Capítulo 5
RAFAEL insistió en acompañarla al médico, y peor aún, se quedó mientras le quitaban los puntos y luego mencionó el hematoma que tenía en las costillas.
Mikayla le dirigió una mirada que hablaba por sí misma mientras el médico la examinaba. El doctor les dijo que no tenía nada roto.
Una vez en el ascensor, ella le dijo:
- Eres imposible. Dictatorial.
-¿Has terminado ya?
- No, no he terminado.
EJ ascensor se detuvo y salieron de él y del edificio. Una vez en el coche, ella permaneció en silencio mientras él conducta hacia Double Bay, donde estaba la zona de tiendas más cara y exclusiva de la ciudad.
Cuando salieron del coche, ella le dijo:
- No creo...
- No te estoy pidiendo que creas nada.
- ¿Es que quieres sacar la tarjeta en alguna de las tiendas más caras de la ciudad? Bueno, por mí esta bien.
Mikayla tuvo que admitir que él tenía un gusto excelente. Dos horas más tarde, habían comprado
dos vestidos de noche, otros dos de fiesta, zapatos y un exquisito traje de chaqueta de dos piezas.
Luego, él la llevó a almorzar al Ritz-Carlton, donde ella le sorprendió pidiendo solo una sopa y un entrante de salmón ahumado.
-¿No vas a comer nada más?
Mikayla lo miró solemnemente.
- Me habría conformado con un sandwich y un cafe.
- ¿No estás impresionada?
-¿Se supone que lo debo estar?
- No era mi intención.
Lo cierto era que habían llamado la atención de unos cuantos clientes.
-¿Es que querías que te vieran? - le preguntó Mikayla
- No particularmente.
- En ese caso, gracias.
-¿Por qué?
- Por la ropa, y el almuerzo.
Luego almorzaron en silencio y, cuando estaban con los cafés, Mikayla le dijo:
- Me gustaría ir a visitar a mi padre. Ayer no lo pude ir a ver. Y también a Sammy.
- Están en hospitales diferentes - afirmó Rafael.
- Me aseguraré de estar de vuelta en casa a tiempo, si me dices a qué hora tenemos que salir.
- Justo después de las seis.
Mikayla miró su reloj y vio que eran las dos pasadas.
- Me gusta visitar todos los días a mi padre. Y a Samrny no lo ha ido nadie a visitar.
Él le hizo un gesto al camarero, pagó y se levantaron.
- Te espero en casa a las cuatro y media. No más tarde - le advirtió a ella cuando llegaron al coche.
Le costó un poco aparcar cerca del hospital de su padre, ya que era fin de semana y había muchos visitantes A su padre se le encendió el rostro cuando la vio. Estuvo un rato con él y luego fue a ver a Sammy, que tenía un aspecto un poco peor y las heridas se le notaban más.
- Ha venido... - dijo el chico.
Ella le había comprado un libro de Dickens y una botella de zumo de frutas.
- No me puedo quedar mucho.
- Está bien.
Cuando salió, se detuvo a hablar con las enfermeras para ver si Sammy estaba progresando y para saber cuánto más tendría que quedarse allí.
Eran unos minutos más de las cuatro y media cuando llegó a la casa y. en cuanto llegó al dormitorio, empezó a quitarse la ropa, los zapatos,..
Tomó ropa interior limpia y se metió en el cuarto de baño para ducharse y lavarse la cabeza. Luego se envolvió en una toalla y se maquilló. Antes de salir del cuarto de baño, se peinó y entró en el dormitorio para vestirse.
El vestido que había comprado para la ocasión era precioso, en tonos verdes y azules, ajustado y escotado, con un fino tirante sobre cada hombro. También llevaba un pañuelo a juego que, sabiamente colocado le taparía la herida del brazo.
Sus únicas joyas eran una cadena de oro con un pequeño diamante y unos pendientes a juego, que le habían regalado sus padres con motivo de su vigesimoprimer cumpleaños.
Se estaba poniendo los zapatos cuando Rafael entró en la habitación.
