6 SOCIEDADES SECRETAS
Las cosas secretas pertenecen al Señor, las cosas reveladas son nuestras y de nuestros hijos para siempre
-DEUTERONOMIO 29:29
Como en las buenas novelas de espionaje, la trama de El Código Da Vinci va de un secreto asombroso a otro, de un mensaje codificado a otro, de una conspiración antigua a una moderna, explorando al mismo tiempo algunos de los secretos más fundamentales del pasado arcaico de la cultura humana, así como zonas arcaicas del cerebro, donde se agitan los mitos primigenios y los arquetipos junguianos y residen miedos secretos, compulsiones y antiguos traumas.
Dan Brown ha dicho que entre sus escritores favoritos se cuenta Robert Ludlum, y en El Código Da Vinci se percibe un toque del viejo Ludlum: comience con secretos increíblemente atractivos y profundos, meta a un hombre común (y una hermosa mujer) en una acción acelerada en la que lo que está en juego es dilucidar contra reloj esos secretos que amenazan la civilización, enfrente a los personajes a una profunda, oscura, poderosa sociedad secreta cuya existencia nadie sospechaba, retuerza sus mentes en torno a conspiraciones tan intrincadas que el lector nunca llega realmente a seguir el hilo de la trama, y envuelva todo en una acción tan acelerada que el lector no note que los personajes son de cartón y la trama está llena de agujeros.
El papel de las sociedades secretas en estas tramas -sean de Ludlum, Le Carré, J. K. Rowling, J. R. R. Tolkien o Dan Brown- no es pequeño.
En este capítulo, contemplamos especialmente tres sociedades secretas que participan en la acción de El Código Da Vinci: los Templarios, el Priorato de Sion y el Opus Dei. De paso, también echamos un vistazo a diversos otros ritos y prácticas, desde gnósticos modernos que celebran ritos de hieros gamos en la Nueva York del siglo XXI a la miríada de sociedades secretas originadas por la masacre de los templarios en el siglo XIV.
Como señala El Código Da Vinci, a todos nos gusta una buena conspiración. A todos nos parece interesante que se nos haga ingresar en un secreto que nos deja atónitos. En el caso de las tres sociedades secretas más prominentes de El Código Da Vinci -los Templarios, el Priorato y el Opus Dei- cada una de ellas es un mundo fascinante en sí misma. La novela sintetiza la esencia de esas culturas secretas bajo la forma de material de fondo fácilmente comprensible. Pero luego exagera enormemente el poder, la influencia y la historia de cada una.
Los templarios, por ejemplo, pueden haber tenido ciertas prácticas sectarias en el medioevo que podrían ser interpretadas como ritos sexuales. María Magdalena puede haber figurado en forma más destacada en su cultura que en el cristianismo contemporáneo. Y bien pueden haber encontrado tesoros en Jerusalén que les hayan permitido constituir un centro de poder e influencia. Pero es sumamente dudoso que le hayan dado importancia alguna a la teoría de la femineidad sagrada o que creyeran que el Santo Grial tuviera algo que ver con la matriz de María Magdalena y el linaje real de la descendencia que pudo o no haber tenido.
El Priorato de Sion, aunque es un tema interesante sobre el cual especular, puede no haber existido nunca más que como un brazo político secundario de los templarios durante el apogeo de éstos. En cuanto a su encarnación moderna, la idea de que el Priorato sobrevivió hasta el siglo XX puede ser una mera falsificación. Es muy posible que Leonardo da Vinci haya tenido que ver con sectas secretas, filosofías heréticas y prácticas sexuales heterodoxas -y es muy posible que sus pinturas puedan haber tenido la intención de transmitir conocimientos secretos (o al menos, que oculten bromas privadas) a las generaciones futuras. Pero es altamente improbable que Leonardo haya sido "gran maestre" de una organización secreta activa, sin haber dejado ni el menor indicio ni fragmento de evidencia documental en las decenas de miles de páginas de apuntes que dejó para la posteridad. Con todo lo que sabemos acerca de las vidas de Victor Hugo, Jean Cocteau, Newton y Debussy, ¿no les parece que tendría que haber quedado algún retazo de evidencia corroborativa en algún lado? Y tratándose de una organización que supuestamente sentía tan alta estima por la femineidad sagrada (al menos eso dice la novela), ¿cómo es que no hay mujeres destacadas en esa lista?
Ciertamente, el Opus Dei es rico, poderoso y tiende al secreto. Bien puede estar comprometido con una filosofía religiosa o aun una serie de objetivos políticos que son anatema para muchos. Puede tener una historia muy interesante de compromisos con la CIA y con los escuadrones de la muerte de las guerras civiles latinoamericanas. Pero no envía monjes albinos a que asesinen gente en las calles de París debido a antiguos secretos religiosos.
Esto no es para negar las preocupaciones o temores que algunas personas puedan tener acerca de este u otros grupos o conspiraciones secretas. Lo cierto es lo contrario: Dan Brown, como muchos novelistas, exagera al extremo y deja que su imaginación se desboque con el expreso propósito de crear las metáforas adecuadas y las provocaciones intelectuales adecuadas para destacarse en un mundo saturado de información y entretenimientos. Su enfoque fue demostradamente exitoso. Consiguió interesarnos en las sectas secretas y el conocimiento esotérico del cual habíamos oído hablar vagamente pero del que sabíamos poco.
Bienvenidos al mundo oculto de las sociedades secretas de El Código Da Vinci.
POR JOHN CASTRO
John Castro es escritor y vive en Nueva York
Estoy de pie en una sala con iluminación fluorescente, siento frío e inquietud. Estoy descalzo.
Un hombre vestido de negro nos acaba de decir a todos que nos quitemos los zapatos como demostración de respeto al templo al que estamos por entrar. Acatamos. Cuando quedamos descalzos, nos dice que esperemos el comienzo de la ceremonia. Mientras espero, escucho. Hay parejas, grupos de amigos, gente que parece conocerse desde hace tiempo, que se saluda entre sí. Para pasar el tiempo, escucho sus conversaciones.
Una atractiva joven hispánica, de unos veintiuno o veintidós años charla por su celular, "...sí, sí, sí. Tres veces. No, ésta es mi tercera vez. En mi próxima iniciación llegaré a minerval..."
Un hombre delgado y musculoso de cabello engominado peinado hacia atrás y perilla entra en la sala y camina hacia nosotros. Espera por un momento, descubre a una joven seria que lleva un medallón con un pentáculo colgado al cuello mediante una cadena y se acerca a conversar con ella. "Noventa y tres", dice.
"Noventa y tres", contesta ella con una sonrisa.
Comienzan a conversar en voz baja con las cabezas gachas.
"¿Sabes?, oí que Jimmy Page viene cuando está en Nueva York", dice un entusiasta del heavy metal que luce una larga coleta y debe de estar en su tercera década. Su amigo, bajo y robusto, asiente con fatigada indiferencia. Yo me quedo en silencio -estoy solo aquí- y espero a que nos dejen entrar.
Éstos son mis recuerdos de una ceremonia a la que asistí a fines de 2002 Venía como observador, y era un participante sorprendentemente nervioso de un ritual organizado por la Ordo Templis Orientalis, una organización que fije dirigida por muchos años por Aleister Crowley. El Aleister Crowley poeta, mago, iconoclasta, drogadicto y azote moral de Gran Bretaña, el mago esotérico que se llamaba a sí mismo la "Gran Bestia 666".
Cuando leí El Código Da Vinci, muchos de mis recuerdos de ese evento resurgieron. Estos recuerdos tienen casi dos años. Sé que me perdí algunos detalles y que es posible que recuerde otros incorrectamente. Sin embargo, como Sophie Neveu, mis impresiones de lo que ocurrió se mantuvieron intensas y vívidas.
El templo es una pequeña habitación. Las paredes están pintadas de negro, y la habitación está débilmente iluminada por lámparas dicroicas que cuelgan del techo y docenas de velas que están en la base de un altar ubicado a la derecha. Es una gran estructura coronada por una losa de piedra tallada con jeroglíficos a la que ascienden tres peldaños. Un largo marco del que cuelga una cortina abierta rodea el altar.
Frente al altar, al otro lado de la habitación, hay una caja oblonga, alta y ancha como un hombre alto, cuyo frente está oculto por una pequeña cortina. A iguales distancias entre el altar y el arca hay dos cajas negras, sobre cada una de las cuales hay un incensario, libros y un bol.
A los lados del pasillo así formado hay filas de sillas para la congregación., Los casi sesenta participantes entramos lenta y torpemente, colocando ruidosamente nuestros zapatos, mochilas y abrigos bajo las sillas.
Ya no tengo frío. De hecho, estoy sudando. Una vez que estamos todos sentados, la habitación queda completamente llena, atestada hasta el límite de su capacidad, y cada uno de nosotros siente el calor de las velas y de los demás; me sorprende la cantidad y variedad de fieles de todas las edades, todas las razas, de estilos de vestir que van desde el yuppy bien trajeado al arquetípico fanático de los juegos de computadora estilo Calabozos y Dragones.
Un hombre flaco y barbado, que viste una túnica blanca suelta, está de pie frente al altar. Se santigua tocándose la frente, el pecho, los hombros; cada toque va acompañado de una palabra en un idioma que suena como hebreo.
Extiende sus brazos hacia adelante, junta sus manos y comienza a caminar en torno a la habitación con largas zancadas. Respira pesadamente, su rostro está tenso, se concentra, mira más allá de las paredes del templo. En cuatro puntos de la habitación se detiene y entona una palabra o frase -no puedo adivinar en qué idioma- y traza teatralmente la forma del pentáculo en el aire.
Cuando los cuatro puntos han sido inscriptos con pentagramas, vuelve a pararse frente al altar. Recita los nombres de ángeles: Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel... Se vuelve a santiguar, se vuelve para enfrentar a los fieles y abre sus brazos en cruz, inspirando profundamente. Retiene el aire, luego se relaja y sonríe. Música, emitida por alguien que toca el sitar, ondula en el aire oscuro.
El barbudo de túnica blanca entona: "Haz Tu Voluntad será toda la ley".
Los fieles responden: "Amor es la Ley, Amor bajo la Voluntad".
El hombre recita algo que me recuerda a un elemento familiar de la Misa católica -una lista de creencias que recuerda el Credo Niceno. Entre éstas hay una línea que no se por qué me produce escalofríos:
"Y creo en la Serpiente y el León, Misterio de Misterio, en Su nombre BAPHOMET".
Una mujer vestida de azul y blanco avanza lentamente por el pasillo, con los ojos fijos en el suelo. La siguen un hombre que viste túnica negra y una mujer vestida de blanco. Ésta lleva una espada envainada. Es una regordeta y atractiva cuarentona de cabellos castaño rojizo. Se detiene ante la caja oblonga y corre la cortina con su espada.
Un robusto joven sale de la caja. Viste una túnica blanca y lleva una larga lanza.
La mujer lo asperja con el agua que le alcanza uno de sus asistentes. Luego toma un incensario que cuelga de una cadena y con él traza una cruz sobre el joven. Mientras hacen esto, hablan. El hombre de la lanza dice que no es digno de celebrar los ritos, la mujer, susurrando, lo abjura a ser puro en cuerpo y alma. Pasa sus manos por sobre el cuerpo de él sin tocarlo, luego se yergue, lo viste con una túnica roja y le pone una corona. El inclina la lanza hacia adelante, mirando fijamente más allá del altar.
Ella se arrodilla y sube y baja sus manos, con los dedos extendidos, por el asta de la lanza unas doce veces. Su aspecto es reverente, callado. "¡El Señor está entre nosotros!", exclama.
Ahora, los fieles se arrodillan, alzan sus brazos y entrelazan sus dedos con quienes tienen al lado. A mi derecha hay una joven de largo cabello rubio, a mi izquierda un hombre afroamericano de calva incipiente y barba entrecana. Todos los fieles están en la misma posición. Sus manos se estrechan. Me empiezan a doler los brazos. Me pregunto si los otros también estarán pensando en el intenso dolor en los brazos y la incomodidad en la espalda. Querría que alguien sintiera lástima por mí, pero no tengo éxito -la mayor parte de los fieles mira al altar, o cierra sus ojos en silenciosa adoración. Trato de apoyarme subrepticiamente en mi silla, pero en vano; mis vecinos ni se mueven. Así las cosas, intento concentrarme en el altar.
El hombre de la lanza está en el primer peldaño. La cortina está cerrada; hasta hace un momento, la mujer de la espada estaba sentada sobre el altar, pero ahora se ha ocultado.
El hombre de la lanza le recita poesía a la mujer que está tras la cortina; tras una pausa, la mujer le responde de la misma manera desde detrás del velo.
No puedo concentrarme. Estoy comenzando a transpirar, y lo único en que puedo pensar, además del fuego que siento en mis brazos es que la transpiración de mi brazo, apretado contra el de la mujer que está a mi derecha, ha comenzado a gotear también por su brazo.
Hay una mujer desnuda en el altar.
Otra vez estamos de pie, mirándola. El hombre de la lanza acaba de correr la cortina y ahí está la mujer de la espada -completamente desnuda, sentada sobre el altar, con las piernas colgando. Trato de ver toda la escena, pero no hago más que desviar los ojos.
