CAPÍTULO V
LAS FUERZAS ARMADAS INVESTIGAN ESTE FENÓMENO

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as fuerzas armadas se han visto siempre en la necesidad de investigar este fenómeno, pero también de desprestigiarlo públicamente. Esa necesidad de investigar sobre los ovnis arranca desde la II Guerra Mundial , cuando los aliados estudiaban el fenómeno en

relación con la posibilidad de que fueran armas secretas. Al acabar la II Guerra Mundial, con Europa destrozada, se planteó un problema vital como era la guerra fría y con ella la posibilidad de un conflicto bélico entre soviéticos y americanos estaba latente en cada momento.

Pero había, por ambas partes, sendos efectos disuasorios: a los soviéticos les frenaba que los norteamericanos dispusieran de bombas atómicas, con lo que, en caso de haberse lanzado a la aventura de invadir la Europa Occidental tal como hicieron en los países socialistas, los norteamericanos hubieran contraatacado con dicha arma atómica y, por otra parte, lo que disuadía a los americanos de invadir Moscú era que todos los países europeos estaban en poder de la resistencia anti nazi, muchos de los cuales eran comunistas y tenían fuertes vinculaciones ideológicas con los soviéticos. Por ejemplo, en 1948, los comunistas no ganaron la elecciones, gracias al apoyo en dólares que hizo que la democracia cristiana ganara esas elecciones; en Francia, había comunistas en el gobierno y en los demás países, poco más o menos. Esto hubiera hecho estallar la guerra en toda Europa, con lo que los países quedaban en un compás de espera.

Nos encontramos en el año 1947 y fue ese año cuando se divisó el primer ovni. En un principio, los militares no pensaron en él como en una nave de otro mundo, sino como una hipotética arma secreta soviética, con lo que se invalidó la tesis de muchos autores que pretendían asegurar que las fuerzas aéreas no le dan ninguna importancia a los platillos volantes. Y es que las fuerzas armadas no tenían más remedio que darle importancia, pues pensaban que podía estar en peligro la supervivencia de los Estados Unidos como nación.

Con el paso de los años, la situación mundial fue empeorando. Los medios de ataque de las dos superpotencias eran cada vez más mortíferos, pero la guerra fría se cambió, a la muerte de Stalin, por el término conocido como coexistencia pacífica. Aunque los ovnis siempre han sido discutidos y descubiertos por las fuerzas aéreas, tanto norteamericanas como soviéticas, como naves espaciales de otros mundos, es lógico también que el ejercito quiera desviar la atención del público sobre estos temas y esto se debe a dos razones primordiales:

1. Podría dar lugar a un gran pánico en la gente, puesto que no hay que olvidar que, el 1938, una emisión de Orson Wells realizada sobre la obra "La guerra de los mundos" provocó crisis generalizadas de histeria colectiva ¿Qué ocurriría entonces si las fuerzas armadas dijeran ahora que se ven impotentes ante los habitantes de otros mundos que nos visitan de vez en cuando? Posiblemente, el pánico sería mucho mayor.

2. Pero no es la única razón por la que los militares niegan el fenómeno, ya que para ellos está bien claro. Lo niegan por una razón muy sencilla y más importante que la anterior y es que al público no le causan ningún disgusto negándolo. Y porque, en caso de afirmación general, no se sabe cual sería la reacción de otros gobiernos, pues es lógico pensar que en este mundo dividido en dos bloques antagónicos y diferenciados sobre la forma de entender la convivencia de la sociedad, haría que, si los soviéticos anunciaran públicamente que tenían pruebas del fenómeno, inmediatamente se pondrían en juego los resortes de la guerra psicológica, dándole el sentido de que los soviéticos estaban locos o viceversa. Y al hacerlo público, se limitarían las acciones de intercepción de posibles capturas de estos aparatos. Y lo que sería más grave es que, puesto que hay sociedades de investigación de ovnis, que mantienen camuflados a los agentes enemigos, en caso de una aceptación gubernamental de la existencia de los ovnis, estas sociedades se verían revestidas de un enorme poder político, que les daría, en muchos casos, el mando virtual de la nación.

Es por estas razones por las que el fenómeno ovni es desprestigiado en su conjunto. Las fuerzas armadas norteamericanas han llevado a cabo varios proyectos distintos seguidos para intentar buscar explicaciones que den resultados sin comprometerse. En ese inexplicable proyecto se analizan multitud de casos y no se da respuesta a ninguno, ya que, como he señalado, tienen muchos peligros de aceptación en las fuerzas aéreas y los servicios de inteligencia.

Todos los países han movilizado una censura para que el tema no sea dado a conocer a escala mundial, puesto que pruebas existen en todos los gobiernos del mundo.

Pero volviendo al tema de las fuerzas aéreas norteamericanas, el 30 de diciembre de 1947 se creo el proyecto SING para el estudio de las pruebas y así dar una explicación razonable. Este proyecto, así como los posteriores, ha sido analizado por muchos autores, con una visión muy acertada de la realidad de su contenido. La única misión de estos proyectos era desprestigiar el tema y hay que admitir que lo lograron en términos generales. En el proyecto citado se creó una subsección para el estudio de la desaparición de aparatos en el Triángulo de las Bermudas que recibió el nombre de Twinkle y arrojó el mismo saldo de ineficacia que el anterior.

Como las cosas no estaban claras, las fuerzas aéreas volvieron a crear el proyecto Grudge a primeros del año 1949 que duró hasta el 27 de diciembre de ese año. Sirvió para realizar la tesis del proyecto anterior.

