Capítulo 5 

  

NO —Sapphira respondió con demasiada rapidez y se encontró una vez más con la sonrisa de Thane. Pensó que él tenía razón, tenían que tratar el tema de dónde iba a vivir en el futuro y una taberna tranquila sería un buen lugar para hacerlo. Sabía que no debería abusar de la hospitalidad de Loma. Podrían llegar a un acuerdo en el que ella aceptara menos de lo que él le había ofrecido en los tribunales. 

—¿Y bien? Podríamos hacer que al mismo tiempo fuera una cena de celebración —sugirió Thane. 

—¿Te refieres a brindar por el fin de nuestro matrimonio? —se sentía como si él le hubiera atravesado el corazón con una espada. Sin embargo, su matrimonio había estado agonizando durante años... 

—Eso sería falso, ágape mou, —comentó Thane—, puesto que todavía eres mi mujer, a pesar de que quisieras lo contrario. 

—¡Sólo formalmente! —aseguró Sapphira. 

—No obstante, todavía eres mi mujer y la madre de mis hijos, ¿no es así, Sapphira? —no esperó su respuesta—. Tal vez valga la pena celebrar eso... pero no, la celebración en la que estaba pensando era la de tu cumpleaños. 

—¿Mi...cumpleaños? —nunca antes se había sentido tan estúpida como en ese momento por haberse olvidado de su cumpleaños. Sin embargo, tenía una excusa, pues aparte del trauma causado por los sucesos recientes, en Grecia no se celebraban los cumpleaños, sino s días del onomástico. 

—Me olvidé —confesó Sapphira. 

—Es fácil de olvidar, en especial, porque las tarjetas de felicita—5n de Inglaterra deben de estar esperándote ahora mismo en Ketna. Como yo te privé del placer de recibirlas el día de tu cumpleaños, lo menos que puedo hacer es ofrecerte una buena cena servida n un excelente vino. A no ser, por supuesto, que mi compañía te resulte repulsiva. 

A pesar de que le resultaba imposible vivir con él, su compañía i le era repulsiva. Se dijo que era Thane el que la encontraba repulsiva a ella. El recuerdo de la última vez que compartió su cama, pasó por su mente. Demasiado herida siquiera para intentar decir la mentira, hizo un gesto con las manos. 

—Supongo que necesitamos hablar sobre el futuro —indicó. 

—Entonces, vendré a buscarte. Ya le he dicho a Spiridoula que regresaremos tarde. 

Tan pronto como Thane salió de la habitación, Sapphira se tomó a ducha deseando que el agua pudiera borrar el efecto que él le había causado. Había habido cierta frialdad en el tono aparentemente—cortés de Thane cuando le preguntó si había dormido bien, como adivinara que el descansar una vez más en la cama donde ambos habían encontrado tanta satisfacción, intensificaba la sensación de cío que la acompañaba durante todos esos días. ¡El precio que le había estado pidiendo pagar por esos últimos días era muy alto! 

Salió de la ducha y se secó con energía para aliviar la tensión de s músculos. Recordó lo entusiasmada que estuvo cuando se enteró—de que iba a tener mellizos y cómo ese entusiasmo se nubló por mala salud y la ansiedad que siguió a la operación de cesárea, el tener que estar confinada en la unidad de cuidados intensivos. 

Fue al volver a casa cuando se enteró de que Thane había contratado a Spiridoula como enfermera y niñera. Temerosa por la salud de sus hijos y todavía un poco deprimida, le molestó la presencia de la joven griega. Pensó que la chica estaba allí porque ella resultaba inadecuada, en particular, porque no había podido alimentar a los niños en persona. 

Sapphira había exigido que los pequeños compartieran la habitación principal con sus padres, para que ella pudiera supervisarlos durante las veinticuatro horas, pero Thane se negó a ello. 

—¿No comprendes, Sapphy, que todavía estoy luchando por establecer firmemente el negocio? Es una industria en desarrollo y tenemos que lanzarnos a por todas o nos hundiremos. No necesito dormir mucho, pero sí que nadie interrumpa mi sueño... de lo contrario, terminaremos en la bancarrota. 

—¡Eres un ser duro y egoísta! —había acusado Sapphira—. Son tus hijos... tu responsabilidad. ¡Apenas te ven! 

—Yo cumplo con esa responsabilidad al ganar dinero para mantenerlos —había respondido Thane. En ese momento Sapphira se había preguntado si sería posible amar y odiar a un hombre al mismo tiempo—. Sé razonable, Sapphy. Los dos los queremos, pero tu amor es obsesivo. Pasas todas las horas del día con ellos y Spiridoula duerme en la habitación contigua, con la puerta abierta. Si ellos se inquietan, ella sabe que puede llamarnos de inmediato. 

