Capítulo 6
Llevamos dos días en la playa, y jamás me he sentido mejor. Pasar este tiempo con Gabrielle está sirviendo para conocernos mucho mejor.
El jueves no salimos de la cama en todo el día. Nos dedicamos a hacer el amor, hablar y dormir. Por la noche hicimos una pizza y nos la comimos acurrucados en la cama viendo una de sus películas de amor.
Ayer me despertaron sus dulces caricias. Hicimos el amor en la ducha, y salimos a pasear por el pueblo. Disfruté como un niño viéndola ilusionarse con cualquier tontería que le regalaba. Comimos en un restaurante pesquero, y por la tarde fuimos al cine a ver una película de terror.
Esa noche no hubo preliminares. Llevaba todo el día sin tocarla, sin enterrarme en su paraíso, y en cuanto cerramos la puerta de la casa la empotré contra la pared.
—Se acabó… no puedo más, nena —dije pegando mi boca a la suya.
Ella atacó mi boca con desesperación y enredó sus piernas en mi cintura. Colé la mano por debajo de la falda de su vestido para descubrir que no llevaba ropa interior.
—¡Joder, nena! Siempre sabes cómo ponerme cachondo.
—No te has dado ni cuenta en todo el día —me reprochó.
—Para un día que quiero portarme bien…
—Derek… cállate y fóllame ya.
Desabroché mi pantalón lo justo para sacarme la polla y enterrarme en ella.
—¡Derek!
—Mmm… nena… estás tan caliente y mojada…
—¡Sí… Dios sí!
Comencé a moverme muy despacio, hundiéndome en ella hasta el fondo. Dios… se está tan bien dentro de ella... Mis acometidas aceleraron, sus gemidos subieron de tono, y llegamos al orgasmo al unísono, cayendo desmadejados en el suelo.
—Si lo llego a saber te digo que voy sin ropa interior hace horas —suspiró Gabrielle.
Su comentario me hizo reír a carcajadas. Después de la explosión inicial la llevé a la cama, donde le hice el amor de forma lenta y dulce. Tras ese pausado, extenuante y satisfactorio encuentro nos quedamos dormidos al minuto.
El timbre de la puerta me despierta. Evan. Miro el reloj de la mesita de noche y me sorprendo al ver que son las once de la mañana. Me pongo los calzoncillos y voy a abrir, pero cuál es mi sorpresa al ver allí a Ariana, que salta sobre mí sin vergüenza.
—¡Hola Derek! ¡Qué sexy te levantas por las mañanas, cuñado! —bromea entrando en la casa.
Dios… no sé dónde meterme. Intento taparme con la manta que dejamos tirada en el sofá, y voy corriendo al dormitorio a ponerme algo más decente.
Gabrielle aún duerme, así que la zarandeo con cuidado para despertarla.
—¡Ey, nena! ¡Despierta!
Ella se acurruca un poco más, y con una de sus manos busca mi erección. ¡Joder! ¡Como si hiciese falta que me tocase para empalmarme!
—Gaby… no… Vamos, despierta. Tu hermana está aquí.
El nombrar a su hermana hace que salte de la cama como impulsada por un resorte y comience a vestirse.
—¿Mi hermana? ¡Derek! ¿Por qué no…
Cuando se vuelve a mirarme se queda con la boca abierta.
—Dime que no le has abierto la puerta en calzoncillos.
—Creía que era Evan, ¿vale? ¿Por qué no me dijiste que tu hermana vendría?
—Era una sorpresa, ¿recuerdas? Te dije que tenía una sorpresa.
—Pues le acabo de provocar una impresión acojonante, Gaby. Va a pensar que soy un depravado.
—Lo que va a pasar es que vamos a tener cachondeo con eso hasta el día del juicio final.
—No sé qué es peor…
Cuando salimos al salón diez minutos después, ambos perfectamente vestidos, mi cuñada nos ha preparado un desayuno digno de un rey: huevos revueltos, tostadas, beicon y tortitas.
—¿Y toda esta comida? ¿A quién has invitado a desayunar? —pregunto realmente interesado.
—Es para nosotros. Yo no he desayunado y creo que vosotros tenéis que recuperar energías… por lo que he visto al llegar.
—Ary… déjale en paz —interviene Gaby—. El pobre creía que eras otra persona.
—¿Otra persona? ¡Así que no voy a sujetaros la vela! Perfecto. ¿Y esa otra persona es…
La puerta de la calle se abre en ese momento, y Evan entra por la puerta cargado de bolsas.
—Buenos días pareji…
Las palabras mueren en su boca cuando posa los ojos en Ariana. Se acerca lentamente, con la mirada de depredador en sus ojos. ¡Oh, oh! Creo que va a haber problemas.
Gabrielle, ajena a mis pensamientos, se acerca a Evan y le da un abrazo y un beso en la mejilla.
—Me alegro de que ya hayas llegado. Déjame presentarte a Ariana, mi hermana pequeña.
