INFORME DE PROGRESOS 9
1 de abril. Todo el mundo en la panaderia ha venido hoy a verme cuando he comenzado mi nuevo trabajo en la amasadora mecánica. Ha ocurrido asi. Oliver que trabajaba en la amasadora se fue ayer. Yo tenía la costumbre de ayudarle trayendole los sacos de harina para echarlos en la amasadora. Sin embargo no creia que supiera hacerla funcionar. Es muy dificil y Oliver fue a la escuela de panaderos durante un año antes de poder aprender a ser ayudante de panadero.
Pero Joe Carp es mi amigo y dijo Charlie porque no tomas el lugar de Oliver. Todo el mundo se aprosi… aproximó y se echaron a reir y Frank Reilly dijo si Charlie tu estas aqui desde hace mucho tienpo… tiempo. Adelante. Gimpy no esta aqui y no sabrá que lo has intentado. Yo no estaba muy tranquilo porque Gimpy es el jefe panadero y me ha dicho que no me acerque nunca a la amasadora porque puede ocurrir un accidente. Todo el mundo dijo adelante salvo Fannie Birden que dijo deteneos por que no dejas a ese pobre chico tranquilo.
Frank Reilly dijo cállate ya Fanny es el primero de abril (1) y si Charlie hace funcionar la amasadora la arreglará tan bien que tendremos todo un dia de fiesta. Yo dije que no podia arreglar la maquina pero que podia hacerla funcionar porque siempre me habia fijado en como lo hacia Oliver desde que habia vuelto.
Puse en marcha la amasadora mecánica y todo el mundo se sorprendio especialmente Frank Reilly. Fanny Birden estaba muy es… excitada porque decia que Oliver habia necesitado dos años para aprender a amasar bien la pasta y habia ido a la escuela de panaderos. Bernie Bate que ayuda en la maquina dijo que yo lo hacia mas aprisa que Oliver y mejor. Nadie se rio. Cuando volvio Gimpy y Fanny se lo conto, se enfado conmigo por haber trabajado en la amasadora.
Pero ella le dijo mire y vea como hace el trabajo. Los otros querian gastarle una broma por el primero de abril y es el quien los ha ridiculizado. Gimpy miro y yo sabia que estaba enojado conmigo porque le gusta que la gente haga solamente lo que el les ha mandado como el profesor Nemur. Pero vio como hacia funcionar la amasadora y se rasco la cabeza y dijo lo veo pero no acabo de creerlo. Después llamo al señor Donner y me dijo que volviera a poner en marcha la amasadora para que lo viera el señor Donner.
Yo no estaba seguro de si se iba a enfadar y encima me iria a gritar de modo que despues de terminar le dije si podia volver a mi trabajo. Tenía que barrer el almacen y detras del mostrador. El señor Donner me miró de una forma rara durante un buen rato. Despues dijo esto es una broma de primero de abril que me estais gastando todos vosotros. Me habeis engañado.
Gimpy dijo yo tambien he pensado que era una trampa. Dio una vuelta a la maquina inspeccionándola y dijo al señor Donner yo tampoco lo comprendo pero Charlie sabe hacerla funcionar y debo reconocer que trabaja mejor que Oliver.
Todo el mundo se habia apretado alrededor de nosotros y discutia y me asuste porque todos me miraban de un modo raro y estaban excitados. Frank dijo ya os dije que pasaba algo raro con Charlie esos últimos tiempos. Y Joe Carp dijo sí entiendo lo que quieres decir. El señor Donner envió a todo el mundo a su trabajo y me llevó consigo al almacen.
Dijo Charlie no se como te lo has hecho pero me atreveria a decir que por fin has aprendido algo. Te pido que prestes mucha atencion y lo hagas todo lo mejor que puedas. Tienes un nuevo empleo y un aumento de 5 dolares.
Yo dije no quiero otro empleo porque me gusta limpiar y barrer y hacer los recados y hacer todas esas cositas por mis amigos pero el señor Donner dijo no te preocupes de tus amigos te necesito para hacer este trabajo. Creo que a cualquiera le va bien un ascenso.
Le dije que que queria decir ascenso. Se rascó la cabeza y me miró por encima de sus gafas. No te preocupes por eso Charlie. A partir de ahora trabajaras en la amasadora. Eso es un ascenso.
Asi que ahora en lugar de ir a llevar paquetes y limpiar los lavabos y ocuparme de las basuras soy el nuevo amasador. Eso es un ascenso. Mañana se lo diré a miss Kinnian. Creo que ella estará contenta pero no se porqué Frank y Joe estan enfadados conmigo. Se lo pregunté a Fanny y ella me dijo no te preocupes por esos idiotas. Hoy es el primero de abril y su broma les ha quemado las narices y son ellos quienes han quedado como tontos y no tu.
Le pregunté a Joe que broma les habia quemado las narices y me dijo que me comprara un lago y me ahogara en el. Supongo que estan enfadados conmigo porque he hecho funcionar la amasadora y asi no han tenido el dia de fiesta como creian. Eso tal vez signifique que me estoy volviendo listo.
3 de abril. He terminado Robinson Crusoe. Queria saber lo que le ocurrió despues pero miss Kinnian dice que todo termina con el libro. Porqué.
