#6. Los números
«Me convertí en un artista porque llevaba la libertad en el corazón. No encajaría en un aula u oficina».
Como si de una partida a los dados se tratara, hacia finales de 1975, una vez formalizada la huracanada vida conyugal y familiar de John y Yoko, ambos decidieron que el azar, la superstición y la creencia en extrañas prácticas, como la de la numerología, definirían su porvenir y marcarían la agenda de su día a día. Desde los tiempos de los Beatles, Lennon no hacía otra cosa que recalcar a su entorno la importancia del número 9 en su existencia. John insistía en que este dígito tenía un mensaje oculto que él mismo debía desencriptar y que, de alguna forma, la razón de su presencia en este planeta mantenía un estrecho vínculo con el último de los números del sistema decimal. Más allá de considerar el 9 como su número de la suerte, John Lennon investigó y dio con la tecla: al parecer, el origen se hallaba en la numerología, una nueva religión que procedía de la remota civilización babilónica y que debía seguir a pies juntillas.
Esta minimalista creencia manipula los números con la finalidad de establecer una relación mística entre estos y todos los seres que habitan en el cosmos. Sin un claro origen científico y matemático, la numerología pretende abordar la vibración secreta de un código oculto en cada uno de ellos o en la suma de varios, y que a su vez ayudan a encontrar la senda positiva y beneficiosa del ser humano en su existencia gracias al resultado obtenido. Los números del 1 al 9 están asociados a elementos concretos que definen la vida en su totalidad. La simplicidad con la que uno puede llegar a aplicar la numerología en su vida es verdaderamente sorprendente, llegando en ocasiones a tomarse unas asombrosas licencias que terminan por darle a uno el resultado que anda buscando, si bien es cierto que contiene cuantiosos errores de bulto y varias incongruencias que ponen en tela de juicio su recorrido y significado.
A mediados de los setenta, John Lennon adquirió el célebre Libro de los números de Cheiro, un manual de funcionamiento diario basado en la numerología que, aparentemente, iba a sacar del atolladero a los Lennon para ubicarlos en el lugar donde merecían en la Historia. El verdadero nombre del autor del libro era William John Warner de Hammon (Dublín, 1866-1939), uno de los más reputados quiromantes del siglo XX, quien también ejercía como astrólogo y clarividente. Entre su clientela se encontraban personajes provenientes de las más altas esferas de la sociedad europea y norteamericana. Su principal actividad consistía en leer las manos y hacer creer a las personas con las que trataba que iban a ser famosos, ricos y prestigiosos. Cheiro susurraba lo que sus clientes querían oír y, de paso, se embolsaba una buena suma de dinero. Pese a su fama de timador entre las élites europeas, la actividad de Cheiro funcionó hasta sus últimos días.
Una vez sumergido en la lectura del manual de Cheiro, Lennon fue poco a poco procesando la enorme cantidad de datos que desvelaba cada página. Su asombro incrementaba según avanzaba. Según queda recogido en el texto de Cheiro, el origen de la numerología Caldea se basa en el repertorio de vibraciones que contiene cada uno de los números existentes en el sistema decimal. El número más importante de un ser humano es el del día de su nacimiento. John Lennon nació el 9 de octubre de 1940, por lo cual, su número era el 9. El otro número trascendental es el que otorga tu nombre. No obstante, existen varias contradicciones respecto a este orden. «Ningún hombre es nombrado por mero accidente. Todo tiene un significado establecido», reza en varias de las páginas del manual. El número de nacimiento marca tu carácter y sino, así que si a uno no le agrada, siempre puede cambiárselo, tal como hizo John Lennon en una extraña ceremonia pagana celebrada en la azotea de Savile Row, al estilo del concierto de Get Back / Let it Be. En su nacimiento, sus padres lo bautizaron como John Winston Lennon, pero el músico, que siempre había profesado una profunda animadversión hacia Winston Churchill, cambió su segundo nombre por el de Ono, el de su esposa. Aunque en un principio el número de tu nacimiento no puede ser alterado, existen varias teorías que apoyan la tesis de las zonas horarias, es decir, Lennon murió el 8 de diciembre de 1980, pero en Europa, por ejemplo, ya era la madrugada del día 9. Como ven, existen cientos de combinaciones que, con cierta voluntad y artimañas, pueden llegar a alterar el significado y encaminan hacia otro más cómodo. Esta ciencia nos enseña a utilizar los números en nuestro beneficio.
