Capítulo 4
MIKAYLA se despertó de golpe y víctima del pánico hasta que reconoció donde estaba. Enseguida se dio cuenta de que no estaba sola en la gran cama y miró el despertador. Luego se levantó de la cama y corrió a vestirse al cuarto de baño.
No había tiempo de recoger casi nada, y ya estaba en el pasillo cuando Rafael salió también y le dijo:
- Desayuna conmigo en la terraza.
- No tengo tiempo de desayunar,
- Sí que lo tienes,
- No,
Él sonrió.
-¿Normalmente discutes a primera hora de la mañana?- dijo él y luego la abrazó y besó.
Oh, Cíelo santo,,.
Su boca se movió involuntariamente bajo la de él y luego se apartó. Pero solo porque él se lo había permitido.
- Voy a llegar tarde - dijo.
Todavía lo podía sentir en su interior y él sonrió casi como si lo supiera.
- Solo tardarás unos minutos en desayunar - le dijo.
-¿Normalmente eres tan dictatoria a primera hora de la mañana?
- Vete acostumbrando.
¡Al parecer ella iba a tener que acostumbrarse a muchas cosas! Y sobre todo, a ese hombre. Solo con pensar en la noche anterior se le alteraban los nervios.
Le pareció que lo más sabio era capitular y además, tenía hambre.
Mientras desayunaban, é1 le preguntó por su brazo.
La verdad era que ya no le dolía salvo cuando lo movía,
- Está bien – respondió -. Mañana tengo que volver al hospital para que me quiten los puntos.
- Llamaré a mi médico para que te los quite éI.
Ella lo miró fijamente.
- Eso no es necesario
- Así no tendrás que pasarte horas esperando en la seguridad social.
Aquello era cierto, pero ella no quería que la trataran preferentemente.
- Me imagino que el hospital querrá completar sus servicios. Y ahora he de irme - dijo y se puso en pie.
Luego colocó los platos en una bandeja y se la llevó a la cocina. Poco después estaba al volante de su coche de camino al colegio. Durante la primera clase se dio cuenta de que los alumnos estaban muy agitados y ya en la tercera se dio cuenta de que algo estaba pasando.
Cuando sonó el timbre para almorzar, Mikayla tomó aparte a Sammy con el pretexto de un trabaja sobre Shakespeare y luego le dijo:
-¿Hay algo que debieras decirme?
- No, si no quiero que me rompan una pierna - respondió el chico.
- Durante el almuerzo yo voy a estar de guardia. ¿Hay algún sitio donde no deba estar en algún momento partir de ahora?
El chico no respondió y ella lo miró fijamente; y por fin, admitió que iba a haber una pelea entre bandas y ella le dejó marchar.
Mikayla sabía dónde y cómo iba a ser, tomó sus cosas y se dirigió al comedor de profesores. Era un sitio tranquilo y allí tenía un aliado.
Las peleas de bandas eran algo normal allí y el colegio pagaba a un servicio de seguridad para que patrullara los terrenos. Pero los chicos eran listos. Demasiado para su propio bien, pensó ella cuando vio a unos dirigiéndose a la sala de arte. Aquello era una distracción. La pelea de verdad estaba teniendo lugar en alguna otra parte y ella tenía idea de dónde,
No sirvió de nada que tuviera razón, ni le extrañó ver a Sammy fuertemente golpeado. Al parecer, algo que tenía que ver con drogas había salido mal o dos bandas se estaban disputando el territorio. No importaba. Ahora había que pararlo.
Y lo hizo junto con los guardas de seguridad. Ella recibió un fuerte codazo en las costillas por meterse en eso y llevaron a Sammy a la enfermería y luego al hospital para que le pusieran unos puntos y le hicieran unas radiografías. No pudieron ponerse en contacto con su madre y su padre estaba fuera de la ciudad. Mikayla se ofreció para ir con él en la ambulancia.
