CAPÍTULO 25
Inspector jefe Chen al habla —dijo tras coger el teléfono—.
Era la primera mañana que pasaba en el despacho tras su regreso de Guangzhou. Apenas había tenido tiempo para prepararse una taza del té Hei Long que le había regalado Ouyang cuando sonó el teléfono.
—Le llamo del Comité de Disciplina del Partido en Shanghai. La camarada directora Yao Liangxia quiere verlo hoy.
No se lo esperaba. La voz al otro lado del teléfono tenía un timbre agresivo.
—¿La camarada directora Yao? ¿De qué se trata?
—Eso se lo aclarará la camarada Yao. Creo que sabe dónde queda nuestra oficina.
—Sí, lo sé. Llegaré dentro de un rato.
Yao Liangxia, cuyo difunto marido había sido un miembro suplente del Comité Central en los años sesenta, también era una influyente figura del Partido. ¿Por qué querría verlo?
Chen echó una mirada en el despacho grande. El inspector Yu no había llegado aún y el Secretario del Partido Li no solía hacerlo hasta después de las diez. Podría redactar su informe sobre Guangzhou al volver del Comité de Disciplina del Partido.
La oficina del Comité estaba en la mansión Zhonghui, uno de los impresionantes edificios coloniales en la esquina de las calles Sichuan y Fuzhou. Había pasado por delante muchas veces, pero no se había percatado de que tantas instituciones tuvieran su sede ahí: La Sociedad para la Salud de la Tercera Edad, El Comité de Derechos de la Mujer, La Asociación de Derechos del Consumidor…
Estuvo varios minutos buscando en la lista antes de encontrar la oficina de la directora Yao en el piso número trece.
El ascensor estaba impregnado del aroma de un ambientador supuestamente elegante. En el interior, el aire era irrespirable. Chen no pudo evitar la sensación de que estaba en una jaula, incluso cuando salió, justo delante de la oficina de Yao.
El Comité de Disciplina del Partido había sido creado a principios de los años ochenta, con su sede central en Beijing y delegaciones en todas las grandes ciudades. Después de la Revolución Cultural, se constató que el Partido, con un poder ilimitado y no sujeto a censura alguna, era incapaz de resistirse a la corrupción, la cual, con el tiempo, provocaría su caída. Por eso, el Comité, integrado básicamente por cuadros jubilados, nació con el fin de impedir y castigar los abusos de poder de los miembros del Partido. Su principal función como cancerbero consistía en ejercer una especie de censura, aunque no actuaba como un organismo independiente. Había llevado a cabo varias investigaciones sobre casos de corrupción dentro del Partido, pero la mayoría de las veces sólo ladraba y no mordía. Sin embargo, ya que estaba autorizado a investigar sobre los antecedentes de los miembros, influía en la promoción de los cuadros jóvenes.
Llamó a la puerta, y apareció una mujer de edad mediana que lo miró intrigada. Cuando le entregó su tarjeta, la mujer, cuya voz Chen reconoció como la secretaria del teléfono, lo condujo a una sala de espera sobriamente decorada. Había un sofá tapizado en cuero de color nacarino, flanqueado por dos sillas de caoba y un perchero antiguo. Creía que la directora Yao lo haría esperar un rato, pero se sorprendió al ver que se presentaba de inmediato y le estrechaba la mano con firmeza. Lo invitó a entrar en su despacho y sentarse en una silla de cuero frente a una enorme mesa de encina. Yao era una mujer de aspecto imponente. Tendría unos setenta años, un rostro cuadrado y gruesas cejas. Vestía un traje oscuro, impecable, sin una sola arruga. Nada de bisutería. Apenas un poco de maquillaje. Se sentó con la espalda completamente recta. Parecía muy alta tras su impresionante mesa, quizá debido a la combinación entre su cuello almidonado, la espléndida vista desde la ventana a sus espaldas y la silla de Chen, mucho más baja. Se sentía incómodo, como si fuera reo de un interrogatorio.
Camarada inspector jefe Chen, es un placer conocerlo.
Yao hablaba con un acento de Shandong muy pronunciado, algo que también coincidía con su imagen de "vieja marxista". Le recordaba a un personaje famoso de la película El incidente del cañón negro, una burócrata marxista que quedaba en ridículo porque salpicaba su discurso con citas de Marx y Mao. Chen la había visto con Wang, quien después bromeó sobre la posibilidad de que él se convirtiera en un "joven marxista".
—Y para mí un honor, camarada directora Yao.
—Probablemente no le sorprenderá saber que nosotros, los camaradas veteranos, le tenemos en alta estima, camarada inspector jefe Chen. He hablado con diversas personas y todas lo elogian como un joven cuadro despierto y diligente. Está en la lista del seminario del Instituto Central del Partido, ¿no es así?
