PRÓLOGO
LOS NEBULA: ¿NUBES ENTRE LAS ESTRELLAS?
Ben Bova
Lo mejor de los Nebula.
La crème de la crème.
Esta antología contiene, sin lugar a dudas, los mejores relatos de ciencia ficción publicados entre 1965 y 1985, según lo han juzgado los miembros de la Sociedad Norteamericana de Escritores de Ciencia Ficción (Science Fiction Writers of America), organización de escritores profesionales de este género.
Si usted es estudiante o profesor de ciencia ficción, seguidor del género o profano en él, laborioso escritor novel o bibliotecario especializado, esta antología le brindará los mejores relatos de los escritores más prominentes que han adornado el género en las tres décadas pasadas.
A partir de 1965, la SFWA ha concedido anualmente los premios Nebula a los mejores relatos del año, según los votos de sus miembros. De esta forma, se considera que el Nebula es el galardón más prestigioso y anhelado dentro de la ciencia ficción, ya que lo otorgan los mismos escritores del género. Sólo se puede comparar con el Hugo, que confieren los aficionados en la convención mundial de ciencia ficción que se realiza cada año.
Sin embargo, hay quienes contemplan con ojos escépticos tales distinciones y los procedimientos mediante los cuales se otorgan. La pregunta sería si esta analogía contiene realmente lo mejor que la ciencia ficción ha producido durante veintiún años…
En otras palabras, ¿qué representa realmente un Premio Nebula?
Para un astrónomo, una nebulosa (nebula, en inglés) es una nube de gas o de polvo que se encuentra en el espacio abierto, entre las estrellas. Algunas brillan intensamente, otras son oscuras y empañan las estrellas que se hallan por detrás. Y aquí podría haber un paralelo. Los cínicos sostienen que los premios como el Nebula jamás recaen en los mejores autores del año. En cambio, suelen concederse a relatos que destellan con brillo ficticio, pero que poseen poca sustancia. Se quejan de que, a menudo, los premios oscurecen obras superiores que no llegaron a obtener el trofeo.
Muchos escritores y críticos del género denuncian que los premios sólo son el resultado de un juego interno de intereses políticos, influencias de personalidades renombradas y alcahueterías; el producto de cábalas, campañas y camarillas. Sin embargo, pocos de ellos se han negado a aceptar una condecoración cuando se presentó en su camino.
Uno de los objetivos que me propuse con esta antología fue examinar la situación y determinar si los relatos ganadores de premios representan realmente las mejores obras del género, así como sondear si los galardones se basan en auténticos méritos literarios o en la fama personal de los escritores.
Método: cómo se realizó la votación
Para crear esta antología, solicité a los miembros de la SFWA que votaran las mejores obras entre aquellas que habían ganado el Premio Nebula entre 1965 y 1985; es decir, las que consideraban más sobresalientes entre las galardonadas.
En la tabla que sigue al prólogo encontraréis las obras que obtuvieron el Nebula en esos veintiún años.
El método fue directo: envié por correo una lista de todos los ganadores del Nebula a los 874 miembros estadounidenses y canadienses de la SFWA, y les pedí que eligieran los relatos que consideraban mejores. (El número de miembros extranjeros de la SFWA es demasiado reducido para tener efecto relevante en la votación). La lista de obras se dividió en cuatro categorías —al igual que los premios anuales—, según la extensión de los relatos: novela, novela corta, relato y relato corto. Cada miembro de la SFWA tenía que elegir cinco obras de cada categoría y ordenar sus cinco votos según su preferencia. En las categorías de novela y novela corta había veintidós participantes, pues en ambas categorías se produjo un empate en determinado año. Sólo hubo veinte candidatas en la categoría de relato, porque en 1970 el Premio Nebula se consideró desierto en ese grupo.
Casi de inmediato se produjo una controversia. Algunos escritores se opusieron a la idea misma de una antología, alegando que escoger las mejores obras entre las laureadas con el Nebula implicaba reconocer que había «peores» ganadoras. Así, todos los relatos que no reunieran suficientes votos para figurar en esta antología se considerarían obras de segunda categoría, y su «nebulosidad» recibiría un baldón para siempre. Me fascinó observar que ninguno de los que objetaron me comunicó sus quejas a mí, de ningún modo. Ni por correo, ni por teléfono, ni en una confrontación personal, aun cuando nos encontramos en convenciones de ciencia ficción más de una vez durante el tiempo en que se realizó la votación. Me enteré de las objeciones por segundas personas y decidí ignorarlas.
