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La Síndone crece 4 centímetros

Con este titular me desayunaba el pasado 22 de septiembre de 2002. Meses antes se sabía que a la Sábana Santa se le estaban haciendo una serie de pruebas para mejorar su forma de conservación ya que, con el paso de los años, el cuerpo que se halla «dibujado» en ella se había ido difuminando debido al proceso natural de oxidación. Pero hasta este momento la Iglesia, como suele ocurrir en estos casos, no había afirmado ni desmentido.

Desde la Cadena Ser saqué el teletipo de la Agencia EFE que me confirmaba que la Síndone había sido restaurada y había crecido casi 4 centímetros.

Durante los meses de junio y julio se estudió en completo secreto la reliquia. La sacristía de la catedral de Turín se convirtió en laboratorio ocasional para el equipo dirigido por la experta textil Mechthild Flury-Lemberg.

La científica suiza, que fue directora del Museo Abegg, de Berna, ya en el año 2000 había asegurado que tenía nuevas pruebas que relacionaban el Sudario con Cristo. En un informe que presentó a la Iglesia, Mechthild compraba las costuras de una prenda hecha en Oriente Medio y datada de hace unos dos mil años que fue hallada en las ruinas de Masada, fortaleza que se encuentra en una montaña frente al Mar Muerto, con los dobladillos y una larga costura lateral del Sudario. En dicha ocasión la experta aseguró que «las costuras están muy bien hechas, de tal manera que solo se pueden ver por el reverso de la prenda. En mi opinión, el Sudario no es una falsificación de la Edad Media. Las analogías que he encontrado señalan que puede haber existido al mismo tiempo que Jesucristo y en lo que ahora es Israel».

Durante los dos meses de estudio se suprimió, entre otras cosas, la «tela de Holanda» o forro que hace 450 años se cosió al Sudario. Gracias a ello se ha podido observar la, hasta ahora, inexplorada parte posterior del lienzo, además se han retirado los 30 remiendos que tan afanosamente habían cosido las monjitas de Chambery (Francia) en 1534; igualmente se retiraron los detritos orgánicos, polvo y suciedad que se habían acumulado entre el lienzo y el forro a lo largo de cinco siglos; se «planchó» el lienzo para eliminar así las arrugas y se realizó un «atlas digital» de las dos caras. Por primera vez se han reproducido en ordenador las dos caras de la Sábana.

Lo primero que llamó mi atención al contemplar las fotografías del lienzo restaurado, fue que los dieciséis agujeros triangulares que la tela mostraba causados por el terrible incendio de 1532 habían cambiado de forma. Ahora son más pequeños e irregulares.

Severino Poletto, actual custodio de la reliquia, declaró que «las clarisas que remendaron las quemaduras habían ocultado, junto con el borde de estas, partes del tejido sano para dar un poco más de regularidad al parche. Al ser retirados los remiendos se comprobó que el borde quemado había avanzado debido al paso de los años. Para frenar el proceso se ha retirado toda la carbonilla, dejando solo los bordes marrones de la antigua quemazón».

La Sábana Santa tras la restauración ha crecido 4 cm.

Con los nuevos estudios se ha vuelto a verificar que en la parte posterior del lienzo no existe imagen alguna del hombre pero, en cambio, las mismas manchas de sangre aparecen en la parte trasera. Esta sangre seca ha sido guardada en contenedores sellados, al igual que otras partículas halladas en la tela, y todas ellas han sido marcadas con precisión utilizando las coordenadas de estudio del Sudario.

También se tomaron, con cintas adhesivas y microaspiradoras, algunas muestras de la parte posterior que han quedado bajo la custodia del cardenal arzobispo de Turín hasta que llegue la autorización del Papa para realizar con ellas los pertinentes exámenes científicos.

Desde el año 2000 el paño se conserva desplegado dentro de un contenedor de alta tecnología, con cristales blindados y una atmósfera de gas inerte que impide el desarrollo de bacterias anaerobias y donde se pueden controlar factores decisivos para su conservación, como la temperatura o la humedad. Gracias a esta posición, las arrugas han ido atenuándose, pero por fin en estos dos meses han sido eliminadas por completo gracias a un sistema de pequeños pesos de plomo. El resultado ha sorprendido tanto a propios como extraños: la Síndone ha crecido casi 4 centímetros de largo y uno de ancho, quedando sus dimensiones en 441,5 centímetros por 113,7 centímetros.

