—¿No vas a la bolera esta noche, amor?
—No, amor. Llamé a Tillie Smith y le dije que me disculpara, y ella se alegró, y yo también me alegré.
—¿Algo no marcha entre vosotras?
—¡Oh, no! Ni mucho menos. Es sólo que… bueno, Tillie está muy irritable estos días. Ella lo sabe, y sabe que yo lo sé. De modo que prefiere olvidar los bolos antes que mostrarse descortés conmigo, pues sabe que si fuéramos no podría evitarlo.
—¡Suena como una vieja próstata actuando de nuevo!
—Herb, ya estás chismorreando. Además, ella no tiene ninguna próstata.
—Exacto, ella no tiene la próstata de Smitty, y de ahí vienen todos sus problemas.
—Oh, entiendo. Herb, eres un sucio correveidile.
—Bueno… el sexo es como los pantalones.
—¿Qué?… Oh, querido, te estás poniendo de nuevo filosófico. De acuerdo… sueltalo.
—No es nada filosófico. Más bien… ¿cómo le llamarías tú al hacer fábulas?
—Fabuloso.
—De acuerdo, así que soy fabuloso. El sexo es como los pantalones. De acuerdo. Voy de aquí de Begonia hasta la Avenida y camino dos manzanas para comprar cigarrillos y regreso, me cruzo con un montón de gente, y nadie repara en mí.
—Todo el mundo repara en ti, mi grande y fornido y hermoso…
—No, espera… espera. Nadie repara realmente en mí. Tú me sigues y preguntas a toda esa gente con la que me he cruzado, les preguntas si me han visto. Algunos dirán que sí, la mayoría que no saben. Tomas a los que han dicho que sí, y les preguntas qué tipo de pantalones llevaba. Y verás cómo las respuestas van desde los shorts hasta los pantalones de golf, pasando por los pantalones de seda negros y los de tela de gabardina.
—Eso no tiene nada que ver con el sexo.
—Espera, espera. Ahora suponte que voy desde aquí hasta el drugstore sin pantalones.
—¿Sin pantalones?
—Aja. ¿Quién se dará cuenta de ello?
—Nunca llegarás a la Avenida. Ni siquiera te atrevas a intentarlo, una vez pasados los Palmers.
—Todo el mundo se dará cuenta… ¡correcto! Así ocurre con el sexo. Cualquiera que pueda gozar del suficiente para satisfacer sus necesidades, no tendrá nada de qué preocuparse con tal de que no lo convierta en algo demasiado llamativo, se preocupe de sus propios asuntos, no piense demasiado en ello y no incomode a los demás. Pero si no tiene nada, absolutamente nada, de lo que disfrutar… ¡muchacho! No dejará de pensar en ello, no dejará en absoluto, y todos los que estén alrededor de él se darán cuenta. Tillie.
—Oh, eso no preocuparía a Tillie.
—No es eso lo que quiero decir. Lo que quiero decir es que así es como se siente Tillie ahora. Eso es lo que la está preocupando, no podéis salir a la bolera juntas, está demasiado alterada.
—Creo que tienes razón, ¿sabes?, en lo que has dicho del sexo como unos pantalones. Pero no vayas diciéndolo por allí, o la gente empezará a decir que tú estás hablando de que Tillie no lleva pantalones. —Jeanette ríe chillonamente—. ¡Vaya idea! Ni siquiera unos pantaloncitos viejos. Ni siquiera unos slips.
—Bueno, más facilidades no pueden darse, ¿eh?
—Sigue diciendo esas cosas, viejo sátiro, y vas a saber lo que es bueno.