Estuve de acuerdo con su razonamiento, mas no con la conclusión. Es cierto: formar una antología con los «mejores Nebula» implica que los relatos descartados gozan de menos estima entre los miembros de la SFWA que las obra seleccionadas. Ninguna persona sensata podría sostener o creer que cada uno de los relatos laureados con el Nebula es exactamente tan bueno o bello como los demás. Desde luego, habrá algunos que gusten más. Si dentro de diez años realizáramos otra encuesta, veríamos que las opiniones habrían cambiado.
De modo que quisiera concretarlo: esta antología representa lo mejor de los relatos galardonados con el Premio Nebula entre 1965 y 1985, en opinión de los miembros de la SFWA, según lo votado durante el verano de 1987.
Lamento mucho si algunos autores se sienten menospreciados, o si determinados lectores tienden a dejar de lado los relatos laureados con el Nebula que no figuren en esta antología, pero no puedo hacer nada para evitarlo. Cualquier premio anual representa los relatos que, en determinado año, se consideraron sobresalientes. Y esta antología representa los relatos más meritorios entre todos los premiados durante un lapso de veintiún años.
Resultado: cómo se contaron los votos
Para contar los votos y analizarlos, tuve la fortuna de valerme de los servicios de Galileo Marketing Systems, de Albany, Nueva York. Debo agradecer la generosidad del fundador y presidente de Galileo, doctor Joseph Woelfel, y de algunos de sus miembros, entre ellos el vicepresidente Peter Semenza, Scott R. Danielsen y Gregory B. Newby.
GMS es una institución pionera en la técnica de sondeos de opinión que se conoce como «escalamiento multidimensional». Es un método complejo que permite extraer información significativa de investigaciones y encuestas. Según un estudio realizado por el doctor Woelfel, quien ocupa el cargo de profesor de Comunicaciones en la Universidad del Estado de Nueva York, Albany, la técnica del Instituto Galileo se ha utilizado en campañas políticas y publicitarias en toda la nación y en el extranjero.
Los votos se contaron de forma directa. Analizarlos fue tarea más compleja.
De los 874 formularios enviados, regresaron 328 con respuestas. El muestreo fue, por ende, ligeramente superior al 37 por ciento, es decir, dentro de los límites que en estadística se consideran relevantes. En otras palabras, los votos considerados representaban adecuadamente las actitudes de los miembros de la SFWA.
Las respuestas se contaron de tres modos distintos, y los resultados se compararon entre sí.
Primero, la GMS contó los votos que cada relato recogió para el primer lugar en su categoría, para el segundo lugar, y así sucesivamente.
Segundo, se contó el número total de votos que recibió cada obra, ya fuese para el primer lugar o para el quinto.
Tercero, se asignó una puntuación a los votos: cinco puntos para el primer lugar, cuatro para el segundo, y así hasta el quinto puesto, al que se atribuyó un solo punto.
Para elegir a los ganadores, se compararon las tres mediciones, con la esperanza de que no hubiera grandes discrepancias entre una y otra. No las hubo. En cada categoría, la votación resultó lo suficientemente clara, fuera cual fuere el modo en que se la examinara: por rango, por votos totales, o por puntuación.
No me formé prejuicios sobre la cantidad de obras que debían seleccionarse para cada categoría. Dejé que los votos me lo dijeran. No planeé de antemano restringir la antología a un número determinado de novelas, novelas cortas, relatos y relatos cortos. El número de obras que escogiéramos dependería de la votación. En cada grupo, los especialistas de la GMS y yo buscamos el lugar donde se producía una brecha notoria entre los votos que recibía una obra y la siguiente. Buscamos un «alto en la acción», como dicen los comentaristas deportivos.
