CAPÍTULO SIETE

JUEGOS MARITALES

Casi cualquier juego puede formar la estructura de la vida conyugal y la vida familiar, no obstante, algunos, como «Si no fuera por ti», prosperan mejor, o, como «Mujer frígida», son tolerados más tiempo bajo la fuerza legal de las relaciones conyugales. Los juegos maritales, desde luego, no pueden ser separados absolutamente de los juegos sexuales, los cuales tratamos en una sección aparte. Aquellos juegos que en las relaciones conyugales se caracterizan por evolucionar hasta alcanzar su mayor apogeo, incluyen: «Rincón», «Tribunales», «Mujer frígida», «Hombre frígido», «Abrumada», «Si no fuera por ti», «Mira cuánto me he esforzado» y «Querido».

1. Rincón

Tesis

«Rincón» ilustra con más claridad que la mayoría de los demás juegos, su función como barrera para las relaciones íntimas. Paradójicamente, consiste en una disimulada negativa para jugar el juego de otra persona.

  1. La señora White sugiere a su marido que vayan a un cine. Él accede.
  2.  
    1. La señora White comete una «equivocación». Hace mención, con toda naturalidad, durante el curso de la conversación, de que la casa necesita ser pintada. Este es un proyecto bastante costoso, y White le ha dicho recientemente que sus finanzas no andaban muy bien; le había pedido que no lo mortificara ni disgustara sugiriendo gastos extras, cuando menos hasta el principio del siguiente mes. Éste es, por tanto, un mal momento para sacar a relucir la condición de la casa, y White responde rudamente.
    2. Alternativa: White lleva la conversación hacia la casa, haciendo difícil a la señora White resistir la tentación de decir que necesita ser pintada. Como en el caso anterior, White responde groseramente.
  3. La señora White se ofende y dice que si él está de mal humor, no irá con él y que puede irse solo.
  4. White se va al cine (o sale con sus amigos), dejando a la señora White en casa, lamentando su pena.

Hay dos posibles trucos en este juego:

  • (A) La señora White sabe muy bien, por experiencia, que no debe tomar en serio el disgusto de su marido. Lo que él realmente quiere es que ella demuestre en alguna forma que aprecia lo mucho que él trabaja para ganarse la vida; entonces podrían salir a pasear alegremente juntos. Pero ella rehúsa jugar, y él se siente decepcionado. Sale lleno de resentimiento, mientras ella se queda en casa con cara de mártir, si bien con un secreto sentimiento de triunfo.
  • (B) White sabe por experiencia que no debe tomar en serio la rencilla. Lo que ella quiere es que él la contente; entonces saldrían felices juntos. Pero él rehúsa jugar, sabiendo que no es honrado al hacerlo: ella quiere ser rogada, y él, aunque lo sabe, pretende no saberlo. Sale de la casa sintiéndose alegre y aliviado, mas con cara de agraviado. Ella queda resentida y decepcionada.

En cada uno de los casos la posición del ganador es, superficialmente, irreprochable; todo lo que él o ella han hecho, es tomar al otro literalmente. Esto es bien claro en (B), cuando White acepta la negativa a salir de la señora White, por su valor aparente. Ambos saben que eso es trampa, pero, como ella lo dijo, se encuentra arrinconada.

La ganancia más obvia en este juego es la externa psicológica. Ambos encuentran el cine sexualmente estimulante, y está más o menos anticipado que, al volver del cine, harán el amor. De ahí que uno de ellos, el que quiere evitar el contacto íntimo, es el que pone el juego en movimiento (2a) o (2b).

Ésta es una variedad particularmente exasperante de «Alboroto» (ver Capítulo 9). La persona «ofendida» puede, desde luego, presentar una buena razón para no querer el amor en un estado de justificada indignación, y la otra, arrinconada, tiene que aceptar esa negación.

Antítesis

Esto es sencillo para la señora White. Todo lo que tiene que hacer, es cambiar de opinión, tomar a su marido del brazo, y salir sonriente con él (un cambio del estado del ego Niño al de Adulto). Para el señor White resulta más difícil, ya que ella es la que tiene en ese momento la iniciativa; sin embargo, si revisa toda la situación, podría contentarla para que saliera con él; como si fuera un Niño arisco que ha sido debidamente aplacado, o, mejor todavía, como un Adulto.

