Introducción
«... Toda Europa confió en que el poder español la libraría definitivamente de la amenaza turca...»
(Benedetto Croce)
La Guerra contra el Imperio turco, conocida popularmente como la «Guerra del Turco», fue la más penosa y prolongada que España libró a lo largo de su historia. Duró más de 200 años y tuvo como escenario principal el mar Mediterráneo y los países ribereños. Fue un enfrentamiento titánico que acabó sin vencedor final claro, obligó a un derroche descomunal de recursos en hombres y dinero y dejó casi despoblada gran parte de la costa mediterránea española. En ella se mezclaran factores políticos y religiosos, pero parece cierto a estas alturas que, sin España, es muy probable que el centro y el sur de Europa hubieran caído en manos del poder otomano, que se hallaba en el cénit de su expansión.
El Imperio Turco, en el extremo oriental del Mediterráneo, y la Monarquía Hispana, en el extremo occidental, constituían los dos centros de poder claves del siglo xvi, y lideraban las dos religiones enfrentadas durante todo ese siglo: el cristianismo y el islam. Ambos mantendrán durante mucho tiempo la tradición de guerra santa propia de los cruzados cristianos y de los «ghazis», guerreros del islam.
A principios del siglo xvi, el poder de la Casa de Austria se engrandeció cuando Carlos V fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Gennánico. Sus dominios se extendían por España, América, Austria, Alemania, los Países Bajos, Franco-Condado, norte de Italia, Sicilia, Ñapóles y Cerdeña.
Pero cuando el Imperio hispano se expandía por el mundo y en sus dominios no se ponía el sol, se desangraba en el Mediterráneo. La guerra contra los turcos y sus aliados berberiscos se convirtió en una úlcera abierta que se tragó hombres, barcos y dinero en cantidades ingentes. Hacia mediados del siglo xvi, mientras España triunfaba militarmente en el norte de Europa, a duras penas conseguía defenderse en su propio suelo frente a los ataques ele los turcos y los corsarios magrebíes. Aún así, España no cejó en el esfuerzo de poner límite a un Imperio en expansión que en algunos momentos del siglo xvi parecía invencible y disponía de recursos casi inagotables.

Los turcos otomanos u osmanlíes constituyeron el Imperio islámico más importante y prolongado de la Historia. Suponía un conjunto poderoso que abarcaba muchas etnias y territorios muy diversos, controlaba las vías de comunicación entre Europa y Oriente Medio y se extendía desde el Danubio y el Adriático hasta el Golfo Pérsico y el Caspio, y desde el Mar de Azov hasta el Océano Indico. Sus recursos duplicaban a los de la Cristiandad y parecían no tener fin.
Aunque por la desmemoria y el pasotishistóricos que caracterizan a los españoles de hoy le cueste admitirlo a alguno, la maquinaria imperial hispana fue el muro principal ante el que se estrelló el poder bélico otomano, ya en franco declive durante el siglo xvn. Sin la decidida actuación de Carlos Y y sobre todo de Felipe II, la suerte de Europa sería hoy probablemente muy distinta.
Como curiosidad, el primer encuentro entre turcos y españoles se remonta a principios del siglo XIY cuando los turcos sulyúzidas presionaban a Bizancio y el emperador bizantino Andronikos Paleólogos pidió ayuda al rey de Aragón, que en 1303 le envió soldados. Una parte de estos, sintiéndose traicionados por los bizantinos, se unió a Osman Ghazi (el fundador del Imperio otomano), y otra invadió y ocupó el ducado de Atenas hasta 1388.
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