Posteriormente, apareció el proyecto Libro Azul, cuyo jefe era el oficial Ruppelt. Este proyecto daba muchos casos por resueltos y dejaba dudas en muy pocos, pero el estudio que hacía era muy superficial. En el año 1966 las fuerzas aéreas encargaron otro proyecto a la Universidad de Colorado, encargándose del mismo un científico llamado Condon.

La Comisión de encuestas de la ATIC, que es el servicio de información y tecnología de las fuerzas aéreas, con sede en la base de Wright Patterson en Daiton (Ohio) recibió el encargo de hacer el mencionado proyecto SING en el mes de diciembre de 1947, por el secretario de Estado norteamericano James Forrestal. En julio de 1948 llegaron a la conclusión de que eran naves espaciales extraterrestres. Estas declaraciones del proyecto llevaron su curso hasta los altos mandos del ejército que lo desautorizaron. Este proyecto se cerró con los nuevos avistamientos sobre centros importantes de las bases militares secretas.

A comienzos del año 1949 se creó el proyecto Grudge que terminó a finales de ese año, con la conclusión de que no existían los ovnis. Daba como pruebas que un 77 por ciento de los casos tenían una explicación lógica y que el 23 por ciento restante era otra cosas, pero no especificaban más. Tres días después de esta declaración oficial de las fuerzas aéreas, circuló extraoficialmente un memorándum secreto de las mismas. El alto mando dice, hablando de posibles civilizaciones extraterrestres, lo siguiente: "Esta civilización podrá, sin duda, observar que en la Tierra poseemos estos adelantos y hemos realizado profundos progresos en el campo de los cohetes. Si tenemos en cuenta la historia pasada de la Humanidad es comprensible su alarma y ahora más que en ninguna otra época debemos estar preparados para su vuelta cualquier día".

Después de pasado un cierto tiempo, las fuerzas aéreas abrieron un nuevo proyecto público, que intentaba, como los demás, desprestigiar el tema. Se conocía con el nombre de Blue Book (Libro Azul) y a su frente estaba el capitán E. Ruppelt.

En una información que publicaron las fuerzas aéreas en el otoño de 1952, proveniente del servicio de información naval de la fuerza aérea, daban cuenta de avistamientos de objetos desconocidos bajo control inteligente, señalando así mismo que no estaban bajo control soviético.

El 7 de octubre de 19966, las fuerzas aéreas contrataron al doctor Condon de la Universidad de colorado para que hiciese un estudio sobre el tema. Este proyecto fue muy comentado por sus fallos y por las filtraciones que había en la Prensa. Posteriormente, corrió el rumor entre las revistas especializadas de la existencia de otros proyectos: uno que llevaría el nombre de Vieja Luna Nueva y otro, más tarde, llamado Papel Azul. Como veremos más adelante esto carece de fundamento.

Todos estos proyectos, conocidos de una manera u otra por la Prensa, han sido como la punta de un iceberg, en el que la gran masa queda escondida. En realidad, los norteamericanos han dispuesto de varios métodos de estudio mucho más eficaces en principio. Al acabar la II Guerra Mundial y observarse las grandes oleadas de ovnis, se encargaron estudios mucho más serios a los organismos con mayor poder que las fuerzas aéreas. Esto no es un desprestigio para las fuerzas aéreas, sino que señala la limitación de esas fuerzas en el campo de estos objetos. Recién creado el grupo 5412, en la década de los 50, el general Eisenhower encargó un estudio a todos los servicios de información de que disponía el gobierno norteamericano. Este grupo que, más tarde, sería el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) es el organismo de mayor poder dentro de la inteligencia norteamericana, cuya dependencia es exclusiva del presidente de los Estados Unidos.

Este grupo es el que cuenta con el apoyo de las fuerzas aéreas, pero también de los demás miembros del ejército, los altos estados mayores, la CIA y todo el engranaje de la Seguridad norteamericana. Dos meses después de creado ese proyecto secreto y analizado todo lo obtenido hasta la fecha, se llegó a la siguiente conclusión: "El fenómeno ovni es real. Todos los datos de que disponen nuestros servicios de información tienen una seguridad del cien por cien de los casos observados por el público en general. Nuestros servicios sólo han podido sacar un dos por ciento de realidad y de ese pequeño porcentaje destaca lo siguiente: Son aparatos de mayor técnica que la conocida en la Tierra; presentan movimientos para los que no disponen de los conocimientos necesarios nuestros físicos actuales; se ha observado que no tienen intenciones hostiles hacia nosotros; por los medios de información de que disponemos hemos comprobado que los servicios de información soviéticos andan a la captura de ovnis; a través de nuestro poder de defensa hemos logrado deducir que, sin ningún error, se trata de naves extraterrestres, por lo que recomendamos a todas las fuerzas armadas que intercepten a un aparato, pues consideramos primordial conocer el tipo de maquinaria que emplean, así como todas sus armas tácticas, por dos razones principales: el desarrollo que supondría para nuestro país y evitar que nuestros enemigos obtengan la información que nosotros deseamos". Seguían en ese informe una serie de detalles técnicos, así como órdenes que nosotros no podíamos apreciar en el curso.

Proyectos soviéticos más conocidos

D

estaca el que se hizo público el 11 de noviembre de 1967, en el que los soviéticos anunciaron la creación de una comisión para estudiar todo lo referente a los ovnis, al mando del general Stolyerov, que contaría además con la presencia y la ayuda de más

de dieciocho científicos rusos de gran prestigio y el apoyo de la fuerza aérea, con una red de doscientos centros observadores. Su finalidad era redactar un libro con los resultados obtenidos.

