4 LOS PRIMEROS DÍAS DE LOS CRISTIANISMOS

Una forma de cristianismo... resultó ganadora de los conflictos de los siglos II y III. Esta forma única de cristianismo decidió cuál sería la perspectiva cristiana "correcta"; decidió quién ejercería autoridad sobre la creencia y la práctica cristiana; y determinó qué formas de cristianismo serían marginalizadas, hechas a un lado, destruidas. También decidió qué libros canonizar como Escrituras y cuáles apartar como "heréticos" que enseñaban ideas falsas...

Sólo veintisiete de los libros cristianos primitivos fueron incluidos finalmente en el canon, fueron copiados por escribas a lo largo de la historia, traducidos en su momento al inglés y llegaron, en la actualidad, a las bibliotecas de prácticamente todos lo hogares de Estados Unidos. Otros libros fueron rechazados, burlados, calumniados, atacados, quemados y prácticamente olvidados -perdidos.

-BART D. EHRMAN

Al comienzo, no había un cristianismo, sino muchos. Y entre ellos se contaba una bien establecida tradición de gnosticismo, una de las "herejías" clave sobre las que Dan Brown construye la trama de El Código Da Vinci.

Las raíces sacralizadas y veinte siglos de primacía en el mundo occidental han llevado a la visión más o menos dominante de que el cristianismo moderno evolucionó en forma más o menos lineal y directa a partir de las enseñanzas de Jesús. La civilización occidental, que todo lo ve en forma de instantáneas, ha tendido a ver esto como una progresión natural: comienza con Jesús, sigue con la prédica de los apóstoles tal como se la presenta en el Nuevo Testamento, después con el establecimiento por parte de Pedro de la Iglesia, recibe la protección de Constantino y del Concilio de Nicea y de allí se difunde por todo el Imperio Romano, Europa y de ahí al mundo moderno. Si pensamos en el debate, conflicto y herejía en el pensamiento cristiano, nuestra educación en materia de historia y humanidades tiende a enfatizar la relativamente reciente experiencia de la Reforma.

El Código Da Vinci de Dan Brown quiere familiarizar al lector con el evento menos conocido, aún "oculto" de la historia, las preguntas sin respuesta acerca de la historia temprana del cristianismo:

● ¿Quién fue Jesús?

● ¿Quién fue María Magdalena?

● ¿Por qué fueron aceptadas las nociones de inmaculada concepción o de resurrección?

● ¿Jesús y sus seguidores judíos buscaban definir un nuevo camino para el judaísmo o crear una nueva religión?

● ¿Cuán creíbles son los cuatro Evangelios aceptados cuando sus relate se contradicen entre sí?

● ¿Qué puede uno sacar en limpio de todos los relatos que no llegaron a integrar el Nuevo Testamento?

La historia cristiana primitiva se desarrolla bajo la forma de un relato desprolijo puntuado por cabos sueltos, incógnitas, intrigas políticas y personales; ironías y dosis considerables de interpretaciones políticas tendenciosas. De allí resulta que la historia del cristianismo es ante todo la de interpretaciones diferentes y a veces enormemente divergentes que pueden rastrearse hasta los comienzos mismos del movimiento de Jesús. Como se ve a lo largo del presente libro, las diferencias entre Pedro y los demás, la cuestión del papel de María, Magdalena y las preguntas internas y dudas del propio Jesús se están volviendo más evidentes mediante los procedimientos actuales de erudición, análisis textual y arqueología que lo que nunca fueron en el transcurso de los últimos mil seiscientos años.

Hace mucho que los eruditos saben que hay una brecha de unos cuarenta años (tal vez menos, tal vez muchos más) entre la muerte de Jesús y la escritura del primer Evangelio. Durante ese período, los seguidores consolidaban sus creencias por medio de la tradición oral y del decidir quién fue Jesús y qué significaron su vida y su muerte. Cada uno de los Evangelios representaba la narración por parte de un evangelista de la historia desde puntos de vista ligeramente diferentes, basadas en las circunstancias propias del narrador y del público al que se dirigiese. Por fin, cuatro Evangelios y otros veintitrés textos fueron canonizados (se declaró que eran Sagradas Escrituras). Esto no ocurrió, sin embargo, hasta el siglo VI.

Como señala Deirdre Good en sus conferencias sobre María Magdalena y El Código Da Vinci, "Prácticamente todos los personajes del Nuevo Testamento deben ser considerados judíos, a no ser que uno tenga forma de demostrar que no lo eran". La mayor parte de los expertos están de acuerdo en que Jesús era judío. Los relatos del Nuevo Testamento describen repetidamente su compromiso en la vida religiosa judía -desde su precoz entendimiento del ritual del templo cuando era un niño hasta su ataque a los cambistas del templo en su madurez. En todos los casos, el templo al que se remite y que quiere reformar según su visión es el templo judío tradicional.

De hecho, había tanto fermento en el judaísmo de la época -diferentes cultos, sectas, clanes, tribus, profetas, falsos profetas, rabinos, maestros, los influidos por los griegos, los influidos por los romanos- que el movimiento de Jesús puede no haber sido percibido como nada especialmente chocante o distinto cuando apareció por primera vez. Las comunidades judías esparcidas en Egipto, Turquía, Grecia, Siria, Irak y otros lugares tenían sus propias tradiciones de creencias modificadas e influidas por las culturas que las rodeaban. En ese entonces, el judaísmo era una morada muy amplia -y aun en su interior, la situación solía estar caracterizada por revueltas, enconadas luchas de facciones y tal vez inevitablemente- divisiones.

Ciertamente, parece que durante mucho tiempo después de la muerte de Jesús, sus seguidores no fueron necesariamente percibidos como creyentes en una religión fundamentalmente distinta del judaísmo. Lo que devino en cristianismo se trató al comienzo de judíos que predicaban una forma cada vez más independiente del judaísmo a otros judíos. Algunos de los círculos de seguidores de Jesús, llamados nazarenos por los judíos y cristianos por los gentiles (los no judíos), exigían que los varones estuviesen circuncidados y que se siguieran el ritual y las prescripciones dietéticas judías, pero insistían en que Jesús era hijo de Dios y único camino a la salvación -creencias incompatibles con la ortodoxia judía. Los ebionitas, que recientemente fueron descriptos como "cristianos que aún no habían abandonado su caparazón judía", insistían en que para ser parte de su movimiento, uno debía ser judío. Sin embargo, arguye Bart Ehrman, el experto contemporáneo en escrituras y conocimientos cristianos perdidos, los ebionitas creían profundamente en Jesús pero lo percibían como "el Mesías judío enviado por el Dios judío al pueblo judío en cumplimiento de la escritura judía". Los ebionitas creían que Jesús era un hombre mortal tan recto que Dios lo adoptó como hijo Suyo y le permitió sacrificarse para redimir los pecados de la humanidad.

Saulo, un griego judío, se oponía firmemente a los nazarenos, pero en el camino a Damasco tuvo una visión en la que Jesús le dijo que pasara el resto de su vida difundiendo el evangelio entre los gentiles. Saulo cambió su nombre por el de Pablo. Sus creencias diferían en aspectos significativos de las de los otros grupos que emergían por entonces de la tradición judía: Pablo creía que los conversos varones no necesitaban ser circuncisos y que seguir la ley judía no era necesario, planteando al hacerlo uno de los primeros conflictos cristianos. Pablo concentró sus esfuerzos en convertir a los gentiles, mientras que otros intentaban convertir a la comunidad judía desde adentro. Pablo viajó intensamente y estableció Iglesias cristianas en todo el Mediterráneo oriental, Aún más celosos que los paulinos fueron los marcionitas, quienes buscaron descartar por completo su legado judío, al punto de considerar al concepto judío de Dios como el de un Dios que fracasó.

Los apóstoles y después sus seguidores partieron a divulgar la "buena nueva" (evangelios). La difusión del cristianismo fue un proceso lento, complicado e indudablemente confuso que debe ser visto en el contexto del mundo político de los primeros siglos de la presente era. Era la época del Imperio Romano. A medida que el imperio se expandía geográficamente, incorpora poblaciones cuyas creencias religiosas eran ante todo paganas y animistas, vinculadas a la mitología griega y egipcia. Todas coexistían y el Estado no tomaba partido por ninguna.

El cristianismo surgió en esta olla podrida teológica. Contrariamente a las religiones politeístas predominantes, el cristianismo y el judaísmo eran monoteístas y enseñaban una relación totalmente diferente del hombre con Dios (a diferencia de la relación del hombre con los dioses) a la que planteaban aquéllas. Por el camino, surgieron distintas interpretaciones del sistema cristiano de creencias, algunas de las cuales tomaban prestados elementos de las religiones paganas que las rodeaban, otras simplemente presentando interpretaciones alternativas de creencias doctrinales clave.

Contra toda la agitación de este telón de fondo, una de las tendencias que emergió -una que es especialmente relevante para aquellos que se interesen por el auténtico trasfondo de la versión de la historia que da El Código Da Vinci- fue el gnosticismo. Los gnósticos buscaban el conocimiento en un sentido místico, cosmológico y secreto. Tendían a fusionar el cristianismo, considerado como filosofía, con más elementos griegos, egipcios, míticos y aun orientales. Los gnósticos parecen haber estado altamente alfabetizados y haber heredado una mezcla de las tradiciones griegas y rabínicas de formar escuelas para compartir el conocimiento y debatir. Si se mantiene presente que en esa época la religión, la ciencia, la filosofía, la política, la poesía, la cosmología y el misticismo coincidían esencialmente en una gran sopa primordial, se puede considerar que los gnósticos crearon una rica variedad de documentos, escrituras y evangelios. Como representaba un cristianismo en agudo desacuerdo con los crecientemente dominantes cristianos paulinos, se declaró que los gnósticos eran herejes a quienes se debía combatir y eliminar.

Algunos de los gnósticos vivían en forma comunitaria en comunidades en la cima de montañas o en el desierto, lejos de las mundanales multitudes inmersas en otras corrientes de pensamiento. Puede que lo hayan hecho así para preservar la pureza de su búsqueda o porque sus creencias eran tan anatematizadas por las tendencias dominantes cristianas y romanas, que el miedo los hacía buscar lugares seguros para sus prácticas.

A lo largo de los dos primeros siglos, el cristianismo pasó de ser una creencia local enseñada por evangelistas itinerantes a pequeñas comunidades de creyentes organizadas en Iglesias locales -cada una de las cuales tenía sus propios dirigentes, escritos y creencias- sin una autoridad ni jerarquía que estuviese por encima de todas. Lentamente al comienzo, luego con creciente rapidez, surgió una jerarquía formal y con ella, la necesidad de uniformidad doctrinal. Los otros puntos de vista y las herejías debían ser erradicados.

En el año 313, el emperador Constantino declaró que era "saludable y muy adecuado" que el Imperio Romano "tolerara por completo" a quien hubiese "entregado su espíritu al culto de los cristianos" o a cualquier otro similar a ése. Con ese dictamen, conocido como edicto de Milán, se suponía que terminaría la persecución oficial al cristianismo y los cristianos. Se suele afirmar que Constantino se convirtió al cristianismo, pero la mayor parte de los estudiosos entienden que ello no ocurrió hasta un momento muy posterior, cercano a su muerte. Muchos historiadores creen que la mejor explicación de la decisión de Constantino es que se trató de un rasgo de astucia política -una jugada que tomó en cuenta el creciente poder del cristianismo y una forma de poner ese poder a sus órdenes. Además, fue una decisión nacida de una fascinante mezcla de elementos místicos, supersticiosos, militares y filosóficos, además de su significado político. Como observa el historiador Paul Johnson, Constantino era un "adorador del sol, uno de los muchos cultos del paganismo tardío que tenía prescripciones en común con el cristianismo. Así, los seguidores de Isis adoraban a una Madonna y a su santo niño" y los seguidores de Mitra, muchos de los cuales eran militares de alta graduación, celebraban a su deidad en forma muy semejante a la que empleaban los cristianos para celebrar a Cristo. "Es casi seguro que Constantino fue mitraísta... Muchos cristianos no hacían una distinción clara entre este culto solar y el que ellos practicaban. Hablaban de que Cristo conducía su carro por los cielos y celebraban una festividad el 25 de diciembre, considerado el cumpleaños del sol en el solsticio de invierno. Sea cual haya sido la realidad, éste fue un punto de inflexión fundamental en la historia cristiana. Cuando el Estado devino al menos nominalmente cristiano, los principales obispos comenzaron a ser autoridades administrativas y judiciales además de escriturarias. Tanto Constantino como la Iglesia ganaron poder.

Para Constantino, la controversia que se desarrollaba con los seguidores de Arrio (arrianos), quienes discutían el concepto de que Jesús fuera de la misma sustancia que el padre, fue una persistente e importante incomodidad. Sólo el Padre era Dios, decían Arrio y sus seguidores; Cristo no era una deidad. Constantino quería que el diferendo se dirimiera, de modo que en 325 convocó el Concilio de Nicea, el cual declaró que el arrianismo era una herejía. Siempre se había combatido lo que la Iglesia primitiva consideraba herético (ver capítulos 5) y así se seguiría haciendo -desde la herejía sabelia, que afirmaba que el Padre y el Hijo eran distintos aspectos de un Ser más bien que personas independientes, hasta la Inquisición y los juicios a las brujas de Salem. Aunque los distintos matices de opinión entre arrianos y donatistas nos parecen nebulosos desde el presente, el registro histórico deja claro que Constantino intervino y presidió personalmente en el Concilio de Nicea y que llegó incluso a acuñar parte del lenguaje que se empleó para emitir las opiniones que fueron presentadas como la última palabra en estas discusiones. Qué ocurrió y qué no ocurrió en el Concilio de Nicea es tema de debate entre lo que expresa Dan Brown en El Código Da Vinci y lo que muchos creyentes y estudiosos religiosos creen. Pero la visión, de Dan Brown es muy atractiva en este sentido clave: se trató de una lucha por, el poder con respecto a la infraestructura intelectual que regiría buena parte del pensamiento y la política de Europa durante los siguientes mil años. Nicea no tuvo que ver con la verdad, la veracidad ni puntos de vista religiosos o morales. Avalar algunas ideas y rechazar otras era un tema vinculado ante todo a la política y el poder. Pues lo ocurrido desde Constantino en Nicea hasta el papa Gregorio casi trescientos años más tarde (y mucho de lo que ocurrió en el ínterin) resulta, al menos al verlo en retrospectiva, haber tenido que ver con el desarrollo de la infraestructura intelectual y política de Europa durante los siguientes mil años. Se podría decir que tuvo que ver con la codificación del código.

Este capítulo ayudará al lector a entender mejor la documentación, los supuestos y las hipótesis sobre los que Dan Brown construyó su trama, desde los fundamentos paganos de la teología moderna hasta el breve florecimiento de los gnósticos antes de que fueran "forzados" a pasar a la clandestinidad.

Los misterios paganos detrás de los cristianismos primitivos

POR TIMOTHY FREDKE Y PETER GANDY

De The Jesus Mysteries: Was the "Original Jesus" a Pagan God? (Los Misterios de Jesús: ¿fue el "Jesús original" un Dios pagano?) por Timothy Fredke y Peter Gandy. Empleado con permiso de Harmony Books, una división de Random House, Inc.

Durante toda nuestra vida compartimos una obsesión por el misticismo mundial y recientemente ésta nos condujo a explorar la espiritualidad de la antigüedad. Es inevitable que la comprensión popular vaya muy por detrás de la vanguardia de la investigación erudita y, como la mayor parte de las personas, inicialmente teníamos una visión incorrecta y pasada de moda de lo que es el paganismo. Se nos había enseñado a imaginar una superstición primitiva, dedicada a adorar ídolos y realizar sacrificios sangrientos, y resecos filósofos vestidos con togas avanzando a tropezones hacia lo que hoy llamamos ciencia. Estábamos familiarizados con diversos mitos griegos, que exhibían la naturaleza partidista y caprichosa de los dioses y diosas del Olimpo. En su conjunto, el paganismo nos parecía primitivo y fundamentalmente ajeno. Sin embargo, tras muchos años de estudio, nuestra comprensión se ha transformado.

La espiritualidad pagana era en realidad el sofisticado producto de una cultura altamente desarrollada. Las religiones de Estado, como el culto griego a los dioses olímpicos, eran poco más que pompa y ceremonias. La verdadera espiritualidad de la gente se expresaba mediante vibrantes y místicas "religiones de los Misterios". Estos Misterios, que al comienzo eran movimientos clandestinos y heréticos, se difundieron y florecieron en todo el antiguo Mediterráneo, inspirando a las mayores mentes del mundo pagano, que las consideraba las fuentes mismas de la civilización.

