico insular, dedican horas a la estimulación previa, mientras que los lepcha, de Sikkim, casi no se acarician antes del coito. La cantidad de juegos eróticos previos al coito varía de una sociedad a otra. Tras el análisis de los estudios realizados en el mundo sobre estimulación erótica, Goldstein (1976a) enumera en orden decreciente según la preponderancia mundial los diversos tipos de contacto previo a la cópula. Las caricias en todo el cuerpo son el tipo de estimulación más difundido; instintivamente tenemos tendencia a abrazarnos, tocarnos y acariciarnos antes de hacer el amor. El «beso simple», el contacto boca a boca, está tan próximo a la universalidad que probablemente también sea básico en nuestro repertorio sexual humano, a pesar de las escasas culturas en las cuales el beso resulta repugnante (Ford y Beach, 1951). El beso de lengua también es muy común. Acariciar los pechos de la mujer aparece en tercer lugar en el listado decreciente de las formas de estimulación sexual previa según su preponderancia mundial. A continuación aparecen la caricia de los genitales femeninos, la estimulación oral de sus pechos, la caricia de los genitales masculinos, la felación, el cunilinguo, el anilingus y, por último, la estimulación dolorosa de partes del cuerpo (Goldstein, 1976a). La estimulación previa se observa asimismo en otras especies. Las aves golpetean mutuamente sus picos. Los perros se lamen. Las ballenas se golpean recíprocamente con las aletas. La mayoría de las aves y de los mamíferos realizan algún tipo de estimulación precopulatoria. <<
[547] LA COVADA: en diversas sociedades del mundo se observa una tradición conocida como la covada, del francés couver, «incubar o empollar». Dicha costumbre establece que el padre imite algunas de las conductas de su esposa durante el embarazo y cuando se aproxima el momento del parto. En algunas culturas el hombre simula sufrir los dolores físicos del parto; en otras simplemente cumple con ciertos tabúes de la nutrición. Los mehinaku, por ejemplo, sólo exigen que se cumplan algunas restricciones dietéticas. En algunas ocasiones, el padre (que no es el marido de la mujer) cumplirá con las restricciones de la covada; pero es más frecuente que pase por alto estas tradiciones para que su vínculo con la madre del recién nacido no quede en evidencia. <<
[548] RITUALES DE LA PUBERTAD: la mayoría de las culturas celebran el ingreso en la pubertad con ceremonias destinadas tanto a los muchachos como a muchachas, de modo que probablemente en época de nuestros antepasados ambos sexos eran sometidos a rituales puberales antes del casamiento. Como los matrimonios de conveniencia también son comunes en el mundo entero, es posible que en aquella época fuera común que los padres seleccionaran el primer cónyuge del hijo adolescente. Véase Frayser, 1985. <<
[549] EL SEXO PREMATRIMONIAL: en la mayoría de las culturas del Pacífico insular, así como en numerosas regiones de África al sur del Sáhara y en Eurasia, los pueblos toleran el sexo prematrimonial. En muchas regiones alrededor del Mediterráneo el sexo prematrimonial está estrictamente prohibido. En el 82% de 61 culturas registradas, las mismas limitaciones (o falta de restricciones) se aplican a ambos sexos por igual; en dichas sociedades no se observa un sometimiento de la mujer con respecto a las relaciones sexuales prematrimoniales. En las culturas donde sí se observa un sometimiento de la mujer, el varón a veces recibe un castigo más severo que su pareja; muchas de estas sociedades habitan regiones de África, al sur del Sáhara (Frayser, 1985, 205). <<