4 de abril. Miss Kinnian dice que aprendo aprisa. Ha leido algunos de mis Informes de Progresos y me ha mirado de una forma extraña. Dice que soy un chico excelente y que voy a demostrarles que valgo mas que ellos. Le he preguntado porqué. Ha dicho que esto no tenía importancia pero que no debia preocuparme cuando descubriera que no todo el mundo ha sido tan gentil conmigo como yo creo. Dice que por cada persona a quien Dios ha dado tan poco como a mi hay montones de gente que tienen un cerebro del que no hacen nunca el menor uso. Yo he dicho todos mis amigos son gente inteligente y buena. Me quieren y nunca han hecho nada que no haya sido amable. En aquel momento a ella se le ha metido algo en un ojo y ha tenido que ir corriendo a los lavabos de señoras.
Mientras la esperaba sentado en la clase me preguntaba como Miss Kinnian podia ser tan gentil como habia sido mi madre. Pienso en mi madre diciendome que tenía que ser un buen chico y ser siempre amable con los demas. Pero ella añadia ve siempre con cuidado ya que algunos no comprenden y pueden creer que buscas crearles problemas.
Esto me hace recordar cuando mami tuvo que irse y me llevaron a casa de la señora Leroy que vivia en la puerta de al lado. Mami iba al hospital. Papi dijo que no estaba enferma ni nada de eso pero que iba al hospital a buscar una hermanita o un hermanito (aun no sé como se hace esto). Les dije quiero un hermanito para jugar con el y no sé porqué me trajeron una hermanita en su lugar pero era bonita como una muñeca. Solo que lloraba siempre.
Nunca le hice daño ni nada.
La metieron en una cuna en su habitacion y una vez oi a papi decir no te preocupes Charlie no le hará daño.
Era como un paquetito rosa todo el y algunas veces no podia dormir de lo mucho que lloraba. Y cuando me dormia ella me despertaba en plena noche. Una vez que ellos estaban en la cocina y yo estaba en la cama se puso a llorar. Me levanté para ir a tomarla en mis brazos y calmarla como hacia mami. Pero mami llegó gritando y me la quitó y me dio una bofetada tan fuerte que cai sobre la cama.
Despues se puso a gritar. No la toques nunca. Le haras daño. Es un bebé. No tienes que tocarla. Yo no lo sabía entonces pero ahora creo que pensaba que iba a hacerle daño al bebe porque yo era demasiado tonto como para saber lo que hacia. Ahora esto me entristece porque yo nunca le hubiera hecho daño a mi hermanita.
Cuando vaya a ver al doctor Strauss debo hablarle de esto.
6 de abril. Hoy, he aprendido, la coma, es, una, coma (,) un punto, con, una cola, miss Kinnian, dijo que es, importante, porque, permite escribir, mejor, y dice que, cualquiera, podria perder, mucho, dinero, si una coma, no está, en su lugar, correcto, yo tengo, algo, de dinero, que he, ahorrado, del salario, que, me paga, la Fundación, pero no, mucho, y no, comprendo, como, una coma, puede, hacermelo, perder.
Pero, dice ella, todo el mundo, utiliza comas, asi que, yo, tambien, las usaré,,,
7 de abril. He utilizado mal la coma. Es puntuación. Como el acento. Mis Kinnian me ha dicho que debo buscar las palabras complicadas en el diccionario para aprender bien su ortografía. Yo he dicho que qué importancia tiene si también pueden leerse. Ella ha dicho esto forma parte de lo que debes aprender, asi que a partir de ahora buscaré todas las palabras cuya ortografía no esté seguro de saber. Lleva mucho tiempo el escribir así pero pienso que cada vez me acordaré más y más.
Es por eso por lo que escribo bien la palabra puntuación. Así está escrita en el diccionario. Miss Kinnian dice que un punto es también una puntuación, y hay un montón de signos más que debo aprender. Le he dicho que creía que había querido decir que todos los puntos debian tener una cola y ser llamados comas. Pero ha dicho no.
Ha dicho; Es preciso, que sepas? mezclarlos! todos:
Me ha? mostrado» como emplearlos! y mezclarlos; aquí, y ahora! Ahora. puedo (mezclar? todo tipo) de signos ¡de puntuación— en mis escritos! Hay montañas» de reglas; que hay que aprender: pero. las meteré en mi cabeza:
Una cosa? que me gusta: Ante todo, Querida Miss Kinnian: (asi es como se empieza; en una carta de negocios (si alguna vez ¡entro, en los negocios) es esto: ella siempre me da; una razón» cuando le pregunto— algo. ¡Es un» genio! Quisiera poder ser— tan listo como ella.
La puntuación, es? divertida!
8 de abril. ¡Qué tonto he sido! Ni siquiera comprendi de qué me estaba hablando ella. Ayer noche leí mi libro de gramática y allí está todo explicado. Entonces vi que era exactamente como miss Kinnian intentaba decírmelo, pero no había comprendido nada. Me levanté a media noche y todo estaba claro en mi mente.