Cada religión de los Misterios tenía sus propios Misterios Externos exotéricos, que consistían en mitos que todos conocían y rituales abiertos a cualquiera que quisiera participar en ellos. También había Misterios Internos esotéricos, que eran un secreto sagrado conocido sólo por aquellos que habían pasado por un poderoso proceso iniciático. Los iniciados en los Misterios Internos conocían el sentido místico de los rituales y mitos de los Misterios Externos que les eran revelados mediante un proceso que aparejaba transformación personal e iluminación espiritual.

Los filósofos del mundo antiguo eran maestros espirituales de los Misterios Internos. Eran místicos y hacedores de milagros más comparables a gurús hindúes que a académicos resecos. El gran filósofo griego Pitágoras, por ejemplo, es recordado hoy por su teorema matemático, pero pocos se lo representan como fue en realidad: un pintoresco sabio -de quien se creía que era capaz de detener milagrosamente los vientos y resucitar a los muertos.

En el corazón de los misterios había mitos referidos a un hombre-dios que moría y resucitaba, a quien se conocía bajo distintos nombres. En Egipto era Osiris, en Grecia, Dionisos, en Asia Menor, Attis, en Siria, Adonis, en Italia Baco, en Persia, Mitras. En lo fundamental, estos hombres-dios son todos el mismo ser mítico... Emplearemos el nombre combinado Osiris-Dionisos para denotar su naturaleza universal y combinatoria y sus nombres particulares cuando nos refiramos a una tradición de los Misterios en particular.

A partir del siglo V a.C., filósofos como Jenófanes y Empédocles ridiculizaron el que se tomara las historias de dioses y diosas al pie de la letra. La consideraban como alegorías de la experiencia espiritual humana. Por lo tanto, los mitos de Osiris-Dionisos no deben ser entendidos simplemente como intrigantes relatos, sino como un lenguaje simbólico que contiene, codificadas, las enseñanzas místicas de los Misterios Internos. Debido a esto, aunque los detalles fueron desarrollados y adaptados a lo largo de la historia por diferentes culturas, el mito de Osiris-Dionisos ha permanecido esencialmente inmutable.

Los diversos mitos referidos a los distintos hombres-dios de los Misterio comparten lo que el gran mitólogo Joseph Campbell llamó "la misma anatomía". Del mismo modo en que cada ser humano es físicamente distinto pero aun así es posible hablar de la anatomía general del cuerpo humano, en estos distintos mitos es posible identificar tanto su calidad única como su fundamental identidad. Una comparación útil puede ser la relación entre Romeo y Julieta de Shakespeare y el West Side Story de Bernstein. Uno es una tragedia inglesa del siglo XVI acerca de acaudaladas familias italianas, la otra es una comedia musical norteamericana acerca de bandas callejeras. Dicho así, parece tratarse de cosas muy diferentes, pero en esencia son la misma teoría. En forma similar, las historias que se cuentan acerca de los hombres-dios de los misterios paganos son esencialmente las mismas, aunque tomen distintas formas.

Cuanto más estudiábamos las diversas versiones del mito de Osiris-Dionisos, más obvio resultaba que la historia de Jesús tenía todas las características de ese perenne relato. Episodio a episodio, vimos que podíamos construir la supuesta biografía de Jesús a partir de motivos míticos previamente relaciona, dos con Osiris-Dionisos.

Osiris-Dionisos es Dios encarnado, el salvador, "Hijo de Dios". Su padre es Dios y su madre una virgen mortal.

Nace en una cueva o humilde establo el 25 de diciembre ante tres pastores.

Les ofrece a sus seguidores la oportunidad de nacer de nuevo mediante los ritos del bautismo.

Milagrosamente convierte el agua en vino en una boda.

Entra triunfalmente en la ciudad montando un burro mientras se agitan hojas de palma para honrarlo.

Muere en Pascuas como sacrificio por los pecados del mundo. Tras su muerte, desciende a los infiernos, al tercer día resucita de entre los muertos y asciende al cielo en su gloria.

Sus seguidores esperan que regrese el día del juicio en los Últimos Días. Su muerte y su resurrección son simbolizadas con una comida ritual de pan y vino, que simbolizan su cuerpo y su sangre.

Éstos son sólo algunos de los motivos que comparten los relatos de Osiris-Dionisos y la biografía de Jesús. ¿Por qué estas notables similitudes no son habitualmente conocidas? Porque, como descubrimos más adelante, la Iglesia Romana primitiva hizo todo lo que pudo para evitar que las percibiésemos. Destruyó sistemáticamente la literatura sagrada pagana en un brutal programa de erradicación de los Misterios, una tarea que realizó en forma tan completa que hoy el paganismo es considerado una religión "muerta".

Aunque hoy nos sorprendan, estas similitudes entre la nueva religión cristiana y los misterios antiguos eran extremadamente obvias para los escritores de los primeros siglos de la era cristiana. Los críticos paganos del cristianismo, como el satírico Celso, se quejaban de que esta nueva religión no era más que un pálido reflejo de sus propias enseñanzas antiguas. Primitivos "padres de la Iglesia", como Justino Mártir, Tertuliano e Ireneo se sintieron comprensiblemente alarmados y recurrieron a la desesperada aseveración de que estas similitudes debían adscribirse a una diabólica mímesis. Empleando uno de los argumentos más absurdos que nunca hayan existido, acusaron al Diablo de "plagio anticipado", que habría llevado a cabo copiando con toda mala intención la historia de Jesús antes de que ésta tuviera lugar para engaño de los crédulos. Estos padres de la Iglesia nos parecieron no menos malintencionados que el Diablo a quien pretendían incriminar.

Otros comentaristas cristianos han pretendido que los mitos de los Misterios eran como "pre-ecos" de la llegada literal de Jesús, un poco a la manera de premoniciones o profecías. Ésta es una versión un poco más generosa de la teoría de la mímesis diabólica, pero no por ello nos pareció menos ridícula. Sólo quedaba el prejuicio cultural para hacernos ver la historia de Jesús como culminación literal de tantos precursores míticos. Visto en forma imparcial, parecía ser sólo otra versión de la misma historia básica.

La explicación obvia es que a medida que el cristianismo primitivo devenía en poder dominante en el mundo hasta entonces pagano, motivos populares de la mitología pagana eran injertados a la biografía de Jesús. Ésta es una posibilidad que incluso es planteada por muchos teólogos cristianos. La inmaculada concepción, por ejemplo, se considera a menudo una adición posterior de otra fuente que no debe ser entendida en forma literal. Estos motivos eran tomados en préstamo" del paganismo del mismo modo que los festivales paganos fueron adoptados como días de los santos cristianos. Esta teoría es común entre aquellos que parten en busca del Jesús "real" entre el peso de los escombros mitológicos acumulados.

Aunque atractiva a primera vista, esta explicación nos pareció insatisfactoria. Habíamos compilado un corpus de similitudes tan amplio que prácticamente no quedaban elementos significativos de la biografía de Jesús que no hubiésemos ya visto prefigurados en las religiones de los Misterios. Además, descubrimos que ni las enseñanzas de Jesús eran originales, ¡sino que habían sido anticipadas por las de los sabios paganos! Si había un Jesús "real" en algún lugar debajo de todo esto, debíamos reconocer que no sabíamos absolutamente nada sobre él, pues lo único que quedaba ¡eran agregados paganos posteriores! Esta posición parecía absurda. Tenía que haber una solución más elegante del intríngulis.

Los Gnósticos

Mientras rumiábamos nuestro desconcierto ante estos descubrimientos, comenzamos a cuestionar la imagen habitual de la Iglesia primitiva y comenzamos a observar la evidencia por nuestra cuenta. Descubrimos que distaba de ser la congregación unida de santos y mártires que la historia tradicional quiso hacernos creer y que la comunidad cristiana primitiva era, en realidad, un espectro de grupos distintos. En un sentido amplio, éstos pueden ser clasificados en dos escuelas. Por un lado, estaban aquellos que llamaremos literalistas, pues lo que los define es que toman la historia de Jesús como narración literal de eventos históricos. Ésta fue la escuela del cristianismo que fue adoptada por el Imperio Romano en el siglo IV d.C. y se transformó en el Catolicismo Romano y sus subsiguientes divisiones. Sin embargo, había, por otro lado, cristianos radicalmente diferentes conocidos como gnósticos.

Estos cristianos olvidados fueron perseguidos más adelante, con tal dedicación que hasta hace poco tiempo lo poco que sabíamos de ellos se originaba en los escritos de sus detractores. Sólo sobrevive un puñado de textos gnósticos originales, ninguno de los cuales fue publicado antes del siglo XIX, Sin embargo, esta situación cambió en forma espectacular con un notable descubrimiento que tuvo lugar en 1945, ocasión en que un campesino árabe dio con una biblioteca entera de textos gnósticos ocultos en una cueva cerca de Nag Hammadi en Egipto. Ello le dio a los eruditos acceso a muchos textos que circularon ampliamente entre los primeros cristianos, pero que fueron deliberadamente excluidos del canon del Nuevo Testamento -evangelios atribuidos a Tomás y a Felipe, textos que registraban los hechos de Pedro y los doce apóstoles, apocalipsis atribuidos a Pablo y Santiago, etcétera.

Nos pareció extraordinario que toda una biblioteca de documentos cristianos primitivos, que contenía lo que pretenden ser enseñanzas de Cristo y sus discípulos pudiera ser descubierta y que aun así tan pocos seguidores actuales de Jesús estuvieran siquiera enterados de su existencia. ¿Por qué no se han precipitado a leer todos los cristianos estas palabras recién descubiertas de su Maestro? ¿Qué los mantiene limitados a la pequeña cantidad de evangelios seleccionados para ser incluidos en el Nuevo Testamento? Parecería que aunque han pasado dos mil años desde la purga de los gnósticos, lapso en el que la Iglesia Romana se ha dividido en el protestantismo y miles de otros grupos alternativos, los gnósticos aún no son considerados una voz cristiana legítima.

Quienes exploran los evangelios gnósticos descubren una forma de cristianismo completamente ajena a la religión con que están familiarizados. Nos encontramos estudiando extraños tratados esotéricos como La Hipóstasis de los Arcones y El Pensamiento de Norea. Nos sentíamos como si estuviéramos en un episodio de Viaje a las estrellas -y en cierto modo lo estábamos-. Los gnósticos eran auténticos "psiconautas", que exploraban audazmente las últimas fronteras del espacio interior en busca de los orígenes y el significado de la vida. Ahora nos pareció obvio por qué eran tan odiados por los obispos de la jerarquía eclesiástica literalista.

Para los literalistas, los gnósticos eran herejes peligrosos. En volúmenes de obras antiagnósticas -que eran de por sí un monumento no intencional al poder e influencia de los gnósticos en el cristianismo primitivo, los representaron como cristianos que habían renunciado deliberadamente a las normas de la civilización. Afirmaron que habían sido contaminados por el paganismo que los rodeaba y que habían abandonado la pureza de la verdadera fe. Por su parte, los gnósticos se veían como representantes de la auténtica tradición cristiana y consideraban a los obispos ortodoxos como "falsa Iglesia". Afirmaban conocer el secreto de los Misterios Internos del cristianismo, que los literalistas no poseían.

A medida que explorábamos las creencias y prácticas de los gnósticos nos convencíamos de que los literalistas habían tenido razón al menos en algo: los gnósticos no eran muy distintos de los paganos. Al igual que los filósofos de los Misterios Paganos, creían en la reencarnación, honraban a la diosa Sofía y estaban imbuidos de la filosofía mística griega de Platón. Gnósticos significa "conocedores" un nombre que adquirieron porque, como los iniciados en los misterios paganos, creían que sus enseñanzas secretas podían impartir la Gnosis: el "Conocimiento de Dios" como experiencia directa. Del mismo modo en que el objetivo de un pagano iniciado era convertirse en dios, para los gnósticos el objetivo del iniciado cristiano era convertirse en un Cristo.

Lo que nos llamó particularmente la atención fue que a los gnósticos no les preocupaba el Jesús histórico. Veían la historia de Jesús del mismo modo en que los filósofos paganos veían los mitos de Osiris-Dionisos -como una alegoría que ocultaba enseñanzas místicas. Esta óptica cristalizó para nosotros en una notable posibilidad. Tal vez la explicación para las similitudes entre los mitos paganos y la biografía de Jesús había estado siempre ante nosotros, pero habíamos estado tan atrapados en las formas tradicionales de pensar que no habíamos sido capaces de verla...

El cristianismo primitivo convencional no significaba simplemente seguir a Jesús

POR LANCE S. OWENS

Lance S. Owens es médico clínico y sacerdote que ha recibido las órdenes. También dirige sitio web www.gnosis.org Copyright © 2004 Lance S. Owens. Reproducido con permiso.

En el primer siglo de la era cristiana, "gnóstico" llegó a denotar a un segmento heterodoxo de la diversificada y reciente comunidad cristiana. Al parecer, entre los primeros seguidores de Cristo hubo grupos que se separaron de la gran morada de la Iglesia al afirmar que no sólo creían en Cristo en su mensaje sino en un "testimonio especial" o experiencia reveladora de lo divino. Afirmaban que era esta experiencia de la gnosis la que diferenciaba al verdadero seguidor de Cristo. Stephan Hoeller explica que estos cristianos tenían "la convicción de que el conocimiento directo, personal y absoluto de las verdades auténticas de la existencia es accesible para los seres humanos y que, además, la obtención de tal conocimiento debe constituir el objetivo supremo de la vida humana".

Qué eran esas "verdades auténticas de la existencia" de que hablaban lo gnósticos se reseñará brevemente más adelante, pero en primer lugar, una síntesis histórica de la Iglesia primitiva puede ser útil. Durante el primer siglo y medio de cristianismo -período en que encontramos las primeras menciones de los cristianos "gnósticos"- no había sido definido un único formato aceptable de pensamiento cristiano. Durante este período formativo, el gnosticismo era una de las muchas corrientes que fluían en las hondas aguas de la nueva religión. El cauce definitivo que tomaría el cristianismo, y con la cultura occidental, aún no estaba decidido por ese entonces. El gnosticismo fue una de las influencias seminales que dieron forma a ese destino.

Que el gnosticismo formó parte, al menos brevemente, del cristianismo convencional está testimoniado por el hecho de que uno de sus maestros más influyentes, Valentino, puede haber sido candidato, a mediados del siglo II, a ser electo obispo de Roma. Nacido en Alejandría en torno al 100 d.C., Valentino se distinguió desde su juventud como maestro extraordinario y dirigente en la altamente educada y diversificada comunidad cristiana alejandrina. En la mitad de su vida emigró de Alejandría a la que tendía a ser la capital de la fe, Roma, donde desempeñó un papel activo en los asuntos públicos de la Iglesia. Una característica primordial de los gnósticos era su pretensión de que eran custodios de tradiciones secretas, evangelios, rituales, transmisiones y otros asuntos esotéricos para los cuales muchos cristianos no estaban adecuadamente preparados o a los que simplemente no les interesaban. Valentino, fiel a su inclinación gnóstica, al parecer afirmaba haber recibido una especial licencia apostólica por medio de Theudas, un discípulo e iniciado del apóstol Pablo y ser custodio de doctrinas y rituales dejados de lado por lo que terminaría por ser la ortodoxia cristiana. Aunque era un influyente integrante de la Iglesia Romana a mediados del siglo II, hacia el fin de su vida Valentino había sido obligado a retirarse de la vida pública y había sido marcado como hereje por la incipiente Iglesia ortodoxa.

Aunque los detalles históricos y teológicos son demasiado complejos para explicarlos adecuadamente aquí, puede afirmarse que la marea de la historia se volvió contra el gnosticismo a mediados del siglo II. Después de Valentino, ningún gnóstico llegará a tal prominencia en la Iglesia principal. El énfasis del gnosticismo en la experiencia personal, sus continuas revelaciones y producciones de nuevas escrituras, su ascetismo y actitudes paradójicamente libertinas fueron objeto de creciente suspicacia. En 180 d.C., Ireneo, obispo de Lyon, publicaba sus primeros ataques al gnosticismo en cuanto herejía, tarea que sería continuada con creciente vehemencia por los Padres de la Iglesia a lo largo del siguiente siglo.