Los votos revelaron que, entre las obras de 1965 y las de 1985, los escritores de la SFWA habían elegido como mejores relatos diez novelas, seis novelas cortas, seis relatos y nueve relatos cortos. En cada categoría, los votos de estas obras se concentraron de tal modo que resultó imposible abreviar la lista, pero la diferencia de votos que hubo entre el noveno y el décimo cuento, por ejemplo, fue lo bastante clara para saber que allí debíamos trazar una línea divisoria.
Popularidad: el tributo a la fama
En la votación participaron obras de cincuenta y un autores, si bien casi la mitad de ellos (veintiuno) figuraban representados por más de una obra. Ocho se presentaban con tres o más títulos, encabezados por el prolífico Robert Silverberg, quien ha recibido el Nebula en cinco ocasiones.
Sin lugar a dudas, el escritor más popular fue Harlan Ellison, cuyos tres relatos recogieron un total de 414 votos. Ursula K. Le Guin obtuvo 326 votos para sus tres obras, y Silverberg, 321 por sus cinco títulos.
El número más alto de votos por obra, 170, fue para Dune, de Frank Herbert, que estaba representado por este único título. Ellison salió segundo, con un promedio de 138 votos por relato. Daniel Meyes obtuvo el tercer lugar, con 126 votos para su única obra que participaba, la novela Flores para Algernon.
De los 328 formularios presentados, sólo 39 (el 12%) no votaron más que una vez por ningún autor. 56 (el 16%) votaron por dos relatos de un mismo autor, y 59 (el 17%) votaron por tres o más obras de un mismo escritor. La mayoría (el 47%, es decir, 157 votantes) optó por dos o más títulos de dos o más autores. Casi un tercio de ellos votaron por dos o más obras de tres autores, y algunos escogieron dos o más títulos de cinco escritores.
¿Estamos ante un caso de «voto al nombre»? ¿Acaso los votantes eligieron a los nombres famosos, o escogieron los relatos porque sentían que cada obra era la mejor entre las que se presentaban? En los párrafos siguientes me extenderé sobre este tema.
Criterio de los votantes: la verdad y sus consecuencias
Además de enunciar los relatos escogidos, se pedía a cada miembro de la SFWA que escribiera unas líneas sobre el criterio que había utilizado en la selección de las obras. Detrás de las dos páginas donde se mencionaba los relatos laureados con el Nebula, el formulario incluía una tercera página con las siguientes tres preguntas, y el espacio suficiente para responderlas sucintamente:
- ¿Cuántas veces participó usted en la votación de los premios Nebula?
- ¿Qué criterio empleó cuando seleccionó las obras que debían recibir el galardón?
- ¿Posee distintos criterios cuando se trata de novelas, novelas cortas, relatos y relatos cortos? En caso afirmativo, ¿cuáles son?
El equipo Galileo analizó las respuestas sometiéndolas a un programa informático que consideraba la frecuencia con que aparecían los distintos términos en cada formulario, tras lo cual comparó las frecuencias. Este análisis de frecuencias puede revelar el «pensamiento grupal» de poblaciones muy numerosas. Es frecuente la utilización de este tipo de análisis en las investigaciones políticas y publicitarias, y ha demostrado ser idóneo para determinar las opiniones y las actitudes de la población estudiada, aun cuando dichas actitudes y opiniones sean inconscientes, latentes y no se manifiesten explícitamente.
Para mencionar un ejemplo de la forma en que actúa el análisis de frecuencias, en las respuestas de la SFWA las palabras «ciencia» y «ficción» aparecen casi el mismo número de veces, como cabría esperar en un estudio referido al género. Las palabras que aparecieron con más frecuencia fueron «relato» y «relatos», lo cual tampoco resulta sorprendente.
La primera pregunta del cuestionario no tenía gran trascendencia para determinar los criterios de selección con que los miembros de la SFWA otorgaban el premio Nebula.
Pero, al analizar las dos respuestas siguientes, se hallaron resultados algo inesperados y considerablemente distintos del sentido al que apuntaban explícitamente los votantes.
Las respuestas escritas con respecto al criterio de selección abundaban en expresiones tales como «claridad literaria», «vigencia del tiempo» e «impacto en el género». Daré algunos ejemplos, extraídos de los formularios:
«Traté de juzgar la calidad… En las categorías de relato y relato corto, tendí a evaluar la calidad narrativa. En novela y novela corta, apunté a las ideas que contenía el argumento, al carácter memorable de las obras…».