Miss Kinnian dice que la tele, funcionando justo antes de que me duerma y durante la noche, me ha ayudado. Dice que he alcanzado una meseta. Como la cima plana de una colina. Después que he comprendido como funciona la puntuación, he releído todos mis Informes de Progresos desde el principio. ¡Muchacho, cuantas faltas de ortografía y de puntuación! Le he dicho a Miss Kinnian que tengo que tomar esas páginas y corregir todas las faltas, pero ella me ha dicho: «No, Charlie, el profesor Nemur quiere que queden como están. Es por eso por lo que te las devuelve para que las guardes después de haberlas fotocopiado: para que veas tus propios progresos. Avanzas aprisa, Charlie».
10 de abril. Me siento mal. No enfermo como para ir al médico, pero me siento malo por dentro, como si hubiera recibido un golpe y al mismo tiempo sintiera mi corazón apretado por un puño.
No quería hablar de ello pero creo que debo hacerlo porque es importante. Hoy es la primera vez que voluntariamente no he ido al trabajo.
Ayer por la noche Joe Carp y Frank me invitaron a una fiesta. Había un montón de chicas y Gimpy estaba allá y Ernie también. Me acordaba de lo malo que me puse la última vez que bebí demasiado y le dije a Joe que no quería beber nada. Me dio una simple coca cola.
Tenía un gusto raro pero pensé que era porque yo tenía mal sabor de boca.
Nos lo pasamos muy bien durante un tiempo.
—Baila con Ellen —dijo Joe—. Te enseñaré los pasos. —Y le hizo un guiño como si tuviera algo en el ojo.
Ella dijo:
—¿Por qué no lo dejas tranquilo?
Él me palmeó la espalda.
—Charlie Gordon es mi amigo, mi camarada. No es un chico vulgar, ha tenido un ascenso y lo han encargado de la amasadora mecánica. Todo lo que te pido es que bailes con él y lo diviertas. ¿Qué mal hay en ello?
Me empujó hacia ella. Y bailó conmigo. Me caí tres veces, y no podía comprender por qué ya que nadie más bailaba aparte de Ellen y yo. Y cada vez que me caía era porque siempre tropezaba con el pie de alguien.
Todos hacían corro alrededor nuestro y se reían de la forma en que bailábamos. Reían más fuerte cada vez que me caía, y yo me reía también porque la cosa era divertida. Pero la última vez no me reí. Quise levantarme y Joe me hizo caer de nuevo.
Entonces vi la expresión que había en la cara de Joe y aquello me dio una extraña sensación en el estómago.
—Es un patoso —dijo una de las chicas. Todo el mundo reía.
—Oh, tenían razón, Frank —se rió Ellen—, es todo un espectáculo. —Después dijo—: Toma, Charlie, come una fruta. —Me lanzó una manzana pero, cuando la mordí, vi que era artificial.
Entonces Frank se echó a reir y dijo:
—Ya os había dicho que se la comería. ¿Habríais imaginado nunca a alguien tan tonto como para comerse una manzana de cera?
—Nunca me había reído tanto —dijo Joe— desde que lo enviamos a la esquina de la calle a ver si llovía, la noche que lo emborrachamos en el bar de Halloran.
Y me vino una imagen a la mente, al recordar cuando yo era pequeño y los chicos del vecindario me dejaban jugar con ellos al escondite y llegaba mi turno. Después de haber contado y vuelto a contar con los dedos hasta diez, me ponía a buscar a los demás. Y continuaba buscándolos hasta que era de noche y hacía frío y debía volver a casa.
Y nunca los encontraba, y nunca sabía por qué.
Lo que estaba diciendo Frank me lo hizo recordar. Y había pasado lo mismo en el bar de Halloran. Y era lo que estaban haciendo ahora Joe y los demás. Burlarse de mí. Como se habían burlado de mí y me gastaban bromas los chicos que jugaban conmigo al escondite.
La gente de la fiesta no eran más que un racimo de rostros confusos que me miraban tendido en el suelo y se burlaban de mí.
—Miradle. Está rojo como un tomate.
—Enrojece. Mirad, Charlie enrojece.
—Hey, Ellen, ¿qué le has hecho a Charlie? Nunca lo había visto así.
—Muchacho, seguro que Ellen lo ha excitado.
No sabía qué hacer ni hacia donde volverme. Rozándose conmigo, ella me había causado una extraña sensación. Todos reían, y bruscamente tuve la sensación de estar completamente desnudo. Hubiera querido ocultarme para que no me vieran. Me precipité fuera del apartamento. Era un gran edificio con montones de pasillos y no encontraba la escalera. Había olvidado el ascensor. Finalmente encontré la escalera y salí corriendo a la calle. Anduve durante mucho tiempo antes de entrar en mi habitación. Nunca antes había comprendido que a Joe y a Frank y a los otros les gustaba tenerme con ellos simplemente para divertirse a mi costa.
Ahora comprendo lo que quieren decir cuando dicen: «Eres un Charlie Gordon».
Siento vergüenza. Y otra cosa. He soñado con esa chica, Ellen, que bailaba y me rozaba. Cuando me he despertado, las sábanas estaban manchadas y mojadas.
13 de abril. Hoy tampoco he ido a la panaderia. He dicho a la señora Flynn, mi casera, que telefoneara al señor Donner y le dijera que estoy enfermo. La señora Flynn me mira desde hace un tiempo como si tuviera miedo de mí.