También hay que destacar de cara al mundo clandestino de la información, el proyecto Zakharov que tomó este nombre por ser Matvei Zakharov el ministro de defensa soviético quién ordenó el estudio. Tenía como fin informar a todos los políticos rusos y a los diplomáticos de ese país de la estupidez accidental de los capitalistas sobre el tema de los ovnis. El informe contenía más de mil páginas y era obligatorio su estudio en las academias del aire y muy recomendable para los pilotos de la Aeroflot, las líneas aéreas soviéticas, pues se consideraba una falta grave el no leerlo. Demostraba en un millar de casos que había falsedades o explicaciones técnicas de razonable estudio. El asunto de la explotación que hacían las editoriales del tema fue criticado, en varios artículos, en Estrella Roja, órgano del ejército.

El partido comunista soviético también hizo un informe, en la década de los 60, para todos los militantes y para miembros de otros partidos comunistas amigos. Hizo gran hincapié sobre el tema y de todas las características que hacen de los platillos volantes un gran negocio, tanto para las editoriales como para las revistas especializadas.

Sin embargo, el que puede ser considerado como un gran proyecto por su veracidad y por la técnica de su trabajo fue el que se realizó a principios de los años 50 y que, popularmente, aunque a niveles restringidos, fue conocido como el informe Serov, por el general jefe de la KGB. Este proyecto tuvo dos fuentes de información: los datos facilitados por los servicios de información interior, en colaboración con las fuerzas armadas, los miles de interrogatorios y la investigación de los lugares y de los aterrizajes. Y también el servicio de espionaje exterior que analizaba todas las investigaciones que efectuaban los demás países. Se consiguió conocer las conclusiones de este proyecto por la deserción de un coronel de la KGB que se marchó a Occidente en 1958. "El asunto ovni es real, no es una invención; nuestros servicios de información consideran que son naves de origen extraterrestre". Luego venían una serie de consideraciones y recomendaciones de actuación entre las que figura la captura de uno de esos aparatos.

Uno de los miembros de la comisión de estudio de la KGB, cuyos resultados fueron reservados sólo a los miembros del comité central y a los generales de las fuerzas armadas, fue D. Dunaev. Hoy en día este hombre es miembro del Buró político del comité central del partido comunista de la Unión Soviética y primer secretario del comité central del partido comunista de Kazajstan; gracias a la información obtenida, pasó a desempeñar esos altos cargos. El tema de defensa con el que enfrentan las fuerzas aéreas por el asunto de los ovnis no reviste ningún problema, al ser la Unión Soviética un país donde la censura de Prensa se extiende totalmente a cuanto se refiere a los ovnis. Se pretenden dos cosas: desprestigiar al mundo occidental o al tema mismo de los platillos volantes.

En China y en Italia

E

n china, un programa de investigación popular dirigido por miembros del comité central del partido comunista chino, tuvo la función de investigar el tema de los ovnis. Llegó a conclusiones parecidas a las obtenidas por las dos superpotencias. El comité militar que

se formó para su estudio fue presidido por Ye Tsien Ing, al que, en el año 1978, le fue ofrecida la cartera de Defensa.

Entre la parte no pública de este proyecto, dirigido por el comité central del partido, figuraban intentos de intercepción de ovnis. También, a través de la agencia de Prensa "Nueva China", se negó reiteradamente la existencia de los ovnis.

Paralelamente a los proyectos de las dos superpotencias, la Alianza Atlántica, la NATO, creó una sede para una comisión militar sobre los ovnis, con sede en la central de Bruselas y con un archivo de datos en la base de Thule, en Groenlandia, donde se almacenaban todos los obtenidos sobre los ovnis. Los países miembros de la Alianza enviaron a la comisión militar, para su estudio, varios informes, entre los que destaca uno de las fuerzas aéreas griegas en relación con un suceso ocurrido en el año 1947. Unos extraños objetos que volaban sobre Grecia alarmaron al gobierno, puesto que, en aquellos tiempo, en ese país había una guerra civil que enfrentaba a los comunistas y a los capitalistas, que habían vencido en la II Guerra Mundial. El gobierno griego tuvo serios temores por cuestión de la guerra civil, pero no por pensar que se trataba de una invasión de ovnis. Creyeron que se trataba de proyectiles soviéticos y el alto mando del ejército griego dio cuenta del hecho a los Estados Unidos, concretamente al departamento de Defensa, informándole ampliamente de los misteriosos objetos que no explotaban y que se dedicaban a realizar maniobras inteligentes sobre su espacio aéreo. Poco después, los científicos norteamericanos de los servicios de información confirmaron que se trataba de platillos volantes.

En 1970, en Italia, hubo una oleada de ovnis y el primer ministro italiano, Giulio Andreotti, a preguntas de los periodistas, respondió que iban a enviar todos los datos sobre ovnis a una comisión especial de la NATO.

En el bando opuesto ocurrió un incidente en la sede de las fuerzas del Pacto de Varsovia, en el Ministerio de Defensa soviético: el encargado de las fuerzas aéreas soviéticas, el general Pjort Braiko, fue dimitido de su cargo al frente de la comisión militar encargada del estudio de los ovnis, por una ligerísima indiscreción a la Prensa en el año 1962.

Con todo lo dicho queda claro que, tanto los gobiernos, como las fuerzas armadas de casi todo el mundo, tienen información fidedigna y absoluta sobre el fenómeno ovni. Y todos comparten la idea de que la censura debe ser mantenida.

