Capitulo 9
Unos minutos después, Parker estaba sentado en el escritorio de su despacho intentando trabajar, pero no podía dejar de pensar en Hope. La adolescente que él había conocido se había convertido en una mujer segura y capaz. Sólo sus ojos revelaban lo que había sufrido, y él se preguntaba si no habría contribuido a aquel sufrimiento quedándose con su hijo. Tal vez ella habría decidido quedárselo si hubiera sabido que no era una niña. Recordó a Dalton cuando empezó a andar, demostrando curiosidad ante algo tan simple como una abeja o una mariposa. Aquellos eran recuerdos preciosos e irremplazables para él. Y Hope nunca los tendría.
A pesar del modo clandestino en que había ocurrido todo aquello, Parker se había enamorado de Dalton en el mismo instante en que Lydia se lo había puesto en los brazos. Había sido Dalton el que había suavizado el dolor por la muerte de Vanessa, y el que le había llenado el corazón durante aquellos diez años.
— ¿Cuándo vas a terminar ese informe? —le preguntó Lydia, asomando la cabeza por la puerta del despacho.
— ¿Y cuándo va a dar a luz Faith?
—En tres semanas. Aunque todavía tiene que hacerse una ecografía. Pero, Parker, no estoy segura de que vayan a marcharse después del parto. Se han escapado.
— ¿Qué? ¿De dónde?
—Faith ha huido de Superior, y su marido, que es también su tío de cincuenta y seis años, las ha perseguido hasta St. George, donde vivía Hope.
—Dios, la poligamia otra vez.
—Hope y Faith tienen otras tres hermanas que viven con veinte o treinta hermanastros.
— ¿Crees que ellas dos están en peligro?
—No lo sé. No me dieron más detalles.
—Pero, ¿Hope no tiene trabajo en St. George?
—Es enfermera obstetra, pero dejó el trabajo que tenía en el Valley View Hospital.
—Bueno, pero eso no quiere decir que vayan a quedarse aquí después de que nazca el niño.
—No sé lo que harán. Pero si trasciende una palabra de lo que ocurrió, el escándalo arruinará la clínica —dijo ella—. Es lo que nos merecemos, por supuesto, pero no me gustaría nada que otras personas tuvieran que sufrir por nuestra culpa —finalmente, se volvió hacia él—. Gente como Dalton.
—No se sabrá —dijo él—. Después de diez años queriendo a mi hijo, no estoy dispuesto a perderlo.
Al día siguiente, Hope estaba tomando una taza de café en la cocina cuando Faith se levantó.
—Buenos días. ¿Has dormido bien?
—No. He soñado mucho —respondió Hope.
— ¿Con qué?
Había soñado con Arvin, pero el sueño que más daño le había hecho había sido el del Autumn.
—Con muchas cosas. Ya sabes que los sueños pueden ser fragmentarios.
—Quizá sea por todas las cosas que has dejado atrás. Desde que me fui a St. George contigo, lo has perdido todo.
—No. Me gusta estar aquí —admitió Hope, intentando animarse—. ¿Y tú? ¿Qué tal te sientes en Enchantment?
Su hermana se sentó en una silla, apoyó los brazos sobre la tripa y estiró las piernas.
—Me siento culpable por haber dejado a mamá y a los demás, pero cuantos más días paso separada de Arvin, más aprecio la libertad. La idea de volver con él me pone enferma.
—Pero no puedes preocuparte tanto por lo que piense la gente a la que vayamos conociendo, Faith —le dijo Hope—.Ayer no tenías por qué decirle a Lydia que tu bebé era legítimo.
—Pero lo es. Yo estaba casada con Arvin antes de acostarme con él.
—No era un matrimonio legal, Faith.
—Para mí sí.
—Ya lo veo. Pero no puedes ir explicándole a la gente que eres de una comunidad polígama de Superior. La gente ya no se asombra de ver a una madre soltera, pero sí de que seas mujer de tu tío, que tiene once esposas más. No quiero que te traten como a un bicho raro, ni que la deshonra de tu educación caiga sobre tu hijo. Aunque no hay muchas divorciadas de dieciocho años, hay algunas. Podemos decir que estás divorciada.
Faith frunció el ceño.
