* * *

Algún día, escuchando un concierto, de golpe,

cuando toquen a Brahms, me hundiré en la nostalgia,

pensaré en aquel lazo de seis corazones,

los paseos, los baños, y el parque a la entrada,

en la tímida artista, ¡de ensueño!, en sus ojos,

su sonrisa, tan franca, su alegre sonrisa,

luminosa, grandiosa, de luz, como el globo:

en la risa… y el rostro y la voz de la artista.

Cuando toquen a Brahms, cederé a los recuerdos

de la compra del grano y demás provisiones;

las terrazas al sol y los cuartos por dentro;

del hermano, y el hijo, y el césped, y el roble.

Sin querer, la pintora embadurna el parterre:

se le cae la paleta, y se guarda en la bata

bártulos de pintura y veneno en paquetes,

un seguro de asfixia, vendido por Basma.

Cuando toquen a Brahms, temblaré, recordando:

la insistente maleza, y el techo, y la alfombra,

y el sombrío balcón y el vivero en los cuartos;

y su risa, y su rostro, y su frente, y su boca.

Una lágrima al fin rodará en mi mejilla

y me iré sumergiendo en un llanto continuo;

y un pasado, encendido, saldrá de su sima:

con la cerca, su rostro, y familia y amigos…

Como en torno de un roble, en el prado-intermezzo

danzarán de la mano, abrazando el cantar,

las siluetas de cuatro familias siguiendo,

puro como la infancia, un motivo alemán.

1931

(Segundo nacimiento)