[151]Pierre Clastres, Chroniques des Indiens Guayaki, Plon, 1972. <<

[152]Nietzsche, Genealogía de la moral, II, 17. <<

[153]Jean Steinmann, Saint Jean-Baptiste et la spiritualité du désert, Ed. du Seuil, 1959, pág. 69 (tr. cast. Ed. Aguilar, 1959). <<

[154]Marx, Principes d’une critique de l’économie politique, 1857, Pléiade II, pág. 314 (trad. cast. Ed. Siglo XXI y Ed. Comunicación). <<

[155]Kafka, La muralla china (tr. cast. Ed. Alianza, 1981).

Etienne Balazs, La Bureaucratie celeste, Gallimard, 1968 (tr. cast. Ed. Barral, 1974), cap. XIII, «La Naissance du capitalisme en Chine» (principalmente el Estado y el dinero, y la <<

[156] Etienne Balazs, La Bureaucratie celeste, Gallimard, 1968 (tr. cast. Ed. Barral, 1974), cap. XIII, «La Naissance du capitalisme en Chine» (principalmente el Estado y el dinero, y la imposibilidad para los mercaderes de adquirir una autonomía, págs. 229-300). A propósito de formaciones imperiales basadas en el control del comercio más bien que sobre los grandes trabajos, por ejemplo, en el Africa negra, cf. las observaciones de Godelier y de Suret-Canale, Sur le mode de production asiatique, Ed. Sociales, 1969, págs. 87-88, 120-122. <<

[157]Michel Foucault, La Volonté de savoir, curso en el Collège de France, 1971. <<

[158]Lewis Carroll, Sylvie et Bruno, cap. XI (tr. cast. Ed. Felmar, 1975). <<

[159]Pierre Gordon, LInitiation sexuelle et lévolution religieuse, P.U.F., 1946, pág. 164: «El personaje sagrado… no vivía en la aldea agrícola, sino en los bosques, como el Enkidu de la epopeya caldea, o en la montaña, en el recinto sagrado. Sus ocupaciones eran las de un pastor o de un cazador, no de un cultivador. La obligación de recurrir a él para el matrimonio sagrado, el único que levantó a la mujer, implicaba, pues, ipso facto una exogamia. Entonces, sólo podían ser, en esas condiciones, endógamas las muchachas pertenecientes al mismo grupo que el desflorador ritual.» <<

[160] Luc de Heusch, Essais sur le symbolisme de l’inceste royal en Afrique, Bruxelles, 1958, págs. 72-74. <<

[161] Jacques Derrida, De la Grammatologie, Ed. de Minuit, 1967; y LEcriture el la différence, Ed. du Seuil, 1967, «Freud et la scène de l’écriture». <<

[162] Jean-François Lyotard restaura los derechos demasiado descuidados de una teoría de la designación pura. Muestra la separación irreductible entre la palabra y la cosa en relación de designación que las connota. Y en favor de esta separación, la cosa designada se vuelve signo al revelar una cara desconocida como un contenido oculto (las palabras no son signos por sí mismas, pero transforman en signos las cosas o cuerpos que designan). Al mismo tiempo, la palabra designadora se vuelve visible, independientemente de cualquier escritura-lectura, revelando un extraño poder de ser vista (no leída). Cf. Discours, figure, ed. Klincksieck, 1971, págs. 41-82 — «las palabras no son signos, pero, desde que hay palabra, el objeto designado se vuelve signo: que un objeto se vuelva signo quiere decir precisamente que oculta un contenido escondido en su identidad manifiesta, que reserva otra cara a otra mirada… que tal vez nunca podrá ser apresada», pero que será apresada, en cambio, en la palabra misma. <<

[163]Andras Zempléni, Llnterprétation et la thérapie traditionnelles du désordre mental chez les Wolof et les Lebou, Université de París, 1968, II, págs. 308, 506. <<

[164]Bernard Pautrat quiere establecer un acercamiento Nietzsche-Saussure a partir de los problemas de dominación y de servidumbre (Versions du Soleil, Figures et système de Nietzsche, Ed. du Seuil, 1971, págs. 207 y sg.). Señala claramente que Nietzsche, a diferencia de Hegel, hace pasar la relación entre el señor y el esclavo por el lenguaje y no por el trabajo. Pero cuando llega a la comparación con Saussure, retiene el lenguaje como un sistema al que la masa se sujeta y rechaza en la ficción la idea nietzscheana de un lenguaje de los señores a través del cual se efectúa esa sujeción. <<

[165]Jean Nougayrol, en LEcriture et la psychologie des peuples, Armand Colin, 1963, pág. 90. <<

[166] Cf. el excelente artículo de Elisabeth Roudinesco sobre Lacan, «L’action d’une métaphore», donde analiza el doble aspecto de la cadena significante analítica y del significante trascendente del que depende la cadena. Muestra, en este sentido, qua la teoría de Lacan debe interpretarse menos como una concepción lingüística del inconsciente que como una crítica de la lingüística en nombre del inconsciente (La Pensée, 1972). <<

