EXALTADOS LUNARES

Lo cierto es que los Exaltados Lunares nunca culparon intencionalmente a los Vástagos del Dragón o a sí mismos por los acontecimientos ocurridos a finales de la Primera Edad. Es cierto que los Exaltados Terrestres que surgieron en ese periodo destruyeron a los Solares. De todos modos, los Lunares han fracasado en el intento de proteger a sus consortes y seres queridos tanto de la corrupción como de la arrogancia que los sobrepasó, y de la traición de los Vástagos del Dragón. En lugar de ello, culparon a la civilización que conllevó la ruina moral de los Solares y su propia traición hacia sus promesas de lealtad y amor.

Huyendo del exterminio de los Solares y de su propia responsabilidad, los pocos Lunares restantes se escondieron en los límites de la Creación. Pero las fronteras del mundo son lugares inhóspitos que cobran un alto precio por la supervivencia. Los Lunares, muy acostumbrados a las comodidades de su Reino, se encontraron de pronto viviendo vidas primitivas como cazadores y recolectores. A pesar de sus Encantamientos y sortilegios, algunos perecieron a causa de la hambruna y otros fueron devorados mientras cazaban por los hipopótamos o por los animales mutados del Kaos. Aquellos que sobrevivieron, aprendieron a complacerse con sus nuevas existencias. La dura disciplina y la perfección de sus habilidades fueron necesarias para sobrevivir en el mismísimo filo del Kaos. Pero con el tiempo, terminó siendo algo habitual entre los Lunares.

Los Lunares habían explotado siempre la cercana relación que los unía a los animales a través de los Encantamientos que les ayudaban a controlar y utilizar a las bestias. En el tiempo que precedió a su exilio, emplearon estos hechizos para transformar animales domésticos en fieras militares. Después de aquello, los Lunares tuvieron que aprender nuevamente las conductas de los animales en su hábitat natural, tanto para cazarlos con eficacia como para hacerse con sus secretos sobre cómo sobrevivir en las severas condiciones del Kaos en los Polos Elementales.

Los Lunares se encontraron de pronto con que había mucho que admirar en el comportamiento entre los depredadores y sus víctimas. Parecía que las actividades cotidianas de caza y combata estaban dotadas de una pureza y de una facilidad muy superior al tiempo de los generales del Reino. Tras un breve periodo, la mayoría adoptó estos patrones de vida, dedicando sus vidas a la lucha, la caza, a alimentarse y reproducirse; tal y como lo habían hecho hacía un milenio, justo al terminar la guerra contra los antagonistas de los dioses.

Su sociedad se inclinó hacia la tribu y esta costumbre se extendió gracias a la vida nómada de los Lunares. Su intención era la de separarse para que los Vástagos del Dragón lo tuvieran más complicado para darles caza y para evitar influir negativamente en las reservas naturales de una sola área. Pasado un siglo, casi todos ellos vivían alejados de su raza. Los exiliados formaban parte ya de los predadores más eficientes. Eran capaces de sobrevivir de las presas que cazaban por sí mismos. Su comportamiento se hizo cada vez más territorial, de tal forma que un encuentro entre dos Lunares terminaba en un combate o en una cesión inmediata del lugar por parte de uno de ellos.

Algunos de los Lunares se emparejaron con los seres humanos de las tribus que habitaban en el límite del Kaos. Sus prolongadas vidas, junto con sus habilidades físicas completas, les permitieron doblegar a estas sociedades tribales. Comparados con los humanos que los rodeaban, eran eternos. Varias generaciones de la tribu nacían, crecían y morían mientras el poder Lunar permanecía intacto. Como líderes, exigieron poder emparejarse con los mortales más atractivos y diestros, lo que favoreció que sus descendientes formaran cada vez una proporción mayor de la tribu, asegurando el control de los Lunares aun más.

LA MARCA DEL TRIUNFO

Los Lunares muy rara vez, si es que ocurre en algún momento, pelean hasta la muerte. Siendo tan pocos —quizá unos cientos— en la actualidad, el fratricidio les hace flaco favor, pues reduciría considerablemente sus oportunidades de sobrevivir como grupo. En lugar de llegar hasta el límite, lo que hacen es utilizar un sistema de reto y obligación. Cualquiera de los Lunares que derrote a otro de su raza, puede imponer una deuda a su oponente a cambio de evitar el golpe mortal. De este modo, mientras el vencido sana sus heridas, el vencedor tatúa el cuerpo del perdedor con una cicatriz en forma de óvalo allí donde lo golpeó para incapacitarlo.

La cicatriz es un símbolo que recuerda la deuda que el Lunar le debe a aquel que le perdonó la vida. En cualquier momento futuro, el vencedor podrá reclamar el pago de la deuda. En este instante resuelve imponer una tarea que el deudor debe llevar a cabo con sus mejores habilidades. Una vez completada la misión, cuando el vencido regresa con una evidencia, el Lunar victorioso marca el óvalo con otra cicatriz para reseñar que la deuda ha sido pagada. Después permite a su deudor que marque una equis en su antebrazo para señalar una victoria.

El resultado de este sistema es una complicadísima estructura de respeto entre los Lunares, basada en una combinación de factores como la edad, las marcas de victoria y el número de círculos de deuda completos e incompletos.

Los mensajeros, particularmente los eruditos de la Casta de los Sin Luna, son una excepción a la tradición territorial de los Lunares. Las noticias son llevadas por un Exaltado itinerante que se presenta con un problema de tal magnitud que convence a los demás para abandonar el territorio e informar a otros. Para que las noticias pudieran fluir sin problemas, los Lunares desarrollaron una serie de saludos rituales y retos que señalaban tanto la falta de intencionalidad hostil como la de asegurar que se trasladarían tan pronto como hubieran acabado lo que vinieron a hacer. Este sistema aún sigue vigente hoy en día.

Los Lunares que escogieron vivir en soledad, lo hicieron casi como animales. Cazaron, festejaron, descansaron y, ocasionalmente, tuvieron una pareja durante un tiempo. Aun así, sus largas vidas, hicieron de estos interludios una vida solitaria. A pesar de permanecer junto a sus compañeros mortales durante una vida humana, antes de regresar la selva, un periodo así no es más que un breve instante para un Exaltado Celestial.

Incluso antes del Gran Contagio, el Kaos se movía hacia el interior. Se hizo con los territorios de más y más Lunares, hasta que la mayoría de ellos habitó dentro de las fronteras del reino caótico. Fue su Exaltación la que les ayudó a resistir y sobrevivir a los efectos de la mutación.

De todos modos, este proceso fue acompañado de ciertos efectos colaterales bastante incómodos. Los Lunares habían sido capaces siempre de transformar cualquier parte de sus cuerpos a una forma diferente. La influencia del Kaos hacía que esta mutación fuera muchísimo más sencilla de llevar a cabo. Sin embargo, invertir el proceso a su forma natural se hizo cada vez más difícil. Finalmente, se hizo evidente que tendrían que escoger entre dos opciones; encontrar alguna manera de resistirse al efecto cambiante del Kaos sobre sus cuerpos o emigrar hacia el interior del Reino y encararse con los Vástagos del Dragón.

La opción de retirarse por las amenazas había pasado a ser inaceptable para ellos, ya lo habían hecho con anterioridad y no estaban dispuestos a hacerlo de nuevo. Por consiguiente, sólo les quedó encontrar una forma para resistir al Kaos.

SOBREVIVIR AL KAOS

En la Primera Edad, cada Lunar formaba parte de una de estas cinco castas: Media, Creciente, Llena[6], Menguante y Sin Luna. A diferencia de otros Exaltados, su casta no giraba en torno a la Exaltación. En lugar de ello, las marcas sobre sus frentes reflejaban en plata la fase lunar sobre un fondo oscuro. Cuando llegaban al a fase de luna llena, sus Marcas de Casta eran también óvalos plateados perfectos. Menguaba las semanas siguientes hasta convertirse en algo completamente invisibles contra el fondo negro, de acuerdo con la fase en la que la luna se encuentra en sombras. Asimismo, en las fases de luna creciente, la plata de sus frentes reaparecía lentamente.

Aquel sigilo sólo pasaba a ser Marca de Casta cuando los jóvenes Exaltados habían realizado una prueba de madurez adentrándose en el Kaos. Si el Lunar sobrevivía a la hazaña, su casta se decidía sobre la base de sus experiencias en esta aventura. Eran recibidos con honores en la sociedad de los Exaltados y educados en el saber de su nueva casta.

Sin embargo, debido a sus expediciones al Kaos, los Lunares sabían que si permanecían largos periodos en las fronteras de la Creación, era más que probable que revirtieran hacia su condición de Exaltados. Tras varias semanas o meses de exposición al Kaos, sus Marcas de Casta comenzarían a seguir de forma simultánea los ciclos lunares, cambiando de forma para adecuarse a ésa de la luna durante unos cuantos días antes y después de la fase de sus castas.

Al principio, las cambiantes Marcas de Casta e incluso su creciente naturaleza proteana eran inofensivas. No obstante, con el paso de los años, los Lunares descubrieron que eran incapaces de controlar los Encantamientos más poderosos de sus castas. Llegados a ese momento, sólo podían emplearlos en la fase lunar adecuada. Sus Marcas de Casta se hacían más y más mutables y cambiaban por los ciclos tanto como si fueran ellas las Exaltadas.

Los Lunares se pusieron manos a la obra en un intento de estabilizar tanto su forma como su casta. De este modo podrían acceder a los Encantamientos más potentes sin tener que regresar al Umbral. Los Sin Luna experimentaron siempre y cuando la luna se lo permitió e investigaron tanto los Encantamientos como la hechicería sin obtener resultados concluyentes. Incluso los mejores acercamientos se desvanecían con el cambio de la luna. Entre tanto, aquellos Lunares que se adentraron más profundamente en el Kaos, alejándose de la relativa estabilidad que les proporcionaba el Umbral, se enfrentaron al hecho de que sus castas y cuerpos cambiaban de una manera impredecible. A pesar de que podían hacer uso de sus Encantamientos para regresar a sus formas humanas, parecían sufrir la carencia de un aspecto concreto al que volver cuando el efecto del Encantamiento se desvanecía.

En las décadas que siguieron, algunos de los más antiguos y poderosos Lunares sucumbieron completamente al Kaos, pasando a ser monstruos proteanos cuyas cadenas de pensamientos eran incomprensibles tanto para otros Exaltados como para los mortales. De forma paralela al aumento de su desesperación, algunos de los Sin Luna se dieron cuenta de que aquellos de sus miembros que habían sido heridos en combate regresaban a su forma original con una sencillez casi sobrenatural.

Todos estuvieron de acuerdo en que era necesario que los Sin Luna investigaran aquello de inmediato. Pronto encontraron algunos patrones que servirían para encerrar a los Lunares en sus verdaderas formas. Surgió entonces una tradición de cicatrización entre los Lunares, unos rituales que los ayudaban a consolidarse en la estabilidad de la forma física. Una cicatrización cuidadosa auxiliaba al Lunar no sólo en la tarea de aferrarse a su aspecto, sino que además favorecía la estabilidad de su casta también. Del mismo modo, los tatuajes y perforaciones —de hecho, cualquiera de las variantes en las que el individuo se marca a sí mismo— tenían el mismo efecto. Es por ello que estos métodos fueron rápidamente incluidos en el repertorio de expresión personal de los Lunares.

Cuando los Lunares encontraban a otro de su raza que no había sido eliminado por la Partida Salvaje, se lo forzaba a superar una serie de tareas para probar su valía. Con cada éxito conseguido se le imponía una nueva marca en su cuerpo. Desde luego, todos esos símbolos seguían un diseño litúrgico que ayudaba a determinar la casta del individuo. La escarificación es la representación de la auténtica forma de cada uno de los Lunares; recorre de arriba hacia abajo los brazos y piernas. El torso está adornado por elaboradas espirales que ensalzan la forma, la posición de las costillas y la del resto del esqueleto. Sus rostros están profundamente marcados por señales, éstas se sitúan sobre sus cejas, en sus narices y pómulos. Finalmente, sus frentes muestran una representación de sus Marcas de Casta, un diseño que reaparecería posteriormente en otros métodos de decoración corporal.

Lo cierto es que, al final, sólo tres castas podían surgir a través de estos rituales: los Luna Llena, los Sin Luna y la casta que combinaba los elementos de los ciclos lunares: los Lunas Cambiantes.

LUNARES HOY EN DÍA

Si entendierais a un Lunar como animal con inteligencia, os estaríais quedando cortos. Lo más probable es que si se lo dijerais a la cara os despedazaría miembro por miembro para probaros que su forma de vida era inmensamente superior a la vida que lleváis en vuestras civilizaciones. Los largos años de exilio son como una espina clavada en el corazón de cada Lunar. Para ellos no basta con pensar que su estilo de vida ha sido superior a aquel que podrían haber llevado si pudieran haber vivido en edificios o granjas. Deben probárselo a sí mismos y a los demás. Ésta es la razón por la cual nadie que haya vivido en el Umbral ha logrado alcanzar la paz duradera con sus Kaóticos vecinos, sencillamente es impensable. Los Lunares han adoptado una serie de principios que los alejan considerablemente del resto de las sociedades del Reino.