Robert Rosen, quien leyó detenidamente las distintas fórmulas empleadas por John Lennon en sus diarios desde 1976 hasta 1980, reconoce que el músico comenzó a hilar fechas, nombres y recuerdos para obtener el resultado ansiado: «John aprendió de Yoko sobre la numerología y el poder de los números. El libro se convirtió en una de las “biblias” que consultaba constantemente. Estaba fascinado por la idea de que él y Sean nacieran el 9 de octubre, de que Yoko naciera el 18 de febrero o de que Paul McCartney hubiera nacido el 18 de junio. Hay docenas de coincidencias en la vida de John que tienen que ver con los números de nacimiento, fechas, direcciones, números de teléfono, números de títulos de canciones y nombres de números, con cada letra del alfabeto a la que se le asigna un número tiene un valor numérico, según Cheiro. En resumen, había 9 y 18 por todos sitios».
John cogió el manual de Cheiro y lo aplicó al mapa del entorno que siempre lo había acompañado. Recorrió sus primeros años de vida; con sus amigos de la escuela de Liverpool, sus familiares, amigos, amantes, músicos… Hasta elaborar una lista de personas, lugares y momentos compatibles y afines. Asimismo, puso la cruz sobre aquellos que, según los números, se presentaban como enemigos y amenazas. Cada letra del alfabeto latino contiene un valor numérico que va desde el 1 hasta el 8:
A=1 B=2 C=3 D=4 E=5 F=8 G=3 H=5 I=1 J=1 K=2 L=3 M=4 N=5 0=7 P=8 Q=1 R=2 S=3 T=4 U=6 V=6 W=6 X=5 Y=1 Z=7
Si sumamos todos los números (1+2+3+4+5+6+7+8+9), obtenemos como resultado el 45, que al mismo tiempo suma 9, el número indestructible, ya que por muchas veces que se multiplique o sume al propio múltiplo, se sigue consiguiendo el 9, hecho que no siempre ocurre con el resto de los números. Todos los números que formen múltiplo del 9 componen también parte del campo mágico de este dígito: 9, 18, 27, 36, 45, 56… Por muchas veces que se multiplique o se sume a su propio múltiplo, el resultado sigue siendo el 9, algo único en este dígito y no en el resto. Ejemplo: 18 (1+8=9), 27 (2+7=9), 36 (3+6=9), 45 (4+5=9), 54 (5+4=9), 63 (6+3=9), 72 (7+2=9), 81 (8+1=9), 90 (9+0=90), y así sucesivamente. El número 9 es indestructible.
Para Cheiro, las personas con el número 9 en su aura son auténticos luchadores en sus propósitos, sin importarles las dificultades en su recorrido iniciático. Son firmes, sacrificados y líderes en su conjunto, gente con un importante poder de convocatoria y convicción, personas con un motor de ignición explosivo y que, valga el refranero popular, no se casan con nadie, sólo consigo mismos. Cuando el 9 manda en las fechas de sus vidas, están predispuestas a encontrar enemigos en cualquier contexto imaginable. Suelen ser motivo de disputa y oposición, de claros contrastes entre el blanco y el negro, o el bien y el mal. La dicotomía como fórmula diaria, mientras que sus mayores peligros son la imprudencia y el arrebato en los momentos clave.
«El número 9 describe a personas que son luchadoras y que lo intentan todo en la vida. Por lo general, sufren en sus carnes unos duros comienzos en sus primeros años, pero tarde o temprano alcanzan el éxito por su garra, fuerza de voluntad y determinación. Pierden fácilmente los nervios, son impulsivos, independientes y desean ser sus propios amos. Cuando John y Yoko observaron que en las fechas y los acontecimientos más importantes de sus vidas el número 9 era el absoluto protagonista, se empecinaron por hacer grandes enemigos, para provocar la lucha y oposición dondequiera que se encontrasen, ya que, a menudo, según estas teorías, son heridos o asesinados, ya sea en la guerra o en el batalla de la vida. Poseen un gran valor y son excelentes líderes en cualquier causa que defiendan. Sus mayores peligros surgen de la temeridad y la impulsividad en palabras y acciones», me cuenta Robert en uno de nuestros intercambios epistolares.
