1 Corintios
Saludo
1
1 Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,
2 saludamos a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesucristo, Señor suyo y nuestro.
3 Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con ustedes.
Acción de gracias por los dones espirituales
4 Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes y por la gracia que él les ha dado en Cristo Jesús.
5 Porque en él ustedes fueron enriquecidos en todas las cosas, tanto en palabra como en conocimiento.
6 Así se ha confirmado en ustedes el testimonio acerca de Cristo,
7 de tal manera que nada les falta en ningún don, mientras esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo,
8 el cual también los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
9 Fiel es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
¿Está dividido Cristo?
10 Hermanos, les ruego por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer.
11 Digo esto, hermanos míos, porque los de Cloé me han informado que entre ustedes hay contiendas.
12 Quiero decir, que algunos de ustedes dicen: «Yo soy de Pablo»; otros, «yo soy de Apolos»; otros, «yo soy de Cefas»; y aun otros, «yo soy de Cristo».
13 ¿Acaso Cristo está dividido? ¿Acaso Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?
14 Doy gracias a Dios de que no he bautizado a ninguno de ustedes, excepto a Crispo, y a Gayo,
15 para que ninguno de ustedes diga que fueron bautizados en mi nombre.
16 También bauticé a la familia de Estéfanas. Pero no sé si he bautizado a algún otro,
17 pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, y esto, no con palabras elocuentes, para que la cruz de Cristo no perdiera su valor.
Cristo, poder y sabiduría de Dios
18 El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios.
19 Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los inteligentes».
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que escudriña estos tiempos? ¿Acaso no ha hecho Dios enloquecer a la sabiduría de este mundo?
21 Porque Dios no permitió que el mundo lo conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
22 Los judíos piden señales, y los griegos van tras la sabiduría,
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no judíos una locura,
24 pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios, y sabiduría de Dios.
25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
26 Consideren, hermanos, su llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según los criterios humanos, ni son muchos los poderosos, ni muchos los nobles;
27 sino que Dios eligió lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte.
28 También Dios escogió lo vil del mundo y lo menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie pueda jactarse en su presencia.
30 Pero gracias a Dios ustedes ahora son de Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido como nuestra sabiduría, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención,
31 para que se cumpla lo que está escrito: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor».
Proclamación de Cristo crucificado
2
1 Así que, hermanos, cuando fui a ustedes para anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con palabras elocuentes ni sabias.
2 Más bien, al estar entre ustedes me propuse no saber de ninguna otra cosa, sino de Jesucristo, y de éste crucificado.
3 Estuve entre ustedes con tanta debilidad, que temblaba yo de miedo.
4 Ni mi palabra ni mi predicación se basaron en palabras persuasivas de sabiduría humana, sino en la demostración del Espíritu y del poder,
5 para que la fe de ustedes no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
La revelación por el Espíritu de Dios
6 Sin embargo, entre los que han alcanzado la madurez sí hablamos con sabiduría, pero no con la sabiduría de este mundo ni la de sus gobernantes, los cuales perecen.
7 Más bien hablamos de la sabiduría oculta y misteriosa de Dios, que desde hace mucho tiempo Dios había predestinado para nuestra gloria,
8 sabiduría que ninguno de los gobernantes de este mundo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria.
9 Como está escrito: «Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, Ni han penetrado en el corazón del hombre, Son las que Dios ha preparado para los que lo aman».
10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios.
11 Porque ¿quién de entre los hombres puede saber las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así mismo, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.
12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que entendamos lo que Dios nos ha dado,
13 de lo cual también hablamos, pero no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, que explican las cosas espirituales con términos espirituales.
14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son una locura; y tampoco las puede entender, porque tienen que discernirse espiritualmente.
15 En cambio, el hombre espiritual juzga todas las cosas, pero él no está sujeto al juicio de nadie.
16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.
Colaboradores de Dios
3
1 Hermanos, yo no pude hablarles como a personas espirituales sino como a gente carnal, como a niños en Cristo.
2 Les di a beber leche, pues no eran capaces de asimilar alimento sólido, ni lo son todavía,
3 porque aún son gente carnal. Pues mientras haya entre ustedes celos, contiendas y divisiones, serán gente carnal y vivirán según criterios humanos.
4 Y es que cuando alguien dice: «Yo ciertamente soy de Pablo»; y el otro: «Yo soy de Apolos», ¿acaso no son gente carnal?
5 Después de todo, ¿quién es Pablo, y quién es Apolos? Sólo servidores por medio de los cuales ustedes han creído, según lo que a cada uno le concedió el Señor.
6 Yo sembré, y Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios.
7 Así que ni el que siembra ni el que riega son algo, sino Dios, que da el crecimiento.
8 Y tanto el que siembra como el que riega son iguales, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
10 Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, mientras que otro sigue construyendo encima, pero cada uno debe tener cuidado de cómo sobreedifica.
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
12 Y si alguno edifica sobre este fundamento, y pone oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, u hojarasca,
13 su obra podrá verse claramente; el día la pondrá al descubierto, y la obra de cada uno, sea la que sea, será revelada y probada por el fuego.
14 Si lo que alguno sobreedificó permanece, ése recibirá su recompensa.
15 Si lo que alguno sobreedificó se quema, ése sufrirá una pérdida, si bien él mismo se salvará, aunque como quien escapa del fuego.
16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?
17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ustedes son ese templo.
18 Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según la sabiduría de este mundo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio.
