Capítulo XVI

 

 

 

Cormac la dejó sola para que se pudiera vestir, no estaba tan lejos, pero sí lo necesario para darle intimidad.  Al quedarse sola Nessie suspiró un par de veces para tranquilizarse, sabía que debía actuar con la cabeza fría para poder lograr su objetivo. Ya estaba en el punto sin retorno, dónde solo queda avanzar. Se puso el corsé que Alistair le había regalado, el vestido rojo adornado con cristales y por último las joyas que le había entregado Annie. Y cuando ya estuvo lista se soltó el cabello dejándoselo totalmente aleonado al viento.

―¡Cormac! ―llamó una vez que estuvo lista.

El highlander no tardó en llegar a su lado y cuando la vio se quedó totalmente anonadado.

―¿Cómo me veo? ―preguntó nerviosa sintiéndose alguien que no era―. ¿Te gusta?

―Por todos los santos Nessie ―murmuró impactado.

―¿Qué? ¿No me queda bien?

―Eso no te lo puedo responder, si no sería Bethia la que acabaría con mi vida, lo único que sí te puedo decir es qué no me gustaría estar en el lugar de mi señor esta noche.

―¿No? ¿Por qué? ―preguntó ahora no nerviosa, sino qué con miedo.

―Porque no lo va a pasar nada de bien.

―¿Pero tú crees qué se va a sorprender?

―Si no le da un infarto antes Nessie, sí, créeme que lo vas a asombrar y cuando te vea se va llevar una gran sorpresa, una de las mayores de su vida me atrevería a decir.

―Pero Cormac, dime ―lo apremió―, ¿me veo bien? ¿Estoy bien para la fiesta?

El highlander se rio a todo pulmón y luego confesó:

―Estás hermosa Nessie, realmente maravillosa, pero si le dices a mi mujer, créeme qué será ella la que deje huérfanos a mis hijos.

Emocionada al escucharlo se lanzó a sus brazos para abrazarlo y por primera vez su amigo se sintió incomodo, pero juntos tomados del brazo caminaron en dirección al castillo, él la acompañaría hasta la entrada y a pesar de que ella le había dicho que se devolviera cuando entrara, Cormac había decidido esperarla entremedio de los árboles por si sucedía cualquier cosa esa noche, y por cómo se veía, su señora no pasaría desapercibida para nadie.

 

Dentro del castillo la fiesta ya estaba en pleno apogeo, hermosas mujeres pululaban por el salón en tanto Lairds de distintos clanes las miraban, y los casados las exhibían cómo si fueran un trofeo de guerra.

La testosterona se podía palpar en el lugar, todos eran machos alfas, highlander que deseaban marcar territorio y mostrar su valía ante el resto.

Alistair con una jarra de cerveza conversaba con un par de amigos, ahora que se había cerciorado de que Athol no había asistido a la fiesta, no sabía si estar más tranquilo o preocupado.

―Esta noche no he visto ninguna mujer que valga la pena ―comentó Andrew, Laird del clan Mackenzie―. Y tú Alistair, me extraña verte tan callado y no rodeado de alguna fémina, ¿o es qué ya te la llevaste a la cama?

Eso le molestó y clavando su oscura mirada en él le respondió:

―Creo qué estás mal informado, estoy casado.

―Eso lo sabe todo el mundo ―intervino Dalziel palmoteándole la espalda a su buen amigo―, pero qué lo estés no significa que no puedas tener a otras amantes, además tú no eres hombre de una sola mujer ―concluyó.

―¡Exacto! ―apostilló Andrew con una risotada, la verdad es que ellos habían coincidido en más de una fiesta, y compartido más de alguna mujer―. Y si no trajiste a tu esposa es porque querrás aprovechar esta oportunidad ¿verdad?

―No ―respondió cortante―. Deja de decir estupideces, si vine, fue solo para saludar a mi buen amigo Lewis.

Los hombres siguieron comentando sobre las asistentes del lugar, pero la mente de Alistair estaba lejos de ahí, se sentía mentiroso, y aunque tenía una buena razón había engañado a Nessie, pero lo peor fue cuando Agnnes, una antigua conquista y una de las qué más le duró se acercó. No  podía negar que la morena de ojos azules era hermosa, pero esos ojos no eran los de su bruja y ese tacto tampoco. Pero sin ganas de apartase, ella lo cogió del brazo.

―No puedo creer qué te hayas casado. Qué decepción.

―Para mí no lo es.

―Entonces ―preguntó con cizaña―. ¿Por qué no trajiste a tu mujer? ¿Tan fea es?

―Eso debe ser ―volvió a hablar Andrew―, es horrible y por eso no la quieres mostrar.

Estuvo tentado en decirle que su mujer era hermosa, la mujer más bonita de toda Escocia, pero sabía que con eso despertaría el deseo de esos hombres por conocerla, así que decidió mentir.

―Han acertado caballeros, además solo fue una unión para ayudar a un viejo amigo.

Todos comenzaron a reír, no sé lo podían creer y esa fue la oportunidad de Agnnes  para acercarse más. No tenía todo perdido.

Incomodo por aquel contacto Alistair comenzó a pensar en qué diría su mujer, seguro si lo viera se acercaría cómo una leona a recobrar a su presa, en eso estaba pensando cuando Dalziel casi se atraganta con la jarra que estaba bebiendo.

―¡Por san Ninian y todos los santos! esa sí es toda una hembra ―comentó dirigiendo la vista hacia las escaleras por dónde bajaba una mujer con porte y prestancia que nada tenía que ver con las qué en ese momento rondaban por el lugar. Andrew, fue el primero en darse vuelta para ver en aquella dirección y se quedó con la boca abierta al verla también. Pero ellos no eran los únicos, muchos guerreros dejaron de hacer sus cosas por devorársela con la mirada, menos Alistair que conversaba con Agnnes mientras pensaba en su bruja.

 

Nessie bajaba por la escalera de piedra con la vista fija en el salón buscándolo a él para darle la sorpresa de su vida, pero la qué se llevó la sorpresa fue ella, no tardó nada en localizarlo tomado del brazo de una maravillosa mujer que acariciaba su espalda con total confianza. Siguió bajando sin detenerse y sin que nadie se diera cuenta de su nerviosismo, hasta que de pronto a los lejos divisó a Katherine y fue en su dirección. Verla fue un suspiro, un alivio para no sentirse tan sola, pero le demostraría a su esposo quién era ella.

 

―Esa mujer estará entre mis brazos antes de que llegue la media noche ―aseguró Andrew.

―O en los míos ―lo siguió Dalziel, estaba dispuesto a luchar por ella.

Al escuchar alabar tanto aquella mujer, Agnnes  decidió ver hacia dónde miraban ellos, le molestaba la forma en que esos dos cotizados Laird  hablaban, y al verla también se quedó con la boca abierta.

―No es gran cosa, pero sí creo que su vestido es hermoso, aunque escandaloso para mi gusto, su acompañante no lo debe estar pasando nada bien.

―Esa mujer no tiene acompañante, si no sería un soberano idiota por dejarla sola. Una mujer como esa es para protegerla hasta de su sombra ―comentó Andrew dejando la jarra para ir a alcanzarla, pero sin darse cuenta cómo, la perdió de vista.

 

Nessie caminó en dirección a su amiga que al verla no creía lo que veía, se dieron un gran abrazo y se besaron con cariño para luego comenzar con las preguntas.

