INTRODUCCIÓN

1.Valoración general

Sin una introducción propiamente dicha1 y sin una conclusión, como veremos en el análisis de la estructura general de la obra, Demetrio escribió un tratado en el que se siguen principalmente las teorías sobre el estilo de la escuela Peripatética2. Por una parte, es clara su vinculación con el libro tercero de la Retórica de Aristóteles, aun cuando cambie la terminología; por otra, Teofrasto, uno de sus principales discípulos, aparece mencionado al menos en cuatro ocasiones3.

No obstante, y a pesar de esta probada falta de originalidad, el tratado Sobre el estilo es una obra de gran interés para el estudio de la crítica literaria en Grecia, además de ser el único en su género que habla de cuatro estilos, aun cuando Radermacher señale a este respecto que lo infecundo y estéril del ingenio de Demetrio se descubre, cuando se comprueba que la parte dedicada al cuarto y nuevo estilo, no tratado, por tanto, por autores anteriores, está bastante mal urdida4. Pero, a pesar de los defectos que se puedan descubrir en él y sin que le hayan prodigado elogios tan numerosos y apasionados como los dedicados al tratado Sobre lo sublime5, el libro de Demetrio, del que se ha dicho también que es una obra de crítica más que un tratado de retórica6, posee un valor inestimable, entre otras razones, por la labor de recopilación de teorías anteriores, por sus juicios críticos sobre la literatura griega clásica y por los preciosos ejemplos de escritores antiguos conservados así para la posteridad7. Es para Atkins8 «como una exposición de las leyes de la composición artística griega», mientras que Grube9 escribe que «nuestro autor tiene una gran sensibilidad y sus opiniones son casi siempre correctas, aunque sus explicaciones sean frecuentemente incompletas e incluso, a veces, ilógicas». Rhys Roberts10 critica sus varias repeticiones, sus contradicciones y digresiones, pero también encuentra que cuando se lee a Demetrio parece que uno es transportado a la gran época de Grecia, aun cuando hayan transcurrido cuatro siglos desde que ella viera su fin. Además, añade el mismo autor, Demetrio, que muestra buen sentido y brevedad en su manera de exponer, escribe él mismo en un estilo llano y sencillo, donde se reúnen la claridad, la viveza, la naturalidad y la persuasión.

El juicio de los estudiosos y especialistas de la historia de la crítica literaria en Grecia, que acabamos de mencionar, pensamos que pueden servir para ponderar la importancia del tratado Sobre el estilo. Sólo añadiremos que, al reproducir aquí algunas de sus opiniones, hemos querido descubrir de alguna manera nuestro propio parecer al respecto. La lectura de esta pequeña obra, a pesar de los defectos que se le puedan encontrar, puede servir para facilitar un acercamiento más comprensivo de la literatura griega, de la mano de un autor que conocía la tradición de la crítica literaria en Grecia, pero que sabía también dar un toque efectista y vivo a su propia opinión sobre el tema.

2.Estructura y contenido de la obra

I. Dos apartados se pueden distinguir en el tratado Sobre el estilo, que aparentemente no guardan relación alguna entre sí. En lo que se podrían llamar observaciones preliminares (1-35) y que formarían el primer apartado, nos encontramos, en primer lugar, con un estudio de los miembros (kṓla), en los que se dividen los escritos en prosa y la longitud apropiada de los mismos. Tenemos después las definiciones de la frase (kómma) (9), del período (10-11) y las clases de estilo (12-18). El período puede ser histórico, retórico y conversacional (19-21). Puede haber períodos formados por miembros opuestos (22-24), miembros simétricos (25) y miembros de terminaciones semejantes (26-29). A continuación (30-33) se habla del entimema, sus diferencias con el período y los lugares en los que se emplean el uno y el otro. En los párrafos 34 al 35 se nos ofrecen las definiciones de miembro (kṓlon) dadas por Aristóteles y Arquidemo, con lo que se acaba la primera parte de la obra, mucho más breve en su extensión, pero que por su contenido difícilmente puede ser considerada como una introducción. Por otra parte, la falta de sistematización en la obra hace que se pueda pasar a la parte principal de la misma sin que medie ningún tipo de consideración.