Intentos de interceptar ovnis

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odas las informaciones confidenciales que se enviaban a los jefes de los estados mayores llevaban consigo el consejo de que había que interceptar algún ovni. En algunos casos, el piloto que estuvo encargado de la intercepción corrió grave peligro de su vida y,

finalmente, no se logró el fin que se intentaba.

Uno de los casos secretos, clasificado con el número diez de los proyectos de la fuerza aérea, ocurrió de la siguiente manera: Una noche en que soplaba un viento muy fuerte, un interceptor F-94 estaba sobrevolando la estación de energía atómica de Hanford, en Washington. La ruta se hallaba a ocho mil metros de altura, cuando el radar de tiro captó un objeto no identificado que se aproximaba a gran velocidad; mientras este objeto brillante, de color rojo, se abalanzaba sobre el reactor, el piloto que llevaba los controles dio un bandazo para evitar la colisión; el disco volador invirtió, con rapidez, su dirección regresando hacia el F-94, pero el piloto creyó que el ovni estaba atacando y se apresuro a disparar. En el último momento, el platillo volante saltó hacia un lado, una y otra vez, y se lanzó contra el reactor. Durante quince minutos, el ovni estuvo jugando con el interceptor, como el gato con el ratón, hasta que se perdió en el cielo.

Otro caso le ocurrió a las fuerzas aéreas holandesas el 26 de enero de 1962, cuando apareció sobre el radar de defensa un objeto volante sobre el Este de Holanda. Cumpliendo órdenes, el piloto dio un aviso al ovni para que bajara a tierra, y, como se puede suponer, no recibió respuesta alguna. Entonces se dispuso a atacar con su aparato, un reactor F-86 Sabre, armado con cuatro cañones de veinte milímetros y un cohete Sidewinden. Se acercó a toda velocidad al objeto volador no identificado, pero antes de que se aproximara lo suficiente para disparar, el ovni se alejó y salió de su campo de acción.

En la Unión soviética, el 5 de marzo de 1968, en la zona de misiles nucleares cercana al lago Baikal, un objeto volador no identificado se dirigía a esa base de cohetes, donde estaban dispuestos para efectuar uno de los lanzamientos. En unos segundos fue dada la alarma a toda la base de defensa y, como consecuencia de ello, oleadas de MIG 23 se abalanzaron con todo tipo de armas hacia la zona ocupada; a su vez los defensores de la zona militar prepararon sus armas. Todos los presentes pudieron ver cómo el aparato descendía lentamente y tenía forma de disco, mientras que, por los bordes, brillaba una serie de luces de colores claros. Los soldados no pudieron decir luego si el platillo volante había ejercido alguna extraña influencia sobre ellos, pero lo cierto es que los reflejos de las luces que rodeaban al ovni les impedían ver ningún detalle. El ovni se acercó al silo más cercano y los grupos de combate se dirigieron a él. De repente, este objeto volador quedó flotando a una altura de unos doscientos metros. Los guardias empezaron a disparar sin importarles que el aparato quedara destruido, siguiendo las órdenes del ministerio soviético de Defensa que eran tajantes: primero, destrucción; después, estudio. Los pilotos que se hallaban en sus reactores MIG se acercaron a la zona y comenzaron a hacer fuego con sus armas contra el ovni, pero éste salió disparado hacia el cielo y se perdió en el espacio en breves momentos. Un par de aparatos MIG le persiguieron sin conseguir detenerlo.

Aunque, aparentemente, todos los casos de intercepción han sido completos fracasos, no todos pueden ser considerados como tales. Por ejemplo, en 1963, en unas maniobras de la armada norteamericana, que se realizaban en el Atlántico sur, un ovni se aproximo al buque central y se detuvo flotando en el aire, a unos seis mil kilómetros y medio por encima de él. El oficial que estaba al mando del barco envió un informe urgente al departamento de la armada mientras ordenaba el ataque. Fue lanzado un proyectil superficie aire que dio en el blanco y el ovni quedó completamente destruido. A continuación, los buzos estuvieron durante varios días intentando encontrar restos, búsqueda que resultó infructuosa.

Sin embargo, no siempre ha sucedido así. Ha habido ocasiones en que los aparatos de las fuerzas aéreas han desaparecido sin dejar rastro y otras en que los platillos volantes han obligado a los pilotos de los reactores a que saltaran en paracaídas. En un caso concreto, los ovnis lograron que un avión se estrellara en una ciudad y provocara numerosas víctimas y daños. Esto puede ser considerado más como una advertencia que como una amenaza, ya que, repetimos, son pacíficos los fines que acercan a los ovnis a la tierra.

Un caso muy famoso fue el que sucedió el 1 de julio de 1954. Un objeto volante desconocido fue seguido en el estado de Nueva York por el radar de la base de la fuerza aérea de Grifiss; se hizo despegar un F-94 Starfire y el piloto subió derecho a su objetivo, guiado por su observador de radar. Cuando el objeto brillante, que tenía forma de huevo, se hizo visible se acercó hacia él. De repente, una oleada de calor llenó la carlinga e hizo que el piloto obligara a saltar el techo de la misma. Vio cómo su copiloto saltaba en paracaídas, mientras que él, atontado como estaba por el calor, hizo lo propio. El aire frío y el tirón del paracaídas le despertaron y entonces vio, horrorizado, cómo el reactor caía en picado hacia el centro de un pueblo, llamado Wallesville, en el estado de Nueva York, atravesando un edificio y estallando en llamas. En su trayectoria vertiginosa la chatarra incendiaria chocó contra un coche y murieron cuatro personas en el accidente: un matrimonio y sus dos hijos. Otros cinco vecinos de ese pueblo resultaron heridos.