Estaba recién afeitado y con el cabello húmedo. Parecía el epítome de la sofisticación y el poderío con unos pantalones negros excelentemente cortados y una camisa blanca.
Era un hombre imponente. De todas las maneras. Tenía la gracia de un felino y unos movimientos de cuerpo fluidos que debían mucho a su perfecto estado de forma física.
Al cabo de unos minutos, é1 se había puesto los gemelos, la corbata y la chaqueta.
- Cuéntame algo de la velada - le preguntó ella mientras se dirigían a la ciudad -. Sobre la obra de caridad.
- Es para la Fundación contra la Leucemia,
- Una buena causa.
- Una de las pocas a las que apoyo,
Llegaron al hotel y él detuvo el coche delante de la entrada principal; salieron y le dio las llaves a uno de los aparcacoches.
Tomaron el ascensor y pronto estuvieron en la sala de baile, donde unos camareros servían bebidas a la élite de la ciudad.
- Querido. Has venido.
Mikayla se volvió y vio a una mujer alta y morena que se les acercaba. Era una mujer perfecta, de la cabeza a los pies.
¿Era su imaginación o había notado la preocupación de Rafael?
- Sasha- dijo él.
-¿No nos vas a presentar?
- Por supuesto. Sasha Despojoa. Mikayla Petersen,
Cinco segundos más tarde, Mikayla se había dado cuenta de que había sido examinada y despreciada por esa mujer.
- No creo que nos conozcamos - dijo Sasha-. ¿Eres nueva en la ciudad?
Sí en esa parte de la ciudad, pensó Mikayla, pero se limitó a sonreír.
- No.
- Doy por hecho que os conocéis bien, ¿no?
- Bueno, Rafael es.. Un amigo muy especial.
La intriga de Sasha era evidente.
- Ya veo. Bueno, ya hablaremos.
Mikayla lo dudo. Sasha parecía estarse comiendo vivo a Rafael. Su sonrisa, la forma en que le tocaba el brazo, en que se humedecía los labios. Todo era una evidente invitación envuelta en sensualidad.
- Creo que nos han instalado en la misma mesa - dijo Sasha.
Aquella iba a ser una velada divertida.
-¿Nos disculpas? - dijo Rafael -. Quiero que Mikayla conozca a unos amigos.
Cuando se hubieron alejado, ella le dijo:
-¿La impresionante Sasha es una de tus ex? Y yo diría que reciente, ¿no?
- Si,
-¿Tengo que cuidarme las espaldas?
- Yo no le prometí un..
-¿Un jardín de rosas? - le preguntó Mikayla cínicamente,
Rafael sonrió.
- Ah, Pero estoy segura de que mentalmente ella ya ha estado redecorando y cambiando los muebles de la casa.
- Normalmente no suelo invitar a las mujeres a que pasen la noche en mi casa.
¿Por qué se sentía aliviada de que él no hubiera compartido su cama con otras mujeres?
- Prefieres un hotel o sus casas, ¿no?
- Eso no es...
-¿Asunto mío? - le preguntó ella sonriendo dulcemente— . Ya lo sé.
Él deseó entonces acercarse y taparle esa boca pícara con la suya, cambiar ese malicioso brillo de sus ojos en otro de deseo.
- No tientes tu suerte – le dijo sonriendo.
- No se me ocurriría.
Luego estuvieron charlando con unos cuantos invitados hasta que se abrieron las puertas de la gran sala de baile y los camareros empezaron a conducir a los invitados a sus mesas.
Minutos después de estar instalados, sirvieron los entrantes y Mikayla se dedicó a disfrutar con entusiasmo de su cóctel de langostinos.
Rafael pidió un vino excelente y ella lo probó mientras el orador de la fundación empezaba con el consabido discurso.
En cada mesa había diez perdonas y le divirtió ver que Sasha se había sentado deliberadamente delante de Rafael,
Esa mujer se debería haber dedicado a la escena, pensó mientras observaba sus movimientos, cuidadosamente coreografiados para llamar la atención de Rafael Y de cualquier otro hombre que la pudiera ver.
