12
Bum sabía de la existencia de un pozo que se encontraba en un lugar próximo a la playa. Y estaba convencido de que se trataba de uno de los pozos que Ann Templeton había mencionado en la tienda de comestibles. Watch jamás había oído hablar de él y eso que conocía cada rincón de Fantasville como la palma de su mano. O, al menos, eso creía. Sin embargo Bum le explicó por qué nunca había visto ese pozo.
—Está en el patio trasero de una casa que pertenece a una vieja-dijo Bum—. Se llama señorita Robinson. Nunca sale. Hace diez años, cuando su esposo murió, ni siquiera asistió al funeral. Un muchacho se encarga de llevarle la compra. Hace cuarenta años que no abandona su casa. Tiene esa enfermedad que le hace sentir pánico de salir al exterior. Pero es perfectamente comprensible en este pueblo. Muchos viejos la sufren. En cualquier caso, en una ocasión le alquilé una habitación, y puedo decir que la conozco muy bien. No es una mala persona, aunque es una adicta a las reposiciones de las películas en blanco y negro en la tele. Yo tenía que tragarme por narices las películas cada noche sólo para poder ver las noticias. Mientras estuve viviendo en su casa, sacábamos el agua del pozo que tiene en su patio trasero.
—¿Pero por qué estás tan seguro de que es uno de los pozos de los que hablaba la señorita Templeton? —preguntó Watch.
—Porque no conozco ningún otro en este pueblo que se encuentre en una propiedad privada. Además, es un pozo muy profundo, tienes que bajar el cubo durante varios minutos antes de llegar al agua. Me salieron callos en las manos de tanto subir el balde con la cuerda. Y el agua que sale es helada. ¿Recuerdas que esa bruja mencionó el agua helada?
Watch se rascó la cabeza.
—¿Es Ann Templeton realmente una bruja? A mí me parece una mujer muy agradable y simpática.
—Búscale las cosquillas y ya verás lo agradable que puede llegar a resultar. Creo que la mejor manera de tratarla es tener claro que haría cualquier cosa que pudiera divertirla. Es un don que tiene. Si está de buen humor, puede salvarte de un millar de enemigos. Pero si está cabreada te arrojará a sus muchachos para que les sirvas de cena.
—¿Quiénes son sus muchachos? —le preguntó Watch.
—Querrás decir qué son sus muchachos. No quiero hablar de ellos esta noche. Ya tenemos bastantes problemas.-Bum condujo a Watch calle abajo—. Debemos darnos prisa. La señora Robinson suele quedarse despierta hasta muy tarde viendo la tele, pero ya pasan de las dos de la mañana.
Llegaron a la casa veinte minutos más tarde. Era una vieja construcción de madera que se alzaba junto al espigón de piedra y los restos del viejo faro. Tenía dos plantas, el techo era inclinado y de papel alquitranado, y parecía que nadie le había dado una capa de pintura en las últimas dos décadas. Watch se preguntó cuanta gente anciana había en Fantasville que jamás salía de sus casas. Que se limitaban a atisbar a través de las cortinas, aterrados por los extraños sucesos que acontecían en el pueblo. De hecho, a Watch le asombraba que alguien pudiese vivir lo suficiente en Fantasville para llegar a viejo. No podía imaginarse así mismo pasados los veinte. Sin embargo, aquel pensamiento no le preocupaba. No en ese momento.
—Tú debes quedarte aquí-le ordenó Bum. —Es mejor que vaya solo a hablar con ella. Pierde el control cuando ve a algún desconocido. La semana pasada un cartero nuevo intentó entregarle el correo y la señora Robinson le hizo un agujero en la saca con su escopeta.
—¿Tiene una escopeta? —preguntó, Watch asombrado.
—Sí, y está como una regadera. Sólo necesito un minuto para hablar con ella. Está orgullosa de su pozo. Si le digo que tengo un amigo que se muere de ganas por probar el agua que sale de él, nos dejará entrar en su patio trasero.
Bum se alejó. Durante varios minutos Watch podía ver que hablaba con alguien en el porche de la casa, pero la oscuridad le impedía discernir de quién se trataba. Cuando Bum regresó, una amplia sonrisa le iluminaba el rostro.