Una vocecita dentro de mi cabeza -lo que queda de mi catolicismo, hecho de comunión, confesión y clases de catecismo cada miércoles después de la escuela- habla en un tono cada vez más alto e insistente: Hay una mujer desnuda en el altar. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
El hombre le tiende la lanza. Ella la toma, la besa unas doce veces y luego la estrecha entre sus pechos. El hombre cae de rodillas y pone sus brazos sobre el altar, en torno a las piernas de la mujer. Inclinado ante ella en señal de adoración, comienza a besarle lentamente las rodillas y muslos.
Cuando yo era más joven, sentía terror de equivocarme durante la comunión. ¿Qué mano iba por encima? ¿Qué debía decirle al sacerdote? Esa noche, la sensación era la misma.
Los fieles, en fila, comienzan a dejar sus asientos y caminan por el pasillo central hacia el altar, donde reciben una hostia de la sacerdotisa. Caminan lenta y solemnemente, con los brazos cruzados sobre el pecho. Hago como ellos.
Cuando finalmente llego al altar; miro a los ojos de la mujer desnuda. No; quiero que se sienta incómoda porque miro su cuerpo. No hace diferencia. Es más bien un problema mío que suyo, y estoy a punto de tropezar en los peldaños del altar. Sus ojos se fijan beatíficamente en los míos, con una dulce y totalmente sincera mirada de bienvenida y consuelo. En realidad, no siento que me esté mirando realmente a mí, lo que, en cierto modo, es tranquilizador. Tomo la hostia: es un panecillo del tamaño de una moneda de 25 centavos, dulce y que hay que masticar mucho. Antes de comerla, repito las palabras que los otros fieles han dicho al recibirla: "No hay parte de mí que no sea de los dioses".
La última parte de la misa que recuerdo es un poema que la congregación canta. Lo escribió Crowley, y sólo recuerdo unas pocas líneas:
HOMBRES: ¡Gloria a Ti, el de la Tumba Dorada!
MUJERES: ¡Gloria a Ti, del Vientre que Espera!
HOMBRES: ¡Gloria a Ti, de la tierra no arada!
MUJERES: ¡Gloria a Ti, de virgen nacido!
Era realmente muy conmovedor. Los fieles lo sabían de memoria; el efecto semicoral era arrobador.
Ahora reflexiono sobre las conexiones con El Código Da Vinci que percibí más tarde.
Había obvias conexiones temáticas: la mención a Baphomet; el vínculo con los templarios; rituales ceremoniales que eran un eco de prácticas ortodoxas; indicios profundos de una síntesis de tradiciones egipcias, hebreas y griegas aún más antiguas; ecos de la masonería y los rosacruces. Finalmente, lo más importante: la disposición a poner una mujer en el centro de la ceremonia y, obvio, las abiertas referencias a la sexualidad en la simbología del evento.
La Ordo Templis Orientalis es una sociedad secreta (aunque se la puede encontrar en la web, donde también se da el texto completo de la Misa Gnóstica). Al igual que tantas de las sociedades secretas mencionadas en El Código Da Vinci, uno debe pertenecer a ellas para entender realmente de qué se trata. Mientras que los accesorios externos de la Misa pueden tener que ver con la temática del libro, reconozco que el "verdadero" significado de la Misa -qué significa para los propios fieles- se me escapa. Y que seguirá siendo así, a no ser que me una a ellos y participe como uno más.
Lo que sí sé es que lo que vi era una celebración de creencia genuina y devoción por parte de la congregación. Al recordar mis reacciones, me pregunto: ¿qué reacciones de desconcierto, qué nerviosos accesos de risa o incomodidad habrán inspirado los primeros cristianos en Roma? ¿Y no ocurre siempre eso con todo nuevo Dios?
POR LYNN PICKNETT Y CLIVE PRINCE
Lynn Picknett y Clive Prince viven en Londres. Escriben, investigan y dan conferencias sobre lo paranormal, ocultismo y misterios históricos y religiosos. Su libro The Templar Revelation (La revelación templaria), del que se extrae el pasaje que damos a conocer a continuación, es uno de los libros clave en la bibliografía de El Código Da Vinci y la fuente original de muchas de las teorías de la novela con respecto a Leonardo, los templarios y el Priorato de Sion. Copyright 1997 por Lynn Picknett y Clive Prince. Reproducido con permiso de Simon & Schuster Adult Publishing Group, de La revelación templaria por Lynn Picknett y Clive Prince.
Los nombres de Leonardo da Vinci y Jean Cocteau figuran en la lista de los grandes maestres de la que afirma ser una de las sociedades secretas más antiguas e influyentes de Europa: el Prieuré de Sion o Priorato de Sion. Muy controvertida, su existencia misma ha sido cuestionada y por lo tanto sus supuestas actividades han sido frecuente objeto de ridículo y se han ignorado las implicaciones de las mismas. Al comienzo, nosotros también reaccionamos así, pero al investigar más a fondo nos dimos cuenta de que no se trataba de un asunto tan simple.
La primera vez que el Priorato de Sion recibió la atención del mundo anglófono fue en 1982, cuando se publicó el bestseller The Holy Blood and the Holy Grail (La Santa Sangre y el Santo Grial) de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, aunque en su patria, Francia, su existencia se comenzó a revelar en forma gradual a partir de comienzos de la década de 1960. Se trata de una orden cuasimasónica o caballeresca con ciertas ambiciones políticas y, al parecer, considerable influencia política entre bambalinas. Dicho esto, se advierte que es muy difícil clasificar el Priorato, tal vez porque hay algo esencialmente quimérico en toda esa operación...
El poder subyacente del Priorato de Sion se debe al menos en parte a la sugerencia de que sus integrantes son, siempre han sido, custodios de un gran secreto que, si se hiciese público, haría conmover los cimientos mismos de Iglesia y Estado. El Priorato de Sion, conocido a veces como Orden de Sion u Orden de Nuestra Señora de Sion así como por otras denominaciones secundarias, pretende haber sido fundado en 1099, durante la Primera Cruzada, y que esta fundación se trató de una mera formalización de un grupo cuya custodia de ese saber explosivo venía de mucho antes. Pretendían ser la fuerza inspiradora detrás de la fundación de los Caballeros del Temple, ese curioso cuerpo medieval de monjes-soldados de siniestra reputación.
Se pretende que el Priorato y los templarios devinieron virtualmente en una misma organización, presidida por un mismo Gran Maestre, hasta que tuvo lugar un cisma y se separaron en 1188. El Priorato continuó bajo la guarda de una serie de Grandes Maestres que incluyó a algunos de los nombres más ilustres de la historia: Isaac Newton, Sandro Filipepi (conocido como Botticelli), el filósofo ocultista inglés Robert Fludd -y, por supuesto, Leonardo da Vinci, quien, afirman, presidió el Priorato durante sus últimos nueve años de vida. Dirigentes más recientes incluyeron a Victor Hugo, Claude Debussy -y al pintor, escritor, dramaturgo y cineasta Jean Cocteau. Y aunque no todos llegaron a Grandes Maestres, el Priorato, se dice, atrajo, a lo largo de los siglos, a otras luminarias como Juana de Arco, Nostradamus (Michel de Notre Dame) y aun el papa Juan XXIII.
Al margen de tales celebridades, la historia del Priorato de Sion supuestamente estuvo ligada a las mayores familiares reales y aristocráticas de Europa, generación tras generación. Entre otros, los Anjou, los Habsburgo, los Sinclair y los Montgomery.
El objetivo declarado del Priorato es proteger a los descendientes de la antigua dinastía merovingia de reyes de lo que hoy es Francia, que reinó desde el siglo V hasta el asesinato de Dagoberto II a fines del siglo VII. Pero quienes los critican aseguran que el Priorato de Sion sólo existió desde la década de 1950 y que consiste en un puñado de mitómanos sin poder real, monárquicos con ilimitados delirios de grandeza.
De modo que, por un lado tenemos la pretensión del Priorato con respecto a su propio linaje y razón de ser, por otro lo que afaman sus detractores...
Cualquier misterio vinculado al Priorato de Sion implica a esos monjes-guerreros [los templarios], de modo que ellos son parte intrínseca de la investigación.
Un tercio de las propiedades europeas de los templarios estuvo alguna vez en el Languedoc, y sus ruinas contribuyen a la salvaje belleza de esa región. Una de las más pintorescas leyendas locales dice que siempre que el 13 de octubre cae en viernes (día y fecha de la súbita y brutal eliminación de la Orden) aparecen extrañas luces en las ruinas y se pueden ver oscuras figuras que las recorren. Desgraciadamente, los viernes que estuvimos allí no vimos ni oímos nada fuera de los alarmantes resoplidos de los jabalíes; pero la historia demuestra hasta qué punto los templarios han llegado a ser parte de la leyenda local.
Los templarios viven en el recuerdo de la población local y no son recuerdos que tengan nada de negativo. Aun en el presente siglo, la famosa cantante de ópera Emma Calvé, originaria de Aveyron, en el norte del Languedoc, registró en sus memorias que el dicho local para referirse a un muchacho particularmente buen mozo o inteligente era "Es un verdadero hijo del Templo".
Los hechos centrales referidos a los templarios son simples. Oficialmente conocidos como Orden de los Caballeros Pobres del Templo de Salomón, fueron creados en 1118 por el noble francés Hugues de Payens para que sirvieran de escolta caballeresca a quienes peregrinaban a Tierra Santa. Inicialmente y durante nueve años, sólo fueron nueve, luego la Orden se abrió y estableció como considerable factor de poder, no sólo en Oriente Medio sino en Europa.
Una vez que la orden fue reconocida, el propio Hugues de Payens recorrió Europa pidiendo dinero a la realeza y la nobleza. Visitó Inglaterra en 1129, ocasión en que fundó la primera institución templaria de ese país, en lo que hoy es la estación Holborn del subte londinense.
Como todos los monjes, los templarios hacían voto de pobreza, castidad y obediencia, pero actuaban en el mundo y se comprometían a usar la espada contra los enemigos de Cristo si hacía falta; y la imagen de los templarios quedó indisolublemente ligada a las cruzadas que se organizaron para expulsar a los infieles de Jerusalén y mantener esa ciudad en manos cristianas.
El Concilio de Troyes reconoció oficialmente a los templarios como orden religiosa y militar en 1128. El primer impulsor de esta medida fue Bernardo de Clairvaux, cabeza de la orden cisterciense, quien fue canonizado después de su muerte. Pero, como escribe Bamber Gascoigne en Los cristianos:
Era agresivo e insultante y era un político ladino, completamente inescrupuloso en su elección de métodos para deshacerse de sus enemigos.
Bernardo fue quien escribió la Regla de los Templarios -basada en la de los cistercienses- y fue uno de sus protegidos quien, al llegar a papa con el nombre de Inocencio II, declaró en 1139 que, a partir de esa fecha, los Caballeros sólo le responderían al papado. Templarios y cistercienses tuvieron un desarrollo paralelo, por ejemplo, el señor Hugues de Payens, conde de Champagne, donó las tierras de Clairvaux a Bernardo para que allí construyera su "imperio" monástico. Y es significativo que André de Montbard, uno de los nueve caballeros fundadores, fuese tío de Bernardo. Se ha sugerido que templarios y cistercienses actuaban en un plan concertado para adueñarse de la cristiandad, proyecto que fracasó.
Sería difícil exagerar el prestigio y el poder financiero de los templarios durante el cenit de su influencia en Europa. Prácticamente no había lugar civilizado donde no tuvieran una preceptoría -como lo demuestran, en Inglaterra, topónimos como Temple Fortune y Temple Bar en Londres o Temple Meads en Bristol. Pero a medida que su imperio crecía, lo mismo ocurría con su arrogancia, lo cual comenzó a envenenar sus relaciones con las cabezas de Estado religiosas y seculares.
La riqueza de los templarios fue en parte resultado de su Regla: todos las nuevos integrantes debían entregar sus bienes a la Orden y también obtuvieron una considerable fortuna de las enormes donaciones de tierras y dinero que hicieron reyes y nobles. Pronto, sus arcas estuvieron colmadas hasta rebosar, en buena parte porque ellos habían desarrollado una impresionante astucia financiera, que dio como resultado que se convirtieran en los primeros banqueros internacionales de la historia, de cuya opinión dependía el crédito que se les daba a otros. Era una forma segura de establecerse como una potencia influyente. En un breve lapso, su título de "Caballeros pobres" pasó a ser una vacía impostura, si bien es posible que quienes no tenían puestos directivos siguieran siendo pobres.
Además de su impresionante riqueza, los templarios tenían la reputación de ser hábiles y valientes guerreros, al punto de la temeridad. Tenían reglas específicas que reglamentaban su actividad como combatientes: por ejemplo, tenían prohibido rendirse si el enemigo no los sobrepasaba en una proporción mayor de tres a uno, y aun en ese caso, se requería la aprobación de su comandante. Eran los Servicios Especiales de la época, una fuerza de elite que tenía a Dios -y al dinero- de su lado.
A pesar de sus esfuerzos, Tierra Santa fue reconquistada de a poco por los sarracenos, hasta que en 1291 el último territorio cristiano, la ciudad de Acre, cayó en manos del enemigo. A los templarios sólo les quedaba regresar a Europa y planear una eventual reconquista, pero desgraciadamente, para ese momento, la motivación para una campaña de esa índole ya no existía en ninguno de los reyes que la podían haber financiado. Su principal razón de existir desapareció. Como ya no cumplían una función, pero eran ricos y arrogantes, sus exenciones impositivas y su lealtad exclusiva hacia el papado comenzaron a despertar un generalizado resentimiento.