Una vez en tierra los dos pilotos fueron llevados a la base de Grifiss y allí les prohibieron las entrevistas. Cuando apareció en los periódicos la información de la caída, las fuerzas aéreas anunciaron que fue debida a un fallo en el motor.

Pensando que eso era lo que había sucedido en realidad, se enfadaron con el comportamiento de la tripulación al saltar en paracaídas, sobre todo los heridos y los familiares de los muertos. Ellos decían que, en ocasiones, otros pilotos habían permanecido en sus aviones averiados para impedir que se estrellasen contra ciudades y que su comportamiento valeroso les había costado la vida. Los habitantes de ese pueblo, ateniéndose a lo que habían leído, pensaban que los pilotos habían abandonado su avión a la ligera, sin preocuparse de las fatales consecuencias que podía tener su actitud.

En los interrogatorios de la comisión técnica, el piloto del F-94 señaló qué, además del calor, había apreciado un efecto que hizo que su mente quedase en blanco; ni siquiera recordaba que hubiese saltado, sino sólo una gran oleada de calor y a su copiloto saltar en paracaídas. Los análisis médicos indicaron que había sido un intenso calor lo que le ocasionó el desmayo y, también, que su sensación de atontamiento provenía, seguramente, de ver cómo el reactor se estrellaba contra Wallesville, pero él no lo creyó, estaba seguro de que había algo más aparte del calor.

Aquellos dos pilotos pasaron luego un auténtico infierno y ambos suplicaron a la fuerza aérea que les permitieran hablar en privado con los familiares de los muertos y de los heridos, para que supiesen lo que había ocurrido realmente; pero fueron literalmente amordazados por la fuerza aérea.

Otro caso similar se produjo en Uruguay. Carlos Alejo Rodríguez, piloto e instructor de paracaidismo manifestó que volaba cerca de la base de Carbelo, cuando un ovni, de unos diez metros de diámetro, se abalanzó sobre él; de pronto, se detuvo y quedó flotando a esa distancia, lo que fue aprovechado por el piloto del reactor para acercarse al ovni. Entonces quedó atontado por una gran oleada de calor y cuando se alejó huyendo del platillo volante la temperatura volvió a ser normal.

En abril de 1952, el secretario norteamericano de marina, mister Kimball, volaba rumbo a Hawai, cuando dos aparatos, en forma de huevo, se dirigieron a su avión, a una velocidad que, según cálculo de los pilotos, sería de 2.500 a 3.000 kilómetros por hora y, posteriormente, desaparecieron. Cuando llegó a su destino, Kimball hizo que radiasen un informe para las fuerzas aéreas, puesto que eran los que llevaban toda la información referente a los ovnis. Los militares contestaron que aquello no era un ovni. Los militares contestaron que aquello no era un ovni, pero Kimball no quedó satisfecho porqué él había visto con sus propios ojos el platillo volante. Trató de recoger informes de varios pilotos de la armada, en los que afirmaban que habían sido testigos de avistamientos de ovnis y otro tanto hizo en otros departamentos de la armada. Tras comprobar todos los documentos de que disponía, se enteró que las fuerzas aéreas habían insistido en quedarse con las copias de esos documentos, sin dejar que la armada hiciera informes preliminares. Lo que Kimball no sabía era que la información sobre ovnis se llevaba al más alto nivel y que pasaba por encima de las divisiones militares de la marina, la fuerza aérea y el ejército de tierra. Este hombre, sin darse por vencido, ordenó a la oficina de investigación naval (ORN) que llevase a cabo una investigación y además contaba con varias fotografías de objetos desconocidos bajo control inteligente. No cabe duda que aquellos informes podían haber malogrado muchos planes que se habían llevado adelante desde las alturas sobre el tema de los ovnis, pero, afortunadamente, antes de que prosperaran los deseos de ese político, el secretario de Marina fue destituido; en las nuevas elecciones ganó otro presidente e impuso sus propios colaboradores.

Otro caso que puso también en peligro la censura fue el que sucedió en Brasil. Una nave de la armada brasileña divisó a un ovni que realizaba muchos tipos de maniobras diferentes. Después de hechas las gestiones pertinentes y entre gran cantidad de pruebas de laboratorio, bajo supervisión del servicio brasileño de información militar, la fotografía fue confirmada como auténtica por el ministro brasileño de marina, almirante Gerson de Macedo Soares, e incluso fue facilitada al público por el presidente brasileño. En este asunto, las grandes potencias dieron versiones distintas: los rusos criticaron extraoficialmente y, en el periódico Estrella roja, afirmaron que los militares brasileños estaban todos corrompidos y que ese hecho mostraba un soborno a ese país por las editoriales norteamericanas, que querían realizar unos proyectos de libros con el apoyo de esos militares. Los Estados Unidos, por boca del teniente coronel L. J. Tacker, dijeron que su armada había determinado que esa fotografía era verdadera, información que fue repetida al Congreso y a la Prensa.

Otro nuevo caso por si los citados anteriormente no fueran concluyentes: Los servicios de información de Argentina, el 24 de mayo de 1962, dieron cuenta oficialmente al gobierno de que un ovni había aterrizado en la Pampa. Esto sucedió, después de centenares de observaciones en varias provincias argentinas, muchas de ellas confirmadas por la policía y las autoridades locales y que fueron verificadas por los servicios militares argentinos de defensa, según se hizo constar en las oportunas notas oficiales. Como decíamos, el ovni aterrizó en la Pampa y, después de ser contemplado por muchas personas, se elevó y se perdió en el cielo. Tras una investigación oficial, las fuerzas armadas argentinas confirmaron que se había comprobado el aterrizaje de un ovni, porque el suelo estaba chamuscado en un círculo de cinco metros y medio. Este informe fue rechazado por las dos superpotencias en términos similares.