—Podemos estar en el pozo todo el tiempo que queramos-anunció.
Watch vio que Bum llevaba una linterna y un rollo de cuerda. Seguramente te los había dejado la señora Robinson. Bum no tenía un centavo, pero conseguía lo que necesitaba. Watch se preguntó si también Bum tenía poderes.
—Te estoy muy agradecido por ayudarme a rescatar a mis amigos-dijo Watch mientras se dirigían hacia la parte trasera de la casa donde se encontraba el pozo. Bum hizo un gesto con las manos.
—No tiene importancia-dijo—. Tus amigos caen bien.
—Pero estabas dispuesto a dejar que murieran cuando te hablé por primera vez de lo que les había pasado en la cueva.
Bum soltó una risita ahogada.
—Solo tenía hambre. Cuando llevo varios días sin llevarme un bocado caliente a la boca, no me siento con ánimos de rescatar a nadie.
El pozo estaba cuidadosamente construido. Era de ladrillo gris, tenía unas cuantas tablas pintado de blanco y se alzaba en el centro del patio trasero como si de una planta muy valiosa se tratara. Estaba cubierto por un pequeño techo del cual pendía una cuerda, un cubo y una polea. Watch no sabía lo que Bum había planeado, pero por descontado debía tratarse de algo muy peligroso.
—No estarás pensando en bajarme al fondo del pozo, ¿verdad? —preguntó Watch cuando vio que Bum sujetaba la cuerda que estaba a uno de los postes que sostenía el pozo. La pregunta hizo reír a Bum.
—Son tus amigos dijo—. Mejor tú que yo.
Watch echó un vistazo al negro fondo del pozo.
—¿Qué distancia hay hasta el agua?
—Al menos setenta metros.
—¿Y crees que puedes bajarme a tanta profundidad?
—El problema no es bajarte. Lo difícil será subirte. Sólo espero que mi pobre espalda soporte tanto esfuerzo.
Watch cogió la linterna de Bum y enfocó la luz hacia el fondo del pozo. Aun así, solo fue capaz de distinguir una insoldable e inquietante obscuridad que no presagiaba nada bueno. No obstante, alcanzó a oír el lejano murmullo del agua, sonando como un río subterráneo.
—¿Y qué pasará si allí abajo no hay espacio suficiente para respirar? —preguntó—. ¿Para ponerme de pie?
Bum asintió.
—Ya he pensado en ello. Cabe la posibilidad de que acabes en un agujero de agua helada sin salida. Si eso ocurriera, grita y yo te izaré de inmediato.
Watch consintió de mala gana mientras pasaba una pierna por encima del borde del pozo.
—¿No sería mejor si, además de cogerme de la cuerda nueva, para bajar, me agarrara también de la que sostiene el cubo? —preguntó.
—Sí-dijo Bum—. Eso reducirá el riesgo de que una de las cuerdas se rompa. ¿Sabes, Watch? No tengo más remedio que admirar tu coraje. Si mis amigos estuviesen atrapados allá abajo, yo no intentaría rescatarles. Aunque tampoco es que tenga muchos amigos.
—¿Insinúas que si no puedes volver a subirme estaré perdido?
—Exacto-respondió Bum alegremente, dándole una palmada en la espalda—. De todos modos, te deseo toda la suerte del mundo en tu aventura.
Watch se sujetó con fuerza de ambas cuerdas. Mantuvo la linterna encendida y enganchada a su cinturón. Rezaba para que sus gafas no se le cayeran.
—Vamos allá-dijo.
Bum empezó a bajarle por la profunda y estrecha chimenea del pozo. Sin embargo, Watch no dependía únicamente de la fuerza de Bum para sostenerse. El pozo era estrecho. Mientras descendía se colocó a modo de cuña entre ambas paredes del pozo, con la espalda apoyada contra una de ellas y los pies presionando la otra. La cara de Bum se iba haciendo cada vez más pequeña en la boca del pozo. Muy pronto no fue más que un punto obscuro recortado contra el cielo negro. Watch se aferró a las cuerdas con fuerza. Esperaba sentir el contacto del agua de un momento a otro, pero no era así.