Así que en 1307 tuvo lugar la inevitable caída en desgracia. Felipe el Bello, el todopoderoso rey de Francia, comenzó a orquestar el derrocamiento de los templarios con la connivencia del Papa, a quien lo unían lazos económicos. Los aristócratas que representaban al Rey recibieron órdenes secretas y el viernes 13 de octubre de 1307, los templarios fueron arrestados, torturados y quemados en la hoguera.
Ésa es al menos la versión de la historia que presentan los textos convencionales. Uno se queda con la idea de que toda la Orden encontró su horrible destino en ese lejano día y que los templarios fueron efectivamente borrados de la faz de la tierra para siempre. Pero esto no es así en absoluto.
Para empezar, los templarios ejecutados fueron pocos, aunque a la mayor parte de los arrestados se los "sometió a la cuestión", viejo eufemismo que denota atroces torturas. Los quemados en la hoguera fueron relativamente pocos, aunque, como se sabe, su Gran Maestre Jacques de Molay fue asado lentamente en la Íle de la Cité, a la sombra de la catedral de Notre Dame de París. De los otros miles, sólo aquellos que se negaron a confesar o se retractaron de sus confesiones fueron muertos...
Los relatos de las confesiones de los templarios son, como mínimo, coloridos. Leemos que adoraban un gato o participaban de orgías homosexuales como parte de sus deberes caballerescos, o que veneraban a un demonio conocido como Baphomet. Se dijo que pisoteaban y escupían un crucifijo como parte de un rito de iniciación...
Esto no es sorprendente. No son muchos aquellos a quienes se somete a la tortura y aprietan los dientes y se niegan a aceptar como propias las palabras que sus verdugos les quieren atribuir. Pero en este caso, hay más en la historia que lo que se percibe a simple vista. Por un lado, se ha sugerido que todos los cargos que se les hicieron a los templarios fueron fraguados por aquellos que envidiaban sus riquezas y se sentían exasperados por su poder, y que le dieron una buena excusa al Rey de Francia para salir de sus apuros económicos apoderándose de sus bienes. Por otro lado, aunque es posible que las acusaciones no hayan sido estrictamente ciertas, hay evidencia de que los templarios tenían prácticas misteriosas y tal vez "oscuras", en el sentido ocultista de la palabra...
Ha corrido mucha tinta en el debate con respecto a los cargos que se le formularon a los templarios y a sus confesiones. ¿Realmente cometieron los hechos por los que se los condenó o la Inquisición inventó las acusaciones de antemano y después simplemente los torturó hasta que los caballeros estuvieron de acuerdo con ellas? (por ejemplo, algunos caballeros atestiguaron que se les había dicho que Jesús era un "falso profeta"). Es imposible pronunciarse en forma definitiva en uno u otro sentido...
Es cierto que el Priorato de Sion pretende haber sido el poder detrás de la creación de los Caballeros del Temple: si fue así, se trata de uno de los secretos mejor guardados de la historia. Sin embargo, se afirma que ambas órdenes eran prácticamente indistinguibles hasta el cisma de 1188, en que cada una siguió su camino. Parece, al menos, haber alguna suerte de conspiración con respecto al nacimiento de la Orden del Temple. El sentido común sugiere que habrían hecho falta más que nueve caballeros para proteger y proveer refugio a todos los peregrinos que visitaban Tierra Santa, especialmente durante nueve años, y además, no hay mucha evidencia de que hayan llevado a cabo ningún intento serio de hacerlo...
Otro misterio vinculado a sus comienzos se centra en el hecho de que existe evidencia de que la Orden existía mucho antes de 1118, aunque por qué falsificaron la fecha sigue sin estar claro. Muchos comentaristas han sugerido qué el primer relato de su creación -escrito por Guillaume de Tiro cincuenta años después de ese evento- era simplemente una fachada. (Aunque Guillaume era profundamente hostil a los templarios, parece que escribió la historia tal como la entendía.) Pero, una vez más, qué era lo que ocultaba esa fachada es materia de especulación.
Hugues de Payens y sus nueve compañeros provenían todos de Champagne y del Languedoc... y es muy evidente que fueron a Tierra Santa con una misión específica en mente. Tal vez, como se ha sugerido, buscaban el Arca de la Alianza u otros tesoros antiguos que los llevaran hasta esta o alguna clase de, conocimiento secreto que les daría control sobre las personas y sus bienes...
ENTREVISTA CON LYNN PICKNETT Y CLIVE PRINCE
A lo largo de este libro, el lector encontrará contribuciones de Lynn Picknett y Clive Prince, cuya obra fue parte del material empleado por Dan Brown para escribir El Código Da Vinci. Para nuestro libro, hemos entrevistado a ambos vía correo electrónico para que respondieran a algunas preguntas que supusimos que los lectores podrían plantearse tras leer su material. A continuación, se dan a conocer extractos de esa entrevista.
¿Qué son los Dossiers Secrets de la Bibliothéque Nationale de París y por qué Dan Brown les da tanta importancia en El Código Da Vinci?
Dossiers Secrets es un nombre práctico que inventaron Baigent, Leigh y Lincoln en Santa Sangre, Santo Grial para denominar un juego de siete documentos mutuamente relacionados, de distintas extensiones -un total de menos de cincuenta páginas- depositados en la biblioteca ente 1964 y 1967.
Tratan de temas como el Priorato de Sion, el misterio de Rennes-le-Chateau, María Magdalena y los merovingios. El objetivo de estos documentos es establecer la existencia del Priorato de Sion y su papel como custodio de secretos esotéricos e históricos, pero los Dossiers Secrets sólo dan indicios con respecto a la naturaleza de los mismos.
Cualquiera que tenga una tarjeta de lector de la Bibliothéque Nationale puede leer los originales. También hay ediciones facsimilares más accesibles, que publicó el estudioso francés Pierre Jarnac en la década de 1990. Tal vez no estén en prensa en estos momentos, pero se consiguen fácilmente en Francia.
En La Revelación Templaria, ustedes dicen que los Dossiers Secrets, que Dan Brown usa como eslabón entre varios de los grandes secretos de El Código Da Vinci parecen un disparate total. ¿Por qué?
Decimos eso porque, según lo vemos nosotros y a primera vista, parecen ser un disparate total. Como tanto de lo que contienen choca con la historia aceptada, es tentador rechazarlos como pura fantasía. Pero la cosa no es tan simple. Mientras que parte de la información es demostrablemente incorrecta y otra parte es deliberadamente engañosa, otra -inesperadamente- es confirmable.
Por otro lado, los dossiers son muy decepcionantes. No son, como dice Dan Brown, románticos pergaminos antiguos, sino simplemente están mecanografiados o mal mimeografiados. Es difícil imaginar que trozos de papel tan feos revelen grandes secretos.
¿Cuál es la conexión directa entre los Caballeros del Temple y el Priorato de Sion?
La paradoja central del Priorato de Sion es que no hay evidencia de su existencia anterior a 1956, pero pretende existir desde la Edad Media. Sin embargo, en fechas recientes ha cambiado su historia y dice haberse originado en el siglo XVIII.
La conclusión a la que hemos llegado tras escribir La Revelación Templario es que el Priorato de Sion que reveló su existencia al mundo tejemaneje 1956 fue inventado en esa fecha, pero como fachada de una red de sociedades secretas y órdenes esotéricas que tienen un verdadero linaje. Esta fachada les permitió hacer ciertas cosas en forma semipública sin revelar qué o quién está realmente detrás de ellos.
En los Dossiers Secrets, el Priorato de Sion dice ser una organización hermana de los Caballeros del Temple, pero no existen pruebas de esa conexión. Como sea, el Priorato de Sion se ha retractado de su afirmación (¡es obvio que no había una conexión si se fundó en el siglo XVIII!).
Había una Orden de Nuestra Señora del Monte Sion que pertenecía a la abadía del mismo nombre en Jerusalén, que tenía algún vínculo con los templarios y se ha afirmado que el Priorato de Sion es la continuación de tal orden, pero, desgraciadamente, no se conocen más datos que ésos. Por otro lado, hay una conexión estrecha entre el Priorato de Sion moderno y las sociedades secretas que afirman descender de los templarios medievales. Estos grupos neotemplarios pueden ser rastreados a una sociedad del siglo XVIII llamada la Estricta Observancia Templaria, que afirmaba -con cierta justificación- ser auténtica heredera de los secretos de los templarios medievales. Y la organización que conduce Pierre Plantard [presunto gran maestre del Priorato de Sion en épocas recientes] actúa como fachada de esos grupos.
¿Por qué son tan famosos los templarios? ¿Qué información secreta se supone que custodian?
Históricamente, se acepta que los templarios tenían habilidades excepcionales en los campos de la medicina, la diplomacia y las artes militaren -pues eran las fuerzas de elite de su época. Adquirieron buena parte de este conocimiento en sus viajes, especialmente en Oriente Medio y mucha de ella venía de sus enemigos, los sarracenos, especialmente reputados por sus conocimientos científicos. (Una de las razones por la cual los sarracenos estaban tan adelantados es que la Iglesia prohibía toda experimentación científica).
No hay duda de que los templarios también buscaron conocimientos esotéricos y espirituales -aunque no hay mucha información sobre ese aspecto de su razón de ser en los textos históricos convencionales. Los templarios eran tan amantes del secreto, que nada se sabe con certeza acerca de sus objetivos ocultos: ésta es materia de especulación informada. Se los ha vinculado a todo, desde el Arca de la Alianza y el Santo Grial hasta los Evangelios perdidos y el Sudario de Turín. Realmente nadie lo sabe con certeza.
Sin embargo, nuestra investigación indica que los templarios eran en gran parte una sociedad dentro de una sociedad: que la gran masa de los caballeros que no pertenecían a la jerarquía eran ni más ni menos que los buenos cristianos que se suponía que eran. Pero los caballeros fundadores y el círculo interno de sus continuadores parecen haber perseguido objetivos muy distintos -muy heréticos. Se sabe que hay un gran secreto con respecto a Baphomet, la cabeza cortada barbada que se afirmaba que los iniciados templarios adoraban. ¿Baphomet era realmente una cabeza barbada, cortada, como afirmaron algunos caballeros? ¿Y si esto era así, a quién o a qué representaba?
¿Cuál es la conexión entre los masones y todas estas cosas?
La masonería ha experimentado tantos cismas, evoluciones y reinvenciones que realmente ya no es correcto hablar de "los masones" -no existe tal cosa, pues las variantes son muchas -pero sí creemos que el vínculo entre los templarios y el origen de la masonería -entre los templarios que pasaron a la clandestinidad tras la supresión de la orden- está tan definitivamente probado como puede estarlo algo en este campo. La red de órdenes detrás del Priorato de Sion está estrechamente entrelazada con ciertas formas de la masonería, como el Rito Escocés Rectificado.
¿Cuál es el principal objetivo o propósito de los masones?
En el presente, depende de qué orden masónica hablemos. La mayor parte diría que se trata nada más que de organizaciones caritativas, éticas o filosóficas; mientras que quienes los critican dirían que de lo que se trata es de ayuda mutua en el progreso comercial y social. Originalmente, el objetivo de la Masonería era obtener, estudiar y transmitir conocimiento, principalmente esotérico (iluminismo). Algunas órdenes conservan esa tradición.
¿Quién es Pierre Plantard?
Pierre Plantard (también conocido como Pierre Plantard de Saint Clair) fiel gran maestre del Priorato de Sion hasta su muerte en 2000. Era su cara pública. Con él, el Priorato de Sion salió a la luz pública, principalmente con las entrevistas que les concedió a Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, autores de Santa Sangre, Santo Grial -que condujo indirectamente al libro de Dan Brown. Quién es el actual Gran Maestre o aun si hay un Gran Maestre en la actualidad, es materia de conjetura.
Es importante enfatizar que Plantard nunca dijo nada sobre el linaje de Jesús y María Magdalena. Ésa fue la hipótesis de Baigent, Leigh y Lincoln. Cuando éstos sacaron su segundo libro, El Legado Mesiánico [publicado en 1986 en el Reino Unido], Plantard repudió explícitamente esa idea. [¡Parece que Dan Brown nunca se enteró de esto!]
Tomando en cuenta la historia de nombres famosos que, se afirma, fueron Grand Maestres del Priorato de Sion, ¿qué grandes nombres están implicados en la actualidad?
Si el Priorato de Sion es una fachada para otras sociedades esotérico-políticas, en cierto sentido, no tiene integrantes propios. Se le han vinculado varios nombres, incluyendo al del presidente Francois Mitterrand. Pero el problema con una sociedad secreta es ¿cómo se demuestra que alguien pertenece a ella? Y ¿son custodios de un gran secreto histórico, como sugiere Dan Brown? ¿O tienen alguna suerte de objetivo político del que no quieren que nos enteremos?
¿Qué es el linaje merovingio y qué relación tiene con Jesús?
Los merovingios fueron una dinastía de reyes de los francos que reinaron sobre partes de lo que hoy son Francia septentrional, Alemania y Bélgica entre los siglos V y VIII. Fueron usurpados por los carolingios, a quienes ayudó la Iglesia.
La pretensión central de los Dossiers Secrets es que la línea merovingia no se extinguió, como registra la historia, y que el Priorato de Sion ha protegido a sus descendientes a través del tiempo y hasta el presente. Se sugiere que son los reyes legítimos de Francia y que el objetivo del Priorato de Sion es restaurarles su trono. Éstos son puros disparates sin sentido. Aun si los merovingios hubieran sobrevivido no tendrían derecho alguno al trono, que de todas formas, no existe en la República Francesa.