La censura en las grandes potencias estaba destinada únicamente a interferir en la voluntad popular, pero para los servicios de información militar hay otro tipo de censura, como es la investigación realizada por otros servicios de información. Un ejemplo lo tenemos en lo ocurrido en 1950. Fue protagonizado por un oficial yugoslavo del OZNA, que estaba al mando del general Alexander Rankovich, director de la oficina de contraespionaje y seguridad de las fuerzas armadas yugoslavas. Ese oficial llevaba abundantes documentos que contenían información sobre los datos que había en poder de los gobiernos comunistas de entonces sobre el tema de los ovnis. Este hombre huyó a la República Federal de Alemania y se puso en contacto con los miembros del servicio británico de inteligencia militar con sede en Berlín. Este hecho provocó una rápida respuesta de la censura, pero a niveles mucho más elevados de los que hablamos anteriormente. Para un servicio de información militar y, en general, para todo tipo de servicios secretos, la manipulación de la población es un objeto sencillo, pero cuando se trata de tomar el pelo a los servicios secretos, que, en definitiva, son profesionales, el caso se presenta mucho más difícil. Como hemos dicho, este miembro del servicio secreto yugoslavo huyó a Occidente con muchos informes de los servicios de información militar soviéticos y de otros países comunistas; entre esos informes figuraban varias declaraciones técnicas, tanto de las fuerzas aéreas soviéticas como de las yugoslavas, así como informes de la República Democrática Alemana y varios dossiers del general Serov, que, en aquella época era director del Komitet Gosudarst Vennoie Bezopast Nostie (Comité de Seguridad del Estado), o sea, la KGB.

Hubo también otro hecho que significó un verdadero trauma en los servicios secretos comunistas. Se produjo en los años 60. Un dirigente medio de los servicios secretos húngaros de la oficina de seguridad y espionaje (AVO), con sede en el número 60 de la calle Andrasyut, de Budapest, que poseía muchos datos de experiencias de interceptación de las fuerzas armadas unificadas del Pacto de Varsovia, huyó también a Occidente.

Otro capítulo relacionado con la censura que ha hecho correr varios ríos de tinta ha sido el correspondiente a los "hombres de negro" que responden a las siglas inglesas MIB (men in black). De esos hombres hablaré más adelante, aunque quiero apuntar ahora que se ha pretendido ver en ellos a un supuesto servicio de inteligencia extraterrestre, cuando, en mi opinión, son tan terrestres como cualquiera de nosotros.

Operación señuelo

E

n vista de que muchos casos de intercepción no dan el resultado apetecido, todos los gobiernos tienen previstos proyectos secretos de capturación de ovnis en una zona determinada. En Canadá, después de que los pilotos de la Real Fuerza Aérea Canadiense

malgastasen tiempo y energía en el intento de derribar ovnis, el ministerio de Defensa estableció un campo de aterrizaje restringido, cerca de la estación experimental de Suffield, en Alberta. Se usaron, con resultado negativo, desde señales reflectoras de radar hasta aparatos altamente sofisticados, por lo que se abandonó el intento. Este proyecto se mantuvo en secreto durante bastantes años y, finalmente, fue revelado por el ministro de Defensa, Paul H. Ellyer. Otro hecho similar sucedió en la zona soviética de pruebas subterráneas de Semipalatinsk, en Siberia, donde se divisaban ovnis siempre que había pruebas subterráneas. En la década de los 60, cuando iban a realizar unas pruebas nucleares prepararon una gran cantidad de proyectiles tierra aire de intercepción aérea contra los posibles platillos volantes. Cuando los ovnis se acercaron a la zona, se activaron las defensas de cohetes y lograron que uno de ellos aterrizara. Más, en ese preciso instante, tuvo lugar la explosión subterránea, hecho que, sin duda, fue provocado por la nave extraterrestre en un intento suicida de escapar.

Más tarde se abandonaron estos métodos en vista de que no se había conseguido ningún éxito. En una ocasión, un excéntrico africano propuso que se celebrasen ferias, que pudieran atraer a los extraterrestres.

Los servicios de información militar

E

a importancia real que tienen los ovnis hizo que las grandes superpotencias crearan organismos supersecretos que tienen como misión recoger la máxima información sobre esas naves, obtenida a través de testigos de avistamientos fotografías o de otros modos.

En la década de los 60 se creó en mi país una subsección del consejo nacional norteamericano, el NSC, al mando de Noel Gayler que, en 1970, sería jefe de la NSA, el servicio secreto más sofisticado de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos. Una de sus misiones es la intercepción de los mensajes cifrados de las potencias enemigas.

Fue encargado de dirigir una sección que tendría dos ramificaciones: una en la DIA, que es la agencia de información para la defensa y otra en la CIA. A su vez, estas dos organizaciones contaban con otras subsecciones que, en el caso de la DIA era la NSA, agencia nacional de seguridad; y la otra contaba con el NRO, que es la oficina nacional de reconocimiento y que es el equipo de contraespionaje norteamericano por satélites; y en el CIC, que es el equipo de contraespionaje de las fuerzas armadas norteamericanas.