Los Lunares aborrecen todas las cosas que derivan de una civilización. Muchas de las herramientas que incluso los residentes del Umbral comprenden de primera necesidad, no son empleadas por los Lunares que las consideran juguetes de los débiles. No obstante, estos Exaltados son algo más que pragmáticos; la mayoría de ellos se sienten más que contentos de poder utilizar las armas del Reino cuando les conviene y de hacer uso de los utensilios de los herreros para transformar la plata en artículos de poder.

Incluso su apariencia los diferencia del resto de la humanidad. La mayoría tiene un aspecto lánguido muy poco común entre los residentes del Reino. Los únicos que cuentan con una masa corporal mayor son los Lunares del norte. Sin embargo, no se trata de grasa sino de músculo, de hecho están en tan buena forma que ni el más deportista entre los Vástagos del Dragón podría rivalizar con ellos. Su apariencia desprende el saber del depredador y la parte animal que se oculta en el ser humano, lo percibe. Incluso los Lunas Cambiantes, quienes viajan entre las sociedades del Umbral en un intento por reconciliar sus verdaderas naturalezas, no pueden evitar que se dispare esa sensación instintiva de incomodidad.

Muy pocos Lunares visten atuendos de paño, salvo aquellos que los obtienen de sus asaltos. La inmensa mayoría se cubre con pieles de animales, eso si es que van vestidos. En las raras ocasiones en las que los Lunares se congregan para batallar como grupo, se señalan con marcas parecidas o visten prendas parecidas para comunicar una identidad unificada. Esto resulta muy útil en el Kaos porque permite al grupo reforzar la identidad de los demás y los alienta frente a los efectos de un ambiente eternamente cambiante. En los mundos más estables del Umbral, los Lunares conocen perfectamente los beneficios psicológicos que derivan de la intimidación. A través de sus uniformes y tácticas grupales, exponen sus propias habilidades de organización a los defensores de una civilización que creen poseer una ventaja máxima en su propio orden y concierto.

LUNARES DEL ESTE

Aquellos Lunares que viven en el este, cercanos al Polo Elemental de la Madera, son los más coloristas. No existe juego alguno que los pueda abatir y muy pocos depredadores que los igualen en su destreza en la batalla. Con sus habilidades mágicas para el sigilo y para cambiar su forma, apenas necesitan camuflarse.

Los animales del este proveen con unas pieles que hacen de sus atuendos algo dramático. Tanto los Lunares como sus súbditos llevan las pieles para mantener el calor corporal y para nada más. Los tatuajes con los que decoran sus cuerpos están dibujados con brillantes colores y complejos diseños que indican tanto la tribu como la posición jerárquica que ocupan dentro de ella. Unos cuantos lleva además ajorcas de hueso o cuerno. La mayoría decora sus cabellos, sus armas y sus prendas con plumas de colores palpitantes; las encuentran en el bosque o se las arrancan a los pájaros selváticos. Para un viajero en los bosques del este, estos brillantes destellos de color significan una sola cosa: muerte.

LUNARES DEL SUR

Aquellos que residen en el sur, cercanos al Polo Elemental del Fuego, rara vez se cubren con algo más que paños básicos. Los tatuajes y las escarificaciones son más comunes que las perforaciones. Los metales tienden a calentarse por el calor del desierto. Sin embargo, algunos optan por emplear perforaciones de hueso o hacérselos de metal para probar su capacidad de aguante. Los Lunares del sur se adornan con las pieles de los brillantes lagartos que habitan en la región; muchos de los Lunares Cambiantes adoptan las características de estas criaturas. Otros salpican sus cuerpos con las gemas del desierto, ordenándolas en extraños diseños con los que luego embadurnan sus cuerpos.

LUNARES DEL OESTE

Los más próximos al Polo Elemental del Agua son moradores de las islas y de los archipiélagos. La inmensa mayoría cuenta con una finísima capa de grasa que les permite mantener la temperatura corporal cuando residen largos periodos en el agua. Sus escarificaciones y tatuajes son los más grandes y dramáticos de entre todos los Lunares, sencillamente porque deben ser visibles bajo este elemento. Además, tienden hacia los colores muy brillantes —rojo intenso, amarillo cegador— para advertir a los depredadores. A pesar de que les satisface una buena pelea, ningún depredador se arriesgará a un combate frontal una vez hayan sopesado los efectos de su intimidación sobre la presa. Mientras se encuentran en tierra firme, los Lunares se sirven de las pieles de los peces y otros seres marinos para fabricar sus prendas, lo que les confiere un aspecto lustroso y reluciente que ya quisieran para sí las damas del Reino.

Los que viven en las aguas del noroeste se parecen más a los del norte, sus masas corporales son mayores y les ayudan a aislarse del frío gélido de las aguas. Con este fin, se visten con las pieles de los animales de aguas frías.

LUNARES DEL NORTE

Estos que tienden hacia el Polo Elemental del Aire se visten en exceso. Incluso el más humilde está envuelto en una gran cantidad de pieles. Un comerciante de pieles vendería a su familia entera y parte de sus amigos para hacerse con una sola de las prendas de un Lunar. Sobrevivir a esta brutal región es difícil incluso para ellos. Muchos están sorprendentemente gordos, porque saben que es la única manera de contar con una reserva de energía cuando se ciernan las inevitables épocas de hambruna. Bajo la grasa conservan el mismo músculo con el que cuentan todos los demás Lunares de otras partes de la Creación. No es extraño que empleen su peso contra sus oponentes en una batalla.

LA EXALTACIÓN DE UN LUNAR

Si un individuo atraviesa una Exaltación en una tribu bárbara que esté gobernada o sirva a una tribu de Exaltados Lunares, la persona será llevada de inmediato ante el rey Lunar para que éste lo cuide y adoctrine. En el caso de que despierte su Exaltación en una tribu liderada por un humano, el joven se enfrentará al regente y lo derrotará fácilmente en un combate, suplantándole como rey. Si el joven fuera afortunado, quizá un Lunar itinerante se topara con la tribu y dedicara parte de su tiempo para educar al nuevo Exaltado. Si por el contrario no tuviera suerte en este aspecto, tendría que aprender a perfeccionar sus habilidades y a desarrollar sus Encantamientos por sí solo, lo que sin duda le llevaría más tiempo. De cualquier modo, el transcurso del tiempo es algo que no debería preocupar en absoluto a un Lunar.

Los Lunares que se Exaltan en el Umbral o en el Reino tendrán que sobrevivir a la aniquiladora Partida Salvaje de los Vástagos del Dragón. Pero cuando las estrellas anuncian que existe incluso una posibilidad mínima de un rescate exitoso, los Sin Luna reunirán a un grupo de Exaltados Lunares para viajar hasta el Umbral y rescatarlos. Estas bandas procuran ocultar y proteger a los recién nacidos Lunares de los Vástagos del Dragón y guiarlos hacia la seguridad del Kaos donde les educarán debidamente.

Sin importar cuáles sean sus orígenes, los jóvenes Lunares deberán enfrentarse con un gran número de dificultades en los años venideros. Aquellos que proceden de unas vidas pacíficas, tienen que mediar con la violencia tan pronto como comienzan a despertar de su Exaltación. Los que se encuentran bajo la tutela de sus mayores son enviados en misiones hacia el Kaos. Allí, más allá de la Creación, se los somete a ciertas pruebas que deben superar con sus poderes sobrenaturales y sus instintos. Estas pruebas elaboradas por los mayores para los más jóvenes son sólo una manera de demostrarles a sus pupilos que las técnicas más valiosas son aquellas que les permiten sobrevivir. La agonía del ritual de escarificación que sigue a todos sus logros, habitúa lentamente a los nuevos Exaltados al dolor.

Durante estos exámenes, tanto los mentores como la propia naturaleza del Kaos, hacen que las tareas sean un reto incluso para un Exaltado. El cobijo que se construye una noche, ha desaparecido la mañana del siguiente. El paisaje es mutable. La adaptabilidad y la perdurabilidad se convierten en los dos secretos cruciales para la supervivencia. A las complicaciones generales se deben sumar además los encontronazos con los hipopótamos, las embestidas de los depredadores de la Buena Gente y los conflictos con las tribus lideradas por otros Lunares. Es lógico que de la naturaleza misma nazcan auténticos supervivientes.

Una vez concluido su aprendizaje y ubicada su casta, los jóvenes Exaltados deberán separarse de sus mentores para valerse por sí mismos. Ni uno solo de los líderes Lunares admite que una amenaza potencial de semejante magnitud permanezca cerca de su hogar, de modo que los mayores se encargan de advertir a sus pupilos que cualquier intento de regresar conllevará el castigo de la muerte. Algunos de estos exiliados marchan hacia el Kaos para vivir vidas solitarias como depredadores. Otros optan por habitar en los límites de la Creación. Estos últimos se hacen valer como líderes de las comunidades en las que escogen establecerse.

Cualquier otro Exaltado o poder oculto que gobierne el área serán retados por el dominio. Si el vencedor resulta ser el Lunar, rápidamente se establece como líder de los humanos residentes. Si pierde, quizá muera o deba escapar con premura para lamer sus heridas lejos de aquel lugar y encontrar otro territorio sobre el que gobernar. Las tribus bárbaras están más que acostumbradas a estas prácticas; los Lunares han habitado entre ellos durante siglos.

Aquellos que no pueden apropiarse de las tierras de los mayores, encuentran otras que transforman de manera que sean más susceptibles a su reinado. Algunas ciudades y pueblos del Umbral han sido destruidas por los Lunares merodeadores que tenían la intención de hacerse con ellas. Los guerreros se abalanzan sobre la ciudad; sus cuerpos voluminosos, sus rasgos animales y sus cabellos plateados atraen la atención y despiertan el temor inmediato de los habitantes. Los mejores soldados del lugar intentan repeler la invasión, pero a menos que también sean Exaltados —algo muy poco probable— tienen pocas oportunidades de salir con vida del enfrentamiento. Con los Lunares no se puede razonar, ni hacerles claudicar de sus intenciones. No desean más que gobernar, pero en términos propios. Los detractores mueren por sus ideas. De todos modos, los Lunares que gobiernan con puño de hierro, acaban siendo asesinados a manos de la Partida Salvaje. Los pocos que sí sobreviven son los más fuertes, astutos y afortunados, aquellos instruidos en la filosofía del conflicto y la fuerza de los Lunares.

ASALTOS

En ocasiones, las tribus bárbaras se desplazan, coordinadas por su líder Lunar, para atacar los asentamientos del Umbral en busca de bienes y esclavos. La destrucción para obtener el botín durante estas incursiones es desproporcionada e innecesaria. De hecho, a veces, los regentes de estos lugares atajan la barbarie ofreciendo a los mercenarios tribales todos sus bienes y esclavos pero todo resulta en vano. Los bárbaros aceptan primero todo aquello que se les ofrece y acto seguido destrozan lo que se encuentra a su paso. El precio de la debilidad en las tierras salvajes es la hambruna y los tiempos difíciles.

Muchos peores son los asaltos a gran escala llevados a cabo por las tribus bárbaras y de hombres bestia desde el Kaos al Umbral. Los pueblos y ciudades desaparecen bajo los pies de estas hordas de merodeadores que practican el pillaje durante meses sin más objetivo que la destrucción que provocan. Los habitantes del Umbral han aprendido que lo mejor es huir e invertir el tiempo en esconderse como mejor puedan, hasta que los invasores sean derrotados por las legiones del Reino o se aburran de los ataques y retiren una vez más.

Desde que la Emperatriz desapareció y las casas Dinásticas empezaron a competir por la influencia política, los recursos empleados para mantener a raya estos ataques son casi irrisorios. Las incursiones son cada vez más frecuentes y más dañinas y las tribus lideradas por Lunares crecen en agresividad frente al rostro de una oposición menguante.

CASTAS

LUNAS CAMBIANTES

Son los más comunes de las castas Lunares actuales. Esto se debe a que combinan las cualidades y roles de tres de las castas desaparecidas. Por cad único héroe de la Luna Llena, existen tres Lunas Cambiantes merodeando por los territorios que han reclamado para sí.

Los Lunas Cambiantes son la casta más propensa a desarrollar rasgos animales. A partir de los rituales de escarificación y tatuaje por los que atraviesan todos los Lunares para estabilizar su forma y su casta, el uso repetido de los Encantamientos cambiaformas puede y altera el aspecto natural de un Exaltado. Pero los Lunas Cambiantes se sienten orgullosos de ello y se especializan en la práctica de aquellos hechizos que les permiten adoptar características bestiales de su agrado. Asimismo, hacen uso de sus Encantamientos de control animal para acercarse a sus mamíferos preferidos. Irónicamente esto no termina de funcionar siempre de la mejor manera. Los defensores del Umbral y los Lunas Cambiantes de otras tribus estudian el comportamiento de los animales para predecir la estrategia de los ataques.

