Prólogo II

 

 

Han pasado tres años desde que impartí a doscientos alumnos un curso sobre el amor que se basaba en el texto de un libro que entonces tenía prácticamente terminado: El amor que es vida. Jamás pensé que tendría que escribir un prólogo complementario para ese libro porque, en el verano de 2014, una grave enfermedad repentina e invalidante me impidió dar ese mismo curso en, de nuevo, la Universidad de San Sebastián, en el Palacio de Miramar.

Ahora, cuando escribo esto, en un momento de recuperación y de adaptación, tengo que decirte, amable lector, que lo que me está dando vida y me motiva a seguir luchando es el amor en todos sus aspectos y el amor de mis familiares, mis amigos y tantas personas que, al enterarse de mi estado, me han animado y siguen siendo la fuerza más importante en mi vida.

Te hablaré claro: me diagnosticaron un osteosarcoma que podía costarme la vida. Si lo estoy superando es por mi actitud positiva y de esperanza activa, pero también porque, aparte del tratamiento eficaz que me han aplicado los médicos, el amor de mis seres queridos y de otras muchas personas que me quieren, han rezado por mí y me han mostrado su apoyo incondicional, sigue dando vida a mi vida.

El amor es la potencia y riqueza más extraordinaria con que contamos los seres humanos. Tenía razón la madre Teresa de Calcuta cuando decía que la mayor carencia es ser consciente de que a nadie le importas. Se dice que Christina Onassis afirmó que era tan pobre que sólo tenía dinero.

Cuando hace cinco años comencé a escribir este libro no imaginaba que el capítulo más importante y la lección más práctica que me quedaba por aprender era, precisamente, la terrible pero enriquecedora experiencia que estoy viviendo y que he conseguido capitalizar gracias al amor que me están demostrando incontables personas.

Mi agradecimiento a Mayte Salvador por la aportación especial de sus apuntes, que han servido de base al tema central del libro, y por el capítulo que ha dedicado a Elia. Mi gratitud a Sole, a sus hijos y a sus padres, que cuidaron de Elia.

El lector encontrará al final del libro una ficha-guía para resolver los problemas familiares y de pareja, así como un centenar de reflexiones prácticas sobre el amor.

Ojalá este libro, escrito desde el amor a mí mismo, a los demás y a la vida, sea un verdadero tónico para quienes creen en la fuerza incontenible del verdadero amor que siempre es vida.

 

BERNABÉ TIERNO