«Rincón» se encuentra en una forma algo diferente como juego de familia, que incluye a los niños, en cuyo caso se parece al «doble lazo» descrito por Bateson y sus asociados.[1] Aquí el niño está arrinconado, así que, haga lo que haga, estará mal. Según la teoría de Bateson, esto puede ser un factor etiológico importante en la esquizofrenia. En nuestro lenguaje la esquizofrenia puede ser, entonces, la antítesis de un niño de «Rincón». La experiencia en el tratamiento de adultos esquizofrénicos, con el análisis de juegos, sostiene esta teoría: cuando el juego familiar de «Rincón» es analizado y se demuestra que el comportamiento esquizofrénico se adoptó específicamente para contrarrestar ese juego, se puede obtener la curación parcial o total, en un paciente convenientemente preparado.

Una forma común de «Rincón», que se juega por toda la familia, y que más puede afectar el desarrollo del carácter de los niños, ocurre con padres «Paternales» importunos. El niño o niña es apremiado para que se haga más útil en la casa, mas, cuando lo hace, los padres encuentran falta en todo lo hecho; ejemplo familiar de «maldito si lo haces y maldito si no lo haces». Este «doble lazo» puede llamarse «Dilema tipo de rincón».

Se ha probado que «Rincón» es, a veces, un factor etiológico en los niños asmáticos.

Niña: «Mamá ¿me quieres?».

Madre: «¿Qué es querer?».

Esta contestación deja a la niña sin recurso. Ella quiere hablar acerca de la madre, pero la madre cambia el tema hacia la filosofía, lo cual la niña no está preparada para entender. Empieza a respirar con dificultad, la madre se irrita, se presenta el ataque de asma, la madre se disculpa y el «Juego de asma» sigue su curso. Este tipo de «Asma tipo de rincón» todavía tiene que estudiarse más.

Una variante elegante, que puede llamarse «Tipo Russell-cabeza-blanca», de «Rincón», se presenta algunas veces en la terapia de grupo.

Black: «Bueno, de cualquier modo, cuando estamos callados nadie juega».

White: «El silencio, en sí mismo, puede ser un juego».

Red: «Nadie estaba jugando hoy».

White: «Pero no jugar puede ser un juego en sí mismo».

La antítesis terapéutica es igualmente elegante. Las paradojas lógicas están prohibidas. Cuando se priva a White de esta maniobra, sus ansiedades latentes salen rápidamente a flote.

Un aliado de «Rincón», por un lado, y de «Raído» por el otro, es el juego marital de «Bolsa de lunch». El marido, que muy bien puede pagarse una buena comida en un restaurante, se prepara, sin embargo, unos emparedados todas las mañanas, los pone en una bolsa de papel y se los lleva a la oficina. De esta manera utiliza pedazos de pan, restos de la cena y bolsas de papel que su esposa ha ido guardando. Esto le da completo control sobre las finanzas de la familia porque, ¿qué esposa podría atreverse a comprar una estola de mink a la vista de semejante sacrificio del marido? El marido obtiene numerosas ventajas más, tales como la de comer solo con toda tranquilidad y la de adelantar su trabajo durante la hora de la comida. En muchas formas éste es un juego constructivo que hubiera aprobado Benjamín Franklin, ya que alienta las virtudes del ahorro, el trabajo y la puntualidad.

2. Tribunales

Tesis

Descriptivamente, ésta es la clase de juego que encuentra su más florida expresión en la ley, y en él se incluyen «Pierna de palo» (alegato de enfermedad mental) y «Deudor» (pleito civil). Clínicamente se ve con más frecuencia en las oficinas de los consejeros maritales y en los grupos maritales de psicoterapia. En realidad, algunas escenas en los consultorios de consejeros maritales y terapeutas de grupo maritales, consisten en un perpetuo juego de «Tribunales», en el cual nada se resuelve, ya que el juego no se interrumpe nunca. En estos casos se hace evidente que el consejero o terapeuta se halla gravemente comprometido en el juego, sin haberse dado cuenta de ello.

«Tribunales» se puede jugar con cualquier número de jugadores, si bien es esencialmente un juego de tres, con un demandante, un acusado y un juez, representados por un marido, una esposa y el terapeuta. Si es jugado en un grupo de terapia, o en el radio o en la televisión, los otros miembros de la audiencia tienen el papel de jurado. El marido empieza acusatoriamente: «Déjeme decirle lo que (nombre de la esposa) hizo ayer. Cogió el…» etc., etc. La esposa responde entonces defendiéndose: «Lo que sucedió en realidad fue que… y además, precisamente antes de eso, él estaba… y, de cualquier modo, en ese momento los dos estábamos…», etc. El marido agrega galantemente: «Bueno, me alegro de que ustedes tengan la oportunidad de escuchar los dos lados, yo sólo quiero ser justo». En este punto el consejero dice: «A mí me parece que si consideramos…», etc., etc. Si hay público, el terapeuta puede pasarle la pelota diciendo: «Bueno, oigamos lo que los demás tienen que decir». O, si el grupo ya está entrenado, interpretará el papel de jurado sin ninguna instrucción de él.