De cualquier forma, los Lunas Cambiantes son la casta más versátil de todas. De lo que carecen en poder mágico o habilidades de combate lo suplen con sus astutas tácticas y sus recursos ilimitados. Tanto los animales como los esclavos humanos y bienes robados al Umbral no son más que herramientas en sus manos.

TRATAR CON EL REINO

Entre los Vástagos del Dragón muchos describen a los Lunares y a las tribus con las que trabajan como “bárbaros conquistadores”. Esta aseveración, por cierto, es una falacia. A pesar de que existen pocos Lunares que no estén interesados en la conquista y los territorios, no están atraídos por la construcción de un imperio en términos convencionales. Las tierras son importantes para ellos pero sólo mientras puedan sustentarlos. Preferirán defender con fiereza sus dominios y asaltar otros, que sumar nuevas propiedades a las suyas. Observan las tierras estáticas de los granjeros civilizados del Umbral con un desdén muy particular.

La verdad es que el término “bárbaros conquistadores” es algo que provoca una comodidad de ficción a los habitantes del Umbral. Los invasores que buscan conquistar y gobernar pueden ser expulsados con una muestra suficiente de fortaleza o pueden asentarse y desarrollar un creciente interés por que las cosas marchen debidamente en sus nuevos hogares. Los atacantes cuyo único objetivo sea el de la destrucción y el demostrarse a sí mismos su valor frente a otros, regresarán y lo harán tan brutalmente como fueran derrotados en su última visita.

Las incursiones de los Lunares en los últimos años golpean cada vez más duramente el Umbral. Tras la desaparición de la Emperatriz, los Vástagos del Dragón han centrado su atención en los asuntos que se desarrollan en el corazón del Reino. Los Lunares están haciendo todo lo que pueden por seguirlos hasta allí, pues anhelan probarse una fuerza con la que sólo cuentan los Exaltados.

SIN LUNA

Los Sin Luna son los hechiceros y eruditos de las tribus Lunares. Conocen el saber de los Exaltados Lunares que se transmiten los unos a los otros a través de la tradición oral. Cuando los Lunares les relatan las historias de las hazañas de sus ancestros, comunicando a la audiencia la sabiduría de muchas generaciones de habitantes del Kaos. Los líderes Lunares educan a sus tribus súbditas en la idea de que deben tener en alta estima las enseñanzas de sus antepasados; los conocimientos acumulados de las tribus podrían salvarles un día la vida, cuando el peligro contra el que se enfrenten ha sido derrotado ya por los padres de la historia.

Según la lógica de los Lunares, tiene mayor sentido que esta sabiduría repose en los recuerdos de los contadores de cuentos que en el papel. Un narrador vivo con siglos de experiencia como educador es más efectivo como tutor de las tribus de bárbaros ignorantes que un trozo de material con marcas sobre él. De hecho, la escritura no es más que un arte perdido entre los Lunares, quienes no ven su utilidad, excepto como un mero indicador para comunicar mensajes como “peligro” o “por este camino”.

Uno de los saberes vitales recordados por los Sin Luna es el patrón específico de los rituales de escarificación necesarios para que el Lunar conserve su casta y su forma incluso en las zonas más mutables del Kaos. Este saber se alza como la máxima primordial para la supervivencia de los Exaltados Lunares como conjunto, de modo que aquellos Sin Luna derrotados en la batalla son rara vez aniquilados y sus deudas no suelen suponer un riesgo mortal. Los Lunares que han adoptado a un joven Exaltado tratan de localizar a un Sin Luna tan pronto como pueden, de manera que éste determine cuál es la casta del muchacho. Por su parte, los Sin Luna conservan las leyendas de todos los Exaltados Lunares y corren cualquier riesgo con tal de rescatar a los jóvenes Exaltados de garras de la Partida Salvaje.

Los Sin Luna son los magos de los Lunares. Conocen la hechicería que les ha sido transmitida por una combinación de doctrinas orales y un sistema de pictogramas, similar al del Antiguo Reino pero único para los Sin Luna. La mayoría cuenta además con poderosos Encantamientos de ilusión que surgen de sus habilidades para narrar historias. Los espejismos que conjuran invirtiendo su Esencia, no son más que ejemplos de estas historias hechos realidad durante un breve periodo de tiempo.

LUNAS LLENAS

Los Lunas Llenas son guerreros entre una raza de guerreros. Se enfrentan constantemente contra otros Lunares y Buena Gente, y son la casta más propensa a los asaltos en el Umbral. Definen sus existencias en términos de conflicto, no sólo por la emoción visceral que les provoca el combate, sino por ser capaces de derrotar a cualquier fuerza contra la que el mundo los enfrente. Un sinnúmero de los líderes de las tribus bárbaras son Lunares Lunas Llenas que empujan a sus seguidores hacia nuevos y más complicados retos cuando atacan a las gentes que viven en el Umbral.

Otros se sumergen más profundamente en el Kaos, ansiando comprobar la fortaleza de su propia identidad frente al poder de la naturaleza, y unos cuantos se abren camino asesinando salvajemente en los pequeños asentamientos del Umbral, mostrando su prodigio a los humanos que los reten. En los últimos años, algunos se han encontrado con guardianes Solares en estas comunidades. Esto, según los Lunares, es algo bueno. Los Solares son los mejores rivales contra los que perfeccionar las habilidades y no pocos de los Lunas Llenas siguen los rumores con la esperanza de encontrarlos y luchar con ellos.

Los Lunares más ancianos, que sobreviven desde el final de la Primera Edad, han comenzado a explorar el Umbral con la intención de buscar a sus antiguos amigos y amados Solares. Estos Lunas Llenas son los más discretos de su clase, ignoran los combates ante la posibilidad de posar la mirada en uno de sus seres queridos por primera vez después de varios siglos. Han descubierto que desde el momento en el que la Emperatriz desapareció, han dejado de ser tan perseguidos como lo estaban antes. Han pasado a ser aventureros solitarios, investigando en las profundidades del Umbral, casi hasta las puertas mismas del Reino, saqueando las Moradas, retando a aquellos con los que se topan a un combate único y arrojándose con valentía a cualquier batalla que se presente.

EJEMPLO DE ENCANTAMIENTOS

TENTÁCULOS

Coste: Varía
Duración: Instantánea
Tipo: Acción extra
Pelea mínima: 3
Esencia mínima: 1

El Lunar vierte la Esencia en uno de sus miembros que pasa a dividirse en otros muchos tentáculos que se retuercen. Lo que sea que se sostuviera en ese miembro caerá, pero los ataques naturales del Exaltado funcionan de una manera corriente. Se puede optar por realizar una tirada independiente con cada uno de los tentáculos. Eso sí, todos los ataques deberán ir dirigidos al mismo objetivo. Por cada tentáculo que el Exaltado quiera crear, deberá gastar tres motas y no podrá obtener más que la cantidad de Esencia de la que disponga. Si el que se defiende esquiva, haz una tirada y aplícala a todos los ataques. Los tentáculos vuelven a la forma original una vez agotadas las embestidas.

CONVOCAR A LAS BESTIAS SALVAJES

Coste: 10 motas y 1 Voluntad, +2 motas por criatura
Duración: Un día
Tipo: Simple
Saber mínimo: 2
Esencia mínima: 2

El Exaltado podrá convocar a las criaturas tocadas por el Kaos y dirigirlas contra sus enemigos. La naturaleza de la bestia dependerá del lugar donde se lleve a cabo la invocación. Por ejemplo, en los pantanos del suroeste, gigantescos sapos mutados podrían acudir en auxilio del Lunar. El tamaño medio de las bestias suele estar en torno al de un perro muy grande y el Exaltado no podrá convocar a más criaturas que la cantidad que obtenga al multiplicar por diez su Saber. Consúltese la página 263 de Exaltado para obtener más información acerca de las estadísticas de cada uno de los seres.

ESCUPITAJO ÁCIDO

Coste: 3 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Armas Arrojadizas mínima: 3
Esencia mínima: 1

El Lunar canaliza su Esencia hacia su sistema digestivo, transformado momentáneamente los ácidos de su estómago en algo infame. Luego podrá escupir su flema corrosiva contra su oponente. El escupitajo tiene un alcance de nueve metros y su daño es 4L + los éxitos adicionales. Continúa provocando un daño básico cada turno hasta que la víctima se lo limpie, lo que requiere una tirada de Destreza + Atletismo. Esta tirada no es refleja y debe tomarse como dado de acción.

PRODIGIO MUSCULAR

Coste: 2 motas por punto de Fuerza
Duración: Varía
Tipo: Simple
Pelea mínima: 2
Esencia mínima: 2

El Lunar puede utilizarlo para mejorar la condición física de sus músculos, de hecho, parece inflarse como una versión musculosa de sí mismo. Los tendones se avistan como cuerdas de soga y los músculos parecen estar a punto de quebrar la piel y estallar. El jugador del Exaltado realiza una tirada de Fuerza + Pelea. Por cada éxito se suma uno a la Fuerza. El personaje podrá, como máximo, duplicar su puntuación inicial en Fuerza. El efecto del Encantamiento dura tantos turnos como motas de Esencia + éxitos conseguidos en la tirada se tengan.

EL TRANCO DE LA PANTERA

Coste: 4 motas
Duración: Una escena
Tipo: Simple
Atletismo mínima: 3
Esencia mínima: 2

Las piernas del Lunar se transforman en algo similar a las patas de un gato grande, su cuerpo al completo gira débilmente, decreciendo en altura pero ganando dinamismo. Durante lo que quede de escena, el personaje podrá moverse dos veces más rápido y saltar tres veces la distancia normal de salto.

EXALTADOS SIDERALES

Las gentes del Reino han creído durante décadas que los Vástagos del Dragón son los únicos Exaltados que conviven con ellos. La Edad de los Anatema pasó hace largo tiempo y sus antiguos líderes son, hoy en día, los dueños del mundo.

Están equivocados. Siempre lo han estado.

Los Exaltados Siderales no abandonaron nunca el Reino. Mientras los Vástagos del Dragón exterminaban a los Solares, los Siderales se perdieron de vista. Primero desaparecieron los más ancianos, aquellos que vivían en soledad y rara vez eran vistos. Los jóvenes los siguieron. Al mismo tiempo que los Solares morían bajo los filos de los Vástagos del Dragón, más de la mitad de los Siderales conocidos sencillamente se desvanecieron.

Mediante un acuerdo y la ayuda tácita de los Vástagos del Dragón, los Siderales se situaron en unas posiciones desde las cuales podían supervisar el desarrollo del Reino y asegurarse de que se mantendría en la senda de la gran Profecía. Emigraron a las ciudades más pequeñas del Reino y tuvieron mucho cuidado de no mostrar abiertamente sus poderes en público, cubriendo sus Marcas de Casta lo mejor que pudieron cuando tenían que emplear sus Encantamientos. Su acceso a la magia astrológica y su relación próxima a las cortes espirituales les aseguraron cierta seguridad en sus escondrijos mientras guiaban el ascenso de la Orden Inmaculada. Tan pronto como la Profecía les dejó claro lo que tenían que hacer, adoptaron y manipularon este culto fundado en el Umbral. Cuando llegó el momento de la rebelión, eran ya un grupo religioso de gran fuerza. Tras la masacre de los Solares, unas cuantas sugerencias susurradas en los oídos apropiados de los nobles Vástagos del Dragón favorecieron que la Orden Inmaculada se adoptara como religión estatal.

Los Siderales se replegaron a un gabinete entre las sombras, aconsejando a los Vástagos del Dragón de forma clandestina. Tras la ascensión al trono de la Emperatriz Escarlata, se dieron cuenta de que podían debatir sus peticiones en sesiones privadas e influenciar a la regente a través de sus consejeros. Con el transcurso del tiempo, los bárbaros fueron expulsados de un área cada vez más extensa del Reino y sus sentimientos de culpa por la revuelta que habían instigado fueron decreciendo hasta desaparecer por completo; estaban felices con su nueva existencia. La muerte de los Solares era una pena, pero estaba justificada o eso quisieron pensar. Después de todo, los Vástagos del Dragón eran menos distantes con las personas de lo que lo habían sido los imponentes y poderosos Solares. Con el consejo de los Siderales guiados por la Profecía, ¿cómo podrían haber fallado?

