Al forzar los estereotipos abres las puertas.
Cómo elegir tu ropa
En este capítulo hablaremos sobre cómo distinguir las aspiraciones auténticas de nuestra alma de los objetivos falsos que intentan imponernos los péndulos a cada paso. El problema es que un objetivo falso, a pesar de todo su atractivo, no te da nada, salvo decepción. Al obsesionarte con un objetivo falso no conseguirás nada y tus esfuerzos consumidos sólo servirán para alimentar los péndulos o, cuando consigas el objetivo, te convencerás de que no lo necesitabas en absoluto. ¿Crees que merece la pena desperdiciar la única posibilidad que nos brinda la vida y perder el tiempo valioso en corregir errores? A pesar de que la vida parece ser muy larga, se nos va muy de prisa, sin que nos demos cuenta. Por ende necesitas aprender a encontrar los objetivos propiamente tuyos, que te traerán suerte a ti en particular.
No me gustaría empezar este capítulo con la teoría. Supongo que ya te has cansado de complejas argumentaciones teóricas. En la medida de lo posible, he intentado aligerar la prolijidad de lo expuesto, pero temo que no siempre he logrado hacerlo. Qué le vas a hacer, estamos tratando cuestiones poco ordinarias y las conclusiones son aún más desconcertantes. Tu mente nunca habría tomado en serio las ideas del Transurfing, si yo no hubiera presentado alguna argumentación. Pero lo más difícil se nos quedó atrás, por lo que empezaré este capítulo con las cuestiones prácticas.
La búsqueda de ropa es el ejemplo más simple y convincente que hay y, al mismo tiempo, puede servirte de entrenamiento para tu capacidad de determinar tus propios objetivos. Recuerda aquellos casos en que compraste una prenda que te pareció apropiada a primera vista, pero luego dejó de gustarte, o no te quedaba bien, o tenía algún defecto. Pero otras veces suele ocurrir que apenas ves una prenda, la compras enseguida sin dudarlo, y hasta hoy sigue gustándote. La diferencia entre estas prendas está en que la primera es ajena y la segunda es tuya.
La primera prenda, la que te ha parecido atractiva, estaba destinada a otra persona. Puede que se la vieras puesta a un conocido o a un maniquí. Si una prenda les va bien a los demás, no significa que a ti te quede igual de bien. Y eso no es un defecto corporal, sino su cualidad. No es muy bueno ser un maniquí al que todo le queda bien. Lo que más efecto causa no es la belleza generalmente aceptada, sino la individualidad bien acentuada.
Sé que todo esto lo sabes ya y no necesitas que te lo digan otra vez. Pero pierdes mucho tiempo yendo de tienda en tienda sufriendo sin saber qué comprar. Conocer modelos de ropa, tener sentido de la moda y hasta buen gusto para vestir no te sirven de nada. Incluso después de una larga búsqueda, de igual modo, no quedas del todo satisfecho con la prenda adquirida. Para encontrar siempre exactamente lo que necesitas, es imprescindible que aprendas a distinguir lo tuyo de lo ajeno (lo que está ideado para otros). ¿Y cómo se hace? ¡No vas a creer de lo simple que es!
En primer lugar, nunca te atormentes con el problema de la elección. Es evidente que de esta manera se altera el equilibrio. Cuanto más te esfuerces al respecto, peor será el resultado. No tienes que mirar atentamente las cosas y analizar sus méritos y faltas. La mente no debe participar en la elección, porque la mente y sus pensamientos no son tú, sino que son la capa que ha dejado la influencia de los péndulos. Limítate a pasear y mira alrededor como si estuvieras en una exposición, sin pensar en nada.
Para empezar, aclárate a grandes rasgos qué es lo que te gustaría comprar. No hace falta que imagines todo en detalle. La única descripción debe ser el tipo de ropa. Por ejemplo, si necesitas un abrigo, simplemente proponte como objetivo elegir un abrigo, y sólo eso, nada de otras condiciones sobrantes. Deja que tu alma elija las cosas, pues está mucho más próxima a lo que tú eres en realidad. Ella no dejará escapar ni un mínimo detalle y te indicará, sin falta y a tiempo, la prenda correcta. Lo sabrás enseguida, en cuanto entre la multitud de ropa veas, o más bien sientas, aquella que te inspira una simpatía especial.
Enfatizaré de nuevo: no tienes que analizar por qué esta prenda en concreto ha llamado tu atención. Simplemente te gusta y nada más, de ella puedes decir: «Es lo que necesito». La comprarás sin vacilar.
Incluso si llevas mucho tiempo buscando y no puedes encontrar nada, no dudes: tu prenda está en alguna de las tiendas. Si no en tercera, la tendrán en la décima. Tu prenda te espera pacientemente, por tanto, ten tú también un poco de paciencia, no te tortures con las dudas y no te hagas reproches. Y para que tengas plena confianza en hallar lo que buscas, te revelaré un secreto sobre cómo diferenciar entre lo de otros y lo tuyo. Es un modo tan simple como seguro.
Como ya te he dicho, mientras eliges no tienes que pensar en los defectos y méritos de las cosas. He aquí que llega el momento de decir tu «sí» o «no» al vendedor. En este momento estás durmiendo muy profundamente, aun si te parece que no es así. El sueño es más profundo sobre todo si en ese instante el vendedor o un amigo tuyo te hablan de esta prenda en concreto.
Mientras tú tomas la decisión, sólo tu mente trabaja. Ella analiza los defectos y méritos, organizando su concepción de manera que sea razonable y convincente y, al mismo tiempo, presta oídos a las opiniones de los demás. La mente está tan absorbida por este proceso que no presta ninguna atención a los sentimientos del alma. En este sentido la mente duerme profundamente.
Que siga así; déjala en paz hasta que haya tomado la decisión. He aquí que la decisión está tomada. En este momento no escuches a nadie, despiértate y cobra conciencia: ¿qué sentimientos has experimentado una vez tomada la decisión? El estado de confort del alma te indicará la reacción de tu alma respecto a la decisión de la mente.
Como sabes, el estado de confort del alma no es capaz de dar una respuesta unívoca.
El alma no siempre sabe exactamente qué es lo que quiere y también puede vacilar. Si una prenda te gustó a primera vista y te percataste enseguida, significa que el alma dijo «sí». Pero después se incorpora la mente y empieza a analizar y justificar la elección. Si como resultado del análisis la mente también dijo que sí, significa que esta prenda es tuya. Pero si has decidido comprar la prenda, no porque te haya gustado a primera vista, sino porque te resulta oportuno comprarla, en este caso tendrás que prestar especial atención a cualquier mínima incomodidad del alma. El alma siempre sabe a la perfección qué es lo que no quiere.
Si vacilas, si en esta prenda hay siquiera algo que despierte en ti una ligera inquietud o incomodidad, si tienes una sombra de duda u opresión, significa que esta cosa es ajena. La mente intentará persuadirte y describir de manera pintoresca todos los méritos de esa prenda. Si te pillas a ti mismo persuadiéndote, si intentas convencerte de que el corte de esa prenda te queda bien y es de tu talla, puedes dejarla ahí mismo y sin lástima, pues eso no es para ti.
El criterio unívoco de la elección consiste en una simple frase: si debes convencerte, significa que la prenda es ajena. Recuerda, si la cosa es tuya, no tendrás que estar convenciéndote.
Y para terminar, ¿merece la pena prestar oídos a los opiniones de los demás a la hora de elegir? Yo creo que no. Salvo tú mismo, nadie podrá elegir precisamente lo tuyo. Si la prenda te ha gustado incondicionalmente, puedes estar absolutamente seguro de que a los demás les fascinará vértela puesta.
Sobre los precios, sólo puedo decirte que no necesariamente tu prenda estará en las tiendas caras. Aunque si es así, el Transurfing te ayudará eliminar de tu vida el problema del dinero. Si defines tu objetivo y procuras alcanzar ese objetivo, y no el dinero, entonces el dinero viene por sí mismo y, además, en exceso.
Como estás viendo, el proceso de elección abarca todos los principios básicos del Transurfing. Paseas por una tienda como si fuera una exposición, simplemente observas y no te propones encontrar obligatoriamente algo. De esta manera renuncias al deseo de lograr el objetivo. Estás tranquilo y consciente de que tu prenda te espera en algún sitio y sabes perfectamente cómo distinguirla de una ajena. De este modo la importancia está en el nivel mínimo. Despiertas inmediatamente después de haber tomado la decisión y te das cuenta de todo el proceso. Así resulta que actúas conscientemente y tú mismo determinas el guion del juego. Al tomar la decisión definitiva, confía en el estado de confort del alma. Y no te equivocarás, porque en este inestable mundo existe un gran apoyo: la unidad del alma y la mente. Y finalmente, te facilitarás mucho el asunto si confías en la corriente de las variantes en vez de ocuparte de plantear severamente las cosas, comprometerte e insistir obstinadamente en lo tuyo. La vida es una fiesta alegre, si uno se lo permite. Tranquilamente y sin insistir, toma lo tuyo.
Pues ya está: ahora posees una técnica simple, pero potente. Puedes ir tranquilamente de tiendas; aun si este día no compraste nada, significa que te has protegido de una cosa ajena. Estarás tranquilo y seguro de ti mismo, porque sabes que lo tuyo está en algún lugar esperándote. Sin duda alguna, lo encontrarás. Lo importante es que no olvides despertarte y cobrar conciencia de tus sensaciones antes de responder un «sí» o un «no».
En el caso de que elijas ropa para otra persona, por ejemplo, para tu hijo, esta técnica no funciona. Para ser más exacto, funciona, pero no con tanta precisión. Tu alma no puede elegir una prenda destinada a otro. Por tanto, sólo queda guiarse por consideraciones prácticas. Pero al mismo tiempo, deja al niño la posibilidad de elegir la prenda por su propia cuenta. Los niños, a diferencia de los adultos, son capaces de encontrar sus cosas.
Por supuesto, esta técnica es aplicable no sólo para buscar ropa, sino también en cualquier otro caso, cuando tienes que elegir algo para ti. Y me gustaría mucho confiar en que este libro que tienes entre las manos es tuyo.
Cómo dictar moda
¿Quieres ser el árbitro de la moda? Pues antes no te quedaba otra que prestar atención a cómo se vestían los demás e intentar llevar el paso de la moda. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar quién es el que crea la moda? Pues la moda no nace en los salones de los líderes del diseño de moda; ellos sólo la apoyan. Las nuevas tendencias del vestir son creación de personas relativamente libres de los péndulos. Estas personas se guían sólo por sus juicios y preferencias independientes; por ende se convierten en árbitros de la moda. Se visten tal como les dicta su corazón y dan en el blanco. Luego su idea es notada por otra gente que la captura y así, espontáneamente, la idea se pone en circulación.
Si sigues ciegamente la moda, puedes estropear considerablemente tu apariencia. Si prestas atención a cómo se viste la gente, descubrirás algunas personas elegantes que no se visten en absoluto a la moda. Sin embargo, hay algo en su vestimenta que se comprende enseguida y a nadie se le ocurre acusarles de estar fuera de moda. Y al contrario, por todas partes se encuentran criaturas vestidas a la última, pero da pena verlas, pues lo que llevan no les queda nada bien. Los imitadores van a ciegas por el camino de la intención ajena hacia un objetivo ajeno, determinado por el péndulo de la moda. Ellos no se detienen a pensar en sus preferencias y obedecen a la regla de los péndulos «haz como yo». Aquí me gustaría recordarte un dicho francés: «No temas ir fuera de moda, teme mostrarte ridículo».
El lado exterior de la moda es el estilo; su esencia exterior es lo que te queda bien concretamente a ti en el contexto de ese estilo dado. Sólo necesitas tener una idea clara de qué es lo que quieres: ¿vestirte a la moda o tener aspecto elegante? Que no es lo mismo. Y a tu modo de ver ¿qué es mejor? Puedes atildarte con un estilo retro horrible que esté completamente fuera de la moda actual. Pero si es tu estilo, ¡la gente se morirá de envidia!
Probablemente ya hayas adivinado que seguir la moda no es otra cosa sino participar en el juego del péndulo de la moda. Las tendencias de lo que está en boga aparecen rápido y desaparecen pronto. Son unos de los péndulos más efímeros. No pasa nada si te encuentras bajo su influencia. Lo importante es que lo comprendas y saques provecho en vez de seguirlos ciegamente.
Puedes crear tu propio péndulo de moda. Hacerlo es muy simple. Tienes que dar la espalda a los péndulos y volver la cara hacia ti mismo. Proponte como objetivo tener un aspecto interesante y elegante. No tienes que concretar nada. Simplemente pasea por las tiendas y mira la ropa según el método arriba expuesto. Olvídate de la moda de hoy. Presta atención sólo a los sentimientos que experimentas cuando miras alguna prenda. Desconecta tu aparato analítico. Deja por completo de pensar, comparar y razonar. En cuanto te pilles intentando razonar y analizar, cesa enseguida este inútil proceso. Escucha el susurro de las estrellas de madrugada.
Lo más probable es que al principio no resulte nada. Márcate un tiempo indefinido y renuncia al deseo de realizar tu objetivo. Pues si no resulta nada, nada perderás. Libérate de la obligación de lograr el objetivo. Líbrate la importancia y suelta el agarre. Simplemente pasea y observa, sin mucho interés, las diferentes prendas de ropa, pruébatelas por curiosidad. Confía en la corriente de las variantes.
Sería muy útil que al mismo tiempo proyectaras en la mente la diapositiva de tu objetivo. No obstante, eso no debe ser una imagen concreta de tu apariencia. La diapositiva debe comprender las sensaciones que experimentas cuando llamas la atención y tienes aspecto elegante, interesante y original.
Renuncia al deseo de encontrar algo rebuscado, demasiado extravagante. La extravagancia no es en absoluto garantía del éxito. Créeme: todavía te quedan cosas sorprendentes por descubrir. Poco después de iniciar la búsqueda, encontrarás sin falta alguna solución interesante y original. Una vez lograda la unidad del alma y la mente experimentarás una sensación incomparable. Será una mezcla de asombro y alegría. Lo comprenderás enseguida, pero no te dirás: «Es lo que necesito». Tendrás ganas de gritar algo como: «¡No puede ser! ¡Qué alucine!». Así es. Sólo tu propia intención limita tus posibilidades.