—¡Si es así como piensas, voy a pedir que coloquen una cama en la habitación de los niños para poder dormir allí! —había insistido Sapphira. 

Si Thane se lo hubiera prohibido, quizá su relación no se había deteriorado tanto, pero no se lo impidió y Sapphira continuó adelante con sus planes. Después, las discusiones entre ellos cada vez fueron mayores, suscitándose por trivialidades. Debido a su falta de tacto, al final no había un beso de reconciliación o un gesto cariñoso. Sapphira fue perdiendo vitalidad. Odiaba el ser en que se había convertido, pero no encontraba ni la energía ni la fuerza de voluntad suficientes para cambiar la situación. 

Pensativa, Sapphira se dispuso en ese momento a aplicarse un poco de crema, para protegerse convenientemente la piel. 

Nadie había sido más consciente que ella de su terrible apariencia, ni nadie estuvo más dolido cuando Thane empezó a acudir en compañía de Angélica Andronicos a las reuniones sociales a las que Sapphira se negaba a asistir con él. 

Tenían entonces los niños año y medio de edad, cuando ella le echó en cara ese acto de traición. 

Thane se estaba colocando sus gemelos de oro, cuando Sapphira entró en la habitación que ya no compartía con él y le preguntó: 

—Si tienes que ir, ¿por qué no lo haces solo? 

—¿Quieres privarme de toda compañía femenina? —preguntó Thane—. Angélica, como sabes, es la hermana de mi codirector, así como secretaria de la compañía. No sólo es hermosa y simpática, sino también una buena amiga, cuya compañía valoro. 

Todavía en ese momento, Sapphira podía recordar cómo la habí—in herido aquéllas palabras. 

—¿Tanto en la cama como fuera de ella? —había preguntado Sapphira para advertir un momento después cómo Thane apretaba a mandíbula en un gesto de ira mal contenida. 

—Como tú ya no deseas compartir mi cama, tu interés por quién lo haga resulta impertinente —le había respondido Thane—. ¡No tengo intención de darte una lista! Sin embargo, no volverás a decir eso sobre Angélica o lo lamentarás. Como no deseas acompañarme en una ocasión como la de esta noche, ni eres la mujer adecuada para hacerlo, 10 hablarás mal de la mujer que ha ocupado tu lugar. ¿Entendido? 

Como respuesta, después de mirar a su alrededor, había cogido el despertador con la intención de lanzárselo a la cara. Thane lo había esquivado, pero no por completo; empezó a sangrar por una ceja. Aterrada y avergonzada por su acción, Sapphira había salido luyendo del dormitorio. Esa había sido la única manera en que pudo desahogar toda su frustración y depresión, una depresión que a había acompañado todos los días destruyendo el orgullo que una vez había sentido por sí misma. 

Thane no regresó esa noche y ella permaneció sentada sola en la ¡ala. Echó de menos la compañía de Abby, David y sus padres, Thane nunca la había amado; eso fue lo que pensó aquella noche. Al menos, se dijo, estaba preparada para admitir la verdad. Víctima le la provocación inmadura de ella misma, y también de su propia naturaleza sensual, Thane se había casado simplemente obligado por su sentido del honor, por haber tomado su virginidad... y haber  sido sorprendido en el proceso. 

  

Después de terminar de aplicarse la crema, entró en la habitación y eligió ropa interior de seda y encaje y un vestido de algodón. 

Una semana después del amargo encuentro con Thane, siguió recordando, había quedado sorprendida y entusiasmada cuando Abby se presentó un día ante su puerta y les anunció que pretendía pasar con ellos parte de sus vacaciones de verano, si era bienvenida. 

 

En ese momento, Sapphira dudó que Thane aceptara a un miembro de su familia en su casa, pero se equivocó, pues su marido dio la bienvenida a su hermana con los brazos abiertos... literalmente. 

En ese momento decidió que debía dejar de torturarse de esa manera. Si había existido alguna oportunidad de salvar su matrimonio, todo eso quedó atrás. Pensó que si Thane no hubiera encontrado consuelo en su hermana, lo habría encontrado en otra mujer. Hacía mucho tiempo que Abby había vuelto a Inglaterra, pero... ¿acaso Thane no seguía viendo a Angélica Andronicos? 

Sapphira decidió que de alguna manera se obligaría a enfrentarse a los resultados de aquel error trágico que ambos cometieron. 

