REHABILITACIÓN
Puedo decir sin vanagloriarme que cuando Volodia me golpeó en la oreja y me escupió en la cara, le di tal puñetazo que no lo olvidará jamás. Sólo más tarde le golpeé con el hornillo; y con la plancha, por la noche. Sin embargo, no se murió pronto. Como lo prueba que tuve que cortarle todavía una pierna por la mañana. En ese momento, aún estaba vivo. A Andriusha lo maté a causa del arrebato, y eso, no puedo reprochármelo. ¿Por qué Andriusha y Elizavieta Antonovna me han caído bajo la mano? No tenían que haber salido de esa manera de detrás de la puerta. Me acusan de ser sanguinario; dicen que bebía la sangre, pero eso es falso: yo lamía los charcos y las manchas de sangre; es una necesidad natural en el hombre borrar las huellas de su crimen, por muy fútil que sea éste. Además, yo no violé a Elizavieta Antonovna. En primer lugar ella ya no era virgen, y en segundo lugar, yo lo hice con un cadáver; ella no es, pues, de compadecer. ¿Y qué importancia tiene que estuviese a punto de parir? Pues bien, justamente, yo retiré el niño. Y que no le haya sido concedido vivir en esta tierra, eso ya no es culpa mía. Bueno, le arranqué la cabeza; la razón es que tenía un cuello muy fino. No estaba hecho para la vida de aquí abajo. Es verdad que, con mi bota, reventé a su perro contra el suelo. Pero ciertamente es un cinismo acusarme de matar a un perro, cuando exactamente al lado, podemos decir que había tres vidas humanas destrozadas. Sin contar el niño. Bueno, está bien: en todo esto, admito que pueda discernirse una cierta crueldad de mi parte. Pero considerar como un crimen el hecho de que yo haya defecado sobre mis víctimas, eso, perdonadme, es absurdo. Defecar es una necesidad natural y, en consecuencia, no hay en eso absolutamente nada de criminal. Así, pues, comprendo los temores de mi defensor, pero cuento sin embargo con una absolución completa.
Daniil Charms.