— ¿Quieres que mienta?
—No... Lo que quiero es que no menciones a Arvin ni le cuentes tu historia a nadie.
—Mentir es un pecado.
—Lo sé.
— ¿Y no te importa?
—Me importa borrar lo que te ha ocurrido y que tu futuro sea mejor. Superior no es asunto de nadie. Hubo un silencio.
— ¿Faith?
—No es asunto de nadie —admitió Faith, después de unos segundos.
—Muy bien.
—Pero yo ya le he contado a Lydia la verdad —añadió con timidez.
—Es cierto, pero hablaré con ella. No se lo digas a nadie más, ¿de acuerdo?
Finalmente, su hermana sonrió, y Hope se sintió mucho mejor.
—También creo que deberías dejar de llevar ese vestido y ponerte lo que compramos en St. George.
—Puede ser.
Su respuesta hizo que Hope fuera un poco más lejos.
—Incluso ir a la peluquería y pintarte un poco —se atrevió a decir.
Faith abrió unos ojos como platos.
—Oh, no. No podría.
—¿Y cómo vas a encontrar al hombre de tus sueños?
Faith se miró las zapatillas.
—A mamá no le gustaría nada. Diría que estoy vendiendo mi alma al demonio.
—Arvin es el demonio. Y mamá no está aquí.
Lydia no esperaba ver a Hope hasta la cita para la ecografía de Faith. Sin embargo, cuando Trish la llamó y le dijo que estaba esperando fuera, respondió:
—Hazla pasar.
Ver a Hope era como poner bajo una lupa todos sus defectos. Los mismos defectos que habían hecho que su nieta Devon, a la que adoraba, se marchara de su lado.
Lydia le había devuelto al congresista Barlow el dinero que le había dado por Dalton, pero aquello no había cambiado nada. Finalmente, había tenido que aceptar la verdad. Un simple intercambio de dinero no la redimiría. Su único consuelo era que Dalton estaba sano y era muy feliz, aunque no tuviera madre. Al menos, Parker había sido sincero cuando había dicho que había querido a su hijo durante todos aquellos años. Lo quería más que a su vida.
—Hola, Lydia.
—Hola, querida —dijo Lydia, con la garganta seca—. ¿Qué te trae por la clínica tan pronto?
—Quería... quería hablar contigo sobre algunas de las cosas que mi hermana te dijo ayer.
—Como por ejemplo...
—Por ejemplo, quién es su marido.
—No se lo diré a nadie —dijo Lydia, entendiendo al instante su deseo de privacidad.
—Te lo agradezco. Vamos a decir que está divorciada, y que vivía en Salt Lake.
—De ahora en adelante, yo diré lo mismo, si alguna vez sale el tema.
—Gracias, Lydia —dijo Hope. Después le enseñó un sobre grande que llevaba en la mano, un poco incómoda—También quería hablarte de otra cosa. He estado toda la mañana buscando un trabajo, y cuanto más buscaba, más pensaba en que estaría muy contenta de trabajar aquí. La clínica está cerca de la cabana de los Lorey, y hay un ambiente estupendo, así que he pensado en decírtelo por si acaso necesitabas una buena enfermera. He actualizado mi curriculum, por si quieres echarle un vistazo —dijo, y le tendió el sobre.
Lydia se quedó callada, intentando pensar algo rápidamente para poder negarse sin herir a Hope.
—Hope, me temo que trabajar aquí es diferente a la atmósfera clínica en la que has trabajado. Nosotros creemos que el embarazo y el parto son procesos naturales, sanos, y animamos a las madres a elegir la forma de...
—Yo estoy de acuerdo con todo eso. He visto nacer a todas mis hermanas en casa. Lo único con lo que no estaría de acuerdo sería en que una comadrona se negara a mandar a una paciente al hospital si hubiera complicaciones.
Lydia se sentó en la silla, tras su escritorio.
—Yo tampoco estaría de acuerdo con eso. De todas formas, no es sólo la diferencia de método, Faith. No estoy segura de que tengamos algo temporal...
—No tiene que ser temporal. Estoy dispuesta a comprometerme al menos durante un año...
— ¿Tienes planeado quedarte un año? Pero Faith mencionó que podría haber peligro de que su marido os encontrara.