Pienso que es una buena cosa el que haya descubierto como todo el mundo se burla de mí. He pensado mucho en ello. Todo se debe a lo tonto que soy y a que ni siquiera sé cuando hago alguna tontería. La gente piensa que es divertido cuando alguien que no es inteligente no puede hacer las cosas como pueden hacerlas ellos.
De todos modos, ahora sé que soy un poco más listo cada día. Conozco la puntuación y también la ortografía. Me gusta buscar las palabras difíciles en el diccionario, y luego las recuerdo. E intento escribir cuidadosamente estos Informes de Progresos, pero es difícil. Ahora leo mucho, y miss Kinnian dice que leo muy aprisa. Y comprendo también muchas de las cosas que leo y se me quedan dentro de la cabeza. Hay veces que puedo cerrar los ojos y pensar en una página, y viene entera, como una imagen.
Pero hay otras cosas que vienen a mi cabeza. A veces cierro los ojos y veo una imagen muy nítida. Como esta mañana, inmediatamente después de despertarme. Estaba echado en la cama, con los ojos abiertos. Era como si un enorme agujero se hubiera abierto en la pared de mi mente y yo pudiera pasar a través de él. Creo que es muy lejos… hace mucho tiempo, cuando comencé a trabajar en la panadería Donner. Veo la calle donde está la panadería. Borrosa primero, luego apareciendo como unas manchas, precisándose, cosas tan reales que parece que se hallen ahora aquí, delante mío, mientras otras siguen borrosas, no estoy seguro…
El viejecillo con un cochecito de niño transformado en carretilla, con un hornillo de carbón de leña y el olor de las castañas asadas y la nieve en el suelo. Un muchacho delgado con enormes ojos y un aire atemorizado en el rostro que mira el letrero del almacén. ¿Qué es lo que hay pintado? Unas letras desordenadas de tal modo que no tienen ningún sentido. Ahora sé que el letrero señala PANADERÍA DONNER, pero mirándolo en mi memoria no puedo leerlo con sus ojos. Ninguno de los carteles tiene sentido. Creo que ese chico de rostro atemorizado soy yo.
Hay brillantes luces de neón. Arboles de navidad y vendedores ambulantes en la acera. Gentes arrebujadas en abrigos con el cuello levantado y bufandas alrededor del cuello. Pero el chico no tiene guantes. Tiene las manos frías y deja en el suelo un gran paquete de sacos de papel marrón. Se detiene para mirar los juguetitos mecánicos a los que da cuerda el vendedor: el oso que hace piruetas, el perro que salta, la foca que hace girar el balón en la punta de su nariz. Y que hacen piruetas y que saltan y que hacen girar su balón. Si tuviera todos esos juguetes sería el chico más feliz del mundo.
Siente deseos de pedirle al vendedor de rostro colorado, de dedos que asoman a través de sus guantes de algodón marrón, que le deje un minuto el oso que hace piruetas, pero no se atreve. Recoge el paquete de sacos de papel y se lo echa a la espalda. Es delgado pero los largos años de trabajo duro lo han hecho fuerte.
—¡Charlie! ¡Charlie!… ¡Cabeza de serrín!
Los chicos giran a su alrededor riendo y empujándole como si fueran perritos intentando morderle los talones. Charlie les sonríe. Querría dejar su paquete y jugar con ellos, pero cuando lo piensa se estremece recordando cómo los mayores le tiran cosas.
Camino a la panadería ve a algunos de los chicos en la puerta de un corredor oscuro.
—¡Hey, mirad, ahí está Charlie!
—¡Hey, Charlie!, ¿qué llevas ahí? ¿Quieres hacer una partida a los dados?
—Vamos, ven, no te haremos daño.
Pero la puerta, el corredor oscuro y las risas tienen algo que le hace estremecerse de nuevo. Intenta saber el porqué pero de lo único que se acuerda es de la suciedad de sus ropas manchadas. Y los gritos de tío Herman cuando ha vuelto a casa todo cubierto de porquerías y cómo se ha precipitado afuera con un martillo en la mano en busca de los chicos que le habían hecho aquello. Charlie retrocede ante los chicos que se ríen en el corredor y deja caer el paquete. Lo recoge y echa a correr todo el resto del camino hasta la panadería.
—¿Por qué has tardado tanto, Charlie? —grita Gimpy desde el fondo del almacén.
Charlie pasa las puertas batientes de la trastienda y deja el paquete en una de las carretillas. Se apoya contra la pared hundiendo sus manos en los bolsillos. Le hubiera gustado tener su peonza.
Se siente feliz en el horno, donde el suelo está blanco de harina, más blanco que las paredes y el techo ennegrecido de hollín. Las gruesas suelas de sus chanclos están encostradas de blanco, y hay blanco en las costuras y en los ojetes de los cordones y en sus uñas y en la piel agrietada de sus manos.
Se siente bien así, acurrucado contra el muro, pegado de tal manera a él que su gorra cae hacia adelante sobre sus ojos. Le gusta el olor de la harina, de la masa húmeda, mezclados con el del pan y los pasteles y los panecillos que se cuecen. El calor del horno lo adormece.
Bienestar… calor… dormir…
De pronto cae, intenta sujetarse y su cabeza golpea contra la pared. Alguien le ha hecho la zancadilla.
