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ÉSTA es la segunda aparición de Roger en los volúmenes de los Hugo. Figuró en el sexto volumen con una novela corta. Además, éste es el segundo relato de Asimov's que aparece en este volumen. (Se me acaba de ocurrir el mencionarlo.) Y es una historia de ajedrez. (Aunque no sólo se trate de eso, claro.) Me encantan las historias de ajedrez. De hecho, me encanta ese juego. Sin embargo, nunca lo practicó.

¿Por qué no? Porque muy pronto aprendí que soy el peor jugador de ajedrez del mundo entero. ¡No puedo vencer a nadie! O, por decirlo de otro modo, ¡cualquiera puede vencerme! Cualquier jugador de nivel medio, cualquier niño que esté empezando a aprender el juego, incluso una criatura que jamás haya visto antes un tablero de ajedrez.

No sé a qué puede deberse. Desde luego, nadie puede acusarme de estupidez. Supongo que se trata de una especie de impaciencia mental.

No puedo soportar el largo estudio del tablero y el sutil análisis de las posiciones. Me siento impulsado a mover las piezas en seguida y, siguiendo este impulso, me cortan la cabeza una y otra vez. (Por esa misma razón, muy raramente soy capaz de resolver problemas o pasatiempos matemáticos. A menos que vea la respuesta en un razonablemente rápido destello de intuición, me encuentro indefenso ante ellos.) Pero amo el ajedrez y puse una partida de ajedrez en mi primera novela, Pebble in the Sky. De hecho, puse en la novela una auténtica partida de ajedrez, citando con precisión todos los movimientos y haciendo que la partida fuera parte esencial del argumento.

Alguien que estaba leyendo el libro una noche en la cama se quedó atónito ante la apariencia de realidad que tenía la partida, fue hasta su tablero de ajedrez y, para que su asombro fuera mayor, descubrió que ciertamente lo era. La publicó en una revista editada por una organización ajedrecística y tituló el artículo "La partida de Asimov", explicando que la partida no sólo era real sino que también era bastante interesante. ¿Bastante interesante? Había elegido una partida que ganó el primer premio de brillantez en 1901 en San Petersburgo, Rusia.

Pues bien, cuando vi la partida de este relato me dio la impresión de que también era una partida auténtica. Por desgracia no tengo tablero de ajedrez y me resultaba algo difícil comprobarlo. Si hubiera sentido lo suficiente cuál era mi deber como editor me habría comprado un tablero de ajedrez con el solo propósito de comprobar esa partida. O podría haber telefoneado a Roger y preguntárselo.

Sin embargo, prefiero dejarlo como ejercicio para los lectores. Si alguien desea comprobarlo y quiere transmitirme su opinión sobre la partida, basta con que me mande unas líneas dirigidas a Doubleday. Pase lo que pase, intentaré contestar a la primera docena de cartas.

Quizá algunos piensen que este relato pertenece a la fantasía, y ello trae a colación un dilema bastante espinoso. Resulta difícil trazar una línea clara entre la ciencia-ficción y la fantasía; y cuando un relato es muy bueno, cualquier editor de ciencia-ficción racional sentirá una clara inclinación a mover un poco la línea en la dirección generosa y publicará el relato.

Asimov's es una revista de ciencia-ficción, cierto, pero es tan difícil rechazar un buen relato solamente porque se encuentra un par de centímetros tras la línea de la fantasía... A veces se nos va un poco la mano, y eso quiere decir que los lectores más concienzudos protestarán. En cierto modo yo también me siento algo inquieto con ello, pues soy bastante concienzudo en cuanto a lo que considero ciencia-ficción. Por otra parte, ¿cómo dejar que se te escape una historia que lleva tan claramente impresa encima la posibilidad del Hugo como la de Roger?