[167]Guy Rosolato, Essais sur le symbolique, Gallimard, págs. 25-28 (tr. cast. Ed. Anagrama, 1974). <<

[168] Sobre el paso de una Justicia real basada en la palabra mágico-religiosa a una Justicia de la ciudad basada en una palabra-diálogo y sobre el cambio de «soberania» que corresponde a ese paso, cf. L. Gernet, «Droit et prédroit en Grèce ancienne», L’Année sociologique 1948-1949, M. Détienne, Les Maîtres de vérité dans la Grèce archaïque, Maspero, 1967 (tr. cast. Ed. Taurus, 1982), M. Foucault, La Volontéde savoir. <<

[169]Nietzsche, Genealogía de la moral, II, 17. <<

[170]Los historiadores de las religiones y los psicoanalistas conocen perfectamente este problema de la masculinización de la triada imperial, en función de la relación padre-hijo que se introduce en ella. Nietzsche ve en ello con razón un momento esencial en el desarrollo de la deuda infinita: «Ese alivio que fue el golpe de genio del cristianismo… Dios mismo pagándose a sí mismo, Dios como el que puede redimir al hombre de aquello que para este mismo se ha vuelto irredimible —al acreedor sacrificándose por su deudor, por amor (¿quién lo creería?), ¡por amor a su deudor!» (Genealogía de la moral, II, 21). <<

[171] Sobre el régimen de la propiedad privada ya en el Estado despótico mismo, cf. Karl Wittfogel, Le Despotisme oriental, 1957, tr. fr. E. de Minuit, págs. 140-149, 315-404 (tr. cast. Ed. Guadarrama, 1966). En el Imperio chino, Etienne Balazs, La Bureaucratie celeste, caps. VII-IX. Sobre las dos vías de paso del Estado despótico a la feudalidad, según que la producción mercantil se una o no a la propiedad privada, Maurice Godelier, Sur le mode deproduction asiatique, págs. 90-92. <<

[172]Sobre la posibilidad o no de conciliar la producción llamada asiática con los cinco estadios, sobre las razones que empujan a Engels para renunciar a esta categoría en el Origen de la familia, sobre las resistencias de los marxistas rusos y chinos a aceptar esta categoría, cf. Sur le mode de production asiatique. Recordemos las injurias dirigidas contra Wittfogel por haber planteado esta simple cuestión: ¿la categoría de Estado despótico oriental no habrá sido rechazada por razones que dependen de su estatuto paradigmático especial, en tanto que horizonte de los Estados socialistas modernos? <<

[173]Jean-Pierre Vernant, Les Origines de lapenséegrecque, P.U.F., 1962, páginas 112-113. <<

[174]Maurice Dobb mostró de qué modo el desarrollo del comercio, del mercado y de la moneda tuvo efectos muy diversos en la feudalidad, reforzando a veces el vasallaje y el conjunto de las estructuras feudales: Etudes sur le développement du capitalisme, tr. fr. Maspero, págs. 4882 (tr. cast. Ed. Siglo XXI, 1982). François Hincker ha elaborado el concepto de «feudalismo de Estado» para mostrar de qué modo la monarquía absoluta francesa, principalmente, mantuvo las fuerzas productivas y la producción mercantil en el marco de una feudalidad que sólo acabará al final del siglo XVIII (Sur le féodalisme, Ed. Sociales, 1971, págs. 61-66). <<

[175]Marx, Introduction général à la critique de l’économie politique, Pléiade I, pág. 256. <<

[176]Gilbert Simondon, Du mode d’existence des objets techniques, Aubier, 1969, pags. 25-49. <<

[177]Jacques Lacarriere ha señalado claramente, a este respecto, las figuras y los momentos del ascetismo cristiano en Egipto, Palestina y Siria a partir del siglo III: Les Hommes ivres de Dieu, Arthaud, 1961 (tr. cast. Ed. Aymá, 1964). Primero dulces paranoicos que se asientan en las proximidades de un pueblo, luego se alejan al desierto donde inventan sorprendentes máquinas ascéticas que expresan su lucha contra las antiguas alianzas y filiaciones (estadio San Antonio); a continuación, se forman comunidades de discípulos, monasterios en los que una de las actividades principales es escribir la vida del santo fundador, máquinas célibes con disciplina militar donde el monje «reconstruye a su alrededor, bajo la forma de coacciones ascéticas y colectivas, el universo agresivo de las antiguas persecuciones» (estadio San Pacomio); por último, el retorno a la ciudad o a la aldea, grupos armados de perversos que se implantan como tarea la lucha contra el paganismo feneciente (estadio Schnoudi). De forma más general, sobre la relación del monasterio con la ciudad, cf. Lewis Mumford, que habla de una «elaboración de una nueva forma de estructuración urbana» en función de los monasterios (La Cité a travers lhistoire, Ed. du Seuil, págs. 315 sg., 330 sg.). <<