Cuando John Lennon leyó todo lo que Cheiro relataba en su manual, pensó que él mismo era una reencarnación exacta del número 9, al igual que Yoko y Sean.
A continuación, expongo una serie de ejemplos básicos propios de la lógica de la numerología de John Lennon.
—Los mayores cambios mundiales se producen cada 180 años, es decir: 1+8+0=9.
—Un círculo medido en grados supone 360: 3+6=9.
—Jesús de Nazaret murió en la cruz a las 9 de la noche.
—Un día en la Tierra contiene 1440 minutos, 1+4+4+0=9.
—El corazón del ser humano tiene una media de 72 latidos por minuto, 7+2=9.
—Los humanos necesitamos 9 meses de gestación para nacer.
—John Lennon nació el 9 de octubre de 1940.
—Sean Taro Ono Lennon nació el 9 de octubre de 1975.
—Yoko Ono Lennon nació el 18 (1+8=9) de febrero de 1933.
—James Paul McCartney nació el 18 (1+8=9) de junio de 1942.
—Brian Epstein presenció por primera vez a los Beatles el 9 de noviembre de 1961.
—El 9 de noviembre de 1966, John y Yoko se conocen.
—Los Beatles firman su primer contrato con EMI el 9 de mayo de 1962.
—La segunda familia que formó su madre Julia vivía en el número 9 de Newcastle Road.
—John Lennon cogía el autobús 72 (7+2=9) para ir al colegio.
—Su madre falleció siendo atropellada por un coche con la matrícula LFK 630 (6+3+0=9) y el número de la placa del policía que lo conducía era 126 (1+2+6=9).
—La última reunión de los cuatro Beatles juntos data del 9 de septiembre de 1969, si bien es cierto que este hecho ha sido negado en numerosas ocasiones por los propios componentes de la banda.
—Si el 666 es la marca del diablo… ¿Es acaso el 999, la marca del mesías?
—Imagine fue lanzado el 9 de septiembre de 1971 (9+9=18, 1+8=9; 1+9+7+1=18, 1+8=9).
—El apartamento que compró en el Dakota era el 72 (7+2=9) y el edificio estaba ubicado en la Calle 72 (7+2=9).
—El Dakota fue construido en 1881 (1+8+8+1=18=9).
—John escribió canciones como Revolution 9, One After 909 y #9 Dream.
—A los 11 años, John dibujó la portada que a la postre en 1974 ilustraría el disco Walls and Bridges, en ella aparece un jugador de fútbol con el dorsal 9 a la espalda.
—John Lennon falleció el 8 de diciembre de 1980, pero en Inglaterra, su país de procedencia, ya era 9.
—Los discos remasterizados de los Beatles, así como el videojuego The Beatles Rockband, fueron lanzados al mercado el 9 de septiembre de 2009 (9/9/9) como claro guiño hacia John Lennon y su obsesión por la numerología.
Fue Pitágoras en el 530 a.C. quien desarrolló la relación entre los astros y la vibración de los números. Aquel experimento se catalogó como «la música de las esferas» y por consecuencia se asoció que las palabras tienen un sonido que vibra con la frecuencia de los números. Se trata de una circunstancia más de la armonía del Universo y la sincronicidad de las leyes de la propia naturaleza. El dominio de la numerología descubre la personalidad, talento, carácter, espíritu, destino y camino a recorrer en la vida. Otra de sus peculiaridades es la posibilidad de explorar el karma que trae consigo la persona desde otras vidas. Son varios los sistemas numerológicos que están sobre la mesa: además de los caldeos, también existen los egipcios, hindúes o los esenios, entre muchos otros. El más frecuente y común, además del de Pitágoras, es el asociado a la cábala hebrea. No obstante, existen numerosas contradicciones entre sus heterogéneos sistemas: los cabalistas, a diferencia de Pitágoras, no utilizan el número 9 y a las letras «I» y «J» se les otorga la vibración del número 1, caso totalmente contrario a Pitágoras —cabalistas—, que a la primera de las letras mencionadas les adjudican la vibración del 9 y a la «J» la del 1.
