PRÓLOGO
Fernando Antonio Nogueira Pessoa nació en Lisboa, Portugal, el 13 de junio de 1888. Desde 1896 Vivió en Durban, Sudáfrica, donde su padrastro, el portugués João Miguel Rosa, había sido designado cónsul. En 1905 retorno a Portugal e inició sus estudios en Letras, los cuales abandonó para dedicarse a la traducción Comercial. Comenzó a publicar textos poéticos en 1915, en la revista «Orféu» y luego en su propia publicación «Athena». Falleció en Lisboa en 1935, a los cuarenta y siete años.
Fernando Pessoa se caracterizó, entre otras cosas, por utilizar, a lo largo de su vida, diversos seudónimos y heterónimos. Los heterónimos, a diferencia de los seudónimos (en ocasiones, Pessoa escribía bajo su propia personalidad pero tras un seudónimo, como por ejemplo Raphael Baldaya, A. A. Cross, Thomas Crosse, Pantaleao, Charles Robert Anon, Maria José, Adolf Moscow), son personalidades poéticas completas con identidades ficticias que se vuelven verdaderas no sólo a través de su manifestación artística propia sino también a través de su biografía, que las diferencia del autor original. Algunos de los heterónimos mas conocidos y prolíficos fueron Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Bernardo Soares (considerado semiheterónimo), este ultimo autor del Livro do Desassossego. Los heterónimos pueden ser vistos como la expresión de diferentes facetas de su personalidad y como la manifestación de una profunda imaginación y creatividad. Es sabido que el primer heterónimo creado por Pessoa fue Chevalier de Pas cuando tenía tan sólo seis años, pocos meses después de que muriera su padre.
En 1902, creó el periódico «O Palrador» cuyo equipo estaba formado por un grupo de heterónimos ideados por él: Pedro da Silva Salles, redactor; Luiz Antonio Congo, secretario de redacción; José Rodriquez do Valle, en la dirección literaria; y como administrador Antonio Augusto Rey da Silva. En este periódico colaboro también Eduardo Langa, un brasileño que fijará su residencia en Lisboa. Ya en la Ciudad de Durban, en 1903, forjo nuevas personalidades: Alexander Search y su hermano Charles Iarnes Search y David Merrick, que luego lo acompañarían en su regreso definitivo a Lisboa, en 1905.
El ortónimo, es decir, el propio Fernando Pessoa, fue profundamente influido, en varios momentos, por doctrinas religiosas como la teosofía y sociedades secretas como la masonería. Tuvo relaciones con el ocultismo y el misticismo, especialmente con la orden de los Rosacruces, al punto de haber defendido públicamente a estas organizaciones iniciáticas en el «Diario de Lisboa», el 4 de febrero de 1935, contra los ataques por parte de la dictadura del «Estado Novo». El mencionado articulo, como así también otros que formaron parte de dicha polémica, integra el presente volumen.
Además de Mensagem, las obras en las cuales Fernando Pessoa aparece como autor son los poemas reunidos en el llamado Cancioneiro, los Poemas dramáticos, las poesías «À memoria do presidente-rei Sidônio Pais» y «Quinto Império», las «Quadras ao gosto popular», los poemas ingleses y franceses. Muchos de los poemas en inglés recibieron gran atención de la crítica, sobretodo por explorar una tendencia que sólo en Álvaro de Campos es posible rastrear: el erotismo hedonista, característico de Epithalamium y English Poems III (1921).
Pessoa es, sin duda, uno de los poetas mas importantes de la literatura portuguesa, responsable de introducir en el extremo occidente de la península las vanguardias históricas o modernistas (como se las dio en llamar), para lo cual se valió, muchas veces, de sus heterónimos, ya que estos le permitían desdoblarse en múltiples voces poéticas, ideológicas, estéticas. Se le reconocen, especialmente, influencias filosóficas de Nietzsche y Schopenhauer, por una especie de extremo nihilismo existencial expresado en versos como «Não: não quero nada»; «Nada me prende a nada»; «Não sou nada»; «Há metafísica bastante em não pensar em nada», como si sólo creyese en lo que no existe, «O mito é o nada que é tudo».
No demoró en convertirse en el principal foco estético de la vanguardia lusófona creando, inclusive, lo que llamó Interseccionismo y Sensacionismo. La mayor parte de sus críticos acuerdan en adjudicarle la capacidad de hacer un uso crítico de la poesía. Él mismo asumió la influencia que recibiera de Camilo Pessanha, Cesário Verde y muchos otros pero, sin embargo, estas y otras fuentes fueron íntegramente reprocesadas por su propia conciencia poética y por su poderoso arsenal de recursos estilísticos.
Hacia fines de la década del ’20, Pessoa incursionó en la publicidad, creando el slogan de «Coca-cola» que rezaba «Primeiro estranha-se, depois entranha-se»; en parte apoyándose en el propio slogan, la dirección de Salud de Portugal prohibió la representación de la bebida por considerarla tóxica.
