5 de junio de 2010

—¿Diga?

—Mattia…

—¿Cómo estás, cariño?

—Ahora mejor, la casa por fin está a una temperatura agradable y he podido trabajar. ¿Desde cuándo no veníamos?

—Déjame pensar… Desde enero.

—También he tenido que limpiar un poco. Había polvo por todas partes.

—¿Has cenado?

—Sí.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor.

—¿Ha pasado el lebeche?

—Casi del todo. Ahora voy a dormir un poco.

—¿Me llamas por la mañana?

—¿A las nueve te va bien?

—Muy bien.

—Buenas noches, Mattia.

—Buenas noches, cariño.