Sapphira estaba contemplando a sus hijos, que dormían plácidamente, antes de bajar para ver a Thane, cuando lo oyó entrar en la habitación. 

—Encantadores, ¿no te parece? —comentó Thane con voz dulce poniendo un brazo sobre los hombros de Sapphira. 

—Sí —respondió Sapphira y al ver su rostro, reconoció el orgullo y el amor que sentía por sus hijos. ¿Cómo mirar alguna vez que él no los quería? La miró con tristeza por un momento. Su mirada tenía tal poder de atracción, que le resultó imposible desviar la vista. 

—Dime, Sapphy... ¿valió la pena todo tu sufrimiento? 

Antes de responder, Sapphira recordó la toxemia, la cesárea, las semanas de interminable tormento cuando temió por la vida de sus hijos. 

—Por supuesto —respondió Sapphira y se encogió al sentir que la mano de Thane se cerraba sobre su brazo. 

—¿Ya estás listas? —Thane advirtió la respuesta de la joven y la soltó. 

—Supongo que sí —Sapphira había elegido para esa noche un vestido de algodón con un estampado en tonos gris y fucsia, con escote en forma de pico y la falda amplia. Llevaba unas sandalias con tacones, de color gris. Se dio cuenta de que Thane la miraba intensamente al bajar la escalera. 

Tensa, esperó algún comentario sarcástico por haberse arreglado tanto para la ocasión, pero él no dijo ni media palabra sobre el vestido o el maquillaje. Thane le abrió la puerta principal. Sapphira le agradeció que al menos no la criticara. 

—Pensé que podíamos ir a Vassili's —le comentó Thane—. No es probable que haya mucha gente, pero de cualquier manera, le pedí a Vassili que nos reservara una mesa con vistas al mar. Quizá ya conozcas esa taberna. 

—No —indicó Sapphira. Se tensó cuando él la cogió del brazo. 

—Pues entonces descubrirás que esa taberna está por encima de las demás. Tiene algunas especialidades que no encontrarías en ningún restaurante. 

—Me gustaría conocer ese lugar —comentó Sapphira con cortesía y se dirigieron hacia la taberna de Vassili. 

La taberna era muy diferente de las otras de la isla. Las mesas tenían manteles de tela y estaban decoradas con pequeños jarros con flores. El propietario se acercó a recibirlos. 

—Vassili lleva aquí apenas un año; sin embargo, tiene una clientela muy selecta —manifestó Thane, al advertir la sorpresa de Sapphira—, en especial entre los propietarios de yates. Te sorprendería lo lejos que puede llegar a viajar la gente para saborear el filete Diane de Vassili o la langosta thermidor. 

Dos horas después, Sapphira comprendió por qué la taberna tenía tanta clientela. La cena consistió en marisco con crema de queso, filete, una ensalada griega y crepés Suzelíe. Todo ello regado con un excelente vino seco de Creta. 

Sapphira temía empezar a discutir con Thane, pero comprendió que al menos allí en la taberna, no lo harían, como era característico en sus recientes encuentros. 

Empezó a relajarse cuando comprendió que lo que él iba a decirle esperaría hasta la llegada del café y la copa. Tuvo que admitir que la atmósfera era perfecta: la brisa tibia, el cielo claro con una media luna brillante que iluminaba el mar oscuro y la suave música de fondo. 

Decidió que ese no era un ambiente adecuado para unos ex amantes. Advirtió que Thane había disfrutado mucho con la comida y que parecía muy relajado. Resultaba obvio que no apreciaba la ironía de aquella situación. 

—¡Oh! —exclamó Sapphira, cuando las luces se apagaron de pronto y las mesas sólo quedaron iluminadas por la luz de las velas. Miró hacia la cocina, al oír los aplausos que procedían de las otras mesas. 

Vassili apareció triunfante con una copa llena de fruta y helado, decorada con adornos luminosos. Atravesó la sala y se dirigió hacia Sapphira. 

—¡Felicidades, kyria —dijo Vassili colocando la copa delante de la joven—. ¡Qué viva cien años! Reciba usted nuestras más cálidas felicitaciones. 

—Oh, pero no puedo... —horrorizada por el tamaño del postre que le ofrecían, empezó a protestar, pero se detuvo en seco cuando las luces se encendieron de nuevo y vio la desilusión que se reflejaba en el rostro de Vassili—. ¡Qué maravillosa sorpresa! No tengo palabras para agradecérselo... ¡Tiene una apariencia magnífica! 

—Cuatro clases de helado, cerezas, melón... —le informó Vassili—. ¡Es un postre célebre! 