La teoría central de Santa Sangre, Santo Grial es el secreto del linaje merovingio y que éste se originaba en los hijos de Jesús y María Magdalena. Esa idea en especial es la que inspiró El Código Da Vinci. No se puede enfatizar demasiado que esto es puramente una hipótesis de Baigent, Leigh y Lincoln. No aparece en ninguna parte de los Dossiers Secrets, ni en ningún documento vinculado al Priorato y por ello fue explícitamente repudiada por Pierre Plantard.
¿Qué base existe para suponer que el Santo Grial representa el linaje de Jesús transmitido a través del vientre de María Magdalena?
Baigent, Leigh y Lincoln arguyen que el Santo Grial, el "recipiente" que contenía la sangre y la simiente de Jesús es una referencia codificada a la matriz en que María Magdalena llevó sus hijos. Es una hipótesis intrigante, pero muy discutible, especialmente si se considera que la idea del Santo Grial como "recipiente" no es su forma original. Los primeros relatos o no describen al misterioso Santo Grial en absoluto o dicen que era una piedra.
No estamos de acuerdo en absoluto con la teoría de que el Grial es la matriz de Magdalena. Fue explícitamente rechazada por el propio Priorato de Sion y es el error central tanto de Santa Sangre, Santo Grial como de, en forma menos seria, de El Código Da Vinci, que, al fin y al cabo, es ficción.
¿Puede hablarnos un poco acerca de Leonardo y sus vínculos con una sociedad secreta?
Históricamente, se sabe que Leonardo fue herético y que se interesó en las ideas esotéricas. El Priorato de Sion pretende que fue su noveno Gran Maestre, pero es imposible decir si esto es o no literalmente cierto, aunque sí es altamente improbable. No hay documentos de la época que demuestren tal vínculo, pero como hablamos de una sociedad secreta, ¿cómo podría haberlos?
Pero lo que sí está claro es que Leonardo incorporó elementos simbólicos en su obra que coinciden con la temática de los Dossiers Secrets, estableciendo, al menos, que ambos adhirieron a la misma tradición.
Para nosotros, como explicamos en nuestro libro The Templar Revelation: Secret Guardians of the True Identity of Christ (La Revelación Templaria: Custodios Secretos de la Verdadera Identidad de Cristo), el elemento clave es cómo Leonardo eleva a Juan el Bautista al punto de que lo hace parecer superior a Jesús y aun el "verdadero Cristo". Irónicamente, el capítulo de nuestro libro que llamamos "El código secreto de Leonardo da Vinci" (¿le suena conocido?) no trataba de este supuesto linaje de Jesús sino de esta herejía "juanita" o "johanita”.
POR MICHAEL BAIGENT, RICHARD LEIGH Y HENRY LINCOLN
Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, autores de The Mesianic Legacy (El Legada Mesiánico), pasaron diez años en su propia busca del Santo Grial, estudiando la historia oculta de la Francia temprana para escribir Santa Sangre, Santo Grial, que se publicó en 1982 en el Reino Unido. Extractado de Santa Sangre, Santo Grial por Henry Lincoln, Michael Baigent y Richard Leigh. Reproducido con permiso de Dell Publishing, una división de Random House Inc.
Santa Sangre, Santo Grial es el libro que "lo comenzó todo" en lo que hace al interés de fines del siglo XX por los secretos entrecruzados del casamiento entre Jesús y María Magdalena, su supuesta descendencia, los Evangelios perdidos, los templarios, el Priorato de Sion, Leonardo da Vinci, los dossiers secretos el misterio de Rennes-le-Chateau y el abad Sauniére, etc. Cuando uno lee Santa Sangre, Santo Grial casi puede ver en qué lugares Dan Brown puede haber subrayado algo o dicho "¡Ajá! ¡tengo que usar eso!".
Sin embargo, como señalan distintos artículos incluidos en el presente libro, Santa Sangre, Santo Grial ha sido seriamente cuestionado tanto en materia de investigación como de métodos, conclusiones y así sucesivamente. La mayor parte de los académicos con experiencia en los campos que ese libro aborda lo consideran, en el mejor de los casos, increíble, o si no, como un respaldo a la impostura que muchos creen que es todo lo referido al Priorato de Sion.
Santa Sangre, Santo Grial ciertamente merece la atención del lector. Dejamos a criterio del lector juzgar si es verdad o no o cuánto de él puede ser cierto. Sólo digamos que Dan Brown tuvo una buena idea al entretejer ese material en una trama de ficción.
El texto que se incluye a continuación es sólo una muestra de las muchas cosas fascinantes que hay en ese libro. Buena parte del material es oscuro y difícil de seguir sin toda la información que ya se presentó en páginas anteriores. Nuestro objetivo es darle al lector una idea de este verdadero texto primordial de El Código Da Vinci. Si le interesa, ¡consígase Santa Sangre, Santo Grial y léalo entero!
Es cierto que Guillaume [de Tiro] nos provee de alguna información básica y que en esa información se han basado todos los relatos posteriores sobre los templarios, las explicaciones sobre su fundación y las narraciones sobre sus actividades. Pero debido a la forma vaga y general en que se expresa Guillaume, debido a la época en que escribió [1175-851] debido a la escasez de fuentes documentales, se trata de una base demasiado precaria como para construir una semblanza definitiva sobre ella. Ciertamente, las crónicas de Guillaume son útiles. Pero es un error -en el que han caído muchos historiadores- considerarlas indiscutibles o totalmente precisas. Hasta las fechas de Guillaume, como enfatiza Sir Steven Runciman, "son confusas y, en ocasiones, demostrablemente erróneas"13
Según Guillaume de Tiro, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón fue fundada en 1118. Se dice que su fundador fue un tal Hugues de Payen, un noble de Champagne, vasallo del conde de Champagne. Un día, Hugues, sin que nadie se lo pidiera, se presentó acompañado de ocho camaradas en el palacio de Balduino I, rey de Jerusalén, cuyo hermano mayor, Godofredo de Bouillon, se había apoderado de la Ciudad Santa hacía diecinueve años. Al parecer, Balduino los recibió muy cordialmente, como también lo hizo el patriarca de Jerusalén -cabeza religiosa del nuevo reino y enviado especial del Papa.
Siempre según Guillaume de Tiro, el objetivo declarado de los templarios era "en la medida de sus fuerzas, mantener seguras calles y carreteras... en especial en lo que hace a la seguridad de los peregrinos".14 Tan noble era este objetivo, que, al parecer, el Rey hizo vaciar toda un ala del palacio real y la puso a disposición de los caballeros. Y a pesar de su declarado voto de pobreza, los caballeros se mudaron a lujosos aposentos. Según la tradición, sus cuarteles estaban sobre los cimientos del antiguo templo de Salomón y de ahí se originó el nombre de la flamante orden.
Durante nueve años, cuenta Guillaume de Tiro, los nueve caballeros no admitieron novicios en su orden. Se suponía que vivían en la pobreza -hasta el punto de que sus sellos oficiales los representaban cabalgando de a dos en un solo caballo, lo que no sólo expresaba hermandad, sino un estado de penuria tal que excluía la posibilidad de caballos individuales. Los sellos que exhiben este motivo suelen ser considerados las enseñas templarias más famosas y características, originadas en los primeros días de la orden. Sin embargo, en realidad aparecieron un siglo más tarde, cuando los templarios ya no eran pobres en absoluto -si es que alguna vez lo fueron.
Según Guillaume de Tiro, quien escribió cincuenta años después de esa fecha, los templarios comenzaron su existencia en 1118, aposentándose en el palacio del Rey -que, presumiblemente, era la base desde donde partían a proteger a los peregrinos por las sendas y caminos de Tierra Santa. Sin embargo, en esa época había un historiador oficial empleado por el Rey. Su nombre era Fulk de Chartres, y no escribió cincuenta años después de la supuesta fundación de la orden, sino en el mismo momento en que ocurrían esos acontecimientos. Curiosamente, Fulk de Chartres no menciona en absoluto a Huguo de Payen y sus compañeros ni a nada que tenga siquiera la más remota conexión con los caballeros templarios. De hecho, reina un ensordecedor silencio acerca de las actividades de los templarios durante los comienzos de su existencia. Ciertamente, no hay registro alguno -ni siquiera posterior- de que protegieran de ninguna manera a los peregrinos. Y uno no puede menos que preguntarse cómo tan pocos hombres podían pretender cumplir con una tarea autoimpuesta de semejantes proporciones. ¿Nueve hombres para proteger a los peregrinos en todos los caminos de Tierra Santa? ¿Sólo nueve? ¿A todos los peregrinos? Si ése era su objetivo, habría sido de esperar que aceptaran nuevos reclutas. Sin embargo, según Guillaume de Tiro, durante nueve años no admitieron nuevos aspirantes a la orden.
Así y todo, en el transcurso de una década la fama de los templarios parece haber llegado hasta Europa. Las autoridades eclesiásticas los elogiaban y exaltaban su misión cristiana. Para 1128, o poco después, un tratado que alaba sus virtudes y cualidades fue emitido nada menos que por san Bernardo, al de Clairvaux, principal portavoz de la cristiandad de la época. El tratado Bernardo, "Elogio de la Nueva Caballería" declara que los templarios son el epítome y la apoteosis de los valores cristianos.
Pasados los nueve años, en 1127, la mayoría de los nueve caballeros regresó a Europa, donde recibieron una bienvenida triunfal, orquestada en buena parte por san Bernardo. En enero de 1128 se celebró un concilio eclesiástico en Troyes -corte del conde de Champagne, el señor feudal de Huguer de Payen- inspirado, una vez más, por Bernardo. En este concilio los templarios fueron reconocidos oficialmente e incorporados como orden religioso-militar. Hugues de Payen recibió el título de Gran Maestre. Sus subordinados y él serían monjes-guerreros, soldados místicos que combinarían su austera disciplina del claustro con un celo marcial cercano al fanatismo -una "milicia de Cristo", como se los llamó en su momento. Y fue una vez más san Bernardo quien ayudó a definir, con un entusiasta prefacio, la regla de conducta a la que adherirían los caballeros -una regla basada en la orden monástica cisterciense, en la que el propio Bernardo era una influencia dominante.
Los templarios hacían voto de pobreza, castidad y obediencia. Estaban obligados a cortarse el cabello, pero tenían prohibido cortar sus barbas, distinguiéndose así en una época en que la mayor parte de los hombres iban afeitados.
La dieta, la vestimenta y otros aspectos de la vida cotidiana eran severamente guiados según rutinas monacales y militares. Todos los integrantes de la orden debían vestir túnicas y mantos blancos, que no tardarían en convertirse en característica capa blanca que distinguió a los templarios. "Se dispone que nadie usará hábitos blancos a no ser los... Caballeros de Cristo".15 Así lo establecía la regla de la orden, que se explayaba sobre el significado simbólico de esta prenda: "A todos los caballeros que han tomado las órdenes les damos, en invierno y en verano, siempre que sea posible obtenerlas, vestiduras blancas, así aquellos que han dejado atrás una vida oscura saben que se encomiendan al Creador para llevar una vida pura y blanca".16
Además de estos detalles, la regla estableció una jerarquía y aparato administrativo generales. Y se controlaba estrictamente la conducta en el campo de batalla. Por ejemplo, si eran capturados, los templarios no podían pedir cuartel ni ser librados mediante el pago de un rescate; estaban obligados a pelear hasta la muerte. Tampoco se les permitía retirarse a no ser que fueran sobrepasados por más de tres a uno.
En 1139, el papa Inocencio III -antiguo monje cisterciense en Clairvaux y protegido de san Bernardo- promulgó una bula papal. Según esta bula, los templarios no le debían lealtad a ningún poder secular o eclesiástico que no fuera el del Papa. En otras palabras, se los declaraba totalmente independientes de todos los reyes, príncipes y prelados y de toda interferencia por parte de las autoridades políticas y religiosas. Habían llegado a ser en efecto, una ley en sí mismos, un imperio internacional autónomo.
Durante las dos décadas que siguieron al Concilio de Troyes la orden se expandió con extraordinaria rapidez y a una escala extraordinaria. Cuando Hugues de Payen visitó Inglaterra a fines de 1128 fue recibido "con gran veneración" por el rey Enrique I. En toda Europa, los hijos menores de familias nobles se apresuraron a enrolarse en las filas de la orden, que recibió vastas donaciones -en dinero, bienes y tierras- provenientes de todos los rincones de la cristiandad. Hugues de Payen donó sus propias posesiones y todos los nuevos reclutas debieron hacer lo mismo. Quien ingresara en la orden debía donarle todos sus bienes...
...Muchos de los contemporáneos [de los templarios] los evitaban, pues creían que estaban aliados a poderes impuros. En fecha tan temprana como 1208, al comienzo de la cruzada albigense, el papa Inocencio III había reprendido a los templarios por su comportamiento poco cristiano y se había referido expresamente a la necromancia. Por otro lado, había individuos que los alababan con extravagante entusiasmo. A fines del siglo XII, Wolfram von Eschenbasch, el más grande de los minnesingers o romanciers medievales visitó especialmente Outremer para ver a los templarios en acción.
