14
La cueva volvió a bifurcarse otras tres veces, no obstante las huellas continuaban siendo muy claras en el polvo que cubría el suelo de los túneles. Quince minutos después de haber encontrado a Watch, Adam oyó sonidos delante de ellos. Alzó la mano para indicar a Sally y a Watch que aminoraran el paso. Creyó percibir un leve gruñido… que era bastante claro. Aunque también le pareció escuchar la voz de Cindy.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó en voz alta.
—Tal vez están rezando juntos antes de comenzar a comer-sugirió Sally—. Tal vez Cindy no se haya dado cuenta de que ella es el plato principal de la cena.
—Tengo los oídos llenos de agua-se disculpó Watch—. No oigo nada.
—Quizá vosotros dos deberíais esperar por aquí-sugirió Adam—. No tiene sentido que nos maten a todos.
—Tonterías-contestó Sally—. Si hay que luchar contra el monstruo, lo haremos juntos. Tal vez así tengamos una posibilidad de acabar con él. Adam no tuvo más remedio que estar de acuerdo con la lógica aplastante de Sally. Avanzaron con cautela. Después
De recorrer medio centenar de metros, no les quedó ninguna duda de que tanto Cindy como el hyeet eran los responsables de todo aquél barullo. Lo extraño del caso era que Cindy no aparentaba estar histérica ni aterrorizada.
Llegaron a otro recodo en el camino. Adam les hizo gestos de que se detuvieran.
Cindy y los hyeet se encontraban justo al otro lado de la curva.
—Éste es el plan-musitó Adam, —lucharemos hasta la muerte.
—Nosotros tampoco hacemos prisioneros-añadió Sally.
—No puedo creer que me haya dejado enredar en esto-dijo Watch.
Alzaron las antorchas y al momento giraron la curva corriendo.
Un momento después estaban paralizados.
Cindy les observaba con expresión divertida.
—Hola, chicos. Me alegro de que lo hayáis conseguido.
El hyeet, el monstruo terrible y malvado, medía en realidad más de dos metros. Era evidente que se trataba de un cruce entre mono y ser humano… el eslabón perdido. Y estaba totalmente cubierto de pelo negro, excepto alrededor de los ojos, la nariz y la boca. La nariz era muy ancha y los orificios le temblaban a causa de su respiración agitada. Las manos y los pies eran enormes. Sin embargo, el rasgo más peculiar eran los ojos, mucho más grandes que los de un ser humano, y de un verde increíble, que parecían brillar en medio de la obscuridad. Ante la súbita irrupción de tres pequeños seres humanos, los ojos giraron en sus órbitas, casi al punto de salir volando de su cabeza. El extraño ser retrocedió y se abrazó el cuerpo con ambos brazos. Cindy, que estaba con la espalda apoyada en la pared de piedra, dio un brinco y alzó las manos.
—No le asustéis-rogó.
—¿Qué no le asustemos? —pregunto Sally—. Estamos aquí para acabar con él.
Cindy sacudió la cabeza.
—No. Estábamos completamente equivocados. Esa criatura es inofensiva. De hecho, creo que tiene más miedo de nosotros que nosotros de él.
—Si eso es verdad-dijo Adam, que se sentía realmente aliviado al ver a Cindy sana y salva—, ¿por qué te llevó a la fuerza con él?
Hizo la pregunta en tono airado porque descubrió que la única linterna que aún tenía pilas estaba rota en el suelo. Tal vez a Cindy se le había caído de las manos mientras esa extraña criatura la llevaba a volandas. O quizá la luz había asustado al hyeet y había arrojado la linterna al suelo deliberadamente. Aunque, de hecho, carecía de importancia, puesto que la linterna era inservible. Las pilas también parecían haberse dañado con el golpe.
—Está desesperado-les informó Cindy—. Creo que necesita nuestra ayuda.
—¿Nuestra ayuda para qué? —preguntó Sally—. ¿Para cocinar murciélagos vampiros?
Cindy miró a la criatura, que continuaba acurrucada en la pared más alejada. Adam se percató de que estaba temblando, tal vez incluso llorando, ya que sus grandes ojos verdes se veían húmedos. Ya no gruñía, se limitaba a sollozar en silencio. Y necesitaba que Cindy le defendiera, aunque era cinco veces más alto que ella.
—No sé qué es lo que le pasa-dijo Cindy—. Ha estado intentando comunicarse conmigo empleando el lenguaje de los signos.
Sally frunció el ceño.
—¿Es sordo?
Cindy estaba confusa.
—No. Pero no habla inglés.
—Bueno, si tiene intención de vivir en Fantasville, debería ir aprendiendo.
Adam bajó la antorcha. Tenía cierta experiencia en comunicarse con seres extraños. Sin ir más lejos, la semana anterior había conseguido aplacar la ira de un fantasma. Pensó que quizá podría hacerse cargo de la situación. Cuando dio un paso hacia delante, la criatura se acercó aún más a la pared.