PERDIENDO EL CONTROL

La imprevista desaparición de la Emperatriz Escarlata ha provocado el caos entre los Siderales. No estaban preparados para ella y no han conseguido todavía recuperar el poder que perdieron tras su desvanecimiento. Cuando la mujer se alzó como máxima autoridad del Reino, los Exaltados Celestiales ocultos sólo tuvieron que asegurarse de que las palabras adecuadas llegaran hasta sus oídos. El Reino progresaba de forma paralela a los deseos de los Siderales. Los más ancianos sabían que la Emperatriz era consciente de su existencia pero que estaba más que dispuesta a mantener esa charada porque sus objetivos eran muy similares a los de los Exaltados y que podía confiar en sus consejos.

Pero ahora el Reino se tambalea a causa de la ambición de las casas y los Siderales intentan predecir a la desesperada el futuro y dirigir su influencia en la dirección correcta. Sin embargo, se encuentran en un periodo de flujo. Todas las predicciones cambian al cabo de unas horas y sólo os Encantamientos más poderosos son capaces de recrear la imagen de lo que podría llegar a acontecer. Esto deja a los Siderales con cada vez menos opciones. Parece ser que no está lejano el día en el que tendrán que elegir si salir de sus escondites y ofrecer su consejo y profecías a todos aquellos que quieran conocerlos. El problema contra el que se enfrentan es producto de sus acciones. A través de la Orden Inmaculada han sembrado profundamente la idea de que todos los Exaltados Celestiales Anatema son monstruos. De modo que los Siderales serían sometidos a una persecución tan pronto como se presentaran abiertamente.

Para colmo, muchos de los ancianos han empezado a sucumbir a la edad. Los Siderales no han sido nunca numerosos, nunca más de una docena de miembros entre todas las castas. La muerte de sus ancianos es una pérdida muy seria. La mayoría de sus rituales más poderosos de astrología requieren la congregación de inmensos grupos de Exaltados. En estos momentos el conjunto restante carece del poder para los conjuros de adivinación y deben contentarse con la información vaga que recogen de los augurios menores.

LAS FACCIONES

Hacia el final de la Primera Edad, mientras los Siderales planeaban el asesinato de los Solares, uno de los grupos se negó a participar. No eran muy numerosos y carecían de la influencia para convencer a otros Siderales de que abandonaran sus intenciones. Por lo que tuvieron que esconderse mucho antes de que los Vástagos del Dragón comenzaran a exterminar a los Solares a petición de los demás Siderales. Su intención era buscar a los Solares recién nacidos y ocultarlos de los seguidores de la Profecía. Pero sus rivales se anticiparon a este movimiento y crearon la Partida Salvaje. La facción rebelde —los Dorados, como se hicieron llamar a sí mismos— aceptaron esta derrota y se resignaron a aguardar un momento mejor para golpear.

Ese momento ya ha llegado. El influjo reciente de los jóvenes Siderales, nacidos tras los fallecimientos de los viejos guardas, es menos propenso a adherirse a una Profecía que se prolonga infinitamente en el tiempo. Muchos desdeñan la idea de esconderse tras una orden religiosa, de hecho, la mera posibilidad de hacerlo resulta ofensiva. Muchos de los jóvenes Siderales eran y siguen siendo creyentes devotos de la fe Inmaculada. Rechazan completamente la explicación de que todo en lo que han depositado sus esperanzas es erróneo, especialmente cuando la respuesta que se les ha dado procede de alguien educado para pensar como los Anatema. Ciertamente, muchos persisten en creer en la doctrina de la Orden Inmaculada, a pesar de sus recientes descubrimientos. Esta división interna podría proporcionar a la facción Dorada una oportunidad para hacerse con las riendas de la historia.

LOS BRONCE

Los Siderales Bronce, llamados así porque creen que la mejor opción sería vivir en un mundo “bronce”, esto es, sin el oro de los Solares o la plata de los Lunares, son los guardianes de la fe. Caminan por la senda por la que sus mayores les indicaron que viajaran hace más de un milenio. Se encuentran en un periodo de negación. El peso de la evidencia les lleva a pensar que la Profecía es equívoca. En ella no se relataba nada que pudiera levar a pensar que el Gran Contagio iba a tener lugar. Sin embargo, en los ochocientos años que han transcurrido desde este acontecimiento, los Bronce se han negado a creer que la ausencia de un aviso en la Profecía fuera significativa. Luego aparecieron los Exaltados Abismales; una amenaza creciente para el Umbral y, una vez más, el Reino no estaba preparado para ellos, pues sólo contaba con la misma Profecía que se había hecho hacía tantísimos años.

De todos modos, los miembros de esta facción rechazan las evidencias. Argumentan que la Profecía trata de los rasgos generales de la historia, no sobre los detalles. Tienen la esperanza de que, con el tiempo, la amenaza de los Abismales pasará como lo hizo el Gran Contagio. Entonces o así debería pasar según la idea implícita en la Profecía, será obvio que el acontecimiento no fue más que un incidente que trató de interrumpir el curso de una historia presuntamente predefinida. “Siempre ha estado basada en la razón, aunque sufriera una carencia de detalles”, explican. Admitir que podrían estar equivocados implicaría que todo aquello por lo que han luchado en los últimos diez o veinte siglos ha sido en vano; el esconderse, el asesinato sistemático de los Solares reencarnados y la construcción de una religión falsa que mantiene a las gentes del Reino bajo su yugo.

Los pocos lo suficientemente viejos como para recordar las injusticias cometidas contra los Solares son los más incondicionales de la Profecía. Cada vez que evocan aquellos gemidos de agonía y aquel olor tan parecido al de la carne quemándose en una pira de fuego, llegan a la conclusión de que el sacrificio de tantas vidas, tanto en la revuelta como en los años que la siguieron, no pueden ser en vano. Se convencen a sí mismo de que tantos años ocultándose tienen que servir de algo; ellos eran necesarios para prevenir que la oscuridad se ciñera sobre el mundo.

Algunos de los jóvenes de la facción Bronce hacen las cosas de ese modo porque siempre se han hecho así. Muchos disfrutan del poder temporal sin la responsabilidad diaria con la que carga la Orden Inmaculada. Éstos no pueden excusar sus cortas miras por la antigua creencia que soportan sus mayores. No, lo que ocurre es que algunos de ellos son cínicos y egoístas. ¿Y para qué iban a cambiar ellos las cosas? El mundo tal cual es les ofrece lo que desean. ¿Para qué arriesgar el status quo en el que subsisten, permitiendo que los líderes legendarios regresaran, interfiriendo en sus privilegios y poder? Estos Siderales son los más propensos a involucrarse activamente en los conflictos de sucesión que atenazan al Reino, luchan por asegurar sus posiciones de privilegio y la estabilidad de la Dinastía.

Otros jóvenes Siderales creen fervientemente en la Profecía y observan a la facción Dorada como un grupo de herejes y traidores contra los que han batallado durante siglos. Su percepción de que la línea general de la Profecía permanece inalterada es muy firme. El hecho de que no señalara todos esos acontecimientos que pusieron a prueba a los ciudadanos del Reino, es perfectamente comprensible. Los mayores, más sabios que ellos, les han convencido de que están haciendo lo correcto. Con miles de años de experiencia, ¿podrían realmente los líderes de la facción Bronce estar errados? En los últimos años, estos Siderales han ayudado de forma encubierta e incluso dirigido la Partida Salvaje contra las nuevas Exaltaciones. Es más, hace menos aun, algunos han instituido su propia versión de ella, con los Elegidos de la Doncella de las Batallas y los Fines persiguiendo a los Siderales errantes, a los Lunares y Solares recién nacidos y los aniquilan.

LOS DORADOS

Miembros de la facción Dorada —llamada así por estar a favor de la vuelta de los días dorados cuando los Solares gobernaban el mundo— fueron, hasta hace poco, un grupo despreciado y exiliado de revolucionarios e inconformistas. Fallaron en el intento de detener a los Bronce actuando en nombre de la Profecía y también de salvar a los nuevos Solares de la Partida Salvaje. Permanecieron hastiados y enfurecidos en sus escondites en las profundidades del Umbral. Al menos, uno de los Siderales Dorados se alzó como regente de un pequeño reino en el extremo sur. Sus súbditos están fascinados por su capacidad para predecir los ataques de la Buena Gente o de los bárbaros, además los ha alentado para que depositen su fe abiertamente en los espíritus, lo que hace que el trato con ellos sea mucho más sencillo.

De cualquier forma, los Siderales de la facción Dorada han escogido vivir en la clandestinidad o aislados, haciendo todo lo que pueden por conducir al mundo a la senda que creen correcta. Trabajan con sutileza para fomentar el número de seguidores de la Herejía de los Cien Dioses, que socavaría el poder de la Orden. Los asociados a la facción Bronce instigan a la Orden y a los Vástagos del Dragón cuando localizan reuniones de los veneradores de espíritus, pues saben con seguridad que los Siderales de la facción Dorada se encuentran en la zona. Sin embargo, si los Dorados se mantienen al margen de los problemas y acceden a dejar de dilatar la disensión, los Bronce estarían más que dispuestos a dejarlos en paz. En algunos momentos incluso han cobijado a uno, apartándolo de la mirada escrutiñadora de los jóvenes Vástagos del Dragón que no son conscientes aún de que los Siderales permanecen con vida.

Desde que las actividades de la Partida salvaje se han consolidado en su variabilidad, la facción de los exiliados Dorados se ha acercado a una posición mejor para localizar a los nuevos Exaltados Siderales, mientras que los moradores del Reino, los Bronce, se alejan desconcertados por los conflictos internos. Como resultado de esto, ha habido un flujo mayor de jóvenes Siderales uniéndose a los Dorados, lo que la ha convertido por primera vez en una entidad grande y viable. La sangre fresca ha renovado la visión de la facción, transformándola en una organización más dinámica. Disponen ahora de la capacidad para encontrar a los Solares y reclutar a otros seguidores que les ayuden a extender su visión de un Reino que una vez más sea férreo, con todos los Exaltados unidos bajo el gobierno de los Solares, luchando contra las legiones de muertos y criaturas del Kaos.

La Exaltación de más y más Solares tras la desaparición de la Emperatriz les ha brindado nuevas oportunidades a los exiliados. Muchos han adoptado a Solares e incluso a algunos Lunares que no habían sido reclutados por sus parientes y los han educado y tutelado en sus poderes recién descubiertos.

A diferencia de la facción Bronce, en la Dorada sólo quedan dos miembros que recuerden los días que precedieron a la Profecía, cuando los Solares no eran siempre los grandes héroes que se supone son ahora. Ambos están cercanos a la muerte. En el pasado, la juventud de la facción obró a su favor. No se encuentra paralizada por nociones preconcebidas de cómo las diferentes clases de Exaltados deberían cooperar. De cualquier modo, sin la sabiduría de los Solares antes de su caída en la indolencia y la corrupción, si los Siderales repiten los mismos errores que cometieron sus antepasados corren el riesgo de situar al mundo en el curso pasado que lo condenaba a la destrucción.

LA ORDEN INMACULADA

Pese a que los Siderales contribuyeron a la formación de la Orden, asegurar que son ellos quienes la controlan sería decir demasiado. Los Siderales Bronce que dirigen activamente el comportamiento de la Orden tienen una influencia bastante sobresaliente sobre los movimientos generales de ella. Su habilidad para escudriñar el futuro les permite sugerir el curso de acción apropiado a un sacerdote concreto y mover así la Orden hacia donde ellos desean que lo haga.

Pero los Siderales cuentan con poca o ninguna capacidad de decisión directa sobre los rangos y jerarquías de la Orden. Es más, sólo interfieren cuando consideran que es estrictamente necesario. Sin las evidencias que conducen a la herejía, es difícil para cualquiera de los Siderales manipular la actitud de la Orden contra un individuo que se haya ganado su desagrado. Aun así, los líderes de los Inmaculados pueden involucrarse directamente en los acontecimientos cuando lo consideran recomendable. El ejemplo más común acaeció hará unos años, cuando una de las profecías advirtió que la Partida Salvaje se encontraría con uno de los Exaltados Siderales reencarnados. Entonces, los demás Siderales se aseguraron de que uno de sus miembros acompañan a esa Partida —uno de los seguidores de la Doncella de las Batallas— como observador. Su misión consistía en regresar con la presa viva al Palacio Sublime y más tarde, devolverlo al templo de casta apropiado.

Algunos de los miembros más jóvenes de los Siderales Bronce han empezado a plantearse si no será verdad que han perdido todo el control sobre su creación. La Orden lleva tanto tiempo siendo parte de la cultura del Reino que ahora la mayoría de las personas, e incluso muchos de entre los Vástagos del Dragón, son creyentes sinceros de esta filosofía… una que se adhiere a la destrucción de todos los Anatema, incluidos los mismos Siderales.

Al mismo tiempo que los renegados Dorados aumentan en número y son más activos reclutando a los Solares y Siderales reencarnados, el riesgo de que la jerarquía inferior de la Orden descubra que los Siderales existen aun es mayor cada día. Los auténticos devotos de la Orden liderarían un pogromo contra los Siderales clandestinos en sólo un segundo, especialmente si se revelara su participación activa en los asuntos de los Inmaculados. En el pasado, la Orden —colaborando con la Partida Salvaje— se ha interesado particularmente en recuperar a los nuevos Exaltados Siderales. Si esta conducta se revolviera contra el grupo, si se empleara para cazarlos a ellos, sus números tardarían muy poco en menguar de manera alarmante.