Poletto aseguró que «la restauración del lienzo se ha hecho con permiso de la Santa Sede —propietaria de la Sábana Santa— y siguiendo los consejos de los más reputados expertos en Sindonología».

Los científicos que han quedado fuera de la restauración y que no han podido opinar en torno a ella han declarado su malestar asegurando que las pruebas debían haberse hecho con menos secreto y más colaboración internacional, pero el purpurado señaló que «la Síndone no debe convertirse en un motivo de pelea, división o polémica, sino en un punto de referencia para profundizar, reflexionar y rezar».

También añadió que «la elección de Flury-Lemberg contó con el consenso unánime de los miembros de la Comisión para la Conservación de la Síndone».

Tras las pruebas del carbono 14, Saldarini no quiso que se realizara ningún análisis científico más y quiso centrarse en la conservación de la tela. Por ello formó un pequeño grupo en 1991 para tratar el tema de un perfecto mantenimiento.

En un comunicado emitido por el profesor Piero Savarino el 21 de septiembre de 2002 se decía que «la labor para la conservación se inició en 1992, cuando Su Eminencia el Cardenal Saldarini se reunió con expertos en la conservación y restauración de telas antiguas para determinar la labor a seguir. El grupo fue unánime al sugerir la conservación de la Síndone en una atmósfera inerte. Sugirieron también cambiar la “tela de Holanda”».

Según he podido saber, la restauración se hizo según los siguientes criterios:

  1. Mejoramiento de las condiciones de conservación.
  2. Resumen, catalogación y consigna del Custodio Pontificio. No se han efectuado cortes.
  3. Restauración de una tela de la base para proporcionar un adecuado sostenimiento mecánico de la Síndone.
  4. Efectuación de observación y medidas (de la parte posterior) difícilmente exigible en tiempo sucesivo. Se ha utilizado un instrumento especialmente construido para el caso que lleva distintos sensores unidos directamente a los instrumentos.

Desde el Centro Sindonológico de Turín se ha asegurado que la intervención para la conservación de la Síndone y la sustitución de las telas que cosieron las clarisas se había considerado desde hace bastante tiempo por la Comisión que se encarga de su conservación, aunque han surgido voces asegurando que en un congreso se había planteado la idea de sustituir la «tela de Holanda», pero que ningún sindonólogo había creído que fuera necesaria o urgente tal intervención.

8.1. La historia de una restauración: 2002

Únicamente se ha emitido un comunicado oficial, del que creo que es necesario extraer los puntos más importantes, para entender cómo, cuándo y por qué se decidió restaurar el Santo Lienzo:

Martes 23 de julio de 2002.

Cinco semanas antes la Sábana había dejado su capilla para someterse a una restauración […], ahora ya todo estaba dispuesto para que regresara a su refugio habitual.

El obispo auxiliar comenzó un rezo en representación del arzobispo, que había acudido con el papa a Toronto para celebrar el Día Mundial de la Juventud. Se formó una procesión para acompañar a la Síndone a su capilla. En ella estaban Mechthild Flury-Lemberg e Irene Tomedi junto con otras personas; parecía un cortejo fúnebre […].

Cuando esto terminó, comenzaron las confidencias: durante el trabajo nos esforzamos en no pensar demasiado sobre la misteriosa realidad que había pasado por nuestras manos, para no perder el hilo de lo que estábamos haciendo. Pero siempre que descansábamos, al final del día, nos venía a la cabeza la maravilla con la que tratábamos […]. Habíamos vivido con mucha intensidad aquellas cinco semanas. Desde la tarde del jueves 20 de junio hasta la tarde del martes 23 de julio de 2002 la Sábana había permanecido fuera de su capilla. Para volver, de algún modo, rejuvenecida […].