[550] EDAD MEDIA DE LA MENARQUÍA: en la actualidad, la edad media para la menarquía o primera mestruación en las niñas blancas de los Estados Unidos es a los 12,8 años de edad; para las niñas negras la edad media es a los 12,5 años. La pubertad temprana también es común en las poblaciones europeas contemporáneas. No obstante, la edad de la menarquía ha bajado gradualmente en los últimos ciento cincuenta años en las culturas de los Estados Unidos y Europa. En 1840 la edad promedio oscilaba entre los 16,5 y los 17,5 años en diversos pueblos europeos. Esto no implica que la menarquía se esté adelantando progresivamente a través de la evolución humana. En las culturas griega y romana antiguas, las niñas tal vez tenían la menarquía ya a los 13 o 14 años (Eveleth, 1986). Como se recordará, en los pueblos cazadores-recolectores, en general las niñas se desarrollaban entre los 16 y los 17 años, lo cual sugiere que en los pueblos ancestrales la menarquía aparecía bastante cerca de los veinte años, y que la menarquía tardía es típica de la condición humana (Lancaster y Lancaster, 1983). <<
[551] Clark, 1980; Cohen, 1989. <<
[552] Gregg, 1988. <<
[553] Ibid. <<
[554] Actualmente se discute si la domesticación de plantas y animales en Europa fue introducida por inmigrantes o si la práctica se difundió de igual modo que otras nuevas que fueron adoptadas por los forrajeadores locales (Howell, 1987). <<
[555] Nissen, 1988; Clark, 1980; Lewin, 1988a; McCorriston y Hole, 1991; Blumler y Byrne, 1991. <<
[556] Whyte, 1978. <<
[557] Bullough, 1976, 53. <<
[558] EL ABORTO no fue siempre ilegal en la historia de Occidente. Los antiguos griegos, por ejemplo, estaban a favor de las familias pequeñas y aprobaban el aborto. Las leyes sobre el aborto han variado radicalmente en la historia occidental, en consonancia con las circunstancias sociales. <<
[559] Whyte, 1978. <<
[560] Lacey, 1973; Gies y Gies, 1978; Lampe, 1987. <<
[561] Colosenses, 3:18. <<
[562] Hunt, 1959, 22. <<
[563] Whyte, 1978. <<
[564] Leacock, 1972. <<
[565] Ibid. 120. <<
[566] Whyte, 1978. <<
[567] EL MATRIARCADO PRIMITIVO: a pesar de la insuficiente información disponible acerca de la ausencia o presencia de un matriarcado primitivo, diversos académicos contemporáneos defienden dicho concepto (véanse Fluehr-Lobban, 1979; Davis, 1971; Gimbutas, 1989). Partiendo de la supervivencia de las deidades femeninas de Grecia y Roma, de misteriosas figuras femeninas en el arte popular, de los cuentos de hadas europeos y de dibujos de figuras de apariencia divina en la alfarería y en los frescos primitivos, Gimbutas sostiene que los matriarcados existieron en Europa siete mil años atrás y que estos pueblos fueron luego dominados por pueblos merodeadores procedentes de las estepas rusas que trajeron consigo tradiciones de descendencia y gobierno patrilineal. <<
[568] Whyte, 1978. <<
[569] SUBORDINACIÓN SOCIAL DE LAS MUJERES EN LAS CULTURAS AGRÍCOLAS: el análisis de noventa y tres sociedades preindustriales muestra que las mujeres en las comunidades agrícolas detentan menos autoridad doméstica, menos solidaridad ritual con otras mujeres y menos control del patrimonio que las mujeres pertenecientes a sociedades dedicadas al cultivo de pequeñas huertas y a la caza y la recolección. Las mujeres de las comunidades agrícolas recurren con mayor frecuencia a formas informales de influencia. Los hombres expresan un temor más ritualizado de las mujeres en estas culturas. El trabajo de las mujeres es menos valorizado y se asigna menos valor a sus vidas (Whyte, 1978). <<
[570] Leacock, 1972; Etienne y Leacock, 1980. <<
