1879-1891

12 de enero de 1879

Mi primera sesión de espiritismo del nuevo año, y la primera en la que fui asistido por Leticia Swinton. Leticia perteneció al coro del Alexandria y tiene mucho que aprender acerca de la profesión de la magia, pero tengo esperanzas de que mejore.

Cuando finalizó la sesión le pedí a Nugent que me llevara rápidamente de regreso a Idmiston Villas, donde he estado con Julia, contándole mi día.

Había una carta esperándome aquí. El señor L ha decidido, por ahora, que ya no necesita una sesión de espiritismo en su casa, pero que, tras considerar cuidadosamente lo que sucedió, ha decidido que debo cobrar todos los honorarios, tal como se había convenido. Su pago estaba adjunto.

13 de enero de 1879

Hoy Julia se encerró en el dormitorio, ignoró todas mis llamadas y todos mis ruegos y únicamente admitió a la criada, que le llevó un té y algo de pan. Hoy no tenía que trabajar, y había estado planeando estar en el taller, pero en vista del extraño humor de Julia sentí que debía quedarme en casa. Julia apareció después de las ocho de la noche, y no dijo nada acerca de lo que había hecho o por qué lo había hecho. Todo esto me ha dejado perplejo. Dice que ya no siente dolor, pero aparte de esto se niega a hablar acerca de lo que sucedió.

15 de enero de 1879

Nugent, Leticia Swinton y yo realizamos una sesión de espiritismo esta tarde. Ya se ha convertido en algo rutinario para mí, siendo las únicas novedades: primero, la inevitable necesidad de trabajar con una asistente nueva en el mundo de la magia, segundo, las particulares circunstancias de cualquier pérdida a la que esté asistiendo, y, tercero, la disposición física de la habitación en la que tiene lugar la sesión. Estas dos últimas generalmente no presentan ningún tipo de problema para mí, e incluso Leticia está demostrando ser una alumna rápida.

Cuando regresábamos después de finalizar la sesión, le pedí a Nugent que me dejara en la zona Oeste de Londres. Caminé hasta el Teatro Empress en High Holborn, compré una entrada y me senté en los profundos escondrijos de la platea de atrás.

La presentación de Borden estaba en la primera mitad del programa, y observé atentamente lo que hacía. Realizó siete trucos de distintas clases, y, de entre éstos, hay tres de los cuales desconozco su explicación. (¡Para mañana a la noche las tendré!). Es un mago bastante bueno, y realizó sus trucos sin ningún problema, pero por alguna razón se dirige al público con un acento francés muy poco convincente.

¡Me hizo desear zaherirlo como a un impostor!

Sin embargo, debo esperar el momento oportuno. Quiero que mi venganza sea dulce.

Cuando regresé Julia estuvo muy poco comunicativa conmigo, y aun después de que le contara lo que había estado haciendo permaneció comportándose fríamente.

¡Oh, Julia! ¡Tú no eras así antes de aquel día!

19 de enero de 1879

Los dos lloramos la pérdida del niño que nunca conocimos. El dolor de Julia es tan profundo, está tan en el fondo de su ser, que a veces hasta parece no darse cuenta de que estoy con ella en la misma habitación. Yo soy igual de infeliz, pero tengo mi trabajo para distraerme. Ésta es la única diferencia entre nosotros.

La última semana me he dedicado a perfeccionar mi magia, intentando, a través de un esfuerzo intensivo, lanzarme nuevamente en mi pretendida profesión. Para esto:

He ordenado mi taller, he tirado un montón de trastos a la basura, he reparado y pintado nuevamente varias de las ilusiones, y en general he convertido al taller en un lugar práctico donde puedo prepararme y ensayar correctamente.

He comenzado una discreta investigación a través de la oficina de Hesketh Unwin, y a través de otros contactos que tengo en el mundo de la magia, para que un ingénieur trabaje conmigo. Necesito asistencia experta; de esto no cabe ninguna duda.

Me he organizado un programa de prácticas, el cual respeto absolutamente: dos horas cada mañana, dos horas cada tarde y (si el tiempo con Julia me lo permite) una hora cada noche. Los únicos descansos que me permito son aquellos que debo realizar forzosamente cuando realmente estoy trabajando.

He encargado nuevos trajes para mí y para Leticia, para darle a la presentación un refinamiento profesional.