Y cuando, entre 1195 y 1220 Wolfram compuso su romance épico Parzifal, les confirió la más exaltada jerarquía a los templarios. En el poema de Wolfram, los caballeros que custodian el Santo Grial, el castillo de Grial y la familia del Grik son templarios.17
Tras la desaparición del Temple, la mística que lo rodeaba persistió. El último acto registrado de la historia de la orden fue la muerte en la hoguera de su último gran maestre, Jacques de Molay, en marzo de 1314. Se dice que Jacques de Molay, mientras el humo del fuego lento lo asfixiaba, lanzó una maldición desde las llamas. La tradición afirma que convocó a sus perseguidores -el papa Clemente y el rey Felipe- a que se le reunieran ante el tribunal de Dios para rendir cuentas de sus actos en el transcurso de un ano. Un mes después, Clemente moría, supuestamente a consecuencia de un ataque de disentería. Para fin de ese año, Felipe también había muerto por causas que nunca quedaron claras. Por supuesto que no hace falta buscar explicaciones sobrenaturales. Los templarios eran muy expertos en el empleo de venenos. Y ciertamente había suficientes personas -caballeros refugiados que viajaban de incógnito, simpatizantes de la orden o parientes de cofrades perseguidos- que podían tomarse la apropiada venganza. Aun así, el aparente cumplimiento de la maldición del gran maestre avaló la creencia que existía respecto a los poderes ocultos de la orden. Y la maldición no terminó allí. Según la leyenda, ensombrecería el linaje real francés durante muchos siglos. Y así, ecos de los supuestos poderes ocultos de los templarios reverberaron a lo largo de la historia.
Durante el siglo XVIII, muchas confraternidades secretas o semisecretas alababan a los templarios como precursores e iniciados místicos. Muchos "ritos u observancias" masónicas de la época decían descender en línea recta del orden y custodiar autorizadamente sus arcanos secretos. Algunas de estas afirmaciones eran claramente descabelladas. Otras -que, por ejemplo, se remitían a la posible supervivencia de la orden en Escocia- bien pueden haber tenido un núcleo de verdad, aunque sus accesorios fueran espurios.
Para 1789, las leyendas que rodeaban a los templarios habían alcanzado proporciones decididamente míticas y su realidad histórica estaba oscurecida por un aura de confusión y novelería. Se consideraba que los templarios eran cultores del ocultismo, alquimistas iluminados, magos y sabios, maestros y albañiles e iniciados de alto grado -auténticos superhombres provistos de imponente arsenal de poderes y conocimientos secretos. También se los consideraba héroes y mártires, heraldos del espíritu anticlerical de la época; y muchos masones franceses, al conspirar contra Luís XVI, creían que estaban dando a implementar la maldición contra la casa real francesa lanzada por Jacques de Molay antes de morir. Se dice que cuando la cabeza del Rey cayó cortada por la guillotina, un desconocido subió de un salto al cadalso. Mojó la mano en la sangre del monarca y asperjándola sobre los espectadores gritó "¡Jacques de Molay, has sido vengado!".
El aura que rodea a los templarios desde la Revolución Francesa no ha disminuido. Al menos tres organizaciones contemporáneas se dicen templarias, pretenden poseer una ascendencia demostrable hasta 1314 y estatutos cuya autenticidad nunca ha sido establecida. Ciertas logias masónicas han adoptado también el grado de "templario", así como rituales y denominaciones que supuestamente descienden de la orden original. Hacia el fin del siglo XIX, la siniestra Orden de los Nuevos Templarios se estableció en Alemania y Austria y empleó la cruz gamada como uno de sus emblemas. Figuras como H. P. Blavatsky, fundadora de la Teosofía, y Rudolf Steiner, fundador de la Antroposofía, hablaban de una esotérica "tradición de la sabiduría" transmitida a través de los rosacruces a los cátaros y templarios, supuestos depositarios de secretos aún más antiguos...
De todos los documentos publicados depositados en forma privada en la Bibliothéque Nationale, los más importantes son los que constituyen la compilación de papeles que tiene el título colectivo de Dossiers Secrets (legajos secretos). Catalogada bajo el número 4° 249, está compilación está pasada a microfilm. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, constituía una compilación delgada y de aspecto poco llamativo, una suerte de carpeta de tapas rígidas que contenía una cantidad de ítems sin mutua relación aparente -recortes de diarios, cartas pegadas a hojas de papel para preservar su integridad, panfletos, muchos árboles genealógicos y alguna que otra hoja impresa extraída, al parecer, de otra obra. Cada tanto, alguien quitaba alguna hoja. En otros momentos, se insertaban páginas nuevas. Con el correr del tiempo, esas páginas iban siendo reemplazadas por otras, impresas, que contenían todas las enmiendas hechas hasta el momento.
La mayor parte de los Dossiers, que consiste en árboles genealógicos, se le adscribe a un tal Henri Lobineau, cuyo nombre figura en la página del título. Dos ítems adicionales de la carpeta declaran que Henri Lobineau es también un seudónimo -derivado tal vez de una calle, la calle Lobineau, que corre junto a Saint-Sulpice, en París- y que las genealogías son en realidad obra de un hombre llamado Leo Schidlof, un historiador y estudioso de la antigüedad austriaca quien supuestamente vivió en Suiza y murió en 1966. Basándonos en esta información, nos dedicamos a averiguar cuanto pudiéramos acerca de Leo Schidlof.
En 1978, logramos ubicar a la hija de Leo Schidlof, quien vivía en Inglaterra. Su padre, dijo, era realmente austriaco. Pero no era genealogista, historiador ni estudioso de la antigüedad, sino un experto y comerciante en miniaturas, autor de dos obras sobre el tema. Se había radicado en Londres en 1966, año y lugar que coincidían con lo que se afirmaba en los Dossiers Secrets.
La señorita Schidlof afirmó con vehemencia que su padre nunca había tenido ningún interés en la genealogía, la dinastía merovingia o acontecimientos misteriosos ocurridos en el sur de Francia. Sin embargo, agregó, era obvio que algunas personas creían que era así. Por ejemplo, en la década de 1960, había recibido muchas cartas y llamadas telefónicas de personas no identificas tanto de Europa como de Estados Unidos que querían verlo y discutir con él asuntos que desconocía por completo. Cuando murió en 1966, hubo otra andanada de mensajes, la mayor parte de los cuales eran averiguaciones con respecto a sus papeles.
Sea cual haya sido el asunto en que el padre de la señorita Schidlof se había comprometido involuntariamente, parece haber tocado un nervio sensible del gobierno estadounidense. En 1946 -una década antes de la supuesta compilación de los Dossiers Secrets- Leo Schidlof solicitó una visa para ingresar en Estados Unidos. La solicitud fue rechazada alegando sospecha de espionaje u otra forma de actividad clandestina. Por fin, el asunto parece haberse dilucidado, la visa fue emitida y a Leo Schidlof se le permitió ingresar en Estados Unidos. Bien puede haberse tratado de una típica confusión burocrática. Pero la señorita Schidlof parecía sospechar que había alguna conexión con las arcanas preocupaciones que se atribuían a su padre en forma tan desconcertante.
El relato de la señorita Schidlof nos dio que pensar. El rechazo de la solicitud de visa bien puede haber sido algo más que una coincidencia, pues los Dossiers Secrets había referencias que vinculaban el nombre de Leo Schi con alguna suerte de espionaje internacional. Sin embargo, en el ínterin apareció otro panfleto en París -hecho que, en los meses subsiguientes, fueron firmados por otras fuentes. Según ese panfleto, el elusivo Henri Lobineau no al fin y al cabo Leo Schidlof, sino un aristócrata francés de distinguido por el conde Henri de Lénoncourt.
La cuestión de la auténtica identidad de Lobineau no era el único enigma asociado a los Dossiers Secrets. También había un ítem referido al “portafolios de cuero de Leo Schidlof”. Ese portafolios supuestamente contenía una cantidad de papeles secretos referidos a Rennes-le-Chateau entre los años 1600 y 1800. Poco después de la muerte de Schidlof, se afirmó que ese portafolios pasó a manos de un correo, un tal Fajar ul Islam, quien, en febrero de 1967, debía encontrarse en Alemania Oriental con un 'un agente designado por Ginebra’ para confiárselo. Sin embargo, antes de que la entrega pudiera realizarse, informó que Fajar ul Islam había sido expulsado de Alemania Oriental y había regresado a París a "esperar nuevas órdenes". El 20 de febrero de 1967, el cadáver fue encontrado en las vías del tren en Melun, arrojado desde el expreso París-Ginebra. Supuestamente, el portafolios había desaparecido.
Nos dispusimos a verificar esta tétrica historia en la medida de nuestras posibilidades. Una serie de artículos publicados en los diarios franceses de febrero la confirmaba en su mayor parte18. Un cuerpo decapitado había sido realmente encontrado en las vías de Melun. Fue identificado como perteneciente a un joven paquistaní llamado Fajar ul Islam.
Por razones que no quedaban claras, el joven había sido expulsado de Alemania Oriental y viajaba de París a Ginebra, al parecer en alguna suerte de actividad de espionaje.
Según el diario, las autoridades sospechaban que se trataba de un crimen y el caso estaba siendo investigado por la DST (Directorio de Vigilancia Territorial, o Contraespionaje).
Por otro lado, los diarios nada decían de Leo Schidlof, de un portafolios de cuero ni de nada que pudiese conectar el episodio con el misterio de Rennesle-Chateau. De modo que quedamos frente a una serie de interrogantes.
Por una parte, era posible que la muerte de Fajar ul Islam estuviera vinculada a Rennes-le-Chateau y que el documento incluido en los Dossiers Secrets se basase en "información secreta" a la que los diarios no tuvieron acceso. Por otro lado, el documento incluido en los Dossiers Secrets puede haberse tratado de una deliberada y espuria mistificación. Sólo hacía falta encontrarse con una muerte inexplicada y sospechosa y adscribírsela a cualquier tema en el que uno se interesase. Pero si esto era así, ¿cuál era el propósito de la iniciativa? ¿Por qué alguien había de crear deliberadamente una atmósfera de intriga siniestra en torno a Rennes-le-Chateau? ¿Qué había para ganar con tal atmósfera? ¿Y quién ganaba?
Estas cuestiones nos dejaron aún más perplejos cuando descubrimos que la muerte de Fajar ul Islam no había sido, al parecer, un hecho aislado. Menos de un mes después, otra obra impresa en forma privada fue depositada en la Bibliothéque Nationale. Se llamaba Le Serpent Rouge (La serpiente roja) y tenía la fecha, claramente simbólica, de 17 de enero. Su página inicial la adscribía a tres autores -Pierre Feugére, Louis Saint-Maxent y Gaston de Koker.
Le Serpent Rouge es una obra curiosa. Contiene una genealogía merovingia y dos mapas de Francia en la época merovingia, así como un breve comentario. También contiene una planta de la Iglesia parisina de Saint Sulpice, que esboza las capillas y los diversos santos de sus capillas. Pero el grueso del texto consiste en trece breves poemas en prosa de impresionante calidad, muchos de los cuales recuerdan la obra de Rimbaud. Los poemas ocupan un párrafo cada uno y corresponden a los signos del zodíaco, un zodíaco de trece signos, el decimotercero de los cuales está insertado entre Escorpio y Sagitario y se denomina Ofiucus o Quien Tiene la Serpiente.
Narrados en primera persona, los trece poemas en prosa son algún tipo de peregrinación simbólica alegórica que comienza con Acuario y concluye con Capricornio -que, como se afirma explícitamente en el texto, preside el de enero. En el texto, críptico por lo general, se insertan referencias reconocibles a la familia Blanchefort, a la ornamentación de la Iglesia de Rennes- Chateau, a algunas de las inscripciones de Sauniére que se encuentran allí. Poussin y su pintura Les Bergers d'Arcadie, al lema inscripto en la tumba: "in Arcadia Ego". En un punto se menciona una serpiente roja, "citada en los pergaminos", que se desenrolla a través de siglos; una alusión explícita, parecería, a un linaje o línea de sangre. En cuanto al signo astrológico de Leo, hay un enigmático párrafo que vale la pena citar completo:
De quien deseo liberar me llega la fragancia del perfume que impregna el Sepulcro. Antes, algunos la llamaban ISIS, benigna reina de todas las fuentes. VENID A MÍ TODOS AQUELLOS QUE SUFRÍS Y ESTAIS AFLIGIDOS Y OS ALIVIARÉ. Para otros, es MAGDALENA, la del célebre pote colmado del bálsamo que cura. Los iniciados saben su verdadero nombre: NOTRE DAME DES CROSS.19
Las implicaciones de este párrafo son extremadamente interesantes. Isis, por supuesto, es la diosa madre egipcia, patrona de los misterios. La "Reina Blanca" en su aspecto benévolo, la "Reina Negra" en el malévolo.
Muchos quienes han escrito sobre mitología, antropología, psicología y teología han rastreado el culto de la diosa madre desde tiempos del paganismo hasta la era cristiana.
Y según estos escritores, ella ha sobrevivido en el cristianismo con la Virgen María, la Reina de los Cielos, como la llamó san Bernardo, desición que en el Antiguo Testamento se le da a la diosa madre Astarté, equivalente fenicio de Isis.
Pero según el texto de Le Serpent Rouge, la diosa madre del cristianismo no parece ser la Virgen.
Al contrario, parece ser Magdalena; quien está dedicada la Iglesia de Rennes-le-Chateau y a quien Sauniére le dedicó su torre...