Antítesis

El terapeuta dice al marido: «¡Tiene usted toda la razón!». Si el marido pone cara de complacencia o triunfo, el terapeuta le pregunta: «¿Cómo se siente al oírme decir eso?». El marido contesta: «Perfectamente». Entonces el terapeuta agrega: «La verdad es que creo que usted no tiene la razón». Si el marido es honrado, dirá: «Ya lo sabía yo». Si no es honrado, tendrá alguna reacción que demostrará que el juego está en progreso. Entonces es posible adentrarse más en el asunto. El elemento de juego consiste en el hecho de que, mientras el demandante está abiertamente clamando por la victoria, fundamentalmente cree que no tiene la razón. Cuando se ha juntado suficiente material clínico para aclarar la situación, el juego puede quedar impedido por una maniobra que es una de las más elegante; de todo el arte de la antítesis. El terapeuta pone una regla prohibiendo el empleo (gramatical) de tercera persona, en el grupo. De ahí en adelante los miembros del grupo sólo pueden dirigirse los unos a los otros, directamente, como «tú», o hablar de sí mismos como «yo», pero no pueden decir: «Déjeme decirle lo que ella hizo», o «Déjeme decirle lo que él hizo». En este punto, de plano, la pareja deja de jugar en el grupo, o cambian a «Querido», que es un progreso, o inician «Además», que no es ninguna ayuda. La descripción de «Querido» está en otra sección. En «Además», el demandante hace una acusación tras otra. La acusada replica a cada una: «Puedo explicar eso». El demandante no presta atención a la explicación y, en cuanto la acusada hace una pausa, se lanza a la siguiente acusación con otro «además», que es seguido de otra explicación. Éste es un típico intercambio Padre - Niño.

«Además» es jugado más intensamente por acusados paranoides. Debido a su apego a tomar todo literalmente, les resulta particularmente fácil frustrar a los acusadores que se expresan en términos humorísticos o metafóricos. En general, las metáforas son las trampas más obvias para ser evitadas en un juego de «Además».

En su forma diaria, «Tribunales» puede observarse fácilmente en los niños, como un juego de tres, entre dos hermanitos y un padre. «Mamá, ella me quitó mi dulce». «Sí, pero él me quitó mi muñeca y antes me estaba pegando y, de todas maneras, los dos prometimos compartir nuestros dulces».

Análisis

  • Tesis: «Tienen que decir que tengo la razón».
  • Propósito: ser tranquilizado.
  • Papeles: Demandante, Acusado, Juez (y/o Jurado).
  • Dinámica: rivalidad.
  • Ejemplos:
    1. Los niños pelean, el padre interviene.
    2. Pareja de casados busca «ayuda».
  • Paradigma social: Adulto - Adulto.
    • Adulto: «Esto es lo que ella me hizo».
    • Adulto: «Los verdaderos hechos son éstos».
  • Paradigma psicológico: Niño - Padre.
    • Niño: «Dime que tengo razón».
    • Padre: «Éste tiene la razón». O: «Ambos tienen razón.»
  • Movimientos:
    1. demanda presentada - defensa presentada;
    2. el demandante presenta su refutación, concesión, o gesto de buena voluntad;
    3. decisión del juez o instrucciones al jurado;
    4. decisión final.
  • Ventajas:
    • Psicológica interna: proyección de la culpa.
    • Psicológica externa: excusa de la culpa.
    • Social interna: «Querido», «Además», «Alboroto» y otros.
    • Social externa: «Tribunales».
    • Biológica: caricias del juez y del jurado.
    • Existencial: posición depresiva, «Nunca tengo la razón».

3. Mujer frígida

Tesis

Éste es casi siempre un juego marital, ya que es casi inconcebible que una unión informal pueda presentar, durante suficiente período de tiempo, las oportunidades y privilegios requeridos, o que semejantes lazos pudieran conservarse en una situación así.

El marido hace insinuaciones a su mujer y es rechazado. Después de repetidos intentos, ella le dice que todos los hombres son bestias, que él no la ama en realidad, o no la ama por sí misma; que todo lo que a él interesa en el matrimonio, es lo sexual. Él desiste por un tiempo, después lo intenta otra vez, con el mismo resultado. Finalmente se resigna y ya no hace insinuaciones. Conforme pasan las semanas y los meses, la esposa se va volviendo cada vez más informal y olvidadiza. Camina por el cuarto a medio vestir, o se olvida de la toalla cuando se baña, para que él tenga que llevársela. Si juega con más intensidad o bebe más de la cuenta, llega hasta a flirtear con otros hombres, en las fiestas. Por fin él responde a esas provocaciones y lo intenta de nuevo. Otra vez es rechazado, y un juego de «Alboroto» continúa, determinando su comportamiento, otras parejas, sus parientes políticos, sus finanzas y sus fracasos, y termina azotando una puerta.