Otra singularidad que puede observarse es la del número 7, que representa todo lo espiritual del universo. Así como el número 9 queda solapado al mundo terrenal, el 7, bautizado coloquialmente como el de la «buena suerte», representa el reverso del mundo material en el que habitamos. Según narra el Génesis, el mundo fue creado en 7 días. También existen el Séptimo Cielo, los Siete Tronos, las Siete Sillas, la Marcha de los 7 Días, 7 generaciones desde David hasta Jesús de Nazaret, 7 Ángeles del Señor… La Biblia está plagada de este mágico dígito. Por el contrario, ¿qué ocurre con el número de la Bestia, el 666? La suma 6+6+6=18 (1+8=9), nos conduce al número terrenal, involuntario e inalterable. ¿Qué relación guardan la numerología y la astrología? Es sencillo. Cada uno de los ocho planetas del Sistema Solar, que junto con el Sol suman nueve, contiene una vibración característica y propia, por consecuencia, cada signo del Zodíaco vibra con su correspondiente astro planetario:
0 con Plutón (Escorpio)
1 con el Sol (Leo)
2 con la Luna (Cáncer)
3 con Júpiter (Sagitario)
4 con Urano (Acuario)
5 con Mercurio (Virgo-Géminis)
6 con Venus (Tauro-Libra)
7 con Neptuno (Piscis)
8 con Saturno (Capricornio)
9 con Marte (Aries)
John Lennon nació el 9 de octubre, por lo tanto su signo del Zodíaco es Libra. Sin embargo, tanto Lennon como Ono optaron por escoger su número en función del dígito del día de su nacimiento: 9 y 18, respectivamente, así que decidieron que fuera Marte, el dios de la guerra, el que decidiese su futuro. Otra de las cuestiones candentes en el ámbito de la numerología es si existen números malos y negativos. La respuesta es: depende, según el momento, la hora, el día o el lugar donde se utilicen las influencias de las vibraciones. El número del día de nacimiento de cada persona vibra de forma simpática con el sujeto y protege su día a día, pero, como tal, no existe el número de la suerte al cien por cien. Según Cheiro, las labores más importantes hay que realizarlas el día de nacimiento. También el célebre quiromante afirmó que con su método podía profetizar el día de la muerte de sus clientes con una exactitud pasmosa, algo totalmente contradictorio con otras ramas de la numerología. Cheiro hipnotizaba a las personas y en su psique instalaba con meticulosidad una fecha acompañada de una hora. Al despertar, los residuos de la operación inducían al miedo a los pacientes de Cheiro, hasta tal punto que muchos terminaron suicidándose en los días que el brujo predijo.
No puede afirmarse categóricamente que exista una compatibilidad o afinidad al cien por cien entre las personas, según los cálculos establecidos en la numerología, sin embargo, más allá de encontrar similitudes entre los números, lo que debe analizarse son las particularidades astrológicas de los caracteres de los distintos perfiles. Los estándares del esquema que ofrece el libro de Cheiro deben ser meticulosamente bien descifrados. Cuando el músico desglosó su actual nombre, John Ono Lennon, tembló de miedo al ver que la suma de todos los dígitos era 13: el número de la muerte, o algo peor, (1+3=4) para Cheiro el número cuatro era el peor de todos, el menos positivo. Fue entonces cuando probó con más ejemplos: John, John Lennon, Lennon, John Winston Lennon, John Ono Lennon… Como ninguno de los resultados satisfacía al cantante, acabo escogiendo Lennon, o lo que es lo mismo: el número 3, el del sacrificio y el del sufrimiento, lejos del 13/4 que simpatizaba con la muerte, con catástrofes, con violencia, con la autodestrucción, la soledad, el desánimo, el aislamiento o la melancolía. Poco conforme con lo que los números confirmaban ante sus cálculos, Lennon probó suerte con Yoko, Sean y Julian. Para su asombro, los dos primeros eran 9 y eso era algo increíblemente positivo para levantar su maltrecho ánimo, mientras que Julian tenía asignado el 11/2 en su nombre y el 4 en la fecha de su nacimiento. Definitivamente, Julian era un desgraciado. Las palabras traición, peligro, soledad y débil revolotearon cerca del aura numérica de su primogénito. ¿Y los Beatles a qué número estarían enlazados? 23/5: el éxito, la estrella, lo superior y la protección.