El secreto del éxito está en que te liberes de la influencia de los péndulos y vayas por tu propio camino de vida. ¿Y qué es lo que harán los péndulos cuando vean que en el horizonte sale una estrella nueva? Como ya sabes por el capítulo anterior, ellos la encienden. No les queda otro remedio que hacerte estrella, es decir, convertirte en su favorito. Los péndulos procuran tenerlo todo bajo su control, por tanto, hasta te ayudarán. Y si tienes suerte, crearás tu propio péndulo y serás su favorito.
Todo lo dicho, por supuesto, no se refiere sólo a ropa. Puedes aplicar los mismos principios a todo lo que hagas. Es un privilegio de lujo: ¡ser tú mismo! Y es precisamente el privilegio que cualquiera puede permitirse. Pero sólo algunos se atreven a hacerlo. La causa es una sola: la fuerte dependencia de los péndulos. Ellos no necesitan personas libres, sino marionetas obedientes.
Sólo te queda comprenderlo, liberarte de la influencia inútil y ser tú mismo.
En otras palabras, tu mente debe introducir en la lista de sus definiciones una verdad tan simple como ésta: cualquiera posee ese tesoro precioso que es la singularidad de su alma. Cada uno de nosotros lleva en su bolsillo la llave del éxito; sin embargo, no la utiliza nunca. Que tu mente tome al alma de la mano, la lleve a la tienda y le permita elegir el juguete por su propia cuenta.
La unidad de la mente y el alma es algo tan raro, que puedes venderlo literalmente con mucho beneficio. Todas las obras maestras de la cultura y el arte son la esencia de la manifestación de esa unidad. Las estrellas se convierten en estrellas sólo porque a los demás les interesa lo que a ellos mismos les falta: la unidad del alma y la mente.
Objetivos ajenos
Hasta ahora hemos examinado el mundo exterior al humano como el espacio de las variantes con sectores entrelazados en líneas de la vida. Si los parámetros de energía de la emisión mental de un individuo coinciden con los parámetros de un sector, entonces este sector dado se plasma en la realización material. Sin embargo, en el plano energético la persona representa, ya de por sí, una entidad individual con su espectro de emisión único. En el espacio de las variantes cada individuo tiene «sus propias» líneas de la vida, las que más se ajustan con el freile de su alma.
En sus líneas de la vida, el individuo encuentra un mínimo de obstáculos y todas las circunstancias le favorecen. Su freile encaja satisfactoriamente dentro de su línea de la vida y el hombre logra su objetivo con facilidad. Del mismo modo, una llave original gira con facilidad en la cerradura y abre la puerta cerrada. No tenemos necesidad de saber con exactitud por qué y cómo sucede todo eso. Lo importante es sólo que cada persona tiene su propio camino de vida. Si un individuo va hacia su objetivo a través de su puerta, todo le sale a pedir de boca.
En caso contrario, si la persona se ha desviado de su camino, le caen encima infortunios de todo género y la vida se convierte para él en una lucha continua por la supervivencia. Para el alma es una auténtica tragedia. ¿Verdad que te amargas si hace mal tiempo en fin de semana? Ahora imagínate qué es lo que siente tu alma cuando la única posibilidad que le brinda la vida se va en vano.
El alma ve cómo la mente, arrastrada por los péndulos, arruina su propia vida, pero ella no puede cambiar nada. Al entrar en este mundo, la mente no sabe con exactitud qué es lo que hay que hacer, qué querer, a qué aspirar. En cambio el alma, si no lo sabe exactamente, al menos lo intuye, pero la mente no la escucha. Los péndulos meten de inmediato a la mente en un puño, imponiéndole sus objetivos y reglas de juego. Ellos obligan a la gente a elegir objetivos ajenos y a amontonarse frente a puertas ajenas. Los débiles intentos del alma por influir en la mente no conducen a nada, tan fuerte resulta la influencia de los péndulos.
A muchos de nosotros, desde niños, nos inculcaron la idea de que sólo trabajando duro es posible conseguir el éxito. Y también de que debemos ir obstinadamente a por nuestro objetivo, superando obstáculos. Una de las equivocaciones más grandes consiste en que hay que luchar para ser feliz, hay que ser tenaz, obstinado, saltar multitud de obstáculos, en otras palabras, ganar el lugar bajo el sol. Es un estereotipo falso muy perjudicial.
Vamos a averiguar cómo se ha formado. Normalmente el hombre cae bajo la influencia de los péndulos y se desvía de su camino. En este caso, es natural que en su camino se amontone una multitud de obstáculos. Mas el hombre quiere alcanzar la felicidad; por tanto, se ve obligado a superar todos estos obstáculos. Intenta adivinar, ¿en qué se equivoca este hombre? ¿En que va a por su objetivo atravesando una puerta ajena? No. La respuesta de nuevo te parecerá sorprendente, como todo en este libro.
El error del hombre reside en el convencimiento falso: «Si supero obstáculos, entonces allí, en el porvenir, me espera la felicidad». Eso no es más que una ilusión. En el porvenir ¡no hay ninguna felicidad! Por mucho que uno se esfuerce, siempre estará en situación de perseguir el sol poniente. Ninguna felicidad espera al hombre en la línea ajena de la vida, ni en un futuro próximo, ni lejano.
La mayoría, al lograr con mucha dificultad el objetivo propuesto, no siente más que desolación. ¿Adonde se había metido la felicidad? Para empezar, la felicidad nunca estuvo allí, pues es un espejismo creado por los péndulos para que el hombre le suministre energía mientras camina hacia una felicidad ilusoria. Te lo repito de nuevo: en el porvenir no hay ninguna felicidad. La felicidad, si no la tienes aquí y ahora, en la línea presente de la vida, no la tienes nunca.
¿En qué consiste, pues, la felicidad en el modelo del Transurfing? ¿Puede que venga si logras precisamente tu propio objetivo? Otra vez no has acertado. La felicidad viene mientras avanzas hacia tu objetivo a través de tu propia puerta. Si una persona se encuentra en su propia línea de la vida, en su propio camino, ya es feliz ahora, incluso si su objetivo todavía está por alcanzar. Es entonces cuando la vida se convierte en una fiesta. Al lograr el objetivo, su alegría se duplicará. No obstante, ya de por sí el avance hacia el propio objetivo convierte cada día en una fiesta. El avance hacia un objetivo ajeno siempre deja la fiesta en un futuro ilusorio. La obtención de un objetivo ajeno trae consigo decepción y desolación, pero de ningún modo felicidad.
Tu objetivo es lo que te causa un placer auténtico. No lo que te satisface temporalmente, sino lo que te da la sensación de alegría de vivir. Tu propia puerta es el camino que te lleva hacia tu objetivo. El camino donde te sientes apasionado e inspirado. No puedo decir que allí todo siempre se te dará con facilidad. Lo importante es que el avance a través de tu propia puerta no te desuela, sino que, al contrario, provoca una afluencia de fuerzas.
Si vas a por tu objetivo a través de tu propia puerta, los obstáculos se salvan muy fácilmente, y trabajar tampoco te cuesta mucho.
En cambio, si por el camino hacia tu objetivo te esfuerzas al máximo, trabajas sin inspiración y te cansas, entonces es un objetivo ajeno o estás forzando una puerta ajena. Destacamos los indicios que caracterizan los objetivos ajenos.
Un objetivo ajeno siempre significa forzarte para hacer algo; es constreñimiento, obligación. Si en tu objetivo encuentras aunque sea una mínima obligación forzada, puedes renunciar sin miedo a tal objetivo. Si el objetivo es tuyo no tendrás que estar convenciéndote. Ir hacia él resulta un paseo agradable. El proceso de obtención de tu propio objetivo provoca placer y alegría. Mientras que para obtener un objetivo ajeno debes superar una multitud de obstáculos. El camino hacia el objetivo ajeno siempre es una lucha. Lo que necesita el péndulo es que todos cumplan con precisión su trabajo de una pequeña pieza para el bien de todo el mecanismo. Te resulta difícil trabajar, pero lo vas a hacer de todos modos, porque los péndulos te inculcaron que todo se logra trabajando duro. Si eres un tipo duro, debes superarte, arrasarlo todo por el camino, atravesar el fuego y el agua, conquistar tu lugar bajo el sol. Y si eres un tipo flojo: que sepas dónde está tu sitio y estate calladito.
Un objetivo ajeno actúa bajo la máscara de la moda y el prestigio. Los péndulos necesitan atraerte a las líneas ajenas de la vida, por lo que se esforzarán al máximo. La zanahoria debe parecer muy apetitosa para que la mente eche a correr tras ella con los ojos cerrados. Los péndulos no pueden obligarte a seguir la regla «haz como yo» en todas las situaciones. Tú mismo debes querer hacerlo. Precisamente con este fin se crean los mitos de exitosas carreras de las estrellas. Los péndulos muestran el algoritmo de su éxito y te ponen ante una elección: bien repetir la experiencia ajena, bien quedarte con nada. ¿De dónde sabrás tú cómo lograr el éxito? Pero ellos sí que lo saben, y el resultado está a la vista. Pero, como se ha demostrado antes, las estrellas logran el éxito precisamente porque rompen la regla «haz como yo» y siguen su camino. Nadie, salvo tu alma, conoce el algoritmo de tu éxito.
Un objetivo ajeno atrae por su inaccesibilidad. El hombre está organizado de tal manera que le atrae todo lo que está bajo llave. La inaccesibilidad provoca deseo de poseer. Tal propiedad de la mentalidad humana se engendra desde la infancia, cuando el niño quiere mucho, pero es muy poco a lo que tiene acceso. Muy a menudo sucede que, cuando se le niega el juguete, el niño martirizará a todo y a todos hasta que consiga el juguete. Y una vez conseguido, perderá todo interés. Los adultos tienen otros juguetes, pero también se comportan como los niños. Por ejemplo, un niño adulto no tiene oído ni voz, pero le parece que le gusta cantar. En realidad este «ruiseñor» no quiere resignarse a que ése no sea su camino. Mira qué bien les sale a otros, y yo ¿en qué soy peor? Renuncia a la importancia y plantéate la pregunta: ¿realmente lo deseas con toda tu alma o simplemente te gustaría desearlo? Si quieres conseguir el objetivo para demostrarte algo a ti mismo o a los demás, significa que es un objetivo falso. Tu objetivo no debe ser una carga pesada, sino simplemente causarte un auténtico placer.
El objetivo ajeno te es impuesto por otros. Nadie, salvo tú, puede definir tu propio objetivo.
Puedes escuchar con tranquilidad los sermones de la gente «sabia» sobre cómo debes actuar. Saca tus conclusiones y actúa tal como sabes hacerlo. Pero en cuanto alguien empiece a enseñarte lo que debes conseguir, rechaza enseguida esta invasión brutal de tu alma. Ella tiene más que suficiente con las ideas demenciales de su mente. Nadie puede indicarte cuál es tu objetivo. Sin embargo, en verdad hay una excepción: una frase arrojada casualmente. Como recordarás, las frases pronunciadas accidentalmente pueden valer como señales. Las señales se perciben de inmediato. Una frase no premeditada de alguien es capaz de encender de repente una luz en el alma. Si la frase ha rozado tu objetivo, tu alma se animará y te ayudará a percibir qué es aquello, «lo necesario». Pero debe ser una situación en la que nadie intente convencerte de algo o ponerte en el camino de la verdad, sino que, entre otras cosas, simplemente te hagan una observación o te recomienden algo.
Un objetivo ajeno sirve para mejorar el bienestar ajeno. Si el objetivo no produce ninguna mejora en tu vida, significa que no es tuyo. Los auténticos objetivos siempre trabajan para ti, para tu propio bienestar y éxito. Tu objetivo lo necesitas sólo tú. Si sirve directamente para satisfacer las necesidades de los demás, mejorar el bienestar ajeno, significa que el objetivo es ajeno. Los péndulos, bajo cualquier pretexto especioso, intentan obligarte a servir a otra gente. Existen diferentes modos de obligación. Sobre las personas con un sentimiento de culpa agudo habitualmente tienen efecto las palabras «debes», «estás obligado», «hay que hacerlo». Tal gente, en efecto, se consuela pagando por sus falsos pecados. A otro tipo de gente le puede afectar el eslogan: «Se necesita tu ayuda». Y esto también funciona. Como comprendes, semejantes métodos se sostienen sobre la importancia exterior e interior. Debemos recordar que nosotros, antes que nada, vivimos para nosotros mismos y no debemos nada a nadie y no estamos obligados a nadie. No puedes hacer feliz a otra gente. Pero fácilmente puedes perjudicarle, si tú mismo eres infeliz.
Un objetivo ajeno causa la incomodidad del alma. Los objetivos falsos, como regla general, son muy atractivos. La mente, sin escatimar detalles, te pintará todas las posibles virtudes de este objetivo. Pero si con todo ese atractivo hay algo que te oprime, tienes que ser sincero contigo mismo. Por supuesto, la mente no quiere escuchar nada: todo está perfectamente bien y de maravilla. ¿Entonces, de dónde sale la sombra de la incomodidad? Repetiré una regla muy importante del capitulo anterior. Al reflexionar sobre el objetivo, no pienses en lo prestigioso que es, en su inaccesibilidad ni en las maneras de conseguirlo, sino que presta atención sólo al estado de confort de tu alma. Imagínate que has conseguido el objetivo y todo ha quedado atrás. ¿Te sientes bien o te sientes mal? Si la satisfacción se mezcla con recelo o una penosa sensación de carga, significa incomodidad del alma. ¿Merece la pena cargarte con un objetivo ajeno? Tu objetivo será más atractivo y te complacerá más todavía con ausencia completa de cualquier incomodidad del alma. Sólo necesitas dar la espalda a los péndulos y encontrar tu objetivo.