[571] EVOLUCIÓN DE LAS JEFATURAS: Johnson y Earle (1987) sostienen que la organización política europea caracterizada por la presencia de «grandes hombres» permanentes o jefes surgió en el Alto Paleolítico de 35.000 a 12.000 años atrás, a causa de la caza en gran escala y de la necesidad de defender los territorios en las regiones densamente pobladas de Europa, pero que los jefes se volvieron un fenómeno corriente en Europa con el desarrollo de la agricultura. Para un análisis de la evolución de la organización política humana, véanse Carneiro, 1991, 1987, 1981; Nissen, 1988; Johnson y Earle, 1987. <<
[572] Whyte, 1978, 169. <<
[573] Goldberg, 1973. <<
[574] Davis, 1964. <<
[575] Eibl-Eibesfeldt, 1989, 267; Sapolsky, 1983. <<
[576] Velle, 1982; Sapolsky, 1983; Rose, Holaday y Bernstein, 1971; Rose y otros, 1974. <<
[577] Brown, 1988. Esta tendencia aparece en toda la bibliografía antropológica. <<
[578] McGuire, Raleigh y Brammer, 1982. <<
[579] Raleigh y otros, en impresión; Tiger, 1992. <<
[580] Frank, 1985. <<
[581] Goody, 1983, 211; Queen y Habenstein, 1974. <<
[582] Bullough, 1976; Lacey, 1973. <<
[583] Hunt, 1959, 63; Carcopino, 1973, 60; Phillips, 1988. <<
[584] Mateo, 19:3-9. <<
[585] Phillips, 1988. <<
[586] Gies y Gies, 1978; Bell, 1973; Bullough, 1978; Hunt, 1959; Phillips, 1988. <<
[587] Gies y Gies, 1978, 33. <<
[588] Queen y Habenstein, 1974, 265. <<
[589] Gies y Gies, 1978, 18; Dupâquier y otros, 1981. <<
[590] Bell, 1973; Power, 1973; Abrams, 1973. <<
[591] Phillips, 1988. <<
[592] Goody, 1983, 211; Dupâquier y otros, 1981; Phillips, 1988; Stone, 1990. <<
[593] Lucrecio, 1965. <<
[594] TASAS DE DIVORCIO: la tasa de divorcio es mucho más difícil de calcular de lo que comúnmente se cree. En 1989 la tasa de divorcio anual de los Estados Unidos era de 4,7 por cada 1.000 personas, lo cual significa que aproximadamente 5 de cada 1.000 personas se divorciaban por año. Dichas cifras no dicen nada acerca de las posibilidades que tiene una persona de divorciarse en el curso de su vida. Para calcularlo, los demógrafos emplean el término «método de la curva de la vida». Analizan qué experiencia han tenido respecto al divorcio diversos grupos de adultos de edades progresivas a lo largo de toda su vida, y establecen todos los factores que contribuyeron a la frecuencia de divorcio a través del tiempo en los grupos en cuestión. Luego evalúan la fuerza actual de estos factores, prevén nuevos factores que podrían contribuir al divorcio y emplean todos estos datos para calcular cuántas personas se divorciarán durante el año en curso y en las décadas venideras. Los CÁLCULOS ACTUALES, resultantes de la proyección de las tendencias de divorcio durante el presente siglo mediante la aplicación del «método de la curva de la vida», indican que el 47,4% de todos los norteamericanos que se casaron en 1974 se divorciarán con el tiempo, suponiendo que se mantengan estables los promedios de divorcio y de muerte prevalecientes en 1975 (Cherlin, 1981, 25). Otro pronóstico: el 54% de las mujeres casadas en primeras nupcias, que en 1987 tenían de veinticinco a veintinueve años de edad, terminarán divorciándose (Levitan, Belous y Gallo, 1988, 1). Para un detalle completo de los porcentajes de divorcio por edad, número de hijos y estado civil anterior, véanse London y Foley Wilson, 1988. <<
[595] Cherlin, 1981, 53; Levitan, Belous y Gallo, 1988, 32, 99; Glick 1975, 8; Espenshade, 1985. <<
[596] Cherlin, 1978. <<
[597] Glick, 1975. <<
[598] Harris, 1981; Levitan, Belous, y Gallo, 1988. <<
[599] Evans, 1987; Harris, 1981; Cherlin, 1981; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[600] Cherlin, 1981, 35. <<
[601] Harris, 1981. <<