Esto es todo lo que puedo recordar. Puedo verlo todo muy claramente, pero no sé por qué ha llegado hasta mí. Es como cuando iba al cine. La primera vez nunca comprendía nada porque todo ocurría demasiado aprisa, pero después de haber visto el film tres o cuatro veces terminaba por comprender lo que se decía. Debo preguntarle al doctor Strauss sobre eso.
14 de abril. El doctor Strauss dice que lo más importante son los recuerdos como el que me vino ayer y el que los escriba. Después, cuando vaya a su oficina, podremos hablar de ellos.
El doctor es psiquiatra y neurólogo. No lo sabía. Pensaba que no era más que un simple médico pero, cuando fui a verle esta mañana, me explicó lo importante que era para mí el aprender a conocerme de modo que comprendiera mis problemas. Le dije que no tenía problemas.
Se rió, después se levantó de su silla y se dirigió a la ventana:
—Cuanto más inteligente te vuelvas, más problemas tendrás, Charlie. Tu crecimiento mental va a superar tu crecimiento emocional. Y creo que, a medida que progreses, descubrirás muchas cosas de las que querrás hablarme. Quiero simplemente que recuerdes que es aquí donde tienes que venir cuando necesites ayuda.
No sé aún lo que significa todo esto, pero me dijo que, aunque no comprenda mis sueños o mis recuerdos, o el porqué acuden a mí, más tarde, en algún determinado momento, todo se pondrá en orden y entonces sabré mucho más sobre mí mismo. Dijo lo importante que es hallar lo que dice la gente en mis recuerdos. Siempre se refieren a mí cuando era niño, y debo recordar lo que ocurrió.
Antes yo no sabía nada de esto. Es como si, al llegar a un cierto grado de inteligencia, vaya a comprender todas las palabras que tengo en la cabeza y lo sepa todo sobre los chicos en el corredor y sobre mi tio Herman y mis padres. Pero lo que él quiere decir es que esto va a apenarme y mi cerebro puede ponerse enfermo.
Por eso ahora debo ir a verle dos días por semana para hablar de lo que me atormente. Simplemente nos sentamos, yo hablo y el doctor Strauss escucha. A esto se le llama terapia, y esto significa hablar de cosas para que después me sienta mejor. Le he dicho que una de las cosas que me atormentan se refiere a las mujeres. Como cuando bailé con aquella chica, Ellen, que me excitó tanto. Hablamos pues de ello, y mientras hablaba sentí una extraña sensación, como un sudor frío, y un zumbido en la cabeza, y creí que iba a vomitar. Quizá porque siempre he pensado que era algo sucio de lo que no se debía hablar. Pero el doctor Strauss dijo que lo que me ocurrió después, en la cama, es algo natural que les ocurre a todos los chicos.
Así pues, aunque me vuelve inteligente y aprenda un montón de cosas nuevas, cree que todavía soy un chiquillo con relación a las mujeres. Es desconcertante, pero voy a dedicarme a descubrirlo todo con respecto a mi vida.
15 de abril. Ahora leo mucho, y casi todo queda en mi cabeza. Además de historia y geografía y aritmética, miss Kinnian dice que debería comenzar a aprender lenguas extranjeras. El profesor Nemur me ha dado otras cintas para que las pase mientras duermo. Aún no sé cómo funcionan la mente consciente e inconsciente, pero el doctor Strauss dice que no me preocupe todavía por ello. Me ha hecho prometer, cuando llegue al nivel de estudios universitarios, dentro de algunas semanas, que no leeré libros de psicología hasta que él me dé permiso. Dice que eso me desorientaría y me haría pensar en función de teorías psicológicas en lugar de seguir mis propias ideas y sentimientos. Pero puedo leer novelas. Esta semana he leído El gran Gatsby, Una tragedia americana, y Mira hacia casa, Angel. Jamás hubiera creído que los hombres y las mujeres actuaran así.
16 de abril. Hoy me siento mucho mejor, pero todavía me irrito ante el pensamiento de que la gente se ha reído siempre de mí y se han burlado de mí. Cuando me haya vuelto tan inteligente como dice el profesor Nemur, con un C. I. que será más del doble del C. I. de 70 que es el mío, quizá entonces la gente me quiera y sean amigos míos.
No sé exactamente lo que es un C. I. El profesor Nemur dice que es algo que mide la inteligencia que tiene uno… algo así como la báscula de una tienda mide cuanto pesa una cosa en kilos. Pero el doctor Strauss tuvo una enorme discusión con él y dijo que un C. I. no pesa en absoluto la inteligencia. Dice que un C. I. indica hasta dónde puede llegar la inteligencia de uno como las cifras de un vaso medidor. Uno tiene que llenar el vaso con algo para poder medirlo.
Cuando interrogué a Burt Seldon, que me hizo pasar mis tests de inteligencia y que trabaja con Algernon, dijo que hay personas que dirían que tanto Nemur como Strauss están equivocados, y que, por lo que ha leído al respecto, el C. I. mide un montón de cosas distintas, incluidas algunas de las cosas que uno ya ha aprendido, y que no es en absoluto una buena medida de la inteligencia.
Así que aún no sé lo que es un C. I., y todo el mundo me da una versión distinta. El mío es ahora de alrededor de 100, y muy pronto va a superar 150, pero aún es necesario que me llenen con algo, como el vaso medidor. No he querido decir nada pero no acabo de ver, si ellos no saben qué es ni dónde está, cómo pueden saber cuánto tiene uno.