Esta vez el marido se hace el propósito de terminar con todo eso, buscando, en adelante, un modus vivendi asexual. Pasan los meses. La esposa se vuelve cada vez más provocativamente informal y más provocativamente olvidadiza, no obstante él se resiste todavía. Una noche, ella se acerca a él y lo besa. Al principio él no responde, recordando su resolución, mas pronto la naturaleza reclama sus derechos después de la larga continencia, y piensa que ahora sí lo ha conseguido. Sus primeros avances no son rechazados. Se vuelve más y más atrevido. En el momento crítico ella lo rechaza y grita: «¡Lo ves, ¿no te lo dije?! Todos los hombres son bestias, todo lo que yo quería era un poco de cariño; ¡a ti lo único que te interesa es lo sexual!». El juego de «Alboroto» puede hacer a un lado las frases preliminares de su reciente comportamiento y los parientes políticos, e ir directo al problema de las finanzas.

Debe notarse que, a pesar de sus protestas, el marido generalmente tiene tanto miedo a las relaciones sexuales como su esposa, y ha escogido cuidadosamente a su compañera para minimizar el peligro de exigir demasiado a su aminorada potencia sexual, de lo cual ahora puede culpar a ella.

En su forma más común este juego se realiza por damas solteras de distintas edades, lo que pronto les gana un epíteto vulgar. Con ellas, este juego se confunde pronto con el de indignación, o «Rapo».

Antítesis

Este juego, y las posibles antítesis, son igualmente peligrosos. Tomar una amante es aventurado. Frente a semejante estimulante competencia, la esposa puede renunciar al juego y tratar de iniciar una vida matrimonial normal, tal vez demasiado tarde. Pero, por otro lado, puede hacer uso del enredo, frecuentemente con la ayuda de un abogado, como munición contra el marido, en un juego de «Ahora te he cogido, desgraciado». El resultado es igualmente imprevisible si el marido se somete a un tratamiento psiquiátrico y ella no. El juego de la mujer puede derrumbarse conforme el marido se vuelve más fuerte y va llegando a una adaptación más sana; si ella es una jugadora fuerte, la mejoría de él puede resultar en divorcio. La mejor solución, si es posible, es que ambos lleguen a un grupo marital de transacción, donde las latentes ventajas del juego, y la patología sexual, básica, puedan ser descubiertas. Con esta preparación, ambos esposos pueden empezar a interesarse en la psicoterapia individual intensiva. Eso puede concluir en un nuevo matrimonio psicológico. Si no, cuando menos, cada uno puede lograr un reajuste más sensible a la situación, que lo que hubieran conseguido en otra forma.

La antítesis decente para este juego, en su forma común, es encontrar otra pareja social.

Algunas de las antítesis más astutas o brutales, son perversas y hasta criminales.

Relativos

El juego inverso, «Hombre frígido», es menos común, pero sigue casi el mismo curso general, con algunas variaciones en detalles. El resultado depende de los «argumentos» de las personas involucradas.

El momento crucial de «Mujer frígida» es la fase final de «Alboroto». Una vez que éste toma su curso, la intimidad sexual no tiene caso, ya que ambos jugadores obtienen una satisfacción perversa de «Alboroto» y ya no tienen necesidad de más excitación sexual el uno del otro. De ahí que el punto más importante contra «Mujer frígida» sea declinar el juego de «Alboroto». Esto deja a la esposa en un estado de insatisfacción sexual, que puede ser tan agudo, que la vuelva más complaciente. El empleo hecho de «Alboroto» distingue a «Mujer frígida» de «Pégame papá», porque en éste, «Alboroto» queda al principio; en «Mujer frígida», «Alboroto» sustituye al acto sexual. En «Pégame papá», «Alboroto» es una condición del acto sexual, una especie de fetiche que aumenta la excitación; mientras que en «Mujer frígida», una vez que «Alboroto» ha tenido lugar, el episodio queda terminado.

Un análogo infantil de «Mujer frígida» es jugado por ese tipo de niña que describe Dickens en su obra Great Espectations. Ella sale con su vestido almidonado y le pide al niño que le haga un pastel de lodo. Después se burla de sus manos y su ropa sucia y le hace notar lo limpia que ella está.