«Excelencia en la elaboración de los personajes, el estilo literario, el argumento y la originalidad».
«Sí, creo que los criterios deben ser distintos [para obras de diferente extensión], ya que el impacto que ejerce una obra se ve afectado por su longitud… En las formas más extensas del género hay más posibilidades de crear descripciones y personajes logrados…».
«Mérito literario duradero. Un relato debe ser memorable y dejar en mí una impresión que perdure…».
Pero cuando el equipo Galileo analizó las palabras empleadas en todas las respuestas, surgió un cuadro diferente.
Los términos que aparecieron con más frecuencia fueron «bueno» y «lectura»: exactamente el mismo número de veces. La conclusión es que los miembros de la SFWA evalúan una «buena lectura» —valor como entretenimiento— más que cualquier otro criterio a la hora de elegir los relatos galardonados.
También se mencionaron muchas veces los términos «argumento», «pensar» y «calidad», casi con igual número de apariciones. El otro grupo más numeroso fue «literario» y «personajes», que se mencionaron con dos tercios de la frecuencia con que apareció la «originalidad del argumento». Con muchas menos menciones aparecieron el «impacto emocional», la «calidad» y el «tema», que ocupó el último lugar.
Según el análisis de frecuencias de las palabras usadas por los votantes de la SFWA en sus propias respuestas, los criterios pomposos que enunciaron no fueron los que prevalecieron en realidad a la hora de votar. Quizá creían emplear parámetros pretenciosos y honestamente estaban convencidos de que ellos gobernaban su elección, pero el análisis de frecuencias revela que sus criterios inconscientes de evaluación fueron muy distintos de los que sostuvieron de forma explícita.
¿Hasta dónde puede fiarse uno de esta conclusión? Para zanjar el asunto habría que extenderse en un análisis mucho más profundo que el que podríamos realizar, con ayuda voluntaria. Pero la conclusión se vería corroborada por el hecho de que un alto porcentaje de los sufragios pareció apoyarse en el «tributo a la fama» más que en una consideración cuidadosa de cada relato por separado.
Calidad: indefinible y de suma importancia
Tal vez esté siendo demasiado severo con mis colegas de la SFWA. O tal vez los escépticos estén en lo cierto, y los premios como el Nebula evalúan la popularidad de un autor más que la calidad de sus obras.
¿Es importante esto? Creo que sí. Resulta fundamental que la gente comprenda sus propias acciones y sus motivos. Después de todo, como escritores de ciencia ficción, éstos son los factores con que trabajamos a diario. La diferencia entre lo que creemos pensar y lo que pensamos realmente es la que separa al mito particular de la realidad imparcial; es la diferencia entre el cielo y el infierno.
Cada campo de actividades posee su propio sistema de reconocimientos y recompensas. Siempre hay más perdedores que galardonados, y entre los que pierden siempre hay quienes mascullan que los premios carecen de valor, que el sistema es parcial y que la votación se manipula arbitrariamente.
Pero más importante es observar la calidad de las obras que produce el género, más allá del sistema según el cual se otorgan los premios. ¿Se encuentra en ascenso o en deterioro la calidad de las obras de ciencia ficción? Si comparamos los relatos presentes en esta antología con otras selecciones «indiscutidas[1]», creo estar en condiciones de afirmar con certeza que el campo de la ciencia ficción ha progresado muchísimo.
Las novelas breves, cuentos largos y cuentos cortos que aquí se publican son probadamente superiores, en calidad literaria, a casi todas las obras presentes en las otras antologías. Las novelas seleccionadas que se mencionan son sólidas obras de arte; varias de ellas han alcanzado cifras de ventas auténticamente notables y han llegado a lectores que superan, por su magnitud, al público adepto a la ciencia ficción «dura».
El género crece, no sólo en popularidad sino también en calidad. Todavía tendrán que surgir nuestros Twain y nuestros Hemingway, pero los relatos que leeréis están a la altura de la mejor narrativa de ficción que hoy se publica, y en algunos casos se sitúan por encima.
