Se piensa

La epopeya cósmica de la familia Aznar

La familia Aznar fue el personaje central de una larga epopeya aparecida en las «novelas de a duro» de la época heroica de la SF en España. Hito importante de la protohistoria del género, nos habla hoy de ella un aficionado ya de antiguo, que empezó como muchos otros leyendo la colección Futuro. Licenciado en Ciencias Físicas, periodista y Graduado Social, ejerce la profesión de meteorólogo en el Centro de Análisis y Predicción de Madrid. Primero de una serie de trabajos que esperamos publicar, el recuerdo de la familia Aznar creemos que despertará ecos sentimentales entre los «viejos» aficionados.

Para los protolectores de anticipación de nuestro país no puede ser desconocida la figura de Miguel Ángel Aznar de Soto, contemporáneo del capitán Rido en los albores de la década del 50, y formando con él el primer y último tandem de héroes del espacio totalmente ibéricos.

El anónimo autor oculto bajo el seudónimo de George H. White, veterano ya de la colección Comandos (colección dedicada a temas bélicos) nos lo trajo de la mano en el seno de la nueva colección Luchadores del Espacio que, durante los cuatro primeros números, pareció íntegramente dedicada a dicho autor y a dicho personaje.

En el primer número de tal colección se inició la formidable saga estelar que habría de llenar treinta y dos novelas, más otras tres que podríamos llamar «marginales». Aún recuerdo la emoción con que esperábamos en aquellos lejanos años la llegada de la “novelilla” (cinco pesetas precio venta al público) que nos traería una vez más las legendarias aventuras de Miguel Ángel, Bárbara Watt, el profesor Steffansson, Richard Balmer y muchos otros personajes por el estilo (los primeros números de Luchadores del Espacio tenían la simpática costumbre de presentar en su primera página un extractado “¿Quién es quién?” de los protagonistas).

Los cuatro primeros números no tenían en realidad mucho de original, comenzando en nuestra época y asombrándonos con los viajes a Venus en platillo volante y las fantásticas luchas entre los thorbod u hombres grises invasores de dicho planeta y los saissais de piel azul, refugiados allí desde su natal Luna después de que los negros habitantes de Marte destruyeran la atmósfera del satélite con su terrible bomba reactora de oxígeno, dejándola en el lamentable estado en que luego la encontraría Neil Armstrong.

  

La primera novela de la magna serie.

Y sin embargo, la verdadera epopeya espacial comenzaría en el quinto episodio, sexto de la colección Luchadores del Espacio. Transportados a velocidades superiores a la de la luz (sic) por un planetillo errante poblado por robots hostiles, los aventureros del espacio se encuentran a su regreso a la Tierra con que han transcurrido allí varios cientos de años (¡oh manes de Einstein!), creándose una nueva y avanzadísima civilización. Allí es donde George H. White se desencadena, informándonos tanto de las características de la misma como de toda la historia que la une a nuestro tiempo actual.

Se ha abolido la propiedad privada y los hombres, fuera de un Servicio de Trabajo similar al Servicio Militar, pueden pasarse la vida holgando o dedicados al arte, a la ciencia y al deporte. Tal es la prosperidad que cualquiera puede ir a un almacén y llevarse lo que estime necesario sin pagar un céntimo, dólar o crédito interestelar; pues el dinero ha sido abolido. Se exceptúan de tal esquema los automóviles (o helicópteros), para el uso de los cuales cada ciudadano recibe un talonario de bonos utilizables en cualquier vehículo que desee. La vida humana alcanza los trescientos años. Las moscas, mosquitos y demás insectos molestos han seguido el camino de la propiedad privada, y el dinero ha desaparecido totalmente.

¿Comunismo? Cristianismo, responde la linda coronela americana Miss Ina Peattie, dándonos una lección. Los aventureros de nuestro siglo no dejan de asombrarse ante el nuevo mundo cristiano de gentes sanas y felices, donde las ciudades subterráneas han dejado la superficie del mundo de nuevo en manos de la Naturaleza.

¡No hay rosas sin espinas! Desdichadamente, tampoco ahora Miguel Ángel Aznar de Soto encontrará la paz. El mundo está dividido en cuatro grandes naciones, los Estados Unidos, la Federación Ibérica, la Unión Africana y el Imperio Asiático. Y desde éste último el perverso Tarjás-Khan, ajeno por completo a la civilización arriba descrita, trata de conquistar el mundo. ¡El peligro amarillo acecha!

  

Los thorbod, enemigos irreductibles de la raza humana.