Si no te satisface el lugar en el mundo que ocupas en estos momentos, o si te persigue una cadena de desgracias, eso quiere decir que en su momento caíste bajo la influencia de los péndulos y te has ido hacia un objetivo ajeno a través de una puerta ajena. Los objetivos ajenos requieren mucho trabajo y energía. En cambio tu propio objetivo se alcanza como por sí solo, todo va sobre ruedas. Los objetivos y puertas ajenos siempre te condenan a sufrimientos. Encuentra tu propio objetivo y tu puerta; entonces todos problemas desaparecerán.
Puedes decir: «Y si no sé qué es lo que quiero, ¿cómo puedo saberlo?». Te haré una contra pregunta: ¿alguna vez te has detenido a pensar en serio sobre qué es lo que quieres? Por muy extraño que suene, la mayoría de la gente está tan ocupada con los asuntos de los péndulos que, literalmente, andan de la Ceca a la Meca y no encuentran tiempo para ellos mismos, para su alma. Cuestiones como qué es lo que realmente se quiere de la vida, la gente las resuelve corriendo, de paso, sin detenerse, a ratos, sin pensarlo, presionada por multitud de problemas. No necesitas ocuparte del autoanálisis; basta con que te tranquilices por un tiempo, te aísles y escuches, por fin, el susurro de las estrellas de madrugada.
¿Y si no te apetece absolutamente nada? Eso significa que el potencial de tu energía es muy bajo. El estado de depresión, de apatía, es un indicio claro de que tu energía sólo alcanza para mantener tu subsistencia. En este caso tienes que aumentar las reservas de energía. Es imposible que tu alma no quiera nada. Simplemente, eres incapaz de escucharla.
Forzar estereotipos
A pesar de que ya se ha dicho bastante sobre los péndulos, me gustaría poner nuevos ejemplos de cómo los péndulos pueden desviarnos del camino. Hazte la pregunta: ¿no será que el péndulo te impone un objetivo ajeno con un pretexto verosímil? Por ejemplo, a un «alma buena» la convocan a ayudar. Tal vez la necesiten animales indefensos, soldados heridos, niños hambrientos o quienquiera precise que le cuiden. O en alguna parte luchan por libertad y allí se necesita tu corazón valiente. Un alma buena enseguida sale a todo correr hacia donde la necesitan.
Ahora bien, en realidad no es ninguna «alma buena», sino que es una «buena mente»; además, ni siquiera es buena, sino simplemente desalmada. Esa mente se ha olvidado de su alma y ha ido volando a ayudar a las almas de los demás. Es lo mismo que abandonar a sus propios hijos e ir al rescate de los ajenos. «La mente buena» ha metido su alma en la funda y se ha quedado a solas con sus pensamientos «sensatos». Se ha formado un vacío interior que hay que llenar con algo.
Enseguida los péndulos ofrecen cualquier clase de compensación. Te enseñarán un amplio surtido de formas de gastar tu energía para el bienestar de los demás. Pero, ¿no será que el hombre responde con tanto entusiasmo a los llamamientos ajenos porque en su interior tiene un vacío?
Lo que los estereotipos generales hacen pasar por bondad y sensibilidad, en realidad puede ser un vacío del alma. Un vacío espiritual de la mente se compensa con la preocupación por los demás, mientras que las necesidades de su alma quedan insatisfechas. A los péndulos les conviene hacer pasar la preocupación por los demás por generosidad del alma.
Como ves, los péndulos son capaces de formar estereotipos muy convincentes con habilidad. Pero todo eso es simplemente una bella demagogia. ¿Y qué hay de tu propia alma? ¿En verdad tu mente la abandonará por el bien de los demás? Por eso te recomiendo tan insistentemente que te apartes de los péndulos y saques el alma de la funda. Al empezar a quererte encontrarás tu propio objetivo. En el trayecto hacia él, crearás un montón de hechos verdaderamente buenos y útiles. Y, por supuesto, ayudarás a los pobres e infelices, porque se te presentarán grandes posibilidades.
Pero mientras no tengas definido el objetivo, sé muy prudente respecto a cualquier llamamiento. Tu importancia interior y exterior debe contenerse en el nivel mínimo. Los péndulos necesitan energía complementaria especialmente cuando luchan.
He aquí que dos péndulos se preparan para empezar la batalla. Uno se proclama a sí mismo liberador imparcial y acusa al otro de ser un dictador y un agresor potencialmente peligroso. Lo que en realidad necesita el péndulo justo es tragar a su competidor y apoderarse de su petróleo u otros recursos. Pero este hecho se calla y se desarrolla una gran campaña que se propaga en defensa de la libertad y la justicia.
El hombre que se haya compenetrado con la importancia y se trague el anzuelo del péndulo, dice: «Yo liberaré a esa gente oprimida; ya me las pagará este dictador y agresor». Mientras tanto, el otro péndulo está formando su campo de partidarios. El péndulo-dictador asegura que en realidad él es bueno, y que el agresor es precisamente aquel que se proclamó libertador. El otro hombre, lleno de importancia, arde en indignación: «Cómo, ¿ellos declararon la guerra sin haberme preguntado? ¡Saldré a la calle y manifestaré con furia mi protesta!». Incluso puede lanzarse a participar en la guerra y dejar su vida por la libertad ajena.
Como ves, los partidarios, tanto los de uno como los del otro bando, se implican en la batalla de los péndulos porque la importancia interior y exterior está muy elevada en los partidarios de ambos bandos. En su interior reina un vacío que, en resumidas cuentas, no se llena; al contrario, aumenta aún más. Pues, ¿qué reciben los partidarios implicados en la batalla? Los partidarios de la guerra se convencen a sí mismos: les han engañado; en realidad esa guerra es innecesaria y trae desgracias para todos los participantes. Los partidarios de la paz también se llevan un coscorrón. Aquella misma gente indefensa, atacada por el péndulo agresor, hace renunciar rápidamente a su gobernador vencido y ya está destruyendo la embajada del país protector de la paz, saquea su ayuda humanitaria y empieza a arrastrarse ante el agresor.
Es absolutamente evidente que todos los ideales elevados, por los que luchan los partidarios en las batallas de los péndulos, son como pompas de jabón. En el interior, un vacío espiritual, y en la superficie una capa iridiscente de importancia inflada.
¿Acaso las almas de los partidarios necesitan todo este jaleo?
Puedes comprobar de un modo muy sencillo cuándo un objetivo que te has fijado sirve a los demás, no a ti en particular. Si la preocupación por los demás es impuesta desde fuera, no importa cómo, significa que es un objetivo ajeno. En cambio, si la preocupación por los demás te sale desde dentro, de las profundidades de tu alma, entonces este objetivo puede ser tuyo. Por ejemplo: «Simplemente me gusta ocuparme de mis mascotas, para mí no es una carga». O: «Quiero a mis hijos (nietos), y me gusta cuidarlos, verles crecer, alegrarme junto con ellos». No obstante, cuando ellos crezcan, tendrás que buscar otro objetivo.
Nadie, salvo tú mismo, es capaz de indicarte tu propio objetivo. Sólo existe un modo de encontrarlo: quitarte la importancia, apartarte de los péndulos y volverte hacia tu alma. Quererte a ti mismo antes que a nadie y cuidar de ti mismo en primer lugar. Sólo así es posible encontrar el camino hacia tu propio objetivo.
El error de la mente también consiste en que enseguida intenta valorar la probabilidad de obtención del objetivo y calcular con antelación los modos y medios para su obtención. Según ella todo debe ser razonable. Si se pone en duda la probabilidad de obtención de dicho objetivo, entonces este objetivo es rechazado desde el principio o se posterga por un tiempo indefinido. Con tal actitud, la persona nunca logrará sintonizarse con la línea de la vida de su objetivo. Al contrario: al reflexionar sobre los métodos de obtención, la persona se sintoniza con la línea de fracaso, puesto que en la mente se proyectan guiones de fracaso de toda clase. El objetivo no se logrará por medios habituales, y tampoco sucederá un milagro. Efectivamente, muy rara vez un objetivo de difícil alcance se realiza dentro de los márgenes de la concepción del mundo corriente, y en realidad todo debe ser precisamente así, puesto que los parámetros de la persona que duda no corresponden de ninguna manera a la línea de la vida del objetivo.
Un milagro puede suceder sólo si rompes el estereotipo acostumbrado y piensas en el objetivo mismo, no de los métodos para obtenerlo. Entonces aquello que antes te parecía irreal te revelará de repente su otro lado. De forma inesperada, como por casualidad, se te abrirá un camino completamente real para obtener tu objetivo. Desde el punto de vista de la mundividencia corriente, eso parecerá una milagrosa coincidencia. En este caso a la mente no le quedará otra que quedarse de una pieza: «¡¿Quién lo habría imaginado?!».
Desde el punto de vista del Transurfing, aquí no hay ningún milagro. Simplemente, te has sintonizado con la frecuencia de la línea de tu objetivo, has obtenido la determinación de tener, y la intención exterior te ha trasladado a esa línea de la vida en particular. Y allí aparecen nuevas posibilidades y se abren puertas que en la línea anterior ni siquiera pudiste sospechar.
Estamos tan acostumbrados a los estereotipos establecidos que los consideramos como una valiosa experiencia acumulada por la humanidad. En realidad, estos estereotipos son formados por los péndulos, la gente sólo se conforma con ellos por fuerza. Toda la sociedad se basa sobre los péndulos que viven y se desarrollan por su cuenta, según sus leyes, como entidades de información energética que someten a los partidarios a su voluntad. Su influencia sobre el humano es tan grande que la mente se nubla, literalmente, y el hombre pierde la capacidad de pensar independiente y conscientemente.
Tomemos como ejemplo la actitud delictiva de los nazis alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Ellos cometieron actos terribles. ¿Es posible que los fascistas fueran personas muy crueles, con inclinaciones patológicas sádicas? No; en su mayoría, era gente normal y corriente, igual que nosotros. Tenían familia, amaban a sus familiares y cuidaban de ellos. Al regresar de la guerra se incorporaron a la vida pacífica y se convirtieron de nuevo en burgueses normales y bondadosos.
¿Por qué, pues, un honrado hombre hogareño, al encontrarse en guerra, se convierte en una bestia? Porque resulta que su mente se halla bajo el poder del péndulo. Los partidarios implicados en la batalla de los péndulos no saben lo que hacen, estrictamente hablando. Podemos observarlo con más claridad en la actitud de los adolescentes, cruel y a veces sin sentido. La mentalidad joven e inestable es especialmente indefensa y está más expuesta a la influencia. Mira a cualquiera de estos adolescentes por separado. ¿Acaso es cruel? No, en absoluto, y sus padres te lo jurarán. Pero al caer bajo la influencia de un péndulo, por ejemplo, al formar parte de la multitud, pierde conciencia de qué es lo que hace. La mente de un miembro de la multitud literalmente duerme, puesto que está atado por el lazo del péndulo. ¿Recuerdas el mecanismo de la transición inducida?
Todo el mal, la crueldad y violencia en este mundo no son fruto de la naturaleza humana, supuestamente villana, sino de la naturaleza ávida de los péndulos. El alma humana no conoce el mal. Todo el mal está concentrado en la mente, como una capa de destructiva influencia de los péndulos.
Los péndulos incitan a la gente a emplear la violencia, no sólo contra los demás, sino también contra sí mismos. ¿Qué te parece este bravo eslogan: «El que no arriesga no gana»? Este eslogan contiene una provocación, un llamamiento a jugarse el bienestar o la vida en nombre de una idea ajena. Por supuesto, si la idea no es ajena, sino tuya propia, y el riesgo está justificado, puede ser que merezca la pena que te arriesgues. Sin embargo, no hay nada más estúpido que un riesgo no justificado, que ponga en peligro la salud o la vida.
Los péndulos incitan al hombre a actitudes arriesgadas porque el miedo, la tensión y la excitación que experimenta el arriesgado son los platos favoritos de los péndulos. Al utilizar el estereotipo de la falsa valentía, o con ayuda de un partidario en concreto, el péndulo intenta enganchar a la víctima. «¡Venga, no temas! ¡Demuéstranos de qué eres capaz! No quieres parecer cobarde, ¿verdad?». Y el hombre, lleno de importancia interior, se lanza a todo correr a demostrar lo contrario a todos y a sí mismo. Se encuentra en la trampa de un estereotipo falso y no se le ocurre que no está obligado a demostrar nada a nadie, ni que pueda ignorar la opinión de los manipuladores.
El sentimiento de la propia inferioridad obliga a una persona obedecer ciegamente a los péndulos. Es evidente que un riesgo no justificado no es en absoluto una manifestación de valentía, sino la pretensión de ocultar sus falsos complejos. La mente rige la vida de su alma de una forma irresponsable, a favor de estereotipos sospechosos. La pobrecita del alma, aterrorizada y acurrucada en un rincón, mira lo que ingenia la mente desmedida, pero no puede hacer nada. La mente, respecto del alma, se comporta como un fracasado crónico, en el mejor de los casos, el que descarga su inutilidad con sus familiares; en el peor, como una bestia borracha y demente, que maltrata a su niño indefenso.
Que despierte tu mente de la viscosa alucinación. Ella posee un tesoro inapreciable, asombroso: su alma. Al unir tu alma y la mente obtendrás fuerza y una libertad verdadera. No temas romper los estereotipos formados por los péndulos. Se te revelará la verdadera naturaleza de muchas cosas en este mundo. Al forzar los estereotipos abres las puertas cerradas.
Tus objetivos
Supongo desde el principio que tienes algún sueño recóndito e imaginas, al menos, cómo puedes lograrlo. Aunque si no tuvieses ni idea de cómo ese deseo pueda realizarse, no importa. Si tienes la determinación de tener, se encontrará una variante. Lo más importante es que definas tu deseo verdadero más íntimo y obtendrás la determinación de tener y actuar. La intención convierte el deseo en un objetivo. El deseo sin la intención nunca se hará realidad. Pero para empezar, debes aclarar para ti mismo qué es exactamente lo que tú quieres de la vida. Las formulaciones borrosas de tipo «quiero ser rico y feliz», no funcionan.
Imagina que paseas por una ciudad sin ningún objetivo concreto. Simplemente caminas despacio adonde te lleve el viento. ¿Adonde llegarás? No lo sabe nadie. En cambio, si tienes un destino concreto, tarde o temprano estarás allí, aun si no conoces bien la ruta. Así también sucede en la vida: si no tienes un objetivo, eres un barquito de papel en un raudal. Si tienes un objetivo y tratas de obtenerlo, puedes alcanzarlo. Pero puede que no lo alcances.