Francamente, había esperado que se produjera una brecha generacional en la votación, pero no fue así. En las páginas siguientes veréis relatos de algunos de los maestros más antiguos de nuestro género, como Clifford D. Simak o Fritz Leiber, y obras de escritores noveles, como John Varley o George R. R. Martin.
En algunas de las obras deposito un cierto orgullo personal, ya que originariamente las publiqué siendo editor de las revistas Analog y Omni. Sin embargo, me entristeció un poco ver que otros relatos que presenté al público no reunieron los méritos suficientes para integrar esta antología.
Si bien nos fue imposible reimprimir las novelas escogidas como las mejores entre las ganadoras del Nebula, tuvimos la fortuna de conseguir que todos, salvo uno de los autores, escribieran breves ensayos donde describen algunos de los procesos creativos y de los esfuerzos que implicó la redacción de cada novela.
En el caso de las novelas cortas, relatos y relatos cortos, cada obra se reimprime en su totalidad, según la versión preferida por el autor. (Es triste admitir que, a menudo, un relato suele ser mutilado durante el proceso de edición, sobre todo cuando se publica en una revista).
Las novelas se enumeran cronológicamente, según el año en que recibieron el premio Nebula. Las demás obras que integran la analogía se disponen, grosso modo, en cierto orden cronológico, aunque alteré la secuencia aquí y allá para que el resultado final resultase más equilibrado y atractivo. Ni las novelas ni los otros relatos se ordenan por la cantidad de votos que recibieron.
Para retornar a nuestra pregunta original: ¿representan estas obras la cúspide de la ciencia ficción desde 1965 a 1985? Creo que sí, en gran medida.
Ahora tendréis el placer de determinarlo según vuestro propio criterio. En cualquier caso, os aguardan muchas horas agradables.
OBRAS LAUREADAS CON EL PREMIO NEBULA ENTRE 1965 Y 1985
1965
Novela: Dune, de Frank Herbert.
Novela corta: El árbol de saliva, de Brian Aldiss, compartido con: El que da forma, de Roger Zelazny.
Relato: Las puertas de su cara, las lámparas de su boca, de Roger Zelazny.
Relato corto: ¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el señor TicTac, de Harlan Ellison.
1966
Novela: Flores para Algernon, de Daniel Keyes, compartido con: Babel-17, de Samuel R. Delany.
Novela corta: El último castillo, de Jack Vance.
Relato: Llámale Señor, de Gordon R. Dickson.
Relato corto: El lugar secreto, de Richard McKenna.
1967
Novela: La intersección Einstein, de Samuel R. Delany.
Novela corta: He aquí al hombre, de Michael Moorcock.
Relato: Voy a probar suerte, de Fritz Leiber.
Relato corto: Por siempre y Gomorra, de Samuel R. Delany.
1968
Novela: Rito de iniciación, de Alexei Panshin.
Novela corta: El vuelo del dragón, de Anne McCaffrey.
Relato: Madre del mundo, de Richard Wilson.
Relato corto: Los programadores, de Kate Wilhelm.
1969
Novela: La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin.
Novela corta: Un muchacho y su perro, de Harlan Ellison.
Relato: El tiempo considerado como una hélice de piedras semipreciosas, de Samuel R. Delany.
Relato corto: Pasajeros, de Robert Silverberg.
1970
Novela: Mundo anillo, de Larry Niven.
Novela corta: Aciago encuentro en Lankhmar, de Fritz Leiber.
Relato: Escultura lenta, de Theodore Sturgeon.
Relato corto: Desierto.
1971
Novela: Tiempo de cambios, de Robert Silverberg.
Novela corta: The Missing Man («El hombre que faltaba»), de Katherine McLean.
Relato: La reina del aire y la oscuridad, de Poul Anderson.
Relato corto: Buenas noticias del Vaticano, de Robert Silverberg.
1972
Novela: Los propios dioses, de Isaac Asimov.
Novela corta: Encuentro con Medusa, de Arthur C. Clarke.
Relato: El canto del chivo, de Poul Anderson.
Relato corto: Cuando las cosas cambiaron, de Joanna Russ.
1973
Novela: Cita con Rama, de Arthur C. Clarke.
Novela corta: La muerte del doctor Isla, de Gene Wolfe.