19 Porque para Dios la sabiduría de este mundo es insensatez; pues escrito está: «Él atrapa a los sabios en sus propias trampas».
20 Y en otra parte dice: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios, y éstos son inútiles».
21 Así que nadie debe vanagloriarse de los hombres, porque todo es de ustedes:
22 sea Pablo, Apolos, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente o lo por venir, todo es de ustedes,
23 y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
El ministerio de los apóstoles
4
1 Todos deben considerarnos servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
2 Ahora bien, de los administradores se espera que demuestren ser dignos de confianza.
3 Por mi parte, no me preocupa mucho ser juzgado por ustedes o por algún tribunal humano; es más, ni siquiera yo mismo me juzgo.
4 Y aunque mi conciencia no me acusa de nada, no por eso quedo justificado; quien me juzga es el Señor.
5 Así que no juzguen ustedes nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual sacará a la luz lo que esté escondido y pondrá al descubierto las intenciones de los corazones. Entonces Dios le dará a cada uno la alabanza que merezca.
6 Pero esto, hermanos, lo digo para su propio bien, y pongo como ejemplo a Apolos y a mí, para que de nuestro ejemplo aprendan a no pensar más allá de lo que está escrito, no sea que se envanezcan por favorecer a uno en perjuicio del otro.
7 Porque ¿quién te hace superior? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no te lo hubieran dado?
8 Ustedes ya están satisfechos. Ya son ricos, y aun sin nosotros reinan. ¡Pues cómo quisiera yo que reinaran, para que también nosotros reináramos juntamente con ustedes!
9 Lo que creo es que Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como si fuéramos lo último, ¡como si estuviéramos sentenciados a muerte! Hemos llegado a ser el hazmerreír del mundo, de los ángeles y de los hombres.
10 Por amor a Cristo, nosotros somos los insensatos, y ustedes los prudentes en Cristo; nosotros somos los débiles, y ustedes los fuertes; ustedes son respetados, y a nosotros se nos desprecia.
11 Hasta el momento pasamos hambre, tenemos sed, andamos desnudos, nos abofetean, y no tenemos dónde vivir.
12 Trabajamos hasta el cansancio con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; nos persiguen, y soportamos la persecución;
13 nos difaman, y no nos ofendemos. Hemos llegado a ser como la escoria del mundo, como el desecho de todos.
14 No escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a mis hijos amados.
15 Porque aunque ustedes tengan diez mil instructores en Cristo, no tienen muchos padres, pues en Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio.
16 Por tanto, les ruego que me imiten.
17 Por eso les he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual les recordará mi modo de ser en Cristo, tal y como enseño en todas partes y en todas las iglesias.
18 Pero algunos se creen muy importantes, y creen que yo nunca iré a visitarlos.
19 Pero, si el Señor así lo quiere, pronto iré a verlos, y entonces sabré cuánto pueden hacer esos engreídos, y no cuánto pueden hablar.
20 Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder.
21 ¿Qué prefieren ustedes? ¿Que los visite con una vara, o con amor y con un espíritu apacible?
Un caso de inmoralidad sexual
5
1 Se ha sabido de un caso de inmoralidad sexual entre ustedes, que ni siquiera los paganos tolerarían, y es que uno de ustedes tiene como mujer a la esposa de su padre.
2 Ustedes están engreídos. ¿No deberían, más bien, lamentar lo sucedido y expulsar de entre ustedes al que cometió tal acción?
3 Yo, por mi parte, aunque físicamente no estoy entre ustedes, sí lo estoy en espíritu y, como si hubiera estado presente, he juzgado al que hizo tal cosa.
4 Cuando ustedes se reúnan, y en espíritu yo esté con ustedes, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y con su poder,
5 entreguen a ese hombre a Satanás para que lo destruya, a fin de que su espíritu sea salvado en el día del Señor Jesús.
6 No está bien que ustedes se jacten. ¿No saben que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?
7 Límpiense de la vieja levadura, para que sean una nueva masa, sin levadura, como en realidad lo son. Nuestra pascua, que es Cristo, ya ha sido sacrificada por nosotros.
8 Así que celebremos la fiesta, pero no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
9 Por carta ya les he dicho que no se junten con esos libertinos.
10 Y no me refiero a que se aparten del todo de los libertinos mundanos, o de los avaros, o de los ladrones, o de los idólatras, pues en ese caso tendrían que salirse de este mundo.
11 Más bien les escribí que no se junten con los que se dicen hermanos pero son libertinos, avaros, idólatras, insolentes, borrachos y ladrones. Con esa gente, ni siquiera coman juntos.
12 ¿Con qué derecho podría yo juzgar a los de afuera, si ustedes no juzgan a los de adentro?
13 A los de afuera, ya Dios los juzgará. Así que, ¡saquen de entre ustedes a ese perverso!
Litigios en presencia de los incrédulos
6
1 Si alguno de ustedes tiene un pleito con otro, ¿por qué presenta el caso ante los impíos, y no ante los santos?
2 ¿Acaso no saben ustedes que los santos juzgarán al mundo? Y si son ustedes quienes han de juzgar al mundo, ¿acaso les es poca cosa juzgar casos muy pequeños?
3 ¿No saben ustedes que nosotros juzgaremos a los ángeles? ¡Pues con más razón los asuntos de esta vida!
4 Si ustedes pueden emitir juicios en cuanto a los asuntos de esta vida, ¿cómo entonces ponen como jueces a gente de poca estima en la iglesia?