―Cómo vi a “El Lobo” solo pensé que no habías venido, y bueno, no me atreví a preguntarle, parece que siempre está enojado y…, entre nosotras ¿puedo hacerte una pregunta?

Nessie asintió con la cabeza.

―¿Ese hombre se ríe alguna vez?

Ante la pregunta, su boca se curvó hacia arriba, la verdad es que lo hacía poco, pero tenía la sonrisa más seductora y varonil que un hombre podía tener. Rápidamente recordó cómo se dejaba tocar y concluyó:

―Un animal es siempre un animal, con sonrisa o sin ella.

Sin entenderla muy bien, su amiga le tomó la mano para llevarla hasta dónde estaba su padre, sabía qué se pondría feliz.

Juntas caminaron por entremedio de la gente qué al verla se giraban a mirarla, hombres y mujeres por igual.

Al llegar Katherine chilló:

―Padre, ¡mire quién está aquí!

El anciano con el cejo fruncido por ser interrumpido se giró, pero tardó dos segundos en reconocer a la muchacha que su buen amigo Marroc consideraba como hija, además de él también tenerle un alto estima, su padre había sido uno de los mejores comandantes de toda la región.

―¡No me lo puedo creer! Muchacha estás asombrosa, dale un abrazo a este viejo antes qué se muera de un infarto.

Nessie se acercó a él y con cariño lo abrazó y por un momento pensó que estaba abrazando a Marroc.

―Ya suéltela padre, que la asfixias ―comentó la joven riendo y el hombre la soltó.

―Es qué es una sorpresa muy bonita hija, hace mucho que no nos veíamos.

―Sí, la verdad es que hace un par de inviernos que usted no nos visita en el castillo, Marroc siempre lo recuerda.

―Ese viejo zorro debería haber venido, mira y nos juntábamos todos otra vez,  pero sé y de buena fuente que estás muy bien casada ¡y con “El Lobo”!

Al escuchar aquello, otro hombre que conversaba con otros dos se giró a verla.

―¿Qué dijiste Louis?

―Por Dios Lewis que distraído, no te he presentado a esta jovencita.

―Preciosidad querrás decir, creo y sin ofender a nadie que eres la mujer más hermosa de la noche.

Al escucharlo Nessie se sonrojó y bajó la vista retorciéndose las manos.

―No lo digas en voz alta o puedes salir herido ―se rio Louis.

―Me enfrento a quien sea por bailar con esta preciosura ―comentó tendiéndole la mano qué en un principio Nessie dudo en aceptar.

―¿Incluso a “EL Lobo”?

―¿Y por qué me tendría que enfrentar a Alistair? Él ya está fuera de las pistas.

―Porque esta muchachita que ves aquí, es Nessie, su mujer.

―¿Tú? ―ahora sí que no entendía nada, su amigo le había dicho que había asistido solo, qué su mujer estaba indispuesta.

―¿Pero tú no estabas enferma?

« ¡No! Estoy aquí no me ve» pensó gritarle, pero no podía dejar en vergüenza a su amiga y a su padre, por eso con una fingida sonrisa contestó:

―Oh, sí, pero a último minuto me sentí mejor, y cómo usted fue tan amable en invitarme, creí que sería una descortesía de mi parte no asistir a su celebración.

―Muchacha, eres el mejor regalo que mis ojos podrían tener.

Cuando terminaron de hablar Lewis la llevó al medio del salón, las gaitas acababan de comenzar a sonar dando inicio a un nuevo baile.

Con una reverencia Nessie se acercó a su acompañante tomándole la mano, entrelazando sus dedos para comenzar a girar sobre un punto ciego.

Una vuelta y dos, y cambiaban de dirección, Nessie recordó las veces que de pequeña bailaba esa melodía con su padre y su cara se iluminó, frente a ella lo veía a él, y le regalaba una maravillosa sonrisa que le encendía el alma y el corazón.

Los cristales de su escote resplandecían llamado la atensión de todos, el vestido y la forma en que ella lo llevaba era elegante y majestuosa.

De pronto, Andrew, que al fin la había divisado al cambio de canción se puso a un lado.

―Querido Lewis ―habló con mucho respeto―, ¿podrías concederme a tu pareja para un baile? está bien que seas el festejado, pero es buena señal compartir.

El anciano lo miró achinado los ojos, ese jovencito era un gran don Juan, pero como lo había visto antes conversar con Alistair le cedió a la muchacha creyendo que sabía quién era.

¡Qué equivocado estaba!

El festejado se volvió a su lugar y murmuró a su amigo que reía de algo con su hija.

―Si yo fuera Alistair estaría con la espada en la mano, esa muchachita es una Valkiria por donde la miren.

El anciano asintió, la leyenda contaba que las ValKirias, mujeres hermosas elegían a los guerreros más fieros para llevarlos a luchar junto a Odín, pero antes los enamoraban para que cayeran a sus pies.

 

―Debo decirle milady que desde que la vi bajar por las escaleras he quedado prendado ante su belleza ―saludó haciéndole una notoria reverencia.

―No es para tanto ―intentó responderle, pero  no dispuesto a dejarla partir tomó su mano para con la nueva melodía comenzar a bailar. La verdad que aquel hombre de cabellos arenosos y ojos tan azules como el cielo llamaba la atención de varias féminas y sin poder hacer mucho más, y viendo qué en realidad el hombre era un gran bailarín, juntos comenzaron a danzar entregándose a la música que tanto le gustaba, acercándose cada vez más.

 

Desde el otro lado del salón, aburrido y hastiado Alistair no encontraba la hora de poder marcharse, solo estaba esperando el discurso y se iría, ya no aguantaba más, no sabía cómo pero tenía que decirle a Nessie todo lo que sentía, e implorarle que lo perdonara, si tenía que amordazarla para que lo escuchara lo haría, él haber acudido sin ella había sido un gran error, otro más que se sumaba a su larga lista. En eso pensaba cuando Ray apareció a su lado.

―Veo que no te diviertes.

―No te equivocas ―reconoció alzando su copa con una sonrisa triste―, creo que la bruja me tiene hechizado.

―¡Tan fea es qué la llamas bruja! —chilló Agnnes  horrorizada, Ray la miró sin entender nada, pero al ver el gesto de hombros de su Laird lo dejó pasar.

―No haré comentario alguno, la última vez no me fue muy bien ―respondió chocando la jarra, la verdad es que ese incidente ya había quedado olvidado entre ellos, Alistair había comprendido su punto, aunque no olvidaba lo que su amigo y comandante pensaba de su mujer y eso inexplicablemente le revolvió el estómago una vez más.

―¿Qué tendrán las pelirrojas? ―comentó Dalziel llegando a su lado. Ambos hombres se miraron y al unísono contestaron.

―¡Todo! ― Y Alistair prosiguió con una sonrisa por primera vez en toda la noche que hizo que Agnnes  casi se desmayara al verlo.

―Te hechizan con sus ojos verdes y pelo del color del fuego, toman tu corazón y se lo guardan para no entregártelo jamás.

―Vaya qué estás hechizado, ¡quién lo diría! ―se mofó―. Pues bueno, espero que esa bruja pelirroja sepa hechizar bien a nuestro amigo Andrew, yo por una hechicera cómo esa bajaría hasta el mismo infierno para quemarme con ella ―suspiró y luego comentó―,  y además tiene nombre de lago.