LA PARTIDA SALVAJE

La Partida Salvaje se concibió inicialmente como un método para mantener a la facción Dorada alejada de los Exaltados Solares y Siderales reencarnados. La facción Bronce asumió que los Vástagos del Dragón serían capaces de aniquilar con relativa celeridad a cualquiera de los Solares que regresara Exaltado. Pero se hizo evidente, una vez que los Dorados comenzaron a ocultar a aquellos Exaltados con los que se encontraban, que la facción Bronce necesitaría apresurarse y capturar a los Exaltados a las pocas horas, como máximo, desde su Exaltación.

La Partida Salvaje fue la solución que se dio a este problema. Formada como una de las vertientes de la Orden Inmaculada, consiste en un grupo homogéneo de Vástagos del Dragón y humanos que trabajaban en secreto bajo la dirección de los Siderales. Mientras que los Inmaculados se ilusionaban pensando que los Dragones Elementales estaban guiando a sus seguidores hacia los Anatema, la verdad era que los Encantamientos de videncia futura de los Siderales eran los que dirigían la caza realmente.

Cuando la Emperatriz se hizo con el poder, ya tenía una idea sobre quién comandaba la Partida Salvaje y es muy posible que tuviera tratos con ellos de una u otra forma antes de que aconteciera el Gran Contagio. De cualquier manera, nunca se entrometió demasiado para averiguar quién era exactamente el dueño de la Partida. Sus peticiones de que una porción de los Lunares y Solares capturados fueran llevados a la Morada Imperial y le fueran entregados siempre fueron correspondidas. Los Siderales no fueron nunca capaces de determinar qué hacía ella con los presos Exaltados. Lo mejor que sus augurios pudieron predecir fue que detener el flujo de los cautivos a la Isla iría en detrimento de sus defensas. De modo que satisficieron las exigencias de la regente y utilizaron quedamente a la Partida para encontrar a aquellos de su raza que regresaran al mundo.

SIDERALES NO ALINEADOS

Unos cuantos de los últimos Exaltados optan por alejarse completamente de ambos grupos. Algunos de ellos eran devotos de los Inmaculados que quedaron horrorizados al descubrir que algunos de los líderes de su iglesia eran no creyentes. Estos renegados subsisten haciendo uso de su astucia y de los principios de la Orden, mientras tratan de hacer lo posible por derribar a los Inmaculados establecidos en áreas concretas. Cuanto más consigan reforzar la fe de las personas de forma simultánea a su intento por poner en entredicho a los cabecillas, mejor.

Otros están interesados sólo en lograr poder para sí; éstos se ocupan como consejeros de los gobernantes del Umbral y en otras ubicaciones donde la influencia del Reino es mínima o inexistente. Estos regentes prosperan a menudo con los consejos de un confidente en el que confían y que parece contar con un envidiable talento para saber cómo actuar en cualquier situación. Otro de los factores que más satisfacen a los señores, especialmente a los mezquinos, es que sus consejeros no tengan mayor interés en llevarse el mérito, al parecer se contentan con servir al rey cuyo liderazgo les haga la vida más fácil. Como sus consejos llevan a los reyes que son poco más que ingeniosos gamberros a convertirse en brillantes estrategas, versados en las artes más sugerentes de la guerra y de la política, pues aceptan de buen grado ese consejo clandestino, a menudo convenciéndose de que sus auxiliares no hacen sino reforzar las ideas en las que ya creía.

ASUNTOS ACTUALES

Los Dorados tienen el mismo propósito de derrocar o destruir la facción Bronce como la esperanza de reformar sus ideas. En general, los Dorados estiman que necesitarán la cooperación de muchos Siderales cuando la Profecía quede relegada a un segundo plano. Sin esta guía, se requerirán un sinnúmero de sondeos del futuro y sus múltiples posibilidades no podrán ser desechadas si los Siderales tienen la intención de trabajar de una manera eficaz y organizada.

Por su parte, la facción Bronce tiene los mismos problemas de número; muchos de sus primeros miembros han fallecido a estas alturas y los espíritus divinos reencarnados han preferido unirse a la facción Dorada en lugar de regresar junto a los Siderales Bronce. Los ancianos supervivientes consideran lo que está ocurriendo como una aberración transitoria, están convencidos de que los nuevos reclutas Dorados se darán cuenta de lo erróneo de su comportamiento una vez la situación se les explique claramente.

Por eso la facción Bronce, en su intento por capturar a los Siderales Dorados, es siempre la que inicia las confrontaciones directas entre ambos grupos. Los miembros del segundo grupo evitan el combate en la medida de lo posible. Como consecuencia de esto, los miembros Bronce han pasado a ser tan manipuladores como sus adversarios. Muchos Solares se han encontrado atrapados en los conflictos que aunque aparentemente parecen ser disputas entre las casas o reinos, no son otra cosa que juegos ideológicos entre ambos grupos de Siderales, cada uno de ellos buscando imponer su visión personal del futuro en el mundo que los rodea.

Desde luego, la mejor manera para recuperar la unidad de este grupo de Exaltados sería reuniéndose y promulgando de nuevo el ritual de la Profecía para escudriñar el futuro y comprender los cambios acontecidos en los últimos siglos. Sin embargo, en los tiempos que corren, las hostilidades entre las facciones Bronce y Dorada no hacen sino incrementar el efecto de los Siderales desalineados. Eso sí, nada de lo ocurrido podría evitar que quizá ambos grupos se unieran en el futuro y trabajaran en equipo. Después de todo, si hay algo que sus adivinaciones les enseñan es que lo más probable no es siempre lo que acontece.

LA EXALTACIÓN DE UN SIDERAL

Incluso antes de su Exaltación, los Siderales son diferentes. La mayoría está obsesionada, de alguna manera, por los principios y fines. Aquellos Narradores que no cuenten una historia con introducción, nudo y desenlace a un Sideral tendrán problemas. El joven y futuro Exaltado se encargará de reñir al cuenta cuentos por lo inadecuado de su relato y le proporcionará una versión revisada y mejorada.

De entre todos los Exaltados, el momento en el que un Sideral alcanza el rango de Elegido es, a menudo, muy discreto. Para muchos no es más que la súbita percepción de todos los flujos de Esencia y destino que los rodean. De cualquier modo, si ocurre en un momento de crisis o presión, como suele ser habitual en las Exaltaciones, sus habilidades les permiten manipular estos flujos gemelos para que actúen en su beneficio, impidiendo, en ocasiones, que tenga lugar la crisis que produjo su Exaltación. Una vez que se percatan de estos flujos y de su habilidad para controlarlos, quedarán distanciados eternamente del resto de la humanidad.

La señal inequívoca del momento de la Exaltación, según los estudiosos, es que la estrella de la Doncella patrona del nuevo Sideral titilará en el cielo. Al cabo de unos días, la Marca de Casta aparece sobre sus frentes al tiempo que comienza a examinar y manipular las corrientes gemelas de Esencia y Destino. Sus ojos cambian de color. Si un Sideral de otra facción lo encuentra, escenificarán una muerte fingida, si no se tomara esta medida o el joven no fuera hallado por sus rescatadores, la Partida Salvaje lo enviaría a uno de los templos de la Orden Inmaculada. El muchacho es entregado como aprendiz a uno de los mayores Elegidos por la misma Doncella; se le irán mostrando sus secretos a lo largo de varios años de estudio.

IDENTIDAD OCULTA

Los Siderales han pasado a ser maestros en la ocultación de sus verdaderas identidades. Esto no les resulta tan complicado como podría ser para otros Exaltados pues carecen tanto del brillo dorado de los Solares como de las características bestiales y las marcas del Kaos de los Lunares. Sin embargo, como todos los Exaltados, tienen una Marca de Casta en sus frentes.

Aun así, éstas se esconden fácilmente. Sólo se hacen evidentes cuando el Sideral canaliza su Esencia y si la frente está cubierta cuando esto sucede, hay pocas esperanzas de encontrar una señal inequívoca de lo que está ocurriendo. La vestimenta formal de los sacerdotes de la Orden Inmaculada va acompañada de una complejísima peluquería que les ayuda a ocultar sus frentes, pero no el resto de sus rostros. Por lo tanto, se cubren las Marcas de Casta de aquellos Siderales que están obligados o han sido escogidos para vivir una vida pública durante cierto periodo de sus larguísimas vidas. La mayor parte del tiempo, muchos Bronce visten de la misma manera que los Inmaculados. Oculta su secreto y facilita sus pactos con la Orden.

Todos, salvo los más audaces[7] de la facción Dorada, optan por hacer algo similar. Pocos se arriesgan a llevar sólo un sombrero que alguien podría levantar o volarse con insolencia. Muchos escogen llevar peinados elaboradísimos que van desde una combinación entre el cabello y pedazos de tela enrollados alrededor de la cabeza, pasando por capas con capucha y velos, dependiendo siempre de qué resultará menos inadecuado entre los residentes del lugar. Como las modas varían inmensamente de un punto a otro del mundo, no existe una única manera de vestir entre los Siderales Dorados. Algunos de los renegados más desafiantes se contentan sólo con dejarse el caballo crecer o colocarse un pañuelo para esconder sus Marcas de Casta.

Ninguno de los Siderales puede ocultar el color de los ojos de casta. Afortunadamente, muy pocas personas conocen su significado en la modernidad, por lo que no suele ser un problema para los Exaltados. Las enseñanzas de la Orden Inmaculada acerca de los Anatema omiten este detalle en su descripción sobre los Siderales, una política obvia instituida por los líderes Siderales en los primeros días de su infiltración en el nuevo Reino.

Cuando canalizan su Esencia, el ánima de cada Sideral reluce brillante con el color de la Doncella a la que sirven. Cuanto más poderosos sean los Encantamientos, mayor será la Esencia canalizada y, por ende, más resaltará la tonalidad del ánima. Debido a esto, muchos Siderales emplean únicamente los Encantamientos más débiles cuando se encuentran en público.

CASTAS

Los Siderales están divididos en cinco castas, cada una de ellas alineada con una Doncella concreta.

ELEGIDOS DE LA DONCELLA DE LOS VIAJES

Cuando la Doncella de los Viajes alumbra con su brillo sobre uno de los Exaltados, éste nunca será feliz si se limita a estar confinado en un único lugar. Los que una vez fueron mensajeros y comunicadores de los Siderales, ayudan ahora a enraizar el control de los Siderales sobre la Orden Inmaculada. El Reino es inmenso y los comunicados deben viajar entre los distintos Siderales que vigilan las diversas propiedades de la iglesia. Emplean sus Encantamientos para decidir cuáles son las mejores rutas, acelerar sus viajes y protegerse de los peligros del camino. Estos Elegidos son la red de comunicadores que permite a los demás Siderales mantener la Orden Inmaculada como una fuerza que guía el resto del Reino. Bajo su dirección puede reaccionar a una velocidad y unidad que no pueden equiparar ni las casas ni el Gremio.

Los seguidores de esta Doncella que se cuentan entre los miembros de la facción Dorada son, a menudo, errantes que se placen en causar problemas o mentores. Algunos avivan el disentimiento contra la Orden y emigran antes de ser encontrados. Otros se dedican a entrenar a los Solares en ciertos talentos durante un breve espacio de tiempo. Algunos seguidores Dorados ayudarán a estos estudiantes en otros lugares si sus primeros maestros han pasado por la región antes que ellos.

ELEGIDOS DE LA DONCELLA DE LA SERENIDAD

Un ser humano necesita muchas cosas: comida, cobijo, seguridad, emoción, trabajo y diversión. En la Primera Edad, los Elegidos de la Doncella de la Serenidad favorecían los momentos de descanso y relajación. Promovían la alegría, la salud y el placer del entorno. Supervisaban los rituales de felicidad que señalaban los puntos de descanso en las sendas del destino de todas las personas; compromisos, matrimonios y embarazos.

En la presente era, se encargan de dirigir las secciones de la Orden Inmaculada que tratan los desposorios y las celebraciones. Muchos escogen utilizar sus habilidades para actuar como casamenteros para los Vástagos del Dragón, asegurándose así de que su descendencia tendrá la mejor oportunidad de formar parte también del grupo y de que la unión proporcionará beneficios para ambas familias.

Los miembros Dorados de la casta desempeñan más o menos las mismas tareas en el Umbral. En todas las sociedades, los matrimonios de conveniencia entre familias o casas de dos regentes pueden ser la llave para mantener la paz y la prosperidad de una región durante generaciones. Los Siderales de esta casta, a menudo, se involucran profundamente en estos asuntos hasta el punto de perjudicar a sus rivales para favorecer a sus pretendientes escogidos o incluso viajando largas distancias para hallar a la persona adecuada para un compromiso concreto y persuadirlos de su conveniencia.