El cardenal Saldarini, que había sido el guardián de la Sábana durante el período de máxima polémica por los análisis del carbono 14, no quería realizar nuevas pruebas científicas a la tela pero, en cambio, le preocupaba mucho su mantenimiento.

En 1991 formó un pequeño grupo de trabajo compuesto por personas competentes para tratar el problema de la conservación […]. El 7 de septiembre de 1992 el equipo tuvo por vez primera ante sí la Sábana.

Lo que más preocupaba eran los múltiples pliegues que se observaban sobre la imagen sindónica, especialmente sobre la cara: cada vez más numerosos y agresivos. Todos convenimos en que la Síndone no se guardara enrollada […]. También hablamos —como si fuera una utopía— de quitar los remiendos, retomando un discurso que había comenzado en 1969 durante el trabajo de un equipo científico creado por el cardenal Pellegrino.

Nada de todo esto se hizo.

La Sábana se volvió a guardar en el altar […]. La Providencia sin embargo condujo las cosas de una forma misteriosa […]. El 4 mayo de 1990, debido a algunos desprendimientos de mármol que se produjeron en el Duomo […], las autoridades decidieron cerrar la capilla y emprender una restauración de la capilla Guarini.

Por todo ello el cardenal decidió trasladar la Sábana. Fue colocada en un pequeño monumento de cristal diseñado por el arquitecto Bruno.

El 24 de febrero de 1993, Miércoles de Ceniza, la reliquia abandonaba la capilla que la había cobijado durante trescientos años, desde 1694. La noche del viernes 11 de abril al sábado 12 de 1997, un gran fuego trajo el pánico al templo; las llamas dañaron un ala del edificio de palacio y esto sembró la destrucción en la Capilla Guarini. La Síndone no sufrió ningún daño, pero durante un año tuvo que abandonar también el altar de la catedral.

Todos estos acontecimientos hicieron que se volviera a profundizar en las reflexiones iniciadas en 1992. El cardenal Saldarini cada vez estaba más convencido de que había que preservar la Tela sobre una superficie firmemente extendida. Pero esto exigía un cambio de la arquitectura de la capilla Guarini, que había sido diseñada con planta circular […]. Lamentablemente estuvo sin reparar durante muchos años; fue entonces cuando se decidido que la Sábana se movería al extremo izquierdo de la catedral. Desde entonces se convirtió en la «Capilla de la Síndone».

Se invitó a unirse al grupo a un científico Americano […], Alan D. Adler, al cual conocía el padre Rinaldi, un Salesiano piamontés que se trasladó a América y allí propagó el interés más apasionado por la Sábana […]. El científico se trasladó a Turín para intervenir en el simposio de Villa Gualino, en marzo de 2000. Un poco después, el 12 de junio, Adler murió, por lo que no pudo participar en segunda exposición. Pero a él le debemos muchas sugerencias para el mantenimiento del paño, como el preservarla en una atmósfera de gas inerte.

Adler estaba muy preocupado por los efectos que podrían ocasionar los posibles residuos que se hubieran introducido en el forro y los parches cosidos por las monjas de Chambery, tras el incendio de 1997.

Para la doctora Carla Enrica Spantigati, superintendente de Arte e Historia de Piamonte: «quinientos años de cohabitación entre la cubierta, el “paño de Holanda” y los parches casi confieren una característica de tradición estable en la vida de una reliquia. Para comparar esta historia y la tradición de generaciones de creyentes y visitantes de la Sábana que conocen estas características, recomendaría que permaneciera como hasta ahora». Pero, sin embargo nosotros teníamos serios motivos para pensar que cuando fueran retirados los parches y el forro la Síndone mejoraría […].

Se redactó un documento con la firma de cada uno […]. El cardenal Poletto lo examinó y se lo hizo llegar al Papa. El Secretario de Estado se lo dio personalmente al Papa y, este después considerarlo, dio el permiso para la intervención.

La respuesta del cardenal Sodano, el secretario de Estado, fue fechada el 3 de noviembre 2001.