Los hombres se rieron y Ray acotó:

―Si además de bruja se llama Tays está perdido. Dicen que el que se mete a ese lago no vuelve a salir.

―¡No…! Es peor, se llama cómo el monstruo, porque esa mujer sí que lo es, Nessie, es su nombre.

Al escucharlo la copa que estaba bebiendo Alistair se estrelló estrepitosamente contra el suelo y su vista se dirigió hasta donde Dalziel miraba y cuando la vio sintió que la tierra se abría bajo sus pies pero no se lo tragaba, sino que lo elevaba para mostrarle aquella imagen en todo su esplendor, Nessie, su Nessie, su bruja, su mujer estaba bailando con Andrew y además regalándole una de las más lindas sonrisas que él había visto en su vida.

De inmediato recordó lo que este había dicho y cómo si las palabras fueran puzzles se fueron armando en su mente una a una  recordándole todos los pensamientos lascivos expresados en voz alta hacia su mujer. Ray, que también entendió puso su pesada mano en su hombro para tranquilizarlo, pero ni un batallón entero de hombres podría detenerlo ahora.

Comenzó  a caminar despertando el demonio dormido que solo lograba sacar su mujer. Nessie siempre había sido bonita pero ahora estaba de una manera diferente, el vestido se ajustaba a su cuerpo de una manera seductora, como si fuera una continuación de su piel, los cristales relucían lo justo y necesario en su escote invitándolos a todos a mirar y qué decir de cómo le quedaba el corsé que realzaba esos pechos que tanto le gustaba besar, pero a medida que avanzaba veía cómo otros hombres se la comían con la mirada, sabía exactamente que pensaban, porque el mismo lo cavilaba. Deseó tener alas para llegar más rápido a su lado y convertirse en dragón para qué con fuego los pudiera quemar a todos, pero en  lo que en realidad se estaba convirtiendo, era en el temible lobo que avanzaba entre la gente sin tocar a nadie abriéndose paso hasta que por fin llegó hasta ella, qué al contrario de lo que alguien pudiese pensar, no se sobresaltó, no, lo miró directo a los ojos y con una fingida mueca le sonrió. Andrew al ver por qué se detenía le habló:

―Esta vez llegaste tarde compañero ―y en su oído susurró―. A esta hembra no la voy a compartir, la quiero solo para mí debajo de mi cuerpo.

Los puños de Alistair se cerraron al instante, las aletas de la nariz se le dilataron y la vena de la frente le comenzó a palpitar notoriamente, pero se controlaría, debía hacerlo o si no seguro lo mataría sin contemplaciones y haciendo acopio de todas sus fuerzas intentó mantenerse calmado y hablar:

―¿Serías tan amable de permitir qué baile con mi mujer? ―preguntó calmado pero enfatizando las últimas palabras.

Andrew, en un principio no entendió nada, pero al ver que con una sonrisa y encogiéndose de hombros la muchacha se lo ratificaba y luego de verle los ojos al lobo no le quedó la menor duda y la soltó como si le quemara. Él era un guerrero fiero, pero ni en sus mejores sueños se veía enfrentándose a la bestia que sabía que era “El Lobo” en batalla, es más habían luchado innumerables veces juntos y lo había visto matar hombres con solo un golpe sin siquiera utilizar su espada. Así que simplemente se marchó.

―Debería pedirte una presentación ―saludó Nessie haciéndole una reverencia teatral con la sonrisa instalada en la boca y la rabia saliéndole por los ojos―, ya que hace tanto qué no nos vemos, claro, cómo estás tan ocupado hablando con los jefes de otros clanes para ver cómo enfrentar batallas ―concluyó entrelazándole los dedos con toda sus fuerzas  para comenzar a bailar.

Alistair estaba increíble, su pelo rebelde peinado hacia atrás le despejaba la cara y hacía qué sus ojos oscuros fueran el principal protagonista de ese rostro. En tanto vestía unos pantalones de cuero marrón, una blusa blanca abotonada y una chaqueta azul aterciopelada que habrían hecho que cualquier mujer cayera rendida a sus pies, incluso ella, pero en otra ocasión, no cuando la batalla estaba servida y ella pensaba salir vencedora.

―Pero he notado que te han sabido consolar en mi ausencia, mi vida ―siseó casi al punto de dejar de controlarse.

―Pero mi vida, ¿no has oído lo que dicen?, esposos ausentes hacen esposas errantes, y yo no estoy dispuesta a navegar sin brújula habiendo tanto marinero dispuesto a ser capitán ―concluyó con su lengua viperina―. Así que creo que es tarde para mostrar preocupación por la esposa ―concluyó dando la primera vuelta de la nueva pieza de baile, y cuando les tocó separarse, Alistair no la soltó, si no que la apegó aún más a su cuerpo demostrando a quién pertenecía su voluntad.

―Mejor tener conciencia tardía que ninguna. A los peces les gusta la carnada ―terminó ahora asiéndola de la cintura para apegarla totalmente a él.

Solo ellos estaba así en medio de todos, no era un baile en dónde hubiese algún otro contacto que el de las manos, pero parecía que para él no habían pautas que seguir, incluso las mujeres que antes habían mirado a Nessie con envidia murmuraban, claro, con un vestido así no había otra cosa más que conseguir, pensaron, pero qué equivocadas estaban.

―¿Y debería pensar que tú eres un capitán? ¿Uno qué tiene una mujer en cada puerto? ¿Cómo por ejemplo la mujer qué te abrazaba y te acariciaba? Porque si eso hace una mujer normal, me avergüenzo a pertenecer a su clase y me siento orgullosa de ser como soy. Y tal vez yo debería buscarme otro capitán ―dijo esto sonriéndole a un hombre que ofreció su mano cuando tocaba cambio de parejas, pero nuevamente Alistair no se lo permitió.

―Si te sigues comportando así, no asistirás a ningún otro baile. Nunca jamás.

―Si tú te comportas así, yo no querré  asistir a ningún otro baile ―siseó―, ¡perdón! qué tonta soy, a una junta de jefes de clanes.

El tono utilizado y la forma en que lo dijo molestaron a Alistair y se maldijo por no poder ser franco con ella y no haberle dicho la verdad, de ser así ahora no estarían en esa situación, y no dispuesto a esperar más, la cogió de la mano y comenzó a caminar por el salón, pero al ver cómo varios hombres la miraban con deseo y dispuesto a dejar bien en claro cuál era su posición, la acercó con todas sus fuerzas y la besó en los labios, pero lo que no se esperó jamás fue de pronto  sentir el sabor metalizado de su sangre mezclarse dentro de su boca, cuando se separó con un gesto duro Nessie protestó entre dientes solo para él.

―Te dije que no me volverías a tocar, mi vida.

Alistair sin apartar los ojos de su hermosa mujer y ante la incredulidad de ella, la agarró por la barbilla y la volvió a besar, pero con tanta intensidad que Nessie quedó incapacitada de abrir la boca y morderlo nuevamente, es más, cuando se separó, pudo sentir el ardor de los dedos de él aun en su cara.

Satisfecho con su cometido siguió caminando, o la sacaba del lugar o seguro terminaría matando a alguien, y antes de llegar a la salida Lewis  lo llamó. Suspirando se dio vuelta para encontrarse con la cara amable del festejado.