El cristianismo ortodoxo fue hondamente influido por sus combates contra el gnosticismo en los siglos II y III. La forma en que se formularon muchas tradiciones centrales de la teología cristiana fueron reflejos o sombras de este enfrentamiento con la gnosis. Pero para fines del siglo IV, el combate prácticamente había terminado: la incipiente Iglesia había sumado la fuerza de la corrección política a la de la denuncia dogmática y con esta espada, la así llamada herejía fue dolorosamente cortada del cuerpo cristiano. El gnosticismo en cuanto tradición cristiana fue casi erradicado, los maestros que quedaban sufrieron el ostracismo y sus libros sagrados fueron destruidos. Todo lo que les quedaba a los estudiantes que buscaron entender el gnosticismo en siglos posteriores eran las denuncias y los fragmentos preservados en las heresiologías patrísticas. O al menos, así pareció hasta mediados del siglo XX.

Visiones divergentes respecto de los orígenes míticos: ¿El Génesis es historia con moraleja o mito con significado?

POR STEPHAN A. HOELLER

Extracto de Gnosticism: New Light on the Ancient Traditions of Ismer Knowing (Gnosticismo: nueva luz sobre antiguas tradiciones de conocimiento interno) por Stephan A. Hoeller. Copyright © 2002 por Stephan A. Hoeller. Reproducido con permiso de Quest Books/The Theosophical Publishing House, Wheaton, III.

La mayor parte de los occidentales da por sentado que la cultura occidental sólo tiene un mito de la creación: el contenido en los tres primeros capítulos del Génesis. Pocos parecen saber que hay una alternativa: el mito gnóstico de la creación. Este mito nos puede impresionar como novedoso y sorprendente, pero ofrece interpretaciones de la creación y de nuestras vidas que son bien dignas de consideración.

William Blake, el poeta gnóstico de comienzos del siglo XIX escribió: "Ambos leemos la Biblia de día y de noche, pero donde vosotros leéis negro yo leo blanco". Los primeros gnósticos podrían haber pronunciado palabras como ésas acerca de quienes se les oponían en las filas del judaísmo y el cristianismo. El punto de vista no-gnóstico u ortodoxo del primer cristianismo consideraba a la mayor parte de la Biblia, en particular el Génesis, como una historia con moraleja. Adán y Eva eran personajes históricos cuya trágica transgresión resultó en caída, y de su caída la humanidad posterior debía aprender significativas lecciones. Una consecuencia de esta lectura del Génesis era la condición de las mujeres, ambivalente o algo peor, pues se las consideraba cómplices de Eva en la desobediencia en el Paraíso. Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia que despreciaba a los gnósticos, les escribió así a un grupo de mujeres cristianas:

Sois el portal del diablo... Sois aquellas que convencisteis a aquel a quien el diablo no se atrevía a atacar... ¿No sabéis que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia de Dios con respecto a vuestro sexo sigue viva en la actualidad; necesariamente, pues, sigue también viva la culpa. (De Cultu Feminarum 1.12).

Los cristianos gnósticos, cuyo legado de literatura sagrada se encuentra en la espléndida biblioteca de Nag Hammadi no leen el Génesis como una historia con moraleja sino como un mito con significado. No consideraban a Adán y Eva como figuras históricas, sino como representantes de dos principios intrapsíquicos que se encuentran dentro de todos los humanos. Adán era la encarnación teatralizada de la psiquis o "alma": el complejo mente/emoción donde se originan el pensar y el sentir. Eva representaba el pneuma o "espíritu", la conciencia más alta o trascendental.

Hay dos relatos bíblicos referidos a la creación de la primera mujer. Uno dice que Eva fue creada a partir de la costilla de Adán (Gén. 2.21); la otra, que Dios creó la primera pareja, macho y hembra, a su propia imagen (Gén, 1.26-27). El segundo relato sugiere que Dios Creador mismo tiene una doble naturaleza que combina características masculinas y femeninas. Los gnósticos tendían a preferir esta versión y desarrollaron varias interpretaciones de ésta. Esta versión le da igualdad a la mujer, mientras que la versión de la costilla de Adán la subordina al hombre.

Para los antiguos gnósticos, la imagen convencional de Eva no es creíble. La imagen la presentaba como una que fue engañada por la maligna serpiente y que, con su seductor encanto femenino, persuadió a Adán de desobedecer a Dios. Según la óptica de los gnósticos, Eva no era una crédula ignorante convertida en persuasiva tentadora; más bien, era una mujer verdaderamente sabia, una verdadera hija de Sofía, la sabiduría celestial. En este papel, ella fue la que despertó a Adán, quien dormía. Así, en el Apócrifo de Juan, Eva dice:

Entren en esa mazmorra que es la prisión del cuerpo. Y dije así: "Quien oiga, que despierte de su hondo sueño. Y entonces el [Adán] lloró y derramó lágrimas... Habló, dijo: ¿Quién me llama y de dónde me ha llegado esta esperanza, aquí, encadenado que estoy en esta prisión? Y dije así: Soy el conocimiento anticipado de la luz pura; soy el pensamiento del espíritu inmaculado... Despierta y recuerda... Y sigue a tu raíz, que soy yo... y cuídate del hondo sueño".

En otra escritura, Sobre el Origen del Mundo, Eva es presentada como hija y particularmente como mensajera de la divina Sofía. En su condición de mensajera instruye a Adán y lo despierta del sueño de la inconsciencia. En la mayor parte de las escrituras gnósticas, Eva aparece como superior a Adán. La conclusión que se extrae de estos textos es obviamente diferente del alcanzado por los padres de la Iglesia como Tertuliano: el hombre está en deuda con la mujer, que lo conduce a la vida y a la conciencia. Uno no puede sino preguntarse cómo se habría desarrollado la actitud occidental hacia las mujeres si la interpretación gnóstica de Eva hubiera sido la visión dominante.

De serpientes y hombres

La interpretación ortodoxa nos dice que ella escuchó a la maligna serpiente, que la persuadió de que el fruto del árbol haría que tanto ella como Adán se volvieran sabios e inmortales. Un tratado de la colección gnóstica de Nag Hammadi, el Testimonio de la Verdad, invierte esta interpretación. La serpiente, en lugar de ser considerada encarnación del mal, es la criatura más sabia del Paraíso. El texto elogia la sabiduría de la serpiente y arroja serias dudas sobre Dios, al preguntar "¿Qué clase de Dios es éste, pues?". La respuesta es que la prohibición de Dios con respecto a la fruta del árbol está motivada por la envidia, pues no quiere que los humanos despierten al conocimiento superior.

Tampoco se libran de reproches las amenazas y cóleras del Dios del Antiguo Testamento. El Testimonio de la Verdad afirma que ha demostrado ser "un calumniador envidioso", un Dios celoso que inflige castigos crueles e injustos a aquellos que no lo complacen. El texto comenta, "pero éstas son las cosas que dijo (e hizo) a quienes lo servían y creían en él". La evidente implicación es que con un Dios como ése, uno no necesita enemigos y tal vez tampoco diablo.

Otra escritura de la misma colección, la Hipóstasis de los Arcones, no informa que no sólo Eva sino también la serpiente fueron inspiradas y guiadas por la divina Sofía. Sofía hizo que su sabiduría penetrase en la serpiente, quien se volvió así maestra e informó a Adán y Eva con respecto a cuál era su verdadero origen. Llegaron a entender que no eran seres inferiores creados por el Demiurgo (en este caso, el Creador del relato del Génesis) sino que sus identidades espirituales se habían originado más allá de este mundo, en el seno de la Divinidad última.

Mientras que la versión convencional del Génesis afirma que tras comer el fruto prohibido Adán y Eva cayeron de la gracia del paraíso, la versión gnóstica afirma que "se les abrieron los ojos" -una metáfora de la gnosis. Los primeros humanos pudieron ver entonces que las deidades que los habían creado tenían un aspecto espantoso, pues tenían cabezas de animales, y retrocedieron horrorizados al verlas. Aunque fueron maldecidos por el Demiurgo y sus arcones, la primera pareja humana había adquirido la capacidad de gnosis. Se la podrían transmitir a aquellos de sus descendientes que estuvieran dispuestos a recibirla. Así, Eva pasó su don de gnosis a su hija Norea y Adán se lo transmitió a su tercer hijo, Seth...

La naturaleza de la exégesis gnóstica

¿Qué llevó a los intérpretes gnósticos del Génesis a propagar versiones tan extrañas del relato de la creación? ¿Sólo querían criticar acerbamente al Dios de Israel, como nos quieren hacer creer los Padres de la Iglesia? Las diversas razones posibles no necesariamente se excluyen entre sí y en algunos casos se complementan.

En primer lugar, los gnósticos, así como algunos otros cristianos primitivos, consideraban que el Dios del Antiguo Testamento era una incomodidad.

Los integrantes de las jerarquías más intelectuales de la cristiandad primitiva eran personas de cierta sofisticación espiritual. A aquellos que estaban familiarizados con las enseñanzas de Platón, Filón, Plotino y otros maestros de esa índole les debe de haber costado relacionarse con un Dios de naturaleza vengativa, iracunda, celosa, lleno de xenofobia tribal y aspiraciones dictatoriales...

Errores religiosos de omisión y comisión en El Código Da Vinci

Por Bart D. Ehrman

1. Decididamente, la vida de Jesús no fue "registrada por miles de seguidores en toda la región". No tuvo miles de seguidores, menos aún seguidores alfabetizados.

2. No es cierto que ochenta Evangelios "hayan sido tomados en cuenta para elaborar el Nuevo Testamento". Esto hace que parezca un concurso en el que se participaba por correo.

3. Es absolutamente falso que Jesús no haya sido considerado divino hasta el Concilio de Nicea y que antes fuese considerado "un profeta mortal". La amplia mayoría de los cristianos ya lo consideraban divino a comienzos del siglo IV.

4. Constantino no encargó una "nueva Biblia" que omitiera las referencias a los rasgos humanos de Jesús. Para empezar, no encargó ninguna nueva Biblia. Por otro, los libros ya incluidos estaban llenos de referencias a sus rasgos humanos (siente hambre, cansancio, ira; pierde la paciencia; sangra, muere...)

5. Los Rollos del Mar Muerto no fueron "encontrados en la década de 1950". Fue en 1947. Y los documentos de Nag Hammadi no relatan para nada la historia del Grial; ni enfatizan los rasgos humanos de Jesús. Todo lo contrario.

6. El "decoro judío" no prohibía de ningún modo "que un hombre judío permaneciese soltero". De hecho, la mayor parte de la comunidad vinculada a los Rollos del Mar Muerto eran hombres solteros célibes.

7. Los Rollos del Mar Muerto no se cuentan entre "los primeros registros cristianos". Son judíos y nada tienen de cristiano.

8. Nada sabemos del linaje de María Magdalena; nada la conecta a la "casa de Benjamín". Y aun si así fuera, ello no la haría descendiente de la casa de David.

9. ¡¿María Magdalena estaba encinta en la crucifixión?! Muy gracioso.

10. El documento "Q" no es una fuente que sobrevivió oculta por el Vaticano, ni tampoco es un libro que se suponga escrito por el propio Jesús. Es un documento hipotético que los estudiosos postulan como aquel al que tuvieron acceso Mateo y Lucas -principalmente una compilación de dichos de Jesús. Los estudiosos católicos romanos creen lo mismo que los no católicos; no hay ningún secreto en el tema.

Bart D. Ehrman es profesor de religión en la universidad de Carolina del Norte y autor de Lost Christianisties: The Battle for Scripture and the Faith we Never Know (Cristianismos perdidos: la batalla por las escrituras y las fes que nunca conocimos).

En segundo lugar, como se señaló anteriormente, los gnósticos se inclinaban a interpretar el Antiguo Testamento desde el punto de vista simbólico. Teólogos modernos como Paul Tillich... afirman que la historia de la Caída era un símbolo de la situación existencial humana, no la narración de un evento histórico...

En tercer lugar la interpretación gnóstica del Génesis puede haber estado vinculada a experiencias visionarias gnósticas. Mediante sus exploraciones y: experiencias de los misterios divinos, los gnósticos pueden haber llegado a entender que la deidad de la que se habla en el Génesis no era el verdadero y único Dios, contrariamente a lo que afirma la Biblia y que debía haber un Dios por encima de él...

Los gnósticos entendían la historia de la creación del Génesis como un mito, y los mitos necesariamente están sujetos a interpretaciones. Los filósofos griegos frecuentemente contemplaban sus mitos como alegorías, mientras que el vulgo los veía como una suerte de cuasi historia y los mystae (iniciados) de los misterios de Eleusis y otros daban vida a los mitos a través de experiencias visionarias. No hay razón para creer que los gnósticos enfocaran los mitos de una manera esencialmente distinta de ésa...

Del mismo modo en que el niño es padre del hombre, los mitos de la creación de distintas culturas dejan su impronta en las historias de pueblos y naciones. Al parecer, los gnósticos hicieron un valiente intento de liberar a la joven cultura occidental de su época de la sombra del mito de la creación judeocristiano. Si el mito alternativo que sugirieron nos parece radical, eso es así sólo porque llevamos siglos acostumbrado a la versión del Génesis. De hecho, muchas de las implicaciones de la versión gnóstica son útiles para la cultura del siglo XXI.

5 ¿CONSOLIDACIÓN U OCULTAMIENTO?

Cómo se estableció la única fe verdadera

Uno de los principales participantes en esta operación de ocultamiento fue un personaje llamado Eusebio quien, a comienzos del siglo cuarto, compiló a partir de leyendas, inventos y su propia imaginación la única historia temprana del cristianismo que conocemos hoy... Todos los que veían las cosas de otra manera... fueron marcados como herejes y erradicados. Fue así que las falsías compiladas en el siglo cuarto nos han sido transmitidas como si fuesen hechos...

TIMOTHY FREDKE Y PETER GANDY

El "filósofo-teólogo" moderno Yogi Berra dijo una vez, "cuando llegues a la encrucijada, toma uno de los ramales". El empalme metafórico donde se encontraban la teología cristiana y la lucha por el control de la Iglesia se presentó como una serie de encrucijadas en el camino en los primeros quinientos o seiscientos años después de la muerte de Cristo. Dónde llevaban esos caminos, cómo chocaban entre sí, cuál fueron los significados abiertos y ocultos del resultado son los temas de este capítulo.

Para lograr la primacía, los primitivos Padres de la Iglesia creían que debían convertir el cristianismo en una fuerza que uniera y fortaleciera al imperio y que fuera coherente con los valores, la política y las infraestructuras política y militar de éste. Los que conducían al Imperio Romano en esta búsqueda creían que una de las tareas clave a realizar era destilar una ideología y una cosmología esenciales a partir de las diversas ideas que constituían el mensaje cristiano. Al hacerlo, eligieron privilegiar ciertas narraciones del Evangelio que reforzaban su interpretación del mensaje cristiano -y hasta seleccionar aquellas que serían incluidas en la Biblia y decidir en qué orden serían dispuestas, rechazando vigorosamente al mismo tiempo todo lo que pudiera considerarse; que se alejaba de la convención en lo político o lo textual.

Los gnósticos, quienes estaban lejos de los centros, que eran Roma y Constantinopla, terminaron peleando a la defensiva en esta batalla. Según arguyen Timothy Fredke y Peter Gandy, la Iglesia eliminaba sistemáticamente las influencias gnósticas y otras que se consideraban "heréticas", aun aquellas que podían haber sido más cercanas a las creencias y prácticas de la revolución que lanzó Jesús y favorecía aquellas que contribuían a consolidar una Iglesia estandarizada, jerárquica, poderosa. Uno de los caminos llevaba a místicos que experimentaban experiencias extáticas en el desierto; el otro llevaba a un papado fuerte, catedrales centrales, campesinos que disponían sus vidas sobre el telón de fondo del cielo y el infierno y soldados cristianos dispuestos a avanzar.

Como nota Bart Ehrman en la entrevista que le hacemos en este capítulos "cuando Constantino se convirtió al cristianismo, se convirtió a una forma ortodoxa de cristianismo y cuando el Estado tiene poder, y el Estado es cristiano, entonces el Estado comienza a demostrar su influencia sobre el cristianismo. De modo que para fines del siglo IV, ya había leyes contra la herejía. De modo que el imperio que solía ser completamente anticristiano se vuelve cristiano y no sólo se vuelve cristiano, sino que pretende dictaminar qué forma debe tener el cristianismo".

Este capítulo refleja esa argumentación histórica. La lucha contra los supuestos herejes puede encontrarse en algunos extractos incluidos aquí y tomados de algunos de los escritores más influyentes de los siglos II y III: Tertuliano, Ireneo y Eusebio.