5 Les digo esto para avergonzarlos. ¿Acaso no hay entre ustedes siquiera uno que sea sabio y que pueda servir de juez entre sus hermanos?
6 ¡Y es que no sólo se pelean entre hermanos, sino que lo hacen en presencia de los incrédulos!
7 Sin duda, ya es bastante grave que haya pleitos entre ustedes. ¿No sería mejor pasar por alto la ofensa? ¿No sería mejor dejar que los defrauden?
8 ¡Pero el caso es que son ustedes los que cometen el agravio, y los que defraudan, y lo hacen contra los hermanos!
9 ¿Acaso no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se equivoquen: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se acuestan con hombres,
10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los malhablados, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
11 Y eso eran algunos de ustedes, pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Glorifiquen a Dios en su cuerpo
12 Todo me está permitido, pero no todo me conviene. Todo me está permitido, pero no permitiré que nada me domine.
13 Los alimentos son para el estómago, y el estómago es para los alimentos, pero Dios destruirá tanto al uno como a los otros. Y el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.
14 Y así como Dios levantó al Señor, también nos levantará a nosotros con su poder.
15 ¿Acaso no saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy entonces a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera!
16 ¿Acaso no saben que el que se une con una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? La Escritura dice: «Los dos serán un solo ser».
17 Pero el que se une al Señor, es un espíritu con él.
18 Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo.
19 ¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos?
20 Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.
Problemas matrimoniales
7
1 En cuanto a los temas de que ustedes me escribieron, lo mejor para hombres y mujeres sería no tener relaciones sexuales,
2 pero por causa de la inmoralidad sexual, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo.
3 El marido debe cumplir el deber conyugal con su esposa, lo mismo que la mujer con su esposo.
4 La esposa ya no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposo; y tampoco el esposo tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
5 No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para dedicarse a la oración. Pero vuelvan luego a juntarse, no sea que Satanás los tiente por no poder dominarse.
6 Aunque esto lo digo más como concesión que como mandamiento.
7 En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra.
8 A los solteros y a las viudas les digo que sería bueno que se quedaran como yo;
9 pero si no pueden dominarse, que se casen; pues es mejor casarse que arder de pasión.
10 Pero a los que están unidos en matrimonio les doy este mandato (que en realidad no es mío sino del Señor): Que la esposa no se separe del esposo;
11 pero en caso de separarse, que no se vuelva a casar, o que se reconcilie con su esposo. De la misma manera, que el esposo no abandone a su mujer.
12 A los demás, les digo yo (y no el Señor): Si la esposa de algún hermano no es creyente, pero ella consiente en vivir con él, éste no debe abandonarla.
13 Y si el esposo de alguna hermana no es creyente, pero él consiente en vivir con ella, tampoco ésta debe abandonarlo.
14 Porque el esposo no creyente es santificado en su esposa, y la esposa no creyente es santificada en su esposo. Si así no fuera, los hijos de ustedes serían impuros, mientras que ahora son santos.
15 Pero si el no creyente quiere separarse, que lo haga; en ese caso, el hermano o la hermana no están obligados a mantener esa relación, pues Dios nos llamó a vivir en paz.
16 Porque ¿cómo sabes tú, mujer, si acaso salvarás a tu esposo? ¿O cómo sabes tú, hombre, si acaso salvarás a tu esposa?
17 De todas maneras, cada uno debe comportarse de acuerdo a la condición que el Señor le asignó y a la cual lo llamó. Esto es lo que mando en todas las iglesias.
18 ¿Fue alguno llamado cuando ya estaba circuncidado? Que se quede circuncidado. ¿Fue alguno llamado sin haber sido circuncidado? Que no se circuncide.
19 Lo que importa es obedecer los mandamientos de Dios, y no el estar o no circuncidado.
20 Cada uno debe permanecer en la condición en que estaba cuando fue llamado.
21 ¿Fuiste llamado cuando aún eras esclavo? No te preocupes. Aunque, si tienes la oportunidad de liberarte, debes aprovecharla.
22 Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, es libre en el Señor. Del mismo modo, el que era libre cuando el Señor lo llamó, es esclavo de Cristo.
23 Ustedes han sido comprados por un precio; por lo tanto, no se hagan esclavos de los hombres.
24 Hermanos, cada uno de ustedes debe permanecer ante Dios en la condición en que estaba cuando él lo llamó.
25 En cuanto a los solteros y las solteras, no tengo un mandamiento del Señor; simplemente doy mi opinión como alguien que, por la misericordia del Señor, es digno de confianza.
26 Soy del parecer de que, ante la situación apremiante, es mejor que cada uno se quede como está.
27 ¿Estás casado? No trates de separarte. ¿Eres soltero? No busques casarte.
28 Aunque, si te casas, no pecas; y si alguna joven soltera se casa, tampoco peca. Sin embargo, los que se casan tendrán que enfrentar sufrimientos, y yo quisiera evitárselos.
29 Pero quiero decirles, hermanos, que el tiempo se acorta; por lo tanto, el que tiene esposa debe vivir como si no la tuviera;
30 el que llora, como si no llorara; el que se alegra, como si no se alegrara; el que compra, como si no tuviera nada;
31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.
32 Yo quisiera verlos libres de preocupaciones. El soltero se preocupa de servir al Señor, y de cómo agradarlo.
33 Pero el casado se preocupa de las cosas del mundo, y de cómo agradar a su esposa.
34 También hay diferencia entre la mujer casada y la joven soltera. La joven soltera se preocupa de servir al Señor y de ser santa, tanto en cuerpo como en espíritu. Pero la mujer casada se preocupa de las cosas del mundo, y de cómo agradar a su esposo.