Ciertos miembros de ambas facciones, sin embargo, prefieren abandonar el decoro que encarnan sus compañeros de casta y optan por supervisar burdeles y trata de esclavos en sus áreas de influencia. Desdeñan los elevados ideales del amor y la relajación por aquellos que les proporcionan la lujuria y la pereza, opinan que su Doncella exige que el amor sea de un tipo muy físico y que el divertimento sólo es conveniente si tienes a alguien que trabaje por ti. Están allí donde exista conflicto, asegurándose de que los cautivos de ambos bandos terminan siendo esclavizados.

ELEGIDOS DE LA DONCELLA DE LAS BATALLAS

Los pertenecientes a esta casta, a pesar de la imagen sangrienta que ofrece su patrona, rara vez se convierten en guerreros de primera línea. Lo normal es que sean los comandantes estratégicos de una batalla, tramando los objetivos de las incursiones y las tácticas, pero no los movimientos concretos de una pelea cuerpo a cuerpo. De cualquier modo, bajo presión, utilizan sus Encantamientos para luchar con una evidente eficacia, prediciendo los ataques y fintas de sus oponentes antes de que éstos las ejecuten.

Los miembros de la facción Bronce a menudo son parte de los sacerdotes de la Orden en las legiones o consejeros estratégicos en las casas. Algunos de los Dorados entrenan a los Solares en las artes marciales. Otros han tenido que sacrificar sus escondites para defender sus hogares del ataque de los moradores del Kaos, los ejércitos de muertos y otras miríadas de peligros que amenazan a las gentes del Umbral. Con los Vástagos del Dragón alejados de la escena, los Siderales están obligados a adoptar el papel de los líderes o abandonar sus hogares e ideales a las embestidas de las tribus Lunares o la Buena Gente. Como la mayoría cuenta con descendientes entre las familias de la región, no suelen estar dispuestos a dejarlo todo y partir.

ELEGIDOS DE LA DONCELLA DE LOS SECRETOS

Los Elegidos de la Doncella de los Secretos son los Siderales más temidos y compadecidos. Se les teme porque su patrona les confiere la capacidad de predecir la línea natural de los eventos. Este conocimiento va acompañado de la responsabilidad de asegurarse de que las cosas transcurren de la manera en la que deben hacerlo. Se los compadece porque están tan obsesionados con el destino de la vida que son incapaces de saborear el momento. Mientras los demás Elegidos se centran en las diversas señales que van a ir encontrando a lo largo del camino de la vida, estos Siderales pueden contemplar toda la senda de una sola vez. Si los Siderales tienen líderes, sin duda, ellos serían los mejores candidatos.

Los Exaltados Bronce Elegidos de la Doncella de los Secretos se encargan de supervisar el futuro y la política de la Orden, además de ocuparse del desarrollo del Reino. La mayoría renuncia a ocupar un cargo de responsabilidad directa. En lugar de ello, prefieren empelarse como consejeros para utilizar esos poderes dentro de la Orden e incluso las casas de la Dinastía.

Éstos son los más moderados entre la facción Dorada. Entienden que existe la necesidad de un cambio, pero uno donde muchas de las estructuras deben ser preservadas. Son, con mucho, la casta más activa a la hora de encontrar y tutelar a los nuevos Solares. Guardan la esperanza de que con un tutelaje correcto, estos líderes nacidos cambiarán a mejor el Reino y el futuro. Desde luego, muchos de los Elegidos de esta Doncella sienten una poderosa afinidad con los Solares, como lo hace un grupo de líderes naturales hacia otro.

ELEGIDOS DE LA DONCELLA DE LOS FINES

Para todas las cosas, un fin. En el Reino, sin embargo, la perspectiva de las personas con respecto a los fines viene determinada por el conocimiento de que la muerte no es sólo un proceso, sino un lugar. Pese a que pocos han visto las tierras de penumbra en persona, se acepta a los fantasmas como una realidad de la vida. Aunque ninguno de ellos tiene prisa por morir y reunirse con los espíritus que vagan por las tierras de penumbra y reunirse con los espíritus que vagan por las tierras de penumbra y el Inframundo, aceptan que la muerte es sólo un paso más en un viaje muy prolongado.

Los Elegidos de la Doncella de los Fines personifican el concepto de que el fin es una parte necesaria del ciclo de la vida y de la muerte. A partir de la sabiduría que su patrona les ha conferido, saben cuándo algo ha fluido por su curso hasta el momento de cambiar hacia otro estado. Sienten la obligación de llevar a cabo esa conclusión. Fueron los Siderales de esta casta quienes propusieron primeramente el exterminio de los Solares, cuando vieron que su regla no era aceptada por el resto de los Elegidos.

La Doncella garantiza a sus súbditos cierta libertad de acción. Aunque es ella quien decide cuándo ha llegado el instante para concluir algo, son los Elegidos los que pueden escoger el momento y la forma en la que va a ocurrir.

Los pocos miembros que permanecen con la facción Bronce, se encargan de organizar los funerales y trabajan junto con los Elegidos de la Doncella de los Secretos para coordinar las muertes de los miembros de la Jerarquía Perfeccionada y asegurar una transición del poder muy suave hacia los sucesores. Entre los Dorados se cuentan algunas de las personas dedicadas a épocas de transición; vendimias, fines de año y muerte. Algunos viajan de un reino a otro, zambulléndose en las costumbres locales durante cierto tiempo. Cuando ven algo en esa sociedad que ha sobrepasado su tiempo de vida —sea esto una idea, un gobernante o incluso una sociedad entera— hacen lo que pueden para concluirlo. Ésta es la razón por la que la mayoría de ellos pertenece a la facción Dorada. Entienden que la era de la Profecía debe acabar.

LAS CARACTERÍSTICAS DE LA PROFECÍA Y DEL PODER

¿Qué significa poseer el favor de las Doncellas? Cada una de ellas es sinónima de un gran poder que forma parte de la Jerarquía Celestial que planea el destino del mundo. El favor implica que un Exaltado puede manipular directamente las telarañas de destino que las Doncellas han dispuesto a lo largo y ancho del mundo. Hubo un tiempo en el que los espíritus de la Jerarquía Celestial llevaban a cabo estas tareas por sí solos, sin embargo ahora deben trabajar codo con codo con los Exaltados Siderales. La facción Bronce ha brindado su apoyo a una religión que socava la devoción a estos espíritus, lo que explica que los Siderales tengan una relación muy adversa con ellos; además, la usurpación del rango de los espíritus ante el favor de las Doncellas tampoco ayuda.

Todas las Doncellas otorgan a sus Elegidos la habilidad de ver e interactuar con los espíritus de manera sencilla. Durante gran parte de la Primera Edad, los Siderales trabajaron como intermediarios entre los espíritus de la Jerarquía Celestial y el gobierno del Reino. Pero el incremento en las tareas de los Siderales dirigiendo el destino se transformó en la manzana de la discordia para un sinnúmero de espíritus, aunque no los suficientes como para convertirse en un problema, todavía. De cualquier forma, las relaciones entre los Siderales y los espíritus se han ido estropeando considerablemente en el último milenio. La facción Bronce continuó apoyando ese movimiento religioso que considera la devoción a los espíritus como una herejía. La habilidad para comunicarse con los espíritus y así acceder a los Encantamientos proféticos con los que muchos cuentan, es una parte vital en el proceso de los augurios. Los últimos siglos, de forma paralela a la sofisticación de sus manipulaciones, los Siderales han optado por hacer uso de la hechicería de vínculos en lugar de hacer tratos con los espíritus. Como consecuencia de esta actitud, las relaciones entre ellos y las cortes espirituales se han deteriorado ostensiblemente.

En su exilio, la facción Dorada ha hecho algo para arreglar el entuerto. Han promovido la devoción a los espíritus entre las gentes del Umbral y por ello han trazado muchas alianzas con estas cortes.

El mejor de los dones otorgados por las Doncellas consiste en la habilidad para ver en qué dirección fluye el destino futuro. Cada uno de los Encantamientos personales les ofrecen una visión del hado inmediato, pero los grandes augurios requieren rituales extendidos y colaboración. Una de las razones por las que los Siderales han permanecido tan unidos en sus facciones se debe a que los augurios proféticos y otros ritos de vinculación espiritual o invocaciones, requieren que varios Exaltados trabajen al unísono.

Habitualmente se necesita una combinación específica de los Elegidos de varias Doncellas para leer un aspecto concreto del futuro. Cada Sideral aporta una característica nueva a la visión, una garantizada por su patrona. Los involucrados en estos ritos se congregan en salas clandestinas dentro de los templos Inmaculados o en las torres ocultas en la espesura de los bosque donde el riesgo de una interrupción es mínimo.

EJEMPLO DE ENCANTAMIENTOS

AUSENCIA

Coste: 1 mota por punto de dificultad
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Esquivar mínimo: 2
Esencia mínima: 1

Los Siderales no son precisamente los más fieros luchadores de los Exaltados. De todos modos, su habilidad para prever el futuro los convierte en combatientes extraordinarios. El Encantamiento permite al Exaltado predecir de antemano en qué lugar golpeará el filo de una espada o explosión, de forma que pueden encontrarse en otra ubicación cuando eso suceda. Como en otros Encantamientos Siderales, el jugador puede optar por decrecer el número a conseguir en una tirada, de modo que cuente como un éxito. En este caso, el jugador puede reducir el número de éxitos en un en su tirada de Destreza + Esquivar. Como siempre, el número no podrá ser reducido por debajo de cuatro.

AVISO PREVIO

Coste: 5 motas
Duración: 1 hora
Tipo: Simple
Alerta mínima: 2
Esencia mínima: 1

Una vez que el Sideral ha canalizado su Esencia a este Encantamiento, sus percepciones sondean constantemente el futuro cercano, buscando aquello que pudiera dañarlo. Cuando el personaje se encuentre en peligro, su jugador podrá efectuar una tirada de Astucia + Alerta. Si el personaje obtiene éxitos, percibirá el peligro inminente. El personaje recibirá un aviso previo de dos minutos por cada éxito conseguido. A pesar de que el aviso que percibe puede no salvarlo completamente de la situación en la que se encuentra, le permite al menos disponer de cierto tiempo para prepararse. Este Encantamiento otorga al Sideral la capacidad de observar un peligro evidente; no percibirá el riesgo si en su bebida se encuentra un veneno de efecto retardado porque sus efectos se encuentran demasiado alejados en el tiempo. De todos modos, quizá los efectos se desencadenen antes de tiempo, lo que le permitiría deducir la causa y buscar una cura.

FORZAR UNA DECISIÓN

Coste: 5 motas, 1 Voluntad
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Presencia mínima: 3
Esencia mínima: 2

La habilidad para predecir futuros posibles no sirve de mucho sin la capacidad para asegurarte de que el resultado que tú decidas suceda. Este Encantamiento permite al Sideral canalizar su Esencia hacia otro ser, forzándole a tomar una decisión que el personaje desee. El jugador realiza una tirada de Manipulación + Presencia contra la dificultad de la Esencia total del objetivo. Obtener éxitos en esta tirada significa que la víctima decidirá lo que el Sideral le ha impuesto.

SABIA ELECCIÓN

Coste: 6 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Saber mínimo: 2
Esencia mínima: 1

La vida está plagada de elecciones. Este Encantamiento proporciona al Sideral la capacidad de entrever el destino de los simples mortales para que escojan la mejor opción cuando se enfrentan a muchas posibilidades. De cualquier forma, este Encantamiento sólo les permite entrever de manera breve el futuro, no les ofrece una visión prolongada de todas las consecuencias que podrían derivar de la toma de esa decisión. Así que los beneficios a corto plazo ganados a través del uso de la Esencia, podrían verse truncados por las desventajas a largo plazo.

EXALTADOS ABISMALES

Como cualquiera de los Escogidos de los Fines podría deciros, la muerte no es más que la línea que marca la transición de un estado al siguiente. Para las gentes del Reino, la muerte no es una gran desconocida, una condición de la que nadie regresa. Ni siquiera es la posibilidad de la inexistencia, pues cualquier idiota sabe que la vida después de la muerte existe. Y esto es, precisamente, lo que más les hace temerla.

A pesar de que los fantasmas han formado parte de los factores de la vida a lo largo de los tiempos, los últimos años han acercado la realidad de la vida tras la muerte a los vivos. El Inframundo ha sangrado y su flujo ha creado esos lugares horribles e incomprendidos llamados las tierras sombrías. Los muertos atacan las ciudades del Umbral con cierta frecuencia e incluso aun siendo derrotados, sus números aumentan. Lo que es peor, estos seres son liderados por otros que no están muertos, pero que glorifican todo aquello que tiene que ver con la muerte: los Exaltados Abismales. Los Abismales están a mitad de camino entre la vida y la muerte. Aunque es la Esencia de la muerte la que brinda energía a sus existencias y poderes, ellos están vivos.