Estas son las grandes fuerzas del contraespionaje norteamericano, con sedes en todos los cuarteles y bases de importancia e incluso tienen jerarquías en el FBI, en sus servicios de contraespionaje. Esta sección del CIC contaba, además, con una ramificación en el ATIC, que es el departamento de tecnología de las fuerzas aéreas; en el AFI, que es el servicio de inteligencia de las fuerzas aéreas y en la división de seguridad interior de las funciones federales de investigación norteamericana, el FBI. En cuanto a la otra rama, la CIA contaba con subsecciones en los tres departamentos siguientes: en la división de tecnología y ciencia de la CIA; en el departamento de operaciones interiores (que dicho sea de paso es legal) y que responde a las siglas DOD y en los servicios clandestinos que es la rama más peligrosa de esta organización y que es el anagrama de la investigación de ovnis del consejo nacional norteamericano y son los que realizan mayor número de misiones en el exterior.

Esta organización con todas sus secciones, la de acción interior y exterior, tiene como finalidad principal el recoger toda la información posible sobre los ovnis, en tanto que son objetos voladores no identificados. Los datos obtenidos se envían a tres centrales diferentes : Fort Meade, en Maryland; Fort Holarbird y el archivo central de la CIA. También se manda a los jefes militares norteamericanos y al presidente de los Estados Unidos. En ocasiones, si las informaciones no son muy importantes, se hacen llegar al archivo central de la NATO. Los fuertes citados antes (Fort Meade y Fort Holarbird) corresponden al NSA y al CIC, respectivamente.

Por parte soviética, se creó también a principios de los años 60 una organización central para la investigación de los ovnis que estaba al mando de Gregori Romanov, actualmente miembro del Buró político del comité Central del Partido comunista de la Unión Soviética. Cuenta con cuatro secciones importantes: el GRU (Glavannoie Razviediva Telnoie Upravlenie), servicio secreto de información del ejército rojo y que está bajo el mando del general V. A. Jurilov. Este organismo de encarga de centralizar todas las informaciones provenientes de las fuerzas armadas soviéticas de tierra, mar y aire y de coordinar las actividades del departamento de tecnología espacial, a cuyo mando está el general T. Timofeev. Este departamento, con 150 estaciones, se encarga de los radares de defensa electrónicos soviéticos y del Pacto de Varsovia, de los servicios de espionaje por satélites y de los sistemas de detección de ovnis en el espacio; es una fuerza similar a la NRO norteamericana.

Otra sección importante en el organigrama de Grigori Romanov es el servicio exterior de información de la KGB que está bajo el mando del general Pavel y se dedica a recoger las informaciones que, sobre el tema, se publican en el exterior y a la seguridad interior soviética.

Un cuarto departamento de esta organización es el denominado "Spetboinsa" a cuyo mando está Daniel Luntz. Este es el sistema psiquiátrico y de detección de disidentes, pues no es un secreto para nadie que, todo el que no está de acuerdo con la política soviética, es un demente y, por tanto, tiene que estar recluido en un centro psiquiátrico y debe ser internado en cualquiera de los 350 centros de ese tipo que existen en todo el territorio. Se encarga también de que corran el mismo fin los que afirman haber visto ovnis y no han aceptado las "explicaciones" de las fuerzas soviéticas.

En China es muy difícil precisar cuál es el servicio responsable de estos asuntos, pero si se puede señalar que, en 1967, el jefe del servicio era Ye Tsien Ing, encargado por el comité central del partido comunista chino de investigar el fenómeno ovni. Actualmente, este hombre, responsable del tema, es ministro de Defensa.

En cuanto a los demás países, la información sobre ovnis recae, más o menos, sobre las personas que están al mando de los servicios secretos. En esos servicios secretos, en general, hay dos corrientes con respecto al tema de los ovnis: una muy estricta que desea averiguar todos los datos posibles sobre esas naves espaciales, que, en principio, no ofrecen peligro para la seguridad de los países y la segunda corriente es la de los servicios secretos militares que se plantean el tema como relativo a una situación de guerra secreta. Los miembros de otros estados pueden aprovechar la segunda vertiente que ofrece el fenómeno de los ovnis y en ella entra la provocación para debilitar al enemigo y sabotearlo. En los Estados Unidos hay un comité conjunto de la CIA - DIA en el campo exterior y la intoxicación y el CIC en el interior. Al mando de esta organización está el teniente general Graham muy conocido en todo el mundo. Se dedica a estos fines en la Unión Soviética una subcomisión del comité para la seguridad del Estado, la KGB, que tiene una sección de operaciones especiales para ciertos casos. Su jefe es el general Ivan Kachkov. Como hemos visto, los servicios secretos prefieren la eficacia antes que perderse en considerar teorías sobre la realidad o no de los ovnis.

La censura

S

e ha especulado bastante y muchos autores continúan preguntándose por qué los gobiernos en general y las fuerzas armadas en particular niegan sistemáticamente el fenómeno. Esto se ha achacado al pánico que produciría el declarar públicamente que hay

otra civilización, cuyos habitantes nos visitan de vez en cuando.

Como ejemplo típico que resume la actuación de todas las fuerzas armadas del mundo cabe lo que han dicho, sistemáticamente, las fuerzas aéreas norteamericanas. Destacan los siguientes cinco puntos:

1. No se ha omitido ninguna información
2. Las fuerzas armadas nunca han ridiculizado a los testigos

3. No hay ninguna prueba de que los ovnis procedan de otros mundos y, ni siquiera, de que existan. 4. No hay fotografías o informes de radar que no hayan sido explicados. 5. Jamás ha habido una situación declarada altamente secreta, en la que se llegara a la conclusión de que los ovnis eran astronaves alienígenas. Este tipo de declaración es tan típica, como falsos los cinco puntos que contiene.