Luego empezó el desfile de modelos mientras se servía el plato principal, pechugas Villarroy con verduras.
A continuación, actuaron un comediante y un cantante y se pasó un video en una pantalla gigante, que mostraba los objetivos de la fundación.
El video fue muy emocionante y un recuerdo vivido para que la gente se rascara los bolsillos y apoyara a la fundación.
La velada estaba bien organizada, el ritmo muy profesional y no hubo muchas posibilidades de hablar hasta que se volvieron a encender las luces y los camareros empezaron a servir los postres y los cafés.
Los invitados empezaron entonces a moverse entre las mesas para charlar con los amigos y conocidos. Sasha no tardó mucho en sentarse en la silla que habían dejado vacante junto a ellos y aprovechando que Rafael estaba hablando con un amigo, le dijo a Mikayla:
-¿Conoces a Rafael desde hace mucho?
Mikayla pensó que aquello era la continuación del interrogatorio anterior.
- No - respondió educadamente.
- No eres muy abierta, ¿verdad querida?
-¿Y cómo de abierta quieres que sea? - contraatacó Mikayla.
- Debes perdonarme por sentir curiosidad. Rafael y yo hemos sido buenos... Buenos amigos durante un tiempo.
-¿De verdad?
- Amigos íntimos - dijo Sasha poniendo énfasis en lo de íntimos.
-¿Así que quieres que aparte las manos?
- Sabía que lo entenderías.
-¿Y no deberías estar teniendo esta conversación con él?
- No lo creo. Con traerte aquí esta noche sólo me está castigando.
Mikayla trató de sentir compasión por ella, pero no lo logró.
-¿Me disculpas unos momentos? - dijo y se puso en pie.
Luego tomó su bolso y trató de escapar hacia el tocador de señoras más próximo.
Rafael la vio alejarse y también la sonrisa de satisfacción de Sasha, por lo que estuvo seguro de poder imaginarse punto por punto la conversación entre las dos. Sabía que Sasha era muy hábil lanzando flechas verbales. Por otra parte, no le cabía la menor duda de que Mikayla se podía defender perfectamente.
Era interesante cómo las mujeres sentían la necesidad de recomponer su maquillaje, pensó, cuando la mayoría de los hombres prefieren un aspecto natural.
Algo que le hizo recordar a la pequeña bruja rubia que se había despertado entre sus brazos de madrugada y que había llevado a cabo una exploración tentativa que casi le había hecho perder el juicio.
Mikayla era una alumna aventajada y ansiosa por aprender en lo que se refería al placer. No había nada de artificial en su respuesta, solo una mezcla de sorpresa e intensa delicia.
Rafael interrumpió su conversación cuando Mikayla entró de nuevo en la sala de baile y se acercó a él Y se dio cuenta de que no era él el único que la observaba.
Los camareros estaban despejando la sala para hacer sitio a la pista de baile y estaban también preparando el equipo de música.
Mikayla llegó a su lado y se sentó. Luego rechazó otro café y pido un vaso de agua.
-¿Mas vino?
Ella lo miró a los ojos y respondió:
- No, gracias.
La música empezó a sonar y algunas parejas salieron a la pista.
- Baila conmigo, Rafael.
Mikayla reconoció la voz inmediatamente y se sorprendió por la audacia de Sasha. Sonrió a Rafael y le dijo:
- Diviértete.
Él la miró por un momento y luego acompañó a Sasha a la pista de baile.
Hacían buena pareja, admitió Casi demasiado buena. Había entre ellos una fácil familiaridad, y eso le produjo algo, que descartó inmediatamente que fueran celos o envidia
- Odio ver a una mujer hermosa sentada sola.
Mikayla se volvió ante esa voz y sonrió a un joven atractivo que se había sentado a su lado.
-¿Puedo traerle más vino? ¿Café?