Habiendo conseguido el permiso, todos convenimos en proceder a su realización sin demoras. Pero surgieron una serie de problemas. Primero: cuando estábamos preparados para que nos trajeran la Sábana y comenzar a realizar el trabajo […] se producen, el 11 de septiembre de 2001, los atentados contra las torres gemelas de Nueva York […]. Las principales ciudades italianas fueron señaladas como posibles objetivos para nuevos ataques, y la Sábana de Turín parecía ser una de las primeras en la lista. En una reunión entre la autoridad civil y la autoridad religiosa se planteó la necesidad de encontrar un refugio para la Tela […]. ¿Pero no sería más peligroso moverla? Cualquier noticia podía ser objeto de algunas reacciones encaminadas a dañarla […].

Al final el cardenal Poletto, Custodio de la Sábana, decidió que la reliquia no saldría del área de la catedral y que tomarían todas las precauciones necesarias […].

Los preparativos se ralentizaron y se reflexionó y discutió sobre la intervención en la Tela. Estaban todos de acuerdo en que se quitara la vieja tela de Holanda […] dadas sus precarias condiciones, y especialmente para facilitar la limpieza. ¿Qué pasaría con los parches? Tendrían que seguir el mismo destino que el forro […]. A pesar de que en noviembre de 2000 se había dicho que no a este último punto y esto había sido aceptado por el Custodio y por el mismo Papa, él todavía quería dejar una puerta abierta a la reflexión: las decisiones pasadas debían adecuarse al progreso del trabajo.

Pero pronto se vio que no era necesario retomar la discusión. Mechthild Flury-Lemberg, que ya había trabajado en otras telas similares a la de la Síndone y en las que había quemaduras parecidas a las que se observan sobre la Sábana, la «arregló» aplicando un pedazo de forro […] y cosiéndolo con una costura invisible, perfecta. Todos los miembros juzgaron que el resultado era realmente convincente y se decidió quitar los parches […].

Documentamos lo más que pudimos cómo había sido la restauración para poner tales datos a disposición de la comunidad científica. Al completarse el trabajo, el aspecto de la Sábana era un resultado parcialmente nuevo […] por lo que inmediatamente se distribuyeron las nuevas fotografías […], era absolutamente necesario aplicar un forro nuevo: el paño se había conservado muy bien para haber sufrido tantas vicisitudes durante su historia, pero necesitaba un soporte para poder ser capaz manejado con seguridad durante las ostensiones […]

Se hicieron nuevas fotografías (con aparatos normales y digitales) de la Síndone; también se exploró totalmente la superficie sindónica mediante un escáner (para lo que confiaron en el Centro Electrónico Nacional Galileo Ferrari, que ya habían hecho una inspección parcial en el 2000 con el equipo del Instituto de Paul Soardo); todo ello acompañado de fotografías de los principales momentos de la restauración y con unas actas que formaban parte de la documentación (esto fue pensado por Giuliano Marchisciano y sus colaboradores). El vídeo fue efectuado por un equipo de Telesubalpina (Daniel D’aria y Vittorio Billera).

Uno de los momentos en que se realizaba la restauración de la Síndone.

Excluimos, por ejemplo, la espectroscopia de fluorescencia RX […] se decidieron las espectrofotometrías, UV, VIS […], el Custodio permitió recoger con cinta adhesiva algunas muestras (completándolás, en los mismos sitios, con el proceso de aspiración) que se conservan en el archivo sindónico […], la sustitución de los parches y la limpieza de los agujeros producidos por el fuego. Todo ello hizo que se pudiera obtener una cantidad insospechada de material para exámenes futuros.

Para el transporte de la Sábana se utilizó una mesa basculante móvil […] y una mesa doble, que se había utilizado en trabajos anteriores y para la toma de fotografías […]. Para coser la tela y su forro se necesitaba una superficie dura y lisa que estuviese algo inclinada […].

La investigadora Irene Tomedi instaló un vídeo microscopio (de ampliación de 80 a 450 veces) con cables unidos a fibras ópticas, un monitor, una impresora y la posibilidad de realizar una grabación digital: esto permitió una visión perfecta de toda la tela, distinguiendo las sustancias de contaminación, de la sangre […].