Estos individuos fueron figuras históricas reales y bien documentadas de la historia cristiana. Desempeñaron un papel crítico, a veces sin saberlo, en la selección de los textos que debían constituir el Nuevo Testamento y el canon cristiano moderno además de destruir -intelectual, ideológica y físicamente- los movimientos cristianos "heréticos" de la época. Aunque sus nombres apenas son conocidos por los cristianos promedio de hoy, ejercieron un poder extraordinario en la determinación del contenido definitivo del cristianismo moderno. Fueron, por así decirlo, los editores de la Biblia. Como reaccionaban a la severa represión que habían experimentado los cristianos, estos dirigentes de la Iglesia desarrollaron sus propios prejuicios y deben ser entendidos en su contexto. Y cuando leáis algunos de sus pronunciamientos originales en este capítulo, veréis cuán oscura y terrible era la época en que vivieron y actuaron.

Con el beneficio de una perspectiva de mil seiscientos años, algunos expertos consideran que los "herejes" denunciados por la jerarquía eclesiástica primitiva recorrían un sendero espiritual más humanista, más significativo, más feminista y más "cristiano" que quienes triunfaron. Éste es uno de los ejemplos más flagrantes que existen de cómo quienes ganan escriben la historia desde su propio punto de vista. De este proceso que definió una era emergió, por un lado, una pequeña cantidad de verdades evangélicas, por otro una gran cantidad de documentos herejes.

La extrema extensión de las argumentaciones de la Iglesia contra las herejías de hace mil seiscientos años sería retomada mil años más tarde por la Inquisición. Malleus Maleficarum, escrito en 1487 como plataforma política de la Inquisición, tiene sus raíces en esas primeras batallas contra las supuestas herejías; reproducimos algunas de sus estremecedoras palabras en estas páginas.

El apasionado grito teológico de "¡Juego sucio!" que lanzaron aquellos que tomaron el segundo camino -expresado, ante todo, por el gnosticismo- puede encontrarse en los escritos de Timothy Fredke y Peter Gandy, además de otros comentaristas posmodernos. Fredke y Gandy perciben cómo las raíces espirituales, míticas, poéticas, románticas, vinculadas al culto de la Diosa y de la femineidad sagrada en el cristianismo fueron aplastadas por esas virulentas campañas antiherejía. Llegan a alegar que "no hay evidencia de que Jesús haya vivido jamás". Jesús fue uno más en un largo linaje de figuras míticas de dios-hombre, las cuales, se suponía, vivían en armonía con la Diosa. Interpretan los esfuerzos por seleccionar cuáles eran las verdades de los Evangelios y de editar la rica historia de los orígenes cristianos hasta convertirla en un alimento concentrado para las masas como la destrucción del lado femenino de esa continuidad, una ruptura con las raíces del inconsciente colectivo y con el pasado colectivo. "Algunas de las cosas que incluimos entre las palabras de Jesús fueron originalmente palabras de la boca de la diosa" dicen.

Dos eminentes estudiosos de las religiones dan la perspectiva a esa lucha interpretativa. Elaine Pagels analiza cómo la Palabra de Dios se convirtió en la Palabra del hombre mediante la selección de los Evangelios a ser incluidos en la Biblia. Bar Ehrman traza un panorama de "los otros cristianismos" y de las implicaciones religiosas, políticas y culturales de la victoria de la Iglesia y la derrota de los gnósticos.

Por el camino, se da a conocer una selección de otros puntos de vista, mientras comenzamos a pelar una capa por vez de lo que Leigh Teabing le dice a Sofía que fue "el mayor ocultamiento de la historia humana".

Los Misterios de Jesús

POR TIMOTHY FREDKE Y PETER GANDY

De The Jesus Mysteries: Was the "Original Jesus" a Pagan God? (Los Misterios de Jesús: ¿Fue el Jesús original" un dios pagano?) por Timothy Fredke y Peter Gandy. Copyright © 1999 por Tim Fredke y Peter Gandy. Empleado con permiso de Harmony Books, una división de Random House, Inc.

La versión tradicional de la historia que nos han legado las autoridades de la Iglesia Romana es que el cristianismo se desarrolló a partir de las enseñanzas del Mesías judío y que el gnosticismo fue una desviación posterior. ¿Qué ocurriría, nos preguntamos, si ese cuadro se invirtiera y se percibiera al gnosticismo como el cristianismo auténtico, tal como lo afirmaban los gnósticos? ¿Podría ser que el cristianismo ortodoxo fuera una desviación posterior del gnosticismo y que el gnosticismo fuese una síntesis del judaísmo y de las religiones paganas de los misterios? Éste fue el comienzo de la Tesis de los Misterios de Jesús.

Para expresarlo en pocos trazos, el cuadro que emergió fue el siguiente. Sabíamos que la mayor parte de las culturas mediterráneas había adoptado los antiguos Misterios, adaptándolos a sus propios gustos nacionales y creando sus propias versiones del hombre-dios que muere y resucita. Podía ser que, en forma parecida, algunos judíos hubieran adoptado los Misterios paganos y creado su propia versión de los Misterios, que ahora conocemos como gnosticismo. Tal vez los iniciados en los Misterios judíos habían adaptado el poderoso simbolismo de los mitos de Osiris-Dionisos a un mito propio, el héroe del cual habría sido el hombre-dios judío que muere y renace, Jesús.

Si esto era así, entonces la historia de Jesús no era en absoluto una biografía sino un procedimiento cuidadosamente codificado de transmitir las enseñanzas espirituales creadas por los gnósticos judíos. Del mismo modo que en los Misterios paganos, la iniciación a los Misterios Internos revelaría el significado alegórico de los mitos. Tal vez aquellos que no eran iniciados en los Misterios Internos habían llegado a considerar erróneamente el mito de Jesús como un hecho histórico, creando así el cristianismo literalista. Tal vez los Misterios Internos del cristianismo, que los gnósticos enseñaban, pero cuya existencia negaban los literalistas revelaban que la historia de Jesús no era un relato fáctico de la primera y única visita de Dios al planeta Tierra, sino un relato de enseñanza mística diseñado para ayudar a que cada uno de nosotros se convierta en un Cristo.

La historia de Jesús tiene todos los elementos que definen al mito, así que ¿puede ser que se trate exactamente de eso? A fin de cuentas, nadie que haya leído los evangelios gnósticos recientemente descubiertos ha tomado sus fantásticas historias por verdades literales; es fácil ver que se trata de mitos. Sólo la costumbre y el prejuicio cultural han evitado que veamos los evangelios del Nuevo Testamento bajo esta misma luz. Si esos evangelios también hubiesen estado perdidos y sólo hubieran sido descubiertos recientemente ¿quién iba a leer esas historias por primera vez y creer que eran relatos históricos de cómo un hombre nació de una virgen, caminó sobre el agua y resucitó de entre los muertos? ¿Por qué habían de ser consideradas fábulas las historias de Osiris, Dionisos, Adonis, Atis, Mitra y los otros salvadores de los Misterios paganos, y creer que lo que es esencialmente la misma historia relatada en un contexto judío es la biografía real de un carpintero de Belén?

Ambos fuimos educados en el cristianismo y nos sorprendía ver que a pesar de años de exploración espiritual con la mente abierta, aún nos parecía peligroso pensar en tales cosas. El adoctrinamiento temprano llega muy hondo. En efecto, ¡decíamos que Jesús era un dios pagano y que el cristianismo era un producto herético del paganismo! Parecía desaforado. Sin embargo, esa teoría explicaba la similitud entre las historias de Osiris, Dionisos y Jesucristo en forma simple y elegante. Son partes del desarrollo de un único mito.

La Tesis de los Misterios de Jesús respondía a muchas preguntas desconcertantes, pero también abría nuevos dilemas ¿No existe acaso evidencia histórica irrefutable sobre la existencia del Jesús hombre? ¿Y cómo podía ser el gnosticismo el cristianismo original cuando san Pablo, el primer cristiano del que tenemos noticias, fue tan estentóreamente antignóstico? y ¿realmente es creíble que un pueblo tan aislacionista y antipagano como los judíos haya adoptado los Misterios paganos? y ¿cómo puede haber ocurrido que un mito creado en forma deliberada fuese aceptado como historia? Y si el gnosticismo representaba el auténtico cristianismo, ¿por qué llegó el cristianismo literalista a dominar el mundo como la religión más influyente de todos los tiempos? Debíamos responder en forma satisfactoria todas estas preguntas difíciles ante una teoría tan radical como la de los Misterios de Jesús.

El gran ocultamiento

Nuestra nueva versión de los orígenes del cristianismo sólo parecía improbable porque contradecía la versión aceptada. A medida que nuestra investigación avanzaba, la representación tradicional perdía toda coherencia. Nos encontramos enredados en un mundo de cismas y luchas de poder, de documentos falsificados e identidades falsas, de cartas que habían sido editadas y a las que se les habían hecho agregados y en la destrucción general de la evidencia histórica. Como forenses, nos centramos en los pocos hechos de los que podíamos estar seguros, como si fuésemos detectives a punto de descifrar un enigma sensacional o, tal vez más precisamente, como si estuviésemos descubriendo un caso antiguo y no reconocido de justicia fraudulenta. Pues una y otra vez, examinar en forma crítica la poca evidencia sobreviviente, nos encontramos que la historia del cristianismo que nos ha legado la Iglesia Romana era una grosera distorsión de la verdad. De hecho, la evidencia confirmaba por completo la Tesis de los Misterios de Jesús. Era cada vez más obvio que habíamos sido engañados en forma deliberada, que los gnósticos realmente eran los cristianos originales y que su misticismo anárquico les había sido arrebatado por una institución autoritaria que creó a partir de él una religión dogmática, imponiendo a continuación el mayor ocultamiento que haya conocido la historia.

Los Misterios de Jesús

Uno de los principales participantes en esta operación de ocultamiento es un personaje llamado Eusebio quien, a comienzos del siglo IV, compiló a partir de leyendas, inventos y su propia imaginación la única historia temprana del cristianismo que conocemos hoy. Todas las historias subsiguientes debieron basarse por fuerza en las dudosas afirmaciones de Eusebio, porque había poca información más para estudiar. Todos los que veían el cristianismo de otra manera fueron marcados como herejes y erradicados. Fue así como las falsías compiladas en el siglo IV nos han sido transmitidas como si fuesen hechos comprobados.

Eusebio respondía al emperador romano Constantino, quien hizo del cristianismo la religión de Estado del imperio y le dio el poder que necesitaba para comenzar la erradicación definitiva del paganismo y el gnosticismo. Constantino quería "un Dios, una religión" para consolidar su pretensión de "un Imperio, un Emperador". Supervisó la creación del credo niceno, el artículo de fe que se repite en las Iglesias hasta el día de hoy y los cristianos que se negaban a confirmar la validez de ese credo fueron exiliados del Imperio o silencia, dos de otras maneras.

Luego, el Emperador "cristiano" regresó a casa desde Nicea e hizo que su mujer fuese sofocada y su hijo asesinado. Se mantuvo sin bautizar en forma deliberada hasta su lecho de muerte de modo de poder continuar con sus atrocidades y aun así recibir el perdón de los pecados y un lugar en el cielo al recibir el bautismo a último momento. Aunque logró que su productor de ideologías Eusebio compusiese una biografía suya adecuadamente obsequiosa; en realidad era un monstruo, como lo fueron muchos emperadores romanos antes que él. ¿Realmente es sorprendente que una "historia" de los comienzos del cristianismo creada por un empleado al servicio de un tirano romano haya resultado ser una sarta de mentiras?

Realmente, la historia la escriben los que vencen. La creación de una historia apropiada siempre ha sido arte del arsenal de la manipulación política.

¿Jesús existió realmente?

ENTREVISTA CON TIMOTHY FREDKE

En el capítulo 2, Timothy Fredke discute los arquetipos de la femineidad sagrada. Aquí, en una continuación de esa entrevista, cuestiona la existencia de un Jesús histórico.

En su opinión ¿hay alguna evidencia de que Jesús haya existido?

Ninguna. La única evidencia con que contamos está falsificada. Diría en forma categórica que no hay ninguna evidencia con respecto al Jesús histórico, pero sí mucho que sugiere que la historia del Evangelio es un mito. Si alguien encontrara la historia de Jesús en una cueva, como ocurrió con los textos de Nag Hammadi y dijera "Miren, encontré la historia de un hombre que nace de una virgen, camina sobre el agua, enseña increíbles percepciones espirituales y luego muere y resucita de entre los muertos" creo que todos dirían "Bueno, se trata claramente de otro mito, hay muchos así". Es sólo por estar tan familiarizados con ella que no vemos lo obvio. Hace ciento cincuenta años la gente creía que Adán y Eva existieron -alguna gente aún lo cree. Pero entre nosotros, quienes han sido educados saben que no es así, que es un mito, un mito alegórico poderoso e importante acerca de una transformación. No es historia y lo probable es que de aquí a unas décadas se perciba a la historia de Jesús de la misma forma. Es que al día de hoy la llevamos tan dentro de nosotros que no podemos darnos cuenta cabalmente de lo que es. Y cuando los cristianos gnósticos fueron destruidos en el siglo IV, estos misterios sobrevivieron en sociedades secretas clandestinas -sin duda ésta es la raíz de muchas de las sociedades secretas de que nos habla Dan Brown. Y tiene razón en eso, en lo que se equivoca, creo, es en creer que eso tiene alguna relación con el linaje de reyes y reinas.

Usted llama literalista a la rama cristiana que sobrevivió y prosperó. ¿Cuál fue el resultado de esta interpretación literalista de la historia de Jesús?

El legado del cristianismo literalista ha sido horrible. Por un lado, fue el holocausto en nombre de Dios y por otro ha sido el holocausto de la mujer, la cacería de brujas. Ha sido lo que ocurre cuando se rechaza lo femenino y la ironía es que la Iglesia rotuló a los gnósticos de renunciantes al mundo -cuando, de hecho, es la Iglesia la que condenó a las mujeres, condenó al sexo, inventó comunidades monásticas donde los hombres podían alejarse de las mujeres y del mundo e incitó a que la gente de la Edad Media se flagelase. Todo eso viene del literalismo romano, pues éste hace que uno quiera sufrir como sufrió Jesús más bien que entender que es metafórico, que es una alegoría. El tratamiento a las mujeres sólo ha cambiado en los últimos pocos cientos de años -y en forma marcada, sólo en las últimas décadas- y ésa es una gran ironía, pues quienes crearon originalmente la historia de Jesús hacían parte de la tradición pitagórica, famosa por tratar bien a las personas. Muchas obras del cristianismo gnóstico primitivo se atribuyen a mujeres. A menudo los maestros gnósticos eran mujeres, sus dirigentes solían ser mujeres. Y esta tradición fue destruida por esa horrible revuelta romana y hemos perdido la divinidad femenina, lo cual no sólo es malo para las mujeres, sino para los hombres. Como hombre, es muy difícil tener una relación erótica con lo divino si uno no tiene una imagen divina a la que referirse.

¿Palabras de Dios o palabras humanas?

POR ELAINE PAGELS

Extracto de Beyond Belief The Secret Gospel of Thomas (Más allá de la creencia: el Evangelio secrete de Tomás) por Elaine Pagels. Copyright © 2003 por Elaine Pagels. Empleado por permiso de Random House Inc.

En el siglo que siguió a la muerte de Jesús, algunos de sus seguidores más leales habían decidido excluir una amplia variedad de fuentes cristianas, por no hablar de los préstamos tomados a otras tradiciones religiosas, aunque, como se vio, ello ocurría a menudo. Pero ¿por qué y en qué circunstancias creyeron estos primitivos dirigentes de la Iglesia que ello era necesario para la supervivencia del movimiento? ¿Y por qué aquellos que proclamaron a Jesús como "único hijo engendrado por Dios", según dice el Evangelio de Juan dominaron la tradición posterior, mientras que otras perspectivas cristianas, como la de Tomás, que instan a los discípulos a reconocerse a sí mismos y a Jesús también, como "hijos de Dios", fueron suprimidas?