35 Esto lo digo para el provecho de ustedes; no para ponerles trabas sino para que vivan en honestidad y decencia, y para que se acerquen al Señor sin ningún impedimento.
36 Pero si alguno piensa que es impropio que su hija continúe siendo soltera después de cierta edad, que haga lo que quiera. Con eso no pecan. Que se case.
37 El que está plenamente convencido, y no se siente obligado y es dueño de su propia voluntad, y decide que su hija no se case, hace bien.
38 De manera que quien permite que su hija se case, hace bien; y quien prefiere que no se case, hace mejor.
39 De acuerdo con la ley, la mujer casada está ligada a su esposo mientras éste vive; pero si su esposo muere, queda en libertad de casarse con quien quiera, con tal de que sea en el Señor.
40 Pero, en mi opinión, ella sería más dichosa si se quedara como está; y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios.
Las ofrendas a los ídolos
8
1 En cuanto a lo que se ofrece a los ídolos, es cierto que todos sabemos algo de eso. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.
2 Si alguno cree saber algo, todavía no lo sabe como se debe saber;
3 pero si alguno ama a Dios, es porque Dios ya lo conoce.
4 En cuanto a los alimentos que se ofrecen a los ídolos, sabemos que un ídolo no tiene valor alguno en este mundo, y que solamente hay un Dios.
5 Y aunque haya algunos que se llamen dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (así como hay muchos dioses y muchos señores),
6 para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas, y a quien nosotros pertenecemos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien existen todas las cosas, incluso nosotros mismos.
7 Pero no todos tienen este conocimiento. Algunos, que todavía están acostumbrados a los ídolos, comen de lo que se ofrece a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se contamina.
8 Es verdad que los alimentos no nos acercan más a Dios, pues no somos mejores por comer ni peores por no comer;
9 pero tengan cuidado de que esa libertad que ustedes tienen no se convierta en motivo de tropiezo para los que son débiles.
10 Porque si a ti, que tienes conocimiento, te ve sentado a la mesa, en un lugar de ídolos, alguien cuya conciencia es débil, ¿acaso no se sentirá estimulado a comer de lo que se ofrece a los ídolos?
11 En tal caso, ese hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá por causa de tu conocimiento.
12 Y así, al pecar ustedes contra los hermanos y herir su débil conciencia, pecan contra Cristo.
13 Por lo tanto, si la comida es motivo de que mi hermano caiga, jamás comeré carne, para no poner a mi hermano en peligro de caer.
Los derechos de un apóstol
9
1 ¿Qué, no soy apóstol? ¿Y acaso no soy libre? ¿Acaso no he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿Y no son ustedes el fruto de mi trabajo en el Señor?
2 Tal vez otros no me consideren apóstol, pero para ustedes sí lo soy, porque ustedes son el sello de mi apostolado en el Señor.
3 Mi defensa contra los que me acusan es la siguiente:
4 ¿Acaso nosotros no tenemos derecho a comer y beber?
5 ¿Y acaso no tenemos derecho a traer con nosotros una esposa creyente, como lo hacen los otros apóstoles, y Cefas y los hermanos del Señor?
6 ¿O es que sólo Bernabé y yo estamos obligados a trabajar?
7 ¿Qué soldado presta servicio a expensas de sus propios recursos? ¿Quién planta una viña y no come de sus uvas? ¿O quién pastorea el rebaño y no bebe de la leche que ordeña?
8 Esto lo digo, no sólo de acuerdo con el punto de vista humano, sino también de acuerdo con la ley.
9 Porque en la ley de Moisés está escrito: «No pondrás bozal al buey que trilla». ¿Quiere decir esto que Dios se preocupa de los bueyes,
10 o más bien lo dice por todos nosotros? En realidad, esto se escribió por nosotros; porque tanto el que ara como el que trilla deben hacerlo con la esperanza de recibir su parte de la cosecha.
11 Si nosotros sembramos entre ustedes lo espiritual, ¿será mucho pedir que cosechemos de ustedes lo material?
12 Si otros participan de este derecho sobre ustedes, ¡con mayor razón nosotros! Sin embargo, no hemos hecho uso de este derecho, sino que lo toleramos todo, a fin de no presentar ningún obstáculo al evangelio de Cristo.
13 ¿Acaso no saben ustedes que los que trabajan en el templo, comen del templo; y que los que sirven al altar, participan del altar?
14 Así también el Señor ordenó a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
15 Pero yo no me he aprovechado de nada de esto, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir antes que alguien me despoje de este motivo de orgullo.
16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué jactarme, porque ésa es mi misión insoslayable. ¡Ay de mí si no predico el evangelio!
17 Así que, si lo hago de buena voluntad, recibiré mi recompensa; pero si lo hago de mala voluntad, no hago más que cumplir con la misión que me ha sido encomendada.
18 ¿Cuál es, pues, mi recompensa? La de predicar el evangelio de Cristo de manera gratuita, para no abusar de mi derecho en el evangelio.
19 Porque, aunque soy libre y no dependo de nadie, me he hecho esclavo de todos para ganar al mayor número posible.
20 Entre los judíos me comporto como judío, para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley.
21 Entre los que no tienen ley, me comporto como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo).
22 Entre los débiles me comporto como débil, para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos pueda yo salvar a algunos.