—Dudo que se moleste en seguir buscándonos una vez que se entere de que nos hemos ido del estado. Y Enchantment es lo más parecido que tengo a un hogar —añadió, agarrándose las manos.
La nota de melancolía en la voz de Hope hizo que a Lydia se le encogiera el estómago. Por su propio pasado, por el bebé al que ella misma había tenido que dar en adopción, siempre se había sentido identificada con aquella chica, y había sentido una ira incontenible hacia su padre por haberla tratado así. Ella había querido ayudarla y, sin embargo, había terminado traicionándola.
—Eh... tenemos todos los puestos cubiertos en este momento... —dijo—. Me temo que...
—Por supuesto —dijo Hope, interrumpiéndola para ahorrarles a las dos el mal trago de que no la aceptara—. Lo entiendo. Sólo pensé que podría preguntar. Te agradezco que me hayas atendido. Seguro que encontraré un trabajo pronto, porque las buenas enfermeras enseguida...
—Espera —dijo Lydia. Sabía que iba a hacer algo de lo que se arrepentiría, pero después de todo lo que había ocurrido, le parecía que le debía algo a Hope—. Ahora que lo pienso, estamos entrando en temporada alta. Aquí, con los inviernos fríos, la mayor tasa de nacimientos sucede en primavera y en verano. Me vendría muy bien alguien con tu experiencia, pero tus atribuciones al principio podrían ser variadas, hasta que te adaptes al sistema de trabajo. ¿Te interesa?
—Claro. ¿Qué tendría que hacer?
—Ayudarías a Trish, la recepcionista, a responder llamadas, recibirías a las nuevas pacientes y les presentarías a sus comadronas, ayudarías en el trabajo administrativo a Parker... Un poco de todo, al menos al principio. ¿Qué te parece?
—¿Estás segura de que...? —preguntó Hope.
—Completamente —dijo Lydia, sonriendo, aunque tenía un nudo en el estómago.
—Algún día querré convertirme en matrona. Quizá pudiera aprender.
—Eso siempre es una posibilidad. Ciertamente, tienes la experiencia necesaria.
Alguien llamó a la puerta, y después de un momento, Parker entró en el despacho mirando unos documentos que llevaba en la mano.
—Lo siento, Lydia —dijo—. No sabía que estuvieras ocupada.
Lydia se acercó a Hope.
—Ya conoces a Hope Tanner.
Él asintió casi imperceptiblemente.
— ¿Qué tal está Faith? —preguntó él.
—Muy bien. No he venido por ella. Estoy aquí por un trabajo.
— ¿Un trabajo? —Su expresión, que hasta el momento había sido vacía, reflejó la más absoluta consternación—Es una broma —dijo, mirando a Lydia.
—No. Hope es enfermera obstetra. Creo que sería una aportación muy valiosa a la plantilla.
— ¿Lo has consultado con Kim? Tenemos un presupuesto que cumplir.
—Lo sé perfectamente. No tienes por qué recordármelo.
—Si hay algún problema —dijo Hope—, lo entiendo...
—No hay ningún problema, querida. ¿Por qué no nos dejas el curriculum y nos das un par de días? Empezarás el próximo lunes, si te viene bien. Te pagaremos lo que estabas ganando en el hospital.
Hope titubeó. Era evidente que no sabía qué responder.
—No he vuelto para causar problemas.
—No estás causándolos —le aseguró Lydia.
—Entonces, gracias —dijo, reservando su gratitud para Lydia. A Parker le lanzó una mirada de desprecio y se marchó.
— ¿Qué es lo que acabas de hacer?
—Me ha pedido trabajo y se lo he dado. ¿Está claro? —le dijo Lydia, con una ceja arqueada—.Al menos le debemos eso, ¿no te parece?
—Lydia... Esto significa que tendré que verla todos los días.
—Y yo también.
—Podría destruir la clínica, y a ti también. Podría quitarme a Dalton —insistió él, con la voz entrecortada por la emoción.
—No te va a quitar a Dalton. No sospecha nada. Sólo necesita un respiro.
—Eres una estúpida —dijo furioso, y salió del despacho.
Lydia se quedó mirando la puerta.
—Dime algo que no sepa.