Sólo en un caso existe 100 por 100 de garantía de que obtendrás tu propósito: si es tu propio objetivo y vas a por él a través de tu propia puerta. En este caso nada ni nadie puede impedírtelo, porque la llave del freile de tu alma coincide perfectamente con la cerradura de tu camino. Nadie podrá privarte de lo tuyo.
Por ende, no habrá problemas con la obtención de lo propuesto. El problema está sólo en encontrar tu propio objetivo y puerta.
En primer lugar, un objetivo no se determina por alguna necesidad pasajera. Tu objetivo debe responder a la pregunta: ¿qué es lo que quieres de la vida? ¿Qué es lo que hará tu vida alegre y feliz? Sólo eso tiene importancia. Lo demás puedes considerarlo escoria de los péndulos.
Encuentra un objetivo principal. Su obtención traerá consigo el cumplimiento de los otros deseos. Si no se te ocurre nada en concreto, para empezar puedes formular, por ejemplo, un objetivo general de este tipo: de la vida quieres confort y bienestar. ¿Qué significan, según tu parecer, el confort y el bienestar? Las necesidades de tener una casa, ropa buena y otros atributos de una vida confortable los puedes sustituir por un objetivo: obtener un trabajo altamente retribuido. Pero como comprenderás, ni siquiera es un objetivo, sino una puerta, además indefinida.
Un trabajo bien remunerado puedes sustituirlo por una formulación más precisa: convertirte en un buen o en el único especialista en tu área. ¿Qué es lo que a tu alma le gusta? Veto surge una pregunta: ¿llenaría este trabajo todo el sentido de la vida? Si es así, tienes suerte: tu objetivo coincide con tu puerta. Supongamos que a tu alma le agrada una determinada rama de la ciencia, la cultura o el arte. Entonces, al hacer lo que te gusta, harás descubrimientos y crearás obras maestras. La felicidad en tal línea de la vida está aquí y ahora, no en algún lugar del futuro. Todos los atributos de una vida confortable, los que algunos logran con tantos esfuerzos, vendrán por sí mismos como algo debido. Después de todo estás yendo por tu propio camino de vida.
En cambio, si lo que haces, aunque sea lo que te gusta, no es lo único que te alegra y llena tu vida con atributos de confort, entonces es posible que sólo puedas considerarlo como una puerta, pero es imposible considerarlo tu objetivo. No olvides que tu objetivo debe convertir tu vida en una fiesta, con todos los atributos correspondientes. Mientras tanto, no pienses en los medios de obtención, es decir, en las puertas. Lo importante es definir el objetivo y, con el tiempo, las puertas aparecerán por sí solas.
Hazte la pregunta: ¿qué es lo que le gusta a mi alma? ¿Qué es lo que convertirá tu vida en una fiesta? Renuncia a cualquier pensamiento sobre el prestigio y la difícil accesibilidad de tu supuesto objetivo. Ninguna limitación debe interesarte. Si no crees en todo eso, pues, al menos finge que todo es accesible para ti y sólo te queda elegir. No te cortes y haz tu pedido a lo grande.
¿Querrías tener una barca? ¿Y qué tal tu propio yate?
¿Querrías tener un piso? ¿Y qué tal tu propio chalet?
¿Querrías ser jefe de la sección? ¿Y qué tal el puesto de presidente de una corporación?
¿Querrías trabajar mucho para ganar mucho dinero? ¿Qué tal no trabajar en absoluto y vivir a tu gusto?
¿Querrías comprar una parcela a buen precio para construir casa? ¿Y qué tal una isla propia en el Caribe?
Pues con tales «y qué tal…» podemos seguir hasta lo infinito. No te puedes ni imaginar hasta qué punto son modestas tus demandas en comparación con lo que podrás obtener si vas a por tu objetivo a través de tu puerta.
No pienses en tu deseo con la mente. No escatimes tiempo para averiguar qué es lo que quiere tu alma. La frase «a mi alma le gusta» habla por sí sola.
La frase demuestra la actitud, y no una opinión. Una opinión es fruto de la actividad cognoscitiva de la mente. La actitud surge de las profundidades del alma; por tanto, sólo la actitud puede servirte para detectar los objetivos tuyos o ajenos. A la hora de definir tu objetivo, es necesario que te preguntes: «¿Cómo me siento en la situación de objetivo conseguido?».
Supongamos que has pensado un deseo. Para comprobar si el deseo es tuyo o no, hazte dos preguntas. La primera: ¿realmente lo necesito? La segunda: y después de todo, ¿realmente lo necesito? Intenta probar con este deseo todos los indicios de un objetivo ajeno.
¿Realmente lo deseas con toda el alma o simplemente te gustaría desearlo? ¿No será que intentas demostrar algo, a ti y a los demás? ¿Realmente quieres conseguirlo? ¿Puede que sea un tributo a la moda o al prestigio? A un discapacitado le puede parecer que lo que quiere él con todo corazón es patinar. En realidad su objetivo no sale de corazón, sino del agravio por su defecto físico. El objetivo ajeno atrae con su inaccesibilidad. Si el objetivo es poco accesible, intenta renunciar a él y obsérvate. Si te has sentido aliviado, significa que es un objetivo ajeno. Si sientes indignación y una protesta interior, el objetivo puede ser tuyo.
El único criterio fiable para elegir objetivo es la incomodidad emocional del alma. Es una reacción negativa del alma a la decisión de la mente ya tomada. El estado de confort del alma se puede comprobar sólo después de que la mente haya tomado la decisión, al definir su objetivo. Imagínate que has conseguido el objetivo y todo ha quedado atrás. En cuanto lo hagas, necesitas cesar cualquiera discusión sobre el objetivo y prestar oídos a las sensaciones del alma. ¿Te sientes bien o te sientes mal? Si la satisfacción se mezcla con recelo, o con una sensación onerosa de carga, o la sensación de alguna necesidad, alguna obligación, significa que el alma te dice claramente que «no». La mente siquiera es capaz de suponer qué disgustos esconde en sí un objetivo cubierto por un bonito envoltorio. En cambio el alma lo percibe todo.
La sensación de incomodidad emocional puede ser poco clara y confusa. No confundas la turbación del alma con su incomodidad.
Como se mencionó en el capítulo anterior, la turbación o una especie de timidez procede del carácter insólito de la situación: «¿Será posible que todo sea para mí?» La incomodidad del alma es una sensación onerosa de opresión o peso que se revela débilmente contra el fondo de los razonamientos optimistas de la mente. La turbación del alma se puede eliminar con ayuda de diapositivas; la incomodidad del alma, nunca. Sería un error enorme considerar que tú no mereces todo eso. ¡Un disparate total! Fueron los péndulos los que te obligaron a colgarte encima esta etiqueta primitiva. Eres digno de todo lo mejor. En cualquier caso, no tengas prisa en tomar la decisión definitiva. Intenta poner a prueba tu objetivo con diapositivas. Si ves que la sensación onerosa no pasa con el tiempo, significa que se trata de una incomodidad del alma.
Si sientes la incomodidad en el alma en relación con algunos aspectos del objetivo mismo, significa que es un objetivo ajeno.
Si, al darte cuenta de la difícil accesibilidad del objetivo, sientes incomodidad del alma, significa que el objetivo no entra en la zona de confort de tu alma o que has elegido una puerta ajena. No pienses en los métodos de obtención hasta que hayas definido con exactitud tu objetivo. Si no logras imaginarte en el papel que habías pensado, puede que todavía no estés listo para admitirlo. La zona de confort se puede ampliar con ayuda de diapositivas. No te preocupes por las puertas. Sólo necesitas la determinación de tener y, tarde o temprano, la intención exterior te indicará una puerta adecuada.
No caigas en la tentación de definir el dinero como tu objetivo. Dices: «Cuando tenga dinero, todos mis problemas estarán resueltos; sé lo que compraré con este dinero». ¿Recuerdas el maletín lleno de billetes, en el apartado «Diapositivas»? Allí hablábamos de que el dinero no puede servir como objetivo, que es sólo el atributo acompañante. En el primer momento puedes estar conforme con tal postura, sin embargo, ésta no es una confirmación tan trivial. Nosotros estamos tan acostumbrados al dinero que podemos convertir prácticamente todo en su equivalente monetario. Pero el dinero es una categoría abstracta que está destinada a la mente, pero de ningún modo al alma. El alma no tiene ni idea de qué hacer con el dinero, puesto que no puede pensar de modo abstracto. El objetivo final debe ser comprensible para el alma. El alma debe saber qué es lo que quieres comprar con el dinero solicitado: una casa, un casino, una isla, etcétera. No hablamos de medios, con tal de que al alma le guste.
No lograrás definir tu objetivo y sintonizarte con la línea de la vida de dicho objetivo mientras tu departamento de contabilidad interior siga calculando los recursos necesarios para obtenerlo. Activa a tu Celador y detente cada vez que tu mente intente evitar contestar a la pregunta: «¿Qué es lo que quiero yo de la vida?». El estereotipo de que el objetivo es difícil de alcanzar es uno de los estereotipos más resistentes, por lo que necesitarás mucha paciencia. La mente intentará dar respuesta a otra pregunta: «¿Cómo lo logro?». Pero ahora, que tu alma diga a la mente: «¡Cállate, no es tu problema, estamos eligiendo juguete!».
Deberías tratar de librarte de los péndulos destructivos, pero eso no significa que necesites aislarte por completo. Toda la sociedad está construida sobre su influencia, por lo que sólo te queda huir al Himalaya, o buscar tus péndulos. Para los ermitaños es fácil «conversar con la Eternidad» estando muy lejos de los péndulos. Pero en cuanto devuelvas a ese eremita al ambiente agresivo de los péndulos, de inmediato perderá todo su equilibrio y cualquier sentido de imparcialidad.
Tu objetivo también pertenece a algún péndulo. En eso que no hay ningún peligro para ti, siempre que el objetivo sea verdadero. Encuentra tu objetivo y el péndulo se verá obligado a convertirte en su favorito. Incluso puedes crear un péndulo nuevo. Lo importante es que realices tu derecho a la libertad de elección y no permitas a los péndulos establecer control sobre ti.
No podrás determinar el objetivo mediante análisis y reflexiones. Sólo tu alma puede identificar un objetivo verdadero. Analizar es actividad de la mente.
El alma no sabe pensar. Sólo sabe ver y sentir.
La tarea de la mente en el proceso de búsqueda del objetivo no consiste en buscar. Aunque la mente lo hará como siempre, es decir, mediante análisis y construyendo cadenas lógicas basadas en los estereotipos y estándares de uso general. Si de este modo pudiéramos determinar nuestro camino, todos seríamos felices.
La tarea de la mente consiste en dejar pasar a través de sí toda la información exterior, prestando especial atención al estado de confort del alma. La mente sólo debe proponerse la siguiente orientación: busco aquello que convertirá mi vida en una fiesta. Y luego solamente dejar entrar en ti la información exterior y observar los sentimientos del alma desde él punto de vista de esta orientación.
Una activa búsqueda del camino no te llevará a ninguna parte. No te preocupes, espera y observa. ¡Si fijas la orientación hacia la búsqueda, la información necesaria vendrá por sí sola. En un momento determinado recibirás alguna información que te despertará un vivo interés. Lo importante es que tu mente no se entrometa con sus reflexiones en este momento, sino que se limite a prestar atención al estado de confort del alma.
Puedes acelerar por ti mismo la llegada de la información necesaria. Para eso será muy útil que amplíes el círculo de tus intereses. Visita lugares donde nunca hayas estado: museos, excursiones, cine, picnic, otro barrio de la ciudad, una librería o cualquier otro sitio que quieras. No tienes que ocuparte activamente en la búsqueda, simplemente aumenta la amplitud de la información exterior y observa.
Date un tiempo indefinido, no te metas en los límites de tiempo y no conviertas la búsqueda de objetivo en una obligación. Sólo mantén en la mente una orientación: busco aquello que convierta mi vida en una fiesta.
Observa las sensaciones que surjan con un poco más de atención que antes. Que esta orientación trabaje constantemente en el régimen de fondo. Deja pasar cualquier información entrante por un filtro interrogativo: ¿qué es lo que siento en cuanto a esto? ¿Esto me gusta o no?
Tarde o temprano obtendrás alguna señal o información que parecerá estremecer algo en tu interior: «¡Oh, esto me gusta!». Contempla a conciencia esa información en todos sus aspectos, observando con atención el estado de confort de tu alma.
Y ya, por fin, has logrado librarte de la tentación de reflexionar sobre los medios y has determinado el objetivo. Una vez aparezca la determinación de tener y actuar en pos de la obtención de este objetivo, la capa de tu mundo experimentará una trasformación asombrosa. Y sucederá lo siguiente.
Te has librado del peso de los objetivos falsos y respiras con alivio. No tienes la necesidad de seguir obligándote a hacer lo que no te gusta. Has renunciado a la lucha por una felicidad ilusoria en un futuro y te has permitido tenerlo aquí y ahora. Antes intentabas llenar el vacío del alma con los sucedáneos baratos que te ofrecían los péndulos. Mas ahora la mente ha dejado salir al alma de la funda y una asombrosa sensación de ligereza y libertad ha surgido en ti, como si llegase la primavera y despertases de una larga hibernación. La onerosa sensación de opresión y peso ha desaparecido. Reconoce que es mucho más agradable avanzar hacia tu propio objetivo, comprendiendo que has hallado en tu interior lo que antes intentabas inútilmente encontrar en el mundo exterior. Tu mente se deshizo de la basura innecesaria de los objetivos ajenos, renunció a las inútiles reflexiones sobre los medios de obtención y simplemente dejó entrar el objetivo propuesto en la capa de tu mundo. El alma ha elegido el juguete por sí misma y ha empezado a aplaudir y brincar de alegría. Has roto el falso estereotipo y te has permitido tener, a pesar de la falsa inaccesibilidad del objetivo. Por tanto, puertas antes cerradas se han abierto de par en par delante de ti. Y por fin también la mente se ha dado cuenta de que el objetivo es realmente alcanzable. Ahora la vida se convertirá en una fiesta, puesto que el alma feliz echará a correr a saltos detrás de la mente, la que dejó entrar la fiesta en la capa de su mundo. El alma y la mente comenzarán a andar alegremente de la mano, por un camino recto y agradable, hacia la felicidad que está aquí y ahora.