Sin embargo, el sonido de una corriente de agua era cada vez más nítido. Cuando Bum ya se había vuelto prácticamente invisible, Watch noto que el agua le salpicaba ligeramente en la cara. Frenó su descenso y desató con cuidado la linterna que llevaba enganchada en el cinturón. Al final del pozo no había sólo agua, sino también una pequeña cámara de aire. Iluminando a su alrededor con la linterna, comprobó que unos cuantos centímetros más adelante la chimenea del pozo moría. Por primera vez, quedó colgando con todo su peso del extremo de ambas cuerdas y trató de ver qué había más allá del borde inferior de la chimenea. Lo que necesitaba saber era si debajo de él solo había agua. Si no divisaba un lecho de roca o saliente donde pudiera pisar, tendría que abandonar sus esfuerzos por rescatar a sus amigos.
Y dejarles a merced de los hyeets.
Un instante después, descubrió que el pozo no recibía agua de un manantial. El líquido negro que corría a unos cuantos metros debajo de él se movía. Si no estaba mal orientado, diría que la corriente de agua se dirigía hacia el océano.
Aquel descubrimiento le pareció sumamente interesante.
Por desgracia, cuando asomó la cabeza por debajo del borde de la chimenea, no vio ningún lugar al que pudiese nadar. Se diría que el río subterráneo se surgía de una pared obscura para desaparecer en otra igualmente negra. Era probable que volviera a aparecer en un espacio abierto, pero no podía tirarse al agua y correr ese riesgo. Corría el peligro de ahogarse en pocos minutos si nadaba bajo aquellas aguas heladas sin un equipo adecuado.
Una oleada de tristeza invadió a Watch. Era raro en él que se abandonara a una sensación tan intensa, pero hacía años que conocía a Sally. Y, en el curso de las últimas semanas, había llegado a admirar y apreciar a Adam. Y Cindy también era su amiga. Sería espantoso perder a los tres al mismo tiempo. Sabía que debía gritarle a Bum para que comenzara a subirle porque no había nada que él pudiera hacer por sus amigos, aunque no pudiera verles.
Fue inútil.
—¡Bum! —gritó—. ¡Ya puedes subirme!
La tensión aumentó en las cuerdas. Bum tiraba de ellas con todas sus fuerzas. Era una lástima que fuese el vagabundo del pueblo y no el profesor de educación física. No era un hombre con demasiada resistencia. Watch tenía que ayudarle intentando trepar por la chimenea del estrecho pozo, apoyando la espalda en una pared y los pies en la otra, al igual que había hecho cuando bajaba. El problema era que estaba muy cansado y apenas si le quedaba energía. Trató de descansar un momento dejando que todo su peso colgara de las cuerdas, pero seguramente Bum también estaba cansado. Cuando Watch se relajaba, volvía a descender unos cuantos metros.
Estuvieron así durante unos veinte minutos. Pasado ese tiempo, la boca del pozo seguía estando muy lejos. Watch no sabía qué hacer. Respiraba con dificultad y la cabeza, los brazos y las piernas le dolían terriblemente. Hizo una nueva pausa para recuperar el aliento y tratar de reunir las pocas fuerzas que aún le quedaban. Al hacerlo, dejó nuevamente que todo su peso colgara de las cuerdas.
El desastre se produjo de pronto y sin previo aviso.
Las cuerdas cedieron y Watch se precipitó al fondo del pozo.
No había nada que hacer. Trató de cogerse a las paredes del pozo, pero sus dedos resbalaron sobre la húmeda superficie. Por encima de él, círculo del cielo se iba encogiendo. Watch sintió la corriente de aire frío en el rostro un segundo ates de que el agua helada le cubriera por completo.
Watch se hundió en las negras profundidades del río subterráneo.
Luchó por alcanzar una superficie que no alcanzaba a ver.
Por un instante, su cabeza logró salir a la superficie.
Escucho a Bum que gritaba desde la boca del pozo.
—¡Lo sientoooooooooo!
Luego la imparable corriente del río subterráneo empujó a Watch hacia la pared negra más lejana y lo sumergió en el agua una vez más, donde no había aire ni luz. Forcejeó por subir a la superficie que no existía. El frió era terrible y el pánico se apoderó de él. Estaba sepultado en una tumba líquida y no había forma alguna de salir de ella.