Eran casi las seis cuando salió de la sala donde habían ingresado al chico. Encontró una cabina y llamó al teléfono móvil de Rafael. Él respondió a la tercera llamada.
- Velez-Aguilera - dijo.
- Soy Mikayla. Estoy en el hospital. Tardaré por lo menos media hora en llegar allí.
-¿Tu padre?
- Le han dado una paliza a Sammy y yo he venido con él en la ambulancia.
-¿Qué hospital?
Ella se lo dijo y añadió:
- Tomaré un taxi.
- Espera allí - dijo él y cortó la comunicación.
Un cuarto de hora más tarde, Rafael estaba en la puerta. Ella lo estaba esperando justo fuera de las puertas automáticas, con los brazos cruzados casi a la defensiva. Él la vio entonces, casi despeinada y preocupada cuando, sin decir nada, se sentó en el asiento del pasajero.
- Antes de que nos marchemos, ¿no estarás herida?- dijo,
-¿Es que crees que me metí en la pelea para separarlos?
Eso no le sorprendería, pensó Rafael.
- Con eso que dices, ¿te refieres a que no estuviste directamente involucrada?
Entonces, ella vio a un guardia de seguridad del hosìtal que se dirigía hacia ellos.
- Si no te mueves, te van a multar.
Eso hizo que él arrancara y, poco después, insistió;
- No has respondido a mi pregunta.
Mikayla se encogió de hombros.
- Yo doy clases allí y estaba de guardia. Los guardias de seguridad se ocuparon de la pelea, les pagan paro eso.
-¿Y Sammy?
- Tiene rotas cuatro costillas y un brazo, y una conmoción cerebral. Tenemos que pasar por el colegio para que yo pueda recoger mi coche.
Lo que más deseaba era una ducha, algo de comer y una buena noche de sueño. En ese orden.
Pero pasaron veinte minutos antes de que pudiera conseguir lo primero. Cuando entró en la cocina llevando unos vaqueros y una camiseta de algodón, se encontró allí con Rafael haciendo unos filetes.
-¿ Puedo hacer algo yo? -le preguntó.
- Las cosas para la ensalada están en el frigorífico.
Ella la preparó y calentó el pan en el horno. Luego lo llevó todo a la mesa mientras él servía los filetes en dos platos.
Mikayla saboreó hasta el último bocado de esa cena.
- Seguro que no has almorzado - dijo Rafael.
Ella se limitó a asentir. Cuando tuvo a medias su plato, le dio un trago a su vino.
- Esto está muy bien - dijo
- Gracias - respondió él en español.
- Mañana haré yo la cena.
- Vamos a cenar fuera.
- ¿.Solos, o en compañía?
- Una fiesta de caridad que se va a dar en los salones de uno de los hoteles de la ciudad.
- Últimámente no estoy muy acostumbrada a salir.
Durante los últimos siete meses ella había vivido solo para trabajar y no había tenido tiempo para salir ni para preocuparse de esas cosas.
- Mañana iremos de compras - respondió Rafael.
- La verdad es que tengo algo que me puedo poner.
- Seguro que si.
-¿Es que quieres que impresione a la gente? No me digas que estás dispuesto a gastarte dinero para asegurarte de que así sea.
Rafael la miró divertido.
-¿Y lo vas a hacer?
- Eso depende.
-¿De que?
- De si ese dinero lo vas a considerar gastado para los servicios prestados o lo vas a añadir a mi deuda.
- Tal vez podamos esperar a ponerle una etiqueta, ¿no?
- Por el momento - admitió ella. Rafael terminó de cenar y se dedicó a observarla mientras ella lo hacía también.
- Cuéntame por qué elegiste la enseñanza como profesión.
- Porque pensé que podría servir de algo.
-¿Y crees que puedes?
Ella lo miró fijamente.
- Eso espero. Lo intento.
-¿Y fuiste tú la que eligió ese colegio o te eligieron ellos a ti?
- Hubo una vacante y yo conseguí el puesto –le respondió ella encogiéndose de hombros.