[602] Glick, 1975; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[603] CONTROL DE LA NATALIDAD Y DIVORCIO: algunos científicos afirman que la introducción de la píldora anticonceptiva, los dispositivos intrauterinos y la esterilización quirúrgica desempeñaron un papel importante en la declinación de los índices de natalidad en los años sesenta y en décadas sucesivas. Sin embargo, los índices de natalidad también eran bajos durante la Gran Depresión, cuando las parejas en crisis económica preferían postergar la vida de familia y las formas modernas de control de la natalidad no existían (Cherlin, 1981, 57). Los índices de natalidad también bajaron a comienzos de la década de los sesenta, antes de que los métodos anticonceptivos alcanzaran su amplia difusión posterior (Harris, 1981). En realidad, la natalidad viene disminuyendo desde hace cien años, mucho antes de que los cambios tecnológicos de control se desarrollaran (Goldin, 1990). Sin embargo, las nuevas formas de control de la natalidad pueden haber afectado a las tendencias demográficas de otras maneras. Mediante el uso de estos dispositivos, más mujeres solteras pueden evitar el embarazo, por lo tanto menos mujeres se casan muy jóvenes, con el probable resultado de que la edad promedio para el primer casamiento haya aumentado y de que más mujeres se incorporen al mercado laboral más temprano. Sin embargo, el demógrafo Andrew Cherlin (1981) llega a la conclusión de que las nuevas formas de control de la natalidad no fueron los factores determinantes de las tendencias de los años sesenta a favor de matrimonios tardíos, menos hijos y más divorcios. <<
[604] Harris, 1981, 93. <<
[605] Evans, 1987. <<
[606] Cherlin, 1981. <<
[607] Ibid. Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[608] Easterlin, 1980; véanse también Cherlin, 1981; Espenshade, 1985; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[609] Levitan, Belous y Gallo, 1988, 77. <<
[610] Fisher, 1989. <<
[611] Levitan, Belous y Gallo, 1988, 77. <<
[612] Norman Goodman, Departamento de Sociología, SUNY, Stony Brook, comunicación personal. <<
[613] EDAD EN EL MOMENTO DEL MATRIMONIO Y DIFERENCIAS DE EDAD ENTRE MARIDO Y MUJER: el matrimonio tardío no es habitual en las sociedades tradicionales. En el 69% de 45 culturas tradicionales estudiadas, las jóvenes se casaban a una edad inferior a los 18. La categoría de edad en la que aparecía la frecuencia más alta iba de los 12 a los 15 años (Frayser, 1985, 208). En el 74% de 42 culturas, los varones tenían un mínimo de 18 o más años en el momento de casarse. La categoría de edad que mostraba la frecuencia más alta iba de los 18 a los 21 (ibid.). Aun en los Estados Unidos, aproximadamente el 25% del total de mujeres se casan a los 19 años, y esta cifra permanece constante desde 1910 (Cherlin, 1981, 10). En las culturas agrícolas el sistema de dotes a menudo demora el matrimonio de una mujer que pasó de los veinte años de edad. Actualmente, el matrimonio tardío en los Estados Unidos es en general consecuencia de que las mujeres prefieran terminar sus estudios universitarios e incorporarse al mercado laboral (Glick, 1975). En todo el mundo los maridos suelen ser de dos a seis años mayores que sus esposas. En los Estados Unidos la diferencia de edad entre marido y mujer aumenta con la edad del varón porque los hombres divorciados suelen casarse por segunda vez con mujeres más jóvenes (London y Foley Wilson, 1988). <<
[614] Barringer, 1991; Levitan, Belous, y Gallo, 1988. <<
[615] Lancaster y Lancaster, 1983. <<
[616] Harris, 1981. <<
[617] Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[618] Ibid. <<
[619] Ibid.; Blake, 1989a, 1989b. <<
[620] Hunt, 1959. <<
[621] Mead, 1966; Kirkendall y Gravatt, 1984. <<
[622] Krier, 1988. <<
[623] Cherlin, 1981; White, 1987; Barringer, 1989b; Stone, 1990. <<
[624] LAS LEYES DE DIVORCIO EN EUROPA Y LOS ESTADOS UNIDOS: para un análisis de la historia de las leyes y la práctica del divorcio en los Estados Unidos y Europa occidental, véanse Phillips, 1988; Stone, 1990; Bohannan, 1985; Dupáquier y otros, 1981. <<