―Alistair, ¿no te vas verdad? Porque déjame decirte qué necesito bailar con esta preciosidad.

―Lo siento Lewis  mi mujer no baila ―explicó tomándola por la cintura. Deseaba más que nada en el mundo tener algo para cubrirle el escote.

―Pero si ya hemos bailado anteriormente ¿verdad milady? , y déjame decirte que es una excelente bailarina.

Los ojos negros ahora la fulminaron a ella, pero sin cortarse ni un poco Nessie respondió.

―Sería muy descortés de mi parte no bailar con el festejado, después de todo medio siglo no se cumplen todos los años ―habló con voz melosa acariciándole el torso a Alistair qué sintió que temblaba al solo contacto.

―Pero qué muchachita más sabia ―apostilló Lewis  entregándole el brazo y mirando a su amigo prosiguió―. Podrías traernos algo para beber, presiento que terminaré agotado. Si solo tuviera veinte años menos ―susurró caminado del brazo con Nessie de nuevo al medio del salón.

Los puños de Alistair se cerraron y agitado comenzó a respirar, justo cuando iba a caminar en esa dirección, su buen amigo Ray lo detuvo.

―Lewis Carmichael es la mano derecha del rey, y uno de los hombres más poderoso de toda Escocia, podría quitarte todo lo que tienes en menos de que te dieras cuenta si haces una tontería, y por lo demás, él solo está bailando con tu mujer sin faltarle al respeto.

―¡Es mi mujer! ―siseó furioso volteándose hacia él.

―Pero se siente engañada y eso es peor que enfrentarse a la guerra con los ojos vendados ―afirmó muy seguro de sus palabras, Alistair entendió qué tenía razón y asintió―. Ven, vamos a beber algo, creo que lo necesitas.

―Ni toda la cerveza de Escocia  me quitaría la ira que siento.

―Pero si te va a tranquilizar, la noche está recién comenzando y aun ella no ha comenzado a jugar ―le dijo con la experiencia que le daban los años, además de conocer muy bien a las mujeres.

Alistair asintió, y luego de pensar comentó:

―¿Así qué mi mujer quiere jugar…? pues bien, yo también.

Ray puso los ojos en blanco, el impetuoso de su amigo nunca aprendería, pero esta vez él no intervendría, dejaría que solo aprendiera la lección, ¡y qué lección! Así qué sin decir nada lo siguió a buscar una jarra de cerveza, cuando regresó vio Louis conversando con Lewis y al no ver a su mujer se preocupó, pero no tardó nada en darse cuenta dónde estaba.

Maldijo en voz alta al verla reír con aquel joven que se había encontrado en la posada, parecía como si fueran amigos de toda la vida, se movían perfectamente, incluso la gente a su alrededor los instaba a seguir.

Agnnes, aprovechó el momento para acercarse a él y sin importarle la presencia de su esposa lo tomó por el  brazo.

―Veo que tu mujer sabe divertirse.

Enfadado asintió y sin darle tiempo a responder  la llevó al medio del salón.

Comenzaba el juego, la batalla ahora acababa de empezar, con brusquedad le entregó la jarra de cerveza al comandante que no creía lo que sus ojos veían y se marchó.

 

En medio del salón, Nessie disfrutaba sanamente de un baile, Klaus, era un amigo de toda la vida y la verdad es que además era un excelente bailarín, no era la primera vez que disfrutaban de la música y verlos siempre había resultado un espectáculo para la vista de cualquiera que los quisiera mirar.

―Cuando mi hermana me dijo que estabas aquí, no lo podía creer, quién diría que volveríamos a bailar, si la última vez Athol casi me deja sin ojo, aun me duele ―recordó haciendo un gesto de dolor que Nessie con suavidad acarició.

―Ni me lo recuerdes, aun no sé por qué estaba tan enfadado ―comentó y ambos comenzaron a reír a carcajadas.

La risa de Nessie se le coló por los oídos y maldijo por enésima vez al verla carcajearse con alguien que no fuera él. Cómo odiaba que fuera el centro de atención de todas esas miradas, pero no había mucho que pudiese hacer si no quería comportarse como un animal, aunque pensándolo bien, esa no era tan mala opción.

―¿Por qué estás tan molesto? ¿Acaso no pensaste qué al unirte a una mujer sin clase, una simple doncella, te podría avergonzar? ―murmuró melosa la mujer que llevaba literalmente colgada al brazo.

―No digas cosas que no sabes, ellos son simplemente amigos, se conocen desde siempre.

―Perfecto, entonces cambia esa cara que me das miedo, amigo ―dijo esto último refiriéndose a la relación que ellos mismos habían mantenido alguna vez.

Solo gruñó en respuesta, y la volvió a mirar enervándose al ver lo bien que lo estaba pasando sin su compañía, pero en vez de hacer lo correcto, hizo lo contrario, asió a Agnnes  por la cintura y apegándola peligrosamente a él comenzó a danzar.

Tenía una mirada penetrante haciendo que su acompañante se sintiera la mujer más importante de Escocia y ésta al sentirse así, apegó su cara y lo besó feliz en la comisura de los labios en tanto justo en ese momento Nessie giraba y veía cómo él se dejaba.

Sintió pena y dolor, pero fue también el momento en que hubo cambio de parejas y ambos como si el destino jugara con ellos los unía.

―¿Te gusta lo que ves?, ¿entiendes por qué quería venir sin ti?

Hirviendo a punto de explotar, lo miró sin decirle nada, no podía y lo único que hizo fue desviar la mirada, pero al ver que otra vez se separaban y Alistair con una increíble sonrisa tomaba a otra mujer para apegarla hacia él desde la cintura no pudo más.

Ella jamás se parecería a aquellas mujeres refinadas, elegantes y con títulos nobiliarios a sus espaldas, era ella la que no pertenecía a ese mundo y decidió que su tiempo ya había acabado, había sido una tonta creyendo que podría enfrentarse a algo o darle una lección, si él se avergonzaba de ella, no haría nada.

Con un gesto y una sonrisa sin luz se despidió de su amigo y sin que nadie la viera comenzó a caminar hacia las escaleras para marcharse de la fortaleza.

Una vez que estuvo afuera tomó aire un par de veces, necesitaba pensar y lo más importante calmarse. Y cuando estaba a punto de lograrlo sintió que alguien la tomaba por la cintura sobresaltándola.

―No puedo dejar que te vayas sin antes danzar conmigo.

Al sentir esa voz desconocida y darse cuenta que el hombre la observaba lujuriosamente se asustó y nerviosa murmuró:

―Lo siento, ya he de regresar. Mi amigo me espera ―concluyó pensando en Cormac.

―No creo que a tu amigo le importe esperar un poco más, así nosotros tendríamos tiempo para compartir algo más que una pieza de baile ―comentó pasándose la lengua por los labios.

―Estoy cansada ―aseguró y comenzó a caminar siendo acompañada por el extraño que no la abandonaba.

―Entonces quizás quieras descansar…, cerca, en algún lugar ―murmuró acercándose peligrosamente en tanto ella daba un paso hacia atrás.

Estaban solos, nadie la podía ayudar, ambos eran conscientes de la situación.

―Yo no te dejaría sola jamás ―prosiguió rodeándola por la cintura―. Y compartiría feliz mis noches a tu lado.