Tradicionalmente, los teólogos cristianos han declarado que "el Espíritu Santo guía a la Iglesia hacia la verdad", afirmación que demasiado a menudo se ha interpretado en el sentido de que lo que ha sobrevivido debe ser correcto. Algunos historiadores de la religión han racionalizado esta convicción por considerar que en la historia cristiana, al igual que en la historia temprana de la ciencia, las ideas débiles y falsas no tardan en perecer, mientras que las que son fuertes y válidas sobreviven. El fallecido Raymond Brown, destacado estudioso del Nuevo Testamento y sacerdote católico sulpiciano formuló esta perspectiva con crudeza: lo que los cristianos ortodoxos rechazaban era sólo "la basura del siglo II" -y, agregó: "sigue siendo basura". Pero estas polémicas nada nos dicen acerca de cómo y por qué los primeros dirigentes de la Iglesia sentaron los principios fundamentales de la enseñanza cristiana. Para comprender qué pasó debemos considerar los desafíos -y peligros- específicos que enfrentaban los creyentes durante los críticos años en torno al año 100 al año 200 de la era cristiana y cómo lidiaron con esos desafíos quienes devinieron en arquitectos de la tradición cristiana. El converso africano Tertuliano, quien vivió en la ciudad portuaria de Cartago en el norte de África unos ochenta años después de que se escribieran los Evangelios de Juan y de Tomás, en torno al año 190 (o, como habrían dicho Tertuliano y sus contemporáneos, en tiempos del emperador Cómodo) reconoció que el movimiento cristiano atraía multitudes de nuevos integrantes y que los que no pertenecían a él se sentían alarmados.

Se generaliza la queja de que el Estado está colmado de cristianos que están en los campos, las ciudades y en las islas y [quienes no lo son] se lamentan, como si se tratase de una calamidad, que tanto hombres como mujeres de toda edad y condición, aun los de alto rango, se convierten a la fe cristiana.

[se nos llama] monstruos de malignidad, se nos acusa de practicar un ritual sagrado en que matamos a un niñito y lo comemos; y en el cual, después de la comilona, practicamos el incesto, mientras que nuestros alcahuetes, los perros, vuelcan las lámparas y nos dan la desvergonzada oscuridad para satisfacer nuestras lascivias. Esto es lo que las personas alegan sin cesar, sin ocuparse de averiguar si es cierto o no... Bueno, creéis que los cristianos son capaces de todos los crímenes -son enemigos de los dioses, del emperador, de las leyes, la moral y la naturaleza.

Tertuliano ridiculizó a la mayoría no cristiana por sus descabelladas sospechas y denunció a los magistrados que las creían:

Tertuliano se afligía porque en todo el imperio, desde su ciudad natal en África hasta Italia, España, Egipto y Asia Menor, y en las provincias desde Germania hasta Galia, los cristianos habían sido objeto de esporádicos estallidos de violencia. Los magistrados romanos solían ignorar estos incidentes y a veces participaban en ellos. En la ciudad de Esmirna, en la costa de Asia Menor, por ejemplo, multitudes que gritaban "¡muerte a los ateos!" lincharon al con verso Germánico y exigieron -con éxito- que las autoridades arrestaran y, mataran de inmediato a Policarpo, un eminente obispo.

Lo que percibían los que no pertenecían al movimiento dependía en gran parte de los grupos cristianos con que entraban en contacto. Plinio, gobernador de Bitinia, en la actual Turquía, al intentar que determinados grupos dieran protección a subversivos, ordenó a sus soldados que arrestaran a quienes se acusaba de cristianos. Para obtener información, sus soldados torturaron a dos mujeres cristianas, esclavas ambas, quienes revelaron que los integrantes de este grupo en particular "se encontraban regularmente antes del alba de un día, en particular para cantarle un himno a Cristo como si fuese un dios". Aunque se rumoreaba que comían carne y sangre humana, Plinio estableció que sólo comían "alimentos comunes, inofensivos". Le informó al emperador Trajangt: que, aunque no encontró evidencia de un verdadero delito "ordené que se las llevaran y las ejecutaran porque, sea lo que sea lo que admiten, su tozudez y su inconmovible obstinación no debían quedar sin castigo". Pero veinte años más tarde, en Roma, Rusticus, el prefecto de la ciudad, interrogó a cinco cristianos que le parecieron más bien integrantes de un seminario filosófico que de un culto. El filósofo Justino Mártir, acusado junto a sus alumnos, admitió ante el prefecto que se encontraba con otros creyentes de parecidas inclinaciones en su apartamento "sobre los baños de Timoteo" para discutir "filosofía cristiana". Así y todo, Rusticus, como Plinio, sospechó que se encontraba ante un caso de traición. Cuando Justino y sus discípulos se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses ordenó que fueran azotados y decapitados.

Treinta años después de la muerte de Justino, otro filósofo, llamado Celso, que detestaba a los cristianos, escribió otro libro, llamado La verdadera palabra, que denunciaba al movimiento y acusaba a algunos de sus integrantes de actuar como los enloquecidos devotos de dioses extranjeros como Atis y Cibeles, que eran poseídos por los espíritus. Otros, según denunció Celso, practicaban encantamientos y hechizos, como los magos; otros seguían lo que muchos griegos y romanos percibían como las bárbaras, orientales costumbres de los judíos. Celso también informó que en los establecimientos rurales importantes en todo el campo, los hiladores de lana, remendones y lavanderas, gente que, dijo, "habitualmente teme hablar en presencia de sus superiores" así y todo reunían a los crédulos -esclavos, niños, "mujeres estúpidas"- de las grandes casas en sus talleres para contarles acerca de los milagros de Jesús y de cómo, después de muerto, resucitó. Entre los ciudadanos respetables, los cristianos suscitaban las mismas sospechas de violencia, promiscuidad y extremismo político con que se contempla hoy a los cultos secretos, especialmente por parte de quienes temen que sus amigos o parientes puedan ser captados por ellos.

A pesar de las diversas formas del cristianismo primitivo -y tal vez debido a ellas- el movimiento se difundió rápidamente, de modo que para fines del siglo II, proliferaron cultos cristianos en todo el imperio a pesar de los intentos de detenerlos. Tertuliano se jactó ante quienes no pertenecían al movimiento que "cuanto más nos seguéis, más nos multiplicaremos; ¡la sangre de Cristo es una semilla!". Sin embargo, la retórica desafiante no podía resolver el problema que él y otros dirigentes cristianos enfrentaban: ¿cómo podían fortalecer y unificar ese movimiento enormemente difundido y diversificado para que sobreviviera a sus enemigos?

El joven contemporáneo de Tertuliano, Ireneo, a menudo identificado como obispo de Lyon, había experimentado personalmente la hostilidad que menciona Tertuliano, primero en su ciudad natal de Esmirna (Izmir, en la actual Turquía) y luego en la ruda ciudad provinciana de Lyon en la Galia (actual Francia). Ireneo también presenció las facciones que dividieron a los grupos cristianos. De niño, vivió en casa de su maestro Policarpo, venerable obispo de Esmirna, a quien aun sus enemigos llamaban "maestro del Asia Menor". Aunque sabía que estaban esparcidos por todo el mundo en pequeños grupos, Ireneo compartía la esperanza de Policarpo de que los cristianos de todas partes se consideraran a sí mismos integrantes de una Iglesia única que llamaron católica, que significa "universal". Para unificar esta comunidad mundial, Policarpo instó a sus integrantes a rechazar a todos los que se desviaran de la norma. Según Ireneo, Policarpo gustaba de contar cómo su propio mentor, "Juan, el discípulo del Señor" -la misma persona que la tradición venera como autor del Evangelio de Juan- fue un día a los baños públicos de Efeso, pero al ver a Cerinto, a quien consideraba hereje, Juan huyó de la casa de baños sin bañarse, exclamando "huyamos, no vaya a derrumbarse esta casa de baños; pues Cerinto, enemigo de la verdad, está allí". Cuando Ireneo repetía esta historia, agregaba otra para demostrar cómo trataba el propio Policarpo a los herejes. Cuando el influyente pero controvertido maestro cristiano Marción se enfrentó al obispo y le preguntó "¿me reconoces?", Policarpo respondió "Si, te reconozco, ¡primogénito de Satán!".

Ireneo dice que relata estas historias para demostrar "el horror que los apóstoles y sus discípulos tenían aun de hablar con aquellos que corrompen la verdad". Pero sus historias muestran también qué preocupaba a Ireneo: que incluso dos generaciones después de que el autor del Evangelio de Juan avalara las pretensiones de los cristianos de Pedro y enfrentara a los cristianos de Tomás, el movimiento seguía siendo dividido por los debates y las facciones. El propio Policarpo denunció a aquellos que, según su acusación "se decían cristianos con maligna duplicidad", pues lo que enseñaban difería de lo que sus maestros le enseñaron a él. Por su parte, Ireneo creía que él era quien practicaba el verdadero cristianismo pues podía vincularse en forma directa a los tiempos de Jesús a través de Policarpo, quien había recibido la enseñanza de Jesús por medio del propio Juan, el "discípulo del Señor". Convencido de que esta discípulo escribió el Evangelio de Juan, Ireneo estuvo entre los primeros en defender ese evangelio y vincularlo para siempre a los de Marcos, Mateo y Lucas. Su contemporáneo Tatiano, un brillante alumno sirio del filósofo Justino Mártir, muerto por Rusticus, tenía otro enfoque: trató de unificar todos los evangelios refundiéndolos en un solo texto. Ireneo dejó los textos intactos, pero dejó claro que sólo Mateos, Marcos, Lucas y Juan en forma colectiva -y exclusivamente, esos evangelios- constituían la totalidad del evangelio, al que denominó el "evangelio de los cuatro". Ireneo creía que sólo estos cuatro evangelios habían sido escritos por testigos oculares de los eventos a través de los cuales Dios había enviado la salvación para todo el género humano. Este canon de los cuatro evangelios se convertiría en una poderosa arma en la campaña de Ireneo para unificar y consolidar el movimiento cristiano en el transcurso de su vida y ha sido una de las bases de la ortodoxia desde ese momento...

Cuando Ireneo se encontró en Roma con un amigo de su infancia en Esmirna llamado Florino, quien en su juventud había estudiado con Policarpo quedó escandalizado al enterarse de que su amigo se había unido a un grupo liderado por Valentino y Ptolomeo, teólogos sofisticados que, de todas formas como los nuevos profetas, se fiaban a menudo de sueños y revelaciones. Aunque se llamaban a sí mismos cristianos espirituales, Ireneo consideraba que se desviaban peligrosamente de la norma. Con la esperanza de persuadir a su amigo de que reconsiderase su actitud, Ireneo escribió una carta para advertirle que "estos puntos de vista, Florino, por decirlo amablemente, no son sanos; no están de acuerdo con la Iglesia y llevan a sus seguidores a la peor de las impiedades y aun a la herejía". Ireneo se sintió preocupado al enterarse de que un creciente número de cristianos educados iban hacia esa misma dirección.

Cuando regresó a Galia desde Roma, Ireneo se encontró con que su propia comunidad había sido devastada; unas treinta personas habían sido brutalmente torturadas y muertas en espectáculos públicos en un día específicamente destinado a proveer tal entretenimiento a los habitantes locales. El obispo Potino había muerto, de modo que los sobrevivientes contaban con que Ireneo los dirigiera. Aunque era consciente del peligro, aceptó la tarea, decidido a unificar a los sobrevivientes. Pero vio que los miembros de su propia "majada" estaban divididos en varios grupos, algunos mutuamente enfrentados -y que cada uno de ellos afirmaba estar inspirado por el espíritu santo.

¿Cómo podía dilucidar estas afirmaciones contradictorias e imponer alguna clase de orden? La tarea era enorme y desconcertante. Es indudable que Ireneo creía que el espíritu santo había originado el movimiento cristiano. Desde el momento mismo en que comenzó, hacía cien años, tanto Jesús como sus seguidores afirmaron experimentar comunicaciones del espíritu santo en sueños, visiones, historias, dichos, pronunciamientos extáticos -muchas comunicadas oralmente, muchas por escrito- que reflejaban la vitalidad y la diversidad del movimiento. Los evangelios del Nuevo Testamento abundan en visiones, sueños y revelaciones, como la que, según el relato de Marcos, marcó el comienzo de la actividad pública de Jesús.

Y sucedió que por aquellos días, vino Jesús desde Nazareth y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y en cuanto salió del agua, vio que se rasgaban los cielos y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco".

Lucas le agrega a esta versión de la historia un relato del nacimiento de Jesús, en el que una visión precede cada episodio de la historia, desde la aparición del ángel Gabriel al anciano sacerdote Zacarías y luego a María hasta la noche en que "un ángel del Señor" se les aparece a los pastores para contarles del nacimiento de Jesús, aterrándolos con un súbito resplandor que enciende el cielo nocturno...

Ireneo dice que, por pedido de un amigo, intentó por todos los medios investigar las enseñanzas de un tal Marcus para denunciarlo como intruso y estafador. Pues al atraer discípulos, llevar a cabo iniciaciones y ofrecer enseñanzas espirituales a los cristianos "espirituales", las actividades de Marcus amenazaban los esfuerzos de Ireneo por unificar a todos los cristianos de la región en una Iglesia homogénea. Ireneo acusó a Marcus de ser un mago, "heraldo del Anticristo", un hombre cuyas visiones inventadas y pretensión de tener poder espiritual enmascaraban su verdadera identidad de apóstol de Satanás. Ridiculizó las afirmaciones que hacía Marcus de investigar "las cosas profundas de Dios" y se burló de él por instar a los iniciados a que tuvieran visiones de su propia cosecha:

Mientras dicen semejantes cosas acerca de la creación, cada uno de ellos genera diarias novedades según su capacidad; pues entre ellos, ninguno es considerado "maduro" [o "iniciado"] si no inventa alguna de estas enormidades.

Ireneo expresa su desaliento por el hecho de que también muchos otros maestros dentro de la comunidad cristiana "introduzcan una cantidad de escritos secretos e ilegítimos falsificados por ellos mismos para desconcertar las mentes de los necios que ignoran las verdaderas escrituras". Cita algunos de sus escritos, incluyendo parte de un texto influyente y bien conocido llamado Libro Secreto de Juan (uno de los denominados evangelios gnósticos descubiertos en Nag Hammadi en 1945) y se refiere a muchos otros, incluido un Evangelio de la Verdad (tal vez el que se halló en Nag Hammadi), que le atribuyo al maestro de Marcus, Valentino, y aun un Evangelio de Judas. Ireneo decide que cortar de raíz este aluvión de "escritos secretos" sería un primer paso esencial para limitar la proliferación de "revelaciones" que sospechaba que eran del naturaleza alucinatoria o, peor aún, de inspiración diabólica.

Sin embargo, los descubrimientos de Nag Hammadi demuestran qué difundida estaba la idea de "buscar a Dios", no sólo entre quienes escribían tales "escritos secretos" sino entre los muchos que los leían, copiaban y veneraban incluyendo a los monjes egipcios que los atesoraban en la biblioteca de su monasterio doscientos años después de que fueran prohibidos por Ireneo. Pero en 367 d.C., Atanasio, el celoso obispo de Alejandría -admirador de Ireneo V promulgó una epístola pascual en la que instaba a todos los monjes egipcios destruir tales escritos, con excepción de aquellos que mencionaba en forma explícita como "aceptables" o hasta "canónicos", lista que constituye virtualmente todo nuestro "Nuevo Testamento" actual. Pero alguien -tal vez los monjes del monasterio de san Pacomio- recolectaron docenas de los libros que Atanasio quería quemar, los sacaron de la biblioteca del monasterio, los sellaron en una pesada tinaja de seis pies de alto y, con intención de ocultarlos, los enterraron en la ladera de una colina cerca de Nag Hammadi. Allí, un aldeas no egipcio llamado Muhammad'Alí los encontró por casualidad mil seiscientos años más tarde.

Ahora que podemos leer por nuestra cuenta algunos de los escritos que Ireneo detestaba y que Atanasio prohibió, vemos que muchos de ellos expresan la a esperanza de recibir revelaciones y dan ánimos a aquellos "que buscan a Dios". Por ejemplo, el autor del Libro Secreto de Santiago, reinterpreta aquella escena; de los evangelios del Nuevo Testamento en que Lucas relata cómo Jesús subió a los cielos...

Pero quienes critican tales "demostraciones basadas en profecías" sugieren que los cristianos como Justino arguyen falazmente -por ejemplo, cuando confunden una traducción engañosa con un milagro. Por ejemplo, el autor del Evangelio de Mateo, al parecer por haber leído la profecía de Isaías en su traducción griega, pretendió que en ella se afirmaba que "una virgen [parthenofá en griego] concebirá". El propio Justino reconoce que los intérpretes judíos, al discutir con los seguidores de Jesús, señalaron que lo que el profeta había escrito en el original hebreo simplemente fue que "una joven [almahl] concebirá y dará a luz un hijo" -en una aparente referencia a eventos inmediatos referidos a la sucesión real.