Finalmente, me he prometido a mí mismo abandonar las sesiones de espiritismo tan pronto como pueda permitírmelo. Mientras tanto, estoy aceptando tantas como tiempo pueda encontrar para realizarlas, porque son mi único medio seguro para ganarme la vida. Mis responsabilidades financieras son inmensas. Tengo que pagar el alquiler, conseguir la renta del taller y la del establo, pagar los sueldos de Nugent y Leticia, y pronto el de mi nuevo ingénieur también…, así como mantener la casa y alimentarnos a Julia y a mí.

¡Todo esto debe ser pagado por los crédulos desconsolados!

(Esta noche, sin embargo, otra representación teatral).

31 de diciembre de 1879

Total de ingresos de la magia en 1879: 637 libras, 12 chelines y 6 peniques.

Antes de deducir los gastos.

31 de diciembre de 1880

Total de ingresos de la magia en 1880: 1142 libras, 7 chelines y 9 peniques.

Antes de deducir gastos.

31 de diciembre de 1881

Total de los ingresos de la magia en 1881: 4777 libras, 10 chelines y 0 peniques.

Antes de deducir los gastos. 1881 es el último año en el cual dejo constancia aquí de mis ganancias. Estos doce últimos meses han sido bastante exitosos para mí, y me han permitido comprar la casa en la cual, hasta ahora, habíamos simplemente alquilado nuestra habitación. Ahora ocupamos todo el edificio, y contamos con personal doméstico compuesto por tres personas. El desasosiego que me acosaba cuando era más joven está dirigido fructíferamente hacia la energía de la actuación, y puedo decir en alto que soy probablemente el ilusionista más buscado de Gran Bretaña. Mis representaciones diarias para el año que viene ya están completas.

2 de febrero de 1891

Hace diez años dejé este diario a un lado, con la intención de no reabrirlo nunca más, pero los humillantes acontecimientos que sucedieron durante las primeras horas de esta noche en el Teatro de variedades Sefton en Liverpool (desde donde estoy regresando a Londres en train mientras escribo esto) deben quedar registrados.

Como hace tanto tiempo que no escribo en mi diario, estas hojas sueltas tendrán que ser suficiente esta noche ya que me encuentro sin mi cuaderno y mi sistema de archivos.

Estaba en la segunda parte de mi presentación, aproximándome hacia lo que es actualmente el clímax de mi actuación. Éste es la «Fuga bajo el agua», un efecto que combina fuerza física, una cierta cantidad de riesgo controlado y un poco de magia.

El truco comienza cuando me atan a una sólida silla de metal, aparentemente sin posibilidad alguna de escapar. Para llevar esto a cabo invito a un comité de seis voluntarios a subirse al escenario; éstos son auténticos miembros del público, no han sido previamente colocados, pero Ernest Nugent y mi ingénieur Harry Cutter sí que vigilan todo lo que se hace.

Con el comité sobre el escenario, entablo con ellos una conversación humorística, llena de bromas, en parte para relajarlos, y en parte para distraer al público mientras Ellen Tremayne (mi actual asistente; hace mucho que no escribo aquí) comienza «La cuerda Jacoby».

Esta noche, sin embargo, apenas acababa de sentarme en la silla, ¡cuando me di cuenta de que Alfred Borden era uno de los del comité! ¡Era el sexto hombre! (Harry Cutter y yo utilizamos códigos para identificar y colocar a los voluntarios sobre el escenario. El sexto hombre es colocado lo más lejos posible de mí durante estas etapas de preparación, y su tarea es la de sostener un extremo de la cuerda). Esta noche Borden era el sexto hombre, ¡a tan sólo uno o dos metros de distancia de mí!

¡El público nos estaba observando a todos! ¡El truco ya había comenzado!

Borden representó bien su papel, moviéndose torpemente y con una vergüenza bien fingida, por la pequeña parte del escenario que le había sido asignada. Nadie del público hubiera podido adivinar que es un mago casi tan experto como yo. Cutter, aparentemente sin darse cuenta de quién era, colocó a Borden en su sitio. Mientras tanto, Ellen Tremayne estaba rodeando mis dos manos con la cuerda y atando mis muñecas a los brazos de la silla. En aquel momento mis preparaciones salieron mal, porque mi atención estaba centrada en Borden. Para cuando se les habían dado los extremos de la cuerda a otros dos voluntarios y se les habían dado instrucciones de atarme a la silla tan fuertemente como fuera posible, ya era demasiado tarde. Bajo la potente luz de los focos, me encontré atado sin poder hacer nada.

