CAPÍTULO TRES

PROCEDIMIENTOS Y CEREMONIALES

Las transacciones proceden generalmente en series. Estas series no son al azar, sino programadas. La programación puede venir de una de tres fuentes: Padre, Adulto o Niño, o más generalmente, de sociedad, materia o idiosincrasia. Como la necesidad de adaptación requiere que el Niño sea protegido por el Padre o Adulto hasta que cada situación social se ha probado, la programación derivada del Niño ocurre generalmente en situaciones de intimidad o privadas, donde los ensayos preliminares ya se han llevado a cabo.

Las formas más simples de la actividad social, son «procedimientos» y «ceremoniales». Algunos son universales y otros locales, pero todos ellos tienen que aprenderse. Un procedimiento es una serie de transacciones complementarias del Adulto dirigidas hacia el contacto con la realidad. La realidad tiene dos aspectos: estático y dinámico. La realidad estática comprende todas las posibles combinaciones de la materia en el universo. La realidad dinámica puede definirse como el potencial de interacción de todos los sistemas de energía en el universo. La química, por ejemplo, consiste en informes acerca de la realidad dinámica. Los procedimientos se basan en cálculos y estimaciones concernientes al material de la realidad, y alcanzan su mayor desarrollo en técnicas profesionales. Pilotear un avión y extirpar un apéndice, son procedimientos. La psicoterapia es un procedimiento mientras esté bajo el control del Adulto del terapeuta, y no lo es cuando el Padre o el Niño son los que dominan. La programación de un procedimiento se determina por el material, sobre la base de estimaciones hechas por el Adulto del agente.

Hay dos maneras de evaluar los procedimientos:

  • Se dice que un procedimiento es eficiente cuando el agente hace el mejor uso posible de la experiencia y los datos a su alcance, sin hacer caso de las deficiencias que pueda haber en sus conocimientos. Si el Padre o el Niño interfieren con el pensamiento objetivo del Adulto, el procedimiento estará «contaminado» y será menos eficiente.
  • La eficacia de un procedimiento se juzga por los resultados.

Así, la eficiencia es un criterio psicológico y la eficacia uno material. Un nativo, médico practicante en una isla del sur, adquirió mucha práctica extirpando cataratas. Empleaba todos sus conocimientos con un alto grado de eficiencia, pero como sabía menos que el médico europeo, no era tan efectivo. El europeo empezó a beber demasiado, de modo que su eficiencia declinó, aunque al principio no disminuyó su eficacia. Al correr de los años, cuando le empezaron a temblar las manos, su ayudante empezó a aventajarlo no sólo en eficiencia, sino también en eficacia. Puede verse por este ejemplo que ambas variaciones son mejor evaluadas por un experto en los procedimientos implicados: la eficiencia por conocimiento personal del agente, y la eficacia examinando los resultados efectivos.

Desde el punto de vista presente, un ceremonial es una estereotipada serie de transacciones complementarias, simples, programadas por fuerzas sociales externas. Un ceremonial informal, tal como una despedida social, puede estar sujeto a considerables variaciones en los detalles, según el lugar, aunque la forma básicamente continúe siendo la misma. Un ceremonial formal, como una misa católica, ofrece menos variaciones. La forma de un ceremonial es determinada Paternalmente por tradición. Las influencias Paternales más recientes pueden tener efectos similares, aunque menos estables, en casos más triviales. Algunos ceremoniales formales, de especial interés histórico o antropológico, tienen dos fases:

  • una, en la cual las transacciones son llevadas a cabo bajo la rígida censura Paternal,
  • otra, de lenidad Paternal, en la cual se permite al Niño una libertad transaccional más o menos completa, y cuyo resultado es una orgía.

Muchos ceremoniales formales empezaron como procedimientos bastante eficientes aunque gravemente contaminados; conforme pasó el tiempo y las circunstancias cambiaron, perdieron todo su valor de medios mientras que siguieron reteniendo su utilidad como actos de fe. Transaccionalmente representan complacencias de descarga o de retribución con demandas paternales tradicionales. Ofrecen un seguro y a veces agradable método de emplear el tiempo.

Los ceremoniales informales son más significativos como introducción al análisis de juegos; entre los más instructivos están los ceremoniales de saludo, americanos.

1A: «¡Hola!». (Buenos días).

1B: «¡Hola!». (Buenos días).

2A: «Qué agradable temperatura, ¿verdad?». (¿Cómo estás?).

2B: «Sí que lo es. Aunque parece que va a llover». (Bien. ¿Y tú?).

3A: «Bueno, me alegro de verte bien». (Muy bien).

3B: «Nos veremos».

4A: «Hasta luego».

4B: «Hasta luego».

Es evidente que este intercambio no es para dar información. En realidad, si hay información alguna, está bien retenida. Al señor A le puede llevar quince minutos decir cómo está, y el señor B, que es sólo un conocido, no tiene la menor intención de dedicar tanto tiempo a escucharlo. Esta serie de transacciones está adecuadamente calificada como un «ceremonial de ocho caricias». Si A y B estuvieran de prisa, podrían contentarse con un intercambio de «dos caricias», hola - hola. Si se tratara de dos anticuados potentados orientales, podrían representar un ceremonial de doscientas caricias antes de ir al grano. Mientras tanto, en la jerigonza del análisis transaccional, A y B han mejorado levemente su mutua salud; por el momento, cuando menos, «sus espinas dorsales no se secarán», y cada uno, en consecuencia, está agradecido.