De vez en cuando, algunas fuerzas aéreas se pronuncian en otro sentido. Es ese caso se encuentran las fuerzas armadas brasileñas o argentinas y, muy recientemente, las españolas, por boca de militares de alta graduación.

El primer motivo de que exista la censura, cimentado en el pánico que produciría el conocer que hay ovnis, se cae por su propio peso, pues, hoy en día, la población sabe que el mundo quedaría destruido si se desencadenase una guerra nuclear y no por eso se producen escenas de histeria colectiva. Es sabido que las fuerzas armadas soviéticas y las norteamericanas están en posesión del arsenal suficiente para destruir el mundo completamente 250 veces y la guerra es posible que se inicie en cualquier momento. Y la gente, a pesar de tener noticia del oscuro porvenir que se puede presentar con una guerra nuclear generalizada, ha aprendido a seguir viviendo sin ningún tipo de temor.

Por otra parte, dados los complejos y sofisticados aparatos de defensa, tanto electrónicos como radares y los potentísimos medios de interceptar con que se cuenta hoy en día, hacen muy difícil la equivocación de los operadores del radar de confundir un ovni con un proyectil nuclear. Esto que, en el pasado, dio origen a más de una alerta aérea y a ser posible causa de una guerra nuclear, actualmente son muy remotas las posibilidades de que esto ocurra, ay que los operadores de los radares de las fuerzas armadas que se encuentran en sitios claves, reciben un curso de detección de ovnis por radar, en la misma academia que nosotros, es decir en Fort Monmounth y también se les facilitan las principales características técnicas generales. Hay que tener en cuenta que los errores de apreciación son difíciles si añadimos que se cuentan con sistemas de detección orbitales que se pueden utilizar en las órbitas de la Luna, Marte e incluso en otras órbitas más alejadas de la Tierra.

En la década de los 70 aumentaron mucho más los ovnis que surcaron los cielos. Los platillos volantes están ya controlados antes de entrar en nuestra atmósfera y la prueba de que no estamos tan indefensos la tenemos en que han sido destruidos o averiados algunos ovnis. Insistiendo en el tema del pánico, los sistemas de propaganda tienen hoy tanta fuerza y son tan eficaces que con un mes de publicidad continuada sobre el tema desaparecería hasta el más mínimo temor. Hay que afirmar que el problema más que de pánico mundial sería de conformidad mundial, por lo que se refiere al acuerdo entre los Estados para que continúe existiendo la censura. Como dice James Forrestal, refiriéndose a los Estados Unidos, no tienen amigos, sino sólo intereses. Y esa definición sería aplicable a otros muchos Estados.

Hoy en día es un secreto a voces que los ovnis existen, pero tampoco es cierto que gran parte de la humanidad no se pronuncia sobre el tema, precisamente porque los militares no dicen nada al respecto. Entonces, tenemos dos intereses contradictorios: Para que haya un reconocimiento, tiene que ser mundial, pero para que un gobierno quiera reconocer la verdad del fenómeno ovni, tiene que contar con el apoyo de sus fuerzas armadas que no quieren ni oír hablar del tema en ese sentido.

Para lograr una coordinación entre varios países sería necesario que acabasen las hostilidades que enfrentan actualmente a buena parte del mundo y entonces el asunto de los ovnis perdería interés. En la parte militar, la censura ha estado muy bien montada, como se vio con los cuatro proyectos de los Estados Unidos: el proyecto Magnet fue creado por la armada norteamericana para investigar los sucesos acaecidos en el Triángulo de la Bermudas y no le dieron explicación, lo mismo que el proyecto Zakarov, en la Unión soviética, que ha servido para aumentar el desconcierto entre la gente sobre el tema y para facilitar la tarea de la censura. Pero ha habido sucesos que hicieron que la censura pasase por momentos de gran peligro, como, por ejemplo, el proyecto del secretario de Estado, mister Kimball, para la armada norteamericana, que pidió al contraalmirante Calvin Buster, jefe de la oficina de investigación naval (ONR) un informe sobre los ovnis, ya que Kimball aseguró haber visto un platillo volante en uno de sus viajes. El informe de la armada demostraba con toda clase de datos que había objetos manejados bajo control inteligente. Ni que decir tiene que, en ese momento, el servicio especial norteamericano de información sobre ovnis entró en acción y lograron convencer a este hombre para que retirase el proyecto.

Otro de los asuntos que atemorizó a la censura fue el estudio del general ruso Stolyerov, pues se pensó, en un principio, que estaba destinado a demostrar la existencia de los ovnis.

Por otra parte, el capitán Rutpelt, director del proyecto Libro Azul, declaraba que los ovnis eran reales. Inmediatamente los servicios de información corrigieron esta tajante afirmación. No se sabe por qué medios, pero el caso es que este militar abandonó el ejército y estuvo trabajando en la industria privada, a la vez que escribía un libro sobre los ovnis. De repente, cambió de actitud y añadió tres capítulos que desprestigian por completo el asunto de los platillos volantes. Se sugirió entonces que este cambio de actitud se había debido a que la Empresa en la que trabajaba el ex militar tenía suscritos importantes contratos con las fuerzas aéreas norteamericanas. Esto que, en un principio, parece una razón de peso, no lo es tanto si se piensa que el ex militar no tendría problemas económicos, cuando estaba planeando la publicación de un libro, cuya venta era segura. Los servicios secretos de información militar se las arreglaron para que este hombre renunciara a su idea y, al cabo de cierto tiempo, murió.