En medio de un redoble de tambores fui izado por la polea hacia el espacio vacío que había sobre el tanque de cristal, y quedé colgando y girando al final de la cadena como si fuera una indefensa víctima de la tortura. En realidad esta noche lo era, pero durante una representación normal, en esta etapa ya hubiera liberado mis muñecas, y colocado mis manos hacia una posición desde la que pudiera liberarlas instantáneamente. (El hecho de girar con la cadena es una tapadera efectiva para los necesariamente rápidos movimientos que debo realizar con los brazos mientras me libero). Esta noche, con los brazos atados a la silla sin poder moverlos, lo único que podía hacer era mirar fijamente hacia abajo, preso del horror, a la fría y expectante agua.

Unos segundos más tarde, de acuerdo con el plan, fui sumergido dentro de ella provocando un desbordamiento del agua cuyas gotas rociaron el escenario. Mientras el agua me tapaba la cabeza intenté, por medio de expresiones faciales, hacerle señas a Cutter para que entendiera que me encontraba en un aprieto, pero él ya estaba ocupado bajando el telón que ocultaba el tanque.

Inmerso en una semioscuridad, medio girado en la silla, atado de manos y pies, y completamente sumergido en el agua fría, comencé a ahogarme…

Mi única esperanza era que el agua aflojara un poco la cuerda (parte de mis preparaciones secretas, en caso de que los voluntarios hayan atado los nudos secundarios demasiado ajustados para una fuga oportuna), a pesar de que yo sabía que el mínimo movimiento extra que esto permitiría no sería suficiente para salvarme esta noche.

Tiré insistentemente de las cuerdas, sintiendo ya la presión del aire en mis pulmones, desesperado por salir de mi interior y dejar que el agua mortal me inundara y me llevara…

Sin embargo, aquí estoy escribiendo esto. Evidentemente escapé.

No estaría vivo para escribir si no fuera, irónicamente, por la propia intervención de Borden. Se le fue la mano, no pudo resistir regodearse conmigo.

Ésta es una reconstrucción de lo que debe haber ocurrido en el escenario, oculto para mí detrás del telón.

En una actuación normal, todo lo que puede verse sobre el escenario es el comité de seis personas de pie reunidas alrededor del telón que rodea al tanque. Ellos, al igual que el público, no pueden ver lo que yo estoy haciendo. La orquesta toca un popurrí animado, en parte para hacer tiempo, y en parte para disfrazar cualquier sonido que yo no pueda reprimir mientras realizo mi fuga. Pero el tiempo pasa, y pronto ambos, el comité y el público, comienzan a sentirse inquietos por todo el tiempo que ha transcurrido.

La orquesta también se distrae, y la música desaparece. Se hace un silencio anticlimático. Harry Cutter y Ellen Tremayne suben corriendo ansiosamente al escenario, como en respuesta a la emergencia, y el público realiza un alboroto de preocupación. Con la ayuda del comité, Cutter y Ellen arrancan el telón que ocultaba al tanque, para dejar ver…

… ¡La silla todavía se encuentra en el agua! ¡Las cuerdas todavía se encuentran atadas a su alrededor! ¡Pero yo no estoy allí!

Mientras el público ahoga un grito de sorpresa yo aparezco espectacularmente. En general salgo desde los bastidores, pero si tengo tiempo prefiero anunciarme en el medio del auditorio. Corro hacia el centro del escenario, hago una reverencia y me aseguro de que todos noten que mis ropas y mis cabellos están absolutamente secos…

Esta noche Borden estaba allí para arruinarlo todo y, tal vez sin darse cuenta, para salvarme de un final mortal. Mucho antes de que el truco estuviera llegando a su fin, afortunadamente mucho antes, y mientras la orquesta todavía tocaba, abandonó la posición sobre el escenario donde lo había colocado Cutter, ¡y fue a zancadas hasta el telón y lo arrancó!

Fui consciente de esto por primera vez cuando me bañó un rayo de luz brillante.

Miré hacia arriba con inmensa e inesperada esperanza, ¡mientras lo último que quedaba de aire en mis pulmones subía burbujeando hasta mis ojos! Entonces sentí que mis plegarias habían sido escuchadas, que Cutter había interrumpido la actuación para salvarme la vida. No importaba nada más en aquel segundo de rebosante esperanza. Lo que vi, a través de las horrorosas distorsiones del agua arremolinada y el cristal reforzado, ¡fue el semblante burlón del más temido de mis enemigos! Se inclinó hacia delante, presionando su rostro triunfalmente contra el tanque.

Sentí que perdía el conocimiento, creí que estaba al borde de la muerte.