—¿Tu hermana? —pregunta mi amigo sorprendido.
—Ajá.
La cara de decepción de Evan es todo un poema. Sé que quiere mucho a Gaby, y no va a ser capaz de tocar a su hermana por muchas ganas que tenga de hacerlo. No quiere poner en riesgo su amistad con Gaby.
Me aguanto las ganas de reír y me siento a la mesa.
—¿Has desayunado, Evan? Mi cuñadita ha hecho comida para un regimiento.
—Eh… sí, claro —contesta mi amigo—. Si lo has cocinado tú seguro que está delicioso.
Gabrielle me mira con una ceja arqueada, pero me encojo de hombros y sigo comiendo. No seré yo quien le descubra que Evan se ha puesto en modo “Cazador” con la inocente Ariana.
Tras el desayuno, Gaby acomoda a su hermana y nos vamos a dar un paseo por la playa todos juntos. Ary y Evan van rezagados, conociéndose el uno al otro. Gaby no deja de mirar hacia atrás preocupada, así que la abrazo y avanzo un poco más deprisa.
—Tranquila… no se la va a comer —le digo, leyendo su mente.
—¿Seguro? Evan está de lo más raro.
—Cielo, es tu hermana. Tú eres sagrada para él, y por ende, también tu hermana. No va a hacerle nada.
—Pero…
—Además, creo que ambos son mayorcitos para decidir qué es lo que quieren, ¿no?
—Ary es demasiado inocente para Evan. No quiero que le haga daño.
—Nena… en serio, deja de preocuparte. Están divirtiéndose como dos amigos, no veas fantasmas donde no los hay.
Esa noche preparamos una fogata en la playa y hacemos una barbacoa. Los chupitos calientan el ambiente, las chicas se animan… y empieza el juego de la botella.
—No creo que sea buena idea… —replico. Esto puede acabar muy mal.
—Vamos, Derek… te has convertido en un aguafiestas —responde Evan.
—No soy un aguafiestas… pero esto se nos puede ir de las manos.
Nadie me hace caso, así que Gaby comienza el juego. El primer giro de botella nos señala a ella y a mí, así que la tumbo en la arena y le como la boca con parsimonia. Evan y Ary empiezan con los abucheos, pero no hago caso y me sacio por el momento.
El segundo giro de botella señala a Gaby y a Evan. Me tenso un segundo, pero solo eso. Evan se acerca y le da un sonoro beso en los labios, un pico demasiado largo para mi gusto, pero a estas alturas confío plenamente en ambos, así que me repantigo en la arena sonriendo.
Los problemas asoman cuando la botella da su tercera vuelta. Me toca besar a Ary. No pienso hacerlo en la boca, ni de coña, así que le sujeto la cabeza y le doy un beso en la mejilla, de esos que dan las abuelas a sus nietos y que ellos odian tanto.
—Puag, Derek… me has baboseado toda la cara.
Llega el momento que más he temido: la botella señala a Evan y a Ary de lleno. Veo como Gabrielle se tensa, así que la acerco a mi cuerpo y la aprieto contra mí. Evan se acerca despacio a mi cuñada, y la besa con una ternura desconocida en él. ¿Qué está pasando aquí? Evan está irreconocible…
Cuando se separan propongo jugar a las cartas, y todos acceden encantados. Parece que el juego se nos ha ido de las manos, y nadie quiere reconocerlo.
El resto del fin de semana pasa en un suspiro. Si bien no quiero preocupar a Gaby, Evan está realmente volcado en Ary, y reconozco que me preocupa que solo quiera pasar el rato con ella.
El domingo, tras dejar a las chicas en casa de Gabrielle, nos vamos a tomarnos una cerveza.
—Joder, macho… ¿En la familia de Gaby no hay ni una sola mujer fea? Ariana está para mojar pan.
—Evan… no creo que haga falta advertirte, pero no se te ocurra acercarte a mi cuñada si lo único que quieres es un polvo.
—¡Vaya! ¡No jodas! ¡Te has vuelto un novio responsable y serio! —bromea— Estás irreconocible.
—No cambies de tema, Evan. En serio, Gabrielle está preocupada y me ha costado un infierno convencerla de que no quieres nada con su hermana, aunque vi esa mirada cuando te fijaste en ella. Y no hablemos del beso de la playa…
—¿Mirada? ¿Qué mirada? Y el beso formaba parte del juego, macho. No iba con doble sentido.
—Lo único que vi fue que te derretiste por ella, vi como te la follabas con los ojos y que en la playa solo te faltó metérsela hasta el fondo.
—A ver… ¿En serio creéis que sería capaz de follarme a la hermana de mi mejor amiga para después dejarla en la cuneta?
—Nunca te he visto hacer otra cosa.
—Vale, Derek. Sé que siempre he sido un capullo con las mujeres, ¿vale? Pero sería incapaz de tocarle un pelo a Ary. Me cae bien, me gusta, pero no pienso hacer nada al respecto.
—Me alegra oír eso… no esperaba menos de ti.