CAPÍTULO DIECISIETE

ADQUISICIÓN DE AUTONOMÍA

Los padres, deliberada o inconscientemente, enseñan a los niños, desde su nacimiento, la manera de comportarse, de pensar, sentir y percibir. Liberarse de estas influencias no es nada fácil, ya que están profundamente arraigadas y son necesarias durante los primeros dos o tres decenios de la vida, para la supervivencia biológica y social. Realmente tal liberación sólo es posible porque el individuo empieza un estado autónomo, esto es, capaz de conciencia, de espontaneidad y de intimidad, y tiene alguna discreción en cuanto a qué partes de las enseñanzas de sus padres aceptará. En ciertos momentos específicos del principio de su vida decide cómo se va a adaptar a ellas. Esto se debe a que su adaptación está en la naturaleza de una serie de decisiones todavía no definitivas, ya que las decisiones son reversibles bajo circunstancias favorables.

La adquisición de autonomía, entonces, consiste en echar abajo todas las impertinencias discutidas en los capítulos 13, 14 y 15. Esto nunca termina, ya que hay una batalla continua para no volver a caer en lo mismo.

Primero, como se discutió en el Capitulo 13, el peso de toda una tradición histórica familiar o tribal debe sacudirse, como en el caso de los nativos de Nueva Guinea, de Margaret Mead[1]: entonces la influencia de los antecedentes paternales, sociales y culturales del individuo debe sacudirse. Lo mismo debe hacerse con las demandas de la sociedad contemporánea, y, finalmente, las ventajas derivadas de nuestro círculo social inmediato deben ser sacrificadas parcial o totalmente. Después, hay que renunciar a las fáciles indulgencias y recompensas de ser un resentido o un tonto, como se describen en el Capítulo 14. Después de esto el individuo debe adquirir control personal y social, para que todas las clases de comportamiento descritas en el Apéndice, exceptuando tal vez los sueños, puedan escogerse libremente, sujetos únicamente a la voluntad. Él está entonces capacitado para las relaciones libres de juegos tales como las ilustradas en el paradigma del Capítulo 15. En este momento él podrá desarrollar sus capacidades de autonomía. En esencia, toda esta preparación consiste en obtener un divorcio amistoso del individuo respecto de sus padres (y de otras influencias paternales) para que pueda visitarlos ocasionalmente sin estar bajo su dominio.