—Estoy segura de que lo es —comentó Sapphira y sonrió a Vassili. Al notar que Thane parecía muy divertido, añadió—: Tal vez podría traer otra cuchara, Vassili. ¡Esta creación merece ser compartida! 

—De inmediato, kyrie —chasqueó los dedos y dio la orden a un camarero que pasaba. Cuando le llevaron la cuchara, se la tendió a Thane—. Que disfruten de su celebración. 

—Touché —dijo Thane—. Sabes que no soy muy aficionado a los helados. 

—¡Y tú sabes que yo no tengo mucho apetito! —se defendió Sapphira—. Fue culpa tuya que él se enterara de que hoy es mi cumpleaños... nadie más pudo habérselo dicho. 

Thane encogió los hombros. 

—Yo se lo mencioné cuando reservé la mesa —admitió Thane—. Pensé que eso nos daría un tratamiento preferente. Debo admitir que me olvidé de su escandalosa manera de celebrar los aniversarios entre su clientela. 

—Es encantador... el único problema es que debió de haberse presentado con la sorpresa antes de que pidiera el postre —opinó Sapphira. 

—¿Y perderte los crepés Suzette? —preguntó Thane—. Bueno, no debemos ofenderlo, supongo que tendré que ayudarte a comerlo —hundió la cuchara en la mezcla de fruta y helado y lo probó—. Está delicioso. Pruébalo —y le ofreció una cuchara. 

Sapphira dudó por un momento, consciente del desafío existente en ese gesto. ¿Qué daño podía haber al concederle esa pequeña victoria? Obediente, abrió la boca y cerró los ojos al sentir la cuchara en la lengua. 

—Delicioso —murmuró Sapphira al recuperar el aliento. Por la mirada risueña de Thane, comprendió que había quedado satisfecho con su respuesta. Entre los dos, pudieron terminar la copa de fruta y helado. 

—Hacía mucho tiempo que no compartíamos un postre juntos, ¿no te parece, Sapphira? —Thane colocó su cuchara en el plato, junto a la copa—. Tal vez sea el último que compartamos, lo cual me hace recordar que tengo algo para ti —ella apartó la mirada y parpadeó, en un esfuerzo por reprimir las lágrimas. En el pasado habían vivido días maravillosos... si Thane la hubiera amado tanto como ella lo amó...—. Sapphira... 

—¿Sí? 

—Es un pequeño regalo, para felicitarte por tu cumpleaños y para decir sto kalo —le entregó una cajita. 

La frase que él había escogido tenía un significado muy especial en griego. Se empleaba principalmente para las despedidas definitivas y quería decir: «A donde quiera que vayas, que encuentres siempre algo bueno». 

El no aceptar el regalo sería ofensivo, pero Sapphira recordó un antiguo adagio que decía: «Temo a las guijas, incluso cuando regalan cosas», ¿Qué nueva humillación le tenía preparada? 

Como si Thane le hubiera leído el pensamiento, añadió: 

 —¡Tómalo, Sapphira! 

En silencio, ella aceptó la cajita y la abrió. Era un hermoso huevo de porcelana azul de Paros, con un diseño en relieve en el que aparecía Cupido con el arco en la mano y la aljaba a la espalda. 

Era una pieza de coleccionista. Cuando Sapphira tenía quince años, había ahorrado hasta el último céntimo para comprar una pieza similar de porcelana de Limoges. Todavía era una de sus posesiones que más apreciaba... y él lo sabía. 

—¡Es exquisita! —exclamó Sapphira colocándosela en la palma de la mano. Sintió una tristeza profunda que no quiso analizar. 

—En mi país, un huevo simboliza una nueva vida... un nuevo comienzo. Me alegro de que te haya gustado —comentó Thane. Llamó al camarero para que le llenara de nuevo la copa de brandy—. Ahora, a los negocios, Sapphira —esperó hasta que el camarero se hubo alejado después de llenarle la copa—. Decidí romper por completo con el pasado. Tengo la intención de vender Villa Andrómeda. 

—¡Oh, no! —exclamó Sapphira sin poder evitarlo. Al instante, se cubrió los labios con una mano. Siempre había imaginado que los mellizos vivirían en aquella casa, que gozarían de sus espaciosas habitaciones, que jugarían en los jardines que ella misma había cuidado. La casa había sido diseñada para un millonario estadounidense y salió al mercado poco después de que se casaron ellos, cuando el anterior dueño tuvo que regresar a Estados Unidos. 

Sapphira se enamoró de la casa a primera vista y durante el primer año de su matrimonio disfrutó añadiéndole un toque personal. 