[178]Marx, Réponse a Milkhailovski, nov. 1877, Pléiade II, p. 1555. <<

[179]Fernand Braudel, Civilisation matérielle et capitalisme, I, Armand-Colin, 1967, pág. 313) tr. cast. Ed. Labor, 1974). <<

[180] Marx, Economie et ohilosophie, 1844, Pléiade II, pág. 92 (tr. cast. Ed. Alianza) <<

[181] Cf. el comentario de Balibar en Althusser y col., Lire le Capital, pág. 288 (tr. cast. ed. reducida Ed. Siglo XXI): «La unidad que posee la estructura capitalista una vez constituida no se halla detrás de sí… (Es preciso) que el encuentro se haya producido, y haya sido rigurosamente pensado, entre estos elementos, que son identificados a partir del resultado de su conjunción, y el campo histórico en el seno del cual hay que pensar su propia historia, que no tiene nada que ver en su concepto con este resultado, puesto que es definido por la estructura de otro modo de producción. En ese campo histórico constituido por el modo de producción anterior, los elementos de los que se realiza la genealogía no tienen, precisamente, más que una situación marginal, es decir, no determinante.» <<

[182]Maurice Dobb, Etudes sur le développement du capitalisme, págs. 189-199 (tr. cast. Siglo XXI, 1982). <<

[183]Marx, Introduction générale a la critique de l’économiepolitique, Pléiade I, pág. 259. <<

[184]Marx, Le Capital, I, 2, cap. 4, Pléiade I, pág. 701 (tr. cast. Ed. F.C.E.). <<

[185]Suzanne de Brunhoff, LOffre de monnaie, critique d*un concept, Maspero, 1971. Y La Monnaie chez Marx, Ed. Sociales, 1967 (cf. la crítica de las tesis de Hilferding, págs. 16 sg.). <<

[186]Suzanne de Brunhoff, LOffre de monnaie, pág. 124: «La noción misma de masa monetaria no puede tener sentido más que en relación con el juego de un sistema de crédito en el que se combinen las diferentes monedas. Sin un sistema tal no se tendría más que una suma de medios de pago que no accederían al carácter social del equivalente general y no podrían servir más que en circuitos privados locales. No habría circulación monetaria general. Es tan sólo en el sistema centralizado que las monedas pueden volverse homogéneas y aparecer como las componentes de un conjunto articulado» (Y sobre la disimulación objetiva en el sistema cf. págs. 110, 114). <<

[187]Marx, Le Capital, III, 3, conclusiones: «La producción capitalista tiende sin cesar a sobrepasar estos límites que le son inmanentes, pero no lo logra más que empleando medios que, de nuevo y a una escala más imponente, levantan ante ella las mismas barreras. La verdadera barrera de la producción capitalista es el propio capital.» (Pléiade, II, pág. 1032) (tr. cast. Ed. F.C.E.). <<

[188]Jean-Joseph Goux, «Dérivable et indérivable», Critique, enero 1970, páginas 48-49. <<

[189]Samir Amin, LAccumulation a l’echelle mondiale, Anthropos, 1970, páginas 373 sg. (tr. cast. Ed. Siglo XXI, 1974). <<

[190]Maurice Clavel, Qui est aliéné?, págs. 110-124, 320-327 (cf. el gran capítulo de Marx sobre la automatización en los Principes d’une critique de l’économiepolitique, 1857-58, Pléiade II, págs. 297 sg.). <<

[191] Paul Baran y Paul Sweezy, Le Capitalisme monopoliste, 1966, tr. fr. Maspero, págs. 96-98 (tr. cast. Ed. Siglo XXI). <<

[192]Sobre la concepción de la amortización que esta proposición implica, cf. Paul Baran y Paul Sweezy, Le Capitalisme monopoliste, págs. 100-104. <<

[193] Marx, Le capital, III, 3, conclusiones, Pléiade II p. 1026. <<

[194]A. Gorz, Stratégie ouvrière et néo-capitalisme, Ed. du Seuil, pág. 57. <<

[195]Paul Baran y Paul Sweezy, Le Capitalisme monopoliste, pág. 303. <<

[196]Bernard Schmitt, Monnaie, salaires etprofits, P.U.F., 1966, págs. 234-236. <<

[197] Pág. 292. <<

[198]Marshall Mac Luhan, Pour comprendre les média, 1964, tr. fr. Ed. du Seuil, pág. 24: «La luz eléctrica es información pura. Es un medium sin mensaje, podríamos decir, en tanto que no lo utilizamos para deletrear una señal o una publicidad verbal. Este hecho, característico de todos los media, significa que el contenido de un medium, cualquiera que sea, siempre es otro medium. El contenido de la escritura es el habla, del mismo modo como la palabra escrita es el contenido de lo impreso, y lo impreso, el del telégrafo.» <<

[199]Michel Serres, «Le Messager», Bulletin de la Société française de philosophie, nov. 1967. <<