Interesante, pensó ella. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que alguien había tratado de ligar con ella. Tal vez debiera dejarse llevar y disfrutar de la experiencia.
- No, gracias.
-¿Está con alguien?
Esa sí que era una buena pregunta! Una que, tal vez, pudiera evitar por unos minutos.
- No recuerdo su nombre...
- Perdóneme - dijo el joven rápidamente -, Anthony Moore-Jones, ¿Y usted es..,?
- Nada tuyo, mi amigo - intervino entonces Rafael con una suavidad peligrosa que hizo que Mikayla se estremeciera.
La reacción de Anthony fue de sorpresa y se levantó rápidamente.
- Lo siento, no tenía ni idea...
- Ahora ya lo sabes,
- Sí, sí, por supuesto - dijo y su ansía por marcharle fue casi cómica -. Si me disculpa...
Cuando estuvieron solos, Mikayla le dijo a Rafael:
-¿Sueles comerte jóvenes crudos para desayunar?
- Solo a esos que se meten en mi territorio
- Da gusto conocer mi sitio,
- No seas tonta - dijo él muy consciente de la curiosidad de Sasha.
- Tal vez debieras aclararle a los interesados cuál es el sitio de Mikayla. ¿no? - dijo la joven.
Mikayla miró a Rafael arqueando una ceja y acomodándose mejor en su silla.
- Mikayla vive conmigo.
La mirada de Sasha se endureció levemente.
- ¿Como tu invitada?
Él no hizo el menor intento de suavizar el golpe.
- Como mi amante,
La expresión de Sasha reveló un destello de furia, que fue inmediatamente ocultado.
-¿De verdad, querido? Podrías habérmelo dicho.
-Nosotros fuimos amantes ocasionales –le recordó Rafael -. Cuando nos venía bien a los dos. No fue nada permanente.
- Te equivocas - dijo Sasha y se marchó muy dignamente.
Luego recogió su bolso y desapareció en la abarrotada pista.
- Eso ha sido cruel - afirmó Mikayla. Rafael la miró con una expresión que ella no pudo definir.
- Ha sido la única verdad que ella podría entender.
Mikayla lo miró y vio su fuerza, su poder y su implacabilidad.
- No creo que me gustes - dijo.
Él sonrió.
- Y no es necesario que te guste.
- No, solo tengo que satisfacerte mientras dure mi sentencia.
- Cuidado, pequeña.
- No te tengo miedo.
- Unas palabras valientes.
- Si pudiera - dijo ella -. Me iría de aquí y tomaría un taxi. Pero no tengo dinero y estoy atada a ti.
La sonrisa de él la hizo desear golpearlo. Pero entonces vio, incrédula, cómo él se levantaba, la tomaba de la mano y la hacía levantarse también.
- Baila conmigo - le dijo.
-¡Estás de broma!
Ella no pudo hacer otra cosa más que seguirlo para no causar una escena. La banda estaba tocando algo suave cuando llegaron a la pista y él la tomó en sus brazos.
La ira de Mikayla empezó a esfumarse, aunque trató de que no fuera así.
De todas formas, le resultaría muy fácil dejarse ir y apoyarse en él, dejar que su cuerpo se moviera al unísono con el de él. Pero se obligó a permanecer tensa y seca a pesar de la gracia que, evidentemente, le hacía a Rafael.
La tentación de pisarlo fue muy grande y sufrió por ello. Y él sabía que estaba sufriendo, lo que la irritó más todavía.
Ya era más de medianoche cuando llegaron a la casa y, tan pronto como entraron, ella se apresuró a subir las escaleras y entró en el dormitorio varios segundos antes que él. Se quitó los zapatos, los pendientes y fue a bajarse la cremallera del vestido.
Bajo él, llevaba solo las bragass sin sujetador, así que tomó una camiseta y se la puso para colgar a continuación el vestido.
Luego, sin decir nada, se dirigió a la puerta del dormitorio.
- Ni se te ocurra dormir en otra habitación - dijo él.
