¿Por qué aúllan los perros?
Aunque los perros ladran más que los lobos, aúllan menos. La razón de que sea más raro que el perro aúlle, radica en la diferencia entre la vida social del perro doméstico y la del lobo salvaje. La función del aullido es sincronizar y reunir a la manada para la acción. Los lobos aúllan más a última hora de la tarde antes de la partida de un grupo de caza y a primeras horas de la mañana antes de salir otra vez. Los perros domésticos, con la comida servida por sus amos, llevan una vida de perpetuos cachorros, y la necesidad de «reforzar la cohesión de la manada» (dar aullidos es su función oficial) ya no constituye una de sus prioridades. El esparcimiento de la manada que provocan los aullidos, no suele darse entre ellos. La única vez que algo parecido se presenta en la rutina diaria del perro doméstico es cuando un animal es separado a la fuerza de su lugar propio. En ese caso puede llevar a cabo el «aullido de soledad», que tiene idéntica función que el aullido del grupo. Ambos dicen: «Yo (nosotros) estoy (estamos) aquí… ¿Dónde estás tú? Ven a reunirte conmigo (con nosotros)». En estado salvaje, el efecto de este aullar es atraer a los otros miembros de la manada como un imán, e inducirles a unirse a la «canción de la tribu». Los humanos que no responden al perro que aúlla, «al no unírsele», están faltando a sus deberes caninos.
Algunos perros macho que nunca aúllan en circunstancias normales, se sabe que lo hacen en tonos prolongados y melancólicos que rompen el corazón cuando se ven apartados con firmeza de una atractiva hembra en celo. Esto no significa que aullar sea una señal sexual, se trata meramente de otro contexto social en el que el mensaje básico es «únete a mí».
Este mensaje del aullido es tan poderoso que los trabajadores de campo han podido capturar lobeznos empleando aullidos falsos. Instalarse en un árbol e imitar el aullido de los lobos adultos es a veces suficiente para conseguir que los lobitos se presenten tambaleantes para unirse a los que aúllan. Los lobos viejos, no obstante, no pueden ser engañados por esta estrategia, lo cual revela un importante elemento extra en el mensaje de la llamada. Cuando maduran, cada lobo llega a distinguir la identidad individual del aullador. Los trabajadores de campo pueden identificar de esta manera a los diversos miembros de la manada que están estudiando. Existen leves variaciones en la secuencia del sonsonete del aullido, que se convierte en la firma de una tonada personal. Por lo tanto, en este caso el comunicado es: «Soy yo, ven a unirte conmigo». El mensaje pleno puede incluso proporcionar más detalles. Algunos expertos en lobos creen que cada aullido transmite asimismo información acerca del humor exacto de los aullantes, cuando echan hacia atrás sus cabezas y expresan sus melancólicas voces. Y, dado que el aullido es más común en las fronteras del territorio de la manada, parece existir aquí, además, un elemento de exhibición territorial, haciendo saber a los otros grupos que se halla ocupada una zona en particular y que alberga a una banda organizada.
Resulta significativo que los lobos solitarios, los que se han alejado de la manada, no se unen a los aullidos del grupo desde sus distantes posiciones. Ni tampoco tratan de unirse de nuevo a su manada original. Pero aúllan por sí mismos de vez en cuando, en los casos en que el resto de la manada está silencioso. Si les responden otros lobos alejados, esto les hace unirse y comenzar una nueva manada en algún otro territorio desocupado.
Volviendo al perro doméstico, queda claro por qué son menos propensos a aullar que sus primos salvajes. No producen actividades sociales. Si los perros domésticos se concentran en grupos grandes que tengan el parecido de la organización de la manada, la costumbre de aullar podría presentarse de nuevo, como ocurre en algunas jaurías profesionales. Asimismo, si los perros se guardan solos, o se mantienen alejados de las perras en celo, o si se abandonan y se convierten en perros callejeros también pueden aullar. Pero el perro doméstico adulto que vive en el calor de una amante familia humana, simplemente, no se siente impulsado a producir el más obsesionante de los gritos caninos. Existe una divertida excepción a esta última afirmación y se refiere a las familias musicales. En los tiempos anteriores a la televisión, cuando las familias se permitían pasar la velada cantando, ciertos perros domésticos interpretaban mal las señales y daban por supuesto que sus amos trataban de «unir a la manada para un esfuerzo concertado». Entusiasmados, responden a la llamada de la caza echando hacia atrás las cabezas y aullando junto con el resto de su manada de adopción, aunque pueden sentirse frustrados por las reacciones negativas que, en general, esto produce.