Después de un momento, Sapphira preguntó: 

—¿En realidad tienes que hacerlo? 

—Como tengo que proporcionarte una residencia separada, me temo que no tengo otra opción. Además, sólo son tabiques y cemento, que un arquitecto colocó con algo de gracia. Es verdad que antes me parecía el séptimo cielo... pero eso fue simplemente una ilusión que ambos sufrimos por aquel entonces. 

—¡Yo necesito muy poco! —aseguró Sapphira. En su angustia, se inclinó sobre la mesa hacia él—. Puedo arreglármelas con un par de habitaciones, ahora que te cedí la custodia de Victoria. Dame un poco de tiempo y conseguiré un empleo para mantenerme... 

—Estás diciendo tonterías —replicó Thane—. Aparte de tus derechos en el capítulo económico, tienes derecho a tener a los dos niños contigo, de vez en cuando. Por el bien de ellos, tendrás que vivir en un lugar adecuado. 

—Nunca se me ocurrió pensar en eso —admitió Sapphira con franqueza. Lo único que deseó fue alejarse de Thane, y nunca llegó a plantearse esa posibilidad. 

—Tal vez tarde algún tiempo en encontrar un comprador —comentó Thane—. Después de todo, es una propiedad grande y el mercado de propiedades aquí es muy diferente del de Inglaterra. Le he pedido a un agente inmobiliario que busque un lugar adecuado para ti, temporalmente. Con un poco de suerte, cuando regresemos a Kethina ya lo habrá encontrado. 

—No has debido molestarte —indicó Sapphira—. Loma está contenta de compartir conmigo su apartamento, hasta... 

—¡Pero yo no! —la interrumpió Thane—. Esa bruja te hechizó cuando estuviste en el hospital. Se aprovechó de que te negabas a verme para envenenarte la mente... y lo ha seguido haciendo desde entonces. 

Sapphira se dijo que Thane no podía estar más equivocado, sin embargo, nada que ella dijera en defensa de Lorna podría convencerlo de lo contrario. 

—¿Y crees que mi mente no estaba ya envenenada después de sorprenderos a ti y a mi hermana abrazados? 

Thane murmuró unas palabras en su idioma, lo cual hizo que varias cabezas se volvieran hacia ellos y lo miraron con una mezcla de diversión y asombro. Se puso de pie. 

—Creo que ya debemos irnos —comentó Thane. Metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de dracmas. 

Después se volvió para partir, y a Sapphira no le dejó más opción que seguirlo. Una vez afuera, la joven tropezó con una piedra y estuvo a punto de caer. Él la sujetó por el brazo. De inmediato, ella lo rechazó. 

—¡Theos mou! —le apretó con fuerza el brazo—. ¿Siempre tienes que reaccionar como si estuviera a punto de violarte? 

Sapphira luchó por controlar el temor e ira que hacían que la sangre le hirviera en las venas. 

  

—Prefiero que no me toques —murmuró Sapphira. Thane la atrajo hacía sí, sin prestar atención a su protesta. 

—¿Por qué todavía tengo la sensación de que quieres rebelarte? ¿Quieres abandonar a tus hijos, darle la espalda por completo a este episodio de tu vida? —le preguntó con voz ronca, muy cerca de su oído; de repente la hizo recordar tiempos felices—. ¡Desearía tener derecho para hacerte confesar la verdad! 

—¡No! ¡Nunca te he mentido! —al sentirse tan cerca de Thane, su dominio de sí misma empezó a desmoronarse—. De cualquier manera, eso no es asunto tuyo. Ya no tienes ningún control sobre mí. 

—Creo que ninguno de los dos se cree eso en realidad —indicó Thane. Deslizó los dedos con sensualidad por su brazo—. ¿Lo ponemos a prueba? —deslizó las manos hasta los hombros y le besó en la boca. Fue un beso duro que despertó la pasión en el cuerpo de la joven. Cuando al fin se apartó, Thane le dirigió una mirada helada, sin demostrar compasión o pesar alguno por haberla humillado de esa forma—. Si piensas entregarme a la policía por romper el acuerdo, te lo advierto... diré que me provocaste. 

—¿Hay algo más de lo que quieras hablar? —preguntó Sapphira con forzada calma—. Si no es así, me gustaría volver ahora mismo. 

—Por supuesto —la mirada de Thane quedó fija en el rostro ruborizado de Sapphira—. Ya he terminado lo que vine a hacer aquí, por lo tanto, no tiene sentido permanecer en la isla. Te agradeceré que le des instrucciones a Spiridoula para que esté lista para mañana al mediodía.