Pero Justino e Ireneo, como muchos cristianos hasta el día de hoy, siguen sin convencerse con estos argumentos, y creían en cambio que las antiguas profecías predecían el nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús y que la inspiración divina de aquéllas había sido corroborada por eventos reales. Los no creyentes suelen encontrar que estas pruebas son rebuscadas, pero para los creyentes son la demostración del "plan salvífico" de Dios. Justino arriesgó su vida por esta creencia, y creyó que había renunciado a la especulación filosófica en favor de una verdad tan empíricamente verificable como la de un experimento científico cuyo autor obtiene los resultados previstos.

Como Ireneo consideraba que la demostración por medio de la profecía era una forma de resolver el problema de dilucidar qué profecías -y qué revelaciones- provenían de Dios, agregó ciertos escritos "de los apóstoles" a los de "los profetas" pues él, como Justino, creía que el conjunto de ambos constituía el testimonio indispensable de la verdad. Como otros cristianos de su época, Justino e Ireneo, cuando hablaban de "las Escrituras" lo que tenían en mente eran ante todo la Biblia hebrea: lo que llamamos "Nuevo Testamento" aún no había sido compilado. Su convicción de que la verdad de Dios queda revelada por los eventos del plan salvífico provee el eslabón esencial entre la Biblia hebrea y lo que Justino llamó "memorias de los apóstoles", que conocemos como evangelios del Nuevo Testamento.

Por lo que sabemos, Ireneo fue el principal arquitecto de lo que llamamos el canon de los cuatro evangelios, la estructura que incluye la compilación neo-testamentaria de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Ireneo denunció inicialmente a los diversos grupos cristianos que se nucleaban en torno a un solo evangelio, como los cristianos ebionitas quienes, nos dice, sólo seguían a Mateo o los seguidores de Marción, que se limitaban a Lucas. Igualmente confundidos están, continúa Ireneo, aquellos que invocan muchos evangelios. Ciertos cristianos, asevera, "se jactan de tener más evangelios que los que existen... pero, en realidad, no tienen ni uno solo que no esté colmado de blasfemias". Ireneo resolvió ralear el bosque de escritos "apócrifos e ilegítimos" -como el Libro Secreto de Santiago y el Evangelio de María- y dejar en pie sólo cuatro "pilares". Declara osadamente que "el evangelio" que contiene toda la verdad puede ser sostenido por esos cuatro "pilares", verbigracia, los evangelios atribuidos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Para defender su selección afirmó que "no es posible que haya más o menos de cuatro", pues "así como hay cuatro regiones en el universo y cuatro vientos principales", la Iglesia sólo necesita "cuatro pilares". Además, del mismo modo que el profeta Ezequiel tuvo la visión del trono de Dios sustentado por cuatro criaturas vivientes, del mismo modo la divina Palabra de Dios está sustentada por este "cuádruple evangelio". (Siguiendo sus huellas, los cristianismos de épocas posteriores tomaron los rostros de estos cuatro "seres vivientes" -el hombre, el león, el toro, el águila- como símbolos de los cuatro evangelistas.) Lo que hace que estos evangelios sean confiables, afirmó, es que sus autores, entre los que él creía que se contaban los discípulos de Jesús Mateo y Juan, fueron testigos directos de los eventos que narraron; en forma similar, agregó, Marcos y Lucas, que eran seguidores de Pedro y Pablo, sólo escribieron aquello que oyeron de boca de los mismísimos apóstoles.

No son muchos los estudiosos actuales del Nuevo Testamento que estarían de acuerdo con Ireneo; no sabemos quién escribió realmente esos evangelios, como tampoco sabemos quiénes escribieron los que se atribuyen a Tomás y María; sólo sabemos que todos estos "evangelios" fueron atribuidos a discípulos de Jesús. De todas maneras, como se verá en los capítulos siguientes, Ireneo no sólo unió el evangelio de Juan a los mucho más citados evangelios de Mateo y Lucas, sino que alabó el de Juan llamándolo el mayor de todos los evangelios. Para Ireneo, el de Juan no era el cuarto evangelio, como lo llaman los cristianos de hoy, sino el primero y principal de los evangelios, pues creía que sólo Juan había entendido quién era Jesús en realidad: Dios en forma humana. Lo que Dios reveló en ese momento extraordinario en que "se hizo carne" sobrepasaba cualquier revelación recibida por meros seres humanos -aun si eran profetas y apóstoles, por no hablar de gente como usted o yo.

Por supuesto que Ireneo no podía evitar que las personas buscaran la revelación de la verdad divina -ni, como vimos, tenía intención de hacerlo. Al fin y al cabo, las tradiciones religiosas sobreviven en el tiempo únicamente bajo la forma en que sus adherentes las reviven y reimaginan, transformándolas incesantemente al hacerlo. Pero desde su época hasta el presente, Ireneo y quienes lo sucedieron al frente de la Iglesia buscaron que todos los creyentes se subordinaran al "cuádruple evangelio" y a la llamada tradición apostólica. A partir de ese momento, todas las revelaciones avaladas por los dirigentes cristianos debían coincidir con los evangelios agrupados en lo que sería el Nuevo Testamento. Por supuesto que, a lo largo de los siglos, estos evangelios han hecho surgir un extraordinario manantial de artes plásticas, música, poesía, teología y leyenda cristianas. Pero aun los santos más dotados de la Iglesia, como Teresa de Avila o Juan de la Cruz debían cuidarse de no transgredir -y menos trascender- esas fronteras. Hasta el día de hoy, muchos cristianos de mentalidad tradicionalista siguen creyendo que aquello que va más allá de las líneas canónicas debe ser "mentira y perversidad", originadas o en el malvado corazón humano o en el diablo.

Sin embargo, Ireneo reconoció que ni siquiera prohibir todos los "escritos secretos" y crear un canon de cuatro narraciones evangélicas alcanzaba para salvaguardar el movimiento cristiano. ¿Qué ocurriría si alguien leyera los evangelios "buenos" en forma mala o en muchas formas malas? ¿Que ocurriría si los cristianos interpretaran esos mismos evangelios para inspirar -o, como diría, el obispo, engendrar- nuevas herejías? Eso es lo que ocurrió en la congregación de Ireneo- y su respuesta fue ponerse a construir el cristianismo ortodoxo (literalmente, "de pensamiento recto").

La batalla por las Escrituras y las fes que no tuvimos ocasión de conocer

ENTREVISTA CON BART D. EHRMAN

Bart D. Ehrman es titular del departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Chapel Hill en Carolina del Norte. Es una autoridad en temas referidos a la Iglesia primitiva y la vida de Jesús. Su libro más reciente es El cristianismo perdido: la batalla por las escrituras y las fes que nunca conocimos.

Uno de los temas centrales del Código Da Vinci es que una tradición alternativa de la Iglesia Católica -uno de los bandos en la discusión sobre el significado de la vida de Jesús- ha estado perdida durante dos mil años. ¿Cómo ve usted esta cuestión?

De hecho, había muchos bandos en la tradición alternativa del cristianismo, pero tal vez los mejores ejemplos son los que nos dan las tres vertientes del cristianismo primitivo: los ebionitas, los marcionitas y los gnósticos. Todas ellas son sectas cristianas, pero difieren mucho.

Los ebionistas eran los judíos cristianos que enfatizaban tanto la importancia de ser judíos como la de ser cristianos. Los marcionistas eran antijudíos y creían que todo lo judío pertenecía en realidad al dios del Antiguo Testamento, quien no era el verdadero Dios. Los gnósticos creían que había muchos dioses diferentes.

Todos estos grupos pretendían originarse en Jesús, lo cual significa que probablemente surgieron poco después de la muerte y resurrección de Jesús o al menos pocas décadas después de esos eventos. Por ejemplo, los ebionitas afirmaban que sus enseñanzas derivaban de Santiago el Justo, hermano de Jesús, y ¿quién mejor que el propio hermano de Jesús para saber qué enseñaba éste? Y, en realidad, tal vez tenían razón, tal vez lo que predicaban fueran creencias transmitidas por Santiago. Su fe no tuvo mucha difusión, tal vez en parte debido a que su creencia de que los gentiles debían hacerse judíos antes de hacerse cristianos significaba que los hombres debían circuncidarse, lo cual puede significar que no convirtieron a muchos.

Los ebionitas enfatizaban el aspecto judío del cristianismo. ¿Y los marcionitas?

Los marcionitas eran seguidores del filósofo y maestro griego del siglo II Marción, quien había pasado unos cinco años desarrollando su sistema teológico en Roma. Creía que Pablo era quien tenía la percepción verdadera del cristianismo, pues Pablo diferenciaba entre la ley y el evangelio. Marción llevó esa óptica al extremo, pues mantuvo que si existe una separación entre la ley y el evangelio, ello debe haber ocurrido porque ley y testamento deben haberle sido dadas a la humanidad por distintos dioses -el que dio la ley es el dios del Antiguo Testamento, mientras que el dios que salvó a la gente de la ley es el dios de Jesús. En forma similar, el colérico dios del Antiguo Testamento es el dios que creó este mundo, escogió Israel y le dio esa ley, mientras que el dios de Jesús es el que salvó a la gente de ese dios al morir por sus pecados.

Marción tenía muchos seguidores, aun después de ser excomulgado (tal vez fue el primero en serlo) y fue a Asia Menor, la actual Turquía, a establecer Iglesias. En realidad, el cristianismo marcionita era una verdadera amenaza para las demás formas; estuvo a punto de conquistar toda la cristiandad.

¿Y los gnósticos?

Grupos de todas clases, que difieren mucho entre sí son catalogados como gnósticos por los estudiosos de hoy. Diferían tanto de uno a otro, que historiadores como Elaine Pagels se preguntan si debemos seguir llamándolos gnósticos. Por lo general, los gnósticos creían que el mundo matemático en que vivimos es una catástrofe cósmica y que de alguna forma, chispas de la divinidad habían quedado atrapadas en el mundo material y necesitan escapar, y escapan cuando adquieren conciencia cabal de su situación. Y el sistema gnóstico les suministraba el conocimiento que necesitaban para escapar, de modo que la salvación llegaba cuando se accedía al conocimiento verdadero necesario para la salvación.

Es difícil determinar el origen intelectual de los gnósticos. Parecen representar una amalgama de diferentes religiones, que incluyen al judaísmo y al cristianismo, así como la filosofía griega, en particular la filosofía platónica, y parecen haber tomado elementos de estas distintas religiones y filosofías, combinándolas en un sistema religioso principal. Sabemos que había un sistema gnóstico completo en el siglo II, probablemente del comienzo a la mitad de éste, lo cual corresponde a la era de Marción. Es difícil saber si el gnosticismo comenzó en Alejandría o en Palestina o exactamente dónde, pero tenemos evidencia acerca de la presencia de gnósticos en Siria y Egipto. Con el tiempo, llegaron a Roma.

¿Qué terminó con los gnósticos y las demás sectas? ¿Simplemente se extinguieron?

Aunque hubo distintas razones históricas y culturales, la mayor parte de estos grupos probablemente murieron porque fueron atacados -exitosamente, desde el punto de vista teológico- y no tuvieron una eficacia ni siquiera cercana a la de sus contrarios en sus campañas propagandísticas. No lograron reclutar nuevos conversos, mientras que los grupos ortodoxos crearon una estructura fuerte, para lo cual emplearon campañas epistolares y otros medios para propagar sus puntos de vista, y su retórica fue convincente.

Pero lo que realmente aseguró la victoria fue que el emperador romano Constantino se convirtió al cristianismo. Naturalmente, se convirtió a la versión del cristianismo que prevalecía en la época. Una vez que Constantino se convierte a una forma ortodoxa del cristianismo, una vez que el Estado tiene poder y una vez que el Estado es cristiano, entonces el Estado comienza a afirmar su influencia sobre el cristianismo. De modo que para fines del siglo hay verdaderas leyes contra los herejes. De modo que el imperio, que había sido completamente anticristiano, se vuelve cristiano y no sólo se vuelve cristiano, sino que procura dictaminar qué forma debe tener el cristianismo.

Las ramificaciones de este cambio en los acontecimientos son, por supuesto, enormes. Cambió toda la forma en que el mundo occidental se ve a sí mismo y la forma en que las personas entendemos las cosas. Basta con pensar en el concepto de culpa: si otros grupos hubieran ganado, las cosas habrían sido muy diferentes.

¿Así que el debate se detuvo una vez que la Iglesia se unificó en el Concilio de Nicea?

Los debates no terminaron, sino que se desplazaron. En la época del Concilio de Nicea, ya no había grandes grupos de gnósticos ni de marcionitas ni de ebionitas. Ya eran historia antigua. Pero ello no detuvo los debates. Se hicieron más definidos, más acalorados. Por ejemplo, el Concilio de Nicea fue convocado para debatir respecto de una forma de cristianismo llamada arrianismo, que, para las normas de los siglos II y III, era perfectamente ortodoxa. Sin embargo, en el siglo IV, momento en que los teólogos ya han refinado sus creencias, el arrianismo se convirtió en una grave herejía. Estos arrianos creían que Jesús debe haber estado subordinado al Padre; a fin de cuentas, le reza al Padre y hace la voluntad del Padre. Por lo tanto, es una deidad subordinada. Pero los arrianos fueron vencidos por los cristianos que sostenían que Cristo no es una deidad subordinada, sino que es divino desde toda la eternidad, que siempre existió y con relación a Dios. De modo que Cristo no es un ser divino que llega a existir -siempre ha sido divino, y es de la misma sustancia que Dios Padre.

Los desplazamientos en la teología no fueron tan importantes como otro desplazamiento que tuvo lugar cuando Constantino se hizo cristiano. Ahora él, un dirigente político autoritario podía decidir cuál clase de cristianismo era aceptable y cuál no. Repentinamente, todo lo vinculado a la Iglesia se convirtió en tema político además de religioso. Hay quien cree que. Constantino se convirtió al cristianismo precisamente porque creía que la Iglesia cristiana lo ayudaría a unificar el imperio pues, a diferencia del paganismo, que adoraba a muchos dioses distintos de muchas maneras distintas, el cristianismo insistía en un solo Dios, una sola forma. Puede haber sido ése el motivo que hizo que Constantino convocara al Concilio de Nicea; si la Iglesia iba a desempeñar el papel de unificar el imperio, ella misma debía ser unificada. Ése es el cuándo, el porqué y el cómo se convirtió en un tema político.

Herejes, mujeres, magos y místicos La lucha por ser la única fe verdadera

La historia primordial del cristianismo fue más bien oral que escrita, transmitida primero de apóstol a discípulo, de persona a persona, de generación a generación y, en algunos casos, de un idioma a otro. No había Iglesias ni lugares de reunión formales y la Palabra sólo viajaba mediante epístolas y creyentes itinerantes. No había una Iglesia única. No había jerarquía eclesiástica. Grupos pequeños en lugares apartados creían, con distintas intensidades, en diferentes versiones del mensaje que llevaban los apóstoles y discípulos de Jesús, o en una de los cientos de variaciones de la mezcolanza de paganismo, antiguos sistemas de creencia y las nuevas enseñanzas.

La ausencia de una doctrina coherente a la que pudieran adherir todos los creyentes, les convenía a muchos, no a todos. La minoría no tardó en organizarse. Formaron grupos, instituyeron jerarquías y transmitieron activamente la Palabra a los "incrédulos" por medio de los apóstoles. Para fines del siglo I d.C., ya había quienes proclamaban que lo que ellos sabían era lo correcto y que todo lo demás no sólo era erróneo, sino peligroso y debía ser extinguida cuanto antes. Las Cruzadas y la Inquisición se vieron prefiguradas por estos tempranos esfuerzos de librar a la Iglesia de las herejías.

En un sentido amplio, las herejías son los puntos de vista que no están de acuerdo con la versión doctrinal oficial. Lo que uno cree con fervor puede ser herejía para otro, y así ocurría con Ireneo, Tertuliano y Eusebio, tres de los eclesiásticos primitivos que ayudaron a definir qué era cristiano y a eliminar lo que no lo era. Lo que llevó, en un breve salto con los ojos cerrados, a caer, un milenio más tarde, en el abismo del Malleus Maleficarum, el libro, que, en palabras de Dan Brown "adoctrinó al mundo sobre 'los peligros de las mujeres pensadoras' e instruyó al clero respecto de cómo ubicarlas, torturarlas y destruirlas".