Tus puertas
Si te ves constantemente obligado a superar obstáculos en el camino hacia el objetivo, significa que elegiste un objetivo ajeno o que vas a por el objetivo a través de una puerta ajena. La única cosa en la vida que puede considerarse importante es definir tu propio objetivo y la puerta hacia él. Al precipitarte en alcanzar objetivos ajenos puedes malgastar toda tu vida y al final no lograr nada. No hay nada tan triste como reconocer que todos los esfuerzos han sido en vano y la vida no ha resultado.
Los péndulos acostumbraron a la gente a hacer lo necesario y luego a tomarlo como algo debido. El estereotipo de la necesidad forzada está reducido a lo absurdo: como si la vida fuera una pena que todos han de cumplir, o trabajos comunitarios que todos deben pagar con el propio esfuerzo. El hombre se acostumbra tanto a esa necesidad que las verdaderas aspiraciones del alma quedan metidas en el rincón más apartado de la conciencia hasta que lleguen tiempos mejores. Pero la vida se acaba y los tiempos mejores nunca llegan.
La felicidad se vislumbra siempre en alguna parte del futuro. El falso estereotipo afirma: para que este futuro llegue debes conquistarlo, ganarlo, conseguirlo. Muy frecuentemente la gente renuncia a su actividad preferida por motivos materiales. Las ocupaciones se dividen en afición y trabajo propiamente dicho, que debe producir beneficio. Junto con el planteamiento de los objetivos falsos, una necesidad forzada es un modo más que utilizan los péndulos en sus intentos de desviar al hombre lo más lejos posible del propio camino.
En realidad, es posible ganar bien hasta con un hobby, si es tu objetivo. Si te ves obligado a renunciar a tu ocupación preferida sólo porque no te produce beneficio, entonces es imprescindible que definas con exactitud si este hobby tiene algo que ver con el objetivo elegido por tu alma.
¿Hará tu ocupación preferida una fiesta de tu vida o no? Si es imposible atribuir tu actividad a tu objetivo, nadie te dirá con certeza si podrás beneficiarte de ella o no. Pero si estás seguro de que tu ocupación es aquella misma que hará de tu vida una fiesta, entonces espera que en tu vida aparezcan los atributos de confort. Cuando tu objetivo coincide con tu puerta, no tienes necesidad de preocuparte por el bienestar material: lo tendrás de igual modo, si así lo quieres.
Sin embargo, el falso estereotipo de la necesidad forzada no permite que el hombre se dedique por completo a su objetivo. Hay muchos ejemplos que lo demuestran. Vive ese buen hombre, se esfuerza, como todos, en un trabajo necesario, y en su tiempo libre crea o inventa algo. Y no se le pasa por la cabeza que lo que él ha creado se puede vender muy caro. Vive en la pobreza con una convicción absoluta: por un trocito de pan se debe trabajar duro. Mientras que su hobby es sólo eso, «para el alma». ¿Comprendes lo que está pasando? El hombre trabaja de peón para algún fulano la mayor parte de su vida; dice: «Lo necesito para mantener mi subsistencia». Y el alma recibe las migas que le quedan del tiempo laboral. Entonces, ¿para quién vive el hombre? ¿Para aquel fulano?
Si tu objetivo coincide con tu puerta, puedes hacerte rico gracias a tu hobby. La obtención del objetivo traerá consigo la realización de todos los otros deseos; además, los resultados obtenidos superarán todas tus esperanzas. Que no te quepa la menor duda de que todo hecho con el alma vale mucho dinero en este mundo. Los productos de la pura mente, al contrario, se valoran poco. Como sabrás, las auténticas obras maestras nacen en la unidad del alma y la mente. Por el camino hacia el objetivo crearás obras maestras, si no permites a los péndulos desviarte de él. En este caso todo es muy simple: sólo tienes que seguir tranquilamente por tu camino y no caer en la red de los péndulos. Tarde o temprano conseguirás un éxito grandioso.
El asunto es algo más difícil si el objetivo y la puerta no coinciden. No obstante, antes de llegar a esta conclusión piénsalo bien. Tu objetivo no puede dificultarte mucho la vida. Al contrario, al elegir el objetivo facilitarás considerablemente tu vida y te quitarás muchos problemas de encima. No te apresures en elegir la puerta. Si tienes una determinación de tener 7 actuar, la puerta aparecerá. Si no imaginas con toda claridad dónde se encuentra tu puerta, trabaja con diapositivas y amplía la zona de tu confort. Baja la importancia, renuncia al deseo de conseguir el objetivo. En cuanto te permitas tener, la intención exterior te ofrecerá una variante oportuna.
Tu puerta es aquel camino que te conducirá a tu objetivo. Después de determinar el objetivo, hazte la pregunta: ¿de qué manera puedo lograrlo? La intención exterior, tarde o temprano, te revelará las diferentes posibilidades. Tu tarea consiste en encontrar, entre todas ellas, precisamente tu puerta. Examina todas las variantes posibles. Es imprescindible que sometas a cada una de las variantes elegidas a la prueba del estado de confort del alma. Aquí puedes guiarte por los mismos principios que a la hora de elegir el objetivo.
Supongamos que tu objetivo implica que eres una persona rica.
Entonces tienes que definir qué es lo que te ayudará a ser rico. Al fin y al cabo, el dinero no viene a la persona, simplemente, sino a lo que ella representa. Eso puede ser: una estrella del espectáculo, un gran fabricante, un financiero, un especialista eminente, un heredero. Pues bien, ¿quién quieres ser tú? Necesitas encontrar precisamente un camino personal hacia la riqueza, algo, de lo que tu corazón se alegre. Y de qué se alegrará, debes preguntárselo a tu alma, no a la mente. La mente es producto de la sociedad. Y la sociedad se sostiene sobre los péndulos. La sociedad dice: «Sé famoso, o político, o rico. Es prestigioso». Pero, como para el péndulo tu felicidad personal no representa ningún interés, él no te ayudará a definir el huequito necesario en esta vida.
La mente y los conocidos te sugieren que debes buscar un trabajo bien remunerado, por ejemplo, de abogado. Todos dicen: al ser un abogado cualificado, ganarás montones de dinero. Por supuesto, te gustaría ganar mucho dinero, pero esta puerta puede serte ajena. A través de ella darás con un lugar equivocado. Si el objetivo está elegido de forma correcta, la puerta te abrirá posibilidades que tú ni imaginabas. Supongamos que tus exigencias son: tener una casa propia, un coche, un buen sueldo. Al entrar en tu puerta recibirás tanto que tus antiguas pretensiones te parecerán ridículas. Pero para eso necesitas no equivocarte a la hora de elegir tu puerta.
No tengas prisa y no escatimes tiempo al hacer tu elección. Desperdiciarás mucho más tiempo y esfuerzos en vano si te apresuras y haces una elección equivocada. Determinar el objetivo y las puertas puede llevar meses. Durante todo este tiempo deberás guardar una especie de «ayuno de impecabilidad»: en la medida de lo posible, seguir rigurosamente los principios básicos del Transurfing. Ya los conoces.
En primer lugar está tu conciencia. Es necesario que estés consciente de los motivos de tus acciones posteriores. ¿Crees que actúas conscientemente, comprendiendo las reglas del juego, o te dejas influir, abúlico, por un péndulo?
Vigila el nivel de la importancia interior y exterior. Piensa en tu puerta y tu objetivo como si los tuvieras ya. No existe ningún prestigio ni inaccesibilidad o necesidad. Renuncia a cualquier importancia. Aquello que posees es algo corriente para ti.
Resígnate de antemano a un posible fracaso. Si te sale bien: tanto mejor; si no, entonces-eso no es tuyo y no tienes por qué apenarte. Permítete cometer errores. Asigna algún lugar en tu vida para la derrota, y que este lugar esté bajo tu vigilancia. Es más, de lo que sigue a continuación sabrás que un fracaso enojoso no es una derrota en absoluto, sino un jalón ordinario en el camino hacia el objetivo.
Encuentra para esa puerta en particular alguna sustitución, un remplazo. No renuncies enseguida a la puerta anterior, no quemes las naves, actúa con prudencia. No lo apuestes todo a una carta. Reserva alguna vía de escape.
No ceses de proyectar en la mente la diapositiva de tu objetivo. De este modo estás ampliando la zona de confort y te sintonizas con la frecuencia de la línea del objetivo. Y la intención exterior te echará la información necesaria.
Para no dejar escapar esa información, introduce en tu cabeza la diapositiva de la búsqueda de tu objetivo y tu puerta. A todos los datos entrantes del mundo exterior hazles pasar a través de esta diapositiva. Valora si eso se encaja contigo o no. A la vez escucha el susurro de las estrellas de madrugada, no a la mente. Y mientras tanto observa qué es lo que te oprime o anima y no qué piensas sobre lo que está ocurriendo. Presta atención a la actitud del alma ante cualquier información. En un momento determinado se avivará y exclamará: «¡Es exactamente lo que necesito!».
Y de nuevo, no tengas prisa. Sigue ampliando la zona de confort y sintoniza tus pensamientos con la línea del objetivo hasta que objetivo y puerta formen una idea clara. Tienes que llegar a una concusión precisa: «Sí, quiero eso, y es lo que hará de mi vida una fiesta». Tu alma canta y la mente, satisfecha, se frota las manos.
Si el alma canta ya, pero la mente aún está en duda, vuelve a ampliar la zona de confort. Eso te permitirá forzar el molesto estereotipo falso de inaccesibilidad e irrealidad del objetivo. ¿Sabes por qué la puerta parece ser inaccesible? Porque está cerrada con el estereotipo falso de inaccesibilidad que tienes metido en la mente. Cuando fuerces el estereotipo se abrirá la puerta.
No te pido que me creas, o que te creas tú mismo, o a cualquiera. Nunca podrás obligar a la mente a creer. Ella sólo acepta sin reservas los hechos. Ahora bien, para que la puerta sea real para tu mente, deberías pasar a la línea de la vida del objetivo. Y es posible hacerlo sólo con ayuda de la diapositiva del objetivo. Al principio de tu línea, el objetivo aún está por delante, pero los caminos para su obtención ya son claramente visibles para la mente. Es totalmente inútil convencerte y luchar contra el estereotipo. El forzamiento de estereotipo no consiste en eso. Se derrumbará por sí sólo, cuando la intención exterior te muestre nuevas posibilidades en la línea del objetivo. Por tanto llamo tu atención sobre lo siguiente: no intentes persuadirte y no luches contra el estereotipo. Todo lo que necesitas es seguir proyectando sistemáticamente la diapositiva del objetivo. Estos no son ejercicios teóricos vacíos, sino un avance concreto hacia el objetivo.
No olvides que la realización material es inerte y la intención exterior no puede llevar a cabo instantáneamente el pedido. Necesitarás paciencia. Y si no tienes paciencia, significa que deseas ansiosamente conseguir tu objetivo cuanto antes. En este caso, empieza desde el principio, intentando disminuir la importancia. Si deseas significa que dudas de ser capaz de conseguir realmente tu objetivo. Amplía de nuevo la zona de confort hasta ver que se te abren las perspectivas reales.
Los péndulos pueden camuflar tu puerta so capa de falsa insignificancia y poco valor. Todo lo que sepas hacer con facilidad, soltura, con ganas, tiene importancia y valor. No existe ninguna cualidad insignificante. Cualquier tontería que te caracterice, aunque dentro de los límites de los estereotipos no tenga ninguna importancia, puede servirte de llave para la puerta necesaria. Intenta aplicar esa cualidad «poco seria» que te caracteriza a las puertas serias.
Por ejemplo, si tienes reputación de ser «un payaso», quizá podrías ser un excelente cómico. Si todos dicen que eres un inútil y lo único que sabes hacer es vestir bien y ponerte guapa/o, posiblemente tu puerta te lleve hacia la profesión de modelo, maquillador/a o modista/o. Si te saca de quicio la publicidad y te gusta refunfuñar por lo mal que la hacen y que la publicidad hay que presentarla de modo totalmente diferente, eso no es simple descontento, sino el deseo oculto de revelar tus capacidades en esta área dada. He enumerado unos ejemplos en particular. La cualidad personal «inútil» puede manifestarse de un modo totalmente inesperado. Lo descubrirás si das la espalda a los péndulos y te vuelves de cara a tu alma. Piensa: si en realidad haces esas tonterías con desenvoltura y placer, entonces eso debería tener algún significado.
Todo lo dicho se refiere al proceso de elección de la puerta. Pero supongamos que ya estás en el camino hacia el objetivo elegido. Entonces existe un modo de averiguar si esa puerta es la indicada. Si en el camino hacia el objetivo te cansas y pierdes energía, si eso supera tus fuerzas, significa que esa puerta no es tuya. En cambio, si te invade el ánimo cuando te ocupas de lo que te acerca hacia el objetivo, puedes considerar sin miedo este quehacer como tu puerta.
Existe otro modo de distinguir una puerta verdadera. Una puerta ajena puede hacerse pasar por la tuya; parece abrirse delante de ti, pero en un momento crucial se cierra bruscamente delante de tus narices. Resulta así que todo te va bien en el camino a través de una puerta ajena, pero al final fracasas en lo más importante. Si alguna vez te ha pasado eso, significaba que ibas a través de una puerta ajena. Es en lo que se revela la perfidia de los péndulos, que abren especialmente las puertas accesibles para todos para atraer a tantos partidarios como sea posible.
Como regla general, nadie se amontona al lado de tus puertas. Pero aunque encontraras mucha gente deseando atravesarla, todos se apartan enseguida y pasas libremente. Las puertas accesibles para todos están abiertas para todos, pero son muy pocos los que las atraviesan. Recuerda de nuevo cómo los péndulos crean mitos de exitosas carreras de las estrellas e intentan someter a todo el mundo a la regla «haz como yo». Las personas atraídas por el espejismo quieren forzar la misma puerta todos al mismo tiempo, mientras que sus propias puertas están al lado, completamente libres.