Análisis

  • Tesis: «Ahora te he cogido, desgraciado».
  • Propósito: justificación.
  • Papeles: Esposa decente, Marido desconsiderado.
  • Dinámica: envidia del pene.
  • Ejemplos:
    1. Gracias por el pastel de lodo, niño sucio.
    2. Provocativa, esposa frígida.
  • Paradigma social: Padre - Niño.
    • Padre: «Te doy permiso para hacerme un pastel de lodo (bésame)».
    • Niño: «Con mucho gusto».
  • Paradigma psicológico: Niño - Padre.
    • Niño: «A ver si puedes seducirme».
    • Padre: «Trataré de seducirte, si me detienes».
    • Niño: «Lo ves, fuiste tú quien empezó».
  • Movimientos:
    1. seducción - respuesta;
    2. rechazo - resignación;
    3. provocación - respuesta;
    4. rechazo - alboroto.
  • Ventajas:
    • Psicológica interna: liberación de culpa por fantasías sadistas.
    • Psicológica externa: evitar la temida exhibición y penetración.
    • Social interna: «Alboroto».
    • Social externa: «¿Qué se puede hacer con niños sucios (maridos)?».
    • Biológica: juego sexual inhibido e intercambios beligerantes.
    • Existencial: «Soy pura».

4. Abrumada

Tesis

Éste es un juego practicado por la acosada ama de casa. Su situación requiere que sea perita en diez o doce ocupaciones diferentes; o, dicho de otra manera, que ella llene, con gracia, diez o doce papeles diferentes. De tiempo en tiempo aparecen en los suplementos dominicales listas de estos papeles en forma más o menos cómica: amante, madre, enfermera, sirvienta, etc. Ya que estos papeles son por lo general fatigosos y opuestos unos a otros, su imposición hace surgir, a través de los años, esa condición simbólicamente conocida en Estados Unidos como «Housewife’s Knee» (rodilla de ama de casa), ya que es la rodilla la que se emplea para fregar, levantar, mecer al niño, etc., cuyos síntomas se pueden resumir en la queja: «Estoy cansada».

Ahora, si el ama de casa consigue fijar su propio ritmo de trabajo y encuentra satisfacción en amar a su marido y a sus hijos, no sólo servirá sus veinticinco años de trabajo sino que disfrutará con ellos, y verá ir a la universidad al más pequeño de sus hijos, con verdadera pena. Pero si por un lado su Padre interno la fustiga, y el marido, a quien ha escogido precisamente con ese propósito, la critica, y por el otro lado no encuentra satisfacción suficiente en amar a su familia, puede ser cada vez más y más infeliz. Al principio puede tratar de consolarse con las ventajas de «Si no fuera por ti» y «Defecto» (y, en verdad, cualquier ama de casa puede caer en ellos cuando el camino se hace duro), pero pronto dejan de servirle. Entonces tiene que encontrar otra salida y ésta es el juego de «Abrumada».

La tesis de este juego es muy sencilla. Ella recibe todo lo que venga y todavía pide más. Está de acuerdo con las críticas de su marido y acepta todas las demandas de los hijos. Si tiene que recibir invitados para la cena, no sólo siente que debe platicar impecablemente, sino que tiene que ser la castellana de la casa y los sirvientes, decoradora, proveedora, una belleza, reina virgen y diplomática; además se ofrecerá, esa mañana, a hornear un pastel y a llevar los niños al dentista. Si ya se siente hostigada, hace el día todavía más abrumador. Entonces, en la tarde se desploma, justificadamente, y no hace nada. Deja mal al marido, a los hijos y a los invitados, y sus propios reproches la hacen más miserable. Después de que esto sucede dos o tres veces, su matrimonio está en peligro, los niños confundidos, ella pierde peso, su pelo está desarreglado, su cara larga y sus zapatos estropeados. Entonces se presenta en el consultorio del psiquiatra, lista para ser hospitalizada.

Antítesis

La antítesis lógica es sencilla: la señora White puede representar cada uno de sus papeles, sucesivamente, durante la semana, pero debe rehusar interpretar dos o más simultáneamente. Cuando den una fiesta para tomar el cóctel, por ejemplo, puede hacer de proveedora o de nana, pero no de ambas. Si está sufriendo de «Rodilla de ama de casa», puede conseguir limitarse en esta forma.