Los Grandes Maestres y la corriente subterránea
En los Dossiers Secrets los siguientes individuos aparecen en una lista de sucesivos grandes maestres -o para usar el término oficial, nautonnier, antigua palabra francesa que significa "nauta" o "timonel"- del Prieuré de Sion:
Jean de Gisors Marie de Saint-Clair Guillaume de Gisors ÉdouarddeBar JeannedeBar Jean de Saint-Clair Blanche d'Évreux Nicolás Flamel Renéd'Anjou Iolande de Bar Sandro Filipepi Leonardo da Vinci Connétable de Bourbon Ferdinand de Gonzaga Louis de Nevers RoberFludd J, Valentín Andrea RoberBoyle Isaac Newton Charles Radclyffe Carlos de Lorena Maximiliano de Lorena Charles Nodier Victor Hugo Claude Debussy JeanCocteau | 1188-1220 1220-1266 1266-1307 1307-1336 1336-1351 1351-1366 1366-1398 1398-1418 1418-1480 1480-1483 1483-1510 1510-1519 1519-1527 1527-1575 1575-1595 1595-1637 1637-1654 1654-1691 1691-1727 1727-1746 1746-1780 1780-1801 1801-1844 1844-1885 1885-1918 1918-20 |
Cuando vimos por primera vez esta lista nos produjo cierto escepticismo, por un lado, incluye una cantidad de nombres que uno esperaría encontrar automáticamente en una lista de estas características; nombres de individuos famosos asociados con el "ocultismo" y el "esoterismo". Por otro lado, incluye una cantidad de nombres ilustres y poco probables -en ciertos casos, de individuos a quienes no podemos imaginar presidiendo una sociedad secreta. Al mismo tiempo, muchos de estos últimos nombres son precisamente del tipo del que las organizaciones del siglo XX han intentado adueñarse frecuentemente para establecer un linaje espurio. Por ejemplo, las listas publicadas por AMORC, los modernos "rosacruces" con base en California incluyen prácticamente todas las figuras importantes de la historia y la cultura occidental cuyos valores coinciden, así sea muy tangencialmente, con los de la orden.
Hasta la más casual superposición o convergencia de actitudes es interpretada mal como equivalente a "iniciación en la organización". De modo que nos dicen que Dante, Shakespeare, Goethe e infinidad de otros eran "rosacruces", en el sentido de que eran miembros poseedores de una credencial y pagaban sus cuotas en forma regular.
Nuestra actitud inicial ante la lista en cuestión fue igualmente cínica.
Una vez más, aparecen los nombres que es de esperar -nombres asociados con el "ocultismo" y el "esoterismo". Nicolas Flamel, por ejemplo, es tal vez el más famoso y bien documentado de los alquimistas medievales. El filósofo del siglo XVII Robert Fludd fue un exponente del pensamiento hermético y de otros temas ocultos. Johann Valentin Andrea, el alemán contemporáneo de Fludd fue autor de, entre otras cosas, las obras que engendraron el mito del fabuloso Cristian Rosenkreuz.
Y también hay nombres como los de Leonardo da Vinci y Sandro Filipepi, más conocido como Botticelli. Hay nombres de distinguidos científicos como Robert Boyle y sir Isaac Newton. Durante los dos últimos siglos, los grandes maestres del Prieuré de Sion supuestamente incluyeron figuras literarias y culturales de la importancia de Victor Hugo, Debussy y Jean Cocteau.
Al incluir tales nombres, la lista de los Dossiers Secrets no podía sino sospechosa. Era casi inconcebible que algunos de los individuos que se citaban hubiesen presidido una sociedad secreta; más aún, una sociedad secreta dedicada al "ocultismo" y el "esoterismo". Y aunque Hugo, Debussy y Cocteau se interesaron en tales temas, parecen ser figuras demasiado bien conocidas, bien investigadas y documentadas para haber sido grandes maestra una orden secreta. No al menos, sin que hubiese habido alguna filtración respecto.
Por otro lado, la lista no sólo está compuesta de nombres distinguidos. La mayor parte de los demás nombres pertenecen a nobles europeos de alto rango, muchos de ellos poco conocidos no sólo para el lector general sino para un historiador profesional. Por ejemplo, Guillaume de Gisors, de quien se dice que organizó el Prieuré de Sion en forma de "masonería hermética" en 1300. Y su abuelo, Jean de Gisors, de quien se dice que fue el primer gran maestro independiente de Sion, cargo que habría asumido tras "la tala del olmo" separación del Temple en 1188. No hay duda con respecto a que Jean de Gisors tuvo existencia histórica. Nació en 1133 y murió en 1220. Se lo menciona en cédulas y fue señor, nominal al menos, de la famosa fortaleza de Normandía donde tradicionalmente se encontraban los reyes de Inglaterra y Francia [sic] y donde tuvo lugar la tala del olmo en 1188. Jean parece haber sido un terrateniente sumamente poderoso y acaudalado y, hasta 1193, vasallo del de Inglaterra. Se sabe también que tenía propiedades en Inglaterra, en Sussex así como la granja de Titchfield en Hampshire21. Según los Dossiers secrets, se encontró con Tomás de Bekett en Gisors en 1169, aunque no se indica el objetivo de ese encuentro. Pudimos confirmar que Beckett estuvo en Gisors en 116922 y por lo tanto es probable que haya tenido algún contacto con el señor de la fortaleza; pero no pudimos encontrar ningún registro de un encuentro concreto entre ambos.
En síntesis, Jean de Gisors, más allá de unos pocos detalles, no podía ser rastreado. Parecía no haber dejado marca alguna en la historia, fuera de su existencia y su título. No pudimos encontrar ni un indicio de qué hacía, de cuál fue el motivo de su fama o de su inclusión en la lista de grandes maestres de Sion. Si la lista de los supuestos grandes maestres de Sion era auténtica, ¿qué hizo Jean, nos preguntamos, para merecer ser incluido en ella? ¿Y si la lista era un falsificación reciente, por qué había de incluir a alguien tan poco conocido?
Sólo parecía haber una explicación posible, que en realidad no explicaba mucho. Como los otros nombres aristocráticos que figuraban en la lista de los grandes maestres de Sion, Jean de Gisors aparecía en las complicadas genealogías que se encontraban en otras partes de los "documentos del Prieuré". Junto a esos otros elusivos nobles, aparentemente pertenecía al denso bosque de árboles genealógicos -que supuestamente ascendían en última instancia a la dinastía merovingia. Nos pareció evidente, pues, que el Prieuré de Sion era -al menos en gran medida- un asunto de familia. De alguna forma parecía que la orden se asociaba con una ascendencia y un linaje. Y tal vez fuera esta conexión con una ascendencia o linaje lo que explicaba los diversos nombres nobiliarios en la lista de grandes maestres.
De la lista se deducía aparentemente que el gran maestrazgo de Sion se desplazaba repetidamente entre dos grupos esencialmente distintos de individuos. Por un lado, las figuras de estatura monumental que -a través del esoterismo, las artes o las ciencias- han producido algún impacto sobre la tradición, la historia y la cultura occidentales. Por otro, los integrantes de una red de familias específicas y entrelazadas -nobles y a veces reales. En cierto modo, esa curiosa yuxtaposición le prestaba plausibilidad a la lista. Si lo que uno quisiera fuese meramente inventarse una ascendencia, no tendría sentido incluir tantos aristócratas desconocidos u olvidados hace tiempo.
No tendría sentido, por ejemplo, incluir a Carlos de Lorena, mariscal de campo austriaco del siglo XVIII, cuñado de la emperatriz María Teresa, quien demostró ser particularmente inepto como militar y fue arrollado en batalla tras batalla por Federico el Grande de Prusia.
Al menos en este aspecto, el Prieuré de Sion parecería modesto y realista. No pretende haber funcionado bajo los auspicios de genios incomparables, maestros sobrehumanos, "iniciados" iluminados, santos, sabios o inmortales.
Al contrario, reconoce que sus grandes maestres han sido seres humanos falibles que representan un muestrario de la humanidad: unos pocos genios, unos pocos notables, unos pocos "especímenes promedio", unos pocos nadies, aun unos pocos tontos.
¿Por qué, no podíamos menos que preguntarnos, una lista fraudulenta o falsificada había de incluir tal espectro? Si uno quiere inventar una lista de grandes maestres ¿por qué no limitarse a los nombres ilustres? Si uno quiere falsificar una ascendencia que incluye a Leonardo, Newton y Victor Hugo, ¿por qué no incluir también a Dante, Miguel Ángel, Goethe y Tolstoi en vez de personajes oscuros como Édouard de Bar y Maximiliano de Lorena? Además, ¿por qué había tantas figuras de segunda categoría en la lista? ¿Por qué un escritor relativamente menor como Charle Nodier más bien que sus contemporáneos Byron o Pushkin? ¿Por qué un aparente "excéntrico" como Cocteau en lugar de figuras de prestigio internacional como André Gide o Albert Camus? ¿Y por qué omitir a individuos como Poussin, cuya conexión con el misterio ya había sido establecida? Estas cuestiones nos incomodaban y nos hacían ver que la lista merecía ser considerada con atención antes de descartarla como flagrante fraude.
Por lo tanto, nos embarcamos en un largo y pormenorizado estudio de los grandes maestres -sus biografías, actividades y logros. Al llevar a cabo este estudio procuramos, en la medida de nuestras posibilidades, someter todos los nombres de la lista a ciertas preguntas clave:
1) ¿Hubo algún contacto personal, directo o indirecto entre cada uno de los supuestos grandes maestres, su predecesor inmediato y su sucesor inmediato?
2) ¿Hubo algún vínculo, de parentesco o de otra naturaleza, entre cada supuesto gran maestre y las familias que figuraban en los "documentos del Prieuré" con alguna de las familias de supuesta ascendencia merovingia, en particular la casa ducal de Lorena?
3) Los supuestos grandes maestres ¿tuvieron alguna conexión con Rennes-le-Chateau, Gisors, Stenay, Saint Sulpice o algún otro de los lugares que habían aparecido repetidamente en el transcurso de nuestra investigación?
4) Si Sion se definía a sí mismo como "masonería hermética" ¿todos los supuestos grandes maestres mostraron alguna predisposición al pensamiento hermético o un vínculo con sociedades secretas?
Aunque era difícil, a veces imposible, obtener información con respecto a supuestos grandes maestres anteriores a 1400, nuestra investigación de las figuras posteriores produjo una coherencia y unos resultados sorprendentes. Muchos de ellos estaban asociados de una u otra manera con los sitios que parecían relevantes: Rennes-le-Chateau, Gisors, Stenay y Saint Sulpice. La mayor parte de los nombres de la lista tenía lazos de sangre con la casa de Lorena o estaba vinculada a ésta de alguna otra manera; por ejemplo, hasta Robert Fludd fue tutor de los hijos de Enrique de Lorena. A partir de Nicolas Flamel, todos los nombres de la lista, sin excepción, estaban vinculados al pensamiento hermético y a menudo estaban vinculados a sociedades secretas -aun en el caso de hombres como Boyle y Newton, a quienes uno no asociaría con tales cosas-. Y con sólo una excepción, cada supuesto gran maestre había tenido contacto -a veces directo, a veces por medio de amigos íntimos mutuos- con quienes los precedieron y sucedieron...
POR JAMES MARTIN, S. J.
James Martin, S. J., es editor asociado de la revista católica America y sacerdote de la iglesia de San Ignacio de Loyola en Manhattan. "Opus Dei in the United States" (El Opus Dei en Estados Unidos) de James Martin, S. J., fue publicado originariamente en America el 25 de febrero de 1995. Aunque escrito hace casi una década, el artículo sigue siendo uno de los que mejor y más equilibradamente se ocupa del Opus Dei, la organización a la que pertenece Silas, el albino monje asesino de El Código Da Vinci. El artículo de Martin es esclarecedor. Copyright © 1995 by America Press. Todos los derechos reservados. Para información sobre suscripciones, visitar www.americamagazine.org.
El Opus Dei es el grupo más controvertido de la Iglesia Católica de hoy. Para sus miembros se trata nada menos que de la Obra de Dios, la inspiración del beato Josemaría Escrivá, quien contribuyó al trabajo de Cristo promoviendo la santidad de la vida cotidiana. Para sus críticos se trata de una organización poderosa, incluso peligrosa, que funciona casi como una secta que usa el sigilo y la manipulación para alcanzar sus objetivos. Al mismo tiempo, muchos católicos admiten que saben poco acerca de este influyente grupo.
Este artículo es una visión de las actividades del Opus Dei en Estados Unidos. Se basa en material escrito por la organización y por sus críticos, así como en entrevistas con miembros y ex miembros del grupo y con sacerdotes, con laicos religiosos, guías espirituales universitarios, estudiosos y periodistas que han estado en contacto con el Opus Dei en Estados Unidos.
Datos básicos
Cualquier consideración que se le preste al Opus Dei debe comenzar con monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, el sacerdote español que fundó el grupo el 2 de octubre de 1928. Ese día, según la literatura de la organización mientras hacía un retiro en Madrid, súbitamente, mientras las campanas resonaban en una iglesia cercana, se hizo la luz: Dios le hizo ver el Opus Dei, Monseñor Escrivá, al que invariablemente los miembros se refieren como el Fundador, tuvo la visión del Opus Dei como una manera de alentar a los laicos a aspirar a la santidad sin cambiar su ocupación ni su situación en la vida, En la actualidad, el Opus Dei se siente muy identificado con el Concilio Vaticano II, con su renovado interés en los laicos.