II. En el párrafo 36 comienza el examen de las cuatro clases de estilo: el llano o sencillo, el elevado, el elegante y el fuerte o vigoroso. El estilo elevado (38-127), que en la época del autor se llama elocuente, puede tener la elevación en el pensamiento (diánoia), o en el asunto de que se trata (prágmata), en la dicción (léxis) y en la composición (sýnthesis). El autor hace ahora una serie de consideraciones en torno al llamado metro «heroico» y su mala adaptación a la prosa (42); el yambo y su sencillez, el peón (43); el uso de las partículas (53-59); las figuras (63-67); el hiato (68-74); la dicción en el estilo elevado (77-113), en donde habla de las metáforas y de los símiles y sus diferencias; la llamada metáfora «activa» por Aristóteles (78-90) y los peligros en el uso de las metáforas (83-84); el empleo de las palabras compuestas (91-93); la definición de las palabras onomatopéyicas (94-98); la alegoría (99-102); el silencio (aposiṓpēsis), como figura (103-105); la definición del epifonema y las diferencias con el entimema (106-111). En los párrafos 112 y 113 se dice que el lenguaje poético da elevación a la prosa, para pasar luego (114-127) a tratar los vicios correspondientes a los cuatro estilos mencionados, siendo el llamado estilo frígido o frío el que corresponde al elevado, que es examinado en los tres niveles de pensamiento, dicción y estructura. La hipérbole (124-127) puede representar el punto más álgido de la frialdad en el estilo.

III. El estilo elegante y sus características ocupa los párrafos 128 al 189. En ellos se examinan las distintas clases de gracias de estilo y sus partes (128-136); las fuentes de las mismas (137-162); las diferencias entre lo ridículo y lo gracioso (162-172); las palabras hermosas y suaves (173-178); la elegancia derivada de la composición, para terminar este capítulo con el examen del estilo afectado (186-189), que representa el vicio del anterior, las causas del mismo, que son tres y residen, como antes, en el pensamiento, en la dicción y en la estructura.

IV. En los párrafos 190 al 235 se examina el llamado estilo sencillo o llano. Este estilo exige sencillez en la dicción, en el tema y en la composición (190-208). Hay una serie de consideraciones acerca de la claridad, vivacidad y el poder de persuasión en el estilo. El estilo epistolar y sus características ocupa los párrafos 223-235, para terminar (236-239) con el llamado estilo árido, que supone el vicio del anterior y cuya procedencia, como en los anteriores, es triple: el pensamiento, el lenguaje y la composición.

V. El estilo fuerte o vigoroso y su origen ocupa los párrafos 240 al 302. Este estilo debe evitar lo arcaico (245), las antítesis y paralelismos (247-248). Los períodos de dos miembros son frecuentes (252) y la brevedad es útil en este estilo, inclusive el silencio (253) y la cacofonía (255). Los oradores han empleado siempre la broma para dar vigor a su estilo (259-262). Las figuras retóricas colaboran también a esto. Son figuras de pensamiento, como la omisión, el silencio, la prosopopeya; figuras de lenguaje, como la anáfora, la epanáfora, el asíndeton, el homoiotéleuton y el clímax o gradación (267-271). Se estudia a continuación el empleo en este estilo de las metáforas (272-273), de las comparaciones (274), de las palabras compuestas (275), de las preguntas en medio del discurso (279), de la figura llamada epimoné y su definición (280). El eufemismo y su uso en este estilo vigoroso son tratados en el párrafo 281, y del 282 al 286 se habla de los dichos de Démades y de las dificultades y peligros en el empleo de las figuras citadas. La alusión indirecta o el lenguaje figurado, así como la llamada «manera socrática», son examinados en los párrafos 287 al 298. Por último, se dice que la suavidad en la composición (299), el uso del hiato, el empleo de lo inesperado y lo espontáneo, así como el asíndeton, producen un estilo fuerte o vigoroso. El llamado estilo «desagradable» o «grosero» se trata en los párrafos 302 al 304, con los que termina la obra.

3.El autor y la fecha de composición. La lengua

La fecha en que fue escrito el tratado Sobre el estilo así como el nombre de su autor son todavía para los filólogos un problema que no ha encontrado una solución plenamente satisfactoria. La probable cronología se extiende desde el siglo III a. de C. al I después de C., con lo que las posibilidades en este punto son verdaderamente muy amplias.

Las referencias y citas de autores en el libro no son siempre utilizables como terminus post quem, por los mismos fines y el contenido de la obra. En este sentido, la referencia a Demetrio de Falero en el párrafo 289 hizo que desde Petrus Victorius se pensara por la mayoría de los estudiosos que el de Falero había sido el autor del Sobre el estilo. Sin embargo, a otros11 esta misma cita les ha hecho rechazar tal autoridad. Para Grube12, la referencia a Menandro y Filemón no debe significar que el autor de nuestro tratado sea posterior a ellos y sí su contemporáneo. Tampoco nos dice nada la mención de otros nombres más antiguos como Ctesias, Praxífanes o Clitarco y de los Arquedemo, Artemón y el Gadareno13, prácticamente desconocidos.

Dentro de lo que se ha llamado evidencias internas, el empleo de la palabra hermēnéia y no léxis, como usan Aristóteles y Teofrasto, parece señalar a una fecha tardía14, así como la mención de los Peripatéticos en el párrafo 181 y la Comedia Nueva en el 204.

