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Me hago a mí mismo preguntas infantiles y procedo a
contestarlas
A menudo los adultos se ríen de las preguntas de los niños, las cuales, sin embargo, son mucho más profundas que las nuestras e indagan sobre la realidad como lo haría un científico como Einstein.
Pablo Neruda recogió en su Libro de las preguntas la magia de permitirnos interrogar todo lo que compone nuestro mundo desde la lucidez de la ingenuidad.
Esta obra, una de las menos conocidas del poeta chileno, empieza así:
¿Por qué los inmensos aviones
no se pasean con sus hijos?
¿Cuál es el pájaro amarillo
que llena el nido de limones?
¿Por qué no enseñan a sacar
miel del sol a los helicópteros?
¿Dónde dejó la luna llena
su saco nocturno de harina?
Un ejercicio magnífico para estimular la creatividad y dar con soluciones imprevistas es discutir lo que nos preocupa con un niño o atrevernos a hacer las preguntas que haría un niño.