23 Y esto lo hago por causa del evangelio, para ser copartícipe de él.
24 ¿Acaso no saben ustedes que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se lleva el premio? Corran, pues, de tal manera que lo obtengan.
25 Todos los que luchan, se abstienen de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; pero nosotros, para recibir una corona incorruptible.
26 Así que yo corro y lucho, pero no sin una meta definida; no lo hago como si estuviera golpeando el viento;
27 más bien, golpeo mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado.
Amonestaciones contra la idolatría
10
1 Hermanos, no quiero que ignoren que todos nuestros antepasados estuvieron bajo la nube, y que todos cruzaron el mar.
2 Todos ellos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar.
3 También todos ellos comieron el mismo alimento espiritual,
4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, la cual era Cristo.
5 Pero la mayoría de ellos no agradó a Dios, y por eso quedaron tendidos en el desierto.
6 Pero todo esto sucedió como un ejemplo para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas, como ellos lo hicieron.
7 No sean idólatras, como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: «El pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantó a divertirse».
8 No caigamos en la inmoralidad sexual, como lo hicieron algunos de ellos, y por lo cual en un solo día murieron veintitrés mil.
9 Tampoco pongamos a prueba a Cristo, como también algunos de ellos lo hicieron, y murieron por causa de las serpientes.
10 Ni murmuren, como algunos de ellos lo hicieron, y perecieron a manos del destructor.
11 Todo esto les sucedió como ejemplo, y quedó escrito como advertencia para nosotros, los que vivimos en los últimos tiempos.
12 Así que, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer.
13 A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.
14 Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría.
15 Les hablo como a personas sensatas; juzguen ustedes mismos lo que digo.
16 La copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
17 Hay un solo pan, del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, conformamos un solo cuerpo.
18 Fíjense en el pueblo de Israel; los que comen de los animales que se ofrendan, son partícipes del altar.
19 ¿Qué quiero decir con esto? ¿Que el ídolo o los animales que se ofrendan a los ídolos son algo?
20 Lo que quiero decir es que los animales que ofrecen los no judíos, se ofrecen a los demonios, y no a Dios; y yo no quiero que ustedes tengan algo que ver con los demonios.
21 Ustedes no pueden beber de la copa del Señor, y también de la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor, y también de la mesa de los demonios.
22 ¿O vamos a provocar a celos al Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?
Todo sea para la gloria de Dios
23 Todo me está permitido, pero no todo es provechoso; todo me está permitido, pero no todo edifica.
24 Ninguno debe buscar su propio bien, sino el bien del otro.
25 Ustedes coman de todo lo que se vende en la carnicería, y no pregunten nada por motivos de conciencia,
26 porque del Señor es la tierra y su plenitud.
27 Si algún incrédulo los invita, y ustedes aceptan la invitación, vayan y coman de todo lo que se les ofrezca, y no pregunten nada por motivos de conciencia.
28 Pero si alguien les dice: «Esto fue sacrificado a los ídolos», no lo coman, por causa de aquel que lo dijo y por motivos de conciencia.
29 Claro que me refiero a la conciencia del otro, no a la tuya. Pues ¿por qué se habría de juzgar mi libertad por la conciencia de otro?
30 Y si yo participo de la comida y doy gracias a Dios, ¿por qué he de ser censurado por aquello por lo cual doy gracias?
31 Así que, si ustedes comen o beben, o hacen alguna otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.
32 No sean motivo de tropiezo para los judíos ni para los no judíos, ni para la iglesia de Dios.
33 Hagan lo que yo, que procuro agradar a todos en todo, y no busco mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos.
11
1 Imítenme a mí, así como yo imito a Cristo.
Atavío de las mujeres
2 Ustedes merecen que los felicite porque se acuerdan de mí en todo, y porque retienen las instrucciones tal como se las entregué.
3 Pero quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer, y que Dios es la cabeza de Cristo.
4 Todo el que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza.
5 Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; es como si se hubiera rapado.
6 Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; pero si le es vergonzoso cortarse el pelo o raparse, entonces que se cubra.
7 El hombre no debe cubrirse la cabeza porque él es la imagen y la gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre.
8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino que la mujer procede del hombre.
9 Y tampoco fue creado el hombre por causa de la mujer, sino que la mujer fue creada por causa del hombre.
10 Por esta razón, y por causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre su cabeza una señal de autoridad.
11 Pero en el Señor, ni el hombre existe sin la mujer, ni la mujer existe sin el hombre;
12 porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer, y todo procede de Dios.
13 Juzguen ustedes mismos: ¿Está bien que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
14 ¿Acaso la naturaleza misma no les enseña que al hombre le es deshonroso dejarse crecer el cabello?
15 Por el contrario, para la mujer es motivo de honra dejarse crecer el cabello; porque en lugar de velo le fue dado el cabello.
16 Pero si alguno quiere discutir acerca de esto, yo digo que nosotros no tenemos otra costumbre, ni las iglesias de Dios.
Abusos en la Cena del Señor
17 Pero mi felicitación no se extiende a lo que sigue, porque ustedes no se congregan para buscar lo mejor, sino lo peor.
18 Pues en primer lugar oigo decir que, cuando se reúnen como iglesia, hay divisiones entre ustedes; y en parte lo creo.
19 Porque es preciso que haya disensiones entre ustedes, para que se vea claramente quiénes de ustedes son los que están aprobados.