Después hay un espacio en blanco. Cuando volví a estar consciente estaba acostado sobre un duro suelo de madera, sumido en una semioscuridad, congelándome, y había rostros a mi alrededor que me observaban. Estaban tocando música cerca de donde yo me encontraba, dejándome sordo mientras el agua salía a borbotones por mis orejas. Podía sentir el suelo moverse hacia arriba y hacia abajo rítmicamente. Estaba entre bastidores, sobre el suelo de uno de los huecos en donde están las cuerdas junto al escenario. Cuando levanté la cabeza vi, desenfocado y borroso, el escenario bien iluminado a unos pocos centímetros de distancia, donde el coro estaba pisoteando los tablones, mientras el coryphée andaba pavoneándose al compás de la picante melodía que provenía del foso de la orquesta. Gemí aliviado, cerré los ojos y dejé que mi cabeza se apoyara nuevamente sobre el suelo. Cutter me había arrastrado hasta ponerme a salvo, de alguna manera me había devuelto la respiración, y había concluido el humillante espectáculo.

Poco después fui llevado hasta el salón verde, donde empecé a recuperarme.

Durante media hora me sentí tan miserable como nunca me había sentido en mi vida, pero en general soy fuerte y tan pronto como pude respirar sin ahogarme con el agua que había en mis pulmones, rápidamente me sentí mucho mejor. Todavía eran horas razonablemente tempranas de la noche, y yo creía fervientemente (y aún creo, mientras escribo) que tenía tiempo de sobra para regresar al escenario e intentar realizar mi truco una vez más, antes de que terminara el espectáculo. No se me permitió hacerlo.

En lugar de eso, al realizar un triste análisis de la arruinada actuación, convoqué a Ellen, Cutter y Nugent en mi camerino. Acordamos encontrarnos dentro de dos días en mi taller de Londres para mejorar el método de la fuga, para que mi vida nunca más corriera peligro. Finalmente mis tres partidarios incondicionales me condujeron hasta la estación, quedaron satisfechos de mi bienestar mental y físico, y luego regresaron al hotel donde todos habíamos planeado quedarnos.

Por mi parte, únicamente ansío un rápido regreso a Londres para ver a Julia y a los niños, ya que el incidente, cuyo enfrentamiento me hizo sentir una muerte segura, me ha dado muchas ganas de estar con ellos. Este tren no llegará a Euston hasta justo antes del amanecer, pero tendré la oportunidad de verlos antes de lo que sería posible de cualquier otra manera.

Irónicamente, lo que no me ha permitido continuar escribiendo en este diario ha sido la satisfacción doméstica a la que ahora me apresuro a regresar, y acerca de la cual podría haber escrito volúmenes o (tal como ocurrió) nada. Durante gran parte de la década pasada, he sido no solamente exitoso en mi carrera, sino sorprendentemente feliz en casa.

A principios de 1884, Julia, por fin y después de mucho tiempo, se quedó embarazada una vez más, y a su debido tiempo tuvo sin problemas a nuestro hijo Edward. Dos años después llegó la primera de mis hijas, Lydia, y, el año pasado, tardíamente pero para nuestro regocijo, nació nuestra bebé Florence.

Comparado con todo esto, la disputa con Borden ha adoptado proporciones triviales. Es cierto, nos hemos gastado bromas pesadas el uno al otro durante todos estos años. Es cierto, el espíritu oculto detrás de ellas muchas veces ha sido malicioso.

Es cierto, yo he demostrado poseer tanta malicia como él, y de esto no estoy para nada orgulloso. No es ninguna coincidencia que ninguna de estas hazañas me hiciera pensar que valía la pena reabrir el diario.

Hasta esta noche, sin embargo, Borden y yo no habíamos puesto en peligro la vida de ninguno de los dos.

Una vez, hace años, Borden fue directamente responsable de la pérdida de mi primer hijo. A pesar de que mi instinto en aquel entonces era uno de venganza, al pasar los meses mi furia murió lentamente, y en cambio me satisfice a mí mismo con un número de represalias en su contra, diseñadas únicamente para avergonzarlo o para confundirlo al realizar un truco justo en el momento en el que menos lo disfrutaba.

Por su parte, ha tenido unos pocos momentos de inesperada venganza para conmigo, aunque ninguno, puedo asegurar, tan astutamente diseñado como los míos para con él.

Lo que sucedió esta noche ha subido forzosamente nuestra disputa a un nuevo nivel. Intentó matarme; es tan simple como eso. Es un mago; sabe cómo deben atarse las cuerdas para asegurar una liberación rápida y segura.

Ahora quiero vengarme nuevamente. Espero y rezo para que el tiempo pase rápido, para que calme mis sentimientos, para que me traiga sentido común y cordura y calma, ¡y para que no actúe tal como me siento esta noche!