La obra gráfica de Baqués siempre ha dejado trasver un fondo profundo, fuertemente sensibilizado, cargado de imaginación y fuerza surreal. Esta potencia artística que cualquiera de sus creaciones acusa con notoriedad, procede tanto de su misma personalidad como de su refinada sensibilidad. De aquí que no haya parado la fuerza creativa de su espíritu, en la simple creación gráfica. Baqués ha procurado expresar la fuerza de sus contenidos con todas las técnicas y procedimientos que las clasificaciones artísticas han deslindado como pintura, esculturo-pintura, grabado, fotografía, rompiendo barreras ajenas a la auténtica creación. En cada una de estas notas Baqués es el mismo, las constantes poetizantes, cachemirescas, evanescentes, permanecen invariables. Las técnicas son sencillamente distintos modos de expresión de una misma manera de hablar, de ejecutar la transmisión. Si en su grafismo la fuerza del color nos resulta viva, locuaz, llamativa —por exigencias evidentes del poder de imagen— en sus grabados pintados o en sus dibujos coloreados los valores, la gradación tonal, serán nítidamente valorados desde el simple difuminamiento al lapicero, a la penetrante y opaca masa de óleo. Este tecnicismo pulquérrimo, amador de la técnica y de lo minucioso, del hacer manual en general, le sirve para transportarnos a un mundo de tangible idealidad donde aúna la carga romántico-afectiva de su querencia por las biologías, los cristales coloreados, las alas de mariposa o las viejas ermitas. Su capacidad de fabulación de lo irreal dotan a todo ello de esa nota tan particular como acentuada que nos hace descubrir en cualquiera de sus plurales quehaceres unas comunes constantes, originales, novedosas y logradas que manifiestan una misma mano creadora y un mismo espíritu: el de Baqués.

 

Daniel Giralt-Miracle

 

Barcelona, Octubre 1969.