—Sí, pero todavía soy joven e inexperto, de modo que hay mucho por aprender de los camaradas veteranos.
—Y también sabemos que trabaja con mucho ahínco. Últimamente ha estado muy ocupado, camarada inspector jefe.
—Sí, estamos faltos de personal.
—¿En este momento está a cargo de algún caso importante?
—Varios. Todos los casos son importantes… para nosotros.
—He oído que está investigando el caso de Guan Hongying, la trabajadora modelo de rango nacional.
Chen no sabía si se trataba de una afirmación o una pregunta, por lo que se limitó a asentir con la cabeza. ¿Y cómo se habría enterado ella?
—¿Ha obtenido algún resultado hasta ahora?
—Unas cuantas pistas prometedoras, pero nada definitivo. Quedan muchas preguntas sin contestar.
—¿De qué preguntas se trata?
—Pruebas, móviles y testigos. Hasta ahora no son más que meras hipótesis.
Chen se incomodaba más, puesto que no era competencia de la oficina de Yao inmiscuirse en un caso de homicidio.
—Le he pedido que venga a verme —dijo con el acento de Shandong que daba a su voz cierta severidad—, porque quiero saber cómo está conduciendo la investigación.
—Es un caso de homicidio. Estamos siguiendo el procedimiento habitual.
—Ha señalado a algún sospechoso, ¿verdad?
—Sí. —No tenía sentido retener información—. En este momento, nuestro principal sospechoso es Wu Xiaoming.
—¿El hijo del camarada Wu Bing? —Sí.
—¿Cómo puede ser? Wu Bing y yo éramos colegas a principios de los años sesenta, en la misma oficina, y Wu Xiaoming jugaba con nuestros hijos en la misma guardería. No lo he visto últimamente, pero está haciendo un buen trabajo, según he sabido por un informe de recomendación de cuadros de Estrella roja. La gente tiene muy buena opinión de él.
—Puede que Wu trabaje bien en la revista, pero mantenía una relación con Guan. De hecho, la llamó la noche en que murió.
—¿Ah, sí?
—Sí, tenemos pruebas.
—¿Qué tipo de pruebas?
—Pruebas circunstanciales —prefirió mostrarse ambiguo—,
—¿Y a partir de estas pruebas circunstanciales, ha llegado a la conclusión —preguntó ella con tono cortante—de que el hijo de Wu Bing es culpable de ese asesinato?
—No, no hemos llegado a ninguna conclusión. El asunto todavía se está investigando.
—Aun así, las noticias serían un golpe terrible para Wu Bing, cuyo estado de salud es muy precario.
—El camarada Wu Bing es un veterano que merece todos mis respetos. Sabemos que está en el hospital, así que hemos actuado con mucha discreción.
—Sea cual fuere la historia de la familia de Wu Xiaoming, no pienso protegerlo. Todo lo contrario. Si se demuestra que es culpable, deberá ser castigado. Es la política del Partido.
—Le agradezco su apoyo, camarada directora Yao.
—Sin embargo, camarada inspector jefe Chen, ¿ha pensado usted en la reacción del pueblo ante su investigación?
La directora Yao estaba rodeada de montones de libros oficiales con los cortes dorados. Los muebles de su oficina eran robustos y pesados. Todo reafirmaba la solidez de la autoridad.
—¿Reacción? —inquirió Chen—. No entiendo bien de qué reacción me habla.
—La gente dirá. «¿Cómo? ¡El hijo de Wu Bing ha cometido un asesinato? ¡Esos HCS!». Eso no será nada beneficioso para la imagen del Partido.
—Camarada directora Yao, como miembro del Partido, así como en mi condición de policía, siempre he considerado que mi más alta responsabilidad es defender la imagen intachable de nuestro Partido, pero no veo cómo nuestra investigación puede ponerla en peligro.
—Camarada inspector jefe Chen —se irguió en el asiento y cruzó las manos sobre la mesa— nuestro Partido ha logrado grandes avances en las reformas económicas y políticas, pero durante un periodo de transición como éste, puede que ciertos problemas susciten quejas entre la gente. Y actualmente la opinión pública se muestra contraria a los hijos de los cuadros superiores, como si éstos fueran capaces de causar todo tipo de calamidades, algo que, desde luego, no es cierto.