20 Y es que, cuando ustedes se reúnen, en realidad ya no lo hacen para participar en la cena del Señor,
21 sino que cada uno se adelanta a comer su propia cena; y mientras que unos se quedan con hambre, otros se emborrachan.
22 ¿Acaso no tienen casas, donde pueden comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios, y quieren poner en vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué debo decirles? ¿Que los felicito? ¡No puedo felicitarlos por esto!
Institución de la Cena del Señor
23 Yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado a ustedes: Que la noche que fue entregado, el Señor Jesús tomó pan,
24 y que luego de dar gracias, lo partió y dijo: «Tomen y coman. Esto es mi cuerpo, que por ustedes es partido; hagan esto en mi memoria».
25 Asimismo, después de cenar tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que la beban, en mi memoria».
26 Por lo tanto, siempre que coman este pan, y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que él venga.
Participación indigna en la Cena
27 Así que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28 Por tanto, cada uno de ustedes debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y de beber de la copa.
29 Porque el que come y bebe de manera indigna, y sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe para su propio castigo.
30 Por eso hay entre ustedes muchos enfermos y debilitados, y muchos han muerto.
31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
32 pero si somos juzgados por el Señor, somos disciplinados por él, para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan a comer, espérense unos a otros.
34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que sus reuniones no se hagan acreedoras al castigo. Lo demás lo pondré en orden cuando vaya a verlos.
Dones espirituales
12
1 Hermanos, no quiero que ignoren lo relacionado con los dones espirituales.
2 Ustedes saben que, cuando no eran creyentes, eran arrastrados hacia los ídolos mudos.
3 Por tanto, quiero que sepan que nadie que hable por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; y que nadie puede llamar «Señor» a Jesús, si no es por el Espíritu Santo.
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.
5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6 Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
7 Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho.
8 A uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da palabra de ciencia;
9 a otro, el mismo Espíritu le da fe; y a otro, dones de sanidades;
10 a otro más, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a otro, el don de interpretar lenguas;
11 pero todo esto lo hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular, según su voluntad.
12 Porque así como el cuerpo es uno solo, y tiene muchos miembros, pero todos ellos, siendo muchos, conforman un solo cuerpo, así también Cristo es uno solo.
13 Por un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, tanto los judíos como los no judíos, lo mismo los esclavos que los libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
14 Además, el cuerpo no esta constituido por un solo miembro, sino por muchos.
15 Aun cuando el pie diga: «Yo no soy mano, así que no soy del cuerpo», no dejará de ser parte del cuerpo.
16 Y aun cuando la oreja diga: «Yo no soy ojo, así que no soy del cuerpo», tampoco dejará de ser parte del cuerpo.
17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?
18 Pero Dios ha colocado a cada miembro del cuerpo donde mejor le pareció.
19 Porque, si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 Lo cierto es que son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
21 Ni el ojo puede decir a la mano: «No te necesito», ni tampoco puede la cabeza decir a los pies: «No los necesito».
22 En realidad, los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios,
23 y a los que nos parecen menos dignos, los vestimos con mayor dignidad; y a los que nos parecen menos decorosos, los tratamos con más decoro,
24 Porque eso no les hace falta a los que nos parecen más decorosos. Pero Dios ordenó el cuerpo de tal manera, que dio mayor honor al que le faltaba,
25 para que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos por los otros.
26 De manera que, si uno de los miembros padece, todos los miembros se conduelen, y si uno de los miembros recibe honores, todos los miembros se regocijan con él.
27 Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una función particular.
28 En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles, luego profetas, y en tercer lugar, maestros; luego están los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, y los que tienen don de lenguas.
29 ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros?
30 ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
31 Como no es así, ustedes deben procurar los mejores dones. Pero yo les muestro un camino aun más excelente.
La preeminencia del amor
13
1 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal resonante, o címbalo retumbante.
2 Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy.
3 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso;
6 no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin.
9 Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta,
10 pero cuando venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará.
11 Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño.
12 Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido.
13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.
El hablar en lenguas
14
1 Ustedes vayan en pos del amor, y procuren alcanzar los dones espirituales, sobre todo el de profecía,
2 pues el que habla en lenguas extrañas le habla a Dios, pero no a los hombres; y nadie le entiende porque, en el Espíritu, habla de manera misteriosa.
3 Pero el que profetiza les habla a los demás para edificarlos, exhortarlos y consolarlos.
4 El que habla en lengua extraña, se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza, edifica a la iglesia.
5 Así que, yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero más quisiera que profetizaran; porque profetizar es más importante que hablar en lenguas, a menos que el que las hable también las interprete, para que la iglesia sea edificada.
6 Hermanos, ¿de qué les serviría a ustedes que yo fuera a visitarlos y les hablara en lenguas, a menos que les comunicara alguna revelación, o conocimiento, o profecía, o enseñanza?
7 Si los instrumentos musicales, como la flauta o la cítara, no tuvieran un sonido claramente distinto, ¿cómo podríamos distinguir entre la música de flauta y la música de cítara?
8 Y si el toque de trompeta resulta incierto, ¿quién se alistará para el combate?
9 Lo mismo pasa con ustedes: si no usan la lengua para comunicar un mensaje claro y comprensible, ¿cómo se va a entender lo que dicen? Es como si hablaran al aire.
10 No hay duda de que en el mundo hay muchos idiomas, y que ninguno de ellos carece de significado.
11 Pero si yo no sé lo que significan las palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será como un extranjero para mí.