Este ritual está basado en cuidadosos cálculos intuitivos de ambas personas. En esta etapa de su amistad piensan que uno al otro se deben exactamente cuatro caricias en cada encuentro, y no más de uno al día. Si se volvieran a encontrar pronto, digamos a la media hora, sin ningún asunto nuevo qué tratar, se cruzarían sin la menor señal de haberse visto, o con sólo una pequeña inclinación de cabeza, o cuando mucho con un rutinario hola - hola. Estos cálculos se mantienen no sólo durante cortos intervalos, sino por períodos de varios meses. Consideremos ahora que el señor C y el señor D, que se cruzan diariamente, cambian una caricia hola - hola y siguen su camino. El señor C se va de vacaciones un mes. El día que regresa se encuentra, como es costumbre, al señor D. Si en esta ocasión el señor D le dice «hola» y nada más, el señor C se ofenderá, «su espina dorsal se secará un poco». Según sus cálculos, el señor D y él se deben mutuamente como treinta caricias. Éstas pueden condensarse en unas pocas transacciones, si son bastante enfáticas. Lo apropiado por parte del señor D sería algo así: (cada unidad de «intensidad» o «interés» equivale a una caricia):

1D: «¡Hola!». (1 unidad).

2D: «No le he visto últimamente». (2 unidades).

3D: «¡Así que se fue de vacaciones! ¿Adonde fue?». (5 unidades).

4D: «¡Qué interesante! ¿Y cómo le fue?». (7 unidades).

5D. «Qué bien se ve usted». (4 unidades).

6D: «Bueno, encantado de verle otra vez». (4 unidades).

7D: «Hasta luego». (1 unidad).

Esto le da al señor D un total de 28 unidades. Tanto él como el señor C saben que este último corresponderá con las mismas unidades al día siguiente, así que la cuenta, prácticamente, estará nivelada. Dos días más tarde volverán a su intercambio de dos caricias, hola - hola. Pero ahora «ya se conocen mejor», cada uno sabe que el otro es digno de confianza y esto puede ser útil si llegaran a conocerse «socialmente».

Vale la pena considerar el caso inverso. El señor E y el señor F han establecido un ceremonial de dos caricias, hola - hola. Un día, en vez de seguir su camino, el señor E se detiene y pregunta: «¿Cómo está usted?». La conversación continúa de la manera siguiente:

1E: «¡Hola!».

1F: «¡Hola!».

2E: «¿Cómo está usted?».

2F: (Intrigado). «Bien. ¿Y usted?».

3E: «Perfectamente. Hay una temperatura agradable, ¿verdad?».

3F: «Así es». (Cautamente). «Aunque parece que va a llover».

4E: «Encantado de verlo».

4F: «Lo mismo digo. Lo siento, tengo que llegar al banco antes de que cierre. Hasta luego».

5F: «Hasta luego».

Mientras el señor F se apresura a alejarse, piensa: «¿Qué es lo que le pasa? ¿Querrá venderme algo?». En términos transaccionales esto quiere decir: «Todo lo que me debe es una caricia, ¿por qué me estará dando cinco?».

Una demostración más simple de la naturaleza comercial y transaccional de estos sencillos rituales, es la ocasión en que el señor G dice «¡Hola!» y el señor H pasa sin contestar. La reacción del señor G es «¿Qué es lo que le pasa?» o sea: «Le hice una caricia y él no me la devolvió». Si el señor H sigue haciendo lo mismo con otros conocidos, provocará algunos comentarios en su comunidad.

A veces es difícil distinguir un procedimiento de un ceremonial. La gente tiene la tendencia de llamar ceremoniales a los procedimientos profesionales, aunque en realidad las transacciones se basen en experiencia efectiva y vital; mas el lego no puede apreciar esto. Por el contrario, los profesionales tienden a dar motivación a los elementos ceremoniales que todavía se apegan a sus procedimientos y a ignorar al lego escéptico sobre la base de que no están equipados para comprender. Y una de las formas como los profesionales pueden resistir la introducción de nuevos procedimientos, es restándoles importancia tratándolos como rituales. De ahí el destino de Semmelweis y otros innovadores.

La característica esencial y similar de ambos, procedimientos y rituales, es que están estereotipados, y una vez que la primera transacción se ha iniciado, se puede adivinar el curso de toda la serie, que lleva a una conclusión preconcebida, a menos que surjan condiciones imprevistas. La diferencia entre ellos radica en el origen de la predeterminación, esto es: los procedimientos están programados por el Adulto y los ritos llevan el sello Paternal.

Los individuos que no se sienten a gusto con los rituales o que no se acomodan a ellos, los evaden, a veces sustituyéndolos por procedimientos. Se les encuentra con frecuencia entre personas aficionadas a ayudar a la anfitriona cuando ésta tiene el compromiso de preparar bocadillos y bebidas para alguna fiesta.