Si en realidad está jugando «Abrumada», le será muy difícil ceñirse a esa limitación. En ese caso el marido es cuidadosamente escogido; es un hombre razonable desde cualquier otro punto de vista, que criticará a su esposa si no es tan eficiente como él piensa que era su madre. En efecto, ella se casa con la imagen que él tiene de su madre, perpetuada en su Padre, la cual es similar a la imagen que ella tiene de su propia madre o abuela. Habiendo encontrado una pareja adecuada, su Niño puede ahora establecerse en el papel de acosada, que le es necesario para mantener su equilibrio psíquico, y al cual no renunciará fácilmente. Mientras más tareas de responsabilidad le dé el marido, más fácil es para ambos encontrar razones Adultas para conservar los aspectos malsanos de sus relaciones.

Cuando la posición se vuelve insostenible, con frecuencia por intervención de los maestros a favor de los infelices niños, es llamado el psiquiatra para hacer un juego de tres, ya sea que el marido quiera que examine a la esposa, o que la esposa lo quiera como un aliado contra el marido. Los procedimientos que siguen dependen de la habilidad y la vigilancia del psiquiatra. Generalmente, la primera fase, el alivio de la depresión de la esposa, se desarrollará sin contratiempos. La segunda fase, en la cual ella dejará de jugar «Abrumada» para jugar «Psiquiatría», es la decisiva, porque tiende a despertar la creciente oposición de ambos esposos. A veces ésta está bien escondida y entonces explota súbita aunque no inesperadamente. Si esta etapa es resistida, entonces puede proceder el verdadero trabajo del análisis de juego.

Es necesario reconocer que el verdadero culpable es el Padre de la esposa, su Madre o Abuela; el marido es, hasta cierto punto, sólo una imagen escogida para interpretar este papel en el juego. El terapeuta no sólo tiene que combatir a este Padre y al marido, que hace una fuerte inversión al jugar por su extremo, sino también al ambiente social que anima a la complacencia de la esposa. La semana siguiente a la aparición del artículo que habla de los muchos papeles que tiene que representar la esposa, hay un ¿qué tal lo hago? en el suplemento dominical. Se trata de una prueba de diez preguntas para determinar «¿Qué tan buena anfitriona (esposa, madre, ama de casa) es usted?». Para el ama de casa que juega «Abrumada», ése es el equivalente del pequeño «instructivo» que viene con los juegos de los niños indicando las reglas. Puede servir para apresurar la evolución de «Abrumada» que, si no es detenido, puede terminar en un juego de «Hospital del Estado» («No quisiera, por nada del mundo, que me enviaran a un hospital»).

En la práctica profesional, una de las dificultades con esa clase de parejas, es que el marido tiende a evitar verse involucrado en el tratamiento, más allá de su juego de «Mira cómo me he esforzado», porque casi siempre está más perturbado de lo que quiere admitir. En vez de eso puede enviar mensajes directos al terapeuta, por medio de estallidos de mal genio que sabe que la esposa reportará en seguida. Por ende, «Abrumada» progresa fácilmente a una lucha de tercer grado, de vida - muerte - divorcio. El psiquiatra se encuentra casi sólo del lado de la vida, ayudado únicamente por el abrumado Adulto de la paciente, y que se encuentra liado en estrecho combate, que puede ser mortal, contra los tres aspectos del marido, quien tiene por aliados al Niño y al Padre, internos, de la esposa. Es una batalla dramática, con apuestas de dos contra cinco, que pone a prueba la pericia del terapeuta más profesional y libre de juegos. Si se acobarda, puede tomar la salida más fácil ofrendando a su paciente en el altar de un tribunal de divorcios, lo que equivale a decir: «Me rindo - Que usted y él peleen».

5. Si no fuera por ti

Tesis

Ya se ha dado el análisis detallado de este juego en el Capítulo 5. Es realmente el segundo juego descubierto después de «¿Por qué no? - Sí, sólo que…», que hasta ese momento sólo había sido considerado como un fenómeno interesante. Con el descubrimiento adicional de «Si no fuera por ti», se aclaró que debía haber todo un departamento de acciones sociales basadas en transacciones ulteriores. Esto tenía que llevar a la búsqueda de tales comportamientos, y la presente colección es uno de los resultados.

Brevemente: una mujer se casa con un hombre dominante para que le restrinja sus actividades y así la prevenga de meterse en situaciones que la atemorizan. Si esto fuera una simple operación, ella podría expresar su gratitud porque él le hizo ese servicio. Sin embargo, en el juego «Si no fuera por ti», la reacción de ella es totalmente opuesta: se aprovecha de la situación para quejarse de las restricciones, lo que hace que el esposo se sienta inseguro y le dé toda clase de ventajas. Este juego es de ventaja social interna. La ventaja social externa es el pasatiempo «Si no fuera por él», que es su derivado, y el cual juega con amigas iguales a ella.