Mikayla se volvió y lo miró. Se había quitado la chaqueta y la corbata; se había desabrochado la camisa y estaba a punto de quitarse los pantalones
-Esta noche no quiero ocupar la misma cama que tú - le dijo,
-¿Sabes lo fácil que me resultaría hacer que lo quieras?
Mikayla abrió la puerta, salió al pasillo y la cerró tras ella.
Se preguntó si la seguiría y se dijo a sí misma que no le importaba, ni tampoco le importaba que no le pudiera ganar. Abrió otra puerta y se acercó a una ventana.
Era una noche oscura y sin luna, así que lo único que podía ver afuera eran sombras y las luces de la ciudad a lo lejos.
Más que oírlo, lo sintió entrar en la habitación y supo que se había puesto tras ella. No dijo nada, solo se limitó a rozarla con la lengua y ella notó enseguida la respuesta cálida que, a su pesar, le provocaba.
No la tocó con ninguna otra parte de su cuerpo y Rafael notó el momento en que ella cedió con un suspiro, se volvió y lévenlo las manos hasta su cuello, entrelazando los dedos detrás de su nuca.
Rafael le abarcó el rostro y la besó profundamente para rodearle la cintura a continuación, antes de deslizarle las manos por debajo de la camiseta, abarcarle el trasero con una y deslizarle los dedos de la otra en su interior.
¿Importaba algo que ella se rindiera a la magia de su contacto? ¿O si é\ ganaba o perdía? Porque si aquello era perder, pensó ella, no era ninguna pérdida.
ÉL la hizo llegar a lo más alto y la mantuvo allí, luego la sujetó cuando ella fue a caerse, la levantó e hizo que le rodeara la cintura con sus piernas.
Ella era todo calor y pasión y se hundió profundamente en su cuerpo, se salió y repitió la acción una y otra vez hasta que la notó estremecerse y liberarse.
Mikayla apretó el rostro contra el cuello de él mientras la llevaba de nuevo al dormitorio y luego ambos se tumbaron en la cama.
Segundos mas tarde, Rafael giró y la hizo ponerse sobre él. Sus ojos eran oscuros y sus manos cariñosas mientras le acariciaba los senos y después el triángulo de vello de entre sus muslos.
Encontró el centro de su placer y vio como le brillaban los ojos cuando se lo frotó hasta volverla loca. Entonces le llevó las manos al rostro, abarcándoselo y besándola a continuación de una forma que le cortó la respiración.
Mikayla dudó de que pudiera soportar más, pero él le demostró que sí podía.
Después ella se tumbó al lado de él, demasiado alterada para moverse y é\ se dedicó a acariciarle levemente la espalda.
Rafael la ni70 apoyar la cabeza en la curva de su hombro y le acarició el cabello hasta que se quedó dormida.
Mikayla se agitó durante la noche. Tenía un sueño en el que se veía perseguida por un pasillo oscuro y, por rápidamente que corriera, él estaba tras ella.
Le agarró las manos y ella gritó cuando trató de soltarse. Entonces oyó una maldición y la luz la deslumbró. Entonces vio que era Rafael el que la sujetaba y estaba en el dormitorio, en la casa de él.
Rafael notó que dejaba de agitarse y la abrazó fuertemente.
-¿De quién o de qué estabas huyendo? - le preguntó.
Como ella no contestó, la hizo levantar la cara y la miró a los ojos,
- ¿Mikayla?
- No lo sé. No le vi la cara.
¿Huía de los jóvenes que la atacaron? ¿De la pelea entre bandas de Sammy? ¿O de Rafael Velez-Aguilera?
Rafael sabía que el subconsciente podía causar esas malas pasadas. Había veces en las que él se despertaba sudando por las pesadillas que lo devolvían al pasado, a ese pasado duro y cruel. Años en los que se habla endurecido y le habían hecho el hombre que era.
- Estás conmigo – le dijo -. Nada te puede hacer daño aquí,
Mikayla pensó que así era por el momento, y decidió pensar deliberadamente en su padre y en tiempos más felices.