Su misma existencia hace que las pocas personas que sobreviven y se los encuentran, se cuestionen todo lo que saben. Todo lo que concierne a los caballeros de la muerte es horripilante. El hecho de que no se los mencione en ni uno solo de los escritos de la Primera Edad resulta bastante inquietante. Su gusto por arrebatar la Esencia de los vivos, en lugar de hacerlo del mundo que los rodea, es una visión esperpéntica. El verlos a la cabeza de gigantescos ejércitos de cuerpos putrefactos y esqueletos es más que suficiente para que los débiles den la bienvenida al abrazo mortal, pues la muerte parece ser siempre el lado vencedor.

Sin embargo, aquellos que los han enfrentado y que viven para contarlo, encuentran que lo más perturbador es su extraña belleza. Sí, a menudo son fríos y distantes, pero son capaces de exhibir una pasión fogosa. Las personas que han escudriñado sus atuendos y las habitaciones en las que viven en sus ciudades óseas, se han percatado de que existe en ellas una hermosura y alegría inquietantes porque son insólitas y, a la vez, seductoras.

Los Abismales mismos son fruto de la paradoja. Son seres vivientes. Respiran, se alimentan y sangran cuando se los golpea y, sin embargo, gozan de la compañía de los muertos que los acompañan. Parecen sentirse incómodos entre los vivos. Sus formas de vida los hacen felices y, en ocasiones, se despierta entre ellos una lealtad completa y un profundo sentimiento de camaradería.

En conjunto, estos factores introducen la peculiar posibilidad de que tal vez la vida y la muerte no son tan diferentes. Sencillamente se trata de dos formas paralelas de existencia, con reglas y valores únicos para cada grupo. Lo que mantiene en vela a los supervivientes de sus ataques es la incertidumbre de si la muerte podría ser una condición superior a la de la vida y el pensamiento de que quizá los caballeros de la muerte podrían haber venido desde el Inframundo para ayudar a las gentes del Reino a experimentar su regocijo.

ANTES DE LA TUMBA

Las primeras noticias de los caballeros de la muerte —o Abismales, como muchos gustan de llamarles— llegaron de los asentamientos en los bordes exteriores de las tierras sombrías. Un sinnúmero de individuos estaban sufriendo la Exaltación en y alrededor de las tierras. Al poco tiempo desaparecían sin la interferencia de la Partida Salvaje. Sus Marcas de Casta y habilidades tenían muy pocos parecidos con aquellas historias sobre los Anatema que enseñaba la Orden Inmaculada.

Las gentes que vivían más cercanas al Reino descartaban estas historias al considerarlas meras supersticiones de los primitivos del Umbral. Pero nadie acertó el verdadero significado de estos rumores hasta que unos observadores Siderales, particularmente entre la facción Dorada, comenzaron a vincular las desapariciones de estos Exaltados con los extraños caballeros de la muerte que estaban aniquilando a los Vástagos del Dragón en el campo de batalla. No fue hasta la caída de la ciudad de Espinos[8] ante una inmensa Necrópolis hará unos años, que los Dorados comenzaron a reclutar y entrenar a Solares para contrarrestar esta nueva amenaza, en lugar de perseguir su primer objetivo, esto es, reconquistar el Reino.

LA CALIDAD DE LA MUERTE

Los caballeros de la muerte y sus legiones de muertos vivientes no pertenecen a una fuerza unificada e infernal con la intención de destruir todo el mundo vivo. Sirven a señores diferentes, desde luego. Los ejércitos de los muertos han sido avistados moviéndose por diferentes puntos de las tierras sombrías. Al igual que las legiones que han asaltado a los vivos, ellos son fuerzas de invasión, luchan las guerras de los muertos. Los Señores de la Muerte, cuyas Moradas se encuentran en el corazón mismo de las tierras sombrías, luchan los unos contra los otros tan a menudo como lo hacen contra las personas del mundo viviente.

El Inframundo no es tan diferente del mundo vivo, en realidad, se trata de un reflejo distorsionado por la muerte. No existe ningún Reino en esta tierra que no esté construido por la exquisita combinación de matices grises y negros. Allí donde está la Isla Bendita del mundo natural, tiene su contrapartida una isla rodeada por mil tristes ciudadelas que surgen de un vasto y quieto océano de muerte. Cada una de las ciudadelas está gobernada por los Señores de la Muerte y habitada por los espíritus de los difuntos. Los Señores entran en guerra constantemente por estas almas, pues la medida de su poder reside en el número que camine bajo su bandera. La isla central es una ciudad libre, no se encuentra bajo el mandato de ninguno de los Señores de la Muerte pero todos la protegen. En el núcleo de la misma existe un foso alrededor del cual gira una escalera de caracol que guía hacia las profundidades subterráneas. De vez en cuando, uno de los Señores rodeado por sus consejeros más cercanos y sus generales, baja por la escalera y queda bajo tierra durante semanas e incluso meses antes de regresar con un nuevo cometido de expandir su territorio y trasladar la belleza de la muerte a las oscuras almas del Reino.

Las tierras de los muertos son aparentemente tan fértiles y variadas como lo pueden ser las de los vivos, por supuesto, a la inversa. Las criaturas nacidas de la Esencia del Inframundo habitan en ellas. Insólitas bestias medran bajo las aguas de un mar que no amenaza con ahogar. Algunos de los Abismales visitan las colinas que rodean a las ciudadelas para dominar a las grandes criaturas que llevarán a los establos de sus señores. Las cavernas conducen hacia profundos túneles que hacen de la tierra un laberinto donde se apiñan cosas innombrables y aterradoras en una nocturnidad infinita.

Muchas de las enemistades entre los Señores de la Muerte son un sinsentido a ojos de los Abismales; el territorio no se gana, las almas no se capturan en números significativos. Los únicos objetivos claves son la destrucción del enemigo y todo lo que a él pertenece. La alianzas entre los Señores de la Muerte son tan volubles como la brisa y el aliado de ayer puede muy bien ser el odiado enemigo del mañana. Aun así, los Abismales tienen fe en sus señores escogidos, por lo que se arrojan sin miramientos a esas guerras.

EL AMOR EN LA MUERTE

Nada enturbia el entusiasmo que los Exaltados Abismales sienten por el mundo de los muertos. Sus miradas son sensibles a la belleza de su oscuridad y observan los inútiles y lastimeros conflictos entre los reyes del mundo vivo como un pálido reflejo de las guerras gloriosas batalladas por los Señores de la Muerte. El mundo de los vivos no es más que un lugar de tránsito donde las almas permanecen aprendiendo antes de alcanzar el auténtico refugio de los muertos. Existir como un alma pura desprovista de la cáscara corporal en el estadio ideal para poseer sus cuerpos durante breves periodos, no es más que otro ejemplo de esta evidencia; el cuerpo es una herramienta para ser utilizada y desechada una vez se le ha dado un uso.

De hecho, los caballeros de la muerte se entretienen resucitando el detritus de vida y enviándolo contra los vivos. El terror que ostentan las miradas de aquellos que luchan contra los desperdicios de su propia existencia es fuente de un placer ilimitado para los Abismales. Ésta es la razón por la cual envían a sus zombis y esqueletos como tropas de choque; las pérdidas importan poco, pues éstos no son más que entes del mundo vivo con la apariencia de la muerte pero no son auténticos residentes del Inframundo. Los verdaderos muertos reciben un trato mejor que las “cosas” derivadas del mundo de los vivos, es por ello que las empujan al combate, mientras que los fantasmas rara vez se involucran en una guerra.

Aunque la mayoría de los Exaltados Abismales permanecen largos periodos en el Inframundo o en las tierras sombráis, entienden que su condición corpórea los obliga a adquirir ciertas responsabilidades con el mundo de los vivos. El Gran Contagio no fue más que el mero paladeo de lo que está aún por llegar. En el despertar de las pobres criaturas de carne, los Abismales son los misioneros que traen noticias de la verdadera belleza de la muerte y de las maravillas que aguardan a todos los vivos una vez reúnan el coraje para cruzar la frontera.

Algunos de ellos se han infiltrado en el Umbral e incluso en las ciudades del Reino. Logran situarse en rangos de poder donde actúan como espías para sus señores. Otros son misionarios que educan a las personas sobre el maravilloso destino que les ha deparado a sus seres amados después de la muerte. A veces se les recibe cordialmente en los asentamientos que han sido masacrados por la Buena Gente o las tribus Lunares. Allí, los pocos supervivientes aceptan de buen grado la esperanza que se transmite en la idea de que existe algo más que padecimiento y muerte; una creencia que dé sentido a todo ello será muy bien recibida. Los suicidios en masa entre estas gentes no son algo poco habitual. Desde luego, si se niegan a aceptar la verdad, muchos de los misioneros se placen en mostrarles el camino hacia su verdadera existencia, estén o no preparados.

Un centenar de cultos rodean a los Abismales que se limitan a utilizar a sus seguidores como una fuente de sustento y reserva de sus tropas. Desde luego, si los seguidores llevan su fe hacia una conclusión lógica y optan por suicidarse, sus cuerpos entrarán a formar parte rápidamente del ejército de los Abismales.

LA EXALTACIÓN DE UN ABISMAL

Más que cualquier otro tipo de Exaltado, parece que los Abismales hubieran sido concebidos a través de la magia de los Señores de la Muerte. Los individuos que crecen hasta la madurez cerca de las tierras sombrías están influenciados por las energías que emanan de estos lugares y, ocasionalmente, aceptan un fragmento de la energía mortuoria que penetra en el alma y la Exalta. Se sabe que hacer que esto suceda requiere mucho esfuerzo por parte del Señor de la Muerte y que sus espías compiten entre sí para encontrar primero al nuevo caballero de la muerte.

Los Abismales no son muchos todavía y cada uno de ellos es igual de prestigioso que los demás. Estos Exaltados son dependientes de la Esencia del Inframundo más que de la que fluye libre por el mundo de los vivos. La única manera para absorber la Esencia cuando se encuentran entre los vivos es teñirla de muerte. De modo que se dedican a beber sangre, comer carne fresca y absorber el mismo aliento de los seres vivos para poder hacerse con las motas de Esencia que necesitan para sus Encantamientos. Los Abismales se regocijan en estos actos pero no por razones sádicas o crueles. Al alimentarse de los vivos, los Abismales consiguen acercarlos un poco a la hermosura del Inframundo. No están arrebatándole nada a la víctima, lo que hacen es otorgarle un don.

Los nuevos Abismales pasan varios años en el Inframundo. Al haber comenzado sus existencias como criaturas vivas es necesario que lleguen a comprender perfectamente el lugar del que emana la Esencia vital de su desarrollo. Al final, aprecian los dos lados de la línea de muerte sobre la que montan a horcajadas y llegan a darse cuenta de la inminente superioridad del Inframundo. A continuación se desplazan hacia las ciudadelas de las tierras sombrías donde se les enseñan las artes de la nigromancia que requiere el uso de cuerpos y de los esqueletos de los muertos.

Algunos Abismales escogen permanecer en el Inframundo como sirvientes de los Señores de la Muerte, mientras que otros regresan allí donde luce el sol para encargarse de ser los estandartes de la muerte entre los vivos.

APARIENCIA

Los Exaltados Abismales pueden pertenecer a uno de estos dos grupos. Algunos han sido tocados por la putrefacción y tienen el semblante de algo muerto. Parecen estar formados de carne putrefacta o ser meros esqueletos. Obviamente están lo bastante vivos como para que su piel ulcerosa, sus dientes podridos y sus cicatrices de enfermedad estén Exaltadas. Huesos asoman entre los huecos descubiertos de sus cuerpos y sus miradas brillan con el fuego plateado de la tumba.

El segundo grupo es exactamente la antítesis del primero, son tan hermosos que arrebatan el aliento, poseen una piel de alabastro cubriendo sus geniales rasgos. Los cabellos negros enmarcan sus rostros y caen hacia los hombros en cascada, y sus labios son del rojo más puro y delicioso. Los Abismales que trabajan entre los vivos han aprendido Encantamientos que les permiten adoptar un aspecto más mundano, pero mantenerlo les cuesta Esencia y la mayoría opta por llevar los signos de la muerte con orgullo.

CASTAS

Las castas de los Exaltados Abismales son paralelas a las de los Solares. Los Abismales se ven a sí mismos como los Solares de la muerte, con los Señores de la Muerte como líderes. De este modo, cada una de las castas conforma un papel medianamente semejante en la sociedad de los muertos al que su antítesis tenía en la de los vivos.

CREPÚSCULO

La Casta del Crepúsculo son los guerreros de los muertos. En el Inframundo montan a la cabeza de los ejércitos de los Señores de la Muerte, guiando a los muertos en furioso combate por la gloria de sus maestros. En el mundo de los vivos, se deleitan en su llamamiento. Se les ha proporcionado las técnicas, los Encantamientos y las motivaciones para llevar la gran bendición de la muerte a las pobres y ordinarias criaturas del mundo viviente. Los precisos y calculados estoques de sus espadas separan lo vivo del sustento, el cobijo y la fornicación.

