QUE NOCHE DE HOJAS SUAVES

Que noche de hojas suaves y de sombras

de hojas y de sombras de tus párpados,

la noche toda turba en ti, tendida,

palpitante de aromas y de astros.


El aire besa, el aire besa y vibra

como un bronce en el límite lontano

y el aliento en que fulgen las palabras

desnuda, puro, todo cuerpo humano.


Yo soy el que has querido, piel sinuosa,

yo soy el que tú sueñas, ojos llenos

de esa sombra tenaz en que boscajes

abren y cierran párpados serenos.


Qué noche de recónditas y graves

sombras de hojas, sombras de tus párpados:

está en la tierra el grito mío, ardiendo,

y quema tu silencio como un labio.


Era una noche y una noche nada

es, pregona en sus cántigas el viento:

aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico

y tu rumor de dátiles al viento.


Y he de cantar en días derivantes

por ondas de oro, y en la noche abierta

que enturbiará de ti mi pensamiento,

he de cantar con voz de sombra llena.


Qué noche de hojas suaves y de sombras

de hojas y de sombras de tus párpados,

la noche toda turba en ti, tendida,

palpitante de aromas y de astros.