Hacia 1980 (1+9+8=18=9), John y Yoko, enfrascados en su nueva religión, eran unos apasionados de la numerología y su entusiasmo los llevó incluso a cambiar parte de su número de teléfono para que concordase con el 9. Ninguno de los dos se atrevía a tomar una decisión no sin antes consultar el tarot, las estrellas y los números, una posición absolutamente ridícula que inhabilitó a John Lennon, esclavo de su propia paranoia, para tomar decisiones. Si el séquito de «magos» que acompañaba a Yoko sugería que ese día no podía ni tan siquiera bajar a comprar tabaco o a cortarse el pelo, Lennon obedecía y se encerraba en su suite hasta nuevo aviso. Lo mismo ocurría a la hora de abrir la cartera: cuando el matrimonio debía ejecutar cualquier tipo de transacción, Yoko lo consultaba antes con John Green y este era el encargado de dar el beneplácito a la acción o, de lo contrario, prohibía su realización. Lennon quedó absolutamente colgado de esta fascinante e imperfecta ciencia numérica, la dependencia fue total y ya no movía un dedo sin que «el otro lado» diera luz verde a sus asuntos, incluidas visitas, entrevistas, canciones, llamadas telefónicas, conciertos, discos…
Lennon estaba totalmente seguro de que 1980 sería su año, el de la buena suerte, el de su renacimiento personal y artístico. Nada podía frenar su ímpetu y la situación tampoco podría revertirse hacia lo negativo, estaban en el lugar adecuado: Dakota (construido en 1881: 9+9=18=9), ubicado en la Calle 72 (7+2=9) e instalado en el apartamento 72 (7+2=9), ¿qué más podía pedir? Lennon fue declarado muerto a las 23:07h (11:07; 1+1+0+7=9), su cuerpo fue trasladado al Hospital Roosevelt de la novena avenida. La trágica crónica sobre la muerte de John Lennon, el hijo predilecto de Liverpool, ocurrió en la zona horaria de la ciudad un 9 de diciembre.
Último intento: gira con los Beatles
Desbloqueados los ex-Beatles del candado de Klein, Apple y EMI, y ya con las viejas heridas totalmente relamidas y cicatrizadas, los huidizos John, Paul, George y Ringo comenzaron a flirtear entre ellos para volver a tocar juntos. Era cuestión de tiempo que el amor retornase al divorciado cuarteto. De los cuatro, quien más había prosperado en el conjunto de la década era Paul McCartney y sus reconvertidos Wings. Y eso que sus inicios estuvieron marcados por los primeros trabajos de Macca como autor solista. Ahora Paul brillaba con la misma luminiscencia con la que encandilaba en la época de la Beatlemanía, incluso se atrevía a interpretar los viejos temas de los Beatles con su nueva banda y a nadie le escocía. McCartney cosechó varios números 1 y un sinfín de eventos en directo que lo catapultaron hacia un nuevo estrellato. Los propios Beatles superaron, no sin obstáculos, sus propios fantasmas y, si de lo que se trataba era de hacer caja para coser los agujeros del bolsillo de cada uno, qué mejor forma que la de subirse al escenario a interpretar sus canciones, ¿qué lo podía impedir? John dio el primer paso en público con la entrevista de Elliot Mintz y ambos fueron descubiertos en las visitas que McCartney le tributó en California. El principal bastión de la banda no parecía tener fisura alguna entre sus rendijas, y la madurez y estabilidad que proporciona la treintena ayudaba a la reconciliación oficial de los Beatles. Aunque ahora el problema venía de Harrison, resentido y frustrado por sus vaivenes artísticos. La posibilidad de que Ringo rechazase la invitación formal para formar parte de un nuevo proyecto conjunto era básicamente nula, y tanto Lennon como McCartney sabían que contaban con el «sí» del baterista. La situación pareció tornarse a la de las sesiones de Get Back / Let it Be, cuando sopesaron intercambiar a George por Eric Clapton en un contexto donde George irritaba a todo el mundo.