Sin embargo, tu puerta también puede cerrarse delante de ti, si has quebrantado brutalmente la ley del equilibrio. Por ejemplo, el objetivo es demasiado importante para ti y lo juegas todo. Puedes volver a abrir esa puerta si disminuyes la importancia. Sobre eso hablaremos al final de este capítulo.
Intención
Supongo que si has dedicado tiempo para definir el objetivo y las puertas, significa que tienes la intención. La intención convierte un deseo en objetivo. El deseo sin intención no se realizará nunca. Los sueños tampoco se cumplen. ¿Cuál es la diferencia entre un objetivo y un sueño?
La misma que distingue una intención de un deseo. Si tienes la intención, el sueño se convierte en objetivo. Los sueños vacíos y los castillos en el aire no pueden cambiar nada. Sólo la intención es capaz de cambiar la vida, es decir, la determinación de tener y actuar.
Supongamos que has logrado definir tu objetivo y estás muy decidido a alcanzarlo. Estás que ardes de impaciencia por empezar a actuar lo más pronto posible. Pues bien, ahora suelta el agarre. Baja la importancia del objetivo, renuncia al deseo de conseguirlo y quédate sólo con la determinación de tener. Sólo resta actuar dentro de los marcos de la intención purificada, es decir, cumplir todo lo que es necesario sin desearlo ni tampoco insistiendo en ello.
Lo único que puede estropearte todo en el camino hacia tu objetivo es la responsabilidad sobrante, el empeño, el celo y el constreñimiento. Eso sueña muy extraño e inhabitual dentro de los límites de la concepción del mundo corriente. Pero espero que ahora tú no veas aquí nada absurdo. Volvamos a ponerlo todo sobre los pies.
Al avanzar hacia el objetivo a través de tu puerta no tienes necesidad de aplicar demasiados esfuerzos. Tampoco tendrás que constreñirte. Si no es así, significa que el objetivo es ajeno o bien es ajena la puerta. Pero la mente está acostumbrada a luchar y superar obstáculos. La mente crea todos los problemas por sí misma cuando atribuye demasiada importancia a las cosas y lucha contra la corriente de las variantes. Tu línea de la vida tiene el mínimo de obstáculos, si dejas del lado la importancia.
Has de ir hacia tu objetivo como si fueras a recoger la correspondencia del buzón. ¿Qué es lo que quedará de la intención si la purificas de importancia y del deseo de lograr el objetivo? Sólo la determinación de tener y mover los pies. Deja de considerar un problema el periódico del buzón y, simplemente, empieza a mover los pies hacia él. No pienses en el problema: actúa como te resulte posible; así el problema se resolverá en el proceso del avance hacia tu objetivo.
La intención interior de la mente te incita a batir el agua con las manos: «Insisto en que…». La intención exterior actúa de manera totalmente opuesta: «Resulta así que…» Mientras insistas, no dejarás a la intención exterior realizar el objetivo según la corriente de las variantes. ¿Cómo puede tu mente saber exactamente cómo debe realizarse el objetivo?
El movimiento hacia el objetivo correcto a través de tu puerta se produce como sobre un camino allanado. No te molesta nada ni nadie, si tu importancia está en el nivel mínimo y no luchas contra la corriente de las variantes. Y ya que vas por tu camino, no tienes nada de qué preocuparte, incluso si aparecen dificultades pasajeras. Permítete disfrutar de la vida y acéptalo todo como un regalo. En cuanto la fiesta se te agüe por algo, intenta determinar en qué has rebasado la importancia. ¿Por qué sientes que algo te oprime? Para esta pregunta existe una respuesta estándar: ya te constriñes demasiado en algo, ya te impacientas por lograr el objetivo, ya atribuyes a algo demasiada importancia. Suelta el agarre.
Los pensamientos y sentimientos deprimentes pueden aparecer por la insuficiente amplitud de la zona de confort. Supongamos que como resultado de obtener el objetivo debes recibir una gran cantidad de dinero. Enseguida aparece un conjunto entero de pensamientos preocupantes: ¿dónde lo guardo? ¿Cómo lo invierto con máximo beneficio? ¿Y si lo pierdo? ¿Y cómo ser prudente para gastarlo bien? ¿Y si me lo roban? Si es así, significa que todavía no estás preparado para tenerlo. Cuando la realización de un sueño está acompañada por semejantes problemas, inevitablemente aparece la turbación del alma y, como consecuencia, el propósito inconsciente de librarse de estos problemas. En este caso la intención exterior trabajará contra ti.
Hay que mantener siempre la determinación de tener. Y no tendrás necesidad de obligarte a proyectar mentalmente la diapositiva del objetivo. Después de todo, te resulta agradable pensar en tu objetivo deseado. Sólo que no merece la pena persuadirte o convencerte. Puedes estar persuadiéndote mucho tiempo y sin resultado alguno. A diferencia de la autosugestión, la intención implica que la decisión ha sido tomada y no está sujeta a discusión. La obtención del objetivo es evidente. Cualquier duda desaparecerá por sí sola si amplías la zona de tu confort.
Quiero advertirte de un error muy grave. Existe otro estereotipo falso más, que te incita a pensar sólo en el desarrollo exitoso de los acontecimientos. Por muy extraño que suene, es un estereotipo realmente falso. Ves, ¡cuántos son! ¿Crees que podrías pensar sólo en el éxito? Poco probable. No te resultará nada si tratarás de eliminar las variantes negativas de tu guion. No lograrás convencer a tu mente de que todo se irá sin complicaciones. La mente puede fingir que se lo ha creído: es capaz de hacerlo. Pero de todos modos, en el fondo del alma seguirás dudando, puesto que la mente duda. El alma encontrará sin falta una variante negativa por allí, en el desván, dónde la había metido la mente.
En la diapositiva de tu objetivo no tienes que incluir absolutamente ningún guion de obtención de este objetivo. La diapositiva dada debe contener sólo la imagen final de obtención del objetivo. Eso ya lo tienes. Todo lo que necesitas es disfrutar de la diapositiva y mover los pies con ayuda de la intención interior purificada. La visualización del proceso ya es un trabajo sobre el guion, pero en otro sentido completamente distinto. Convences a la mente de que todo está pasando sin complicaciones, en vez de repetirle que todo va a pasar sin complicaciones. La visualización del eslabón corriente de la cadena de trasferencia va al paso de lo que estás haciendo ahora, y sólo un paso adelante. En cambio, convenciéndote de que todo terminará con éxito te aferras a ti con el agarre mortal del control. Suelta el agarre, no pienses en problemas que todavía no han llegado y muévete tranquilamente según la corriente de las variantes.
Realización
Iba por el asfalto mojado… Había llovido por la mañana y los gusanos salieron arrastrándose desde el césped al asfalto buscando sentido a la vida y nuevos descubrimientos. El destino de cada uno fue diferente. Los afortunados pudieron llegar a tiempo hasta el parterre vecinal con ricas tierras negras. Algunos fueron picoteados por los pájaros. Otros, aplastados por los pies de los terribles monstruos que marchaban pesadamente por el asfalto. El sol calentó y secó la humedad, pillando a un gusano en la mitad del camino. Demasiado tarde se dio cuenta de que cometió un error. Ya no quedaban fuerzas para llegar hasta el final. La muerte, lenta y dolorosa, estaría encima mucho tiempo hasta que él se secara por completo. De repente, una fuerza incomprensible lo agarró y lo arrojó a la tierra mojada. Desde el punto de vista del gusano, eso era imposible, no pudo explicarlo ni comprenderlo. Pero para mí no existía nada sobrenatural: simplemente aquel gusano me dio peña y lo tiré al parterre. Por lo visto, este Peregrino solitario, a pesar de todo, había elegido bien su objetivo y su puerta.
Si te parece que tu objetivo es difícil de conseguir, las dudas y reflexiones penosas sobre un posible fracaso te estropearán toda la fiesta. ¿Cómo, pues, empezar a creer en lo increíble para que esto sea posible? He aquí un ejemplo de pregunta estúpida. ¡De ningún modo! De nuevo vuelvo a lo dicho arriba. De ningún modo podrás convencerte, ni persuadirte, ni obligarte a creer. Deja estos ajetreos vanos y pon, mejor, manos a la obra, o sea, ocúpate del proceso de mover los pies hacia el objetivo.
El hecho de que tu objetivo parezca difícil de alcanzar no tiene por qué preocuparte. Te resulta difícil imaginar cómo eso será posible. Pero es una preocupación inútil. Tu tarea consiste en realizar bien el pedido y dejar lo demás al camarero. Muchas personas que lograron un éxito vertiginoso decían después que nunca habían creído poder conseguir tales resultados.
Lo que impide al alma y a la mente comprenderse mutuamente es el hecho de que el alma aspira a conseguir el objetivo, mientras que la mente se preocupa por los medios. El alma no tiene ni idea de los modos de obtenerlo. En el sueño se ha acostumbrado a recibir todo lo que quiera así, sin más. Cualquier aspiración del alma se realiza enseguida por la intención del sueño. Por dónde vuela el alma mientras la mente duerme profundamente, no lo sabe nadie. Sólo recordamos aquellos sueños cuando la mente está adormilada. Al despertarse de un sueño profundo, la mente empieza a dirigir la vela mayor del alma según sus esperanzas y emociones. Por tanto los sueños no pueden servirnos como indicadores de aquello que desea el alma.
Por la misma razón no podemos recordar las vidas pasadas de nuestra alma, si realmente las tuvo. La mente, a diferencia del alma, viene a este mundo como hoja de papel en blanco. Existen numerosos testimonios de que, en determinadas circunstancias, la mente humana recibió acceso a la información de vidas pasadas. No obstante, es una cuestión aparte y no entra en los marcos del presente libro.
La mente está obligada a pensar en los medios, puesto que está acostumbrada a actuar entre los límites de la intención interior. Y dentro de estos límites existe infaliblemente un guion con final triste. La intención exterior, en este caso, no sólo no ayudará, sino que, al contrario, actuará en perjuicio tuyo. Por eso te recomiendo con insistencia que dejes tus cavilaciones sobre cualquier guion de desarrollo de los acontecimientos. En el camino hacia el objetivo ha de prevaler la determinación de tener; es lo más importante que debe interesarte. El resto de la intención —la determinación de actuar— tiene que estar completamente purificada del deseo y la importancia.
La determinación de mover los pies es la impasible intención de cumplir lo mínimo de lo que se requiere de ti. Actuar impasiblemente no significa actuar con apatía y de modo indeciso. Creo que comprendes lo que quiero decir. La decisión excesiva también es consecuencia de la importancia. Cuanto mejor logres purificar la intención interior de deseo e importancia, con más eficacia actuarás.
Sólo necesitas trazar los rasgos generales del guion de la obtención del objetivo: definir las etapas básicas en el camino hacia el objetivo, es decir, los eslabones de la cadena de trasferencia. Después es imprescindible que dejes de pensar en el guion general. En la mente debe quedar únicamente la diapositiva del objetivo. Ella contiene sólo la imagen final del objetivo conseguido y no incluye en sí ningún guion. Proyecta siempre esa diapositiva en la mente, vive en ella. La zona de confort empezará a ampliarse y los parámetros de tu emisión se sintonizarán con la línea del objetivo.
De todo lo que está relacionado con la obtención del objetivo excluye cualquier manifestación de deseo e importancia. Si intentas esforzarte en conseguir el objetivo cuanto antes, si dudas de tu capacidad y temes las dificultades, significa que tu nivel de importancia está excedido. Permítete ser imperfecto y cometer errores. Si tú mismo no te das permiso para cometer errores, no lo esperes de los demás. Si temes que el objetivo no se consiga, significa que deseas. Pero ¿cómo dejar de desear? Resígnate de antemano al fracaso, piensa en vías de escape y alguna variante de emergencia. Tenlos preparados. Sin haberlo hecho, no podrás librarte del deseo.
Lo esencial es que por nada del mundo juegues el objetivo a una sola carta. Por ejemplo, no puedes dejarlo todo sin más y entusiasmarte con lo que te apasiona. ¿Y si de pronto vez que te has equivocado y has tomado un objetivo o puerta ajenos por los tuyos? Además, al ponerlo todo a una carta, alteras el equilibrio. Siempre has de tener un contrapeso, una variante de emergencia, una vía de escape. Entonces tu alma estará tranquila y las fuerzas equiponderantes no te tocarán. Por ejemplo, no dejes el trabajo hasta que no estés seguro 100 por 100 de haber encontrado otro. No te vayas de tu antiguo empleo dando un portazo, no quemes las naves, sé precavido y prudente. Aun si estás absolutamente seguro de que el objetivo y la puerta son tuyos, no hagas ningún movimiento brusco que, en caso de fracasar, pueda dejarte sin pan ni el techo. Nadie está asegurado contra los fracasos.
En cualquier caso estás armado con una técnica muy poderosa: el Transurfing; por tanto tendrás muchos menos motivos para preocupaciones y recelos. Al menos ahora conoces las reglas del juego, y eso, por sí solo, ya es mucho. En el mundo de los péndulos el hombre entra en juego con ellos sin conocer las reglas; por ende, pierde enseguida. Los métodos que has conocido te ofrecen una ventaja enorme. Pero aún te queda mucho por descubrir. En los próximos capítulos te espera conocer la «artillería pesada» del Transurfing.
Si no impides la intención exterior con tu actitud basada en el nivel excedido de importancia, ella te llevará infaliblemente hasta el objetivo. Muévete según la corriente de las variantes y no intentes luchar contra ella. Lo que puede provocarte a luchar contra la corriente es la costumbre de la mente de tenerlo todo bajo control. Pero has de reconocer que a nadie se le da el poder de prever todo el desarrollo de los acontecimientos. Si practicas la visualización de la diapositiva del objetivo, estás conducido por la intención exterior. Y ésta actúa fuera de los límites de los guiones habituales y los estereotipos; por tanto, inserta cambios inesperados en la marcha de los acontecimientos.