La misma coronela americana Miss Ina Peattie relata a nuestros héroes la serie de guerras habidas desde su partida (hay incluso una guerra hispanonorteamericana que, a diferencia de la de 1898, acaba en tablas). Extendidas al espacio, los asiáticos han expulsado en ellas a los occidentales de Venus, esclavizando una vez más a los pobres saissais, y también han acabado con el dominio U.S.A. sobre Marte, refugio de los perversos thorbods, ahora independientes. Estalla la guerra, y los invencibles aparatos traídos por Miguel Ángel del planetillo Ragol deciden la contienda a favor del bloque occidental. No pueden sin embargo hacer lo mismo con la nueva guerra desencadenada por los thorbod que, tras hacer una escabechina de terrícolas y venusinos, conquistan todo el Sistema Solar y expulsan a Miguel Ángel y los suyos, en unión de algunos miles de españoles, hacia un nuevo mundo que poblar dentro de la infinitud de la Galaxia.

  

Unos seres con un metabolismo distinto: los hombres de silicio.

Asombrémonos de nuevo ahora con un incesante ir y venir de estos prometeos del espacio, cuya enumeración sería cansada. Les vemos llegar a Redención y combatir allí con los hombres de silicio, mientras llevan los beneficios de su civilización a la humanidad de aquel planeta. Vueltos de nuevo a nuestro sistema, derrotan a los thorbod, pero son de nuevo expulsados por los Nahumitas, que envenenan radioactivamente las atmósferas de los planetas solares. Viene, van, tornan a regresar. El gigantesco planeta errante Valera se convierte en un cósmico Quijote en el que los descendientes del primer Miguel Ángel Aznar, muerto entretanto a avanzada edad, recorren el Universo “desfaciendo entuertos”, tan sólo para que su labor sea deshecha una vez alejado del lugar de su actuación, debiendo empezar de nuevo en su próxima visita. En un ambiente de batallas espaciales en intervención de millones de astronaves, destrucción de mundos, extinción de soles y matanzas innumerables, sigue la acción hasta el fin, cuando, paradójicamente rechazados por todas las civilizaciones que ayudaron a crear, los habitantes de Valera izan bandera negra y se apartan de la civilización galáctica deformada y corrompida, internándose en el espacio desconocido en busca de nuevas aventuras, sin que hasta la fecha se haya vuelto a saber de ellos.

¿Podemos hacer un comentario acerca de esta epopeya espacial? Vaya una serie de ellos.

En primer lugar, George H. White sigue siendo un autor de novelas bélicas. Casi todas las aventuras de sus héroes son de tipo guerrero, ya sea en plan comando o guerrilla, ya en plan de apocalíptica batalla espacial o robótica (GUERRA DE AUTÓMATAS, en el número 17 de la colección, presenta un convincente relato de esta última). Apenas si aparecen en la obra los clásicos animales monstruosos del espacio, pues todos los enemigos son de la clase inteligente, creadores de civilizaciones siniestras y tripulantes de astronaves de guerra.

Contra ellos, los protagonistas van empleando diferentes descubrimientos científicos, ideados por ellos o robados a otras razas. Destacan el rayo Z desintegrador de metales, las corazas dedona protectoras contra el anterior, el miniaturizador de torpedos nucleares, el rayo de luz sólida... Sin embargo, por extraño que parezca, las flotas espaciales de George H. White no han logrado descubrir y aplicar la sencillísima teoría del hiperespacio y siguen tardando cientos de años en sus viajes estelares, aún cuando la bondadosa teoría de Einstein proteja a los tripulantes del envejecimiento.

El autor tiene ideas propias acerca de los Imperios. Todos sus malvados pertenecen a estados de tal clase regidos por estúpidos y tiránicos emperadores dignos émulos del perverso Ming enemigo de Flash Gordon. Luchan los Aznares contra el asiático Tarjás-Khan, el Gran Hotep de los thorbod, el emperador nahumita “señor de cielos y planetas”... Incluso los terráqueos descarriados asumen esta forma de gobierno y los aventureros de Valera deben también aniquilar al “Emperador del Sol” de la rebelde familia Balmer, que sometió a su poder el Sistema Solar entre visita y visita del errante planeta de los Aznar, y también al maligno Josafat Aznar, creador del imperio de Solima y mantenedor de una curiosa inmortalidad mediante sucesivos transplantes de cerebro (idea que todavía no se le ha ocurrido al Dr. Barnard). Los héroes de White, si bien altruistas civilizadores de las humanidades del espacio, se muestran en ocasiones implacables con las razas no humanas que se muestran irremisiblemente hostiles. Los hombres de silicio, habitantes del interior del planeta Redención e impenitentes antropófagos pese a su naturaleza cristalina, son borrados del censo de razas galácticas mediante la transformación de su sol interno en otro mortífero para ellos. Claro que el mismo tratamiento es administrado al propio Sol de la Tierra por una nueva raza errante, los hombres de titanio, que son a su vez exterminados por los vengativos hombres de carbono, esto es, nuestra propia y doliente humanidad terrícola.

