* * *

¡Ah, si llego a saber todo esto antes!,

cuando iba hacia el estreno de la vida,

que los versos con sangre son mortales:

suben a la garganta y te asesinan.

Me habría mantenido siempre al margen

de bromas que tuvieran este fondo:

los principios estaban tan distantes,

el primer interés, tan temeroso…

Pero la antigüedad de la vejez

es Roma sin historia ni leyenda:

no quiere que interpretes un papel,

sino toda una muerte verdadera.

Si el sentimiento dicta cada línea,

envía al escenario a su pupilo,

y se termina ahí la maestría

y alienta el fundamento y el destino.

1932

(Segundo nacimiento)