6. Mira cuánto me he esforzado

Tesis

En su forma clínica común, éste es un juego de tres jugado por un matrimonio y un psiquiatra. El marido (generalmente) está tirando al divorcio, a pesar de sus protestas en contrario, mientras que la esposa es más sincera al querer continuar con el matrimonio. Él va al terapeuta con protesta y habla sólo lo necesario para demostrar a la esposa que está cooperando; por lo general él juega un suave juego de «Psiquiatría» o de «Tribunales». Conforme pasa el tiempo él empieza a exhibir una pseudo condescendencia cada vez más resentida, o argumentos agresivos, hacia el terapeuta. En casa, al principio muestra más «comprensión» y moderación y termina portándose peor que nunca. Después de una, dos, o diez visitas, depende de la habilidad del terapeuta, él se rehúsa a verlo otra vez y se va de cacería o de pesca en vez de visitarlo. La esposa entonces se ve obligada a pedir el divorcio. El marido ahora no reconoce ninguna culpa, ya que la esposa ha tomado la iniciativa y él ha demostrado su buena fe yendo un par de veces al terapeuta. Está en buena posición para decir a cualquier abogado, juez, amigo o pariente, «¡Mira cuánto me he esforzado!».

Antítesis

Se ve a la pareja juntos. Si uno —digamos el marido— está claramente realizando este juego, se pone a ella en tratamiento individual y se manda al jugador por otro lado tomando como razón valedera que todavía no está listo para la terapia. Él puede hasta divorciarse, pero sólo a costa de abandonar la posición de que está tratando de cooperar realmente. Si es necesario la esposa puede empezar los trámites del divorcio, y está en mejor posición, ya que ella realmente ha querido cooperar. El esperado resultado favorable es que el esposo, al ver su juego destruido, se desespere y vaya en busca de tratamiento a otra parte, con una motivación genuina.

En su forma diaria se observa fácilmente en niños, como un juego de dos, con un padre. Se juega en una de dos posiciones: «Estoy desvalido» o «Soy inocente». El niño trata de hacer algo y lo echa a perder o no tiene éxito. Si es Desvalido, el padre lo tiene que hacer por él. Si es Inocente, el padre no tiene motivo razonable para castigarlo. Esto revela los elementos del juego. Los padres deben averiguar dos cosas: quién de los dos enseñó al niño este juego; y qué es lo que están haciendo para perpetuarlo.

Una variante interesante, aunque a veces resulta siniestra, es «Mira cómo me he esforzado», que es, por lo general, un juego más fuerte, de segundo o tercer grado. Puede ilustrarse con el caso de un hombre muy trabajador, con úlcera gástrica. Hay muchas personas que padecen incapacidades físicas progresivas, y que hacen todo lo que pueden para poder con la situación, y hasta enlistan la ayuda de su familia como un medio legítimo. Semejantes situaciones, sin embargo, también pueden ser explotadas para propósitos ulteriores.

Primer Grado: Un hombre anuncia a su esposa y amigos que tiene úlcera. También les hace saber que piensa seguir trabajando. Esto les gana su admiración. Tal vez una persona en una condición dolorosa y desagradable tiene derecho a cierta cantidad de ostentación, como una pobre recompensa por sus sufrimientos. En vez de eso, debería dársele el crédito debido por no jugar «Pierna de palo» y merece alguna recompensa por, aun en esas condiciones, asumir sus responsabilidades. En un caso así la respuesta cortés a «Mira cómo me he esforzado», es: «Sí, todos admiramos tu fortaleza y tu rectitud».

Segundo Grado: Se le dice a un hombre que tiene úlcera y él lo guarda en secreto para su esposa y sus amigos. Continúa trabajando y preocupándose tanto como antes, y un día en la oficina sufre un colapso. Cuando llega a su esposa la noticia, recibe el mensaje instantáneamente: «Mira cómo me he esforzado». Ahora se supone que ella debe apreciarlo más que nunca y que debe sentirse arrepentida de todas las cosas desagradables que le ha dicho o hecho en el pasado. Para abreviar, se supone que ahora debe amarlo, cosa que el había intentado conseguir en varias formas, fracasando. Desafortunadamente para el marido, esas manifestaciones de afecto y solicitud son motivadas más fácilmente por el sentimiento de culpa que por el amor. En su interior, ella seguramente estará resentida de que él utilice injustamente ese poder, a más de haber obtenido otra injusta ventaja sobre ella, al guardar en secreto su enfermedad. En suma, un brazalete de diamantes es un instrumento mucho más honrado para enamorar, que un estómago perforado, pues así ella tendría la opción de tirarle la joya a la cara; en cambio no podía, decentemente, abandonar la úlcera. Enfrentarse súbitamente con una enfermedad grave, probablemente la haga sentirse atrapada, pero no conquistada.

