Notas al sexto cuento

SI HAY DUDAS acerca del origen de los otros cuentos, no puede haberlas acerca de éste. El sexto cuento tiene las características inconfundibles de nuestras narraciones: los profundos valores emocionales y el interés por la ética comunes a todos los mitos perrunos.

Y sin embargo, lo que no deja de ser curioso, en esta historia precisamente encuentra Tige las pruebas más firmes acerca de la realidad de la raza humana. Aquí, apunta Tige, se demuestra que los perros contaban estas mismas historias junto al fuego cuando hablaban del hombre enterrado en Ginebra o los que habían ido a Júpiter. Aquí, dice, se nos narra la primera expedición de los perros a los mundos de los duendes, su primer paso hacia el desarrollo de una fraternidad animal.

Aquí también, piensa Tige, se nos muestra que el hombre era una raza que descendió por el sendero de la cultura en parte acompañado por los perros. Si el desastre de que se habla en esta historia es o no el que sufrió el hombre, es difícil saberlo, afirma Tige. Admite que la historia pudo haber sido embellecida y adornada a lo largo de los siglos. Pero aún así ella prueba, sostiene Tige, que alguna desgracia cayó sobre los hombres.

Rover, quien no admite lo que Tige llama hechos evidentes, cree que el narrador da a la cultura creada por el hombre su conclusión lógica. Sin grandes propósitos, sin cierta estabilidad natural, ninguna cultura puede sobrevivir, y ésta sería la moraleja del cuento.

En esta historia se describe al hombre con una rara ternura. Es, a la vez, una criatura solitaria y digna de compasión, pero no desprovista, sin embargo, de cierta gloria. No deja de ser enteramente típico que al fin adopte una actitud de nobleza, ganando así la divinidad por autoinmolación.

Sin embargo, en la adoración que le manifiesta Ebenezer hay ciertos ecos perturbadores que se han convertido —entre los estudiosos de la leyenda— en fuente de disputas particularmente amargas.

Bounce, en su libro El mito del hombre, se pregunta en un momento: ¿Si el hombre hubiese tomado otro camino, hubiese llegado a alcanzar con los años la grandeza del perro?

Es una pregunta, quizá, que muchos lectores han dejado de hacerse.