En relación con la lengua empleada en el tratado, Grube15 realiza un gran esfuerzo, loable sin duda alguna, para demostrar que ni Radermacher ni Rhys Roberts tenían razón, cuando tomaban la lengua del Sobre el estilo como un dato muy definitivo para situar a su autor alrededor del siglo I d. de C. Tomando los distintos apartados en los que se basa el estudio de Rhys Roberts sobre la lengua, intenta desmontar la argumentación en favor de una fecha tardía. No obstante, y sin restarle valor a su estudio, creemos que tampoco Grube logra alcanzar con sus datos una credibilidad capaz de reducir a la nada las pruebas de lengua aducidas por su predecesor. Sí puede ser válida su argumentación sobre el empleo del dual y del optativo16 en el tratado, así como su referencia a palabras de significado, formación y construcción aparentemente tardías, pero que se encuentran dentro de la norma de un griego de época más temprana e inclusive clásica17. No obstante, podemos decir, en general y contra Grube, que existen una serie de hechos a nivel lexical principalmente, que, mientras no dispongamos de otros datos, nos permiten postular una fecha más cercana a nosotros que la propuesta por este autor. Nos referimos, sobre todo, a las palabras de fecha más reciente por su formación y significado sin otra explicación posible, quizá menos numerosas de lo que quiere Rhys Roberts pero sí suficientes como para ver por ellas la lengua de un escritor posterior al siglo III y posiblemente al siglo II antes de Cristo.

La mención en otros escritos del Sobre el estilo, si es antigua, suele ser dudosa y, si es auténtica, procede de siglos ya muy posteriores. Los que defienden una fecha temprana de composición del tratado18 citan a Filodemo, autor del siglo I a. de C., que en su Retórica IV 16 escribe: «los períodos largos son malos para la declamación, como leemos en Demetrio sobre aquéllos de Isócrates». Sin embargo, Roberts19 piensa que Filodemo no se refería al Sobre el estilo y que, además, por esta referencia no se puede decir que sea de Demetrio de Falero o de cualquier otro autor. Diógenes Laercio, del siglo II d. de C., atribuye el tratado a Demetrio de Falero20, mientras que Ammonio, del siglo VI d. de C., y otros autores piensan que la obra es de Demetrio, pero sin añadir ningún otro nombre.

Entre los críticos modernos, Radermacher21 cree que el autor es Demetrio del siglo I d. de C.; Rhys Roberts22 lo sitúa entre el siglo I a. de C. y el siglo I después de Cristo, aunque esto último sería el más probable. Dahl23, hacia el año 100 a. de C.; Volkmann24 piensa que tras el estudio de Hammer25 está solucionado el problema sobre la fecha de composición del Sobre el estilo que él coloca entre el siglo II y el I a. de C. Para Christ-Schmid-Stählin26, con Radermacher, el autor no debió vivir mucho más tarde que Estrabón. Orth27 cree que se trata de Demetrio, autor peripatético entre los años 100 y 200 a. de C. Atkins28 habla del siglo I después de Cristo, mientras que Kennedy29 estudia entre las obras de Demetrio de Falero Sobre el estilo, aunque no se lo atribuya directamente. De todas formas está muy cerca del juicio de Grube sobre este problema. Kroll30 habla de finales del siglo III a. de C., con lo que también se acerca a las fechas propuestas por los dos filólogos anteriores. Grube31, en las conclusiones generales sobre el estudio de la lengua del tratado, al que hemos aludido anteriormente, dice que «no hay nada que haga improbable los comienzos del siglo III a. de C.», como los años en los que se compuso esta obra, que presenta, según él, una mezcla de dialecto ático y no ático, natural en el Museum por aquel tiempo. Boll32 piensa, frente a Radermacher, que Apión no es la fuente para Demetrio de la leyenda sobre el gato como hijo de la luna (párrafo 158), ni Estrabón para el empleo de la palabra skaphítēs, con lo que no se pueden seguir manteniendo como terminus post quem. Una época más allá del siglo I a. de C., dice Boll, no es posible por los datos de que disponemos. Por último, añadiremos que autores del Sobre el estilo han sido considerados un Demetrio sofista alejandrino, que, según Diógenes Laercio, fue autor de unas Téchnai rhētorikái, y un tal Demetrio de Pérgamo, que, al parecer, vivió en el año 100 a. de C.

Se han apuntado otras razones para situar en uno u otro siglo a Demetrio, autor de Sobre el estilo; sin embargo, creemos que son suficientes las que hemos recogido brevemente para dar una idea del problema. A la vista de los argumentos esgrimidos por los diversos autores, personalmente elegiríamos una fecha entre el siglo I a. de C. y el siglo I d. de C. como la más probable, aun cuando terminaríamos este pequeño apartado recordando aquello que escribe Rhys Roberts en su edición de que, al faltarnos evidencias suficientes, el único modo de acercarse a este asunto es la precaución, y reconocer que el problema sigue estando ahí, sin que se pueda considerar solucionado satisfactoriamente para todos.