Relato: De Niebla, Hierba y Arena, de Vonda N. Mclntyre.
Relato corto: Amor es el plan, el plan es la muerte, de James Tiptree, Jr.
1974
Novela: Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin.
Novela corta: Nacido con los muertos, de Robert Silverberg.
Relato: Si las estrellas son dioses, de Gordon Eklund y Gregory Benford.
Relato corto: El día anterior a la revolución, de Ursula K. Le Guin.
1975
Novela: La guerra interminable, de Joe Haldeman.
Novela corta: El regreso del verdugo, de Roger Zelazny.
Relato: San Diego Lightfoot Sue, de Tom Reamy.
Relato corto: ¡Coge ese zepelín!, de Fritz Leiber.
1976
Novela: Homo plus, de Frederik Pohl.
Novela corta: Houston, Houston, ¿me recibe?, de James Tiptree, Jr.
Relato: El hombre del bicentenario, de Isaac Asimov.
Relato corto: A Crowd of Shadows («Multitud de sombras»), de Charles L. Grant.
1977
Novela: Pórtico, de Frederik Pohl.
Novela corta: Stardance («Danza de estrellas»), de Spider y Jeanne Robinson.
Relato: El eslabón más débil, de Raccoona Sheldon.
Relato corto: Jeffty tiene cinco años, de Harlan Ellison.
1978
Novela: Serpiente del sueño, de Vonda N. Mclntyre.
Novela corta: La persistencia de la visión, de John Varley.
Relato: A Glow of Candles, a Unicorn’s Eye («Un brillo de velas, el ojo del unicornio»), de Charles L. Grant.
Relato corto: Piedra, de Edward Bryant.
1979
Novela: Las fuentes del paraíso, de Arthur C. Clarke.
Novela corta: Enemigo mío, de Barry Longyear.
Relato: Los reyes de la arena, de George R. R. Martin.
Relato corto: Giants («Hormigas gigantes»), de Edward Bryant.
1980
Novela: Cronopaisaje, de Gregory Benford.
Novela corta: The Unicom Tapestry («El tapiz del unicornio»), de Suzy McKee Chamas.
Relato: Los pollos feos, de Howard Waldrop.
Relato corto: La gruta de los ciervos danzarines, de Clifford D. Simak.
1981
Novela: The Claw of the Conciliator («Las garras del conciliador»), de Gene Wolfe.
Novela corta: The Saturn Game («El juego de Saturno»), de Poul Anderson.
Relato: La vivificación, de Michael Bishop.
Relato corto: The Bone Flute («La flauta de hueso»), de Lisa Tuttle (premio rechazado).
1982
Novela: Sólo un enemigo: el tiempo, de Michael Bishop.
Novela corta: Another Orphan («Otro huérfano»), de John Kessel.
Relato: Servicio de vigilancia, de Connie Willis.
Relato corto: A Letter from the Clearys («Carta de los Clearys»), de Connie Willis.
1983
Novela: Marea estelar, de David Brin.
Novela corta: Lucha cruenta, de Greg Bear.
Relato: Música en la sangre, de Greg Bear.
Relato corto: El Pacificador, de Gardner Dozois.
1984
Novela: Neuromante, de William Gibson.
Novela corta: Pulse Enter, de John Varley.
Relato: Hijo de sangre, de Octavia E. Butler.
Relato corto: Viaje aterrador por un mundo devastado, de Gardner Dozois.
1985
Novela: El juego de Ender, de Orson Scott Card.
Novela corta: Rumbo a Bizancio, de Robert Silverberg.
Relato: Retrato de sus hijos, de George R. R. Martin.
Relato corto: Entre tantas estrellas brillantes, de Nancy Kress.
1986
Novela: La voz de los muertos, de Orson Scott Card.
Novela corta: D & D, de Lucius Shepard.
Relato: La chica que cayó del cielo, de Kate Wilhelm.
Relato corto: Tangentes, de Greg Bear.
1987
Novela: La mujer que caía, de Pat Murphy.
Novela corta: El geómetra ciego, de Kim Stanley Robinson.
Relato: Rachel enamorada, de Pat Murphy.
Relato corto: Siempre tuya, Ana, de Kate Wilhelm.