[INTERLUDIO: TRÍPTICO PAISAJÍSTICO]
66. Puerto de Naniua
Una vez un hombre tenía unas posesiones en la provincia de Settsu y fue a visitarlas en compañía de sus hermanos y amigos. Al llegar a Naniua vieron la playa y las barcas. Nuestro hombre compuso:
Puerto de Naniua,
te vi esta mañana,
y en tus caletas
barcos que navegan
con pena en el alma.
Todos volvieron saboreando la soledad de este poema.
67. Monte Ikoma
Una vez un hombre, para despejar las melancolías que lo embargaban, salió un mes de marzo con varios amigos a la provincia de Izumi. Al llegar a Kauachi, miraron todos en dirección del Monte Ikoma, donde el cielo tan pronto se nublaba como se despejaba, cambiando constantemente el aspecto de la sierra. Estuvo nublado a la mañana y despejado al mediodía. Por fin aparecieron a la vista los árboles del monte, que aún conservaban en sus ramas la nieve recién caída. Al ver el espectáculo, nuestro hombre fue el único entre todos en componer un cantar:
Ayer, hoy las nubes
lo contorneaban
por ocultarlo.
Del bosque de flores
celo les entraba.
68. Playa Sumiioshi
Una vez nuestro hombre iba de viaje a la provincia de Izumi. Él y sus acompañantes llegaron a la playa de Sumiioshi, que está en la aldea de Sumiioshi, región de Sumiioshi. Les gustó tanto el paraje que desmontaron de sus caballos. Uno de ellos exclamó: «¡A ver quién le hace un cantar a la playa de Sumiioshi!» Nuestro hombre dijo:
Ya vendrá el otoño:
ánsares que cantan,
los crisantemos…
Pero en primavera,
¡Sumiioshi y su playa!
Y nadie se atrevió a componer nada después de oír esto.