[625] PORCENTAJE DE PERSONAS DIVORCIADAS QUE VUELVEN A CASARSE Y MOMENTO DEL NUEVO CASAMIENTO: la Oficina de Censos informa que el 76,3% de las mujeres que se divorcian antes de los treinta años con el tiempo vuelven a casarse; el 56,2% de las que se divorcian entre los treinta y los cuarenta vuelven a casarse, y el 32,4% de las que se divorcian después de los cuarenta vuelven a casarse (Levitan, Belous y Gallo, 1988). Aproximadamente el 75% de las mujeres y el 80% de los hombres que se divorcian volverán a casarse (Glick, 1975; Cherlin, 1981; Levitan, Belous y Gallo, 1988). Un tercio de los adultos jóvenes pueden hoy tener expectativas de un segundo matrimonio (Cherlin, 1981, 69). La mitad de los segundos matrimonios ocurren dentro de los tres años posteriores al divorcio (Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984). EL NÚMERO PROMEDIO DE AÑOS ENTRE EL DIVORCIO Y EL SEGUNDO MATRIMONIO es de 2,9 para las mujeres norteamericanas de menos de treinta años y sin hijos; de 3,0 años para las mujeres con uno a dos hijos, y aproximadamente de 4,4 años para las mujeres que tienen de tres a cinco hijos (Levitan, Belous y Gallo, 1988). Otros datos llevan a la conclusión de que lo normal es que las mujeres vuelvan a casarse cuatro años después del divorcio, mientras que lo normal en el caso de los hombres es que vuelvan a casarse a los tres años después del divorcio (London y Foley Wilson, 1988). El demógrafo Paul Glick (1975) informa que el promedio de años entre el divorcio y el nuevo casamiento es de tres años. La cantidad promedio y mediana de años que un niño pasa con uno solo de sus padres es de 3,98 (Marriage and Divorce Today, 1986). LAS TASAS DE NUEVO CASAMIENTO han aumentado progresivamente desde la década de los treinta, a excepción de la década de los cincuenta (Levitan, Belous y Gallo, 1988, 33). Unos pocos DIVORCIOS más se produjeron entre las parejas EN SEGUNDAS NUPCIAS que entre los cónyuges de primer matrimonio (Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984). Muy pocos hombres y mujeres se casan más de dos veces (Levitan, 1988). Glick informa que las mujeres que se divorcian y VUELVEN A CASARSE con un hombre soltero terminan teniendo 3,1 hijos, y que los hombres y mujeres que se casan una sola vez terminan teniendo 3,2 HIJOS. En los segundos casamientos entre dos personas divorciadas, hombres y mujeres terminan teniendo un número algo menor de hijos, un total de 2,9 criaturas (Glick, 1975). <<
[626] Levitan, Belous, y Gallo, 1988; Espenshade, 1985; Cherlin, 1987. <<
[627] Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984. <<
[628] Marriage and Divorce Today, 1986. <<
[629] Bohannan, 1985; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<
[630] Bohannan, 1985. <<
[631] Krier, 1988. <<
[632] MÁS INFORMACIÓN SOBRE ASOCIACIONES: hay abundantes razones para pensar que los sujetos de las sociedades basadas en el parentesco establecían lazos de familia con iguales que no eran parientes directos. Pero es muy poco probable que estas asociaciones cumplieran la misma función que cumplen hoy en día en las sociedades modernas, en las que los lazos de parentesco no definen la vida cotidiana (Leith Mullings, Departamento de Antropología, Centro de Graduados de la CUNY, comunicación personal). Más aún, estas asociaciones indudablemente no se formarán dentro de todas la poblaciones norteamericanas. Por ejemplo, me parece probable que se formen con mayor frecuencia en los medios urbanos que en los rurales, y que sean más comunes dentro de algunos grupos étnicos que en otros. <<
[633] Eveleth, 1986; Goldstein, 1976. <<
[634] Cetron y Davies, 1989. <<
[635] Ibid. <<