Este juego puede descubrirse, con frecuencia, inmediatamente después de que el paciente oye por primera vez que padece una incapacidad progresiva. Si va a hacer el juego, todo el plan cruzará su mente como un relámpago y podría recuperarse con una cuidadosa revisión psiquiátrica de la situación. Se desenmascararía el secreto gozo del Niño al descubrir que dispone de semejante arma, escondida detrás de la preocupación de su Adulto por los problemas prácticos que traerá su enfermedad.

Tercer Grado: Aún más siniestro y maligno es el súbito suicidio por una enfermedad grave. La úlcera progresa y se convierte en cáncer, y un día, la esposa, que nunca ha sido informada de que nada ande mal, entra al baño y encuentra a su marido, tendido, muerto. La nota dice claramente, «Mira cómo me estaba esforzando». Si algo así sucede dos veces a la misma mujer, es hora de que ella averigüe qué es lo que ha estado jugando.

Análisis

  • Tesis: «No pueden andarme empujando».
  • Propósito: justificación.
  • Papeles: Indómito, Perseguidor, Autoridad.
  • Dinámica: pasividad anal.
  • Ejemplos:
    1. Niño vistiéndose.
    2. Esposa tirando al divorcio.
  • Paradigma social: Adulto - Adulto.
    • Adulto: «Es hora de que (te vistas), (vayas al psiquiatra)».
    • Adulto: «Bueno, lo intentaré».
  • Paradigma psicológico: Padre - Niño.
    • Padre: «Voy a hacer que (te vistas), (vayas al psiquiatra)».
    • Niño: «Lo ves, no da resultado».
  • Movimientos:
    1. sugestión - resistencia;
    2. presión - complacencia;
    3. aprobación - fracaso.
  • Ventajas:
    • Psicológica interna: liberarse de la culpa de agresión.
    • Psicológica externa: evadir responsabilidades domésticas.
    • Social interna: «Mira cómo me he esforzado».
    • Social externa: la misma.
    • Biológica: intercambios beligerantes.
    • Existencial: «Estoy desvalido» (soy inocente).

7. Querido

Tesis

Éste se ve en su mayor florecimiento en las primeras etapas de un grupo de terapia marital, cuando los pacientes están a la defensiva; también puede observarse en eventos sociales. White hace un astuto comentario acerca de la señora White, disfrazándolo en forma de anécdota, y termina diciendo: «¿No es cierto, querida?». La señora White asiente, ostensiblemente, por dos razones Adultas: (a) porque la anécdota en sí, en su mayor parte, ha sido contada con precisión; y no estar de acuerdo con algo que ha sido presentado como un detalle sin importancia (aunque es en realidad el punto esencial de la operación) parecería una pedantería: (b) porque se vería mal mostrarse en desacuerdo con un hombre que la acaba de llamar «Querida», en público. Sin embargo, la razón psicológica por la que ella se muestra de acuerdo, es su posición depresiva. Se casó precisamente porque sabía que él le haría el servicio de exponer las deficiencias de ella, y así salvarla de la vergüenza de tener que exponerlas por sí misma. Sus padres la servían en igual forma cuando era pequeña.

Después de «Tribunales», éste es el juego más comúnmente jugado en los grupos maritales. Mientras más tensa sea la situación y más peligro haya de que el juego sea descubierto, con mayor amargura será pronunciada la palabra «Querida»; hasta que el resentimiento latente se hace obvio. Considerándolo cuidadosamente, se puede ver que este juego es un relativo de «Schlemiel», ya que la significativa tendencia es el implícito perdón de la señora White al resentimiento del marido, que ella se esfuerza porque no se note. De ahí que anti «Querido» se juegue en forma análoga a anti «Schlemiel». Por ejemplo: «Puedes contar anécdotas que me anulen, pero por favor no me digas “Querida”». Esta antítesis lleva consigo los mismos peligros que anti «Schlemiel». Una antítesis más disfrazada y menos peligrosa es contestar: «¡Sí, mi vida!».

En otra forma, la esposa, en vez de estar de acuerdo, responde con otra anécdota tipo «Querido», acerca del marido, diciendo: «Tú también tienes la cara sucia, querido».

A veces las palabras cariñosas no son pronunciadas, pero un oyente cuidadoso puede oírlas aun cuando queden calladas. Éste es «Querido» del tipo silencioso.