Paul y Linda decidieron pasar la Nochebuena de 1975 junto con John, Yoko y Sean en los apartamentos Dakota. Con el nacimiento de su segundo hijo, John y Yoko rebajaron la tensión hacia Linda y eligieron despedir un maravilloso 1975 en unión y armonía con su viejo socio. Meses después, Paul reinició una ronda de contactos con el resto de integrantes de los Beatles —incluido George Martin— para palpar la intención de George y Ringo en el hipotético caso de una futura reunión del grupo. El 8 de abril de 1976, Ringo dio su «OK» a Paul. El 24 del mismo mes, Paul, aprovechando que su Wings at Speed of Sound era número 1 del país, regresó a los Dakota para comentar en persona con John la buena nueva. La velada prosiguió maravillosamente y, después de cenar, encendieron el televisor y comenzaron a visionar el programa Saturday Night Live. Ambos se quedaron sin respiración cuando el productor del programa, Lorne Michaels, irrumpió en directo para ofrecer tres mil dólares a los Beatles con la condición de que aparecieran por los estudios para tocar juntos. «En este momento, nos están viendo aproximadamente veintidós millones de espectadores… Me quiero dirigir a cuatro personas muy especiales: John, Paul, George y Ringo, los Beatles. Últimamente, ha habido un montón de rumores sobre que los cuatro podrían estar pensando en juntarse, que sería enorme. Los Beatles son lo mejor que le ha pasado a la música. Más allá de eso, no son más que un grupo musical, ustedes son una parte de nosotros, que crecimos con ustedes. Por esta razón, les invito a venir a nuestro show. Hemos escuchado y leído mucho sobre los conflictos legales que pueden impedir la reunión, eso no es asunto mío. Ustedes tendrán que manejar eso; pero también se ha dicho que nadie ha llegado con el dinero suficiente para satisfacerles. Bueno, si es por dinero, lo que quieran, no hay ningún problema aquí. La National Broadcasting Company me autoriza para entregarles un cheque de tres mil dólares. Como se puede ver, de manera verificable aquí hay un cheque para ustedes, los Beatles, por tres mil dólares. Todo lo que tienen que hacer es cantar tres canciones de los Beatles… Lo reparten de la forma que quieran: si ustedes quieren darle a Ringo menos, eso depende de ustedes. Prefiero no involucrarme… Soy sincero. Si les ayuda a tomar una decisión sobre reunirse así, es una buena inversión. Ustedes tienen agentes, ya saben dónde puedo ser localizado. Sólo piensen en ello, ¿de acuerdo? Gracias». Lennon comentó en una entrevista de 1980 hecha por David Sheff que «Paul y yo estábamos juntos viendo ese programa. Él nos estaba visitando en el Dakota. Estábamos viéndolo y casi fuimos al estudio. Estuvimos a punto de meternos en un taxi, pero estábamos demasiado cansados».
Las parejas se despidieron hasta la próxima vez. El mayúsculo error lo cometió Paul cuando, sin previo aviso, se presentó en casa de John con una guitarra bajo el brazo. Craso error. Paul percibió tantas buenas vibraciones que no llegó a pensar que el acto de aporrear la puerta del apartamento 72 del Dakota pudiera molestar a John. Este le cerró las puertas en las narices y le comentó que ya no eran adolescentes y que las responsabilidades existían, que no podía ir sin llamar antes. McCartney recogió sus bártulos, dio media vuelta y se marchó. Aquella fue la última vez que se vieron. A John le duró el enfado durante una buena temporada.