Algo de la espiritualidad del grupo puede vislumbrarse en los numerosos escritos de Escrivá, muy particularmente en su libro Camino, de 1939. Esta obra es una colección de 999 máximas, que van desde las devociones cristianas tradicionales ("La plegaria de un cristiano nunca es un monólogo") hasta dichos que podrían haber sido sacados de un almanaque popular ("No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy").
Su grupo creció rápidamente, difundiéndose por España y otros países europeos, y en 1950 fue reconocido por la Santa Sede como el primer "instituto secular". En las dos décadas siguientes, la Obra, como la llaman sus miembros; llegó a América latina y a Estados Unidos.
En 1982 el papa Juan Pablo II le otorgó el estatus de "prelatura personal", una expresión canónica que significa que la jurisdicción alcanza a las personas dentro del Opus Dei más que a una región en particular. En otras palabras opera jurídicamente de manera muy parecida a como operan otras órdenes, sin tener en cuenta los límites geográficos. Este reconocimiento exclusivo -es la única prelatura personal de la Iglesia- es una demostración de la alta estima en que lo tiene Juan Pablo II, así como del importante lugar que ocupa en él Vaticano. Lo cual también hizo que sus críticos se preguntaran por qué una organización obviamente laica necesitaba ese estatus. Hoy en día el Opus Dei tiene 77.000 miembros (incluidos 1.500 sacerdotes y 115 obispos) en más de 80 países.
Una nueva demostración del favor de que goza en el Vaticano -y una mayor legitimación- se produjo en 1992 cuando Escrivá fue beatificado en una ceremonia a la que asistieron 300.000 seguidores en la Plaza de San Pedro. Esto provocó controversias ya que la beatificación se produjo apenas unos pocos años después de la muerte de Escrivá en 1975, pasando por encima de figuras como el papa Juan XXIII. "¿Llega con demasiada rapidez la santidad del Fundador de un influyente grupo católico?" titulaba en enero de 1992 el New York Times, haciéndose eco de otros artículos críticos que aparecieron por ese mismo tiempo. Un artículo en el London Spectator, por ejemplo, incluía declaraciones de ex colaboradores allegados acerca de conductas no tan santas de Escrivá. "Tenía un carácter desagradable", decía uno, "y tendencias pro nazis, pero eso nunca se menciona".
El Opus Dei en Estados Unidos
El Opus Dei cuenta con más de 3.000 seguidores en Estados Unidos, con 64 centros o residencias en 17 ciudades... Cada centro habitualmente alberga entre 10 y 15 miembros, con instalaciones separadas para hombres y mujeres. También auspicia otros programas, como casas de retiro, programas para católicos casados y programas externos para pobres como el de educación para niños en South Bronx...
Dada la presencia creciente del Opus Dei en este país, me puse en contacto con cada uno de los siete cardenales de Estados Unidos y con un arzobispo para solicitarles sus comentarios para este artículo. Esperaba de esta manera evaluar las opiniones de la dirigencia católica norteamericana. Ninguno quiso hacer declaraciones, ni positiva ni negativamente. La mayoría dijo, o bien que no sabía demasiado de ese grupo o que no mantenía contacto con ellos, aunque el Opus Dei funciona en casi todas las grandes arquidiócesis del país.
Sigilo y privacidad
Es difícil leer algo acerca del Opus Dei sin encontrarse con menciones acerca de su supuesto sigilo. ("El Papa beatifica al Fundador de un grupo sigiloso y conservador", decía un titular del New York Times en 1992.) Efectivamente, mientras algunos de sus miembros son bien conocidos, como el director de la sala de prensa del Vaticano, el médico Joaquín Navarro-Valls, no ocurre lo mismo con muchos otros. Los críticos también señalan que la mayor parte de las organizaciones del grupo no están claramente identificadas como afiliadas a él.
El Opus Dei niega todo esto. "No es secreto", explica el director de comunicaciones Bill Schmitt, "es privado. Una gran diferencia". Schmitt describe la vocación por el Opus Dei como un asunto privado, una relación personal con Dios. Los miembros son conocidos por sus amigos, sus familias, sus vecinos, sus colegas en el trabajo. El mismo Escrivá dijo en una entrevista en 1967: "Los miembros detestan el sigilo".
Pero a la mayoría de sus críticos no les preocupa que sus miembros anuncien públicamente su afiliación al Opus Dei... Cuando ellos hablan de "sigilo", se refieren más bien a la frustración en la que terminan sus esfuerzos para obtener respuestas acerca de las actividades y las prácticas corporativas básicas del Opus Dei.
Me encontré tal vez con un ejemplo de esta dificultad en el curso de mi investigación. Cuando empecé, le pedí a Bill Schmitt un ejemplar de los reglamentos del Opus Dei. Pensé que leyéndolos podría entenderlo mejor y abandonar así algunos prejuicios. Me dio una copia de los estatutos de 1982. Pero estaban en latín, y para colmo, latín técnico "eclesiástico". Pedí un ejemplo de la traducción al inglés. Me dijo que no existía. Cuando quise saber por qué, lo primero que me dijo fue que el Opus Dei no había tenido tiempo suficiente como para traducirlos. A lo que respondí que me parecía raro pues los estatutos tenían ya doce años y Camino ya había sido traducido a treinta y ocho idiomas.
Cuando insistí, me brindó una segunda explicación:
-Es un documento de la Iglesia -me dijo-. No son nuestros. La Santa Sede quiere que estén en latín...
Quise saber entonces cómo podían los integrantes de habla inglesa estudiar sus propios estatutos, y él me explicó que los estudiaban a fondo.
-Todo debe quedarles claro durante su formación.
De todas maneras, me seguía pareciendo extraño, de modo que volví a preguntarle a Bill Schmitt. Recibí la misma respuesta:
-El documento pertenece a la Santa Sede, y la Santa Sede no quiere que se traduzcan. Estoy seguro de que hay una razón.
Consulté a tres expertos en derecho canónico para saber cuál podría ser esa razón. Uno de los especialistas me respondió:
- ¿Propiedad de la Santa Sede? Jamás he escuchado semejante cosa.
Otro, John Martin, S. J., profesor de derecho canónico en el Regis College en Toronto, señaló que en las órdenes religiosas y las asociaciones laicas, lo normal es que se publiquen sus estatutos en las lenguas locales, y hasta donde él sabía, "no hay ninguna prohibición eclesiástica general que impida la traducción de los documentos de las órdenes religiosas"...De modo que parece que es el Opus Dei, no la Santa Sede, quien impide que los estatutos sean traducidos.
Ann Schweninger tiene veinticuatro años y perteneció al Opus Dei. Ahora vive en Columbus, Ohio, donde trabaja con la diócesis de ese lugar. No se sorprendió cuando le conté acerca de mis dificultades para entender el asunto.
-El Opus Dei sigue sus propias reglas -me dijo-. Si ellos no quieren que algo salga a la luz, no permiten que sea accesible.
Con referencia al tiempo que ella misma pasó en el Opus Dei, me dijo:
-Nunca me mostraron los estatutos ni tampoco estaban disponibles. Se habla de ellos, pero no se discuten.
Según Schweninger el único documento oficial disponible es el catecismo del Opus Dei, el cual sólo puede ser leído con la autorización expresa del director de la residencia.
-Está guardado bajo llave -precisó. Luego agregó que durante las clases de catecismo se la alentó para que tomara notas "en código" a fin de evitar que fueran leídos por personas extrañas a la organización.
Una institución laica
Encontrarse con el Opus Dei es encontrarse con católicos dedicados, vigorosos, comprometidos en una variedad de ocupaciones. Es también encontrarse con una asombrosa estructura de sacerdotes, numerarios, supernumerarios, cooperadores, asociados, directores y administradores. La organización considera a los diferentes tipos de miembros como distintos modos de disponibilidad para su misión. Quienes la critican, sostienen que al poner el acento en la jerarquía tanto como en el celibato y la obediencia, no hacen más que reproducir la vida religiosa a la vez que se declaran laicos...
He aquí algunos términos básicos. Numerarios son miembros solteros que se "comprometen" a permanecer célibes y habitualmente viven en "centros". Entregan sus ingresos y reciben un estipendio para gastos personales. Los numerarios (que constituyen aproximadamente el 20 por ciento de los afiliados) siguen el "plan de vida", un orden del día que incluye misa, lecturas piadosas, plegaria privada y, según cada persona, mortificación física. Los numerarios también asisten a cursos de verano sobre el Opus Dei. Todos los años pronuncian un compromiso con la organización, y después de cinco años se pronuncia la "fidelidad", un compromiso para toda la vida. Hay centros separados para hombres y mujeres, cada uno con su propio director. A los numerarios varones se los alienta para que consideren la posibilidad de ser ordenados sacerdotes. Después de diez años de entrenamiento, aquellos que se sienten llamados son enviados al seminario del Opus Dei en Roma, el Colegio Romano de la Santa Cruz.
La mayoría de los miembros son supernumerarios, personas casadas que contribuyen financieramente y a veces cumplen funciones en trabajos comunitarios, como escuelas. Los socios son personas solteras que están "menos disponibles", que permanecen en sus casas debido a otros compromisos, como la atención de padres de avanzada edad. Los cooperadores, estrictamente hablando, no son miembros porque "todavía no han sentido el llamado divino". Cooperan con trabajo, ayuda financiera y plegarias...
Según dos ex numerarios, a las mujeres numerarias se les exige ocuparse de la limpieza de los centros de varones y de cocinar para ellos. Cuando llegan las mujeres a limpiar, los hombres se retiran del lugar para no entrar en contacto con ellas. Le pregunté a Bill Schmitt si las mujeres no se oponían a eso.
-No, de ninguna manera.
Se trata de un trabajo remunerado de la "familia" del Opus Dei y es considerado como un apostolado...
-Esto no es de ninguna manera cierto -dijo Ann Schweninger... -No tuve más remedio que aceptarlo. Cuando uno está en el Opus Dei uno hace lo que le dicen que haga.
Arrojar una enorme red
Pero lo que más atacan quienes critican a la organización es el modo en que el Opus Dei atrae nuevos miembros... Alguien que estaba en la Universidad de Columbia a principios de los años ochenta y que pidió no ser identificado, habló del proceso de reclutamiento.
-Enviaron a alguien para que se hiciera amigo mío -contó sin vuelta Un día, después de misa, se le acercó otro estudiante, con el que pronto entabló amistad. Más adelante fue invitado al Centro de Estudios Riverside, cerca del campus de Columbia. No estaba muy seguro de qué se trataba.
-Pensé que era un grupo de estudiantes que formaban un equipo de investigaciones o algo por el estilo.
Después de cenar, un sacerdote dio una breve charla. Luego fue invitado unirse a un "círculo", que él describió como una suerte de grupo de oración formal. Al poco tiempo se le sugirió que tomara a uno de los sacerdotes del centro como su director espiritual.
Después de haberse involucrado todavía más -en este punto se reunía con frecuencia con el grupo- decidió investigar por su cuenta. Habló con algunos sacerdotes y profesores en Columbia y se sorprendió al darse cuenta de lo mucho que ignoraba acerca del grupo en que se estaba metiendo.
-No sabía nada acerca del sigilo, de los numerarios, de los supernumerarios. Lo ignoraba todo. Y tampoco sabía que había personas que hacían votos de castidad. Me sentí un poco molesto por no saber casi nada sobre ellos. No me pareció que fueran honestos ni francos acerca de lo que ellos eran o hacían. Me sentí indignado.
En la siguiente reunión del círculo planteó algunas preguntas sobre los temas que lo preocupaban, por ejemplo, las mujeres y la presencia de las minorías en el Opus Dei.
-En realidad no tenían ninguna respuesta y me pidieron que no regresara. -Y lo que fue más molesto para él: -Nunca más volví a ver a mi amigo. Fui totalmente aislado.
Según dos ex numerarios, si este hombre hubiera permanecido en el círculo Opus Dei lo habrían enfrentado con la decisión de ingresar. Tammy DiNicola habló de su experiencia en este sentido:
-Organizaron una crisis de vocación para mí -contó-. En su momento no me di cuenta de que la habían organizado para mí. Pero eso es lo que hacen habitualmente. La persona que está trabajando con uno está en contacto con el director, y entre ambos deciden cuándo es el mejor momento para plantear el tema de la vocación al nuevo miembro.
¿Por qué una crisis?
-Bueno, ¡ellos fabrican una crisis para uno! -explicó Ann Schweninger-. Pero es algo totalmente orquestado. Le dicen a uno que se trata de una decisión que uno debe tomar en ese momento, que Dios está golpeando a la puerta y que uno debe tener la fortaleza y presencia de ánimo como para decir que sí.
A Tammy DiNicola se le dijo que era la única posibilidad que tenía para ese llamado.
-Básicamente se trata de algo que se presenta una única vez. Si uno no lo acepta, no volverá a tener la gracia de Dios por el resto de su vida.
El Opus Dei ve las cosas de manera diferente, destacando el hecho de que todas esas relaciones se establecen con toda libertad.
-No hay reclutamiento para el Opus Dei -explicó Bill Schmitt.
De todas maneras, los escritos de Escrivá destacan la idea del reclutamiento. En la revista interna Crónica, en 1971 dijo: "Esta santa coerción es necesaria, compelle intrare nos dice el Señor". Y "uno debe matarse por el proselitismo".