Incrédula y comenzando a temblar, le iba a responder cuando justo desde atrás escuchó como el Lobo, su verdadero Lobo daba un salto y se lanzaba sobre el hombre, atacándolo con fuerza para proceder a morderlo y dejarle los colmillos enterrados en el brazo.

Cuando el hombre se retorció de dolor Nessie le gritó a su perro sintiéndose orgullosa.

―¡Lobo! ¡Basta! ¡Detente!

El perro de inmediato le obedeció y llegó al lado de su dueña para seguir protegiéndola y fue en ese momento en que Nessie se le acercó y siseó:

―Nunca más te me acercarás, porque la próxima vez no le diré al Lobo que te suelte, ¡maldito patán!

Y sin nada más que hacer o decir, acarició la cabeza de su perro y caminando furiosa  comenzó a marcharse, ella nada tenía que hacer en un lugar como ese.

―¡Maldita mi idea y maldito tú animal! —chilló mirando al cielo cubriéndose el cuerpo con sus propios brazos, ahora además tenía frío.

Cuando el hombre se sintió un poco más recuperado volvió al castillo y al darse cuenta que le estaba sangrando el brazo comenzó a gritar indignado con intenciones de cobrárselas con el dueño del  animal.

―¡¿Quién es el dueño del maldito Lobo?! ¡Quiero saber quién es, ahora! ―fue lo primero que vociferó al entrar, unas mujeres que estaban conversando al verle la sangre chillaron. Eso fue lo que atrajo la atención de la gente del lugar, que también se giraron para mirarlo.

Ray al ver al hombre y escuchar aquel nombre tan peculiar se acercó.

―¿Qué dijo Laird Mac Lean?

―Me acaba de atacar un animal furioso, tienen que encontrarlo y matarlo.

―¿Cómo dijo que se llamaba?

―La mujer qué lo tenía lo llamaba Lobo, ese maldito animal no me dejó poseerla…

No alcanzó a terminar cuando Ray perdiendo toda compostura y entendiendo perfectamente la situación se abalanzó sobre él sin importarle que fuera un invitado más, ni mucho menos un Laird amigo de su Laird.

Lo tenía en el suelo cuando otros hombres intentaron separarlo, en tanto llamaban a Alistair para que arreglara la situación.

Cuando llegó hasta su lado, le dio la orden de parar y él al escucharlo detuvo en el aire un nuevo golpe que le iba a atizar.

El Laird a duras penas se puso de pie, y enfurecido arreglándose la ropa siseó en su cara mirándolo con desprecio, pensando que aquella era su mujer y él, el amigo que la esperaba.

―La próxima vez, ni tú ni tu maldito perro Lobo van a impedir que haga mía a esa mujer.

Alistair al escuchar esos dos nombres no tardó ni dos segundos en entender la situación y si Ray estaba enfurecido, ¡Él lo estaba aún más! Hizo a un lado a su amigo para comenzar a atacar ahora él a Mac Lean , pero esta vez sus hombres acudieron en su defensa y todos comenzaron a pelear, Alistair daba golpes duros y certeros quitándose además toda la rabia de encima, derribó primero a uno, luego a otro que lo custodiaba para cuando al fin lo tuvo solo para él levantarlo y luego dejarlo caer con todas sus fuerzas al duro piso de piedras, produciéndose un ruido de quebrazón de huesos que hasta el que estaba más lejos pudo escuchar.

Ray se acercó a su lado y vociferó alto para que lo entendiera.

―¡Debes ir a buscar a Nessie, está sola en el bosque!

En ese momento fue consciente de la situación, dejó todo para salir como condenado a buscarla, ¿cómo había podido ser tan estúpido? Ahora sí que no lo perdonaría jamás. Él, por intentar sacarle celos a su mujer había cometido la mayor de las estupideces.

A lo lejos caminando junto al animal que tanto odiaba la divisó, sabía que si le gritaba no conseguiría nada, así que corrió aún más rápido hasta qué cuando casi la alcanzó bramó su nombre.

―¡Nessie!

Ella cerró los ojos al escucharlo, apretó los puños y siguió su camino, mientras que el Lobo a su lado ya comenzaba a ladrarle.

―¿A dónde crees qué vas?

―Aléjate de mí y vuelve dónde estabas, me voy para que puedas seguir disfrutando de la fiesta, me queda claro cuál es mi posición aquí y en tu vida Alistair Cameron.

―¡No! ¡No lo sabes! ―expresó acercándose hasta ella para cogerla por la mano, qué aunque intentó quitar, se la retuvo igual.

―Fui un necio, debes escucharme —suplicó.

―¿Debo? ¡Debo escucharte! —chilló descompuesta―. Yo no tengo nada que escucharte, ya sé y tengo de ti todo lo que necesito saber. No quiero escuchar qué te avergüenzo y qué por eso no me trajiste a la fiesta, no quiero escuchar que no soy lo suficientemente buena para ti ¡porque ya lo vi! ¡No quiero escuchar nada de lo que tengas que decir! ―exclamó con tanta rabia  que no pudo seguir conteniendo las lágrimas que estaban a punto de salir, y estas empezaron a correr por sus mejillas sin poderlas retener―. ¡Y no quiero llorar más por ti animal!

―No quiero que te vayas.             

Al oír eso su furia se acrecentó.

―¡No soy una cabra maldita sea! Y como dijiste tú, ni siquiera hijos te puedo dar, ¿no es eso lo qué tanto quieres de mí?

―Nessie…

―Te dije que no quiero escucharte, así como tú tampoco querías y me culpaste de cosas espantosas, cosas que no me puedo ni siquiera quitar de la cabeza. Te pedí, te rogué qué me dejaras ir, te ofrecí la mejor salida para ti, ¡pero no! Tú siempre quieres tener la última palabra.

―Eres mi mujer ―le dijo sin entender porque no podía decirle lo que su corazón clamaba por gritar.

―¡Yo no quiero ser tu mujer! ¡Entiéndelo de una maldita vez! –blasfemó sin importarle las consecuencias de su atrevimiento.

―Lo eres…

―No lo soy, si no jamás me hubieras mentido, ¡entiéndelo! somos diferente, no tenemos nada en común, busca a esa mujer con la que estabas, con ella…con ella podrás tener todo lo que quieras, ¡mírala a ella y mírame a mí! ―dijo apuntándose para que la mirara.

―Te miro mi vida, créeme que lo hago, y no hay mujer más bonita para mí.

―Te dije que no quiero escucharte, no me hagas más daño, no quiero creerte más ―pidió limpiándose las lágrimas―. ¡Me mentiste! ¡Anda admítelo!

―Sí ―reconoció avergonzado y eso hizo que una mano se estrellara contra su cara, él se dejó abofetear, se merecía eso y mucho más.

―No quiero, no puedo más, esto jamás va a resultar, deja que me vaya por favor ―pidió con tal intensidad qué al mirarla a los ojos supo que ya no había vuelta atrás, la había perdido y la soltó.

Por una fracción de segundos se miraron a los ojos y luego Nessie se volteó para seguir su camino.

―Nessie…por favor.

Ella negó con la cabeza y siguió avanzando.

―Nessie por favor mírame ―exigió sintiendo una extraña sensación, sentía que el corazón se le desgarraba en dos, que su sangre dejaba de circular y que la fiera que siempre habitaba en él había desaparecido por completo, nunca en su vida se había sentido tan impotente, ni cuando había visto la muerte de cerca había tenido tanto miedo como en aquel momento―. Te lo ruego.