A las pocas semanas, George, Olivia y Ringo acudieron al concierto que Paul y los Wings ofrecieron en el Maple Leafs Garden de Toronto. Paul y Ringo tantearon la posibilidad de persuadir a George para reaparecer en directo y tocar juntos por unos minutos, colocando la primera de las piedras del mural de la reconciliación, pero Harrison declinó la opción al entender que sin John aquello no era viable y que podría torpedear para la eternidad la posibilidad de juntarse. «Las cosas hay que hacerlas despacio y sin forzar», pareció sentenciar la situación. Visto el éxito de su último LP, Paul y Linda emprendieron una gira por Estados Unidos, Wings Over America, con muchas de las canciones de McCartney con los Beatles. Paul envió un sobre a John con un par de entradas y le sugirió algo más: una nueva puesta en escena como la que había protagonizado junto con Elton John en 1974. A John le horrorizaba semejante empresa, ya que llevaba más de un año sin dedicarse seriamente a la música. Plantarse bajo los focos con Paul, Linda y los Wings le creó un enorme vértigo y decidió rechazar la invitación no acudiendo y ni tan siquiera contestando a ninguno de los dos. ¿Qué pasaría si los fans ven a John entre el público en un concierto de Paul? La locura podría extenderse hasta el punto de paralizar el espectáculo si Lennon no coge la guitarra y toca cualquier cosa. Lennon debió consultar los números y vio que no era una buena idea.
Dada la suspensión temporal de las relaciones entre los miembros de los Beatles, John comenzó a desconectarse paulatinamente de la realidad y se descentró absolutamente del mundo de la música, tal como hemos visto a lo largo de las páginas de este libro.
En 1979, Eric Clapton anunció su enlace matrimonial con Patty Boyd, la ex mujer de George Harrison. El guitarrista mantuvo un furtivo romance con Patty que concluyó en una boda por todo lo alto y llena de morbo, la denominada «boda del Rock». Clapton invitó a varios músicos y amigos, entre los que se encontraban los Beatles. No obstante, a la ceremonia únicamente acudieron Paul, George y Ringo. John Lennon entendió que no era buen momento para la reunión de los cuatro y, tras chequearlo con su equipo de astrólogos y videntes, prefirió quedarse en casa objetando que nadie lo había avisado con la suficiente antelación. El mensaje que supuestamente le habían enviado los números a John fue el de quedarse en casa y no salir de su habitación. A John Lennon tampoco le gustaron los créditos de las canciones que Paul interpretó en la gira norteamericana. En los temas que ambos compusieron codo con codo, el bajista de los Beatles revirtió el orden de la firma de la autoría[55] pactada en los sesenta de Lennon-McCartney, lo cual sirvió para enfriar las relaciones entre ambas familias.
Curiosamente ha sido Ringo Starr, en una reciente entrevista concedida para el número de mayo de 2015 para la revista Rolling Stone[56], quien confirma que, de haber seguido Lennon vivo, el grupo hubiera vuelto a los escenarios: «Creo que habría sido posible… Con los equipos que existen en la actualidad, creo que podríamos haberlo conseguido. Creo que el único escollo a superar habría sido el de sentarnos todos y decir: “Muy bien, vamos a ello”. Nunca llegamos a hacerlo. Nos reuníamos de dos en dos y hablábamos sobre ello. Teníamos las canciones y aún estábamos en activo cada uno por su lado; creo que, con tiempo para pensar en la idea, al final lo habríamos hecho. Podríamos haber tocado A Day in the Life».
Reconversión
En su época de reclusión, aislamiento y soledad, John Lennon potenció su espiritualidad a gran escala. Mantuvo un incesante e intenso coqueteo con el cristianismo. Acudió a él para evadirse y buscar respuestas a los enigmas que le deparaba lo cotidiano, siempre desde la lectura y la investigación, no como algo impuesto. Lennon pasó de ser el dios del laicismo moderno con su himno Imagine, a un cristiano converso. Según los relatos de varios de sus biógrafos, todo vino en cascada después de que John Lennon jugase con la idea del suicidio en, al menos, dos ocasiones conocidas. El primer atisbo autodestructivo serio lo tuvo en el Hotel Okura de Tokio, en 1977, en una de las prolongadas estancias que mantenía en Japón para conocer a la familia de Yoko. Muchos de sus biógrafos cuentan que John Lennon, harto de sí mismo y de la atadura cotidiana, quería poner fin al desequilibrio en el que se había convertido su día a día. Tal como relata Julián Ruiz en uno de sus fabulosos textos[57] en el periódico El Mundo, Lennon expresó su cristianización en su última canción, una demo casera elaborada el 14 de noviembre de 1980 y que vio la luz no hace tanto tiempo: You Saved my Soul.