Ann Schweninger encuentra que así fue su propia experiencia: -Una vez que uno está en el Opus Dei, uno está reclutando.
En las universidades
El Opus Dei constituye una presencia cada vez más fuerte en los predios universitarios de Estados Unidos. Sus esfuerzos para atraer nuevos miembros los han llevado tradicionalmente a las universidades e instituciones de educación superior. Lo cual en ocasiones los ha enfrentado con otros grupos.
Donald R. McCrabb es director ejecutivo del Catholic Campus Ministry Association (COMA), una organización que reúne a 1.000 de los 1.800 capellanes católicos de Estados Unidos. Le pregunté qué era lo que decían sus asociados acerca del Opus Dei.
-Sabemos bien que el Opus Dei está presente en muchas universidades en todo el país. También sabemos que algunos guías espirituales en las universidades consideran que las actividades de ese grupo son contraproducentes.
Una de sus preocupaciones era la insistencia del Opus Dei en el reclutamiento, apoyado por una aparentemente inagotable ayuda financiera.
-Ellos no asumen la más amplia responsabilidad que tiene un capellán universitario. También le preocupaban otras cosas.
-He sabido por los capellanes universitarios que hay un director espiritual asignado a cada candidato, quien básicamente debe aprobar toda acción emprendida por esa persona, lo cual incluye hasta leerle la correspondencia, las clases a las que debe asistir o no, qué cosas leer o no.
El ex estudiante de Columbia se hizo eco de eso.
-Me recomendaron que no leyera ciertos libros, particularmente material marxista y que usara en cambio sus propias versiones lavadas. Me pareció que era raro ya que se me pidió que usara ese material para las clases.
El director del ministerio universitario de la Universidad Stanford desde 1984 hasta 1992, Russell J. Roide, S. J., al principio se acercó al Opus Dei con una actitud de apertura. Pero los estudiantes comenzaron a presentarle quejas acerca de las actividades de reclutamiento del grupo.
-No dejaban tranquilos a los estudiantes. Los jóvenes se acercaban a mí para pedirme que se los sacara de encima.
Sintió que su único recurso era proporcionar a esos estudiantes información acerca del Opus Dei, incluso artículos críticos. Esto hizo que algunos numerarios de la organización se acercaran al padre Roide para decirle que estaba "interfiriendo con sus actividades". Finalmente, debido a las permanentes quejas de los alumnos acerca de las actividades de reclutamiento, Roide decidió "impedirles estar siquiera cerca del predio universitario". Ahora se refiere a ellos como "sutilmente engañosos".
Red de Vigilancia del Opus Dei
Dianne DiNicola, madre de Tammy DiNicola, conoce algunas cosas acerca del grupo que a ella le gustaría cambiar. En 1991 creó la Red de Vigilancia del Opus Dei, un grupo de apoyo que se define a sí mismo como dispuesto a acudir en ayuda de familias con hijos en la organización.
Hace unos años la señora DiNicola advirtió que su hija Tammy, entonces estudiante en el Boston College, "parecía estar atravesando un cambio de personalidad". Según cuenta, su hija se volvió "fría y sigilosa", sin deseos de pasar algún tiempo con la familia, cosa que antes no ocurría.
-Yo tenía la sensación de que algo andaba mal.
Cuando Tammy le escribió una carta diciéndole que ya no regresaría al hogar, la señora DiNicola se preocupó más aún. Finalmente descubrió que Tammy había ingresado en el Opus Dei como numeraria y vivía en uno de los centros en Boston.
-Nuestra hija -recuerda- se convirtió en una total extraña para nosotros. No puedo explicar el torbellino por el que pasó nuestra familia. Tratamos de ponernos en contacto con ella, pero era como si se hubiera transformado en una persona totalmente diferente.
Al principio trató de aceptar la decisión de su hija y se reunió con funcionarios del Opus Dei y de la diócesis para conseguir más información.
-Yo trataba de sentirme bien con el Opus Dei. Amo mi religión. Quiero decir que no los consideraba como a una secta del tipo de la secta Moon. Esto es algo que está dentro de la Iglesia Católica.
Pero la situación se deterioró y la señora DiNicola comenzó a sentir que la Iglesia no podía o no quería ayudarla.
Finalmente, el matrimonio DiNicola contrató la ayuda de un exit counselor especializado en casos como éste para sacarla de allí. Le pidieron a Tammy que regresara al hogar para su graduación en 1990. Luego descubrieron que aquélla habría sido la última vez que volvería a su casa, dado que ya le habían dicho que interrumpiera los contactos con la familia. Según la señora DiNicola y su hija, el trabajo del counselor le permitió a la joven pensar por primera vez de manera crítica acerca del Opus Dei.
Después de veinticuatro horas de sesión de counseling Tammy decidió abandonar...
-Fue bastante tumultuoso -recordó Tammy, que ahora tiene veintiséis años. Dijo que dado que el Opus Dei había aplacado todas sus emociones, experimentó un torrente emocional una vez que salió. Ahora la señora DiNicola dirige la Red de Vigilancia del Opus Dei (Opus Dei Awareness Network -ODAN) lo que le permite ayudar a otros para que no sufran el dolor que ella y su familia sufrieron.
Así como ODAN está alarmada por el Opus Dei, el Opus Dei está preocupado por ODAN.
-Permítame destacar que a nadie jamás se le sugiere que no hable con sus padres -dice Bill Schmitt-. Y también hay que tener en cuenta que algunos padres no aceptan la fe o tenían "otros" planes para su hijo o hija. No necesito decirle que los métodos que estas personas usan son sumamente objetables. Pero no hemos insistido en ello.
La señora DiNicola respondió que ella nada habría podido hacer si su hija hubiera decidido permanecer en el Opus Dei.
-Ciertamente no íbamos a retenerla físicamente.
En Riverside un numerario dijo que la sangre le hierve cuando oye hablar de ODAN.
- ¡Hemos sido aprobados por la Santa Sede! No somos una secta cualquiera. Aquellas personas [que fueron "sacadas" por los counselor fueron sencillamente violadas. Oramos por ellas, por supuesto. Pero hay muchas cosas que se entienden mal y los padres se vuelven irracionales.
La señora DiNicola, a su vez, recuerda:
-Fue muy difícil para mí. Fíjese, aquí estoy yo tratando de justificar todo esto. ¿Cómo es posible que esto ocurra dentro de la Iglesia Católica? Y aquí tenemos esta organización con la aprobación del Papa y Escrivá beatificado. Pero hay muchas familias que sufren debido a esta organización. De modo que resulta difícil reconciliarse en paz con todo esto.
DE LA PRELATURA DEL OPUS DEI
Extraído de The Da Vinci Code, the Catholic Church and Opus Dei: A Response to The Da Vinci Code from the Prelature of Opus Dei in the United States (El Código Da Vinci, la Iglesia Católica y el Opus Dei: una respuesta de la Prelatura del Opus Dei en Estados Unidos a El Código Da Vinci). Copyright © 2004 Oficina de información del Opus Dei en Internet, www.opusdei.org. El sitio web oficial del Opus Dei en Estados Unidos ha respondido a lo que la organización cree que es una injusta caracterización de sus creencias y actividades en El Código Da Vinci publicando una serie de respuestas de amplitud y detalles sin precedentes a preguntas formuladas con frecuencia (FAQ). Al considerar que la descripción de su agrupación que da la novela es "absurda" e "inexacta", el Opus Dei da respuesta en la sección FAQ a muchas de las impresiones sobre la organización creadas por ella. A continuación, extraemos dos respuestas e interpolamos otro material proporcionado por el Opus Dei y proveniente de otros expertos y funcionarios religiosos. Para ver la serie completa de FAQ, visitar el sitio web del Opus Dei en www.opusdei.org.
¿Es válida la descripción del Opus Dei en El Código Da Vinci como una "secta católica"?
El Código Da Vinci describe falsamente al Opus Dei como una secta católica, lo cual carece de sentido porque el Opus Dei siempre ha sido parte de la Iglesia Católica. Recibió su primera aprobación oficial en 1941 por para te del obispo de Madrid, y en 1947 fue aprobado por la Santa Sede. Luego, en 1982 la Santa Sede lo convirtió en una prelatura personal, que es otra de las estructuras de la organización de la Iglesia. (Diócesis y ordinariatos son otros ejemplos de estructuras organizativas de la Iglesia.) Además, una de sus marcas distintivas es la fidelidad al Papa y a las enseñanzas de la Iglesia. Todo lo que cree el Opus Dei, todas sus actividades y costumbres, son propios de la Iglesia. La organización tiene también excelentes relaciones con todas las otras instituciones de la Iglesia Católica, y considera que la gran variedad de expresiones de la fe católica es algo maravilloso. Decir que el Opus Dei es una secta es sencillamente inexacto.
CARDENAL CHRISTOPH SCHONBORN, O.P.: "No es necesario haber estudiado teología para darse cuenta de la contradicción básica existente en el eslogan "sectas dentro de la Iglesia". Suponer que existan sectas dentro de la Iglesia constituye un reproche al Papa y a los obispos que son los responsables de investigar si los grupos eclesiásticos concuerdan con la fe de la Iglesia en sus enseñanzas y prácticas. Desde un punto de vista teológico y eclesiástico, un grupo es considerado una secta cuando no es reconocido por la correspondiente autoridad eclesiástica... Es por lo tanto erróneo que las comunidades aprobadas por la Iglesia sean llamadas sectas (por instituciones, individuos o en los informes de los medios)... Las comunidades y los movimientos aprobados por la Iglesia no deberían ser considerados sectas ya que la aprobación eclesiástica confirma su pertenencia y anclaje en la Iglesia." L'Osservatore Romano, 13/20 de agosto de 1997. [El cardenal Schonborn es arzobispo de Viena y editor del Catecismo de la Iglesia Católica.]
PAPA JUAN PABLO II: "Con mucha esperanza, la Iglesia dirige su atención y cuidado maternal al Opus Dei, que el Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer fundó por inspiración divina en Madrid, el 2 de octubre de 1928, para que pueda ser siempre un instrumento apto y efectivo de la misión salvífica que la Iglesia lleva a cabo por la vida del mundo. Desde sus comienzos, esta institución ha luchado efectivamente no sólo para iluminar con nuevas luces la misión del laicado en la Iglesia y en la sociedad, sino también para llevarla a la práctica." Ut Sit, noviembre de 1982.
¿Alienta el Opus Dei la práctica de mortificación corporal tal como se la describe en El Código Da Vinci?
Como integrante de la Iglesia Católica, el Opus Dei adhiere a todas sus enseñanzas incluidas aquellas de la penitencia y el sacrificio. El fundamento de las enseñanzas de la Iglesia sobre la mortificación es el hecho de que Jesucristo, por amor a la humanidad, voluntariamente aceptó el sufrimiento y la muerte (su "pasión") como el medio para redimir al mundo del pecado. Los cristianos son llamados a emular el gran amor de Jesús y, entre otras cosas, unirse a él en su redentor sufrimiento. Así pues, los cristianos son llamados a "morir para sí mismos". La Iglesia ordena ciertas mortificaciones -ayuno y abstinencia de carne- como penitencias de Cuaresma. Algunas personas en la historia de la Iglesia se han sentido llamadas a someterse a sacrificios mayores -ayunos frecuentes, uso de cilicio, camisa de crin o disciplina-, como puede verse en las vidas de muchos de aquellos reconocidos explícitamente por la Iglesia como modelos de santidad, por ejemplo, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola, Santo Tomás Moro, San Francisco de Sales, San Juan Vianney y Santa Teresita de Lisieux. De todas maneras, la práctica de la mortificación como se la vive en el Opus Dei da mayor importancia a los sacrificios cotidianos que a esos sacrificios mayores, y no es como la distorsionada y exagerada imagen ofrecida en El Código Da Vinci.
NEW CATHOLIC ENCICLOPEDIA (2003) (Nueva Enciclopedia Católica): "Mortificación. El deliberado freno que uno pone a los impulsos naturales para dominarlos cada vez más con la santificación a través de la obediencia a la razón iluminada por la fe. Jesucristo exigía ese renunciamiento a todo aquel que quisiera seguirlo (Lucas 9.29). De modo que la mortificación, o lo que San Pablo llama la crucifixión de la carne con sus vicios y concupiscencias (Gálatas 5.24), se ha convertido en la marca distintiva de aquellos que son de Cristo. Todos los teólogos coinciden en que la mortificación es necesaria para la salvación porque el hombre está tan fuertemente inclinado al mal por la triple concupiscencia del mundo, de la carne y del diablo, que, si no se le opone resistencia, puede conducir a pecados graves. Quien desee salvar su alma debe, como mínimo, apartarse de las ocasiones cercanas de pecado mortal. En sí mismo, ese alejamiento involucra algo de mortificación.
PAPA PAULO VI: "La verdadera penitencia, sin embargo, no puede ser ajena tampoco al ascetismo físico... La necesidad de mortificación de la carne se revela con claridad si tenemos en cuenta la fragilidad de nuestra naturaleza, en la que, desde el pecado de Adán -muy alejado de cualquier forma de estoicismo- no implica una condena de la carne que el Hijo de Dios se dignó asumir. Por el contrario, la mortificación apunta a la 'liberación' del hombre". Constitución Apostólica Paenitemeni, 17 de febrero de 1966.