Tampoco se muestra el autor especialmente tierno con sus propios héroes, pocos de los cuales mueren en la cama. El primer Miguel Ángel Aznar, tras perder a su esposa Bárbara Watt en un accidente, acaba por perecer él mismo entre las garras de un gigantesco escorpión de silicio en el planeta Redención. Otro Miguel Ángel, lejano descendiente suyo, une en su vida las más deslumbrantes hazañas con los peores golpes privados y familiares. Muertos sus padres y abuelos en una revuelta y su novia en un sacrificio ritual, es abandonado por su primera esposa, una princesa nahumita que al parecer se casó con él solo por su cargo, ve luego morir a su segunda mujer en un atentado, y finalmente muere atrozmente al ser trasplantado su cerebro al cuerpo de un gorila por obra y gracia de su propia hija. ¡Triste destino para un creador de imperios cósmicos! ¡Cruel divinidad resulta ser nuestro amigo George H. White en ocasiones para sus criaturas!

  

Pero el bien acaba triunfando

Para acabar con esta evocación, es preciso mencionar el hecho de que los personajes de White han merecido el honor (¿discutible?) de pasar al comic en una serie de tebeos en los que se mezcla alegremente esta serie con otra del mismo autor y misma colección, en que refiere una epopeya distinta relativa a la conquista de Venus “a lo Hernán Cortés” por otro grupo de personajes completamente independientes de los anteriores, pero a los que los creadores del tebeo dan la personalidad de Miguel Ángel Aznar y sus camaradas espaciales.

Nuevos dioses y héroes se mueven ahora entre las galaxias de la ciencia ficción española y mundial y han desaparecido la pequeña Luchadores del Espacio (cinco pesetas precio venta al público) y hermanas contemporáneas, junto con el nombre de George H. White, de los anales del género. Pero quizá a algunos antiguos aficionados se nos pueda permitir una ligera nostalgia y un no confesado deseo de que algún día, en novela o comic, el fabuloso autoplaneta Valera retorne de los espacios siderales con los nuevos retoños de la familia Aznar para asombrarnos con nuevas y fabulosas hazañas del hoy casi olvidado space-opera español, del que estos personajes fueron indudables precursores.

Carlos Sáiz CIDONCHA

Números de la Colección Luchadores del Espacio que hacen referencia al ciclo:

1 LOS HOMBRES DE VENUS

2 EL PLANETA MISTERIOSO

3 LA CIUDAD CONGELADA

4 CEREBROS ELECTRÓNICOS

6 LA HORDA AMARILLA

7 POLICÍA SIDERAL

11 LA ABOMINABLE BESTIA GRIS

12 LA CONQUISTA DE UN IMPERIO

13 EL REINO DE LAS TINIEBLAS

14 DOS MUNDOS FRENTE A FRENTE

15 SALIDA HACIA LA TIERRA

16 VENIMOS A DESTRUIR EL MUNDO

17 GUERRA DE AUTÓMATAS

23 REDENCIÓN NO CONTESTA

24 MANDO SINIESTRO

25 DIVISIÓN EQUIS

33 INVASIÓN NAHUMITA

34 MARES TENEBROSOS

35 CONTRA EL IMPERIO DE NAHUM

36 LA GUERRA VERDE

44 MOTÍN EN VALERA

45 EL ENIGMA DE LOS HOMBRES-PLANTA

46 EL AZOTE DE LA HUMANIDAD

57 EL COLOSO EN REBELDÍA

58 LA BESTIA CAPITULA

93 ¡LUZ SÓLIDA!

94 HOMBRES DE TITANIO

96 ¡HA MUERTO EL SOL!

97 EXILIADOS DE LA TIERRA

98 EL IMPERIO MILENARIO

120 REGRESO A LA PATRIA

121 LUCHA A MUERTE

Números de la colección relacionados, ligeramente, con el ciclo:

9 RUMBO A LO DESCONOCIDO

26 ROBINSONES CÓSMICOS

27 MUERTE EN LA ESTRATOSFERA

Son pues treinta y dos títulos del Ciclo, y tres agregados. George H. White, seudónimo de un desconocido autor español, ha publicado también otros dos ciclos: el de Venus (números 71, 72 y 73) y el de Kuma (números 60, 61, 64, 65 y 66) además de cuatro novelas independientes (números 56, 69, 81 y 85) en la citada colección Luchadores del Espacio.