12 Lo mismo pasa con ustedes. Puesto que anhelan tener los dones espirituales, procuren abundar en ellos para la edificación de la iglesia.
13 Por lo tanto, el que hable en una lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.
14 Porque, si yo oro en una lengua extraña, es mi espíritu el que ora, pero mi entendimiento no se beneficia.
15 Entonces, ¿qué debo hacer? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento.
16 Porque si tú alabas a Dios sólo con el espíritu, ¿qué hará el que solamente está escuchando? ¿Cómo dirá «Amén» a tu acción de gracias, si no sabe lo que has dicho?
17 Tu acción de gracias puede ser muy buena, pero el otro no será edificado.
18 Doy gracias a Dios de que hablo en lenguas más que todos ustedes,
19 pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para poder enseñar a los demás, que diez mil palabras en una lengua extraña.
20 Hermanos, no sean como niños en su modo de razonar. Sean como niños en cuanto a la malicia, pero en su modo de razonar actúen como gente madura.
21 En la ley está escrito: «Yo hablaré con este pueblo en otras lenguas y con otros labios, pero ni así me obedecerán, dice el Señor».
22 Las lenguas son una señal para los incrédulos, pero no para los creyentes; en cambio, la profecía no es una señal para los incrédulos, sino para los creyentes.
23 Imagínense a toda la iglesia reunida en un solo lugar, y que llegue alguien que sepa poco de la fe cristiana, o que sea incrédulo, y oiga a todos hablar en lenguas extrañas. ¿Acaso no pensará que ustedes están locos?
24 Pero si todos ustedes profetizan, y entra algún incrédulo o alguien que sepa poco de la fe cristiana, esa persona podrá ser reprendida y juzgada por todos ustedes;
25 así los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y esa persona se postrará ante Dios y lo adorará, y reconocerá que Dios está realmente entre ustedes.
26 Por lo tanto, hermanos, cuando ustedes se reúnan, tal vez cada uno tenga un salmo, una enseñanza, una revelación, un mensaje en lengua extraña, o una interpretación; pero todo deben hacerlo para la edificación.
27 Si se habla en una lengua extraña, que hablen dos, y hasta tres, pero que lo hagan por turnos, y que uno de ellos interprete lo que se diga.
28 Pero si no hay quien interprete, esa persona debe guardar silencio en la iglesia, y hablar para sí mismo y para Dios.
29 De la misma manera, que hablen dos y hasta tres profetas, y que los demás juzguen lo dicho.
30 Si alguien estando sentado recibe una revelación, el primero debe dejar de hablar;
31 así todos podrán profetizar por turno, a fin de que todos aprendan y sean exhortados.
32 El don de profecía debe estar bajo el control de los profetas,
33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,
34 en la congregación las esposas deben guardar silencio, porque no les está permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.
35 Si la esposa quiere aprender algo, que le pregunte a su esposo en su casa, porque no es apropiado que una mujer hable en la congregación.
36 La palabra de Dios, ¿se originó entre ustedes, o más bien solamente llegó a ustedes?
37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que les escribo son mandamientos del Señor;
38 pero si alguien no quiere reconocerlo, que no lo reconozca.
39 Así que, hermanos, procuren profetizar, y no impidan que se hable en lenguas extrañas,
40 siempre y cuando todo se haga decentemente y con orden.
La resurrección de los muertos
15
1 Además, hermanos, les anuncio el evangelio que les prediqué, que es el mismo que ustedes recibieron y en el cual siguen firmes.
2 Por medio de este evangelio serán salvados, siempre y cuando retengan la palabra que les he predicado. De no ser así, habrán creído en vano.
3 En primer lugar, les he enseñado lo mismo que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados;
4 que también, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día;
5 y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.
6 Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos aún viven, y otros ya han muerto.
7 Luego se apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles;
8 y por último se me apareció a mí, que soy como un niño nacido fuera de tiempo.
9 A decir verdad, yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol porque perseguí a la iglesia de Dios.
10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano, pues he trabajado más que todos ellos, aunque no lo he hecho yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pero ya sea que lo haga yo, o que lo hagan ellos, esto es lo que predicamos y esto es lo que ustedes han creído.
12 Pero, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes dicen que los muertos no resucitan?
13 Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
14 Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene sentido, y tampoco tiene sentido la fe de ustedes.
15 Entonces resultaríamos testigos falsos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido… ¡si es que en verdad los muertos no resucitan!
16 Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;
17 y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes no tiene sentido, y ustedes todavía están en sus pecados.
18 En tal caso, también los que murieron en Cristo están perdidos.
19 Si nuestra esperanza en Cristo fuera únicamente para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los hombres;
20 pero el hecho es que Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que murieron;
21 porque así como la muerte vino por medio de un solo hombre, también por medio de un solo hombre vino la resurrección de los muertos.
22 Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
23 Pero cada uno en su debido orden: en primer lugar, Cristo; y después, cuando Cristo venga, los que son de él.
24 Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, y haya puesto fin a todo dominio, autoridad y poder.
25 Porque es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies,
26 y el último enemigo que será destruido es la muerte.
27 Porque Dios sujetó todas las cosas debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas quedaron sujetas a él, es evidente que esto no incluye a aquel que puso todas las cosas debajo de sus pies.
28 Pero una vez que todas las cosas queden sujetas a él, entonces el Hijo mismo quedará sujeto al que puso todas las cosas debajo de sus pies, para que Dios sea el todo en todos.