En la batalla cantan exultantes himnos de alabanza que, a oídos de los vivos, parecen ser espeluznantes pero bellos cantos fúnebres. Su habilidad con las armas es sorprendente, pues son capaces de lisiar a su enemigo asegurándose de que su paso al otro mundo será lentísimo. Cuando el oponente caído se acerca penosamente a la libertad de la muerte, se insufla su alma con la Esencia de la muerte necesaria para hacerlo prosperar y convertirse en un fantasma en el Inframundo. La melodía de batalla de la Casta del Crepúsculo provoca sobre sus rivales una penalización de –2 si no tuvieran éxito en su tirada de Voluntad.

Su Marca de Casta es un círculo oscuro con unas estrías grises cruzándolo. Su ánima tiende a ser negra como el carbón con los bordes de una tonalidad gris, a veces con matices violeta oscuro.

MEDIANOCHE

La Casta de Medianoche son los sacerdotes del Inframundo. Allí explican las virtudes de su Señor de la Muerte y aliados a sus seguidores, estimulando la moral de las masas en los conflictos que tienen con las fuerzas de otros Señores de la Muerte. Algunos dicen que la muerte es el último de los estados y que debería ser disfrutado al máximo. Otros cuentan que el Inframundo no es más que otro paso en la senda y que el tercer mundo aún les aguarda, uno en el que el alma se ve liberada de la conciencia de su propia existencia y del deseo. En las tierras de los vivos son los evangelistas venidos para promulgar el mensaje de la gloria en la muerte. Son la casta más proclive a ser encontrada vagabundeando por las ciudades del Umbral, convenciendo a los pobres, a los solitarios y desposeídos de los regalos que les esperan cuando abandonen el reino de los mortales.

Los Abismales de Medianoche pueden canaliza la Esencia de la muerte a través de su ánima y conseguir que un cuerpo se levante como zombi hacia el final de una escena. Asimismo, pueden redirigir la energía de la muerte a través de su ánima y emplearla para acobardar y herir a los vivos.

Poseen una gran Marca de Casta negra circular. Sus ánimas son de un negro tan profundo que parecen no ser más que dos huecos en el Tapiz.

AMANECER

En el interior mismo de las ciudadelas de los Señores de la Muerte, los Abismales Sombra trabajan sobre los parches fabricados de la piel seca de las criaturas del Inframundo. Buscan comprender los misterios de la muerte y la naturaleza de las criaturas y tierras que rodean a las ciudadelas. Cual dedicados y entusiasmados eruditos, los Abismales Sombra anhelan hallar la verdadera clave del Inframundo.

De cualquier modo, es en el mundo de los vivos donde la Casta Sombra sobresale. Son los nigromantes más poderosos entre todos los Abismales y son ellos quienes suelen alzar las legiones de esqueletos en los campos de batalla. A pesar de que su poder no es en absoluto sutil, no tiene quien lo equipare. Su magia también ayuda a sostener la necrópolis que se desplaza pesada a lo largo del rostro del mundo de unas tierras sombrías a las siguientes, invadiendo y destruyéndolo todo a su paso. Los Abismales del Amanecer son capaces de canalizar su Esencia para completar su aura con un poder helado, ralentizando o desviando los golpes.

Sus Marcas de Casta están divididas en dos segmentos, la zona superior es gris, mientras que la inferior se reconoce sólo por la línea que lo delimita. Sus ánimas tienden hacia las espectaculares tonalidades del Inframundo, desplegando matices de gris, algunos violeta e incluso verdes oscuros.

DÍA

La Casta Abismal del Día son los infiltrados de las tierras muertas. En muchas de las ciudadelas del Inframundo se esconde uno de los miembros de esta casta que está espiando para su Señor. Invierten su tiempo en recopilar información que sirva de algo para su verdadero maestro y en destruir a cualquiera que pudiera ser una amenaza demasiado grande.

Estas capacidades les sirven igual de bien cuando se encuentran entre los vivos. Sus Encantamientos les permiten pasar por seres vivos más fácilmente que a cualquier otro Abismal. Un sinnúmero de ellos se ha infiltrado en posiciones de poder menor a lo largo del Reino y del Umbral, muchos más de lo que la gente podría sospechar. Allí se quedan, haciendo todo lo posible por ayudar a la causa de sus señores. Un asesinato especialmente desagradable, un cuerpo violado o un suicidio inexplicable son las primeras señales de que un Casta del Día está en la ciudad; alimentándose de sus habitantes, utilizando sus cuerpos en sus rituales y convenciendo a los solitarios de que la muerte es la mejor respuesta a sus problemas.

Estos Abismales tienen la capacidad de controlar sus ánimas hasta tal punto que sólo utilizan la Esencia periférica para otorgar poder a sus Encantamientos. Además, pueden canalizar su Esencia en una capa contenida, de modo que percibirlos se hace casi imposible. Los Casta del Día tienen sólo un anillo gris pálido como Marca de Casta. Sus ánimas son de colores grises y negros traslúcidos.

SOMBRA DE LUNA

La Casta de la Sombra de Luna es, al mismo tiempo, la más y menos parecida a sus parientes Solares, la Casta del Eclipse. Ambas castas desempeñan labores muy semejantes como negociadores y embajadores. En las ciudadelas de los muertos, se especializan en estudiar las informaciones recogidas por la Casta del Día y convertirlas en tratos, pactos y alianzas que pueden perdurar unas horas o para siempre. Tienen un sentido agudizado para saber cuándo ha llegado la hora de que su Señor de la Muerte cambie de alianza política y renegocie un tratado.

Estos Exaltados tienen la capacidad de canalizar su Esencia hasta sus ánimas para santificar juramentos con el poder de sus oscuros señores. Asimismo, cuentan con talentos en el desempeño de otras habilidades. Pueden aprender los Encantamientos de los espíritus y otros Exaltados, aunque les lleva un tiempo considerable.

Al igual que la Casta del Día, sus Marcas son sólo un anillo vacío de color gris, mientras que sus ánimas son del mismo matiz o negras traslúcidas.

NIGROMANCIA

La sintonía que los Exaltados Abismales sienten hacia las energías mortuorias les otorga poder sobre todas las cosas que han sucumbido bajo su tacto. A pesar de que los cuerpos formen parte inherente del mundo viviente (descomponer y devolver los materiales de ese cuerpo al ciclo natural) están bañados por la Esencia de la muerte cuando el alma abandona su cáscara mortal. Esta misma Esencia es la que otorga a los caballeros de la muerte el poder que tienen.

La muerte afecta al cuerpo de diversas formas: su integridad es el mejor de los ejemplos. El modo en que murió define también el grado de Esencia que se necesita insuflar en un cuerpo. Los fallecimientos relativamente naturales, como los que se producen a causa de la vejez o los accidentes penetran vagamente en el cuerpo. En los casos en los que se muere por asesinato, violencia, enfermedades horribles o si el cuerpo ha sido enterrado en condiciones muy pobres, la Esencia penetra exquisitamente. Cuanto mayor sea la cantidad de flujo invertido, más fácil será reanimar el cuerpo. Las ciudades destruidas por el Gran Contagio y los campos de batalla de los Vástagos del Dragón son fuentes inagotables de soldados para los Abismales en busca de un ejército.

Invocar a los fantasmas y canalizar la Esencia de muerte hacia un cuerpo vivo para dañarlo, requiere de rituales que mejoren el flujo a través del mundo viviente. A menudo, los ritos necesitan algún tipo de trampas que asocian la muerte en las mentes de los vivos. Los cirios que se emplean durante los velatorios son las herramientas más recurrentes, como son los restos de los difuntos, especialmente las calaveras, las costillas y los huesos de la pelvis.

Algunos hechizos conllevan el sacrifico de un animal cuyo espíritu se transforma en poco más que pura Esencia de muerte. Otros tipos de magia requieren que alguien cercano a la víctima sea torturado de tal manera que su Esencia de vida le sea arrebatada lentamente.

EJEMPLO DE ENCANTAMIENTOS

CANTO FÚNEBRE

Coste: 4 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Reflejo
Interpretación mínima: 3
Esencia mínima: 2

Un caballero de la muerte puede canalizar Esencia en una melodía de lamento, de modo que su audiencia, queriéndolo o no, comienza a perecer al escucharla. Sus cuerpos se debilitan mientras que la Esencia les es arrebatada y llevada al Inframundo. Cada una de las personas que estén escuchando sufre 3L de daño por turno que escuchen, que sólo podrá ser absorbido con Resistencia y Encantamientos de absorción. El coste de Esencia deberá ser invertido cada turno que el caballero de la muerte prolongue su canción.

CONTACTOS CON LA MORAL

Coste: 5 motas
Duración: Un día
Tipo: Simple
Sociedad mínima: 3
Esencia mínima: 1

Algunos Abismales de la Casta del Día son especialmente propensos a sembrar las mentes de los mortales con unas dudas tales acerca de la verdadera naturaleza de la vida y la muerte, que acaban obsesionados con su moral. El personaje deberá conversar, aunque sea durante un momento, con el objetivo (el intercambio pueden ser unas pocas frases) y el jugador hace una tirada de Manipulación + Sociedad contra una dificultad equivalente a la Esencia de la víctima. Si la tirada resulta exitosa, todas las demás tiradas sociales realizadas por el objetivo en las siguientes veinticuatro horas conllevan +2 en la dificultad.

CONTAMINAR

Coste: 4 motas, 1 Voluntad
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Medicina mínima: 3
Esencia mínima: 2

Las enfermedades son una de las puertas que conducen hasta el Inframundo. Este Encantamiento permite al Abismal abrir esa puerta temporalmente para infectar al objetivo con una plaga. El jugador escoge entre todas las enfermedades listadas en el manual de Exaltado (páginas 265-267) y hace una tirada de Inteligencia + Medicina. Si resulta victorioso, la víctima deberá realizar una de Resistencia + Vigor para resistirse a la infección, de la misma forma que si hubiera sido expuesto a la enfermedad en cuestión. La enfermedad no es contagiosa.

HABLAR CON LOS MUERTOS

Coste: 2 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Investigación mínima: 2
Esencia mínima: 1

las tierras de los muertos no están tan alejadas de las de los vivos. En ocasiones, los fantasmas pueden observar los quehaceres de los vivos con una claridad nítida. Este Encantamiento permite al Abismal formular una sola pregunta a un fantasma incorpóreo sobre los acontecimientos que ocurrieron en una ubicación en los últimos diez minutos por éxito conseguido.

HERRUMBRE

Coste: 5 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Reflejo
Pericia mínima: 3
Esencia mínima: 1

El Exaltado canaliza su Esencia directamente hacia un trozo de metal que se oxida en cuestión de pocos segundos. Este Encantamiento sólo puede ser utilizado sobre elementos del tamaño de una espada grande o una sola pieza de armadura. No funciona sobre los objetos fabricados o reforzados con los Cinco Materiales Mágicos. Este Encantamiento tiene un alcance de nueve metros por Esencia del Abismal y se puede recurrir a él una vez por turno.

INVOCAR ESQUELETO

Coste: 5 motas, 1 Voluntad
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Presencia mínima: 3
Esencia mínima: 3

El Exaltado Abismal canaliza su Esencia a la tierra que se encuentra bajo sus pies. Si algún esqueleto se encuentra en un radio relativamente cercano al lugar, reptará y seguirá las órdenes del Abismal con todo el afán que su limitada inteligencia le permita. Véase Exaltado página 248 para las estadísticas de los muertos vivientes.

RUINA

Coste: 5 motas
Duración: Instantánea
Tipo: Simple
Saber mínimo: 2
Esencia mínima: 2

Al traspasar su Esencia a la tierra que le rodea, el caballero de la muerte puede destruir toda la naturaleza y dañar seriamente a todas las criaturas vivas que habiten allí. El jugador realiza una tirada de Carisma + Saber. Todas las plantas en un perímetro circular, con un radio de alcance equivalente al número de éxitos conseguidos en metros, se marchitan y mueren. Todos los animales y personas en ese mismo radio, incluidos otros Exaltados, reciben tres dados de daño letal.

TOQUE MARCHITO

Coste: 1 mota
Duración: Un turno
Tipo: Suplementario
Pelea mínima: 3
Esencia mínima: 1

El Exaltado centra la Esencia del Inframundo en sus manos. Cualquiera de los ataques que el personaje realice ese turno sin un arma provocan daño letal en lugar de contundente. De todos modos, este Encantamiento sólo es efectivo contra la piel desnuda o cubierta por tela. Los individuos que vistan armaduras de metal serán inmunes a este Encantamiento. Los Abismales que lo emplean lo combinan a menudo con el Encantamiento de Herrumbre.