El único libro de poesías en portugués que Pessoa publicó en vida fue Mensagem, en 1934. Se trata de un poema esotérico y mistico sobre la historia de Portugal que gana el premio de la segunda categoría del Secretariado de Propaganda Nacional.
A pesar de que, evidentemente, no tenía prisa por publicar, realizó a lo largo de su existencia un minucioso trabajo de archivo de su obra. Luego de su muerte, en el interior del baúl en el que guardaba sus textos, fueron encontrados cerca de veinticinco mil manuscritos (poemas, obras teatrales, prosa, crítica literaria, textos políticos, horóscopos, etcétera) que hoy se encuentran en la Biblioteca Nacional de Lisboa.
El interés de Pessoa por la astrología y las logias secretas comenzó a partir de la impresión que causó en él el suicidio de Mario de Sá-Carneiro en París. Este hecho lo llevó a buscar respuestas en las ciencias ocultas. Se entusiasmó con las sociedades secretas de los masones, los rosacruces y los templarios. Conoció el espiritismo, la cábala y la magia. Tradujo al portugués muchos libros de la Colección Teosófica y Esotérica. Bajo la influencia del ocultismo escribió O último sortilégio y Além-Deus.
Pessoa, geminiano con ascendiente en escorpio, era conocedor y practicante de la astrología, tenía la costumbre de hacer consultas astrológicas para sí mismo; realizó más de mil horóscopos y cartas astrales. Inclusive, cierta vez, leyendo una publicación inglesa del famoso ocultista Aleister Crowley, el portugués encontró errores en el horóscopo y escribió al astrólogo para corregirlo; este hecho cautivó a Crowley, quien llegó a ir a Portugal junto a la maga alemana Miss Jaeger para conocer al poeta personalmente. Luego del mencionado encuentro, los tres sostuvieron correspondencia durante algún tiempo.
En una carta enviada a su tía Anica, Pessoa relató sus vivencias espirituales e hizo referencia a experiencias como la escritura automática y la percepción de su propia «aura magnética», a la que el escritor conseguía reconocer no sólo en él sino en casi cualquier persona. Estas visiones, al contrario de incomodarlo, le despertaban curiosidad. Estaba convencido de que su iniciación hacia sentidos superiores era guiada por un maestro desconocido.
Fue a partir de 1918 cuando la poesía de Pessoa comenzó a despertar el interés de los critícos. El Times y el Glasgow Herald le dedicaron reseñas a sus poemas en lengua inglesa y comenzó a escribir en las más importantes revistas portuguesas: en Contemporânea publica O Banqueiro Anarquista, Mar Português, O Menino da Sua Mãe, Lisbon Revisited, entre otros.
Los textos incluidos aquí, si bien diversos, tienen en común el ser los que más fielmente —si es que algo de este género se puede predicar sobre el poeta— esculpen una semblanza del propio Pessoa. Algunos de ellos, como «Los orígenes y esencia de la Masonería y su contribución judaica»[1] o «La Masonería»[2] porque trazan el perfil que el portugués asumió en la polémica desatada a partir de la decisión que el «Estado Novo» tomó respecto a la prohibición de sociedades secretas con fines religiosos, políticos o filosóficos. Otros, como «Clasificación de los sistemas filosóficos»[3] porque ahondan en su concepción místico-esotérica de la filosofía y arrojan alguna luz sobre el quid de su intervención revulsiva en la coyuntura política que la dictadura de Oliveira Salazar intentó regular (téngase en cuenta que inicialmente, Pessoa había defendido la dictadura estadonovista para luego retractarse). Finalmente, «Declaración de diferencia», «Diario al acaso», «Educación sentimental», «Formas del buen soñar en los metafísicos», «El amante visual», «Río de la posesión» y «Vía Láctea» fueron atribuidos por Pessoa alternativamente a Vicente Guedes y a Bernardo Soares[4].
Otro denominador común de estos textos es la profunda carga simbólica y el misterio que los envuelve; impera el lenguaje iniciático que Fernando Pessoa parece haber experimentado en su propia carnadura. Dotados de una profunda sensibilidad, algunos de los textos develan experiencias sobrenaturales. Pessoa evidencia un agudo interés y conocimiento por los misterios más antiguos aproximándose, en efecto, al paganismo. La realidad oculta fue para el poeta una fuerte presencia a lo largo de toda su vida. Se veía a sí mismo como un misionero, un mensajero o un intermediario entre la humanidad y un ser que la transciende. En diversos textos Pessoa deja entrever su conciencia de una relación con lo divino.
El criterio de traducción que se ha utilizado en todos los textos que integran este volumen es el de la «lealtad textual», es decir, se intentó mantener el máximo equilibrio posible entre el uso original que hace Pessoa de la sintaxis y la comprensibilidad necesaria para el lector. No obstante, el traductor que ha buceado en las profundidades de la obra de Fernando Pessoa es consciente de que, al emerger, no le sera posible mostrar todos aquellos tesoros que pudo contemplar en la sima. Por ello, sabemos que la tarea de un buen traductor tiene algo de imposible, de inacabado.
Florencia Preatoni
agosto de 2007