El profesor Nemur dice que pasado mañana debo pasar un test de Rorschach. Me pregunto qué será.
17 de abril. Esta noche tuve una pesadilla y esta mañana, al despertarme, usé el método de asociación libre de ideas que me pidió que empleara el doctor Strauss cuando recordara mis sueños. Pienso en mi sueño, y sencillamente dejo que mi mente vague con entera libertad hasta que acuden a mí otros pensamientos. Continúo haciendo esto hasta que tengo la cabeza completamente vacía. El doctor Strauss dice que esto significa que he alcanzado un punto en el que mi subconsciente intenta bloquear mi consciente para impedir que recuerde. Es como un muro entre el presente y el pasado. A veces el muro resiste, y a veces se desmorona y entonces puedo recordar lo que hay tras él.
Como esta mañana.
Había soñado a miss Kinnian leyendo mis Informes de Progresos. En mi sueño, yo me siento para escribir pero no puedo ni escribir ni leer. Lo he olvidado todo. Tengo miedo y le pido a Gimpy en la panadería que escriba por mí. Pero cuando miss Kinnian lee el Informe se enfada y rompe las páginas porque en ellas no hay más que obscenidades.
Cuando vuelvo a casa, el profesor Nemur y el doctor Strauss están esperándome allá y me aplican un correctivo por haber escrito obscenidades en mi Informe de Progresos. Cuando se van, recojo las páginas rasgadas pero se transforman en papel de seda como el de las cartas de San Valentin, lleno de sangre.
Fue un sueño horrible pero apenas me levanté lo escribí por entero y después practiqué la asociación libre de ideas.
Panadería… el pan cociéndose… la tetera… alguien que me da una patada… caigo… sangre por todas partes… escribo… un lápiz grueso y una carta roja de San Valentin… un corazoncito dorado… un medallón… una cadena… todo cubierto de sangre… y él riéndose de mí…
La cadena es la de un medallón… está girando… lanza destellos de sol a mis ojos. Lo contemplo girar… contemplo la cadena… liada y retorcida y girando… y una chica que me mira.
Se llama miss Kinn… quiero decir Harriet.
Harriet… Harriet… Todos estamos enamorados de Harriet.
Y después nada. Todo blanco de nuevo.
Miss Kinnian que lee mis Informes de Progresos por encima de mi hombro.
Y después estamos en la clase de adultos retrasados y ella lee por encima de mi hombro mientras yo escribo mis conpo… composiciones.
La clase se convierte en la escuela primaria número 13, tengo once años y miss Kinnian tiene también once años, pero ella ya no es miss Kinnian. Es una chiquilla con hoyuelos y largos rizos y se llama Harriet. Todos estamos enamorados de Harriet. Y es San Valentín.
Recuerdo…
Recuerdo lo que ocurrió en la escuela primaria número 13 y por qué tuvieron que cambiarme de escuela y enviarme a la escuela primaria número 222. A causa de Harriet.
Veo a Charlie: tiene once años. Lleva un medalloncito dorado que se encontró un día en la calle. El medallón no tiene cadena pero él le ha atado un hilo, y le gusta hacerlo girar para que retuerza el hilo, y contempla cómo gira al desenroscarse mientras le lanza destellos de sol a los ojos.
A veces, cuando los chicos juegan al balón, le dejan estar en medio e intenta coger la pelota antes de que alguno de ellos la atrape. Le gusta estar en el centro —aunque jamás atrape la pelota— y una vez a Hymie Roth se le escapó la pelota y él la cogió, pero los otros no le dejaron lanzarla y tuvo que volver al centro.
Cuando pasa Harriet, los chicos dejan de jugar y la miran. Todos están enamorados de Harriet. Cuando agita la cabeza, sus bucles parecen danzar, y además están sus hoyuelos. Charlie no sabe por qué arman tanto jaleo por una chica y por qué siempre quieren ir a hablar con ella (él prefiere jugar a la pelota, o al fútbol con una lata de conserva, o a cualquier otro juego, antes que hablar con una chica), pero todos los muchachos están enamorados de Harriet, así que él también está enamorado de Harriet.
Y él no lo oculta como los otros chicos, y hace cosas por ella. Anda por encima de los pupitres cuando la maestra no está. Tira los borradores por la ventana, escribe garabatos en la pizarra y en las paredes. Y Harriet lanza grititos y exclama:
—¡Oh, mirad, mirad a Charlie! ¿Oh, no es encantador? ¿Oh, no es divertido? ¡Qué tonto!
Ahora es San Valentín, y los chicos hablan de las hermosas cartas que le van a dar a Harriet, y Charlie dice:
—Yo también le voy a dar a Harriet una hermosa carta de San Valentín.
Todos se revuelcan de risa y Barry dice:
—¿Y de dónde vas a sacar tu carta de San Valentín?
—Encontraré una muy hermosa para ella. Ya lo veréis.
Pero no tiene dinero para comprar una carta de San Valentín, así que decide darle a Harriet su medallón, que tiene forma de corazón como las cartas de San Valentín que ha visto en los escaparates de los almacenes. Aquella noche toma una hoja de papel de seda del cajón de su madre, y necesita mucho tiempo para hacer un bonito paquete y atarlo con una cinta roja. Después, a la mañana siguiente, durante el almuerzo en el colegio, se lo enseña a Hymie Roth y le pide que le escriba algo en el papel.