—Entiendo su comentario, camarada directora Yao. Ya en la escuela primaria aprendí que los cuadros superiores, los revolucionarios de la vieja generación, hicieron una gran contribución a nuestro país. Consiguientemente, ¿cómo podría tener prejuicios con respecto a sus hijos? Nuestra investigación no tiene nada que ver con una idea falsa de los hijos de los cuadros superiores. Se trata sólo de un caso de homicidio asignado a nuestra brigada de asuntos especiales. Hemos hecho todo lo posible para mantenerlo alejado de los medios de comunicación. No sé cómo se podría enterar la gente de nuestra investigación.
—Nunca se sabe, camarada inspector jefe —dijo Yao, y acto seguido cambió de tema—. Sé que ha estado en Guangzhou hace unos días.
—Sí, tenía que buscar información.
El hecho de que Yao supiera de su viaje lo inquietaba. Ni la comisaría de Shanghai ni la de Guangzhou tenían que informar al Comité de Disciplina del Partido sobre las actividades de un oficial de policía. De hecho, no eran muchos los que estaban al corriente del viaje. Se había marchado a Guangzhou sin entregar un informe al Secretario del Partido Li. Sólo lo había notificado al comisario Zhang y al inspector Yu.
—Está cerca de Hong Kong, la zona especial. Habrá visto un espíritu diferente ahí. Un estilo de vida distinto.
—No, estaba llevando a cabo una investigación. Si hay diferencias, yo no he tenido tiempo para fijarme en ellas. Créame, directora Yao, estoy trabajando a conciencia.
—No me entienda mal, camarada inspector jefe Chen. Desde luego que el Partido confía en usted, por eso quería que viniera a mi oficina hoy. También quisiera hacerle una sugerencia. Para un caso políticamente delicado como éste, todos tenemos que trabajar con la mayor precaución. Creo que será mejor que esto quede en manos de Seguridad Interior.
—¿Seguridad Interior? Es un caso de homicidio, camarada directora Yao. No veo esa necesidad.
—La verá si piensa en el posible impacto político.
—Si Wu Xiaoming es inocente, nosotros no haremos nada, pero si es culpable, todos somos iguales ante la ley. Desde luego, camarada directora Yao —añadió—, tendremos mucho cuidado de respetar sus instrucciones.
—Entonces está decidido a seguir adelante con la investigación.
—Sí, soy policía.
—De acuerdo —dijo ella al cabo de un rato—. Sólo es una sugerencia que le hago. Usted es el inspector jefe y es quien decide. Aun así, le agradecería que me informara de los avances en su investigación en interés del Partido.
—Me parece bien —dijo Chen intentando nuevamente responder con ambigüedad, pues no creía que fuera responsabilidad suya informarle—. Soy miembro del Partido y actuaré en todo de acuerdo con los procedimientos del Departamento, y también en interés del Partido.
—La gente reconoce su dedicación al trabajo. Sus elogios parecen estar justificados —se incorporó—. Tiene usted un gran futuro por delante, camarada inspector jefe Chen. Nosotros somos viejos. Tarde o temprano tendremos que confiar nuestra causa socialista a gente joven como usted, por lo que espero verlo pronto.
—Gracias, directora Yao. Sus consejos e instrucciones son muy importantes para mí.
"Todo lo que dice parece una salmodia de citas sacada un catecismo político", reflexionó Chen mientras asentía con la cabeza.
—Además —siguió con la misma voz seria—, estamos preocupados por su vida personal.
—¿Mi vida personal?
—Usted es un joven cuadro en ascenso y es adecuado y justo que nos preocupemos por usted. Tiene unos treinta y cinco años, ¿no es así? Ya va siendo hora de que piense en el futuro.
—Gracias, camarada directora Yao. He estado muy ocupado.
—Sí, lo sé. He leído el artículo sobre su trabajo que escribió esa reportera del Wenhuir
La directora Yao lo acompañó hasta el ascensor. Volvieron a darse la mano formalmente. Afuera lloviznaba con más fuerza.
La injerencia de la directora Yao no presagiaba nada bueno. No era sólo que aquella funcionaría del Partido conociera tan bien a Wu Xiaoming, sino también que las familias de Yao y Wu se habían movido en los mismos círculos. Como oficial veterana, la reacción de Yao a la investigación sobre el hijo de un cuadro superior no era tan sorprendente, pero su información sobre el caso era alarmante. Se había mostrado demasiado interesada acerca de su investigación en Guangzhou, e incluso en su vida personal al mencionar a «esa reportera del Wenhui». En su posición, no tenía por qué saber de estas cosas, a menos que el propio Chen estuviera siendo investigado. El Comité era la institución más poderosa a la hora de determinar el ascenso o la degradación de un cuadro. Una semana antes, el inspector jefe Chen había pensado que su carrera al servicio del pueblo iba a más; en cambio, ahora ya no estaba tan seguro.