-¿Entre cuantos?
- Unos pocos.
No había mucha gente que quisiera trabajar en un colegio con tan mala reputación, pensó ella.
-¿Te gusta enseñar a alumnos con mala actitud?
- ¿Esto nos va a llevar a alguna parte o es solo para tener un poco de conversación?
-¿No podría ser las dos cosas? - respondió él a su vez con otra pregunta
Mikayla se levantó entonces y dijo:
- Yo recogeré la mesa y fregaré los platos.
Pero Rafael la siguió hasta la cocina. Tardaron solo unos minutos en limpiarlo todo y él le dijo luego que ya era hora de que fuera conociendo la casa, así que se la llevó consigo para mostrársela
Las habitaciones eran grandes y bien amuebladas, con dos plantas y un sótano donde habla un gimnasio y un trastero.
Una casa muy grande para una sola persona.
- Tengo contratada gente para que la mantenga limpia y me cuide los jardines -dijo Rafael.
- De alguna manera, me resulta difícil imaginarte pasándote los fines de semana limpiando y trabajando en el jardín,
-¿No te parece propio de mi carácter?
- Posiblemente, aunque en ti hay más de lo que aparece a primera vista -afirmó ella.
-¿Te parezco un hombre complejo?
Lo que le parecía a ella era que se trataba de un hombre que tenia mucho cuidado en no revelar más de sí mismo de lo que debía a la gente, menos en todo caso, a unos pocos.
¿Qué sabía ella de él? Muy poco. Su éxito y cómo lo había conseguido era de conocimiento general y llevaba muy bien la vida de los ricos. ¿Pero había sido así siempre?
Había algo primitivo en él bajo la superficie. Una fuerza que iba mas allá de lo físico. Él tenia el poder, pero lo que la intranquilizaba era su implacabilidad. Sabía que él podía ser un buen amigo de sus amigos, pero un formidable adversario para sus enemigos,
- Mañana tienes que ir a las nueve y media para que te quiten los puntos -le dijo Rafael cuando se dirigieron al salón.
Una vez allí encendió la televisión y le señaló toda una estantería llena de vídeos.
- Elige lo que quieres ver- le dijo.
Ella se acercó para en examinar los títulos y dijo:
- Podría ir al hospital a que me los quitaran.
- Ya hemos hablado de eso.
Mikayla se volvió y lo miró.
- Bueno, entonces tal vez tengamos que hablar de nuevo de ello.
-¿Preferirías pasarte un mínimo de dos horas esperando en un hospital público a hacerlo en menos de cinco minutos en una clínica privada?
Dicho así, parecía ridículo, y además, quería ir a ver a su padre y a Sammy. Y Rafael había dicho algo de ir de compras.
Eligió un título y se acercó a donde estaba él junto a la televisión.
- De acuerdo - dijo,
Él tomó el vídeo, lo miró y lo puso.
-¿Es eso una capitulación?
- Sí.
Mikayla se sentó en uno de los sillones, se quitó las zapatillas y encogió las piernas bajo ella.
Luego se dedicó a disfrutar de la película. Hacía mucho tiempo, quizás un año, que no iba al cine. Pero al cabo de una hora se fue sintiendo cada vez más adormilada y terminó por quedarse dormida del todo.
Rafael apartó su atención de la pantalla y la centró en ella. Esa mujer tenia un aire de fragilidad que le afectaba. La noche anterior, se le agitaron las entrañas al recordar lo que había sido poseerla. La sorpresa del descubrimiento de que era virgen y el haberla podido llevar mas allá del borde había hecho que todo fuera mucho más dulce que cualquier cosa que hubiera experimentado desde hacía mucho tiempo.
Dejó que terminara la película, apagó la televisión y tomó a Mikayla en brazos para llevarla al dormitorio
Ella ni se movió cuando la acostó en su cama. Luego le quitó con cuidado los vaqueros y las bragas de algodón. Posteriormente hizo lo mismo con la camiseta y el sujetador.