Y le pide a Hymie que escriba:
«Querida Harriet. Creo que eres la más bonita chica del mundo. Te quiero mucho mucho, y querría que tu fueras mi Valentina. Tu amigo, Charlie Gordon.»
Hymie escribe cuidadosamente en grandes letras de imprenta en el papel, riéndose todo el tiempo, y después le dice a Charlie:
—Bueno, chico, esto va a hacerle saltar los ojos de la cara. Espera a que lo vea.
Charlie está nervioso, pero quiere darle el medallón a Harriet, así que la sigue al salir de la escuela y espera a que haya entrado en su casa. Después se desliza hasta el vestíbulo y deja el paquete pegado a la manija interna de la puerta. Llama dos veces y corre al otro lado de la calle para ocultarse tras un árbol.
Cuando Harriet va a abrir, mira afuera para ver quién ha llamado. Luego ve el paquete. Lo toma y vuelve a entrar. Charlie regresa a su casa y recibe una paliza porque ha cogido el papel de seda y la cinta del cajón de su madre sin pedir permiso. Pero no le importa. Mañana, Harriet llevará el medallón y dirá a todos los chicos que ha sido él quien se lo ha dado. Entonces verán.
A la mañana siguiente corre a la escuela, pero llega demasiado pronto. Harriet aún no ha llegado, y se siente excitado.
Pero cuando Harriet llega ni siquiera lo mira. No lleva el medallón. Y parece enfadada.
Él hace todo tipo de tonterías mientras la señora Janson no vigila: Hace muecas cómicas. Ríe fuerte. Se sube a un banco y agita su trasero. Incluso tira un trozo de tiza a Harold. Pero Harriet no lo mira ni una sola vez. Quizá haya olvidado el medallón. Quizá lo lleve al día siguiente. Pasa cerca de él en el pasillo pero, cuando él se le acerca para preguntarle, se aparta sin decir una palabra.
Abajo, en el patio de la escuela, los dos hermanos mayores de ella lo están esperando.
Gus le empuja:
—Pequeño bastardo, ¿eres tú quien ha escrito todas esas suciedades a mi hermana?
Charlie responde que no ha escrito nada sucio.
—Solo la he felicitado por San Valentín.
Oscar, que formaba parte del equipo de fútbol antes de dejar la escuela secundaria, agarra a Charlie por la camisa haciéndole saltar dos botones.
—No te acerques más a mi hermana pequeña, sucio degenerado. Me pregunto cómo estás aún en esta escuela.
Empuja a Charlie hacia Gus, que lo sujeta por el cuello. A Charlie le entra miedo y empieza a gritar.
Entonces empiezan a pegarle. Oscar le lanza un puñetazo a la cara. Gus lo tira al suelo y le da una patada en las costillas, y después ambos empiezan a patearlo y algunos de los chicos del patio —los amigos de Charlie— llegan gritando y aplaudiendo:
—¡Hey, venid a ver, venid a ver! ¡Le están dando una paliza a Charlie!
Sus ropas están rotas y sangra por la nariz y uno de sus dientes está partido y, después de que Gus y Oscar se han ido, se sienta en el suelo y llora. La sangre tiene gusto amargo. Los demás muchachos ríen y gritan:
—¡Charlie se ha dejado dar una paliza! ¡Charlie se ha dejado dar una paliza!
Y el señor Wagner, uno de los empleados de la escuela, llega y los echa. Conduce a Charlie a los lavabos y le dice que se lave la sangre y la suciedad de sus manos y cara antes de volver a casa…
Creo que era lo suficientemente estúpido como para creer todo lo que me decía la gente. No tenía que haber confiado en Hymie ni en nadie.
No había vuelto a recordar esto hasta hoy, pero todo me vino a la memoria después que pensé en mi sueño. Sin duda todo esto tiene una relación con miss Kinnian leyendo mis Informes de Progresos y lo que siento con respecto a ello. De todos modos, estoy contento de no tener que pedir ya a nadie que escriba por mí. Ahora ya puedo hacerlo por mí mismo.
Pero acabo de darme cuenta de algo: Harriet nunca me devolvió mi medallón.
18 de abril. He descubierto lo que es un test de Rorschach. Es el test con las manchas de tinta. Aquel que pasé antes de la operación. Desde el momento en que vi lo que era tuve miedo. Sabía que Burt iba a pedirme que hallara imágenes en ellas, y sabía que no podría hallarlas. Pensaba: si tan solo hubiera un medio de saber qué tipo de imágenes están escondidas ahí. Quizá ni siquiera hubiera imágenes. Quizá todo no era más que un truco para ver si era lo bastante tonto como para buscar algo que no existía. Tan solo pensar en ello me hacía ponerme irritado.
—Vamos, Charlie —dijo Burt—, tú ya has visto estas cartas, ¿recuerdas?
—Claro que lo recuerdo.
Por la manera como lo dije adivinó que estaba irritado y me miró con sorpresa.
—¿Hay algo que no marcha bien, Charlie?
—No, nada. Esas manchas… me impresionan.