De espaldas a él, cerró los ojos, nunca lo había escuchado hablar así, con la voz desgarrada, destrozada y su voluntad la traicionó. Lentamente se giró y cuando lo vio no lo pudo creer, Alistair estaba de rodillas en el suelo, mirándola abatido, ese que le devolvía la mirada no era “El Lobo” no era el animal, no era su esposo, era simplemente un hombre asustado sin saber que hacer ni que decir pero lo que escuchó la terminó de desarmar.

―Yo te quiero…

―No… no… no me digas eso ―susurró tambaleándose, pero ahora que Alistair  se estaba abriendo no se volvería a cerrar.

―Déjame hablar mi vida ―volvió a suplicar―, te quiero como nunca he querido a nadie, no sabía lo que significaba querer porque nunca conocí a nadie como tú, eres todo lo que necesito para vivir, no necesito nada más, sin ti a mi lado no soy nadie, “El Lobo” no existe si tú no estás, el animal no vive si no lo quieres domar —expresó abriéndole su corazón―. Te doy todo lo que tengo, pero enséñame a querer, enséñame a amar como lo haces tú. Ayúdame a entender cómo agradecer las cosas que la vida nos regala y que soy incapaz de ver, yo solo sé reaccionar y atacar, pero tú me has enseñado que la vida es más que eso, no quiero herederos si no es contigo, no quiero una vida sin ti, no la imagino, ni quiero imaginarla.

Temblando Nessie cayó de rodillas al suelo, ahora la que no tenía fuerzas ni para hablar era ella.

―Eres la única razón por la cual quiero luchar en la vida, solo quiero protegerte, incluso a veces de mí mismo, no quiero ni puedo perderte, necesito ser tuyo, tu vida y tu amor, por eso, por eso te mentí ―reconoció al fin.

―No… no entiendo.

―Puedo luchar batallas con los ojos cerrados, puedo incluso enfrentarme sin armas y aun así ganarlas, pero no puedo enfrentarme a Athol y arriesgarme a perder  tu corazón ―Nessie ahora sí que no entendía nada, abrió los ojos y ante su desconcierto continuó―, sé que lo quieres, que lo consideras tu Laird, lo vi en tus ojos la primera vez que los vi juntos y lo veo cada vez que hablas de él ―susurró y mientras lo hacía cada palabra de verdad se clavaba profundamente en su corazón―. En el pueblo estuve con él y aunque jamás vuelva a reconocerlo sé que te quiere y que tú a pesar de todo serías feliz junto a él ―tragó saliva y cerró los ojos para continuar―. Me ofreció todo por ti, solo un hombre enamorado es capaz de ceder sus tierras por un amor y yo…yo no lo puedo soportar, soy egoísta y te quiero solo para mí, a mi lado hoy mañana y siempre.

―Alistair, yo… ―balbuceó.

―Déjame terminar por favor. Sé que cuando nos unimos en el handfasting solo quería demostrarte mi superioridad, cuánto valía y cómo me tenías que respetar, nunca nadie me había rechazado como lo hiciste tú y me sentí impotente, pero con el pasar de los días la cabra se comió al lobo, tú, mi bruja hechizaste mi corazón, y no quiero que me lo devuelvas.

―Tengo miedo.

―No mi vida, no tienes que temer…

―Y qué sucederá después, o cuando amanezca o cuando vuelva a hacer algo que no te guste, cuando me comporte como una mujer anormal. Cuando te des cuenta de lo que soy.

―Nada mi vida,  te quiero así, soy tuyo y tú eres mía ―insistió vulnerado―, ya no puedo vivir sin ti, mi día no amanece si no estás a mi lado y mi corazón no late si no es por ti. Solo tú sacas lo peor de mí y lo vuelves a encerrar, me vuelves loco, pero de pasión, contigo me siento un hombre de verdad, completo y así quiero estar hasta el resto de mis días, aunque sea con ese maldito perro como tu lobo.

Nessie tenía los ojos anegados de lágrimas, casi no veía, sin duda Alistair estaba llegando a su corazón con las palabras más inesperadas que jamás en su vida pensó escuchar.

―Yo…yo quiero a Athol ―empezó a decir en tanto Alistair sentía que todo se acababa en ese instante―, lo quiero con mi alma, pero jamás podría ser feliz a su lado, ¿o acaso un pez puede vivir sin agua? –ahora el que no entendía nada era él―. Tú eres mi mar y yo…yo no quiero perder a nadie más en mi vida, no quiero sufrir por amor y jamás aprenderé a ser una dama y lo que tú necesitas es, es una madre para tus hijos, una señora para tu castillo y una mujer para tu cama ―repitió las mismas palabras que él había utilizado alguna vez.

Caminando aun arrodillado llegó hasta ella y la agarró fuertemente por la cintura para tenerla más cerca, así era como la necesitaba, en su dominio.

―Nada de eso me importa si no te tengo a ti, no quiero hijos como herederos, ni señora para mi castillo, pero sí te quiero a ti, mi esposa y en mi cama, no te voy a volver a mentir y si hubiera entendido antes lo que mi corazón sentía nada de esto hubiera pasado, pero me daba   pavor pensar en  cómo mirarías a Athol si lo encontrabas aquí.

Nessie lo miró y limpiándose la última gota que caía murmuró:

―A él siempre lo voy a mirar con cariño, lo siento como un hermano, y nunca podría ser feliz con él, porque en mi corazón solo estás tú, a ti te miro con admiración, a ti te miro con deseo, a ti te miro pasión ¿y sabes por qué?

El negó con la cabeza.

―¡Porque te quiero!  y te clavaste en mi pecho adueñándote de mi corazón y no como hermano, ni como amigo, sino como hombre, como el hombre que me enseñó qué con una sola caricia puedo tocar el cielo y luego caer a un precipicio y aventurarme a un mundo nuevo que quiero descubrir solo a tu lado y solo contigo ―sonrió―.  Pero tampoco te voy a mentir, no puedo cambiar toda una vida sintiéndome una Mackay para en un par de meses sentirme parte de otro clan, yo a mi corazón no lo puedo engañar, pero sí…sí sé qué eres mi amor, mi vida.

Emocionado por esa declaración tan sincera de amor, Alistair tomó su rostro y antes de besarle los labios, besó cada uno de sus ojos embebiéndose de sus lágrimas, él las atesoraría para siempre en su corazón y si de él dependiera, jamás volverían a salir. Luego la besó con ternura, con pasión y lo más importante con amor, y cuando se separaron le susurró atrapando su labio entre sus dientes.

―Voy a luchar cada día para ser el único hombre que ocupe tu corazón.

―Tengo un corazón grande —sonrió sinceramente por primera vez en muchos días de verdad―. Pero es tuyo y puedes hacer lo que quieras con el y con…

―Con qué bruja, dime con qué ―la apremió feliz tomándola en brazos para ponerse de pie.

―Conmigo, mi vida.

En ese momento el Lobo ladró y Alistair puso los ojos en blanco.

―Dijiste que también lo querías ―le recriminó con cariño y coquetería mientras enredaba la mano en su pelo en una sensación que tanto le gustaba―. Además me salvó.

Al escuchar los ladridos del Lobo, Cormac que no estaba muy lejos de ahí se preocupó y decidió acercarse sin importarle la orden de quedarse escondido que le había dado Nessie y corriendo alterado apareció entremedio de los árboles.