Al tomar estos cambios por desfavorables, la mente empieza a dar manotazos en el agua y lo echa todo a perder. Para que no te pase eso, deja al guion la posibilidad de que se cambie de modo dinámico. Suelta el agarre de control sobre la situación. Si algo no te sale como lo habías planeado, no te apresures a corregir la situación; antes bien, intenta estudiar el acontecimiento imprevisto bajo una la luz positiva, como algo a tu favor. Al principio no siempre es evidente, pero en la mayoría de los casos es así. La persona se amarga en vano cuando en realidad no todo está tan mal.
No te incito a creer ciegamente en el proverbio: «Todo es por tu bien». Hay dos partes de la verdad en este proverbio: la evidente y la oculta. La parte evidente pertenece a los estereotipos acostumbrados y supone que la cosa no está tan mal en general. Efectivamente, la corriente de las variantes siempre va por el camino de un mínimo consumo de energía. Mientras que las desgracias siempre requieren un gran consumo y se producen, precisamente, por la lucha del hombre contra la corriente. Uno considera los cambios en la dirección de la corriente como una desgracia sólo porque estos cambios no concuerdan con su plano.
Entre tanto, la parte oculta en el proverbio mencionado tiene mucho más peso. La cuestión es que, si tienes la intención de considerar el cambio en el guion, aparentemente desfavorable, como un cambio positivo que te resultaría beneficioso, entonces todo será exactamente así. Esta afirmación puede parecerte tanto inofensiva como dudosa. Sin embargo, encierra una fuerza enorme. Pero sobre eso hablaremos en el siguiente capítulo.
Al moverte por la corriente de las variantes, podrás acelerar tu marcha con la ayuda de un «remo»: la visualización del eslabón de la cadena de trasferencia. La visualización, a diferencia de la diapositiva, contiene el guion de avance hacia el objetivo.
Pero, como sabes, la visualización del eslabón corriente no incluye todo el guion, sino sólo un pequeño fragmento pertinente al momento presente. Mueves los pies guiado por la intención actual. Cada vez que das un paso tienes intención de dar el paso siguiente.
Recuerda de qué manera una madre observa cómo crece su niño. En cada momento practica la visualización del eslabón corriente de la cadena de trasferencia. Esa cadena ella la divide en eslabones muy pequeños. La madre se alegra de que hoy el niño se haya puesto de pie, e imagina cómo mañana, probablemente, dará su primer paso. La madre no intenta imaginar que su niño crece y se convierte en adulto delante de sus ojos. Ella se alegra por el presente y acaricia el momento corriente convencida de que mañana habrá nuevos éxitos.
Por el mismo principio tendrías que practicar la visualización de la etapa corriente de avance hacia el objetivo. Hoy es mejor que ayer, y mañana será mejor que hoy. No tiene ningún sentido anticipar todos los giros venideros de la corriente de las variantes. Es mejor disfrutar del momento presente y sólo mover los pies impasible e impecablemente. Supongamos que quieres nadar en la piscina. Para eso tienes que correr unos cuantos metros hasta ella, saltar y nadar. Y ahora imagínate que te «zambulles» en la tierra y empiezas a remar con los brazos sin haber llegado aún a la piscina. ¿Te parece ridículo? Pues igual de ridículo es practicar la visualización de los eslabones siguientes de la cadena y pensar en los medios de obtención del objetivo.
Al visualizar el siguiente eslabón, confirmas que en el momento dado los acontecimientos vayan con éxito. Todo va bien. Sobre este fundamente se construye el siguiente peldaño: mañana será mejor. En la mente tienes intención de pasar al peldaño siguiente que es mejor que el anterior. De este modo se crea la cadena de retroalimentación. Como resultado, el movimiento hacia el objetivo se representa como una subida por los peldaños de una escalera. El éxito venidero se imagina, no como una nube suspendida en el aire, sino como una escalera donde cada peldaño posterior se sostiene en uno anterior. El nivel del éxito va en aumento, como la subida por una escalera. Cada día lleva en sí una pequeña parte de éxito futuro. No te preocupes por el futuro, vive en el presente.
En el camino hacia el objetivo, los péndulos harán todo lo posible por desviarte del curso. Acepta cualquier disgusto como algo debido. Todo no puede ir absolutamente sin el menor obstáculo. Cuando te amargas por los fracasos, el peldaño corriente se hunde y caes rodando escaleras abajo. Eso te enfada y despierta el disgusto por ti mismo, pues se perturba el plano de tu mente. Ya has picado el anzuelo de los péndulos. Si te disgustas contigo mismo, nunca pasarás a las líneas de la vida donde te esperan la felicidad y la suerte. Cuando te acompañan la suerte y el bienestar te sientes satisfecho de ti mismo, ¿verdad? ¿Cómo quieres aparecer en estas líneas si los parámetros de tu propia emisión están sintonizados con el disgusto contigo mismo?
No olvides que la mente toma por una desgracia cada cambio imprevisto en la corriente de las variantes sólo porque éste no entra en su guion.
¿Qué te impide aceptar esta alteración como algo debido y tomar el fracaso por éxito? Intenta jugar al siguiente juego: en vez de enfado, recibe un supuesto fracaso con un alegre asombro. Pues es el trabajo de la intención exterior lo que te hace avanzar hacia el objetivo por un camino para ti desconocido. Y la mente, ¿cómo sabrá ella cuál es, precisamente, el camino que va hacia el objetivo? Es la razón por la que la mente considera el objetivo como difícil de alcanzar: porque entre todos los caminos trillados no ve un sendero que lleve al objetivo. Por supuesto, no lograrás nada si no obedeces la corriente de las variantes y no saldrás a este sendero, al que te empuja la intención interior.
No tienes que mirar cómo los demás avanzan hacia el éxito e intentar no quedarte atrás. No te sometas al instinto gregario; tú tienes tu propia predestinación. La mayoría va por los caminos trillados, pero sólo algunos logran verdadero éxito: aquellos que desobedecieron la regla «haz como yo» y marcharon independientemente, cada uno por su propio camino.
Bueno, una última advertencia. Si relacionas tu sueño con ayudar a tu prójimo, puede que no resulte nada. Por ejemplo, piensas: cuando se realice mi sueño podré ayudarlos. El alma es egoísta por su naturaleza. Recibe de la vida sólo una minúscula parte de todo lo que le gustaría. Por tanto, no le resulta posible pensar además en la felicidad ajena. Al alma no le importan los demás por muy cercanos y queridos que sean. Se preocupa sólo por su propio bienestar. Su vida en este mundo es la posibilidad única e irrepetible. Cualquier revelación del altruismo, a pesar de la opinión general, no procede del alma, sino de la mente. El alma hará todo lo posible por conseguir su objetivo. Pero si este objetivo, en vez de servirle a ella, sirve para alguien más, el alma pierde todo interés y deja a la mente en libertad de agotarse en la lucha por resolver la única tarea.
En un cuento famoso,[17] Buratino se propuso la tarea de hacerse rico para ayudar a su padre. Pensaba así: «Plantaré las monedas de oro en el Campo de los Milagros, de ellas crecerá un árbol de oro, entonces compraré un teatro a Papa Cario». Naturalmente, este objetivo no se realiza y causa muchas preocupaciones al niño de madera. A la hora de proponerse el objetivo, Buratino ha cometido dos graves errores a la vez.
El primer error: el objetivo no le sirve a él, sino a los demás. El alma de Buratino tiene sus propios sueños y deseos, mientras que la mente piensa en el bienestar de Papa Cario. El altruismo es una cualidad muy buena, pero si has decidido dedicarte a servir a los demás, tú mismo nunca serás feliz. Ver tu propia felicidad sirviendo a algo o alguien, ayudando a los débiles e indefensos, entregarte por completo a una actividad una o idea ajena: no es más que ilusión y autoengaño. Es aquel caso en que la mente está dominada seriamente por un péndulo y ve su felicidad exclusivamente en servir a ese péndulo. No importa lo mucho que esté convencida el alma de que había encontrado su suerte en servir a los demás o a una tal idea elevada, el alma de esta persona es muy infeliz. Ella está tan metida en la funda, que ni siquiera tiene fuerzas para declarar sus derechos a la propia felicidad. La convicción de la mente de que una idea ajena es suya, y de que la felicidad ajena es su felicidad, es el error de una persona que no pudo encontrar su propio objetivo o, tal vez, ni siquiera lo buscó.
El segundo error de Buratino es considerar el dinero como medio para conseguir lo deseado. Como recordarás, el dinero no puede servir de objetivo ni de medio para conseguirlo. Sólo es un atributo acompañante en el camino hacia el objetivo. No tiene ningún sentido concentrar la atención en el dinero. Al contrario: los pensamientos sobre el dinero, como regla general, sólo conducen a la creación de potenciales excesivos. Si el objetivo elegido es tuyo, el dinero vendrá por sí solo; no tienes que preocuparte por él en absoluto. El cuento de Buratino es un ejemplo excelente que así lo demuestra.
El cuento confirma que, si tú mismo encuentras tu propia felicidad, podrás hacer felices a los demás. Pues si consigues tu objetivo te vendrá el dinero, el bienestar y, por supuesto, ayudarás a tu prójimo, porque tendrás posibilidades realmente grandes. Pero por ahora, mientras estés en el camino hacia tu objetivo, necesitas pensar sólo en tu propia felicidad. De esta manera no ahuyentarás a tu alma del objetivo. Que en el camino hacia el objetivo tu alma sólo piense en sí misma. Después de lograr el objetivo darás plena libertad a tu mente altruista para preocuparse y cuidar cuanto quiera del prójimo, la naturaleza, los animales errabundos, los niños hambrientos y a quien ella quiera.
Inspiración
En el camino hacia tu objetivo a través de la puerta adecuada irás volando sobre la cresta de la ola de la suerte. El confort del alma obtenido te permitirá trasmitir la emisión armoniosa. En el capítulo sobre la ola de la suerte[18] hemos hablado de tal emisión. Sin embargo, es bastante difícil despertar en sí esta sensación de entusiasmo positivo y luego mantenerlo constantemente. Pero ahora alcanzarás alegría y tranquilidad como consecuencia de la unión del alma y la mente, por lo que la trasmisión se arreglará por sí sola. Todos tus asuntos mejorarán, se auto eliminarán muchos de los problemas. La inspiración te visitará con más frecuencia, a menos que intentes convocarla a propósito.
La inspiración, en general, es una cosa maravillosa. Pero sólo que está rodeada por una aureola de misterio e incomprensibilidad. Se considera que la inspiración es muy difícil de convocar; siempre aparece espontánea e inesperadamente, como si fuera una musa que entrara por casualidad, atraída por la luz. Luego esta musa puede marcharse volando, tan de repente como vino, y no volver durante mucho tiempo.
El sufrido espera fatigosamente la próxima visita de esta dama, pero no logra atraerla.
Además, quién sabe cómo se hace. En realidad, todo es más simple de lo que parece. Inspiración es el estado de la unión del alma y la mente con ausencia del potencial de la importancia. La primera parte de la definición es fácil de comprender. Inspiración es el estado de entusiasmo del alma en que proceso de creación fluye de manera ligera, simple y, lo más importante, con éxito. Es totalmente evidente que esto puede tener lugar sólo a la condición de que haya unión del alma y la mente. Nunca experimentarás inspiración haciendo un trabajo que no te gusta.
Realizando tu propio objetivo, sin duda conseguirás la unidad del alma y la mente, lo que te servirá de primera e imprescindible condición para la inspiración. Sin embargo, esta condición no es suficiente. ¿Por qué la inspiración aparece de repente y luego desaparece en alguna parte? ¿Puede que eso esté relacionado con la fatiga? Pero en estado de inspiración es posible trabajar muchas horas sin cansarse.
La segunda parte de la definición te ayuda a comprender de dónde viene la inspiración y dónde desaparece. Tal vez ya estás captando de qué se trata. La cuestión es que la inspiración no aparece, simplemente se libera cuando cae el potencial de la importancia. ¿En qué consiste esta importancia? En primer lugar, en tu anhelo de conseguir el objetivo y, en segundo lugar, en la pretensión insistente de obtener inspiración.
Al desear lograr el objetivo, no lo lograrás, como te dicho muchas veces. El deseo fatigoso de obtener el objetivo levanta, en vez del viento de la intención exterior, un torbellino de fuerzas equiponderantes, que espantan rápidamente a todas tus hadas buenas y musas. El deseo de despertar a la inspiración es de la misma naturaleza. Cualquier preparación y posterior espera de la inspiración crean el potencial excesivo de la importancia.
Hete aquí que has organizado con esmero tu puesto de trabajo, has pensado en todos los detalles, has puesto todo en orden, has descansado bien; hasta sacaste la punta al lápiz. En términos generales, has creado todas las condiciones para recibir la musa. Con la preparación meticulosa ya habías materializado el potencial de la importancia y el viento de las fuerzas equiponderantes empieza a aullar peligrosamente detrás de la ventana. Ahora has puesto la mesa, encendiste las velas y te sentaste a esperar la visita de esta dama impredecible. Pero ella aún no aparece. Y no aparecerá, puedes estar seguro, porque una espera inactiva es un deseo elevado al cuadrado. Detrás de la ventana ya se ha desencadenado el huracán de las fuerzas equiponderantes, así que ninguna dama con alas se acercará a tu casa.
Y si expresas tu impaciencia, rayana en la desesperación, el viento enfurecido romperá las ventanas y convertirá en caos el ambiente energético de tu casa. La perturbación crecerá como pared entre tu alma y la mente, de modo que necesitarás mucho tiempo para recuperar la antigua unión. ¿Ves qué consecuencias negativas conllevan el deseo, la preparación y la espera de inspiración?
De esta manera, la inspiración no aparecerá mientras no sueltes el agarre mortal de la espera. La inspiración no viene, sino que sólo se libera cuando se va el potencial de la importancia. Y al contrario, la inspiración se reprime cuando la mente, en su impaciencia, mete el alma en la funda de espera. La nociva costumbre de la mente de someter todo al control de su voluntad estropea toda la fiesta.