A la instrumentación también se agregó un delicado aspirador y un vaporizador a ultrasonidos, además de una serie de diapositivas y pesos de plomo que ejercían pequeñas presiones sobre los pliegues de la Tela […], para proteger el paño a menudo recurrían al papel de seda […], resistente y fácilmente desprendible […].

Hubo tres pasos fundamentales durante la restauración:

Quitar el forro (la famosa «tela de Holanda») y los parches, y la ejecución de la intervención sobre los pliegues (del 21 al 25 de junio);

fotos, espectrofotometrías y escaneado de la Tela (del 26 junio al 15 de julio);

la fijación de un forro nuevo en las áreas de los agujeros y luego a lo largo del perímetro entero, medida de la Síndone «nueva» (del 16 al 23 de julio).

El desarrollo de algunos análisis técnicos ha sido llevado a cabo por Peter Savarino (la espectroscopia Raman ha sido realizada por los doctores Tagliapietra y Cursos, los exámenes de fluorescencia por los doctores Peregrino y Caldironi) y el equipo de Paul Soardo (Joseph Rossi, Paola Iacomussi, Natalia Bo) […].

El impresionante descubrimiento vino cuando se levantaron los parches: eran auténticos contenedores de residuos carbonosos y depósitos de suciedad.

Peter Savarino, el consejero científico del Custodio, trajo una batería entera de contenedores, sistemáticamente etiquetados, en los que se recogieron las muestras de los distintos puntos del paño […] Todos los pasos fueron recogidos minuciosamente en un acta que se confió a la secretaria del equipo, M. Clara Antonini, y a sus colaboradores.

Los pequeños contenedores fueron incluidos en un único contenedor general, al que se le puso el sello del arzobispado, quedando así a disposición del Santo Centro, del guardián pontifical para que —cuando el Papa lo juzgue oportuno— los científicos puedan utilizarlos para análisis futuros.

Al quitar los parches se vio la dolorosa realidad de los efectos del fuego de 1532 […]: las clarisas habían doblado hacia el interior los bordes del paño dañado […], había partes cercanas carbonizadas… Muchos fragmentos ya se habían separado y constituían un fino polvo que se hacía presente en los parches […]. Decidimos quitar con las pinzas el material que se había acumulado en los bordes y que nos hizo comprender la realidad del desastre […].

El forro nuevo […] es de lino crudo, traído por Mechthild Flury-Lemberg. Ella lo había comprado en Holanda cinco años antes para posibles empleos de restauración en otras telas. La señora Flury lo lavó varias veces para desinfectarlo y darle suavidad, pero no para blanquearlo, ni colorearlo. Por lo tanto, conserva el carácter de la tela, que es de un color marfil intenso, y que da una suave tonalidad a los agujeros que el fuego produjo en 1532 […].

Suciedad hallada en el lienzo durante la restauración.

Las fotos fueron realizadas por el equipo de Carlos Gian During (Joseph Cavalli, Daniel Demonte, Tiziana Durante) con la ayuda de Nello Balossino […].

Para que la señora Tomedi pudiera utilizar el microscopio sobre la Síndone, se construyó un puente móvil capaz de desplazarse por el lienzo y de mantener la inmovilidad necesaria para las inspecciones. Fueron tomadas muestras encima de todos los puntos de gran acumulación hemática […].

La verificación de todas las operaciones sobre el paño y las mediciones definitivas de la Sábana fueron realizadas por Bruno Barberis y María Zaccone Gian, que averiguaron que la tela había crecido algunos centímetros en comparación con las medidas que ya habían sido efectuadas en 2000. Las medidas de la Síndone pueden variar según la tensión a la que el paño es sometido. Un par de datos son indicativos: mirando la Sábana en posición ostensiva (figura frontal a la izquierda y dorsal a la derecha) las medidas en el año 2000 eran 437,7 centímetros, y en el 2002 eran 441,5 centímetros.

La publicación presente ofrece una primera visión de la historia que acabamos de relatar […]. La presencia de algunas fotos documentales concederá una visión del ambiente del trabajo y de las personas que han participado.

Joseph Ghiberti.

Imagen completa de la Síndone restaurada.