Entornó los párpados cuando vio el hematoma que le cubría tres costillas. ¿No habría sido él? Seguramente no, ya que había sido muy cuidadoso. Además, ser rudo con las mujeres no había sido nunca parte de su repertorio sexual.
Así que eso tenía que habérselo hecho ella ese mismo día.
Se desnudó y se acostó a su lado. Luego tomó un libro y estuvo leyendo un rato. Poco después la notó moverse y oyó que un suave gemido se escapaba de sus labios,
¿Un mal sueño? ¿O se trataba de su subconsciente haciéndola revivir los hechos del día?
Lo que fuera, parecía afectarla así que dejó el libro, apagó la luz y la abrazó. Luego le apartó un mechón de cabello de la cara y la besó levemente en la sien.
Mikayla se despertó antes del amanecer y se dio cuenta de que no estaba sola. Primero se quedó muy quieta y luego giró lentamente la cabeza. Rafael estaba dormido y eso hacía que sus rasgos perdieran algo de su dureza. Sintió el deseo extraño de acariciarle la mejilla y la boca.
¿Qué haría él si cedía a esa tentación?
Había una parte de ella que deseaba que él la besara. Que deseaba experimentar el cariño que él había mostrado tras la posesión inicia].
- Buenos días - dijo él entonces en español.
Ella lo miró sorprendida.
- Creía que estabas dormido.
Lo cierto era que Rafael dormía como un gato, atento a cualquier movimiento o ruido. Incluso después de tantos años, era una costumbre que no podía romper.
Llevaba cinco minutos siendo consciente de que ella lo estaba observando.
- Has descansado bien - le dijo.
Ella se preguntó cómo lo podía saber.
- Me quedé dormida viendo la película. Supongo que es un poco tarde para sentirme…
-¿Avergonzada? Sí, ya es un poco tarde para eso.
- Debería levantarme.
- No, no deberías - respondió él.
Vio como ella abría mucho los ojos y los labios le temblaban. Entonces él se inclinó y la besó en el cuello, luego la mordió suavemente y notó cómo su cuerpo se contraía en respuesta. Le puso una mano en la cadera y luego se la pasó a un seno, acariciándole por turnos cada uno de los pezones.
Luego sustituyó la mano por los labios, chupándole los senos hasta que un fuego líquido le recorrió el cuerpo.
Con una mano tentativa, Mikayla le acarició el pecho, enredando los dedos en su suave vello, para bajarlos poco a poco hasta su cintura y luego las caderas.
Deseaba sentir el poder que la había sorprendido y agradado a la vez
Él se percató de su duda, le tomó la mano y la hizo bajar unos centímetros.
Su contacto fue leve como las alas de una mariposa y él gimió ante su dudosa exploración,
Las sábanas cayeron al suelo cuando él las apartó. Ella se estremeció cuando Rafael le deslizó una pierna sobre su cadera y la hizo acercarse. Con una mano Ie abarcó el trasero y luego condujo una exploración íntima que casi la volvió loca por su intensidad.
Ella se agarró fuertemente cuando Rafael penetró
Pareció que había pasado un siglo antes de que Mikayla se dejara caer lentamente en un estado de exquisita inercia
Rafael le recorrió la cadera con una mano, subiéndola por el interior del muslo hacia donde permanecían unidos.
Ella estaba intensamente sensible y ese simple contacto fue suficiente como para despertar a la vida el ansia anterior.
Cielo santo, ¿que estaba intentando hacer él?
Se maravilló por el nivel de control de Rafael, Su respiración no se había acelerado y estaba segura de que el corazón no le latía tan salvajemente como a ella.
¿Como podía parecer tan poco afectado cuando ella era como una masa de gelatina temblorosa?
Cuando terminaron, ella debió quedarse dormida, ya que, cuando se despertó estaba sola y oyó correr la ducha. Vio la hora que era, tomó ropa limpia y se metió en el otro cuarto de baño.