―Señor…

―Así qué tú eres el responsable de qué mi mujer este aquí ―bufó con el ceño fruncido.

―Ah, no…ni se te ocurra regañarlo ni dejar a Bethia sin esposo, se podría decir que yo lo obligué.

―Eso no me cabe duda, mi vida, créeme que no ―rio aligerando la situación.

Momentos después también apareció Ray que no necesitó palabras, solo con ver la cara de felicidad de su amigo entendió qué ya todo estaba arreglado, y en una actitud caballerosa, se quitó la chaqueta y la tapó con la prenda, gesto que Alistair agradeció.

―Creo que tú vestido es un poco escandaloso.

―¿No te gusta? Mi esposo me lo regaló ―comentó divertida.

―Para qué lo uses en mi habitación, sí, me encanta, para que lo luzcas y otros vean lo que es mío, no. Pero eso ya no me preocupa.

―¿Ah no? ¿Por qué?

―Porque mañana mismo pondré barrotes en la habitación y nadie más que yo te podrá ver.

―¡Alistair! —rio y al ver que él no reía preguntó―. ¿Es broma verdad?

―¿Quieres la verdad?

―Siempre.

―Lo estoy pensando, y muy seriamente —comentó riendo al fin, llevándosela a ella también por el camino de la risa. Ambos lo necesitaban.

―Eres mi bruja.

―Y tu mi animal favorito.

Alistair comenzó a caminar con ella, en tanto no dejaba de besarle el cuello, y cada vez que lo hacía, Nessie sentía como hormigas invisibles caminaban por su piel, produciéndole un sinfín de sensaciones.

―Señor, si seguimos caminando llegaremos mañana al atardecer ―se atrevió a decir Cormac, que en respuesta solo recibió un gruñido.

―Alistair ―dijo Nessie abriendo los ojos―, tiene razón, llevamos mucho tiempo caminado. ¡Horas!

―No vas a montar, no estás bien.

Nessie puso los ojos en blanco. ¿Cómo creía que había venido? ¿Volando? Y haciendo honor a su astucia murmuró solo para él:

―Pero…si montas tu brioso corcel, seguro llegaríamos más rápido y así…

―Así qué –la apremió con la voz cargada de lujuria, su cuerpo entero había reaccionado a esa insinuación.

―No puedo decirte, es… es pecado.

―O pecas, o seguimos caminando, si yo no subo a un caballo, ellos tampoco, y no creo que quieras qué Bethia siga sola y triste en su casa esperando a Cormac, ¿verdad?

Eso hizo que por fin, Nessie le dijera al oído lo que tanto deseaba escuchar, y con tan solo oírlo, el animal básico y primitivo que habitaba en su interior, reaccionó, sin decirle nada a nadie, se montó en su caballo y comenzó a galopar.

Ante esa urgencia tan imprevista ella solo pudo reír y tal como correspondía, después de un par de horas y antes del amanecer tocaron tierras Cameron.

Con un salto desmontó llevándose también a Nessie con él, que en ese mismo instante abrió los ojos, decir que no se asustó sería mentir, pero  ya se estaba acostumbrando a aquel animal, siempre la tiraba caballo abajo.

Aun con ella en los brazos ingresó al castillo, dentro los estaba esperando nerviosa Annie para ver qué había sucedido y cómo había resultado todo.

―¡Por Dios bendito, gracias al cielo qué todo salió bien! ―expresó la anciana acercándose rápidamente a ellos y Nessie aprovechó para levantarse un poco y mirarla.

―Annie ―la llamó llevándose las manos al cuello―, debo, debo devolverte esto.

Alistair recién en ese momento se fijó en aquella joya y frunció el ceño para dirigirse a su mujer.

―¿Y eso de dónde salió?

―Es de Annie ―respondió aunque tuvo ganas de decirle que se lo habían regalado en la fiesta solo para hacerlo enojar por desconfiado, no hacía falta que se lo dijera, su semblante serio y su vena hinchada en medio de la frente lo delataban.

―No muchacha, te dije que era tuyo ―y mirando a su muchachito adorado continuó―: esas joyas las compró mi Laird y me las entregó a mí en su lecho de muerte para que se las entregara a la mujer que hiciera feliz a su hijo ―comentó con una gran sonrisa en la cara.

―Perfecto, fin de la discusión, mi vida, son tuyas.

―Pero…

―Fin de la discusión ―repitió cortándola―, eres la única mujer que quiero en mi vida, hoy mañana y siempre, así qué no oses siquiera decir que no te pertenecen ― y mirando a Annie sin importarle la hora o si había alguien disponible, ordenó con su tono de siempre―. Que suban una bañera ahora.

Ante aquella orden, no había mucho más que objetar o discutir, y como por supuesto Annie hacía todo lo que su muchacho pedía, de inmediato dispuso todo para él.

Una vez en la habitación, apenas cerró la puerta, Alistair con sumo cuidado la depositó en el suelo, encendió las velas y se dedicó a observarla con devoción poniéndola nerviosa.

―¿Qué…qué pasa?

―Nada.

―¿Entonces?

―Solo estoy viendo a la mujer más linda de toda Escocia, y es solo para mí, mía en cuerpo y alma ―ronroneó besándole el cuello, para luego con las manos comenzar a desabrochar los lazos del vestido y cuando Nessie le iba a hablar él la acalló poniendo dos dedos sobre sus labios―. Estoy intentando ser un hombre, no lo voy a romper por si es eso lo que te preocupa ―ella asintió, era eso, ya se comenzaban a conocer―. Pero si esto me sigue costando, lo haré a mi manera.

Después de algunos segundos en dónde con el apuro que tenía le estaba costando horrores desabrochárselo, justo cuando lo iba a rasgar, sonó la puerta haciéndolo gruñir.

Poniendo mala cara la abrió apartando a Nessie para que varios highlander entraran con la bañera y varias cubetas de agua caliente. Cuando salieron con una mirada cargada por la lujuria se acercó como un lobo hambriento hasta su mujer.

―Mi vida, ¿me ayudas? ―siseó molesto por no poder terminar.

Antes de qué le rompiera el vestido, Nessie con gran maestría y frente a esa mirada cargada de pasión se terminó de desabrochar los lazos del vestido haciendo que este resbalara como aceite por su cuerpo cayendo rápido al suelo, dejándola solo con el corsé y la enagua. Los ojos de Alistair se fueron directo a sus senos, no podía quitar la vista de tan hermosa visión, su cuerpo reaccionó al instante y sin dejar de mirarla comenzó a quitarse la ropa. Se quitó las botas, el pantalón quedándose solo con la camisa blanca, que al ver qué no podía desabotonar, simplemente la rasgó. Al quedarse desnudo, Nessie no pudo evitar mirar la parte de él que le daba tanto placer dejándola absolutamente acalorada cuando él sin pudor la cogió  con la mano y la comenzó a acariciar, sin dejar de mirarla en ningún  momento. Luego, con toda tranquilidad se acercó hasta ella, necesitaba tocarla, sentirla y… amarla.

Esta vez no esperaría, ni intentaría desatar las cintas del corsé, con un fuerte tirón se desprendió dejándola desnuda de la cintura para arriba.

Comenzó a tirarla del brazo para llegar hasta la bañera donde Nessie se detuvo violentamente.