Sonrió agitando la cabeza:
—No hay motivo. Es uno de los tests clásicos de personalidad. Ahora querría que miraras esa carta. ¿Qué es lo que ves en ella? La gente ve todo tipo de cosas en esas manchas de tinta. Dime a qué se parecen para ti… en qué te hacen pensar.
Aquello me sorprendió. Miré la carta, luego lo miré a él. No era aquello lo que me esperaba.
—¿Quiere decir que no hay imágenes escondidas en esas manchas de tinta?
Burt frunció el ceño y se quitó las gafas.
—¿Qué?
—¡Imágenes! ¡Escondidas en las manchas de tinta! La otra vez me dijo que todo el mundo podía verlas, y que quería que yo también las descubriera.
—No, Charlie, yo no pude decirte eso.
—¿Pero qué pasa? —le pregunté gritando. El miedo que les tenía a las manchas de tinta me había hecho encolerizarme contra mí mismo y también contra Burt—. Eso fue lo que me dijo. El que usted sea tan listo como para poder ir al colegio no le da derecho a burlarse de mí. Estoy harto de ver como todo el mundo se burla de mí.
No recuerdo haberme encolerizado nunca tanto. No creo que fuera precisamente contra Burt, pero de pronto exploté. Arrojé las cartas del Rorschach sobre la mesa y salí. El profesor Nemur estaba en el pasillo y cuando me vio pasar corriendo muy cerca de él sin siquiera saludarlo comprendió que algo no iba bien. Me alcanzó con Burt en el momento en que iba a tomar el ascensor.
—Charlie —dijo Nemur, sujetándome del brazo—. Espera un minuto. ¿Qué es lo que pasa?
Solté mi brazo y señalé a Burt con la cabeza.
—Ya estoy harto de ver que la gente se ría siempre de mi. Eso es todo. Quizá antes no me diera cuenta de ello, pero ahora sí y no me gusta.
—Aquí nadie se burla de ti, Charlie —dijo Nemur.
—¿Y las manchas de tinta? La otra vez, Burt me dijo que había imágenes escondidas en la tinta, que todo el mundo podía verlas, y que yo…
—Mira, Charlie, ¿quieres escuchar las palabras exactas que te dijo Burt, y lo que tú le contestaste? Tenemos una cinta de esa sesión de test. Podemos hacértela pasar y oirás exactamente lo que él te dijo.
Volví con ellos al despacho de psico, con mis sentimientos embarullados. Estaba seguro de que se habían burlado de mí y me habían gastado una broma cuando yo era lo bastante ignorante como para no darme cuenta de ello. Mi cólera era una sensación embriagadora y no quería renunciar a ella. Estaba dispuesto a pelearme.
Mientras Nemur buscaba la cinta en el archivo, Burt explicó:
—La otra vez usé casi exactamente las mismas palabras que hoy. Una condición indispensable de estos tests es que el procedimiento sea el mismo cada vez que se utiliza.
—Lo creeré cuando lo oiga.
Cambiaron una mirada. Noté cómo la sangre subía de nuevo a mi rostro. Se burlaban de mí. Pero entonces me di cuenta de lo que acababa de decir y, escuchándome a mí mismo, comprendí la razón de aquella mirada. No se estaban burlando. Se daban cuenta de lo que estaba pasando en mí. Había franqueado un nuevo estadio, y la cólera y la suspicacia eran mis primeras reacciones al mundo que me rodeaba.
La voz de Burt sonó en el magnetofono:
—Quiero que mires esta carta, Charlie ¿Qué es lo que ves en ella? La gente ve montones de cosas en esas manchas de tinta. Dime en qué te hacen pensar…
Las mismas palabras, casi el mismo tono de voz que acababa de emplear hacia pocos minutos en el laboratorio. Y después oí mis respuestas… infantiles, increíbles. Y me hundí en el sillón, al lado de la mesa de despacho del profesor Nemur.
—¿Ése era realmente yo?
Volví al laboratorio con Burt y emprendimos de nuevo el Rorschach. Examinamos lentamente las cartas. Esta vez mis respuestas eran distintas. «Veía» cosas en las manchas de tinta. Un par de murciélagos que se agarraban mutuamente. Dos hombres que hacían esgrima. Imaginaba todo tipo de cosas. Pero, pese a todo, me di cuenta de que todavía no tenía plena confianza en Burt. Continuaba girando y dando vuelta a las cartas para mirar la parte de atrás y ver si había algo oculto allí.
Eché una ojeada a las notas que estaba escribiendo. Pero todas ellas estaban escritas en código, y se leían más o menos así:
WF + A DdF — Ad orig. WF — A SF + obj.
El test seguía sin tener sentido. Creo que cualquiera puede contar mentiras acerca de imágenes aunque no las haya visto realmente. ¿Cómo pueden saber que no me burlo de ellos diciéndoles cosas que ni siquiera he pensado?
Quizá lo comprenda cuando el doctor Strauss me deje leer libros de psicología. Cada vez se me hace más difícil escribir todos mis pensamientos y sentimientos debido a que sé que hay gente que los lee. Quizá sería mejor si pudiera guardar para mí, aunque solo fuera por un tiempo, algunos de mis Informes de Progresos. Tengo que preguntarle al doctor Strauss por qué de pronto eso comienza a preocuparme.