Aun así, a pesar de la evidente imposibilidad de manejar y la imprevista conducta de la inspiración, la mente tiene un modo bien definido de someterla a su control. Aunque habría que redirigir este control completamente al otro lado. Como de costumbre, la mente golpea con su intención interior contra el cristal, cuando al lado tiene un postigo abierto. En realidad todo lo que necesitas hacer es proceder del modo exactamente contrario.
Primero, renuncia al deseo de conseguir el objetivo. Si es tu objetivo, no desaparecerá de ningún modo para irse a ninguna parte. Tarde o temprano lo conseguirás. Sólo la decisión de tener, con total ausencia de presión y firmeza por tu parte juega un papel importante. Tranquilamente y sin insistir, tomas lo tuyo como si se tratara de recoger la correspondencia del buzón. La intención interior sólo debe mover tus pies mientras vas hacia este buzón.
Segundo, renuncia a cualquier preparación para el «misterio». Cualquier preparación para la inspiración, sea cual sea, implica creación de potencial excesivo. Te preparas, lo cual significa que quieres atraer aquello que no tienes. Cuánto más escrupulosa sea la realización del rito preparativo, peor será el resultado. Recuerda: seguramente has vivido ya algunas situaciones en las que te preparabas muy concienzudamente para algún acto, acontecimiento, encuentro. Al final, nada te resultaba, los planes se desbarataban, el encuentro se suspendía. Si las fuerzas equiponderantes son capaces de desordenar la interacción de los objetos materiales, pues a la inspiración, apenas perceptible, ni qué decir tiene que la quitarán muy fácilmente de un soplo, como a una plumilla ligera.
Tercero, renuncia a esperar la inspiración. La característica de la inspiración es que ella aparece cuando no la esperas, ¿verdad? Entonces ¿para qué esperarla eliminando de este modo la propia condición de su aparición?
Y bien, supongamos que has cumplido con esas tres condiciones. Resumiendo, ¿qué es lo que quedó de tu intención interior? Sólo la decisión de mover los pies, es decir, de actuar. Simplemente, pon manos a la obra. Sin inspiración. Es cuando ella aparecerá. La inspiración se liberará durante el proceso de trabajo. No podrás disipar del todo el potencial del deseo y la espera hasta que no empieces a actuar, no importa cómo lo hagas, bien o mal. Como sabes, la intención en acción disipa el potencial excesivo. Como resultado tenemos la siguiente imagen. Pones la mesa para ti mismo, enciendes las velas para ti, te pones cómodo y empiezas a tomar el té a tu gusto, sin esperar a nadie. Puedes estar seguro de que la caprichosa musa se sentirá molesta por tal indiferencia. ¿Cómo es que te has olvidado de ella? Enseguida aparecerá y se reunirá contigo. Y ése es todo el secreto.
Reanimar el objetivo
¿Qué hacer si resulta que ibas hacia un objetivo ajeno, pero no quieres renunciar a él? ¿Es posible lograr un objetivo ajeno? Por supuesto que sí. Al armarte con la técnica del Transurfing, adquieres una ventaja muy grande respecto de quienes no saben las reglas del juego en el mundo de los péndulos. Sin embargo, para lograr un objetivo ajeno tendrás que esforzarte mucho más, y debes darte cuenta de eso. Por el camino hacia un objetivo ajeno es necesario que te guíes por los mismos principios que habrías utilizado yendo hacia tu objetivo. La diferencia sólo está en que tendrás que seguir impecablemente todos estos principios. Es todo lo que se puede decir sobre la obtención de un objetivo ajeno.
Supongamos que el objetivo que has elegido es ajeno. ¿Te gustaría que te aconsejara si debes renunciar a él o no? Si es así, significa que no has captado del todo los principios del Transurfing. Este libro te da sólo el mapa del lugar y te revela las reglas del juego. Pero tú mismo debes tomar la decisión. Si no estás preparado para cargar con la responsabilidad de tu propio destino, el Transurfing no podrá ayudarte. Sus métodos funcionan sólo si coges en tus manos el timón de la intención. Cómo manejar este timón, ya lo sabes. Pero adonde ir, lo decides tú. Sólo los péndulos te pueden facilitar las decisiones hechas. Utilizando decisiones ajenas, entregas tu destino a manos ajenas.
Si ya es muy tarde para renunciar al objetivo ajeno, puedes lograrlo sin problema alguno. Para eso necesitas librarte del deseo y la importancia tanto como puedas. En el camino hacia el objetivo ajeno hay muchos obstáculos, pero la mayoría de ellos creados por la mente misma, cuando lucha contra la corriente de las variantes y aumenta el nivel de la importancia. Alquílate a ti. Actúa de modo impasible y, al mismo tiempo, consciente. No luches contra los problemas y obstáculos. Baja la importancia y éstos se auto eliminarán.
Supongamos que ibas a por tu objetivo, pero por el camino te has enfrentado con obstáculos de difícil superación. ¿Qué fue lo que los originó? Ahora puedes determinarlo con facilidad. Analiza en qué superaste el límite de la importancia, a qué atribuiste demasiada importancia, dónde intentaste luchar contra la corriente de las variantes. Baja la importancia, alquílate, confía en la corriente de las variantes y todo se arreglará.
Otra razón por la que tu objetivo puede resistirse a entregársete es que vayas hacia él a través de una puerta ajena. ¿Puede que merezca la pena echar un vistazo alrededor y elegir otra puerta? Pero antes de cambiar la puerta, baja necesariamente del todo la importancia y mira a ver qué pasa. Incluso tu propia puerta puede cerrarse delante de tus narices si has rebasado el nivel de importancia en algo. Por ejemplo, lo has jugado todo a una carta. En este caso, el hecho de obtener el objetivo tendrá la importancia excesivamente grande. La puerta se abrirá de nuevo si bajas la importancia y te aseguras alguna salida de emergencia.
La puerta ajena, que antes parecía tan libre y abierta, como regla general, se cierra brusca e inesperadamente. Para eso encontrará una excusa lo bastante razonable como para que a la mente no le quede otra que quitarse el sombrero y quedarse de una pieza: «¿Quién lo iba a saber?». Aquí la situación es opuesta a cuando la mente piensa en los modos de realización y no ve caminos reales para obtener el objetivo, o sea, sus propias puertas. Pero el asunto está en que, si el objetivo es verdadero y estás preparado para permitirte tenerlo, tus puertas se abrirán tan inesperadamente como se cierren las puertas ajenas. Si te permites tener, ante ti se abrirán hasta las puertas ajenas.
En cualquier caso, tanto tu objetivo como tu puerta no son únicos: puede haber varios. Por tanto, nunca es tarde para buscar tu propio objetivo, aun si algunos de los antiguos son objetivamente inalcanzables. Puedes intentar lograr los objetivos ajenos, ir a través de las puertas ajenas, pero al mismo tiempo buscar los tuyos. No es necesario que dejes de repente lo que habías empezado. La transición hacia la línea del objetivo puede hacerse de forma suave. Puedes trabajar para un objetivo ajeno y, al mismo tiempo proyectar en la mente la diapositiva de tu objetivo. Entonces, con el tiempo, la intención exterior te abrirá puertas invisibles, lo que te permitirá cambiar la actividad sin perjudicarte.
Es poco probable que puedas librarte por completo de los péndulos, que intentan imponerte puertas ajenas. Es fácil que también antes las estuvieras forzando. Pero incluso ahora, cuando posees ciertos conocimientos, no estás asegurado contra los errores. Ten por seguro que cualquiera cometerá errores. Simplemente, no debes desesperarte y regañarte por eso. Al fin y al cabo, encontrarás tu puerta. Solamente no comete errores aquel que nada emprende. Te rodea una multitud de gente que vive «porque sí, sin más». No se proponen objetivos y no leen libros como éste. Quieren más de lo que poseen, pero no tienen la intención de actuar. La ventaja de esta gente es que ellos no cometen errores. Pero tú inevitablemente cometerás errores; por ende, simplemente, permítete hacerlos. El verdadero éxito crecerá sobre las ruinas de tus fracasos.
Al forzar una puerta ajena, sin duda alguna te enfrentas con las dificultades. Desde fuera todos verán que estás superando los obstáculos y que luchas contra los problemas. Eso es en la superficie. Sin embargo, nadie, ni tú mismo, percibirá que tu alma se opone en modo alguno al constreñimiento de pasar por una puerta ajena. La mente la oprime con su voluntad y dice que hay que luchar hasta el final. Pero incluso el alma de las personas voluntariosas no es capaz de aguantar tanta presión durante mucho tiempo. Eso puede causar frustración. Todo el enojo está en que se revela como una equivocación imperdonable. Cuando uno experimenta semejante frustración, comete errores elementales. Todos somos propensos a cometer errores, incluso los «todopoderosos».
Por el camino a través de una puerta ajena te esperan frustraciones y cometerás errores. Sólo que no admitas pifias. Al alquilarte, actúa impecablemente.
La paradoja está en que te pueden perdonar un error grande. Pero nadie te perdonará una pequeña pifia. No busques la piedad ni siquiera en tus seres íntimos. Y si ellos dependen de ti, aunque sea un poco, en lo material o lo social, peor aún: has frustrado sus esperanzas.
Los acusadores y manipuladores no se proponen objetivos elevados, por tanto no cometen errores. No les des motivos para culparte de pequeños e imperdonables fallos. Actúa impecablemente en los detalles pequeños. Entonces la frustración por el camino hacia una puerta ajena no será tan dolorosa.
Sobre todo tienes que cuidarte de los consejos de tus seres íntimos. Pues ellos «te desean el bien con todas sus fuerzas». (A veces es terrorífico ver cómo algunos padres compasivos predestinan definitivamente el objetivo de su niño ya desde temprana edad.) Si sigues obstinadamente tu propio camino y luego sufres una derrota, no esperes su perdón. Ellos empezarán a vociferar: «¡Te lo advertimos! ¡Pero nunca nos escuchas!». En este momento eres muy vulnerable. Estás muy amargado por el fracaso y los manipuladores circundantes, aprovechando esta debilidad, intentan meterte en un puño. Así les resulta cómodo. De esta manera confirman su propio valor, y además te tienen a mano: resignado y sumiso.
En una situación difícil, uno siempre está rodeado de consejeros y manipuladores. Todos ellos persiguen sólo sus objetivos: ya sea crecer ante sus propios ojos, sermoneando a un zoquete como tú, ya sea obtener la posibilidad de manipularte o, simplemente ponerte en tu lugar. Cualquier palabra suya, envuelta en el embalaje de la «preocupación sincera», al traducirla, suena así: «¿Adonde vas? ¿Acaso eres mejor que nosotros? Siéntate con nosotros y estate calladito. Vive como nosotros. Nosotros conocemos mejor la vida». En un momento de debilidad te entrará una duda: «¿Puede que ellos tengan razón y sea yo el (la) que no comprende nada?».
Surge una pregunta: ¿valdrá la pena escuchar a los consejeros y manipuladores? ¿En qué tienen razón? Sólo en que has cometido un error. Al intentar lograr algo, cualquiera en cualquier caso cometerá errores, aun si se guía por los consejos de la «gente sabia». Pero sólo tú podrás encontrar tu propio objetivo. Nadie más podrá hacerlo. Hasta los que te desean sinceramente el bien no podrán mirarte al alma. Pues tú mismo oyes a tu alma como susurro de las estrellas de madrugada, o sea, prácticamente no la oyes. No te sometas a la influencia ajena. Confía en ti. En la búsqueda de tu objetivo no escuches a nadie, sólo a tu corazón. En esta cuestión tienes que ser firme e inquebrantable respecto a los péndulos y estar muy atento a tu alma.
Como ves, la única reserva en el proceso de elección del destino es el hecho de que no todos los objetivos y puertas en el espacio de las variantes son tuyos. Lo que no significa en absoluto que sea imposible elegirlos. Nadie te prohíbe hacerlo, pero entonces te esperan problemas. ¿Acaso los necesitas? Al elegir los objetivos y las puertas ajenos vas por el camino de mayor resistencia. Todo el atractivo de la libertad de la elección está en que los objetivos y las puertas propias de cada uno parecen ser mejor que cualquier objetivo o puerta ajenos.
Pero para obtener la libertad de elección es imprescindible que te libres de la influencia de los péndulos que te imponen objetivos y puertas ajenas.
Resumen
- Un objetivo ajeno siempre es violencia sobre ti mismo, constreñimiento, obligación.
- Un objetivo ajeno actúa bajo la máscara de la moda y el prestigio.
- Un objetivo ajeno atrae por su inaccesibilidad.
- Un objetivo ajeno te obliga a demostrar algo, a ti mismo y a los demás.
- Un objetivo ajeno es impuesto por otros.
- Un objetivo ajeno sirve para mejorar el bienestar ajeno.
- Un objetivo ajeno causa incomodidad del alma.
- La obtención de tu propio objetivo traerá consigo el cumplimiento del resto de tus deseos.
- ¿Qué es lo que a tu alma le gusta? ¿Qué hará tu vida feliz y alegre?
- No pienses en el modo de conseguir tu objetivo hasta que no lo definas.
- Al tomar la decisión, cobra conciencia del estado de confort de tu alma.
- La turbación del alma se puede eliminar con ayuda de diapositivas; la incomodidad del alma, nunca.
- El alma siempre sabe a la perfección qué es lo que ella no quiere.
- La tarea de la mente en el proceso de búsqueda del objetivo no está precisamente en buscar.
- La tarea de la mente consiste en hacer pasar a través de sí toda la información exterior, prestando especial atención al estado de confort del alma.
- Una puerta tuya es el camino que te conducirá hasta tu objetivo.
- Si desconoces el camino, proyecta en la mente la diapositiva del objetivo.
- La intención exterior te abrirá la puerta tuya en la línea de la vida del objetivo.
- Si en el camino hacia el objetivo experimentas inspiración, eso significa que es tu puerta.
- Todo lo que sepas hacer fácilmente, con soltura, con ganas, tiene importancia y valor.
- No incluyas en la diapositiva del objetivo ningún tipo de guion. Todo eso ya lo tienes.
- No apuestes tu objetivo y la puerta a una sola carta. Encuentra una vía de escape.
- No cierres bruscamente las puertas anteriores y no quemes las naves.
- No te sometas a la influencia ajena. Confía en ti.