4.El texto y su traducción

Para nuestra traducción del tratado Sobre el estilo hemos seguido el texto griego de la edición de W. Rhys Roberts, basada en una nueva colación de los folios 226-245 del códice Parisino 1741. En este códice, conservado en la Bibliothèque Nationale, se encuentran, entre otras, además de Sobre el estilo, la Poética y la Retórica de Aristóteles y el De compositione verborum de Dionisio de Halicarnaso, por lo que representa un verdadero tesoro, como muy bien dice Rhys Roberts, de la crítica literaria en Grecia33.

Las ediciones modernas realizadas con anterioridad a la de Radermacher, Leipzig 1901, usaron la colación de Petrus Victorius, Florencia, 1562, que, con ser muy valiosa, no tuvo en cuenta las correcciones realizadas en la escritura, ni supo distinguir la diversidad de manos en el códice, que sería descrito más tarde por H. Schenkl, M. H. Omont y L. Cohn. Según Omont, la fecha del P 1741 es el siglo X o el siglo XI, mientras que los otros manuscritos que quedan, más de quince, son de fecha tardía, sobre todo del siglo XVI, y todos se derivan de P 174134. A éstos, según Rhys Roberts, tendríamos que añadir un manuscrito del siglo XV o XVI del Queen’s College de Cambridge, que contiene, entre otras obras y además de Sobre el estilo, un Ars rhetorica, atribuida a Dionisio de Halicarnaso. Por otro lado, Radermacher piensa que la lista dada por Usener debería completarse con el Codex Venetus Bibliothecae S. Marci Classis X n. 34 del siglo XV, que, entre otras obras, ha conservado el Demetrii de elocutione f. 121-150, con la subscripción: Demetríou Phaleréos perí hermēnéias-: dóxa kyríōi tōi Chrístṓi mou. No obstante, una comparación con el P 1741 demuestra clarísimamente que también él depende de este famoso códice. Por último diremos que la editio princeps de Sobre el estilo se hizo en Venecia en el año 1058 y la realizó Aldus Manutius.

A la hora de realizar la traducción de Sobre el estilo, además de las notas de las ediciones de Rhys Roberts y Radermacher, hemos tenido en cuenta los trabajos de A. Brikmann, «Zu Dionysios’ Brief an Pompeius und Demetrios Peri hermēnéias», Rheinisches Museum, 69 (1914), 255-266; F. Boll, «Zu Demetrius de Elocutione», Rheinisches Museum, 72 (1917-1918), 25-33, y E. Orth, «Demetriana», Philologische Wochenschrift, 42 (1922), 1003-1008, y «Zu Demetrius», Phil. Wochenschrift, 38 (1923), 909-911. Hemos consultado igualmente las traducciones en lengua inglesa de Rhys Roberts, Grube e Innes; la alemana de Orth, y la francesa de Durassier.

No sabemos que exista traducción alguna en lengua castellana de Sobre el estilo, por lo que la nuestra representaría el primer intento, siempre difícil, de una versión a nuestra lengua del pequeño, pero interesante tratado, que ocupa sin lugar a dudas un puesto de importancia en la crítica literaria de la Antigüedad. Precisamente por ese carácter de primicia que supone nuestro trabajo, y por la dificultad que significa la traducción de toda obra técnica (y Sobre el estilo lo es en mayor medida aún que Sobre lo sublime), si no pretendemos haber acertado en nuestro esfuerzo totalmente, sí creemos interesante nuestra aportación en cuanto puede contribuir a un conocimiento mejor de este importante estudio de crítica literaria antigua entre los lectores de nuestra lengua.

En la traducción de los pasajes de los escritores citados por el autor de Sobre el estilo, como por el autor de Sobre lo sublime, no hemos utilizado ninguna traducción castellana determinada, sino que hemos consultado algunas de las existentes para realizar la nuestra propia; de ahí que no citemos los nombres de los traductores. Las citas de los poetas están traducidas en prosa, por estar lejos de nuestro propósito y posibilidades poéticas una versificación de las mismas.

Como en el caso de Sobre lo sublime, las notas que acompañan a la traducción del texto en modo alguno pretenden ser eruditas y sí sólo ofrecer algunas aclaraciones necesarias para la comprensión del contenido del tratado. Por lo demás, en las citadas obras de Russell para Sobre lo sublime y de Rhys Roberts, Radermacher y Grube para Sobre el estilo, se pueden consultar las amplias y valiosas discusiones allí incluidas en relación con los textos originales y con su contenido.