En su búsqueda de la devoción, tanto los autores primitivos como quienes escribieron el Malleus, acordaron con virulencia en que la mujer representaba el mayor peligro para la Iglesia. Mientras que algunas mujeres, como la madre de Jesús y más adelante la mártir santa Perpetua fueron alzadas en pedestales, se consideró que la mayor parte de ellas tenían rasgos, creencias e inclinaciones peligrosos y se inclinaban a los tratos con el mal. Mientras que buena parte del paganismo y una considerable porción del gnosticismo se centraban en el equilibrio de las fuerzas, en el cristianismo primitivo, el papel de las mujeres era otro, más ambivalente, como se verá en los extractos que se incluyen más adelante.

La mentalidad nosotros-contra-ellos puede haber tenido su primer sustento formal en los escritos de Ireneo. Ireneo fue un teólogo y polemista del siglo II que llevó a cabo estentóreas campañas contra el "falso conocimiento" y en su Contra las Herejías, escrito en 187, ayudó a producir la primera exposición del sistema de creencias del cristianismo católico: credo, canon y sucesión apostólica.

Tertuliano, un padre de la Iglesia temprana cuya vida coincidió con la de Ireneo, llevó la sacralidad de los Evangelios un paso más adelante al declarar que habían sido escritos por inspiración divina, que contenían toda la verdad y que eran la fuente de donde la Iglesia "bebe su fe". Su voz se alzó contra los gnósticos aún más que la de Ireneo.

Eusebio (m. 357[?]), sistematizó este y otros conocimientos en un gran compendio conocido como Historia de la Iglesia. Más tarde, llegó a ser tan famoso y respetado que fue convocado para ser uno de los principales participantes del Concilio de Nicea (325). La "confesión" que propuso devino en base del Credo Niceno.

A pesar de estos tempranos intentos de unificación y eliminación, las herejías continuaron surgiendo, en particular en la Edad Media y el Renacimiento temprano, época en la cual, en 1487, se publicó el Malleus Maleficarum, cumbre del nosotros-contra-ellos. Aunque es cierto que agrupar a estos tres eclesiásticos es una excesiva simplificación de la historia de una Iglesia que pretendía obtener poder e influencia sin rivales por medios políticos y teológicos, la selección de sus escritos que se ofrece a continuación demuestra cómo el nivel de disciplina y vigilancia crecía exponencialmente a medida que las amenazas a la Verdadera Fe parecían crecer. La prosa de algunos de los extractos puede parecer difícil para el lector moderno, pero representa el más alto grado de conocimiento de la época y una forma de realmente meterlo en la cabeza" de los primeros cristianos. Muchos de estos textos están disponibles en Internet.

Ireneo

La gran obra de Ireneo, Contra las Herejías, tuvo tan amplia circulación e influencia que hay estudiosos que consideran a su autor como único responsable -para bien o para mal, según el sistema de creencias de cada uno- de la eliminación del gnosticismo como amenaza teológica seria a la primacía del cristianismo católico.

En sus libros, inicialmente advierte al lector acerca de los males que acechan en el corazón humano:

Dado que ciertos hombres han dejado de lado la verdad y han traído palabras mendaces y genealogías vanas que, como dice el apóstol, "propalan incertidumbre en vez de la divina edificación propia de la fe" y de que por medio de sus plausibilidades hábilmente construidas alejan las mentes de los inexpertos y las cautivan, me he sentido obligado, querido amigo, a componer el siguiente tratado para denunciar y contrarrestar sus maquinaciones. Estos hombres falsifican los oráculos de Dios y demuestran ser intérpretes malignos de la buena palabra de la revelación. También derriban la fe de muchos, alejándolos con fingido conocimiento [superior]... Por medio de palabras especiosas y plausibles, atraen astutamente a los simples a que indaguen en su sistema; para luego destruirlos con torpeza al iniciarlos en sus opiniones impías y blasfemas. (Contra las Herejías, Prefacio).

Luego ataca a aquellos que, con sus "plausibilidades hábilmente construidas", los llevan a creer en la palabra, no en documentos escritos, blasfemando deliberadamente al hacerlo.

Cuando... se los refuta mediante las Escrituras, se vuelven y acusan a las propias Escrituras, como si no fueran correctas ni tuvieran autoridad, y [afirman] que son ambiguas y que quienes ignoran la tradición no pueden extraer la verdad de ellas. Pues [alegan] que la verdad no fue transmitida mediante documentos escritos, sino verbalmente. Y esta verdad es, según realmente pretende cada uno de ellos, alguna ficción por ellos inventada; así, según la idea que profesen, la verdadera verdad reside ora en Valentino, ora en Marción, ora en Cerinto, luego en Basílides o le es adjudicada a cualquier otro de estos oponentes, que nada pueden decir que tenga que ver con la salvación. Pues ninguno de estos hombres, que son todos de disposición perversa y pervierten el sistema de la verdad, se avergüenza de predicarse a sí mismo... Tales son los adversarios que debemos enfrentar... procuran, como sierpes escurridizas escapar por cualquier resquicio. (Contra las Herejías, 3:2)

No es sorprendente que la solución haya sido unir a todos los cristianos bajo una fe, un Dios y un grupo de apóstoles:

La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta los confines de la tierra, ha recibido de los apóstoles y de los discípulos de éstos esta fe: [la Iglesia] cree en un Dios, Padre Todopoderoso, Hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todo lo que éstos contienen; y en un Jesucristo, Hijo de Dios, que se encarnó por nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, que proclamó por medio de los profetas los designios de Dios y los advenimientos y el nacimiento del vientre de una virgen y la pasión y la resurrección de entre los muertos y la ascensión corporal al cielo del bienamado Cristo Jesús, nuestro Señor y Su [futura] manifestación desde el cielo en la gloria del Padre "para unificar todas las cosas"... (Contra las Herejías, 1:10)

Tertuliano

Tertuliano, como Ireneo, fue uno de los primitivos padres de la Iglesia que atacaron a los gnósticos y algunos lo identifican (véanse los extractos de Fredke y Gandy al principio de este capítulo) como uno de los principales perpetradores del intento de la Iglesia de ocultar una fuerte contradicción. Por muchos motivos, los gnósticos eran los más preocupantes, pues el gnosticismo incorporaba algunas ideas claramente precristianas (por no hablar de las paganas) y hasta su nombre refería al concepto de conocimiento secreto.

Las mujeres llevaban una carga de pecado aún más pesada. "La sentencia de Dios sobre vuestro sexo continúa en pie", insistía Tertuliano, "la culpa, pues, necesariamente sigue viva. Sois el portal del diablo". No conforme con esto, continúa: "Y debiera notarse que hubo un defecto en la conformación de la primera mujer, ya que fue formada a partir de una costilla combada, es decir, una costilla del pecho, que está combada como si se dirigiese en dirección opuesta a la del hombre. Y como debido a este defecto es un animal imperfecto, engaña siempre".

Tertuliano nació en África (en torno a 150-160 d.C.) y fue hijo de un soldado romano. Escribió tres libros en griego y practicó la jurisprudencia. Fue considerado pagano hasta su madurez, "compartía los prejuicios de los paganos" y "practicaba, como los demás, vergonzosos placeres", al decir de la Enciclopedia Católica. Tertuliano se convirtió al cristianismo en 197 y, según, una vez más, la Enciclopedia Católica "abrazó la Fe con todo el ardor de su naturaleza impetuosa". Sin embargo, una década más tarde rompió con la Iglesia Católica y se convirtió en dirigente y apasionado abogado del montanismo, movimiento que afirmaba contar con nuevas revelaciones obtenidas por medio de Montano y dos profetisas. Aun así, Tertuliano continuó combatiendo lo que consideraba herejía.

Como cristiano, creía que sólo conocería a Dios a través de la disciplina estricta y la austeridad. La fuerza que amenazaba subvertir ese impulso en el hombre era la mujer quien, escribió Tertuliano, trajo el pecado al mundo. "¿No sabéis" pregunta retóricamente Tertuliano 'que cada una de vosotras es una Eva?'

La sentencia de Dios sobre vuestro sexo continúa en pie: la culpa, pues, necesariamente sigue viva. Sois el portal del diablo... sois quien rompió el sello de ese árbol (prohibido): sois la primera que abandonó la ley divina: sois aquella que persuadió a aquel a quien el diablo no osó atacar. Destruisteis con tanta facilidad al hombre, imagen de Dios. Debido a vuestra deserción -es decir, muerte- hasta el Hijo de Dios debió morir. ¿Y pensáis en emperifollar aún más vuestros vestidos de pieles?... (De los adornos de las mujeres, Libro I).

Creía que los herejes fueron puestos en la Tierra para poner a prueba la Fe del hombre. Las herejías tenían dos razones de ser. La primera era la tentación que ofrecían filósofos como Platón, que prefieren enzarzarse en interminable debates a aceptar simplemente la Palabra:

Éstas son "las doctrinas" de hombres y "demonios" producidas para los oídos salaces por el espíritu de la sabiduría del mundo: éste es el Señor llamado "necedad" y "elige las cosas necias del mundo" para confundir incluso a la filosofía. Pues la [filosofía] es la materia de la sabiduría del mundo, el precipitado intérprete de la naturaleza y de los designios de Dios. De hecho, las propias herejías son instigadas por la filosofía... el mismo tema es discutido una y otra vez por herejes y filósofos; se tratan los mismos argumentos. ¿De dónde viene el mal? ¿Por qué es permitido? ¿Cuál es el origen del hombre? ¿Y de qué forma llega?... ¿De dónde viene Dios?... [Poseen una] sabiduría humana que pretende conocer la verdad, aunque no hace más que corromperla, y está ella misma dividida en múltiples herejías debido a la diversidad de sus sectas que se aborrecen entre ellas.

¡Basta de intentos de producir un cristianismo abigarrado de composición estoica, platónica o dialéctica! ¡No queremos curiosas disputas, ya tenemos a Cristo Jesús, ninguna inquisición, ya disfrutamos del evangelio! Con nuestra fe, no deseamos otras creencias. Pues ésta es nuestra fe palmaria y no necesitamos creer más que en ella. (Prescripción contra los herejes, Capítulo 7).

Refrenad, pues, vuestra curiosidad, no vaya a ser que terminéis como lo herejes, esos "pervertidores de la enseñanza de Jesús". Y, refrenad vuestra curiosidad acerca de su comportamiento, pues es de veras pecaminoso -en particular en el caso de las mujeres:

No debo omitir un relato de la conducta de los herejes -cuán frívola es, cuán mundana, cuán meramente humana, cuán carente de autoridad, cuán carente de disciplina, como corresponde a su credo... Las propias mujeres de estos herejes ¡qué libertinas son! Pues son tan osadas que pretenden enseñar, debatir, exorcizar, curar, hasta bautizar. Sus ordenaciones se administran sin cuidado, en forma caprichosa y mudable. Ora ponen novicios a oficiar; ora hombres comprometidos en alguna actividad secular; ora personas que han apostatado de nosotros, atrayéndolos con su vanagloria, pues no pueden acceder a la verdad (Prescripción contra los herejes, Capítulo 41).

Eusebio

Eusebio fue obispo de Cesarea en Palestina (donde, mientras reescribía la Biblia, conoció a Constantino) y se lo llama a menudo padre de la historia de la Iglesia debido a su meticuloso registro de la evolución de los evangelios, el papel de los apóstoles y las herejías que debió enfrentar la Iglesia cristiana primitiva. También se supone que encontró en los archivos de Edessa cartas supuestamente intercambiadas entre su rey Abgar y Jesucristo.

Para Eusebio, la doctrina y la vida cotidiana debían ser inseparables; la clave de la fe, por lo tanto, radicaba en saber qué sagradas escrituras debían ser adoptadas.

Para poder hacerlo, hacía falta saber cuáles de las "divinas escrituras" eran aceptables y cuáles no. Eusebio postuló varios Evangelios y otros libros que, le parecía, eran escrituras válidas; en fecha posterior, esta lista, con leves variantes, fue canonizada y fijada como Biblia.

Eusebio también se dedicó a catalogar las herejías de los gnósticos en forma más concienzuda de lo que se había hecho antes y, al mismo tiempo, celebró el aumento del poder y la magnitud de la Iglesia Católica:

[había] otra herejía llamada herejía de los gnósticos, quienes ya no querían transmitir en secreto las artes mágicas de Simón sino hacerlo en forma abierta. Pues se jactaban -como si ello fuera gran cosa- de preparar cuidadosamente filtros amorosos y de ciertos demonios que les enviaban sueños y los protegían y de otros procedimientos de esa índole; y, de acuerdo a sus abominaciones, de practicar toda suerte de perversidades, alegando que podían eludir los poderes cósmicos, como los llamaban, por medio de nada menos que exonerarse de toda obligación hacia ellos con su conducta infame... Surgieron nuevas herejías una tras otra, y las que habían surgido antes siempre terminaban por desaparecer y ora una vez, ora otra, ora de una forma, ora de otra, se perdían en ideas de varias clases y formas. Pero el resplandor de la Iglesia única y católica, que es siempre igual, crecía en poder y magnitud, y reflejaba piedad y simplicidad y libertad y la modestia y pureza de sus vida y filosofía inspiradas a toda nación, a griegos y bárbaros. (Historia de la Iglesia, 3:25)

Malleus Maleficarum

En época y lugar, hay una gran distancia entre los escritos de Eusebio y los que recoge el Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas) escrito por los monjes Heinrich Kramer y Jacob Spenger en Alemania en 1486. Sin embargo, los estudiosos establecen una conexión teológica. El argumento es que no hace falta mucho para ir de la intolerancia, la condena y el exilio forzosos a la eliminación sistemática.

Surgían constantemente nuevas herejías, en especial en la época del medioevo y del Renacimiento temprano y a medida que se expresaban en forma más poderosa, también lo hacía así la respuesta. Así y todo, si la sensibilidad moderna se siente sorprendida, hasta chocada ante los escritos de los primitivos padres de la Iglesia, es probable que se horrorice ante el meticuloso catálogo de crímenes y castigos de brujas contenidos en el Malleus Maleficarum.

El Martillo de las brujas tal vez fue más conocido en su época que lo que Código Da Vinci lo es en la nuestra (al menos en proporción) y se mantuvo mucho más tiempo que éste en la lista de "bestsellers". Y de ningún modo; igualmente inofensivo. El libro proliferó en múltiples ediciones y se difundió por toda Europa e Inglaterra. El impacto de la obra -que fue empleada por católicos y protestantes- se sintió en las cazas de brujas en el continente durante casi doscientos años. La Norteamérica colonial fue la base de la caza de brujas de Salem.

La obra se divide en tres secciones. La primera pretende demostrar la existencia de la brujería o hechicería (y que las mujeres son más propensas a caer en esta celada de Satán que los hombres). La segunda describe las formas de la brujería (desde la destrucción de cultivos a la investigación de si los demonios podían engendrar hijos en las brujas), mientras que la tercera ofrece pormenorizadas instrucciones referidas a la detección, juzgamiento y castigo.

No había duda de que las mujeres eran más propensas a ser brujas y, según el Malleus Maleficarum, la razón era clara: "En cuanto a por qué hay más cantidad de brujas en el frágil sexo femenino que entre los hombres; es ciertamente un hecho que sería ocioso contradecir, ya que está atestiguado por la experiencia concreta, a más del testimonio verbal de testigos calificados".

Esta visión de las mujeres como seres intrínsecamente defectuosos permea el Malleus. Más adelante dice:

Otros han postulado otras razones para explicar que haya más superstición entre las mujeres que entre los hombres. Y la primera es que, dado que el objetivo principal del diablo es corromper la fe, prefiere atacarlas a ellas... La segunda es que las mujeres son naturalmente más impresionables, y están más dispuestas a recibir la influencia de espíritus desencarnados; y que cuando usan bien esta virtud son muy buenas, pero cuando la usan mal, son muy malas... La tercera es que son sueltas de lengua y son incapaces de ocultar de las otras mujeres las malas artes que conocen; y, como son débiles, encuentran una forma fácil y secreta de vengarse por medio de la brujería... (Parte 1, cuestión 6).

Claro que existen mujeres buenas. El Malleus instruye que "hay muchos elogios para las mujeres buenas", pues leemos que les han dado felicidad a los hombres y han salvado naciones, comarcas y ciudades; como queda claro por los casos de Judith, Débora y Ester. Al parecer, está claro que la teología cristiana está llena de la dicotomía bueno-malo, bien-mal, virgen-puta.