—No queremos hacerte daño-empezó Adam con amistosa. —Queremos ayudarte. Queremos que tú nos ayudes. ¿Qué es lo que te ocurre?—. Adam le señaló y le sonrió—. A ti-repitió.
El hyeet pareció tranquilizarse un poco. Gesticuló hacia ellos con una de sus garras peludas.
—Rrrrlllloooo-farfulló.
Sally miró a Watch.
¿Te enseño la bruja lo que significa eso?
—Ella sólo me enseñó dos palabras en reeksvar-contestó Watch—. Una para «abrir» y otra para «cerrar».
—Reeksvar-dijo Adam a la criatura, asintiendo. ¿Reeksvar?
La criatura asintió a su vez.
—Reekssss-dijo.
—Creo que estamos haciendo algunos progresos-señalo Adam.
—Averigua que quiere esa bestia y pregúntale cómo podemos salir de aquí-intervino Sally—. Entonces sí que estaré impresionada.
—Tengo la sensación de que esta criatura se haya completamente sola en estas cuevas-apuntó Cindy—. Por la forma en que se abraza a sí misma y se balancea, es como si hubiera perdido a su familia y a todos sus amigos. Cuando logró comunicarse conmigo se emocionó mucho.
—¿Has deducido todo eso por sus gestos? —pregunto Adam, impresionado.
Cindy sacudió la cabeza.
—Creo que él nos entiende mucho mejor que nosotros a él.-Hizo una pausa—. Me pregunto si puede leernos la mente. No con claridad, pero sí captar el sentido de lo que decimos.
—Tal vez sea más inteligente que nosotros-insinuó Watch.
—Habla por ti-replicó Sally.
—Si realmente ha perdido a sus amigos-dijo Adam, deberíamos deducir dónde los ha perdido.
—Tal vez los mataron los murciélagos-sugirió Cindy.
—No lo creo-dijo Adam—. Probablemente los murciélagos y las arañas no tienen ningún efecto sobre los hyeet. Están acostumbrados a vivir bajo tierra.-Miró a Sally—. ¿Tienes alguna teoría acerca de dónde pudieron haber ido los otros hyeet?
Sally tuvo una especie de revelación.
—¡A través de la puerta misteriosa! —exclamó.-Luego hizo una pausa—. Esperad un momento. ¿Por qué le abran abandonado? ¿Por qué no iba a ser capaz de abrir la puerta?
—Podría haber mil respuestas a esas preguntas-dijo Adam-Pero es curioso que la señorita Templeton le haya enseñado a Watch precisamente esas dos palabras. Yo no sé si es una bruja. Lo que sí sé es que tiene poderes. La última vez que me encontré con ella me habló de algo que pasaría más tarde ese mismo día. Y sucedió tal como ella había dicho… encontré a Bum y atravesé la Senda Secreta. Tal vez sea capaz de ver el futuro. Quizá le ha enseñado esas dos palabras a Watch porque pueden utilizarse para manejar el mecanismo de la puerta misteriosa.
—Podrían haber sido los reeksvar quienes tallaron la puerta en la pared-sugirió Watch.
—Pero si tú ni siquiera la has visto-protestó Sally.
Watch se encogió de hombros.
—Pero me gustaría verla… si es que puede sacarnos de este agujero.
—Y eso que acabas de llegar-le dijo Sally—. Prueba a pasar aquí toda una noche.
—Prueba tú a mirar a Bum mientras engulle una cena de ocho platos-contestó Watch.
—Aunque esas palabras consigan abrir la puerta-dijo Sally, —no tenemos ninguna seguridad de que nos lleve de regreso a la superficie. Tal como están las cosas, lo más probable es que nos conduzca adónde hay más hyeet como este. No quiero ofender a nadie, pero creo que este tío necesita un buen baño. Si tengo que convivir con toda una tribu de ellos por el resto de mi vida, creo que me volveré loca.
Adam asintió.
—Es posible que ayudemos a esta criatura y aún así continuemos atrapados en esta cueva. De todas formas opino que debemos intentarlo. Además, ahora mismo no hay nada más que podamos hacer.
Adam se volvió hacia el hyeet y señaló en dirección a la cámara volcánica. Luego hizo un gesto hacia la lava que mojaba la punta de la antorcha. La criatura parecía entender mediante telepatía. Asintió vigorosamente. Quería regresar con él a ese lugar. Ante el asombro de Adam, el hyeet extendió su enorme y peluda mano derecha.
—Creo que has hecho un nuevo amigo-dijo Sally con dulzura.
Adam cogió la mano del hyeet y alzó la vista hacia sus ojos grandes verdes. Eran como dos grandes canicas fosforescentes. Adam no pudo por menos que sonreír; la criatura se mostraba ansiosa por caerles bien. Intentó sonreír, pero la expresión de su rostro acabó pareciéndose a la de un mono mientras se atiborra de plátanos. El hyeet dejo caer accidentalmente un poco de baba sobre el brazo de Adam. Temiendo ofenderle, Adam no se limpió la saliva.
—Nunca sabes a quién vas a conocer cuando te despiertas por la mañana-sentenció Adam.