29 Si en verdad los muertos no resucitan, ¿qué ganan los que se bautizan por los muertos? ¿Para qué bautizarse por ellos?
30 ¿Y por qué nosotros estamos a cada momento en peligro de muerte?
31 Hermanos, por el motivo de orgullo que tengo por ustedes en nuestro Señor Jesucristo, yo les aseguro que muero a cada instante.
32 Pero ¿de qué me serviría, desde el punto de vista humano, haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»!
33 No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres;
34 así que vuelvan en sí y vivan con rectitud, y no pequen, porque algunos de ustedes no conocen a Dios. Y esto lo digo para que sientan vergüenza.
35 Tal vez alguien pregunte: ¿Y cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?
36 No preguntes tonterías. Lo que tú siembras no cobra vida, si antes no muere.
37 Y lo que siembras no es lo que luego saldrá, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de algún otro grano;
38 pero Dios le da el cuerpo que quiso darle, y a cada semilla le da su propio cuerpo.
39 No todos los cuerpos son iguales, sino que uno es el cuerpo de los hombres, y otro muy distinto el de los animales, otro el de los peces, y otro el de las aves.
40 También hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero la gloria de los celestiales es una, y la de los terrenales es otra.
41 Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna, y otro el de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en su magnificencia.
42 Así será también en la resurrección de los muertos: Lo que se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción;
43 lo que se siembra en deshonra, resucitará en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder.
44 Se siembra un cuerpo animal, y resucitará un cuerpo espiritual. Porque así como hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual.
45 Así también está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser con vida»; y el postrer Adán, un espíritu que da vida.
46 Pero lo espiritual no vino primero, sino lo animal; y luego lo espiritual.
47 El primer hombre es terrenal, de la tierra; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
48 Semejantes al terrenal, serán también los terrenales; y semejantes al celestial, serán también los celestiales.
49 Y así como hemos llevado la imagen del hombre terrenal, así también llevaremos la imagen del celestial.
50 Pero una cosa les digo, hermanos: ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios, y tampoco la corrupción puede heredar la incorrupción.
51 Presten atención, que les voy a contar un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados
52 en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final. Pues la trompeta sonará, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53 Porque es necesario que lo corruptible se vista de incorrupción, y lo mortal se vista de inmortalidad.
54 Y cuando esto, que es corruptible, se haya vestido de incorrupción, y esto, que es mortal, se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «Devorada será la muerte por la victoria».
55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
56 Porque el pecado es el aguijón de la muerte, y la ley es la que da poder al pecado.
57 ¡Pero gracias sean dadas a Dios, de que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
58 Así que, amados hermanos míos, manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor, seguros de que el trabajo de ustedes en el Señor no carece de sentido.
La ofrenda para los santos
16
1 En cuanto a la ofrenda para los santos, hagan lo que les ordené a las iglesias de Galacia.
2 Cada primer día de la semana, cada uno de ustedes ponga algo aparte, según lo que haya ganado, y guárdelo, para que no se tengan que recoger las ofrendas cuando yo esté allá.
3 Y cuando llegue, enviaré a aquellos que ustedes hayan designado por carta, para que lleven la ofrenda de ustedes a Jerusalén.
4 Si acaso es conveniente que yo también vaya, ellos irán conmigo.
Planes de Pablo
5 Tengo que pasar por Macedonia. Así que luego de pasar por allí iré a visitarlos
6 y tal vez me quede algún tiempo con ustedes, o pase allí el invierno, para que me ayuden a seguir mi camino, cualquiera que éste sea.
7 Porque esta vez no quiero verlos solamente de paso, sino que espero quedarme con ustedes por algún tiempo, si el Señor así lo permite.
8 Pero me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés;
9 porque, aunque hay muchos que están en contra de mí, se me ha presentado una gran oportunidad para el trabajo.
10 Si llega Timoteo, asegúrense de que se sienta cómodo entre ustedes, porque él hace la obra del Señor lo mismo que yo.
11 Por tanto, que nadie lo menosprecie; al contrario, ayúdenlo a seguir su camino en paz, para que se reúna conmigo, pues estoy esperándolo junto con los hermanos.
12 En cuanto al hermano Apolos, le insistí mucho que fuera a visitarlos junto con otros hermanos, pero esta vez no hubo manera de convencerlo; sin embargo, lo hará cuando tenga oportunidad.
Salutaciones finales
13 Manténganse atentos y firmes en la fe; sean fuertes y valientes.
14 Háganlo todo con amor.
15 Hermanos, ustedes ya saben que la familia de Estéfanas fue el primer fruto de Acaya, y que ellos se han dedicado a servir a los santos.
16 Les ruego que se sometan a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan.
17 Me alegré mucho de que hayan venido Estéfanas, Fortunato y Acaico, pues ellos han suplido la ausencia de ustedes,
18 ya que han fortalecido mi espíritu y el de ustedes. Lleven en cuenta a personas como ellos.
19 Reciban los saludos de las iglesias de Asia. También de Aquila y Priscila, y de la iglesia que está en su casa, los cuales les envían muchos saludos en el Señor.
20 Reciban saludos de todos los hermanos; y ustedes, salúdense unos a los otros con un beso santo.
21 Yo, Pablo, les escribo este saludo de mi puño y letra.
22 Si alguno no ama al Señor, quede bajo maldición. ¡El Señor viene![a]
23 Que la gracia del Señor Jesucristo sea con ustedes,
24 lo mismo que mi amor por ustedes en Cristo Jesús. Amén.