[INTERLUDIO]
106. Río de hojarasca (Poema en un biombo de Takako)
Una vez nuestro hombre fue a la ribera del Tátsuta, donde los príncipes hacían una excursión, y compuso:
Ni en los primitivos
tiempos fabulosos
se oyó decir
que tiñera el Tátsuta
sus aguas de rojo.
107. Río de lágrimas (Poema en un cofre de Toshiiuki)
Una vez había un noble. Una de las doncellas que estaban a su servicio fue cortejada por un hombre llamado Toshiiuki de Fuyiuara, que era Secretario del Emperador. Ella, siendo aún muy joven, no sabía escribir cartas ni hablar con propiedad, y mucho menos componer poemas. Su señor, pues, escribió en su lugar una carta, la hizo copiar de mano de ella, y se la envió al pretendiente. Éste quedó agradablemente sorprendido y le contestó:
Empapa mis mangas
un río a torrentes,
embebecido
llover al yo ver
que no puedo verte.
Como respuesta, el amo de la joven, nuestro hombre, compuso para ella un poema:
Liviano es el río
que sólo te empapa
las dos mangas.
Si te arrebatase,
de ti me fiara.
Así decía el cantar y a Toshiiuki le gustó tanto que se dice que enrolló el papel y lo conservó en un cofrecito hasta el día de hoy.
Continuaron cambiándose cartas. Cuando por fin la consiguió, sucedió que una vez en una carta él le decía: «Según está el cielo, parece que va a llover. ¡A ver si tengo suerte y no llueve! Si no, me será imposible ir a verte.» La joven compuso para nuestro hombre esta contestación:
Duro es preguntarte
una y otra vez
si tú me quieres.
Arrecia una lluvia
que lo sabe bien.
En leyendo esto, Toshiiuki salió inmediatamente a visitarla sin ponerse impermeable ni sombrero, y llegó calado.