Los santuarios

Conocemos algunos lugares sagrados del sur y Levante, donde el culto a la Naturaleza debió predominar sobre las formas concretas de la religión antropomorfa. Estos lugares fueron, además, centros de vida, de comercio y de arte al servicio de los fieles; su función fue muy amplia: política, social, artística y capaz de organizar estructuras suprapolíticas. La atracción de los santuarios y las peregrinaciones explica la presencia de exvotos de un arte distinto al oficial del propio santuario. Más que un templo se trata de un thesauros, destinado a almacenar las ofrendas de los devotos, y acaso las damas oferentes sean no sólo sacerdotisas, sino más bien princesas ataviadas para la ceremonia.

Las ofrendas eran frutos de la tierra: panes, palomas, aceite, hidromiel y, sobre todo, los exvotos en que el creyente buscó perpetuar su figura ante la divinidad, solicitando de ella una función bienhechora. Siendo una religión naturalista, su finalidad era procurar la salud, desde el aspecto cósmico al agrario, desde el individual al colectivo.

La situación de los santuarios debió supeditarse a condiciones naturales que facilitaran la aparición de los númenes. Algunos se hallan en puntos altos, otros junto a cuevas, en parajes abruptos y cerca de manantiales. Las ceremonias hubieron de ser, en definitiva, actos de afirmación de unidad suprapolítica, y la extirpación de estos hogares de resistencia y nacionalismo hubo de ser un empeño de los conquistadores. Casi todos ellos fueron total o parcialmente destruidos con las campañas de Aníbal; los romanos, al parecer, usaron de una política más suave de contemporización.

De los santuarios andaluces los más famosos son el Collado de los Jardines (Santa Elena, prov. de Jaén) y Castillar de Santisteban (prov. de Jaén), debido a su gran cantidad de exvotos de bronce.

En el primero se hallaron dos templos superpuestos en terrazas artificiales; el primer templo quedó arrasado en las campañas anibálicas y sobre él se alzó el segundo, que duró hasta época romana.

El de Castillar es un enorme covacho, delante del cual aparecieron los exvotos en el área sacra con una escalinata tallada en la roca. El tipo de sus ofrendas los emparenta con el santuario de Nuestra Señora de la Luz (Murcia). La zona sacra es una explanada entre barrancos y está en relación con habitaciones del siglo III antes de Jesucristo. Otro grupo lo forman el Cerro de los Santos y el Llano de la Consolación (Montealegre, prov. de Albacete); su característica es la gran escultura en piedra representando oferentes. En el primero se hallaron los restos de un thesauros rectangular, con amplio pórtico de fachada similar a un templo in antis; dos capiteles jónicos fechan en el siglo V a. de J. C. el núcleo original del santuario. En el Llano de la Consolación aparecieron elementos dispersos: fragmentos de cornisas ibero-griegas, capiteles jonios y fragmentos de gran escultura.

Recientemente se ha excavado el santuario del Cigarralejo (Mula, prov. de Murcia). En la necrópolis se ha descubierto un conjunto de viviendas, en una de las cuales -en un nivel inferior correspondiente a la estructura antigua del santuario — se hallaron los exvotos. Su época más antigua es de fines del siglo v a. de J. C., alcanzando hasta las guerras anibálicas; se reconstruyó de nuevo y desapareció en el siglo II antes de J. C., levantándose encima el poblado romanizado.

La peculiaridad de este santuario es la dedicación casi exclusiva de las ofrendas a representaciones equinas, acusando con ello un culto a una divinidad protectora de los caballos.

Más al norte, se conoce otro santuario, el de La Serreta de Alcoy (prov. de Alicante), cuya área sagrada se reconoce en una edificación arrasada del poblado. Sus exvotos de terracota muestran una impronta púnica, igual que otros del área valenciano-catalana (Sidamunt, prov. de Lérida). El santuario estuvo en uso durante la romanización, pero la vida del centro primitivo se rigió por influjos púnicos semejantes a los de Ibiza, con cuyo arte está muy vinculado.

En general, las fechaciones de los santuarios se han basado en los estilos de su escultura y su cerámica. La mayoría de ellos llegaron hasta época romana, mientras que las fechas iniciales de algunos nos llevan al siglo v antes de Jesucristo.