―No, no yo no…

―Oh, sí, mi vida, yo te bañaré y te sacaré cada vestigio de hombre que te haya tocado, rozado o simplemente mirado esta noche ―bufó siendo el lobo que era.

―¡No…! Alistair no puedes verme así ―respondió nerviosa intentando soltarse.

―Ya te he visto muchas veces mi vida, y pretendo hacerlo muchas más.

―Es que no entiendes, ahora, ahora es diferente… ―susurró sin poder apartar la mirada de ese cuerpo que le gustaba tanto.

Sin querer esperar más tiempo, la asió fuerte del brazo para apegarla completamente a él.

Como veía que no claudicaba y estaba a punto de meterla a la fuerza a la bañera chilló:

―¡Para! No puedo bañarme contigo, ¡tengo…tengo sangre!

Al escucharla Alistair comenzó a reír como nunca lo había hecho en la vida, realmente su mujer era única.

¿Acaso Nessie creía que eso era un impedimento para él?

Ágilmente se apartó de ella dejándola sin comprender nada y se dirigió hasta donde estaban las velas. Las apagó una a una dejando la habitación en completa oscuridad.

―Alistair… ―lo llamó asustada sin ver absolutamente nada.

Rápidamente llegó hasta ella, la abrazó y ronroneó en su oído:

―Ahora no veré nada mi vida, solo quiero estar contigo y sentirte, no pasará nada malo, eres mi esposa y te cuidaré. ¿Confías en mí?

―No me hagas esto ―pidió perdiendo todo el control de su cuerpo cuando Alistair comenzaba a acariciar sus senos y metía el primer pie en la bañera para luego llevarla consigo.

―Tienes dos opciones, mi vida ―indicó ahora besándole los senos―, o te relajas solita, o te relajo yo, porque no hay ninguna posibilidad de que no te bañes conmigo.

Al escucharlo, Nessie tragó saliva, supo de inmediato que no tenía posibilidad de zafar y simplemente se dejó guiar.

Había apagado la luz porque entendió  el punto de su mujer, no quería importunarla, sabía perfectamente cómo se estaba sintiendo. Con cuidado se sentó frente a ella y esperó paciente a que ella también lo hiciera.

―Me… me quedaré con esto ―le indicó refiriéndose a las bombachas que llevaba encima.

Alistair sonrió, y aunque no le encantaba la idea con voz ronca le habló:

―Está bien Nessie, por esta vez aceptaré.

Con cuidado Nessie se sentó  en la bañera junto a él, y al tocar el agua suspiró de placer sin ser consciente de lo que despertaba en su marido que a pesar de la oscuridad la miraba como lobo hambriento.

―No quiero que vuelvas a ir sola a ningún lugar, menos a uno tan lejos como fuiste hoy.

―Sabes porque lo hice ―replicó en su defensa con una voz tan melodiosa que lo hizo estremecer.

El autocontrol del highlander estaba llegando a su fin, podía imaginar incluso sin ver el cuerpo de su mujer que se moría por acariciar llevándolo por el auténtico camino de la tortura.

No pudo aguantar mucho más, por lo que con las manos mojadas atrapó ese rostro que lo transformaba en animal y la besó. En un principio intentando darle un beso de amor como tanto le gustaba, pero cuando sintió como sus pezones rozaban su torso no aguantó más, en un movimiento brusco se acercó a ella desparramando gran cantidad de agua por el lugar para comenzar a besarla con el hambre que tenía contenida.

―No imaginas la rabia que sentí cuando te vi con…

―Shh ―lo silenció susurrando en sus labios―, ya no importa, soy solo tuya y estoy aquí para ti Alistair, solo para ti.

Al escuchar aquello, como un niño que necesita ser reforzado se sintió tranquilo y la abrazó besándole el pelo. Con ella no podía ser “El Lobo” no después de haberle entregado su corazón, con ella era un simple cachorrito asustado mendigando por su amor.

Excitada se acomodó junto a su esposo y con pasión recibió cada caricia en su cuerpo que aquellas grandes manos le proporcionaban. Comenzaban por los senos y se detenían en la cintura, Nessie con cuidado comenzó a hacer lo mismo, con la diferencia que ella no se detuvo en sus caderas, siguió bajando hasta tocar lo que minutos antes él se acariciaba.

―No… no sigas mi vida.

Ella no lo escuchaba, solo sentía como algo tan poderoso capaz de darle tanto placer palpitaba entre sus manos y a él lo hacía suspirar, parecía que el aire de la habitación no era suficiente para él.

―Quiero sentirte disfrutar como un animal ―murmuró mordiéndole el labio mientras que con la mano desocupada agarraba su pelo y lo hacía mirar al cielo para ahora comenzar a bajar por su cuello produciéndole un sinfín de sensaciones que solo su mujer sabía originar―. No quiero que te contengas, quiero complacerte.

Eso sí lo hizo perder el control y sin importarle lo que le haya pedido antes, la tomó por la cintura y a horcajadas la sentó frente a él buscando su boca con frenesí. Ahora fue ella la que olvidó todo para comenzar a devorarle la boca como la bruja que era, absorbiendo cada gemido, cada jadeo sintiendo su propio placer.

Con las piernas a cada lado de él, Nessie se agarró a la bañera y comenzó a moverse. Enloquecido y perdido en el éxtasis Alistair comenzó a succionarle los pezones agarrándole los senos para atraerlos hacia él.

Excitado como nunca, se contuvo para no arrancarle la bombacha y sentirla dentro como deseaba y se conformó con sentirla a través de la tela tomándola por la cintura para guiarla una y otra vez. Sin importar la oscuridad y mirándose a los ojos jadearon  derramando casi toda el agua de la bañera, para que juntos y en un momento muy especial, diciéndose los dos al mismo tiempo que se querían llegar al clímax máximo de su placer.

Alistair la apresó descargando toda la fuerza de su amor por ella en un bramido masculino proveniente desde lo más profundo de su ser que hizo que Nessie lo mirara con ojos asustados por un momento, hasta que comprendió que era su forma de expresarse.

―Dios mío, ¿te he hecho daño? ―preguntó minutos después Alistair cuando su corazón volvía a latir con normalidad.

Tras besarlo, Nessie  se levantó sintiendo que su cuerpo pesaba toneladas, lo besó en la frente y susurró:

―No mi vida, pero necesito un segundo para mí. No mires por favor.

¡Claro qué quería mirarla, tocarla! Pero a pesar de sus ganas asintió con un murmullo y conteniendo su deseo mantuvo los ojos cerrados mientras escuchaba cómo se vestía la mujer que sin siquiera penetrarla lo había hecho llegar al cielo minutos atrás.

―Ya… ya puedes mirar.

Antes de terminar, él por supuesto ya había abierto los ojos y la miraba acostarse.

Rápidamente se secó y se acostó junto a ella. Al abrir la cama se percató que estaba vestida y gruñó, pero ante la reprimenda de su mujer, se calló.

―Me voy a ir al infierno por tu culpa.

―Y yo detrás mi vida, yo detrás ―comentó abrazándola con todas sus fuerzas hasta que sintió que su respiración se tranquilizaba, él aun quería sentirla, piel con piel, cuerpo con cuerpo, pero esta vez, aunque le costara, la respetaría y acariciándole el cabello sintió como ella se dormía entre sus brazos, una vez más, una noche más, para luego darle gracias al cielo por haberla encontrado.