Como hizo Tertuliano en época muy anterior, el Malleus defiende la noción de que las cosas comenzaron a andar mal con Eva: "De modo que por su propia naturaleza, la mujer perversa es más propensa a que su fe vacile y en consecuencia, más propensa a abjurar de su fe, lo cual es la raíz de la brujería".

La sección final del Malleus Maleficarum trata de la forma en que un caso debe ser llevado a juicio, del procedimiento para llevar adelante el juicio (el rumor público es suficiente para llevar a alguien a juicio y una defensa vigorosa equivale a culpabilidad; hierros al rojo y otras torturas pueden ser empleados para obtener confesiones, y, en dieciséis capítulos, los distintos grados de culpa y sus correspondientes castigos.

La acusación era fácil:

La primera cuestión, pues, es el método para instituir un adecuado proceso en nombre de la fe contra las brujas... En respuesta a esto, debe decirse que hay tres métodos autorizados por la Ley Canónica. El segundo es cuando alguien acusa a alguna persona ante un juez, pero no ofrece prueba, ni quiere mezclarse en el asunto; sino que dice que provee la información debido al celo de su fe, o por una sentencia de excomunión infligida por el Párroco o su Vicario; o por el castigo temporal aplicado por el Juez secular a aquellos que no suministran información.

El tercer método conlleva una inquisición, es decir, cuando no hay acusador ni informante, sino un informe general de que hay brujas en alguna ciudad o región; entonces el Juez debe proceder, no a instancias de ninguna parte, sino simplemente en virtud de su cargo... (Parte 3, Cuestión 1).

Lo cual no significa que no haya habido algunos estándares. Las reglas exigían que una bruja sólo podía ser ejecutada si confesaba, "pues la justicia ordinaria exige que una bruja no sea condenada a muerte a no ser que sea convicta por su propia confesión".

Claro que no siempre estaban dispuestas a confesar rápido.

Y aquí, debido a los grandes problemas que produce el obstinado silencio de las brujas, hay varios puntos que el Juez debe notar... El primero es que no se debe apresurar a examinar a la bruja, sino más bien prestar atención a ciertos signos que se dan a continuación. Y ésta es la razón por la cual no debe apresurarse: a no ser que Dios, mediante un santo Ángel, obligue al diablo a retirarle su ayuda a la bruja, ella será tan insensible a los dolores de la tortura que antes preferirá que le arranquen los miembros de a uno que confesar la verdad.

Pero la razón por la cual no debe dejar de practicarse esta tortura es que no todas poseen este poder en igual grado y además el diablo por su voluntad a veces les permite confesar sus crímenes sin que un santo Ángel las obligue a ello.

Y a fin de cuentas, todo puede tratarse de la existencia de lágrimas, pues si el Juez quiere averiguar si está dotada del poder brujesco de guardar silencio, que note si ella puede derramar lágrimas cuando está ante él o cuando es torturada. Pues tanto las palabras de dignos hombres de antaño como nuestra propia experiencia nos enseñan que ésta es señal muy certera, y se ha averiguado que aun si se la urge y exhorta con solemnes abjuraciones a que derrame lágrimas, si es bruja, será incapaz de llorar; aunque adoptará un aspecto lacrimoso y se untará las mejillas y ojos con saliva para aparentar que llora; por lo que debe ser cuidadosamente vigilada por los asistentes.

Al dictar sentencia, el juez o sacerdote pueden emplear alguno de los siguientes métodos para hacerla derramar verdaderas lágrimas si es inocente o para detener lágrimas falsas. Que ponga su mano sobre la cabeza de la acusada diciendo: te abjuro, en nombre de las amargas lágrimas que derramó en la Cruz nuestro Salvador el Señor Jesucristo para salvación del mundo, y por las ardientes lágrimas que derramó sobre Sus heridas en el crepúsculo la muy gloriosa Virgen María, Su Madre y por todas las lágrimas que han sido derramadas en este mundo por los Santos y Elegidos de Dios, de cuyos ojos Él ha enjugado ahora todas las lágrimas, que, si eres inocente, llores ahora y que si eres culpable no llores en forma alguna. En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén (Parte 3, Cuestión 13).

Las brujas eran peligrosas y los jueces "deben evitar que la bruja los toque físicamente, especialmente cualquier contacto con sus brazos o manos desnudos". Los jueces, aconsejaba el Malleus Maleficarum, deben:

llevar siempre consigo un poco de sal consagrada el Domingo de Ramos y algunas Hierbas Benditas. Pues éstas pueden ser preservadas en Cera Bendita y llevadas en torno al cuello, tal como mostramos en la Segunda Parte, al discutir los remedios contra las enfermedades y dolencias producidas por la brujería; y éstas tienen una maravillosa virtud protectora, como se sabe no sólo por el testimonio de las brujas, sino por el uso y práctica de la Iglesia, que exorciza y bendice tales objetos con esa intención, como se ve en la ceremonia de exorcismo cuando se dice, para expulsar todo el poder del diablo, etc.

Pero no vaya a creerse que el contacto físico de coyunturas y miembros es lo único de que debe guardarse; pues a veces, por permiso de Dios, pueden, con ayuda del diablo, embrujar al Juez con el mero sonido de las palabras que pronuncian, en especial cuando se las somete a la tortura (Parte 3, Cuestión 15).

Finalmente, el Malleus Maleficarum advierte que las brujas acusadas deben ser tratadas con cuidado ante el juez.

Y si puede hacerse en forma conveniente, la bruja debe ser ingresada de espaldas a presencia del Juez y sus asesores... se le debe afeitar el pelo de todo el cuerpo. La razón para esto es la misma que hay para hacerlas despojar de sus ropas, que ya hemos mencionado; pues para mantener el poder del silencio tienen la costumbre de esconder algún objeto supersticioso en su cabello o aun en las partes más secretas de sus cuerpos, que no deben ser nombradas (Parte 3, Cuestión 15).

En El Código Da Vinci, Robert Langdon evoca el Malleus Maleficarum mientras contempla la Mona Lisa en la Salle des Etats del Louvre. Cree que el Malle, es "posiblemente... la publicación más empapada en sangre de la historia humana". Para Dan Brown, la cantidad de víctimas asciende a cinco millones; otros cuantifican las víctimas de la Inquisición en un total mundial de entre seiscientos mil y nueve millones. Casi todas, dicen los estudiosos, era mujeres, jóvenes viejas, comadronas, judíos, poetas y gitanos, cualquiera que no encajase en la visión contemporánea de lo que significaba ser un buen cristiano.

¿Por qué se consideraba que los gnósticos eran una amenaza tan grave?

POR LANCE S. OWENS

Lance S. Owens es médico clínico y sacerdote que ha recibido las órdenes. También dirige el sitio web www.gnosis.org Copyright © 2004 Lance S. Owens. Reproducido con permiso.

¿Qué hizo que los gnósticos fuesen considerados herejes tan peligrosos? Las complejidades del gnosticismo son muchas, de modo que las generalizaciones son consideradas, con razón, sospechosas. Aunque a lo largo de los años se han propuesto distintos sistemas para definir y categorizar al gnosticismo, ninguno ha sido universalmente aceptado. Aun así, generalmente se acepta que haya cuatro elementos que pueden ser considerados característicos del pensamiento gnóstico.

La primera característica esencial del gnosticismo afirma que "para el ser humano es posible acceder al conocimiento directo, personal y absoluto de las auténticas verdades de la existencia" y que obtener tal conocimiento es el logro supremo de la vida humana. La gnosis no es una comprensión racional, desarrollada mediante proposiciones, lógica, sino un saber adquirido mediante la experiencia. Los gnósticos no estaban demasiado interesados en el dogma ni en la teología racional y coherente -hecho que hace que el estudio del gnosticismo sea particularmente difícil para quienes tengan "mentalidad de contador". Simplemente es imposible cifrar el gnosticismo en afirmaciones silogísticas y dogmáticas. Los gnósticos amaban la fuerza viviente de la revelación divina -la gnosis era la experiencia creativa de la revelación, una corriente progresiva de entendimiento, no un credo estático...

En su estudio La religión americana, el reputado crítico literario Harold Bloom sugiere una segunda característica del gnosticismo que nos puede ayudar a explorar conceptualmente su misterioso corazón. El gnosticismo, dice Bloom, "es el saber, por y de un ser increado o ser-dentro-del-ser y [este] conocimiento conduce a la libertad...". La más importante entre las percepciones reveladoras que podía alcanzar el gnóstico era el profundo despertar que acompañaba al conocimiento de que algo dentro de él era increado. Los gnósticos llamaban a este "ser increado" semilla divina, perla, chispa del conocimiento: conciencia, inteligencia, luz. Y esta semilla del intelecto era de sustancia idéntica a la de Dios. Era la realidad auténtica del hombre, la gloria compartida de la humanidad y la divinidad... Para toda percepción racional el hombre no era Dios, pero, en su verdad esencial era Divino. Este enigma era un misterio gnóstico y su solución era su tesoro...

Esto nos lleva al tercer elemento destacado de nuestro breve sumario del gnosticismo: su reverencia por los textos y escrituras no aceptados por la congregación ortodoxa. La experiencia gnóstica era mitopoética: por medio de narraciones y metáforas y tal vez también de escenificaciones rituales, el gnosticismo buscaba expresar sutiles atisbos visionarios que no se podían expresar mediante proposiciones racionales ni afirmaciones dogmáticas. Para los gnósticos, la revelación era la naturaleza de la gnosis. Irritado por su profusión de "textos inspirados" y mitos, Ireneo, en su clásica refutación del gnosticismo escrita en el siglo II, se queja de que "cada uno de ellos genera alguna cosa nueva diariamente según su capacidad; pues quien no desarrolle alguna enormidad no es considerado perfecto".

La cuarta característica... es la más difícil de desentrañar de las cuatro y una de las que más perturbadoras resultó para la teología ortodoxa posterior. Es la imagen de Dios como díada o dualidad. Aunque afirmaba la unidad e integridad esenciales de la Divinidad, el gnosticismo notaba, en su encuentro experiencial con lo numinoso, manifestaciones y cualidades contrastantes. En muchos de los textos gnósticos de Nag Hammadi, Dios se representa como una díada de elementos masculinos y femeninos... Muchas de las vertientes del gnosticismo veían en Dios la unión de dos naturalezas distintas, una unión que bien se puede ilustrar mediante el simbolismo sexual. Los gnósticos honraban la naturaleza femenina y, como consecuencia de ello, arguye Elaine Pagels, las mujeres gnósticas cristianas gozaban de un nivel de igualdad social y eclesiástica mayor que sus hermanas ortodoxas. El propio Jesús, según enseñaban algunos gnósticos, prefiguró esta relación mística: su discípulo más amado fue una mujer, su consorte María Magdalena...

Cristo vino a rectificar la separación... y a unir los dos componentes; y a darles vida a aquellos que murieron por la separación uniéndolos... Nuestras imaginaciones poéticas son lo único que nos queda para dilucidar qué puede haber significado esto. Aunque los polemistas ortodoxos frecuentemente acusaron a los gnósticos de comportamiento sexual heterodoxo, es incierto desde el punto de vista histórico en qué forma estas ideas e imágenes se expresaban en los asuntos humanos...

Descifrando El Código Da Vinci: ¿Así que el divino Jesús y la Palabra infalible emergieron de una intriga de poder del siglo IV? Hablemos en serio...

POR COLLIN HANSEN

Copyright c por Christianity Today. Empleado con permiso de la revista Christian History. Este y otros textos disponibles en www.christianhistory.com.

El Código Da Vinci de Dan Brown ha alcanzado el codiciado estatus de best-seller, inspirando de paso un especial de ABC News, así como debates acerca de la legitimidad de la historia occidental y cristiana.

Mientras que el programa de ABC News se centraba en la fascinación de Brown con el supuesto casamiento entre Jesús y María Magdalena, El Código Da Vinci contiene muchas más afirmaciones (igualmente dudosas) acerca del origen histórico del cristianismo y de su desarrollo teológico. La afirmación central de la novela de Brown es que "casi todo lo que nuestros padres nos contaron acerca de Cristo es falso". ¿Por qué? Debido a una única reunión de obispos en el año 325, en la ciudad de Nicea en la actual Turquía. Allí, arguye Brown, los dirigentes de la Iglesia que querían consolidar su base de poder (a quienes llama, anacrónicamente, "el Vaticano" o "la Iglesia Católica Romana") crearon un Cristo divino y una Escritura infalible -novedades, ambas, que no habían existido antes entre los cristianos.

Brown tiene razón en que en el transcurso de la historia cristiana, pocos eventos son más importantes que el Concilio de Nicea de 325. Cuando el recién convertido emperador romano Constantino convocó a obispos de todo el mundo a lo que hoy es Turquía, la Iglesia había llegado a una encrucijada teológica. Conducidos por un teólogo alejandrino llamado Arrio, una escuela de pensamiento argüía que Jesús había sido sin duda un notable dirigente, pero no era ningún Dios encarnado. En El Código Da Vinci, Dan Brown pretende que "hasta ese momento, Jesús era visto por sus seguidores como un profeta mortal; un hombre grande y poderoso, pero hombre al fin".

En realidad, los cristianos primitivos, por abrumadora mayoría, adoraban a Jesucristo como su Salvador y Señor resucitado. Por ejemplo, los cristianos adoptaron la palabra griega kyrios, que significa "divino" y se la aplicaron a Jesús desde los primeros días de la Iglesia.

El Concilio de Nicea no terminó por completo con el debate acerca de las enseñanzas de Arrio, ni impuso una doctrina extraña referida a la divinidad de Cristo en la Iglesia. Los obispos que participaron simplemente afirmaron las creencias cristianas históricas establecidas, erigiendo así un frente unido contra futuros intentos de diluir el mensaje salvador de Cristo.

Dado que la Biblia desempeña un papel central en el cristianismo, la cuestión de la validez histórica de las Escrituras acarrea importantes implicaciones. Brown afirma que Constantino organizó un equipo pago para que manipulara los textos existentes y divinizara al Cristo humano. Pero por una cantidad de razones, las especulaciones de Brown son totalmente erróneas. Brown señala correctamente que "la Biblia no fue transmitida por fax desde el cielo". De hecho, la composición y consolidación de la Biblia parecen un poco demasiado humanas como para que les resulte cómodo a algunos cristianos. Pero Brown soslaya el hecho de que el proceso de canonización humana se venía desarrollando por siglos antes del Concilio de Nicea, y que había dado como resultado un canon de la Escritura casi completo antes de Nicea y aun antes de la legalización del cristianismo por parte de Constantino en 313.

Irónicamente, el proceso de compilación y consolidación de la Escritura fue disparado por el hecho de que una secta rival produjo su propio canon cuasi bíblico. En torno al año 140, un dirigente gnóstico llamado Marción comenzó a difundir la teoría de que el Nuevo y el Antiguo Testamento no compartían el mismo Dios. Marción argumentaba que el Dios del Antiguo Testamento representaba la ley y la cólera, mientras que el Dios del Nuevo Testamento, representado por Cristo, representaba el amor. El resultado fue que Marción rechazó el Antiguo Testamento y los escritos más abiertamente judíos del Nuevo Testamento, incluyendo a Mateo, Marcos, Actos y Hebreos. Manipuló otros libros para minimizar sus tendencias judías. Aunque en 144 la Iglesia de Roma declaró que su punto de vista era herético, las enseñanzas de Marción dieron comienzo a un nuevo culto. Desafiados por la amenaza que representaba Marción, los dirigentes de la Iglesia comenzaron a considerar a toda prisa sus propios puntos de vista respecto de una lista definitiva de libros escriturales, que incluía tanto al Nuevo como al Antiguo Testamento.

En la época de Nicea, los dirigentes de la Iglesia debatieron la legitimidad de sólo unos pocos de los libros que aceptamos hoy, principalmente Hebreos y Revelaciones, pues su autoría era dudosa. De hecho, la autoría era la consideración más importante para aquellos que trabajaban en consolidar el canon. Los dirigentes de la Iglesia primitiva consideraban que las cartas y testimonios oculares eran autorizados y vinculantes sólo si eran escritas por un apóstol o por un discípulo directo de ese apóstol. De esa forma podían estar seguros de la confiabilidad del documento. Como pastores y predicadores también observaban qué libros contribuyeron a cimentar la Iglesia -buen indicio, les parecía, de que esos libros eran Escrituras inspiradas. Los resultados hablan por sí mismos: los libros que componen la Biblia actual le han permitido al cristianismo difundirse, florecer y perdurar en todo el mundo.