LA PEDRERA
Es la joya del paseo de Gracia y semeja un monstruo fósil, poético y bellísimo; en la Pedrera, hasta las chimeneas y los tubos ventiladores son piezas de arte al servicio de un conjunto artístico y en movimiento, y el ritmo horizontal del edificio parece como navegar en una nube dúctil y cambiante. Según los entendidos, Gaudí se anticipó al funcionalismo con sus estructuras flexibles y sus rampas, con sus deducciones de la elipse y del arco parabólico y con sus superficies helicoidales y sus cúpulas; para el amanuense, Gaudí se anticipó —según lo más probable — a todo: en la técnica y en ese soplo al que decimos arte y sin el cual la técnica no alcanza temperatura y no sale de la pizarra o del laboratorio. Gaudí, al fundir el arte con la naturaleza y al hacer naturaleza del arte, dio razón y madurez al pensamiento de Kant: el genio es la facultad que permite a la naturaleza dar reglas al arte. La Pedrera se levantó entre 1905 y 1910, al tiempo que su arquitecto revestía de mosaico y techaba de cerámica la casa Batlló, también en el paseo de Gracia.