Yoko destapó otra valiosa perla del legado de su marido, la desgarradora Help me to Help Myself, en la que según el periodista Julián Ruiz, John Lennon abraza definitivamente el cristianismo: «Otra canción de autoindulgencia, como si estuviera predestinado a un fin imprevisto. Dice en ella que es duro seguir vivo, incluso habla de la persecución de un ángel exterminador, como si conociera bien la película de Luis Buñuel». El tema data del 10 de noviembre. La relación de John con las religiones estuvo llena de altibajos, si bien él se crió en un ambiente moderadamente religioso, una vez iniciada la eclosión de su éxito John no tardó en comparar la grandeza de su grupo con la de Jesucristo. Nada que ver tampoco con uno de los temas estrella de su Plastic Ono Band de 1970: God, una desgarradora pieza en la que el artista aprovechó para despacharse con el entorno Pop de finales de la década, una metáfora desmitificadora que le sirvió para quedarse a gusto, sin alusiones a ningún tipo de religión en concreto.
A la parroquia de Lennon, y más especialmente a la de los Beatles, les cuesta creer —incluso les duele— que Yoko Ono no dejase estas dos piezas inacabadas a los otros tres Beatles para que terminasen los arreglos y la dejaran limpia con la autoría grupal de la banda, pero eso es algo de lo que no podremos disfrutar jamás.
Otra de las versiones sostenidas por diferentes investigadores como Steve Turner o Carl Eric Scott[58], es que John Lennon tuvo serias dificultades para entregarse a los brazos del ateísmo, tal como expresó en 1971 en su himno Imagine. El impacto que surtió en él el LSD logró aislar durante un largo periodo espiritualmente a Lennon. Si el músico pudo o no reconvertirse al cristianismo fue gracias al influjo de Yoko y a su introducción en materias propias de la rama del ocultismo, en épocas de continua exploración. Sus inclinaciones religiosas bien podrían representar una versión renovada del Mumbo Jumbo.
En Imagine uno puede leer entre líneas cómo Lennon entierra al Dios alabado por la sociedad occidental, aquel ente divino y omnipresente que divide a la sociedad en distintos grupos. Turner advirtió en sus textos que Lennon trató siempre con respeto y seriedad la religión, pese a los titulares que ofreció a finales de los sesenta, o en las letras de sus canciones God e Imagine. Incluso afirma que un amigo cercano de Yoko Ono aseguró que Yoko creía en un mundo espiritual donde los espíritus estaban yendo y viniendo y había dioses que podrían ayudarle en la reencarnación, unas bases que se originan en la religión budista. «A Yoko le importaba deshacerse del mal karma, mientras que John Lennon ansiaba despertar a la serpiente Kundalini[59]».
Tal como relata Turner en su libro The Gospel According to The Beatles, la reconversión de John Lennon hacia la religión, especialmente en el mundo cristiano, fue cogiendo forma en mayo de 1977, cuando al músico, un adicto a la televisión, le afectó profundamente la película de Franco Zeffirelli, Jesús de Nazareth. En las siguientes semanas, John pasó sus horas escribiendo canciones cristinas e intentando reconvertir a sus allegados no creyentes. No lo conseguiría con Yoko, para quien la religión servía únicamente como muleta para los débiles y que le recordaba a la vulnerabilidad del ser humano. Turner concluye diciendo que «la insatisfacción de un mundo sin Dios puede llevar a cualquiera al trastorno mental», y que, tal vez, este fuera el problema de un John Lennon forzando psicológicamente la creación de una fe cristiana de la que no disponía.